Marta García Villar
Intermedialidad es un concepto que, como el propio Gil González señala
en su artículo, no constaba ni consta en el diccionario de uso hace un lustro,
si bien está cobrando cada vez más fuerza en el ámbito académico. La red de
medios por la cual puede materializarse la narración de una historia está
ampliando sus dominios hasta una investigación que cada vez explora
territorios más recónditos que están orientados a engrandecer la teoría de
la adaptación abarcando narrativas musicales, escénicas, audiovisuales o
digitales, así como profundizando en los fenómenos de la expansión
transficcional. Asimismo, conceptos como intermediación, transescritura,
transmedialidad o intermedialidad se vinculan en un campo de estudio donde
no falta el análisis de expresiones creativas durante mucho tiempo
denostadas en el mundo académico, como son los cómics o los videojuegos.
Estos últimos, de hecho, se han convertido en muy poco tiempo en la viva
ejemplificación de un medio autónomo con décadas de cultivo cuya
industria ha cosechado un considerable éxito económico al que ahora
debemos sumar, mediante reivindicación académica, el cultural y artístico.
En conjunto, la utilidad y valía de este libro surge de la necesidad de
aunar la vasta red terminológica y metodológica de estos estudios
comparados. El texto y su maquetación, además, evidencian un claro
enfoque didáctico que alcanza su expresión simbólica en la disposición de
cuadros y esquemas a color, así como en la coda final donde el glosario
elaborado por Seoane Riveira supone todo un apoyo para el investigador de
la transmedialidad, multimedialidad y remedialidad.
Asimismo, si ya profundizamos en un nivel más concreto de la estructura
interna de la obra, señalamos que entre la revisión crítica de los artículos
destacados, los lectores e investigadores podrán hallar claridad y fuentes
variadas y actuales, así como revisar distintos modelos de intermedialidad,
recorrer un panorama de acercamientos metodológicos y repasar de manera
esclarecedora el denso bosque terminológico que brinda en esta obra la
promesa de un camino para salir de él. No en vano, el propio Pérez Bowie
será una de las voces que señale y revise posibles problemas terminológicos
sin dejar de recuperar aportaciones más recientes como los estudios de
Bárbara Zecchi y Thomas Leicht. Por su parte, otros artículos como los del
valioso corpus transmedial sobre el personaje de Sherlock Holmes, de Javier
Sánchez Zapatero, o la galería ludonarrativa que expone Antonio J. Gil,
arrojan una necesaria luz para la expresión de medios actuales como el cómic
o el videojuego en sus facetas estéticas y culturales.
Como recapitulación, no cabe más que señalar la necesidad de obras
como esta, especialmente si también cuentan con un enfoque sólido y
didáctico, orientado a aclarar y aunar en una síntesis metodológica. Al fin y
al cabo, este tipo de estudios comparatísticos poco a poco se consolidan
como un pilar académico que sustenta posibles estudios futuros que,
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