Zorba el griego  
o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
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Zorba the Greek  
or When Nietzsche Danced the Syrtaki  
ALEJANDRO VALVERDE GARCÍA  
IES Santísima Trinidad de Baeza  
allenvalgar@hotmail.com  
ORCID ID: 0000-0001-7357-2008  
Resumen: Tras el éxito obtenido a  
Abstract: After the international  
success obtained by his filmic  
transposition of the tragedy of  
Euripides, Electra, director Michael  
Cacoyannis adapts for the cinema a  
famous novel by Cretan writer Nikos  
Kazantzakis, creating a work of art  
completely independent, which even  
surpasses the popularity of its literary  
source. This article analyses this film,  
Zorba the Greek, having into account  
not only the reading of the text that  
inspires it, but also other cultural  
references present in it such as the old  
Attic drama, represented on the  
screen by the Greek actress Irene  
Papas, Nietzsche's existentialist  
thinking, Italian Neorealism and the  
films of the golden years of  
Hollywood.  
nivel internacional por su trasposición  
fílmica de la tragedia de Eurípides  
Electra, el director Michael Cacoyannis  
adapta para el cine una famosa novela  
del escritor cretense Nikos Kazantzakis,  
logrando crear una obra de arte  
completamente independiente de su  
fuente literaria, a la que supera incluso  
en popularidad. En este artículo se  
analiza esta película, Zorba el griego, a la  
luz de la lectura del texto que la inspira,  
pero también de otros referentes  
culturales presentes en ella, como son el  
antiguo drama ático, representado en la  
pantalla a través de la actriz griega Irene  
Papas, el pensamiento existencialista de  
Nietzsche, el neorrealismo italiano y el  
cine de la época dorada de Hollywood.  
Palabras  
clave:  
literatura  
Key Words: neo-Hellenic literature,  
Greek cinema, Greek tragedy, Nikos  
Kazantzakis, Michael Cacoyannis,  
Euripides, Zorba the Greek.  
neohelénica, cine griego, tragedia  
griega, Nikos Kazantzakis, Michael  
Cacoyannis, Eurípides, Zorba el griego.  
1
El presente trabajo se enmarca en el Proyecto de Innovación Docente de la  
Universidad de Valladolid PID-67 Materiales audiovisuales sobre el mundo griego:  
elaboración  
y análisis. Agradecemos sinceramente todas las observaciones y  
correcciones aportadas por Miguel Dávila y Amor López durante la gestación del  
texto.  
Trasvases entre la literatura y el cine, 2, 2020, págs. 161-174  
ISSN-e: 2695-639X  
DOI: 10.24310/Trasvasestlc.vi2.9444  
Alejandro Valverde García  
«
Zorba me ha enseñado a amar la vida y a no  
temer a la muerte»  
(Nikos Kazantzakis)  
Zorba el griego (Zorba the Greek, 1964) es, incomprensiblemente, de todas  
las adaptaciones cinematográficas realizadas a partir de las novelas escritas  
por Nikos Kazantzakis, la menos estudiada desde el ámbito académico,  
salvando el caso de varios profesores griegos especializados en literatura  
neohelénica y su relación con la gran pantalla. Este filme, cuya repercusión  
internacional es de sobra conocida, va unido de forma indisoluble al nombre  
del actor protagonista, Anthony Quinn, a quien el cine considerará a partir  
de ese momento el griego por antonomasia, a pesar de ser de origen  
2
mexicano . También Mikis Theodorakis, que compuso una excelente banda  
sonora sobre temas que ya había utilizado en otras películas griegas  
anteriores, razón por la que no se le pudo nominar al Oscar de Hollywood  
(
Triantafyllides, 2014: 99), se hizo mundialmente famoso por ese syrtaki de  
la secuencia final, un broche de oro memorable que, como analizaremos  
más adelante, cambió por completo el sentido de la obra original hasta  
convertirse en un canto a la vida, al optimismo y al triunfo de la  
compenetración entre lo dionisíaco y lo apolíneo (Mitropoulos, 1968: 77).  
Pero, por debajo de los aspectos más conocidos del filme, tejiendo los hilos  
de la narración y siempre pendiente hasta de los últimos detalles, nos  
encontramos ante un genio del cine del siglo XX, un director de origen  
chipriota que ya había demostrado su capacidad indiscutible para bordar las  
adaptaciones fílmicas de obras literarias, especialmente de las tragedias  
griegas (Hadjikyriacou, 2015: 113).  
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Michael Cacoyannis , el mayor representante del llamado nuevo cine  
griego junto a Theo Angelopoulos, procedía de una familia acomodada  
relacionada con el mundo de las leyes. Gracias a la decisión de su padre de  
que estudiase la carrera de Derecho en Londres pudo conocer de cerca el  
Old Vic y hacer sus pinitos en la emisión de distintos programas radiofónicos  
para la BBC y en algunas representaciones teatrales actuando como  
protagonista. Estas experiencias le hacen descubrir su verdadera vocación.  
