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Fernando Bárcena
Universidad Complutense de Madrid
España
https://orcid.org/0000-0002-8982-8028
Vol. 1 Núm. 2 (2020), HISTORIAS MÍNIMAS, Páginas 193-199
DOI: https://doi.org/10.24310/mgnmar.v1i2.9612
Recibido: jun 18, 2020 Aceptado: jun 25, 2020 Publicado: jul 31, 2020
Cómo citar

Resumen

Mi idea del hombre o la mujer que han elegido el oficio de profesor es la del alguien que entra en el aula con lecturas ya realizadas y con libros que se leerán de nuevo despacio y se conversarán con alumnos devenidos, por ese gesto de lectura, en estudiantes y estudiosos. Es la de alguien que estudia en su retiro estudioso, complaciéndose en ello, y alguien que da a estudiar. Y también tiene que ver con el espacio de un aula o de una sala de clase convertida en un lugar (y no meramente considerada como un «entorno de aprendizaje»). El alguien que hace de su oficio una forma de vida y no sólo un medio de subsistencia o un desempeño laboral. Mi idea de profesor está a contratiempo, es seguramente inactual y probablemente inservible; una que rivaliza contra los modos característicos que definen este tiempo, donde la lentitud, la espera y la duración ya no parecen posibles y están siendo ridiculizadas como opciones vitales. Este escrito es una vindicación de la idea del profesor como un profesor estudioso que busca dar a estudiar a sus alumnos, que van a la escuela para aprender junto a otros a través del estudio: leyendo, escribiendo, pensando, conversando.

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