Reescrituras en Soldados de Salamina o las sendas de la memoria
una importancia superlativa en la novela gráfica: no solamente es vertebral
para orientar la dirección última del relato al introducir a Miralles como el
potencial soldado que pudo perdonar la vida a Sánchez Mazas, sino que
cobra un empaque totémico por la importancia que el autor chileno ha
tenido desde su muerte (2003) y la proyección de su figura y del conjunto
de su obra. Pero al margen de lo anterior, García diseña a un Bolaño digno
del escritor y del personaje de la novela, siendo un caudal de anécdotas, de
giros de humor, y revive en viñetas, aunque pueda ser una imagen
idealizada, al enorme autor de Los detectives salvajes y 2666.
Y llegados a Miralles, el dibujante malagueño esboza su propia
reescritura dibujada del personaje, muy alejada del actor Joan Dalmau. Es
el diseño de un hombre que supera los setenta años, alopécico, con un
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bigote blanco , con sobrepeso y una enorme cicatriz que le recorre desde
el lado izquierdo del rostro hasta todo el costado izquierdo de su cuerpo
(
García, 2019: 108), producida por las heridas tras pisar una mina en
Austria (2019: 112). Bolaño lo conocerá en los cuatro veranos que pasa
como trabajador en el camping Estrella de Mar; este período se muestra en
un largo flashback secuencial en bitonos rojos (2019: 107-115) y se
completa con otra de las citas que hace de la novela de Cercas, puesto que
el título del último tramo de la novela y del cómic hace referencia a
Stockton, una decadente ciudad en el interior del estado de California en
la que se ambienta la película Fat City, ciudad dorada (Fat City,1972) de John
Huston, que a su vez se basa en la novela homónima (1969) del escritor
Leonard Gardner, también guionista de la cinta. La película relata la
historia de Tully (Stacy Keach) y Ernie (Jeff Bridges), dos boxeadores que
aspiran a cambiar su escasa suerte en un contexto tan pesimista y atroz
como propicio al fracaso. Después de la proyección, Miralles y Bolaño
toman una copa y departen hasta la madrugada, el veterano se despide del
melancólico trabajador del camping con el grito «Nos vemos en Stockton»
(
García, 2019: 126), que servirá a Cercas para vencer las reticencias del
jubilado de aceptar la visita del periodista en la residencia de ancianos
donde vive en la ciudad francesa de Dijon.
Rafael Sánchez Mazas, los amigos del bosque, Rafael Sánchez Ferlosio,
Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera, Antonio Machado o
Jaime Gil de Biedma son representados con una intencionalidad verista que
contrasta con la representación que José Pablo García hace de María Ferré,
y no es que sea poco realista, pues es una anciana muy corriente (García,
2019: 41). En este punto es evidente que el visionado de la película de
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Con anterioridad, José Pablo García había dibujado al personaje del soldado con la
misma nariz y un bigote más fino, una identificación que ilustra desde la portada de
la edición cartoné de la novela gráfica y que presenta una fisonomía y unos rasgos
muy alejados de los del miliciano interpretado por Alberto Ferreiro en la película de
Trueba, y dicha imagen del miliciano recorre visualmente todo el relato gráfico
(
García, 2019: 8, 15, 66-67, 79-81 y 141), instalando en el imaginario del lector
una asimilación que lleva indefectiblemente a Miralles.
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