En adelante luchará por abrirse camino en el mundo del cine, pero no  
dedicándose a la interpretación sino escribiendo guiones que él mismo se  
encargará de filmar, supervisar y editar, algo que irá en contra del sistema  
2
De hecho, pasados los años, Anthony Quinn volverá a encarnar papeles de  
hombres griegos en filmes como Sueño de reyes (A Dream of Kings, Daniel Mann, 1969)  
o El griego de oro (The Greek Tycoon, J. Lee Thompson, 1978), donde da vida al armador  
multimillonario Aristóteles Onassis.  
3
Para una información más exhaustiva sobre la producción cinematográfica de  
este director, con una bibliografía actualizada, consultar Valverde 2013.  
162  
Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
de trabajo impuesto por los grandes estudios cinematográficos  
norteamericanos.  
Zorba el griego se estrenó por todo lo alto el año 1964, un momento de  
esplendor para el cine griego. Podríamos atrevernos a afirmar que Grecia  
estaba de moda en Hollywood. El caso de la actriz Katina Paxinou, quien  
recibió un Oscar de la Academia por su interpretación en Por quién doblan las  
campanas (For Whom the Bells Tolls, Sam Wood, 1943) y dio vida a la  
Clitemnestra moderna del melodrama A Electra le sienta bien el luto (Mourning  
Becomes Electra, Dudley Nichols, 1947), podría considerarse como un hecho  
bastante puntual en la década de los años 40. Ella, una gran dama de la  
escena neohelénica, junto a su marido, el también actor Alexis Minotis, que  
llegó a trabajar a las órdenes de Alfred Hitchcock en Encadenados (Notorious,  
1946), hicieron en Estados Unidos una breve pero brillante carrera como  
actores de reparto antes de volver a su Grecia natal, en cuyos escenarios  
brillaron recreando para los espectadores los grandes textos del teatro  
griego antiguo.  
Griego, aunque nacido en Estambul, era también el director Elia Kazan,  
quien en su película más autobiográfica, América, América (America America,  
1963), narraba las peripecias de un joven obligado por el hambre y la  
pobreza a exiliarse en busca de un futuro mejor. Él mismo desde el Actors  
Studio había introducido en el mercado cinematográfico norteamericano a  
su compatriota Irene Papas, que fue lanzada en 1956 por la Metro-  
Goldwyn-Mayer sustituyendo a Grace Kelly en el western La ley de la horca  
(
Tribute to a Bad Man, Robert Wise), y en 1961 el Oscar al mejor actor  
secundario recayó en el bailarín de ascendencia griega George Chakiris por  
su interpretación en el musical West Side Story (Robert Wise y Jerome  
Robbins). Pero la película que sin duda marcó un hito fundamental en la  
historia del cine griego por su repercusión internacional fue sin lugar a dudas  
Nunca en Domingo (Never on Sunday / Poté tin Kyriakí, 1960), rodada en el  
puerto del Pireo con un presupuesto muy ajustado por el director  
norteamericano Jules Dassin y la que sería su mujer, la actriz y futura  
4
ministra de cultura del gobierno griego Melina Mercouri . La canción de  
Manos Hadjidakis Los niños del Pireo (Ta pediá tu Pireá) alcanzará fama mundial  
y Grecia empezará a aparecer como marca de calidad en el mercado  
cinematográfico extranjero (Basea, 2015: 70), como lo demuestra el hecho  
de que en dos años consecutivos este país consiga lo que nunca antes se había  
visto, a saber, encontrarse entre los países nominados al Oscar a la mejor  
película de habla no inglesa, con Electra (Elektra, 1962) de Cacoyannis y con  
4
Una curiosa crítica firmada por Rozita Sokou en el periódico griego Kazimeriní  
(17/03/1965) tras el estreno en Grecia de Zorba el griego establece varios paralelismos  
entre el film y Nunca en Domingo hablando de Zorba como una Ilya con pantalones.  
Según ella, en ambas producciones, destinadas fundamentalmente al público  
norteamericano, se ridiculiza la cultura helénica con muchos elementos misóginos  
que se apartan de la realidad (Agathos, 2007 115).  
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Alejandro Valverde García  
Ta kokkina fanaria (1963) de Vassilis Georgiadis, una hazaña que ambos  
directores volverán a lograr en 1977 y en 1966, respectivamente. Esta es la  
razón por la que ya nadie se extrañó cuando Zorba el griego obtuvo siete  
nominaciones al Oscar de aquel año, tres de las cuales recaían directamente  
sobre Michael Cacoyannis (mejor película, dirección y guion adaptado).  
Curiosamente ni él, ni Anthony Quinn (nominado como mejor actor  
protagonista), ni Irene Papas o Mikis Theodorakis fueron galardonados, sino  
que la Academia premió el impresionante trabajo realizado por Lila Kedrova  
(
mejor actriz de reparto), Walter Lassally (mejor fotografía en blanco y  
negro) y un jovencísimo Vassilis Fotopoulos (mejor dirección artística en  
blanco y negro). Sin embargo, el hecho de competir con las grandes  
superproducciones norteamericanas, así como otras cinco nominaciones al  
Globo de Oro y cuatro más a los premios BAFTA de Londres, sirvió de  
impulso para que el éxito de la película siguiese su curso imparable.  
