Umática. Revista sobre Creación y Análisis de la Imagen  
{issn: 2659-5354 // d.l.: ma- 1628-2018}  
En sí del no  
Poesía son disturbios  
In the Yes of No: Poetry Is Riots  
Universidad de Castilla-La Mancha, España.  
Artículo especial  
Special Article  
Resumen  
Correspondencia/  
A partir de piezas de lenguaje propias y ajenas (KOP, Luz Pichel, Rimbaud, Delta 9, Daniel Durand,  
Hélio Oiticica, Fernanda Laguna), En sí del no se interroga por la posibilidad de una relación entre  
poesía e insurrección, fuego e imagen poética, más acá de la analogía de ambos como acontecimien-  
tos de transformación de la comprensión del orden (semántico o político) dado, dentro de una ge-  
nealogía de la negación que bien podría arrancar en la Comuna de París para llegar al primer cuarto  
del siglo XXI perforada por las disrupciones del feminismo, tentativamente empujando la noción de  
“escritura expandida” hacia el mundo entendido como molde y desmolde expresivo del lenguaje en  
que se emitan poemas y disturbios.  
Correspondence  
María Salgado  
Financiación/Fundings  
Este texto forma parte de  
los resultados del Proyecto  
de investigación: ESCON --  
Escrituras en contacto. Redes  
de escritura intermedial en la  
era de la globalización ana-  
lógica (1961-1991), PID2024-  
159610NB-I00, fi-  
Palabras Clave: escritura expandida, insurrección, poesía, feminismo, lenguaje.  
nanciado por MICIU/  
AEI/10.13039/501100011033/  
FEDER, UE.  
Received: 30.09.2025  
Accepted: 28.12.2025  
CÓMO CITAR ESTE TRABAJO / HOW TO CITE THIS PAPER  
Salgado, M. (2025). En sí del no. Poesía son disturbios. Umática. Revista sobre Creación y Análisis de la Imagen,  
Umática. 2025; 8. https://doi.org/10.24310/Umatica.2025.v8i8.22354  
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ResearchArea  
María Salgado  
In the Yes of No: Poetry Is Riots  
María Salgado  
University of Castilla-La Mancha, Spain.  
Abstrac:  
Based on both her own and others pieces of language, (KOP, Luz Pichel, Rimbaud, Delta 9, Dan-  
iel Durand, Hélio Oiticica, Fernanda Laguna), En sí del no questions the possibility of a relationship  
between poetry and insurrection, fire and poetic image, beyond the analogy of both as events that  
transform the understanding of a given (semantic or political) order, within a genealogy of nega-  
tion. This it could well start with the Paris Commune and reach the first quarter of the 21st century,  
pierced by the disruptions of feminism, tentatively pushing the notion of “expanded writing” towards  
the world understood as the expressive mold and unmold of the language in which poems and riots  
are emitted.  
Key Words: Expanded Writing, Feminism, Insurrecion, Language and Poetry.  
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En sí del no. Poesía son disturbios  
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“Poesía son disturbios” es un remake de un lema  
clásico del movimiento okupa, “Desalojos son  
disturbios”, que para 1998 se convirtió en título  
y estribillo de una canción de la banda hardco-  
reKOP1, yqueprimeroutilicécomoEscriturason  
disturbios” en un poema con forma de panfleto  
(Salgado 2012a, 2012b), y después, y como aho-  
ra subtitula este texto, en mi epílogo de CO CO  
CO U, un poemario de Luz Pichel (2017). En am-  
bos usos, lo que pretendía y pretendo es, por un  
lado, sorprender y provocar una sonrisa o, si es  
que no pactas con el humor de la propuesta, una  
sospecha, por juntar dos entidades no muy ha-  
bitualmente contiguas en el espacio cultural, tan  
aparentemente desubicadas en su estilo y en la  
desproporción de lo que el verso dice que puede  
llegar a hacer con respecto a lo que la okupación  
y la poesía han podido efectivamente ir hacien-  
do en España en esas mismas décadas. Por otro  
lado, una vez pasada la sorpresa y la sospecha  
de mezclar cierta presunta altura y solemnidad  
deciertaideamuyextendidadepoesíaconcierta  
presunta bajura de los versos que en las calles se  
corean, pretendía desafiar y desclasar esas mis-  
mas ideas de qué sea la poesía y hasta de qué  
pueda llegar a ocurrir verbalmente en la calle o  
en una pared o en un panfleto o en una mani-  
festación, de un modo afn a lo que en el libro de  
Luz Pichel se hace con la lengua del poema, pues  
CO CO CO U está escrito en un gallego dialectal  
–que, por ejemplo, cierra todas sus vocales ce-  
rradas hacia el fonema /u/, de ahí el título– que  
desvía, perturba, enturbia o disturbia la norma  
del gallego habitualmente usado en la academia,  
lapoesíaylosmediosdecomunicación.  
