Conexiones entre ópera, cine, vídeo-ópera y el audiovisual en la música contemporánea
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como un género de teatro musical caracterizado por una estructura escénica en la que el
texto dramático se interpreta cantando. La ópera combina monólogos, diálogos y otras for-
mas de interacción escénica dentro de un espacio que suele incluir escenografa y elementos
visuales. A partir de esta definición, podemos identificar elementos clave y compararla con
las propuestas de la ópera filmada, la vídeo-ópera o las propuestas audiovisuales.
En referencia al cine, podemos definirlo como una manifestación artística, técnica e in-
dustrial que consiste en la creación y proyección de imágenes en movimiento, acompañadas
onodesonido. DesdesusorígenesafinalesdelsigloXIX, elcinehaevolucionadocomomedio
deexpresióncomplejo, caracterizadoporlaintegracióndemúltipleslenguajesartísticos(VV.
AA., 2016) y en diferentes formatos (Camporesi, 2014). Desde una perspectiva interdiscipli-
nar, el cine y la música han mantenido una relación estrecha desde los inicios del medio, es-
pecialmenteensuspropuestasmásexperimentales(RogersyBarham, 2017). Yaenlaeradel
cine mudo, la música cumplía funciones fundamentales, como otorgar ritmo, matizar emo-
ciones, guiar la interpretación del espectador y suplir la falta de palabra hablada. Pero esta
relación se consolidará más adelante «tras el éxito, en 1926, del procedimiento vitaphone con
amplificación eléctrica del sonido y discos sincronizados eléctricamente con el proyector, el
triunfo, un año después, de El Cantor de jazz de Alan Crosland significó la imposición del cine
sonoro»(Mouëllic, 2011, p. 15). Conlallegadadeeste, larelaciónentreimagenysonidosehizo
aún más estructural, permitiendo que la música no solo acompañara, sino que también for-
mara parte de la construcción narrativa y semiótica del filme.
Podemos afirmar que el cine ha actuado como catalizador de transformación para la
ópera contemporánea, al introducir nuevas gramáticas visuales, estrategias de montaje y
modos de representación que desplazan el eje de la experiencia escénica hacia una lógica
más fragmentaria y audiovisual. Ya que «tanto el sonido como la imagen pueden “fundirse” o
encadenarse”, y los cortes en el montaje sonoro, como sucede con el de la imagen, pueden ser
“visibles” o invisibles» (Stam, 2019, p. 251). Este diálogo entre lo audio-visual ha propiciado la
aparición de obras que ya no responden exclusivamente a los parámetros de uno u otro me-
dio, sino que se sitúan en un espacio amplio, donde ambos se integran de forma indisoluble.
Poresosepodríahablardeunaóperaensu“campoexpandido”, siguiendoelconceptocreado
por Rosalind Krauss, quien rechaza la «pureza e independencia de los diversos medios (y así
la necesaria especialización del practicante dentro de un medio dado)» (Krauss, 2002, p. 72).
Esto provoca una realidad interdisciplinar y en continua transformación, porque «las obras
que se sitúan en los límites son útiles en cuando que nos desvelan la naturaleza cambiante
del arte» (Maderuelo, 1990, p. 22). Es en ese sentido, cuando podemos hablar de vídeo-ópera,
una manifestación artística que fusiona los elementos tradicionales de la ópera con el len-
guaje audiovisual contemporáneo. Esta forma híbrida integra la música, el canto y la actua-
ción con la proyección de imágenes en movimiento, creando una experiencia sensorial in-
mersiva que trasciende las convenciones del teatro musical clásico. La vídeo-ópera permite
una reinterpretación de las narrativas operísticas, incorporando nuevas dimensiones visua-
les y tecnológicas que amplían las posibilidades expresivas del género. Esta práctica refleja
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