DOSSIER Prácticas Artísticas Colaborativas // PAC#03.

DOSSIER Collaborative Art Practices // CAP#03.

Javier Bermúdez Pérez

Laura Ruiz

Antonio Collados Alcaide

Enrique Res

Saoia Olmo Alonso

Juan Canela

Resumen

Lo que las prácticas artísticas colaborativas buscan situar encima de la mesa es la importancia de volver a restituir los lazos de unión del arte con la vida, como intento de construcción de mundo al margen de cuestiones económicas y mercadotécnicas.

Entendiendo el arte como algo alejado ya de postulados individualistas, ajeno a cuestiones como autoría u originalidad, este dossier para la sección “Diálogos” de Umática pretende mostrar parte de esta red de producción de sentido horizontal y transversal, a través de tres iniciativas ancladas de lleno en la máxima “Espacio público y tejido social: arte colaborativo en tiempos de crisis”, título que da pie a este número de la revista.

Keywords: arte colaborativo, pedagogía, comisariado, arte relacional.

Abstract

What collaborative artistic practices seek to place on the table is the importance of restoring the links between art and life, as an attempt to build the world regardless of economic
and marketing issues.

Understanding art as something far removed from individualistic postulates, oblivious to issues such as authorship or originality, an attempt has been made from the “Dialogues” section of UMATICA to show part of this production network with a horizontal and transversal sense, through three initiatives or projects fully anchored in the maxim “Public space and social fabric: collaborative art in times of crisis”, the title that gives rise to this issue of the magazine.

Keywords: collaborative art, pedagogy, curating, relational art.

Summary – Sumario

00. Introducción

01. Las Oficinas, comunidades de aprendizaje autogestionadas en la Universidad de Granada

02. Susurrando el Futuro

03. El proyecto Masterplan

cómo citar este trabajo / how to cite this paper

Bermúdez Pérez, J., et al. (2020). DOSSIER Prácticas Artísticas Colaborativas // PAC#03. Umática. Revista sobre Creación y Análisis de la Imagen, 3.

https://doi.org/10.24310/Umatica.2020.v2i3.11313

Artículo especial
Special Article

Correspondencia/Correspondence

Javier Bermúdez Pérez
javierbperez@gmail.com

Financiación/Fundings

Sin financiación

Received: 30.10.2020
Accepted: 26.12.2020

00. Introducción

Javier Bermúdez y Laura Ruiz Comisario independiente y editor de sección

Nos encontramos inmersos en un tiempo conflictivo de cambio, confusión y ruido mediático que está obligando a la práctica artística contemporánea, más que nunca, a redefinirse y volver a erigirse en terreno de debate en torno a las posibilidades de impacto que su praxis puede tener dentro del terreno de lo colectivo. Un terreno que se antoja más importante que nunca pues urge la construcción de un futuro que tenga en cuenta un “nosotros”, tal y como evidencia Marina Garcés en su libro Nueva Ilustración Radical (2017). En él aboga por un retorno de los afectos, un “nosotros” que dé pie a una nueva corporalidad capaz de hacer frente a la condición póstuma actual, que ha defenestrado cualquier tipo de cuidado por la vida en detrimento de intereses económicos. Lo que las prácticas artísticas colaborativas buscan situar encima de la mesa es la importancia de volver a restituir los lazos de unión del arte con la vida, como intento de construcción de mundo al margen de cuestiones económicas y mercadotécnicas.

Entendiendo el arte como algo alejado ya de postulados individualistas, ajeno a cuestiones como autoría u originalidad, se ha intentado en este dossier para la sección “Diálogos” de UMATICA mostrar parte de esta red de producción de sentido horizontal y transversal, a través de cuatro iniciativas o proyectos anclados de lleno en la máxima “Espacio público y tejido social: arte colaborativo en tiempos de crisis”, título que da pie a este número.

Las Oficinas es un proyecto de cooperación con el estudiantado lanzado desde el Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de Granada, que entiende la participación como “el compromiso individual y colectivo de involucrarse activamente en procesos de transformación de la realidad y contribuir a su mejora”. En el seno de Las Oficinas se han gestado proyectos expositivos como el llevado a cabo en el Centro Universitario Casa de Porras y otros que, impulsados por el colectivo Oficina Comisarial Co2, han sido desarrollados via online, amplificando y socializando la condición post-internet de nuestra era. “Susurrando el futuro” es un proyecto en desarrollo anclado dentro del terreno especulativo de la ciencia ficción, con el que Saioa Olmo pone el foco en la importancia de los cuerpos y afectos. Su propuesta es la creación de un banco de susurros que permita experimentar las posibilidades de comunicación y verbalización de los problemas del presente dirigidos a los futuros habitantes del planeta. Juan Canela colabora con un texto donde plantea cuestiones y presenta proyectos en la intersección arte-pedagogía. “The Masterplan” aboga por un retorno de los saberes artísticos a las aulas que permitan la asunción de una mirada crítica en el estudiantado más joven. “The Masterplan” es un texto originalmente publicado en inglés en Curriculum. Contemporary Art Goes to School (Guy, 2020), libro editado por Jennie Guy, y que hemos traducido para este número1.