En el prólogo a Silo.Archivo FX, libro del ar-  
tista y comisario Pedro G. Romero que yuxtapo-  
ne obras del arte moderno de vanguardia con  
materiales históricos de la iconoclastia política,  
Esteban Pujals escribe “¿No es llamativo el pa-  
ralelismo existente entre la violencia de los in-  
cendiarios durante la Semana Trágica barcelo-  
nesa y la virulencia de los ataques, de palabra y  
obra, contraelartequepresenciabanyaplaudían  
los asiduos a las sesiones del Cabaret Voltaire?”  
para después advertirnos en cursiva de que “es  
completamente diferente hablar del fin del arte,  
o declararlo muerto, […] que de verdad arrimar-  
le la tea a una iglesia, a un convento y pegarle  
fuego con todo su contenido” (Romero, 2009). Si  
bien veo, como Pujals, un riesgo alto en analo-  
gar la poesía con la revuelta como si en un mo-  
mento dado ambas entidades fueran a poder te-  
ner un efecto de verdad similar en el mundo, creo  
que algo muy poderoso hace que revuelta y poe-  
sía no dejen de citarse, incitarse y excitarse des-  
de, como mínimo, la Comuna de París, y es a esa  
genealogía a la que entonces quería y a la que  
ahora querría en este texto remitir; el mito de la  
pérdida y la destrucción que desde las crisis de  
entresiglos vendría a perseguir como una suerte  
de destino a las poetas que escriben después de,  
comomínimo, Baudelaire.  
1. Hepreguntadoapersonasqueformaronparteactivadelmovimientookupaenlos90enMadrid, ymedicen  
que recuerdan haberlo coreado en el desalojo del CSOA La Guindalera, allá por marzo del 1997, e incluso antes,  
en el desalojo del David Castilla de Tetuán en 1996.  
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“Como un astro sin atmósfera” describió  
Benjamin (1972, p. 170) la negatividad abierta por  
el texto baudelaireano en el orden lingüístico y  
subjetivo del siglo por venir: la de escribir sobre  
la falla sin oxígeno de un mundo que ya no existe  
más. El poeta va a hacerse parapeto del shock de  
lasnuevasciudadesymáquinas,desudesprogra-  
macióndetodocódigoantiguamenteválido,tam-  
bién el literario, pagando un precio de sensacio-  
nes, una maldición, por ser el testigo primero del  
cambio. De esa resistencia negativa a que todo  
desaparezca y a que todo aparezca también da  
cuenta Adorno en su célebre texto de 1957 sobre  
«poesía lírica y sociedad» (Adorno, 2003, pp. 49-  
67). Para Adorno, la extrema particularidad de la  
lenguapoética,suexcesodecodificación,esloque  
impide que caiga subsumida por los procesos de  
reificacióndelcomerciomoderno,aunprecio,eso  
sí, de anacronía o de nostalgia de lo que ya no es  
(lanaturaleza, lasubjetividad), odeloqueyasólo  
podría ser en otro caso. Y aunque un caso abierto  
siempre pueda hacer de matriz de una revuelta y  
violencia venideras –como el caso de Lorca, dice  
Adorno–;yaunqueestamismaresistenciacrítica  
a la absorción que del sujeto y su lengua hace el  
capitalismoquedecomoaltoysingularremanen-  
te de la potencia lírica en la poesía “moderna”, lo  
ciertoesqueparaamboslósofosenelmomento  
en que escribe Baudelaire las condiciones mate-  
rialeshanmutadolosuficientecomoparahacer-  
semalostiempos”,tiemposdesfavorables”,para  
loquequieraquesolíaserllamadoLírica. Cambió  
el lector y con él cambió el autor, su igual su her-  
mano,alpadecerlosdosunaangustiosayprogre-  
siva desafección de la experiencia derivada del  
nuevo estado tecnológico y urbano, de la pérdida  
decódigo,laproletarizaciónyeltraumáticoaban-  
donodelcampo.Granpartedelaluchalíricadesde  
entonces consistirá en lograr producir intimidad  
aún en medio de la intemperie, y perceptibilidad  
o experiencia bajo forma de violenta negativa o  
bajoformadesaturaciónobajoformadeinfluen-  
cia, (en el sentido de under influence), entidades  
todasencontrablesamansalvaenlainsurrección.  
Se podría decir que sólo unos decenios más tar-  
de, en torno a los cubismos y futurismos, la crisis  
líricasaltahaciaunatendenciaconstructivacuya  
diferenciaconsisteenperseguirproducirpercep-  
tibilidadbajoformadeunaforma.Silossimbolis-  
tashabíanllegadoaconceptualizaryenunciarun  
fundamental dominio poético, las correspondan-  
ces, donde las relaciones verbales podían por sí  
mismas,enjuego,construirvisionesenunsentido  
genuinamente desviado respecto de lo que fuera  
(siesqueera)larealidad;lospoetasconstructivis-  
tas refuerzan ese dominio de visión en los mate-  
riales todavía más verbales –y obvio que el “más”  
es una cualidad de exageración solo válida aquí–  
con que componer las correspondencias: gritos,  
cacofonías, grafas intensificadas, colores, espa-  
cio, carreras, sueñosdedispararalpúblico. Elsal-  
to es de apenas unos milímetros pero basta para  
redibujar muy brevemente los dos posibles tiem-  
posdeliniciodelmapadeunasprácticaspoéticas  
que durante un siglo irán a desprogramar no sólo  
el gen del “verso medido impreso”, sino casi toda  
superficietextualantiguamentereconocidacomo  
“poema”,yaparasiempre,pues,adheridosversoy  
poemadeunainevitablenostalgia.  