En los títulos de crédito los espectadores leían que el guion del filme se  
basaba en una novela de Nikos Kazantzakis, pero dudamos de que fuesen  
muchos los que hubieran leído la obra original con anterioridad. En esta  
ocasión, como suele suceder frecuentemente, fue más bien la popularidad  
de la película la que animó al público a comprar y leer el texto en alguna  
traducción más asequible, puesto que pocos seguramente conocían el griego  
moderno. Vida y andanzas de Alexis Zorba (Bíos ke politía tu Alexi Zorbá) se había  
publicado en Grecia a finales del año 1946 en la editorial ateniense  
Dimitrakou. Su primera traducción al inglés, ya con el nombre de Zorba the  
5
Greek, la realizó Carl Wildman en 1952 y, dos años después, recibió en  
Francia el Premio al mejor libro extranjero. A Kazantzakis le interesó desde  
siempre el cine como forma artística. Él mismo escribió varios guiones  
cinematográficos (Bien, 2000: 162) y su aspiración más profunda era la de  
convertir en sencillas imágenes complejos conceptos filosóficos, de forma  
que podemos asegurar que el cine influyó mucho en su forma de dar cuerpo  
y redactar sus propias novelas (Taylor, 1980: 158). Recordemos en este  
punto que en la novela pone en boca de Alexis Zorba la siguiente afirmación:  
«
lo que no podemos expresar con palabras lo haremos con los ojos, con las  
6
manos…» , algo que materializará de forma magistral Cacoyannis en el  
filme con la selección de planos y el uso de la cámara (Kolonias, 1995: 154).  
Cuando Jules Dassin, animado por Melina Mercouri, propuso al  
novelista cretense realizar una adaptación de Cristo de nuevo crucificado (O  
Jristós xanastavrónete, 1948), este se mostró entusiasmado con la idea. De  
hecho, siguió el rodaje de El que debe morir (Celui qui doit mourir, 1957) con  
5En «The Top 100 Books of all time» de The Guardian (8/08/2002) se incluye la  
novela Zorba el griego junto a la Ilíada y a la Odisea de Homero, el Edipo rey de Sófocles,  
la Medea de Eurípides, las Metamorfosis de Ovidio y El Quijote de Cervantes (Agathos,  
2
007: 90).  
6
En nuestras citas seguiremos siempre la traducción de Selma Ancira recogida  
en la bibliografía final.  
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Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
gran interés y se presentó al estreno del filme en Cannes poco antes de  
morir. En cuanto a Vida y andanzas de Alexis Zorba nos consta que el actor  
Fredric March y su esposa Florence Eldridge habían propuesto a Elia Kazan  
que comprase los derechos de la novela para escribir el guion  
cinematográfico, pero parece que el proyecto se frustró. De igual forma, en  
1
954 corrieron rumores de que Burt Lancaster daría vida a Zorba en la gran  
7
pantalla y también Dassin pensó en hacer la película dando el papel  
protagonista al actor soviético Nikolai Cherkasov (Agathos, 2007: 91). Pero  
al final fue Michael Cacoyannis el que, en el año 1963, terminó negociando  
con la viuda y heredera del autor, Eleni Kazantzaki, los derechos sobre el  
texto para reelaborar la historia, trasladándola al lenguaje cinematográfico.  
En esta decisión tuvo un papel fundamental la actriz Irene Papas, con la que  
había triunfado a nivel internacional el año anterior gracias a la adaptación  
de la tragedia de Eurípides Electra, un trabajo por el que había sido premiado  
en el Festival de Cannes.  
Cacoyannis y Kazantzakis, que se conocieron personalmente en Londres  
durante la Segunda Guerra Mundial en uno de esos programas radiofónicos  
de la BBC (Triantafyllides, 2014: 59; Siafkos, 2009: 40), tenían muchos  
puntos en común. Aparte de su gran pasión por el cine, ambos procedían de  
las periferias insulares de Grecia (Chipre y Creta, respectivamente) y  
conocían perfectamente no solo la realidad helénica sino de los países  
europeos más poderosos y avanzados. Además, vivieron de cerca los  
desastres de las contiendas bélicas y bebieron de la corriente existencialista,  
encontrando en el pensamiento de Nietzsche la respuesta a sus más  
profundas reflexiones. También la herencia de los clásicos y de la catarsis del  
antiguo drama ático dejó profundas huellas en sus respectivas obras artísticas  
(
Valverde, 2010: 15). Kazantzakis había asistido al estreno de dos de las  
películas de Cacoyannis en Cannes, a saber, Stella (1955) y La muchacha de  
negro (To korísi me ta mavra, 1956), y le mostró su deseo de que alguna vez  
se animase a llevar sus novelas a la pantalla, pero por aquel entonces el  
director ni siquiera había leído la novela sobre Zorba.  