01. Las Oficinas, comunidades de aprendizaje autogestionadas en la Universidad de Granada

Antonio Collados Alcaide

Director de Promoción Cultural y Artes Visuales. Universidad de Granada, colladosalcaide@ugr.es

Enrique Res

Miembro de la Oficina Co2. Máster Producción Artística Multidisciplinar. Universidad de Málaga, resoneksc@gmail.com

En septiembre de 2019 iniciamos desde el Área de Promoción Cultural y Artes Visuales en colaboración con otras áreas del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Patrimonio de la Universidad de Granada algunas acciones encaminadas a conseguir estimular la participación estudiantil en el diseño de programas culturales y de formación complementaria dentro del contexto académico-universitario. La voluntad de involucrar de una manera más activa a la comunidad de estudiantes en las políticas culturales que pudieran estar desarrollándose o planificando a futuro forma parte de la responsabilidad que desde una institución pública, y creemos que con el añadido de ser un ente entre cuyas misiones fundamentales está la formativa, debe desarrollarse para generar fórmulas de gobernanza democrática, para pensar y cuestionar permanentemente los mecanismos y dispositivos mediante los cuales se articulan los procesos de toma de decisión de carácter gerencial o para proponer herramientas, modos y espacios que hagan porosas y apropiables las estructuras mediante las cuales se implementan o impulsan proyectos o actividades.

En el caso de la universidad española, por lo menos hasta donde conocemos o hemos podido indagar, son prácticamente inexistentes los programas o medios por los cuales el estudiantado puede desarrollar proyectos de extensión universitaria más allá de las propuestas que pueden canalizarse a través de asociaciones estudiantiles u otras organizaciones formales. Incluso es palpable cierta desafección hacia estas fórmulas, como también lo es hacia las estructuras tradicionales de participación y representación estudiantil en los órganos de decisión y gestión universitaria. Se hace por tanto necesario idear, en el seno de la universidad, propuestas que adecúen los intereses y necesidades de la comunidad estudiantil a los medios y recursos que puedan ponerse a disposición para instituir nuevos marcos operacionales adaptados al contexto social, cultural y académico actual.

Cuando hablamos de facilitar la participación debemos puntualizar que no nos estamos refiriendo, como parece obvio, a la gestión de actividades dirigidas al estudiante pensado como público objetivo, es decir “participación” como “consumo cultural”; ni tampoco nos parece conveniente entenderla como un recurso bajo la apariencia de una pseudo-inclusión que derive en programas que tienden a activar una interacción acrítica y que acaban por ser algo así como un método o fórmula de apaciguamiento o “sedante social” (Miessen, 2014) de los conflictos que puede atravesar la universidad pública en estos momentos. Pensamos la participación como un compromiso individual y colectivo por involucrarse activamente en procesos de transformación de la realidad para contribuir a su mejora. Esta dimensión política comprende la universidad como una esfera pública en tensión atravesada por disputas identitarias, ideológicas y económicas que afectan al modo en que se producen y comparten hoy los saberes. Y en este sentido, las propuestas que recién empezamos a probar y compartir como oportunidades para la gestión colaborativa de programas de extensión universitaria asumen mantener una dimensión conflictual y disruptiva necesaria frente a las lógicas tradicionales de la participación universitaria.

En una reciente obra, Antonio Ariño (catedrático de sociología de la Universidad de Valencia y hasta hace pocos meses Vicerrector de Cultura y Deporte de la misma universidad) exponía los desafíos y compromisos que debía asumir la extensión cultural o “cultura universitaria” para contribuir a mantener los valores democráticos.

La universidad puede (debe) operar como un observatorio que toma el pulso a la sociedad en que vive; como un conversatorio que genera espacios para el debate público sobre los asuntos relevantes, aportando datos y hechos, frente a los mitos y las mentiras programadas; como un laboratorio, donde se ensayan formas de vivir mejor juntos en el futuro; como un conservatorio donde se custodian y ponen en valor los bienes patrimoniales que nos han legados quienes en el pasado han compartido este sentido de misión universitaria y han luchado por las mismas esperanzas (2020: 141) [el subrayado es nuestro]

Estas funciones son desempeñadas a través de las distintas misiones de la universidad: la docencia, primera; la investigación, segunda; y la extensión cultural, tercera, tal y como se introduce a partir de la segunda mitad del siglo XIX, a partir de las demandas de las clases obreras y populares con objeto de ayudar a superar las fracturas sociales de la época, y establece definitivamente la Ley de Reforma Universitaria de 1983 en el caso español. Estas tres misiones (hoy en día pugna la transferencia con la extensión universitaria como tercera misión) articulan las acciones que completan el currículum formal y no formal del estudiantado, al que se deben sumar actividades de carácter informal, hasta ahora con difícil reconocimiento en el mismo.

Precisamente en estas categorías de acciones no formales e informales es donde se sitúan el conjunto de programas que tratamos de impulsar con los objetivos de estimular la participación estudiantil en cultura y valorar lo que comúnmente se denomina como “curriculum complementario”, que vendría a reconocer la experiencia formativa universitaria desde una perspectiva integral y expandida, más allá de las aulas. Estos programas tratan de abrir y facilitar espacios en los que las demandas no satisfechas por la institución en los deseos de formación de los estudiantes puedan encontrar los medios y recursos adecuados para realizarse. Parten de establecer marcos de confianza donde puedan emerger comunidades de aprendizaje cogestionadas entre estudiantes con la colaboración de la propia universidad.