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nostalgia de la fábrica, no  
nostalgia del descampado detrás de la fábrica, no  
nostalgia del amor, no  
nostalgia del amor en el descampado detrás de la fábrica, no  
nostalgia, no  
el pueblo  
un almacén de Amazon  
una oficina central regional de  
Alphabet, el nuevo  
nombre de Google, no  
Live Nation, no  
no a la nostalgia, sí  
no a la poesía de la nostalgia, sí  
no a la armonía de la poesía de la nostalgia, sí  
estamos dos señales bajo la sal  
quedan dos minutos de democracia occidental  
porque siento que nosotros vamos a morir  
porque los hombres hacemos eso  
nostalgia del futuro, no  
nostalgia del no futuro, no  
nostalgia de la promesa incumplida de un futuro, no  
nostalgia de la promesa cumplida de incumplir  
la promesa de un futuro, no  
la corrosión del carácter  
la extinción de las especies  
el estadio terapéutico  
esta pequeña era  
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María Salgado  
Cuando en el anterior poema digo futuro po-  
dría decir –como en otro del libro REKORD que  
ambos comparten– trayectoria fordista, la de  
la generación de mis padres (nacidos en 1957),  
como podría decir trayectoria posfordista con  
la que nombro la de quienes luego vinimos (yo  
nací en 1984), una suerte de deriva laboral y sen-  
timental difcil de trazar en ningún mapa ni re-  
lato nítidos. Y cuando digo no futuro podría de-  
cir KOP, si bien intuyo que la potencia de aquella  
descarga llamada punk sonaría aún más fuerte  
más cerca de su fuente, es decir, si dijera Kortatu,  
X-Ray Spex, Television o New York Dolls, es decir,  
más cerca de la segunda mitad de los años se-  
tentaydeladécadadelos80quedelapartenal  
de la década de los 90. En torno al año 2020, que  
es cuando escribí el anterior manifiesto en con-  
tra de cualquier nostalgia, la del futuro y la del no  
futuro, el gesto que me parecía más honesto con  
el punk, en el sentido de rechazo contra el orden  
social dado y sus falsas promesas de felicidad y  
con la genealogía del poeta al borde de la época,  
consistía y consiste no en negarlo todo por com-  
pleto, sino en afirmar, con humor y con ardor, un  
no saber qué se podría hacer ni tampoco no ha-  
cer, un no saber incluso qué se podría querer, un  
bloqueo, una completa desorientación a la hora  
de buscar o bien ese futuro prometido por los so-  
cialismos y hasta por las socialdemocracias, o  
bien esa destrucción prometida por las subcultu-  
ras malditas y radicales. Al dar un sí a un no, que  
no es exactamente lo mismo que decir sí ni que  
decir no, y al afirmar una negación de la nega-  
ción del presente que implica cualquier nostalgia  
del pasado o del futuro, yo lo que quise es afir-  
mar la posibilidad de inventar un presente, y no  
cualquier presente, sino este presente, el nuestro,  
el que nos corresponda a pesar de este panora-  
ma de corrosiones y extinciones en el que esta-  
mosinmersas.  
Siendo evidente que, como mínimo desde los  
mismos años en que el punk aparece y el neoli-  
beralismo triunfa, la fe en la potencia transfor-  
madora del lenguaje y los poderes encantato-  
rios de la poesía han declinado en su influencia  
en los procesos de subjetivación, en cómo una se  
inventa e imagina en el mundo; creo también que  
confirmar esto mismo es colaborar con la extin-  
ción de un deseo que muy posiblemente está to-  
mando otras formas y códigos, también poéti-  
cos, aunque no siempre sean así llamados, pero  
muy imposiblemente, y con el Didi-Huberman de  
la Supervivencia de las luciérnagas (2009, tradu-  
cido en España en 2012), pueda nunca dejar de  
manar. Pues hasta el Didi-Huberman de la ex-  
posición de 2023 Insurrecciones, claramente más  
pesimista que aquel de 2009/2012, afirma que  
“Unacosaesnohacerseilusionesenlaoscuridad  
o ante los títeres del espectáculo impuesto, y otra  
muy distinta es doblegarse a este en la inercia  
mortífera de la sumisión, tanto si es melancólica,  
como cínica o nihilista”2. Diría, siguiendo a los dos  
2. “Allídondereinalaoscuridadsinlímiteyanohaynadaqueesperar. Aesoselellamasumisiónalaoscuridad  
(o, si lo prefieren, obediencia al oscurantismo). A eso se le llama pulsión de muerte: la muerte del deseo [...] Una  
cosa es no hacerse ilusiones en la oscuridad o ante los títeres del espectáculo impuesto, y otra muy distinta es  
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En sí del no. Poesía son disturbios  
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Huberman, que solo quien no desea no lo puede  
ver, no puede ver nada, ni luciérnagas en la oscu-  
ridad ilimitada, ni escritura en las señales, ni se-  
ñales en la noche, y por lo tanto, al no apartar su  
camino, no puede tampoco esconderse de los re-  
flectoresdevigilancia. Porquesilosves, noteven,  
si no te ven no los ves, y no los vemos, y no nos  
ven, y no los vemos, y no nos ven. Pero aunque lo  
hiciera, aunque la fuente del deseo se secara o se  
enfermara de la toxicidad del pozo de la muer-  
te; colaborar en el aturdimiento del deseo propio  
de una era sin sueño como la que vivimos siem-  
pre me ha resultado inconcebible como tarea.  