Cuando Michael Cacoyannis se pone a la tarea de la redacción del guion  
se encuentra con una inmensa obra maestra que tiene que sintetizar  
subrayando los aspectos más dramáticos y, al mismo tiempo, dándole mayor  
vitalismo y unas buenas dosis de humor, como queda claro en la azarosa  
travesía del barco por el Egeo hasta arribar a las costas de Creta (Siafkos,  
2009: 142) que vemos en los primeros minutos del largometraje o en las  
distintas escenas de los obreros en la mina de lignito. En principio podemos  
hablar de una adaptación muy próxima al texto original, aunque también  
7
Según apunta el periodista Christos Siafkos, Burt Lancaster había comprado los  
derechos de otra novela de Kazantzakis, Capitán Michalis (Kapetán Mijalis, 1953) y  
propuso a Cacoyannis que este se encargara de preparar una adaptación para el cine  
dándole el papel protagonista, un proyecto que finalmente no salió adelante (Siafkos,  
2009: 156).  
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Alejandro Valverde García  
con muchas transformaciones. Una de las más importantes es la de cambiar  
el punto de vista de la narración, que en la novela gira en torno al escritor  
en crisis, cuyo nombre no se nos revelará, y que en el filme se trasladará  
indiscutiblemente a la figura de Alexis Zorba, quedando en penumbras el  
personaje de Basil y todos sus monólogos filosóficos (Kolonias 1995: 34).  
Kazantzakis plantea su libro como una serie de reflexiones personales  
cargadas de muchas notas autobiográficas (Garantoudis, 2008: 54). De  
hecho, existió un tal Yorgos Zorbás en la vida real. El autor cretense  
coincidió con él en una estancia en el Monte Atos allá por el año 1914 y  
hasta tal punto lo impresionó por su vitalidad y su originalidad que este  
hombre va a marcar un hito en su obra y en su vida personal (Agathos, 2017:  
146; Stasinakis, 2017). Cacoyannis, por su parte, es muy respetuoso en la  
película con el contenido de los diferentes capítulos y da vida a los  
personajes teniendo en mente a algunos de los actores en la redacción del  
guion, pero tiene que suprimir los párrafos más metafísicos en los que el  
autor se plantea qué es el hombre y quién es Dios (Karalis, 2012: 103).  
Tampoco puede incluir las mil anécdotas que Zorba contará a su patrón  
durante el tiempo que ambos comparten o el extenso relato de los misterios  
del monasterio al final del libro, que constituye prácticamente otra novela  
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policíaca dentro del texto principal . Pero lo que sí se traduce a imágenes  
con total maestría es la descripción de los paisajes y ambientes, que van  
cambiando siguiendo las distintas estaciones del año y sus principales fiestas  
(
Navidad, Pascua). También queda patente la maestría de Cacoyannis a la  
hora de trazar el perfil psicológico de todos y cada uno de los personajes,  
especialmente de los femeninos, como vemos en la escena de la taberna,  
cuando la viuda Surmelina pretende recuperar a su cabra enfrentándose a  
9
los mozos del pueblo . El detalle del paraguas que Basil ofrece a la mujer  
8
En el DVD de la película distribuido por la 20th Century Fox se recupera una  
secuencia que Cacoyannis terminó borrando en el montaje final. Se trata de un  
comienzo alternativo en el que, con un tono marcadamente sarcástico, vemos a Dios  
(Anthony Quinn) en el Paraíso escuchando con paciencia a una chica recién llegada  
que confiesa todos sus pecados, los cuales quedan inscritos en una pizarra. En la novela  
Zorba confiesa a su patrón que Dios, si existe, será seguramente como él, compasivo  
y misericordioso, que borra las faltas de los mortales con una esponja y deja vacío el  
Infierno. Este sería otro ejemplo de cómo en la película se silencia el elemento  
religioso, quizás para evitar la censura del film. De cualquier modo, el director ha  
querido mantener algunos planos y secuencias que permiten sugerir ciertas relaciones  
homoeróticas y hasta pedófilas entre los monjes griegos, algo que se explicita en la  
novela de Kazantzakis.  
9
Esta secuencia es analizada minuciosamente por Dietmar Regensburger (2005:  
372-376), siguiendo la teoría mimética de René Girard, para ejemplificar cómo la  
pasión, el amor y el crimen se puede llegar a contagiar entre una colectividad. Así,  
Zorba, como observador externo, explica al joven Basil que todos los varones del  
pueblo desean vivamente acostarse con la viuda. Esa es la razón por la que nunca  
podrán perdonar que esta finalmente admita en su lecho al extranjero. En su estudio  
166  
Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
para que se resguarde de la lluvia, ausente en el libro, lo ha añadido el  
director para recalcar la gentileza del joven escritor y el origen de un amor  
que pronto se consumará con trágicas consecuencias (Agathos, 2017: 228).  