Muy recientemente, desde el Centro Universitario Casa de Porras, en colaboración con Casa del Estudiante, hemos iniciado el Laboratorio permanente sobre política cultural universitaria (https://casadeporras.ugr.es/programas/los-laboratorios/laboratorio-permanente-sobre-politica-cultural-universitaria/) que surge como un espacio de reflexión y debate sobre políticas culturales en el ámbito universitario. Este laboratorio quiere reunir a estudiantes con inquietudes culturales, con voluntad de colaboración y con espíritu crítico para que desde sus deseos, saberes y experiencias creen un lugar en el que idear, proponer y experimentar proyectos o actividades que puedan satisfacer sus demandas, enriquecer su formación académica y conectar la cultura universitaria con la sociedad.

Por tener mayor trayectoria, nos detendremos no obstante en el programa Las Oficinas (https://casadeporras.ugr.es/las-oficinas/), y de manera concreta en la experiencia de la Oficina Comisarial Co2, una acción puesta en marcha a modo de convocatoria abierta permanentemente desde finales del año 2019.

Las Oficinas es un programa que trata de impulsar el encuentro entre personas con intereses comunes para dar lugar a espacios de autoformación relacionados con los temas que articulan nuestra programación cultural y diseñar a partir de ella proyectos en común. Las Oficinas son grupos de trabajo autónomos, cuidados desde la institución, en las que personas que forman parte de la comunidad universitaria (énfasis en el sector estudiantil) pueden impulsar procesos de reflexión-producción que contribuyan a enriquecer su aprendizaje y a complementar su currículum académico. Cada Oficina puede estar formada por un número de estudiantes variable aunque a ellas pueden sumarse otros miembros de la comunidad universitaria o personas sin vinculación a la Universidad de Granada con interés en la temática y dinámicas que genere la Oficina. La activación y coordinación de cada Oficina recae necesariamente en estudiantes de la Universidad de Granada y cada una de ellas decide el protocolo de participación y funcionamiento a seguir evitando en todo momento conductas excluyentes. No existen jerarquías ni roles específicos estipulados entre los miembros aunque para facilitar la coordinación y comunicación entre cada Oficina y la dirección del programa cada grupo nombra a una o varias personas para que realicen la labor de coordinación y contacto.

Desde el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Patrimonio ponemos a disposición de cada Oficina lugares de reunión y trabajo, medios y plataformas para dar a conocer y difundir su trabajo y recursos materiales y económicos (una bolsa de mil euros para producir proyectos) que ayuden a llevar a cabo las acciones que se proponen cada una de ellas.

Actualmente, cuando hemos lanzado una segunda convocatoria para generar Oficinas, están en marcha cuatro: Escritura y Arte EA!, Malas Lenguas-Disidencias Estéticas, Laboratorio de Música Popular Urbana y la Oficina Comisarial Co2, cuya trayectoria quisiéramos presentar, aunque de manera resumida, por las convenientes limitaciones de espacio.

Oficina Co2, Comisariado Contracultural.

De entre todos los grupos de aprendizaje autónomo resultantes del programa de Las Oficinas, la Oficina de Comisariado Contracultural decidió enfocarse precisamente en la práctica artística contemporánea. Co2 (Comisariado Contracultural/Co al cuadrado) busca con su nombre evocar visualmente al dióxido de carbono, ya que a pesar de sus connotaciones negativas debido a su vinculación con los gases que generan el efecto invernadero, forma parte de los elementos que generan y conforman la vida. El planteamiento inicial del grupo constituía una reflexión sobre la toxicidad de la contracultura, entendiendo la misma como una disciplina anómala que contamina el ecosistema tradicional de gestión y comisariado cultural. A diferencia de lo que ocurre en la vida real, esta contaminación cultural beneficia al panorama actual, desarrollando prácticas marginales que ofrecen nuevos puntos de vista, que enriquecen las prácticas comisariales y crean nuevas relaciones en red, con el potencial de superar las convenciones institucionalizadas y “estéticamente correctas”.

Desde su primer proyecto en enero de 2020, trabajan para reflexionar en torno a las prácticas curatoriales, las líneas que separan a artistas y comisarios y comisarias y la creación de redes rizomáticas de conocimiento y aprendizaje. Este primer paso fue Fajalauza 2020, un acercamiento estudiantil a la tradición ceramista del barrio del Albayzín para contribuir a repensar sus valores y a potenciar su inscripción en el presente. Fajalauza 2020; De aquellos barros, estos lodos fue un intento de rendir homenaje a este estilo y estos valores a partir de la intervención de un grupo de jóvenes artistas que modificaron y reinterpretaron la cerámica granadina. Gracias a la colaboración de la Fundación Fajalauza, éstos pudieron visitar en varias ocasiones la fábrica para escuchar de primera mano su histórica relación con el barro y trabajar a partir de ella. El resultado fue un proyecto expositivo presentado en el Palacio del Almirante de Granada, comisariado por Javier Iáñez, Enrique Res y Mario Caballero.