Buscar la posible descarga sensorial, llegar a ser  
capaz de hacer algún verso que durante el breve  
tiempo que ocupa su lectura –como esos segun-  
ditos que dura gritar “desalojos son disturbios”  
frente a un desalojo y es verdad, aunque no se  
cumpla– se cumpla su verdad, la del poema en el  
dominio del poema, y no en el dominio que Pujals  
llamaba de verdad, es una de las posibles tareas  
de la poeta en un mundo que extraña no solo la  
experiencia sino, sobre todo, la agencia respec-  
to a dicha pérdida, y el cuerpo donde la misma se  
experimenta. Ya luego puede que salgas del poe-  
ma y la realidad te aplaste y la virtualidad te des-  
aparezca, pero permitidme dudar de que la sen-  
sación que te dejó el poema, como la que deja un  
sueño muy vívido en tu comprensión de tu propia  
vida, no se extienda en ti y desde ti hacia afuera.  
Y evidentemente no es estrategia, es táctica este  
optimismo no de la voluntad sino de la vitalidad,  
unvitalismosinpostalquesinolograhacerlare-  
volución, al menos habrá explorado el reverso de  
su deseo en tanto que experiencia más carnal de  
unacapitalismoexperiencialmentemuerto.  
Dice Terry Eagleton en su maravilloso pró-  
logo al maravilloso libro de Kristin Ross sobre  
Rimbaud y la Comuna, que la parte de la insu-  
rrección, a diferencia de la parte organizada  
de la revolución, se caracterizaría por “[e]l pla-  
cer, el deseo, la revuelta anárquica, lo ilegible, lo  
incorporable y lo inarticulable” (2018, p. 8). Y si  
bien también afirma que lo inarticulable y lo ile-  
gible (la pura no identidad) resultarían incapa-  
ces de la consecución y defensa organizadas de  
un cambio definitivo del orden socioeconómico,  
para Eagleton parece claro que el cierre identi-  
tario sobre un modelo de militante o ciudadano  
disciplinado tampoco bastaría para prender la  
mezcla y movimiento necesarios para la recom-  
posición de los sentidos de los términos e iden-  
tidades que toda revolución necesita. Es aquí  
donde entra en juego la necesidad de la otre-  
dad figurada como tropo del cambio y el encuen-  
tro necesarios, pero también literalmente prac-  
ticada por la formación verbal de la poesía, por  
ejemplo, de Rimbaud. O el emblema yo es otro3.  
doblegarse a este en la inercia mortífera de la sumisión, tanto si es melancólica, como cínica o nihilista...” (Didi-  
Huberman, 2017, p. 16).  
3. “[L]a propuesta que Ross (2018) hace a partir de Rimbaud consiste en describir la radical democraticidad  
de una «comuna internacionalista» en la que migrantes y mujeres tenían estatuto de personas iguales y el al-  
tercado en la vida cotidiana que supuso que el zapatero Gaillard firmara con nombre propio sus zapatos al  
mismo tiempo que el artista Courbet era considerado un trabajador más mediante la expresión J’est un autre.  