En este sentido también es memorable el momento en el que Irene Papas y  
Alan Bates se cruzan en el angosto camino, apresurando el paso,  
deteniéndose después y con una maravillosa composición de planos que  
demuestra el dominio del ritmo cinematográfico, transmitiendo al  
espectador ese desasosiego y nerviosismo de unos personajes que luchan en  
vano por ocultar el fuego de la pasión (Katsan, 2016: 38). Veamos cómo  
nos lo cuenta Kazantzakis en el comienzo del capítulo 11:  
Y, de pronto, me flaquearon las rodillas; por el camino de la aldea,  
debajo de los olivos, apareció la viuda contoneándose, jacarandosa, bien  
torneada, con su pañoleta negra. Su andar era sinuoso, como el de una  
pantera, y tuve la impresión de que dejaba en el aire un acre olor a almizcle.  
«
¡Si pudiera huir!», pensé...  
Al igual que el lector de la novela se identifica pronto con el narrador  
omnisciente, el espectador se ve atrapado desde la primera secuencia por la  
curiosa pareja formada por Basil y Alexis Zorba. El primero, un escritor de  
origen cretense que ha perdido la inspiración, representa la cordura y el  
equilibrio emocional pero no tiene la gracia y el optimismo que derrocha el  
alocado Zorba. Ambos se complementan perfectamente y este juego de  
oposición servirá de hilo conductor durante el desarrollo de la narración  
fílmica. A su alrededor el panorama de la ruda aldea se nos plantea  
desolador. Los cretenses, toscos, machistas, anclados en las costumbres  
milenarias, son extremadamente supersticiosos y crueles, hasta el punto de  
robar todas las pertenencias de la prostituta francesa el día de su muerte y  
de incitar y aprobar el asesinato de la joven viuda cuyo pecado imperdonable  
ha sido el de abrir su casa y su corazón al extranjero inglés en vez de acceder  
a sus numerosos pretendientes (Georgakas, 2005: 30).  
Michael Cacoyannis comprende que estas dos escenas, que ocupan en el  
1
0
libro los capítulos 22 y 23, van a ser el eje de su película y en torno a estas  
secuencias construirá el resto del filme (Agathos, 2017: 167) siguiendo una  
narración episódica de forma un tanto artificial (Karalis, 2016: 65). Todo lo  
demás se nos antoja anecdótico, la evolución de la rehabilitación de la mina  
de lignito heredada por el joven escritor inglés, el viaje de Zorba a la capital  
y su romance con la cabaretera Lola o hasta la boda con su Bubulina,  
Madame Hortense, una de las escenas preferidas por el director. De hecho,  
Regensburger establecerá también paralelismos entre este largometraje y Marnie la  
ladrona (Marnie, 1964) de Alfred Hitchcock y Medea (1969) de Pier Paolo Pasolini.  
1
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Para un análisis pormenorizado de ambas secuencias, que ejemplifican  
claramente el uso de la catarsis en la narración cinematográfica de los films de  
Cacoyannis, ver Valverde (2010), especialmente las páginas 21 y 22.  
167  
Alejandro Valverde García  
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una vez que los hombres del pueblo han matado a la viuda , la película se  
acerca a su punto final sirviendo de anticlímax el gran desastre de los  
proyectos de Zorba con la caída del teleférico y el famoso baile final de los  
actores protagonistas en la playa cretense.  
Nada vemos de los tres últimos capítulos de la novela, que Cacoyannis  
considera poco cinematográficos. En su lugar, la resolución de la trama tiene  
que conducir al espectador a un happy end propio de las antiguas comedias  
griegas y de los musicales típicos de Hollywood (Basea, 2015: 66). Gracias  
a esta importante decisión las escenas más trágicas quedan pronto diluidas y  
la película consigue transmitir al público con gran efectividad el triunfo de  
la vida y de la alegría, algo bastante lejano del existencialismo (Agathos,  
2017: 237). Como demuestra la propia naturaleza, un grano de trigo muere  
en la tierra para dar a los hombres su fruto y después de la tempestad los  
cielos se abren y sucede la bonanza, es decir, que después de la muerte existe  
la resurrección. En este sentido, también se puede interpretar la escena del  
cruel asesinato de la viuda como la culminación de un arcaico ritual  
sacrificial por el cual los cretenses, como en las Bacantes de Eurípides,  
derraman la sangre de su víctima y consiguen con ello la restitución de la  
paz y de la armonía en la aldea (Regensburger, 2005: 374).  
El guion de Zorba el griego reinterpreta, en cierto sentido, el mensaje  
último del texto de Kazantzakis, al sugerir la idea de que el joven escritor  
abraza finalmente los ideales de Zorba (Bien, 2000: 164). Pero no debemos  
olvidar que esta película está dirigida desde su concepción a un público  
1
2
internacional, buscando su rentabilidad comercial , algo que logró de  
forma evidente (Garantoudis, 2008: 66). Michael Cacoyannis es heredero  
en su forma de concebir los planos y de dirigir su cámara del expresionismo  
alemán y del neorrealismo italiano, como ya había demostrado en sus  
primeras producciones cinematográficas, pero no es menos cierto que sobre  
él pesa también el estilo más clásico de los filmes de Hollywood que él tanto  
admiró desde niño. Nuestra película plantea ciertos problemas a la hora de  
clasificarla dentro de un género cinematográfico concreto precisamente por  
esa mezcla de estilos y de tonos (Basea, 2015: 60), aunque consideramos  
que quizás esa fusión fuera al fin y al cabo una de las claves de su éxito  
arrollador.  