Poco tiempo después, la pandemia negó todo tipo de intervención e interacción física, por lo que el grupo tuvo que adaptarse rápidamente a las exigencias del momento. A partir de este punto, los esfuerzos de Co2 comenzaron a depositarse en generar espacios de difusión y aprendizaje a través de eventos virtuales desde una posición horizontal, promoviendo una comunicación bidireccional y la construcción colectiva de conocimiento. Para ello, generan una serie de eventos en Twitch (la plataforma de retransmisión en vivo) que operan bajo una metodología subversiva, esto es, contando con estudiantes y jóvenes artistas en lugar de profesionales para promover los discursos no expertos. Como ya hemos mencionado, siendo universitario/a es inusual encontrar un lugar donde poder mostrar tu trabajo, pero es aún más difícil hallar un espacio físico y temporal donde poder discurrir sobre ciertos temas estrictamente relacionados con tu área de trabajo y poder aportar tu visión de los mismos. Estos momentos dialógicos suelen darse en forma de conferencias o charlas organizadas por las instituciones culturales, pero no acostumbran a establecer una comunicación real con los estudiantes que las llenan. Sin duda conforman unos valiosos recursos de alto valor pedagógico, más su verticalidad es inherente a la posición de poder que ostentan las instituciones organizadoras. En el caso de Las Oficinas y teniendo en cuenta que en realidad no dejan de ser grupos gestionados por estudiantes, consideramos imprescindible su trabajo y cooperación con las personas que renuevan y dan vida al sistema universitario. Más allá de la experiencia profesional, las intuiciones de los/as jóvenes artistas y estudiantes que participan en sus programas describen las pistas de su desgraciadamente incierto futuro laboral y las posibles direcciones del arte contemporáneo actual. Estos programas de Twitch, conocidos como Breathing Sessions, suelen tener una frecuencia mensual y versan sobre disciplinas que resultan marginadas a la hora de hablar de las Artes con mayúsculas como el diseño, la música, la moda, los videojuegos o el tatuaje.

En mayo de ese mismo año, Co2 celebró la primera edición de Noise is not Data, el festival de arte virtual de convocatoria abierta. Todo el proceso de creación del festival se basó en la cooperación y el trabajo en equipo, donde los artistas (mediante convocatoria pública) proporcionaban un material generado a través de sus smartphones que los/as comisarios/as tenían la libertad de modificar, apropiar, deformar o pervertir. De esta forma, se evidenciaba la ruptura que ofrece la condición post-internet en el ámbito artístico en dualidades obsoletas como artista/comisario o creación/exhibición. Así, se ofrece una visión de un arte que se crea al mismo tiempo que se mira, donde el material ha sido seleccionado, apropiado y manipulado por el artista como por el comisario a partes iguales. Este trabajo en equipo donde todo se conecta en red constituye un objetivo que está presente en Noise is not Data, tanto en su desarrollo y proceso de realización como en el resultado final: la defensa de la libre circulación de material en Internet. El evento final aconteció en Twitch y duró todo el fin de semana.

Beats to Curate to fue el proyecto encargado de cerrar la primera temporada del equipo de Co2. La idea era crear un álbum virtual recopilatorio de canciones que sirvieran para acompañar la experiencia comisarial, emulando la contemporánea situación universitaria en la que se estudia con beats de lo-fi hip hop de fondo. El proyecto se generó gracias a una convocatoria abierta en la que los interesados podían enviar tanto beats como diseños de portadas para conformar la edición del proyecto final. El resultado fue un disco puramente instrumental y ecléctico que unía las composiciones sonoras de doce artistas con las creaciones plásticas de otros doce, ayudando a establecer relaciones entre artistas de diferentes contextos e intenciones. Para su estreno, organizaron una listening party en directo con los/as artistas que participaron en el álbum. Actualmente, el disco se encuentra disponible para compra en Bandcamp, donde el precio es elegido por el comprador debido a su carácter simbólico.

Gracias a todos estos eventos, la Oficina Co2 conoce y experimenta las posibilidades que ofrece la plataforma. La retransmisión en directo y el feedback del chat promueven un modelo de comunicación instantánea que permite una conversación grupal muy cercana. Esta performatividad que les concede el medio también da lugar a una educación cultural a través de la acción virtual, un punto clave dada la situación de incapacidad física en la que nos encontramos desde marzo de 2020. Disponer de un espacio virtual que funcione a modo de tercer lugar en el que interactuar, socializar, conocer y actuar se convierte en algo fundamental a la hora de crear o desarrollar comunidades culturales no solo de entretenimiento, sino de aprendizaje colectivo.

02. Susurrando el Futuro

Saioa Olmo

Artista Visual y Docente Facultad de BBAA de la UPV/EHU, Bilbao.

saioa.olmo@ehu.eus

Fig.01 Susurrando el futuro (2017)

/* Estos son algunos de los susurros del proyecto artístico Susurrando el futuro impulsado por Saioa Olmo desde el 2017. La artista animaba a distintas personas y colectivos a crear susurros para los seres que habitásemos el planeta en la actualidad, 200 años más tarde. Pretendía experimentar sobre la comunicación entre generaciones que no íbamos a coincidir en el tiempo, pero que supuestamente disfrutaríamos del mismo planeta. El inicio del siglo XXI se caracterizó por una renovada consciencia sobre la dimensión de la huella que el ser humano estaba dejando sobre la tierra y lo insostenible de la progresión de los cambios que estaba provocando.