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Interesante, en esta línea, que Kristin Ross hable  
de ficción –“la más condensada de las ficciones”  
(Ross, 2018, p. 23)– para referirse a la poesía, su-  
brayando precisamente la dimensión imaginati-  
va y transformadora de la misma por encima de  
las asunciones de individualidad o confesionali-  
dad con que nuestra época tiende a definirla y  
reducirla. Interesante también, en esta línea, que  
Eagleton analogue el centramiento y sobriedad  
de la prosa con las secciones marxistas de mi-  
litancia y compromiso más organizado, alinean-  
do o analogando a la poesía con el “ello del ego”  
y “la revolución de la revolución” que libertarios  
y anarquistas habrían organizado dentro de los  
procesos revolucionarios, reforzando así la ge-  
nealogía de citaciones e incitaciones de poesía y  
revueltaarribamencionada.  
excelencia (en tanto suceso antes y después del  
cual nada es igual) como la imagen poética (no  
comopaisajedesignificadosproyectadosporlas  
palabras del poema, sino) como flashazo, fogo-  
nazo, iluminaciónentuconsciencia, identidad, in-  
teligencia, antes y después del cual ya no eres o  
sientes o miras o piensas igual. La poesía como  
interferencia en la cotidianeidad por momentos  
incomprensible, asombrosa, inesperada, como  
la revuelta que vuelve posible lo que anterior-  
mente era imposible siquiera imaginar. El sue-  
ño consecuente de una forma poética que infiltre  
y anime, como un viento, los sucesos de nues-  
tra cotidianeidad ética y política, y la compren-  
sión del efecto a la inversa de los acontecimien-  
tos en nuestras formas estéticas. Que es tanto  
como escribir algo que no sucediera podría dete-  
ner la forma / pero la forma podría hacerlo suce-  
der / antes / ahora de luego / más tarde que lue-  
go ahora / ahora luego de nunca / nunca o ahora.  
La poesía como figura de la revuelta o, a  
la inversa, la revuelta como figura de la poe-  
sía. La insurreción como el acontecimiento por  
Partiendo de la frase-verso-eslogan dos veces escrita por Rimbaud en sus Cartas del vidente, en mayo de 1871,  
Ross sintetiza la abolición de la distinción de artesanía y arte, y un momento de igualdad radical en el que na-  
die ocupa su posición (material y/o simbólica) de partida dentro del orden de la desigualdad. No en vano el joven  
Rimbaud escribe: «Yo es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín» (1871) y que «porque yo es otro.  
Si el cobre se despierta convertido en corneta, la culpa no es en modo alguno suya». Es decir, la fuga del yo es  
tantodelordenquedomesticalamateriadelavida(cobreencorneta, maderaenviolín)comodeesapropiavida  
enunasolaimagen, enunsolocontorno, enunasolavida. Lacornetayelcobre, elbuenparnasiano, elmalpoeta,  
el humilde zapatero, el buen reguetonero, el mal reponedor, la buena mujer poeta, la humilde empleada domés-  
tica, todxs cambiadxs de sitio, todxs abriendo la condición de una posibilidad de cambio general y una general  
ampliación de la imaginación de lo que una ciudad podría ser; pues no sería ni el oficio ni la firma, sino la prima-  
cía misma de la identidad la principal abolida durante aquel acontecimiento revolucionario que Ross convoca  
mediante una frase sencilla pero de pronombre y verbo dislocados. El «desarreglo de los sentidos» con el que  
Rimbaud describía entonces la actividad poética en vía hacia lo desconocido («se trata de llegar a lo desconoci-  
do mediante la disrupción de todos los sentidos») parecería poder a su vez describir la actividad revolucionaria  
y hasta la adolescencia de esa multitud que no quiere ocupar sus casillas y sale, por ello, en busca de agite” (vid.  
Salgado & Pérez-Rodríguez, 2021).  
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En sí del no. Poesía son disturbios  
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Que es tanto como decir que hay acontecimientos  
del mundo que nos cambian la lengua igual que hay  
deslumbres de la lengua que nos cambian la per-  
cepción del mundo abriendo en él un curso antes  
no imaginado ni pensado, una vía de agua que es  
ya casi una acción, lo que antecede a la acción en  
la acción misma inserto: su molde y su expresión.  
Que es algo así como atender al molde expresivo  
de un lenguaje que no tiene un antes, desde luego,  
pero sí tiene un mundo desde y en el cual es emiti-  
do. A este punto de contacto o inserción de lengua  
y mundo una en otro, y otra en uno, y en este pun-  
to de las trans-figuraciones de sus formas, siendo  
la poesía uno de los actos de habla más intensa-  
mente vinculados a la materialidad en tanto soni-  
doygesto, yporlotanto, menostransparenteensus  
transcripciones escritas, más carnal, parecería po-  
sible borrar de nuestras frases el como como para  
tratar así de que ambas entidades se aproximaran  
un poquito más en cuerpo que en alma. El sueño así,  
aquí, ya no consistiría tanto en analogar como en  
seriamente considerar escritura y mundo en íntima  
relación de contacto o transferencia, jamás repre-  
sentacional. Alladodelpoemadeready quetratade  
describir literalmente un disturbio como si se estu-  
viera dibujando impresiones de un paisaje, coloqué  
un poema que, como aquel de Aníbal Núñez que se  
titulaLaespuma”, tambiénesunapoética.  