En el propio título del filme podemos detectar una marcada ironía ya  
que el protagonista ni es realmente griego ni es representativo de aquella  
nacionalidad. Todo lo contrario, Alexis Zorba es más bien un hombre libre  
y apátrida, un aventurero cosmopolita de origen macedonio que andará  
errante por Rumanía, Rusia o Serbia guiado siempre por su propia ética y  
11En el libro leemos, de una forma mucho más explícita, que el terrateniente  
Mavrandonis, para vengar la muerte de su hijo Pavlos, que se ha suicidado arrojándose  
al mar, secciona la cabeza de la viuda y la arroja hacia la Iglesia.  
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2
Según la base de datos de IMDb, el presupuesto de la película no alcanzó los  
00.000 dólares y, sin embargo, logró recaudar más de 23 millones.  
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Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
religión (Garantoudis, 2008: 64). Tampoco los cretenses salen muy bien  
parados en su caracterización como una civilización tosca y atrasada, pero  
funcionan como el contrapunto perfecto a la figura de Basil, el joven  
extranjero, que representa la educación y la modernidad de Occidente.  
Desde el comienzo de la película, con los títulos de crédito impresos sobre  
el avión, hasta ese final apoteósico con la cámara alejándose de la playa al  
compás del syrtaki de Theodorakis, todo parece estar invitando al espectador  
a visitar esas tierras llenas de placeres exóticos y de restos arqueológicos,  
donde podrá disfrutar de la comida, de la bebida y de bailes tradicionales  
(
Basea, 2015: 62). Lo que seguramente sorprendería a los miles de turistas  
que a partir de entonces visitaron Grecia sería descubrir que la famosa danza  
de Zorba es otro de los inventos de la película, creado a partir de la  
combinación del syrtos, una danza tradicional cretense, y del jasápiko,  
mientras que el tema musical, basado en la canción Strose to stroma su yia dyo,  
se adscribe al rebétiko, un género musical de fuertes connotaciones políticas  
y símbolos que nos hablan del triunfo de la improvisación y de la libertad  
del cuerpo y del alma (Zografou, 2007: 117). Es decir, que bajo las notas  
musicales de Mikis Theodorakis subyace también un mensaje subliminal  
muy interesante de protesta contra los regímenes políticos dictatoriales  
(
Karalis, 2012: 104), como el del general Ioannis Metaxás (1936-1941) o la  
propia Dictadura de los Coroneles (1967-1974), que perseguirá con furia al  
compositor griego unos pocos años después.  
El rodaje comienza, con gran despliegue de periodistas y medios de  
comunicación, en la primavera del año 1964 en la isla de Creta, como no  
podía ser de otro modo (Agathos, 2007: 92), contando con un presupuesto  
generoso ofrecido desde Hollywood por los ejecutivos de la 20th Century  
1
3
Fox . Según recordaba el propio director en varias entrevistas, el éxito  
mundial de Electra le abrió tantas puertas que ya antes de empezar a filmar  
Zorba el griego se daba por supuesto que se convertiría en un hito  
cinematográfico y que llegaría a las puertas de los Oscar (Siafkos, 2009:  
136). Desde el primer momento tuvo claro que el protagonista no podía ser  
otro que Anthony Quinn, aunque con el papel de Madame Hortense tuvo  
ciertas dudas. De hecho, hizo volar en avión desde París a Atenas a la actriz  
francesa Simone Signoret, su primera opción, pero en cuanto comenzaron  
los ensayos de la primera secuencia ambos estuvieron de acuerdo en que ella  
no era la más adecuada para dar vida a la vieja prostituta. El productor  
Darryl Zanuck le propuso entonces el nombre de la italiana Anna Magnani.  
También se hablaba de la actriz griega Despo Diamantidou o de Bette Davis.  
Anthony Quinn, por lo visto, propuso a Barbara Stanwyck, Ann Sothern y  
Tallulah Bankhead (Agathos, 2007: 93), pero Cacoyannis, casi a última  
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El profesor Thanasis Agathos explica la génesis del rodaje según las notas de la  
prensa local griega (2017: 170-175) y aporta numerosos datos sobre las críticas  
recibidas por la película tanto en USA (2017: 175-183) como en Grecia (2017: 184-  
197).  