Revisando estos mensajes, vemos consejos, avisos, amenazas, frases de disfrute, juegos de palabras… Eran transmitidos mediante susurros: ondas sonoras a una intensidad de entre 20 y 40 db con la intención de que fueran percibidos desde la cercanía y con entonaciones que expresaran sensualidad, confianza, temor, diversión….

Hasta el 2217 nos han llegado codificados de un modo diferente pero aún perceptibles. Seguramente aquellas personas no predecían que serían recibidos por seres de nuestra condición. */

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/* La colección de susurros de Susurrando el futuro se fue gestando en distintos contextos. El primero de ellos fue dentro del festival de arte contemporáneo Iturfest organizado por Colectivo Ant. Se contó con la colaboración del Museo Arqueológico de Bizkaia, lo cual llevó a que las personas participantes escucharan los susurros que los restos arqueológicos del museo transmitían. Posteriormente crearon sus propios susurros a través de dinámicas creativas. Los susurros se pudieron oír en una instalación sonora que se colocó en uno de los accesos al museo. El sonido espacializado en este túnel pretendía funcionar a modo de puerta interdimensional, que conectara simbólicamente con el pasado histórico del lugar (una playa de vías que en otros tiempos había conectado Bilbao con el cementerio de Derio), compartiera pareceres con sus coetáneos del presente que visitaran el espacio e invocara el futuro en el que hoy nos encontramos. */

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/* Al año siguiente, durante la Bilbao Bizkaia Design Week del 2019, dentro de la actividad experimental Labayru Express, se crearon susurros para imaginar el futuro del diseño en colaboración con diseñadores y agentes vinculados. En aquel momento no llegaron a elucubrar especialmente sobre todos los desarrollos de diseño generativo asistido por inteligencias artificiales que acontecerían al de poco tiempo, pero quedó constancia en estos susurros de una apuesta clara por transversalizar saberes, aunar fuerzas y probar estrategias comunes. */

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/* En el 2020, el proyecto recaló en el Museo del Carlismo de Estella, una infraestructura pública dedicada a preservar y transmitir conocimiento sobre un episodio complicado de la historia de lo que se conocía como España: la pugna y episodios bélicos entre dos maneras de ver el mundo, una tradicionalista y otra liberal. La ocasión también se aprovechó para imaginar sobre lo que este patrimonio susurraba y se grabaron mensajes de personas del lugar. Para emitir dichos susurros, se utilizó un curioso sistema de inducción electromagnética insertado en tejidos textiles que adornaron el patio de columnas del museo. Aún se conservan estos materiales a pesar de la transformación que ha sufrido el concepto de museo hasta nuestro presente. */

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/* Ese mismo verano se llegó a hacer una intervención más como parte de un programa institucional llamado Eremuak-Harriak de implementación de prácticas artísticas en localidades pequeñas del contexto vasco. Fue en concreto en un municipio de Markina-Xemein, que históricamente correspondía a la villa de Markina y a la aldea de Xemein: dos regímenes locales que implicaban tipos de vida diferente. En esta ocasión, a la hora de crear susurros se contó con la colaboración de integrantes de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak, que desde su propia experiencia dejaron susurros en sus idiomas de origen y un grupo de mayores de la Residencia San Roke entre las que se contó incluso con personas centenarias. Los susurros se pudieron escuchar bajo el antiguo Puente de Arretxinaga, en el que tradicionalmente se representaba la unión de ambas poblaciones y culturas diferentes. */

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/* A comienzos del 2021 se llevó a cabo la exposición Susurros, sustratos y sustancias en la Fundación Bilbaoarte, donde se pudieron escuchar los susurros recopilados hasta la fecha. Se planteó una especie de ecosistema en el que visitantes, libros-planta, susurros, sustancias y otras materias de diversa índole se presentaban en interdependencia. Los libros-planta, se trataba de seres vegetales que surgían de páginas de libros, con la pretensión de funcionar a modo de discos duros vivos que guardasen estos susurros mediante cambios epigenéticos en su ADN provocados por las propias ondas electromagnéticas. Era una elucubración prospectiva cargada de poética más que de base científica, aunque para la fecha había ya investigaciones de este tipo de codificación en biomateriales. Les visitantes que se acercaron el último día de la exposición pudieron llevarse gran parte de estos libros-planta en adopción a su casa y seguir susurrándoles mensajes. */

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/* Plazan junto a la cooperativa Artaziak, fue una fase del proyecto ligadas con la mediación artística en contextos educativos formales y no formales y con la ciudadanía. Sucedió en la villa de Hernani con la colaboración de escuelas infantiles y centros juveniles de la localidad, consiguiendo de esta manera mensajes susurrados por niñes y jóvenes. A principios de 2021 se pudieron escuchar estos susurros específicos en los pasadizos de entrada al casco histórico bajo del antiguo ayuntamiento. Curiosamente revelaban cómo a esas tempranas edades lo que elles pensaban en transmitir a los seres del futuro eran esos mismos mensajes que les mayores les trasladaban a elles. En el caso de les jóvenes se percibía un deseo de dar la vuelta a los mensajes socialmente consensuados que habían venido recibiendo en su formación. */