lo copia con papel carbonatado  
en negro de carbón falta su  
escrito  
la espuma  
la escritura iluminada  
la maleza del agua  
la turbiedad  
el aceite  
el temor de la  
un bote muerte de  
pintura  
en medio de la negra  
el mar que noche rompe  
la tormenta  
su posesión drogada  
el deletéreo gas de  
la piedra ilegible  
su frotamiento para  
ob te ner  
cc  
agachada  
cc  
tensión del arco, piedra  
cc  
cto /afe (por)  
cto /conta (calco)  
luz  
cc  
en sí del no  
stylographic writer  
cc  
el mestizaje es importante  
rostros enfebrecidos  
focos de coche herido,  
recortes de bloque por fractal,  
impresiones / y paisajes de una  
mal iluminada claridad  
(dibujo a carboncillo)  
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“La libertad”, escribe Claude Lefort, “está li-  
gada a la negatividad en el sentido de que impli-  
ca un rechazo de la dominación”. Ser libre, ¿qué  
es? Desde luego, depende mucho del contex-  
to. Pero no ser libre desde luego es una sensa-  
ción insoportablemente nítida a quien de pronto  
desea liberarse. En sí del no, la negatividad ca-  
racteriza la energía, si no la consistencia mis-  
madelasrevueltaseinsurrecciones, pueslama-  
yoría de ellas, hechas por el pueblo mal armado  
en periodos de precariedad, saben desde el ini-  
cio que fracasarán, si es que no apuestan todo a  
un exceso abocado al fracaso. No hay más que  
ver a las insurrectas de la Comuna gastando  
parte de su fuerza de defensa de París en derri-  
bar la Columna Vendôme, siendo paradigmático  
en este sentido, y como cuenta Judith Butler, el  
levantamiento del Gueto de Varsovia contra los  
nazis, pues las 750 personas que se alzaron sa-  
bían que lo hicieran o no lo hicieran, iban a mo-  
rir. Y lo que eligieron, pues, no fue no morir, sino  
no querer quererlo. Ser libres de morir en sus tér-  
minos. Podría este ser considerado un gesto para  
la nada, en tanto termina con apenas nadie sobre  
el suelo de pie, pero más bien parece que el baldío  
o la vacante o el descampado que abre, sin de-  
jar de estar hueco, triste, helado, y ser muy cruel,  
no está vacío, pues tiempo después, en otro mo-  
mento, otra revuelta vuelve y lo recuerda y reani-  
ma. Delmismoydedistintomodo, yapocoquese  
observe, la palabrita “no”, como un diamante o un  
poliedro puesto en el medio de la lengua abre un  
montón de aristas y matices y facetas distintas  
y similares a las de la negatividad insurreccional  
en el medio del acontecimiento, pues no siempre  
significa solo no en el sentido de ausencia o im-  
potencia o falta, sino también muchísimas veces  
es signo de la mayor potencia, exceso de gasto,  
acción, revuelta. Así, el no de la aplicación de ci-  
tas gay Grindr que excluye algunos cuerpos por  
identidades (“NO FEM NO FAT NO ASIAN”) y la  
energía riot grrl del No, Mind your own bussiness  
de Delta 9 no son iguales aunque suenen igual,  
pero sí es igual al de Delta 9 el “no quisiera que-  
rer” de “Nueces mojadas en los pastizales”, de  
DanielDurand(2006, pp. 122-123):  
“[…]  
Lopeoresescribirbien.  
No, lopeoresescribirmal.  
Sí, lomejoresamontonar.  
Sí, lomejoresmejorar  
nuestrocampamento, poner  
lindoelalrededor, apilando  
laspiedrasdellugar,  
monolitospequeños  
quenosacercanalprimer  
expresador, modificador, embellecedor:  
elartista:elprimertraidor.  
[…]  
Escribíparaamontonarpoder  
enmiapellido:Durand  
Ahoranoloquiero  
noquieroesepoderpequeñomontado  
enmiapellido, novoyacorcovear,  
noquieroapellido, noquisiera  
querer  
[…]”.  
