Carlos G. Pranger
séptimo arte, de igual modo que un texto fílmico, si procede de guion
adaptado, va bosquejando su lugar en el canon en función de la relación que
establece con su venero de ideas» (pág. 11).
El libro está estructurado en cuatro partes. La primera, escrita por el
profesor Malpartida, es un detallado estado de la cuestión y establecimiento
de los principios metodológicos para un adecuado estudio de la fértil
relación entre literatura y cine, y viceversa. A partir de ese primer bloque
teórico, se establecen tres bloques más, con la intención de aproximarse al
estudio de literatura y cine de una manera ordenada, a partir de los tres
grandes géneros literarios: narrativa, teatro y poesía. Cada bloque, a su vez,
cuenta con capítulos escritos por investigadores de renombre que aplican,
así, los principios metodológicos establecidos en el primer apartado.
El estado de la cuestión descrito por el autor acerca de las relaciones
literatura-cine es bastante grave, pero esperanzador. Aún predominan ideas
anquilosadas, es decir, tópicos y prejuicios que navegan en ambos ámbitos,
y que todavía esgrimen investigadores de talla reconocida. El listado de
prejuicios es amplio, pero el autor los va desmontando, paso a paso.
Cuestiones como la imaginación, la subjetividad, la fidelidad, el espíritu y
las equivalencias, van cayendo por el peso de las argumentaciones. Y en no
pocas ocasiones, el profesor Malpartida, mediante cierto tono cercano, casi
irónico, no reñido con el rigor académico, pregunta directamente al lector.
Lo provoca, lo incita, antes de desarrollar los argumentos que desmontan,
uno por uno, todos los prejuicios, pues «en realidad cada ámbito artístico
emplea sus propios recursos y las supuestas analogías son solo metafóricas»
(
pág. 28). Este libro plantea, al fin y al cabo, que son dos ámbitos artísticos
que no están en pugna; no es una competición de valor, sino de afinidades o
de «intersección de universos», como afirma Sergio Wolf.
Ahora bien, ante este panorama, ¿cómo plantear entonces el estudio de
los trasvases de la literatura al cine? Según el autor, el principal reto consiste
en «analizar la conjunción de elementos que, junto con el hecho de que se
esté adaptando un texto literario, contribuyen a que el filme cristalice» (pág.
48). Así, estudiada la literatura como un factor más entre múltiples
estímulos, cada texto, el literario y el fílmico, es responsable de sus méritos
y deméritos, que no se deben «a supuestos y abstracciones ya previstos en
modelos taxonómicos y analíticos» (pág. 50). En resumidas cuentas, se trata
de un viaje del prejuicio al juicio.
Además de estos sólidos planteamientos teóricos establecidos en el
primer bloque, apuntalados por una extensa bibliografía, este libro destaca
por las aportaciones del resto de los autores, que ejecutan de manera
consecuente los replanteamientos metodológicos del coordinador. Así, en
el siguiente bloque, dedicado a las relaciones entre la narrativa española y el
cine, Lucía Morillo, investigadora de la Universidad de Málaga, analiza la
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