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/* Susurrando el futuro también formó parte de la plataforma de préstamo de obras de arte Artoteka, una iniciativa que buscaba acercar el arte contemporáneo a la ciudadanía permitiendo convivir con él de manera cercana y asequible en casas de particulares o espacios privados de entidades y ofreciendo actividades complementarias en torno a las obras. Los seres-susurros se lograban adaptar a sus casas de acogida y les usuaries podían incluir susurros de creación propia a los susurros que ya acompañaban a estos libros-planta. */

Todo el material generado durante el proceso se fue colgando en la World Wide Web, la red informática mundial del momento, en la dirección http://susurrandoelfutur.wordpress.com. Actualmente dichos archivos digitales binarios están guardados juntos a otros materiales de la época a la espera de recodificación. */

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/* Existen fases posteriores del proyecto Susurrando el futuro aún por trackear.*/

03. El proyecto Masterplan

Juan Canela

Comisario y Crítico de Arte

canela.juan@gmail.com

Texto traducido por Antonio G. Á.

Las facultades y escuelas de bellas artes se encuentran en la actualidad en un cierto estado de emergencia dentro de la Unión Europea a causa del proceso de Bolonia2 –entre cuyas consecuencias se incluyen la privatización, recortes presupuestarios, subida de tasas, y la degradación del entorno académico e intelectual-, pero también en razón del cambio de paradigma en la relación profesor-alumnado, lo cual se debe a la capacidad de éstos para acceder a ingentes cantidades de conocimiento simplemente con su teléfono móvil. Además, las prácticas artísticas están desapareciendo gradualmente de la educación primaria y secundaria; mientras tanto, proliferan por doquier3 cursos especializados en arte contemporáneo concebidos para artistas amén de comisarios e investigadores.

En el contexto español, las medidas adoptadas en el marco de la LOMCE (Ley Orgánica 8/2013 del 9 de diciembre para la mejora de la calidad en la enseñanza), muestran una tendencia evidente a relegar las enseñanzas artísticas, las humanidades, y las ciencias sociales a un rango jerárquico secundario en comparación con otras asignaturas (como lengua, matemáticas, y ciencias) identificadas como “instrumentales” o competencias básicas.4 El informe PISA de la OCDE recomienda encarecidamente elevar los niveles de exigencia en estas asignaturas “instrumentales” para obtener mano de obra más competitiva. José Ignacio Wert, el ministro de Educación español que impulsó la ley, justificó dicha decisión al declarar: “hay asignaturas que distraen”.

Resulta muy difícil encontrar colegios de primaria y secundaria donde el alumnado esté familiarizado con las prácticas del arte contemporáneo. Pueden saber de Picasso, pero la mayoría ignora qué significa ser artista hoy en día. Además, esto no sólo concierne al estudio

del arte, ya que éste puede ser un aliado esencial en el desarrollo de los alumnos en tanto que sujetos sociales y políticos.

El arte y la educación hibridan, produciendo todo tipo de encuentros –ninguno de los cuales es instrumental-, pero en cambio generan formas impredecibles e inseparables de creación y aprendizaje. La educación cuestiona el arte al desplazar sus interpretaciones disciplinares dominantes, poniéndolo en relación con otras subjetividades, contextos sociales, y debates políticos, y de ese modo se transforma en un ámbito de producción cultural y creatividad por derecho propio. Por otra parte, la praxis artística fuerza los límites de lo que tradicionalmente se ha entendido como producción y transmisión de conocimiento, explorando la incertidumbre del significado y la heterodoxia metodológica, al tiempo que cuestiona las formas de validación científica. Tal vez necesitemos más asignaturas que distraigan.

En este sentido, las preguntas que el alumnado del Dublin 7 Educate Together National School abordó en el contexto del proyecto Masterplan adquieren aún más relevancia:

¿Para qué sirve la escuela? ¿Para qué ha servido la escuela? ¿Para qué servirá la escuela?

El proyecto Masterplan fue una iniciativa artística colaborativa que tuvo lugar de mayo a junio de 2016. Con la organización de la comisaria Jennie Guy, los artistas John Beattie y Ella de Burca

desarrollaron diversos talleres con los alumnos del Dublin 7 Educate Together National School. El colegio estaba situado temporalmente en el área de Grangegorman Lower, y será reubicado en una nueva sede como parte del plan de remodelación urbana del área.5 Este movimiento, que forma parte del nuevo plan urbanístico de la ciudad e implica la reubicación de muchos de sus habitantes, contextualiza el desarrollo de dicho proyecto:

Durante dos siglos más o menos, Grangegorman era un lugar a evitar. Pocos se aventuraban más allá de los altos muros del viejo hospital psiquiátrico del norte de Dublín, que en su momento álgido albergó a más de 2.000 pacientes. Esta cara de Irlanda, largo tiempo escondida, parecía funcionar como un espacio cerrado y restringido, ajeno al resto de la sociedad. Hoy en día, este extenso y desconocido distrito amurallado está en proceso de apertura. Un nuevo distrito urbano va tomando forma paulatinamente, y acogerá el mayor proyecto de educación superior en la historia del país. En años venideros, alrededor de 20.000 alumnos tendrán como base el nuevo y extenso campus del Instituto Tecnológico de Dublín.6

Entre los principales objetivos del proyecto estaba permitir al alumnado que reflexionase sobre cómo cambia la ciudad, las repercusiones de dichos cambios, o el papel que tendría su colegio en todo el proyecto.