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Piezas sucias y brillantes de una degrada-  
ción en curso, emblemáticas de una década y  
época, los noventa (expandidos hasta como mí-  
nimo 2008), donde nada que no fuera dinero po-  
abrillarnisertomadoporbueno;lospoemasde  
Durand hacen de permanente negativo a cuan-  
to se posa sobre ellos, volviendo bisutería la cha-  
tarra y chatarra la joyería. Hacer una escritura  
valiosa para luego amontonarla como las cosas  
que no valen se amontonan. Hacer un nombre  
de autor para luego deshacerlo. Tomar el poder  
del apellido para luego abandonarlo. Ser el mejor  
poeta público. Ser el mejor poeta secreto. Ser el  
peor poeta. Dejar de ser poeta. No serlo. Desear  
escribir un libro tan bueno como para no necesi-  
tar que nadie lo lea. Escribir bien, tan bien como  
Durand, para escribir mal, tan mal como Durand,  
es decir, romper la expectativa de todos y cada  
uno de los que en algún momento se erigen en  
autoridad o simplemente cometen el error de es-  
perar algo de ti. Traicionar sin parar. Primero, al  
padre padre, luego al padre poeta (que en otro  
poema suyo tiene a Whitman por principal), lue-  
go y sobre todo al Arte, esa Alta Literatura cuya  
etiqueta de corrección Durand pretende destro-  
zar aun sabiendo que esa misma operación im-  
plicaría incluirse en ella; después, el padre de eso  
que él llama “barrio” pero podría también llamar  
“masculinidad”; y, por último, el Estado, al que le  
dedica el título del recopilatorio de 2006 El es-  
tado y él se amaron y esos versos tan desafian-  
tes que dicen “que cien hombres reunidos hacen  
la centésima parte de un hombre” (Durand, 2006,  
p. 55) para, acto seguido, colocar a su lado, quizá  
no tan sorprendentemente bajo la hipótesis aquí  
apuntada, la escritura: “que aspiro a una escritu-  
ra recta, sin esperanzas”. Que Durand en un mo-  
mento dado dejara Buenos Aires y se marchara  
a Filipinas a vivir y a no escribir, para mí no es el  
lazo que lo une genealógicamente con Rimbaud  
ni con tantos otros poetas del siglo XX como, sin  
ir más lejos, el Aníbal Núñez que escribe “No, es-  
cribir no es vivir”, sino esta negatividad con res-  
pecto a todo, y en el todo incluida la propia escri-  
tura, pues al fin y al cabo con ella es con la que  
se enuncia su división con la vida, y sin ella no  
se puede enunciar-mitificar esa forma más vital  
queseestaríaviviendotraslapartida.  
Durand, Aníbal, Rimbaud, Baudelaire. Se tra-  
ta de poetas todos en conflicto permanente con-  
sigo mismos, disentidores, decadentes, encan-  
tadores y exasperantes, como si para ellos la  
revuelta y el vagabundaje no tuviera nunca fin,  
duraran siempre. También se trata de hombres y  
essuobrapartícipetambiéndeunimaginarioin-  
surreccional bien siglo XX, bien sin atmósfera, y  
que en plena ola transfeminista y en pleno siglo  
XXI adentradas, está siendo inflexionado, cues-  
tionado y disturbiado por otros planetas. Pienso  
en las cartas en las que la artista Lygia Clark le  
dice a su amigo el artista Hélio Oiticica (Clark &  
Oiticica, 2023), que terminó por morir joven de-  
jando tras de sí una obra potentísima, que se cui-  
de, y que no renuncie a exponer en todas par-  
tes, como ella, que quiere llegar a todo el mundo.  
Pienso en el potentísimo Belleza y felicidad con  
que Fernanda Laguna llamó a su editorial y es-  
pacio de arte under en plena crisis de 2001 en  
Argentina y ahora nombra su proyecto artísti-  
co colectivo en la población de infraviviendas de  
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Villa Fiorito. Pienso en que Durand al final regre-  
só a Buenos Aires y volvió a escribir y a editar.  
Pienso en unos versitos de CO CO CO U de Luz  
Pichel que hacen esto tan de la oralidad rural de  
ir repitiendo y variando, como en respuesta a un  
diálogo, en su caso entre el gallego dialectal, el  
gallego normativo y el castellano: eramus moitos  
/ eramos moitos alí / alí onde? / alí / alí fóra / [...]  
/ arde u que? / u mundu / arde el mundo (Pichel,  
2017, pp. 42, 52). Y me pregunto cuándo todos es-  
tos gestos tan disruptivos en su negar por partes  
la negación completa, y en sus respectivas disci-  
plinas y contextos, conformarán imaginario en-  
tre el que poder figurar las revueltas que fueron,  
las que están siendo y las que vendrán. Me refie-  
ro a una versión transfeminista del impactante  
“sejamarginal/sejaunhéroedeOiticica(1967).  
Hay un poema de los que componen mi 31  
poemas que contiene un disturbio. Es el primero  
queescribíydiríaqueelsegundodisturbiodelque  
tengo recuerdo (Salgado, 2010, pp. 39-40). Una de  
sus estrofas se titula “poética de la tecla insert”,  
queesunasuertederestofósildeunmomentoen  
elquetodavíamesorprendíanlascosasqueelor-  
denadorquesolollevabaunoscincoañosusan-  
dolepodíahaceralaprácticadelaescritura.La  
tecla, que ya ni siquiera está en mi ordenador, era  
unaquetepermitíasobreescribiralavezqueibas  
escribiendo, de modo que si te confundías ya ha-  
bías avanzado un caracter y, de algún modo, sen-  
tías que no había vuelta atrás. Es decir, sí había  
vuelta atrás: podías simplemente volver atrás y  
escribir bien los dos caracteres y continuar, pero  
claramente este gesto resultaba poco eficaz. Lo  
que yo hacía, entonces, era activarla como para  
ver qué iba surgiendo del error, además del vér-  
tigo de no deber mirar atrás, como una especie  
de Orfeo. Era un ejercicio de escritura como otro  
cualquiera, pero al probarlo se me ofreció una fi-  
gura que ahora mismo está probablemente muy  
emborronadaporloobsoletodelatecla, peroque  
quizá siga funcionando macroscópicamente. Es  
laguradelaescrituracomosobreescrituraque,  
como el fuego, solo pueden avanzar y al avanzar  
ir perdiendo, olvidando, pulverizando, pero tam-  
bién, alavez, irtransformándolotodo.  