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Alejandro Valverde García  
hora, apostó por una actriz de origen ruso que procedía del teatro y que no  
sabía prácticamente nada de inglés, Lila Kedrova (Triantafyllides, 2014:  
62). Esta hizo suyo el papel desde el primer momento, ofreciendo una  
soberbia interpretación que será elogiada posteriormente por todos los  
críticos cinematográficos. Además, se incorporarán al rodaje Alan Bates,  
para encarnar al joven escritor británico Basil, e Irene Papas, cuya presencia  
llenará la pantalla en las últimas escenas de la película sin tener que hablar  
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prácticamente en todo el filme . Ella es sin duda el vínculo que traslada  
rápidamente al espectador al mundo de las antiguas tragedias griegas. Por  
su parte, el director recurrirá frecuentemente a los primeros planos de los  
ojos de la actriz, que logran transmitir perfectamente la belleza y la  
sensualidad de una figura trágica enfrentada a un mundo dominado por los  
hombres (Katsan, 2016: 37).  
Junto a ellos el resto del reparto será seleccionado entre actores griegos  
que accederán a rodar en inglés, si bien tampoco ellos tendrán que  
memorizar demasiadas frases, como Sotiris Moustakas, pariente lejano del  
padre de Cacoyannis, que debuta en el cine con su interpretación entrañable  
de Mimizós, el tonto del pueblo (Valverde, 2012: 165), y que desarrollará  
posteriormente una dilatada carrera artística en cine, teatro y televisión  
como actor cómico (Triantafyllides, 2014: 69). De igual forma  
reconocemos a Yorgos Foundas en el papel de Mavrandonis y a Takis  
Emmanuíl como Manólakas, principales instigadores del odio visceral hacia  
1
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la viuda .  
Otros de los puntos fuertes del filme, como se demostrará tras su  
estreno en Estados Unidos, el 17 de diciembre de 1964 en el Sutton de  
Nueva York, con las primeras críticas de Bosley Crowther en The New York  
Times, serán la fotografía de Walter Lassally, la banda sonora de  
Theodorakis, el sonido de Mikes Damalas (el mejor ingeniero de sonido en  
opinión de la actriz Katharine Hepburn) y los sets y el vestuario diseñados  
1
4
Alan Bates volverá a trabajar a las órdenes de Michael Cacoyannis, al final de  
sus respectivas carreras artísticas, en El jardín de los cerezos (O Vissinókypos, 1999),  
además de prestar su voz en el único telefilm dirigido por Cacoyannis, La historia de  
Jacob y José (The Story of Jacob and Joseph, 1974). Por su parte, Irene Papas completará  
con el director chipriota la trilogía basada en las tragedias de Eurípides, encarnando a  
la Helena de Las troyanas (The Trojan Women, 1971) y a la Clitemnestra de Ifigenia  
(
(
Ifiyénia, 1977). Sus dos últimos trabajos juntos serán el fallido film político Dulce país  
Sweet Country, 1986), en el que se arremete contra la dictadura de Pinochet, y Pano,  
kato ke playíos (1992), una bufonada coral en la que Cacoyannis vuelve a hacer sonar  
el famoso tema musical de Zorba compuesto por Theodorakis, como ya había hecho  
anteriormente en The day the fish came out (1967).  
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5
Yorgos Foundas había protagonizado el segundo film de Cacoyannis, Stella  
(1955) y el público norteamericano lo recordaba por su papel en Nunca en Domingo  
(1960), donde volvía a hacer pareja con la actriz Melina Mercouri. En cuanto a Takis  
Emmanuíl, Cacoyannis le había dado un breve papel en Electra (1962), donde  
interpretaba a Pílades, el fiel amigo de Orestes y futuro esposo de la protagonista.  
170  
Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
por el joven escenógrafo griego Vassilis Fotopoulos con la colaboración de  
su hermano Dionysis (Agathos, 2007: 95). Los componentes de este equipo  
técnico, habituales colaboradores de Cacoyannis en películas y en  
representaciones teatrales anteriores, constituirán una gran familia que  
trabajará codo con codo para que el resultado sea el deseado por el  
1
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director .  
Zorba el griego se presenta ante el público como una obra de arte perfecta,  
aunque algo previsible y no del todo genuina, en el sentido de que está  
cargada de tópicos sobre Grecia y sus gentes (Valverde, 2012: 167), algo  
que algunos críticos cinematográficos griegos le echarán en cara a Michael  
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Cacoyannis tras el estreno de la película el 15 de marzo de 1965 en Atenas .  
En la película vemos cómo Zorba difama a los cretenses una y otra vez,  
dando una imagen de los lugareños exageradamente negativa (Agathos,  
2007: 111). También las muertes de Madame Hortense y de la viuda están  
filmadas con excesivo realismo. Pero la propia mujer de Nikos Kazantzakis,  
Eleni, saldrá en defensa del director aclarando que esa representación del  
pueblo cretense no era ninguna novedad, sino que ya estaba en la novela de  
su marido (Triantafyllides, 2014: 19), como podemos leer en el episodio de  
la muerte de la viuda al comienzo del capítulo 22:  
Unos se lanzaron junto con el guarda forestal a la iglesia, otros, desde  
arriba, le tiraban piedras. Una piedra le dio en el hombro. La viuda dejó  
escapar un grito; se cubrió el rostro con las manos, corrió, encorvada,  
intentando huir. Pero los jóvenes ya habían llegado a la puerta de la iglesia  
y Manólakas había sacado el cuchillo… Alineadas en la plaza, las muchachas  
mordisqueaban sus pañuelos blancos; las viejas, encaramadas en las vallas,  
chillaban: «¡Matadla! ¡Matadla!».  