En tanto que comisario de exposiciones, la relación entre el arte y la educación ha sido un aspecto clave en mi experiencia. En el curso 2013-14, tuve ocasión de colaborar en Barcelona con Creators IN RESIDENCE, un programa pionero en España, dirigido a llevar el arte contemporáneo a las aulas públicas de secundaria por medio del contacto directo y continuo entre un artista y los estudiantes. En dicho programa se invita a los artistas concebir una obra que producirán en colaboración con un grupo de alumnos y alumnas de ESO. A lo largo del curso y como parte de su horario académico, el alumnado participa en la concepción y realización de la obra. Sin lugar a dudas, ha sido una de las experiencias más intensas, ricas, y complejas de toda mi carrera. Me brindó la posibilidad de trabajar directamente en un contexto educativo –dos institutos de Barcelona- y de desarrollar proyectos en un marco temporal extendido (un curso escolar en ambos casos), con un ritmo y una estructura de trabajo bastante atípicos en el contexto artístico, además de en un ámbito (el instituto) poco habitual para un artista.

Al trabajar con los artistas catalanes Jaume Ferrete y Lúa Coderch en dos institutos diferentes, lo primero que aprendimos es que el artista no debe convertirse en profesor. En cambio, el encuentro proporcionó al alumnado una exposición extendida a las teorías y prácticas del arte contemporáneo. También nos dimos cuenta de que debíamos encontrar maneras de comunicarnos diferentes a las que acostumbrábamos. El alumnado constituye una “audiencia” muy particular, y el instituto es un “centro de arte” muy peculiar. Cuando se trabaja en un colegio, se desarrolla un proyecto dentro de una institución con una estructura interna fuertemente jerarquizada, en la que distintas normas y reglas se aplican a la vida cotidiana. Así, ¿cómo se entabla el diálogo con un grupo de estudiantes, que quizás no tengan mucho interés en lo que quieres decirles, dentro de este contexto en ocasiones demasiado rígido?

Trabajamos junto a Jaume Ferrete con un grupo del primer año de secundaria (estudiantes de 12-13 años) de un barrio en la periferia de Barcelona. Nuestra idea era trabajar en torno a las prácticas performativas y a las implicaciones políticas de la enunciación, pero enseguida nos dimos cuenta que su período de atención resultaba muy corto, y que no deseaban sino irse a casa. Así, empezamos a invitar a diferentes personas al aula, y salimos a visitar diversos museos, exposiciones, o performances. Ir a un lugar nuevo o encontrarse con alguien desconocido refrescaba su atención. Comprender cómo conectar con el alumnado fue un proceso largo, al igual que establecer un diálogo con el grupo. Finalmente, desarrollamos en el gimnasio un programa de performance, cuyas sesiones se decidieron colectivamente en cuanto a contenido y formato. El aprender haciendo algo de su interés y el otorgarles agencia en la toma de decisiones fueron aspectos muy destacados en todo el proceso.

Este empoderamiento también estaba presente en el proceso de trabajo de Beattie y De Burca en Dublin 7 Educate Together National School. Junto a los estudiantes, desarrollaron una serie de trabajos con performance tanto no-verbal como coral, creando así un espacio de colaboración y diálogo en el que alumnos y alumnas pudieran dar con su voz propia. Si a menudo acostumbraban a solventar problemas siguiendo una lógica inapelable, pensando por medio de dualidades consistentes en bueno o malo, sí o no, correcto o incorrecto, Beattie y De Burca presentaron al grupo la posibilidad de pensar e imaginar desde su esfera subjetiva. El grupo completó una ópera basada en “spoken word” [recitación o improvisación poética], que giraba en torno a las preguntas citadas más arriba, y estas preguntas abiertas, subjetivas les permitieron explorar la incertidumbre. La actuación en el lugar donde se instalará el nuevo colegio les dio la posibilidad de conectar con el sitio de una forma inmediata, con el movimiento de grupos de estudiantes como parte del trabajo. Además, inventaron una serie de gestos manuales para coordinar frases escritas que reflejaran el pasado, presente, y futuro del colegio. El evento evolucionó hasta una cápsula del tiempo performativa que habilitó al alumnado para imaginarse diferentes posibilidades para el paisaje y la ciudad, y su propia presencia en ellos: para hacerse conscientes, en suma, de su propia capacidad en tanto que sujetos políticos de pleno derecho.