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(poéticadeteclainsert)  
memorizoantesdeescribiranoserqueescribaantesdememorizar;  
escriturasobreescritura, pasoantesquehuella, pasoquesecomelashuellas,  
piequesemuerdelospuños, niñoquenonace, viejoquerejuvenece  
Escribiromoriralternativamente, ¡ohpayador!  
(poéticadeinsert-coin)  
escribosinmemorizarporquetodoloquenoséseguardaenlahuchademiescritura;  
escrituraquesecombinaconnúmerosdesuerteenlamáquinatrucada;  
escriturasobrevidrio, retrasoenlamadera;escrituraprohibidaenvasosdepapel  
enelcampodepresosdeGuantánamo  
Ohpayador, elmundoseescribesobreunatransaccióncerradaenunbaldío  
(poéticakoiné)  
losdisturbiosdeanocheenYvelinesrecuerdanalosdeantesdeanocheenVilliers-le-Bel  
yalosdedosañosatrásenlacolumnasuburbialfrancesa  
tagsdetransmisióndelpost:Banlieue, Sarkozy, Marsella, Fuego, Citoyens,  
hijosdelapatria, payador, sabed:queeljourdegloireestarrivée,  
quevieneeltiempodelossignosmudosluminosos  
Escrituraenelefmeroenelpáramoenlasierpe  
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¿La opacidad qué es? Quiero decir, no en teo-  
ría sino experiencialmente. ¿Y qué es la clari-  
dad? Quiero decir, experiencialmente. Recuerdo  
en 2005 ver los disturbios de las banlieus de algu-  
nas ciudades francesas y que me causaran una  
impresión tan honda como para necesitar escri-  
bir sobre ellos sin estar cerca. No estoy segura de  
por qué necesité escribir sobre un disturbio en la  
banlieuparisinadesdeelMadridde2005, ynome  
gustaría solo decir que, como a mucha gente, la  
desigualdad existente me resultaba y resulta in-  
soportable, pero sí sé que hubo algo en compren-  
der lo que veía por televisión sin ninguna necesi-  
dad de entender apenas nada, ni mucho menos  
si atendía a las tertulias en las que los analistas  
se preguntaban cómo los vándalos podían estar  
quemandosuspropioscoches”, quemehizoque-  
rer responder, necesitar comunicarme. El nega-  
tivo del deseo de poseer un coche, una casa y un  
trabajo en propiedad que el mercado nos conci-  
ta pero no permite a todes alcanzar, esa tensión  
irresoluble resuelta durante unos minutos por  
el fuego después del cual volverá a convertirse  
en irresoluble y quizá para quienes allí viven un  
poco más insoportable que antes... la posibilidad  
de durante un breve momento ser otro yo que  
el propietario del coche, ser otrx con otrxs otr-  
xs desapropiadxs de sí y de sus coches... perder  
para ganar para perder... podría darle muchas in-  
terpretaciones profundas a aquello, pero lo que  
quierodeciresquemeparecióquedesdeesoslu-  
gares se estaban transmitiendo unas señales tan  
claras como opacas, en la medida en que no te-  
nían transacción directa a unos significados pero  
sí traducción directa a unas sensaciones en quie-  
nes las recibíamos, yo por ejemplo. Legible ile-  
gible e ilegible legible, entender ese fuego era  
como saber un secreto sin contarlo, y contar-  
lo siempre ha sido no entenderlo, pues, como un  
poema o un sueño, cuando lo entiendes se termi-  
na. Un secreto puesto a la luz del día, digo, pues-  
to a la luz de la noche; una especie de comuni-  
caciónsubverbalentreregímenesmaterialesque  
todavía nos empeñamos en considerar distintos  
en Occidente, como lo humano y la naturaleza,  
o que tal vez siempre lo sean, como el mundo y  
la escritura, y eso que Benjamin pudo llamar so-  
lución secreta (Benjamin, 1991, p. 74)en una cita  
que leí poco después de los disturbios de anoche  
en Yvelines pero tampoco nunca comprendí del  
todo. Por suerte sobre todo escribo poesía, que es  
la vía para escribir un verso como alguna analo-  
gía habrá de haber entre poemas y plazas y no  
tener que comprenderlo ni demostrarlo del todo,  
pero que, espero, se cumpla durante el breve se-  
gundoenqueselee4.  
Madrid, septiembre de 2024  
4. Encursivavanenestetextolasconnotaciones, loscomosi, losdoblessentidos, algunasfrasesyversosdeotr-  
xs y varios versos míos con los que creo que pensé mejor lo que aquí digo que como aquí lo escribí.  
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