En lo que sí habrá unanimidad será en el elogio al desarrollo de los  
caracteres femeninos del filme, algo en lo que Michael Cacoyannis, como el  
George Cukor griego, ya había demostrado sobradamente que era un  
auténtico maestro. Ahí estaban, para confirmarlo, sus inmortales heroínas  
modernas de ficción Stella, la Marina de La muchacha de negro o Electra, con  
las que había impulsado las carreras artísticas de Melina Mercouri, Elli  
Lambetti e Irene Papas, respectivamente. El asesinato público de la viuda  
nos presenta elementos recurrentes que ya había empleado el director en  
algunas de sus anteriores películas. Así, igual que veíamos en Electra,  
tenemos una víctima acorralada destinada a una muerte segura, sin que un  
héroe pueda acudir a tiempo de socorrerla, y esta situación límite llegará a  
su clímax en una escena que el espectador tendrá que reconstruir  
1
6
Los distintos sets y diseños del vestuario pueden admirarse en el lujoso  
volumen editado por el Museo Benaki de Atenas en honor del escenógrafo Vassilis  
Fotopoulos (2007: 88-101).  
1
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El estreno de la película en España tuvo lugar el 25 de octubre de 1965 con  
muy buena crítica en el diario ABC.  
171  
Alejandro Valverde García  
mentalmente porque las muertes nunca se muestran frente a la cámara,  
como sucedía en la representación de las antiguas tragedias griegas  
(
Valverde, 2010: 21); como en La muchacha de negro, los movimientos  
vertiginosos de la cámara acentuarán la opresión de una colectividad que  
funcionará como un coro trágico (Basea, 2015: 69); y, finalmente, ese lento  
y silencioso recorrido final hacia la muerte, filmando la escena con la cámara  
al hombro, nos recuerda el final de Stella, en la que la protagonista muere  
curiosamente a manos de un joven cretense (Hadjikyriacou, 2015: 235). Y  
es que, en definitiva, todas las heroínas de los filmes de Cacoyannis se ven  
enfrentadas a un mundo dominado por los hombres, quedando estos  
envilecidos en un sombrío segundo plano (Agathos, 2017: 236).  
Frente al cine tradicional que los estudios norteamericanos ofrecían al  
público en ese momento, Zorba el griego va a suponer el triunfo del cine  
independiente (Basea, 2015: 70), aunando realismo y utopía, cine de autor  
y de entretenimiento, tragedia y comedia. El éxito en taquilla tanto en  
Estados Unidos como en Europa, siguiendo de cerca a la superproducción  
de la 20th Century Fox Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), va a  
suponer la promoción a nivel internacional de la novela de Nikos  
Kazantzakis y de todo el equipo de filmación, aumentando el turismo en  
Grecia, lo cual supuso una potente inyección económica que lógicamente  
no se desperdició (Agathos, 2007: 152). Y cuando Michael Cacoyannis  
estaba en la cima de su carrera artística no se le ocurre otra cosa mejor que  
convertirse en un nuevo Zorba y atreverse a atacar a los Estados Unidos  
filmando en 1967 The day the fish came out, una sátira contra el armamento  
nuclear y los peligros de la contaminación (Kolonias, 1995: 14) con un estilo  
marcadamente teatral y mucho menos cinematográfico (Karalis, 2016: 66).  
Como es lógico, su carrera en el cine no volverá ya a remontar el vuelo, pero  
él mismo, siguiendo los pasos de su querido Zorba, hallará en la exaltación de  
la alegría un camino seguro hacia la libertad (Valverde, 2010: 23).  
En una ocasión mi gran amiga Selma Ancira, la mejor traductora de las  
novelas de Nikos Kazantzakis al español, me comentó una anécdota que me  
pareció entrañable. Un buen día se propuso localizar a Walter Lassally para  
hacerle una entrevista, ardua tarea porque el ilustre director de fotografía  
no usaba el correo electrónico ni tenía conexión  
a Internet.  
Sorprendentemente, se había ido a vivir justo a las cercanías de la playa de  
Stavros, donde habían rodado cincuenta años antes la escena final de Zorba  
el griego. Para contactar con él tuvo que recurrir a una llamada telefónica a  
la taberna donde este iba a diario a comer. Al final lo consiguió y  
concertaron la ansiada cita. Fue a verlo personalmente a suelo cretense y allí  
se encontró a un hombre de edad avanzada pero envidiablemente jovial y  
humilde. Después de enviudar y de haber desarrollado una carrera  
profesional inmejorable, saboreando los laureles del éxito, había decidido  
pasar sus últimos días en aquel apartado lugar del Mediterráneo. A él Zorba  
también le había enseñado que los mayores placeres de esta vida muchas  
veces se encuentran en las cosas más sencillas…  
172  
Zorba el griego o cuando Nietzsche bailó el syrtaki  
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