En la segunda fase del proyecto Masterplan, titulada I’ll Be in Your Camp – Will You Be in Mine? [Yo estaré a tu lado: ¿estarás tú en el mío?], Naomi Sex y Karl Burke (artistas y profesores en el Instituto Tecnológico de Dublín) se esforzaron en establecer un diálogo cercano con el alumnado de St Paul’s CBS Secondary School. Naomi Sex creó un taller donde el alumnado podía usar diversos materiales y herramientas en las instalaciones de la universidad para trabajar en técnicas grabado y estampación. El darles acceso a las máquinas y al conocimiento de su uso no sólo empoderó al alumnado permitiéndoles producir distintos diseños, sino también a la comunidad local, permitiendo el acceso de un público de estudiantes más amplio a técnicas y recursos materiales específicos. En esta era digital, esto proporcionó un cambio muy necesario al alumnado; compartir dichas técnicas manuales les permitió comprender mejor la importancia de los procesos materiales y cómo éstos se relacionaban con el cuerpo. Karl Burke preparó un taller en el que pudieran experimentar con técnicas escultóricas usando materiales cotidianos. El alumnado pudo aprender de estructuras, colaboración, y espacialidad gracias a la instalación. Al usar los pupitres, sillas, y otros elementos del aula, fueron capaces de cambiar el uso de dicha aula, cuestionando el contexto espacial y arquitectónico.

Masterplan es uno de esos proyectos cuyas raíces se entrelazan en un nudo fuerte y complejo, forjado en la relación entre arte y educación. Ambos comparten la intención de ayudar a esclarecer aquello que no sabemos, a desafiar nuestra compresión de la realidad, a estimular procesos de aprendizaje, y a cambiar a las personas y sus contextos.7 Pero incluso aunque compartan tales aspectos, está claro que los dos ámbitos pertenecen a diferentes contextos que trabajan con diferentes formas de operatividad. El desarrollo del proyecto en colegios y con el alumnado subraya uno de los aspectos principales de la intersección: la diferencia entre el aprendizaje como proceso, que encontramos en la práctica totalidad de áreas vitales (y tal vez más cercano a las prácticas artísticas), y el proceso educativo más jerárquico o institucionalizado (quizás lo más parecido a la educación formal). Como Annette Krauss ha escrito, el conocimiento y la educación son liberadores, pero también restrictivos. Así pues, ¿cómo vamos a lidiar con esta paradójica ambigüedad cuando se trate de prácticas reales?8 Y otra cuestión pertinente, también relacionada con el contexto particular en el que el proyecto Masterplan se ha desarrollado: ¿cómo podríamos aprender a no ser esos agentes obedientes y funcionales al servicio de un sistema social y económico de dominación, sino a crear posibilidades para la aparición de voces críticas? En nuestros colegios e instituciones pedagógicas, necesitamos desarrollar proyectos e iniciativas cuyos procedimientos no sólo se basen en compartir conocimiento artístico con el alumnado, sino que además infecte el resto de sus estructuras educativas. Deberíamos abrir los métodos y los objetivos a la intervención de quienes actúan como guías. Y deberíamos encontrar maneras de generar procesos de proximidad entre los diversos agentes implicados, confiriendo poder al alumnado y abriéndoles espacios para la incertidumbre cuando se conviertan en sujetos políticos de pleno derecho.

Referencias

Ariño, A (2020). Cultura universitaria. Políticas para la Alma Mater. Valencia, Tirant humanidades.

Miessen, M. (2014). La pesadilla de la participación. Barcelona, dpr-barcelona.

Garcés, M ( 2017). Nueva Ilustración Radical. Barcelona, Cuadernos Anagrama.

Guy, J. (ed.) (2020), Curriculum. Contemporary Art Goes to School. Londres. Intellect books.

G.E.D. (2015). Ni arte ni educación [exposición]. Grupo de Educación Disruptiva (GED) de Matadero Madrid..

O’Neill, P. & Wils, M. (Eds.) (2010). Curating and the Educational Turn. Londres, Open Editions.

Notas


1. Traducido por Antonio G.A.

2. El Proceso de Bolonia se inició tras la Declaración de Bolonia, acuerdo alcanzado el 19 de junio de 1999 por los Ministerios de Educación de veintinueve países europeos (tanto de la Unión Europea como de otros países, Rusia o Turquía por ejemplo) en la ciudad italiana de Bolonia, tras haberse planeado desde 1998, y en seis encuentros ministeriales en diversas ciudades europeas: París (en la Universidad de la Sorbona), Bolonia, Praga, Berlín, Bergen, Londres, y Lovaina (EACEA, 2011).

3. Doquiera se mire hay programas de estudios universitarios de posgrado de este tipo: en Goldsmiths’ en Londres, en el Instituto de Arte Holandés de los Países Bajos, o el Instituto de Arte en Basilea, pero también hay programas de preparación ligados a museos y centros de arte para artistas y comisarios, como el Programa de Estudios Independientes en el MACBA de Barcelona o su epónimo en el Whitney de Nueva York, además de cursos online en el NODE Centre de Berlín, o programas alternativos como la herramienta BAR de Barcelona o la Open East School de Londres.

4. Para ampliar estas cuestiones, véase https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-12886.

5. Según se declara en la página web oficial de Grangegorman Development Agency, Grangegorman es un nuevo distrito urbano en desarrollo en antiguas zonas deprimidas del norte de Dublín. El núcleo del plan se basa en la sanidad, la educación, y la comunidad, además de abrir una zona de Dublín antaño amurallada.

6. ‘Welcome to Dublin’s new urban quarter’, Irish Times, 7 de abril de 2018.

7. Ni arte ni educación. Grupo de Educación de Matadero Madrid, 2015.

8. “Spaces of unexpected learning”, in Curating and the Educational Turn, Open Editions, 2010.