Rafael Malpartida Tirado (coord.),  
Recepción y canon de la literatura española en el cine,  
Madrid, Síntesis, 2018.  
Desde prácticamente la aparición de las artes es frecuente, casi  
instintivo, que el ser humano las compare entre sí. No obstante, esa  
comparativa suele guiarse por lastimosas cuestiones, influidas por  
automatismos y hábitos mentales, de jerarquía o de sumisión de unas sobre  
otras. Es el caso de la literatura, el gran arte, aquella que carga con el peso  
de toda una tradición cultural, en comparación con el cine, centenario y de  
carácter más popular, y que supuestamente –nada más lejos de la realidad–  
le debe rendir una dolorosa pleitesía.  
Una de las cuestiones más espinosas, por lo tanto, es la de las  
adaptaciones de la literatura al cine, ejercicio comparatista objeto de  
controvertidas opiniones, muchas veces lanzadas al dictado implacable del  
prejuicio. La publicación de un libro como Recepción y canon de la literatura  
española en el cine viene a cubrir un hueco en los estudios académicos sobre  
las relaciones de la literatura española con el cine. Su intención es cavar los  
cimientos para la creación de un canon de adaptaciones, abierto pero  
riguroso, y desprendido de cualquier relación de jerarquía.  
Coordinado por Rafael Malpartida Tirado, profesor de la Universidad  
de Málaga, este libro colectivo supone un paso más en los estudios  
comparatistas. La trayectoria del profesor Malpartida está avalada por  
trabajos como «El secreto de sus ojos o cómo vivir una vida vacía: de la  
literatura al cine (Eduardo Sacheri/Juan José Campanella)» (Revista de crítica  
literaria latinoamericana, 2011), Espectros de cine en Japón: entre la literatura, la  
leyenda y las nuevas tecnologías (Gijón, Satori, 2014) o «Subjetividad y  
adhesión emocional en dos adaptaciones de la novela al cine» (Signa: Revista  
de la Asociación Española de Semiótica, 2015), entre otros muchos. Se trata, en  
consecuencia, de un investigador experimentado y de prestigio en el estudio  
de las adaptaciones de obras literarias al cine. Desde la órbita de la «estética  
de la recepción», base teórica de esta obra, lejos de jerarquizaciones oscuras  
e inútiles, propugna Malpartida en la «Presentación» una relación abierta y  
bidireccional entre las dos artes. Una correspondencia fecunda según la  
cual, según el autor, «al establecimiento o reajuste del canon literario ha  
contribuido también notablemente el hecho de que una obra se traslade al  
Trasvases entre la literatura y el cine, I, 2019, págs. 221-226  
ISSN-e: 2695-639X  
DOI: 10.24310/Trasvasestlc.v1i0.6465  
Carlos G. Pranger  
séptimo arte, de igual modo que un texto fílmico, si procede de guion  
adaptado, va bosquejando su lugar en el canon en función de la relación que  
establece con su venero de ideas» (pág. 11).  
El libro está estructurado en cuatro partes. La primera, escrita por el  
profesor Malpartida, es un detallado estado de la cuestión y establecimiento  
de los principios metodológicos para un adecuado estudio de la fértil  
relación entre literatura y cine, y viceversa. A partir de ese primer bloque  
teórico, se establecen tres bloques más, con la intención de aproximarse al  
estudio de literatura y cine de una manera ordenada, a partir de los tres  
grandes géneros literarios: narrativa, teatro y poesía. Cada bloque, a su vez,  
cuenta con capítulos escritos por investigadores de renombre que aplican,  
así, los principios metodológicos establecidos en el primer apartado.  
El estado de la cuestión descrito por el autor acerca de las relaciones  
literatura-cine es bastante grave, pero esperanzador. Aún predominan ideas  
anquilosadas, es decir, tópicos y prejuicios que navegan en ambos ámbitos,  
y que todavía esgrimen investigadores de talla reconocida. El listado de  
prejuicios es amplio, pero el autor los va desmontando, paso a paso.  
Cuestiones como la imaginación, la subjetividad, la fidelidad, el espíritu y  
las equivalencias, van cayendo por el peso de las argumentaciones. Y en no  
pocas ocasiones, el profesor Malpartida, mediante cierto tono cercano, casi  
irónico, no reñido con el rigor académico, pregunta directamente al lector.  
Lo provoca, lo incita, antes de desarrollar los argumentos que desmontan,  
uno por uno, todos los prejuicios, pues «en realidad cada ámbito artístico  
emplea sus propios recursos y las supuestas analogías son solo metafóricas»  
(
pág. 28). Este libro plantea, al fin y al cabo, que son dos ámbitos artísticos  
que no están en pugna; no es una competición de valor, sino de afinidades o  
de «intersección de universos», como afirma Sergio Wolf.  
Ahora bien, ante este panorama, ¿cómo plantear entonces el estudio de  
los trasvases de la literatura al cine? Según el autor, el principal reto consiste  
en «analizar la conjunción de elementos que, junto con el hecho de que se  
esté adaptando un texto literario, contribuyen a que el filme cristalice» (pág.  
48). Así, estudiada la literatura como un factor más entre múltiples  
estímulos, cada texto, el literario y el fílmico, es responsable de sus méritos  
y deméritos, que no se deben «a supuestos y abstracciones ya previstos en  
modelos taxonómicos y analíticos» (pág. 50). En resumidas cuentas, se trata  
de un viaje del prejuicio al juicio.  
Además de estos sólidos planteamientos teóricos establecidos en el  
primer bloque, apuntalados por una extensa bibliografía, este libro destaca  
por las aportaciones del resto de los autores, que ejecutan de manera  
consecuente los replanteamientos metodológicos del coordinador. Así, en  
el siguiente bloque, dedicado a las relaciones entre la narrativa española y el  
cine, Lucía Morillo, investigadora de la Universidad de Málaga, analiza la  
222  
Rafael Malpartida Tirado, Recepción y canon  
recepción de las películas Fin (Jorge Torregrossa, 2012) y Extinción (Miguel  
Ángel Vivas, 2015), adaptaciones de las novelas de David Monteagudo y  
Juan de Dios Garduño, respectivamente. Contrasta la recepción positiva de  
las novelas con las críticas muy negativas de las dos películas. En el caso de  
las novelas, pese a considerarse de ciencia-ficción, los lectores permiten una  
mayor apertura de miras, una mayor indeterminación y suspense, incluso  
cierta incomprensión, «un claroscuro semántico esencial para la  
comprensión del texto literario y de la película» (págs. 73-74). Sin  
embargo, la recepción de los espectadores es negativa en comparación con  
los lectores. Una de las hipótesis de Lucía Morillo es que los horizontes de  
expectativas del lector y el espectador son distintos, sobre todo por  
cuestiones como la publicidad y la exposición de la película en Internet, lo  
que sería comparable a lo que afirma Sullá: «la interpretación asegura la vida  
de una obra» (pág. 35). Toda recepción es generación de sentido, está  
condicionada por factores externos a la obra artística que deben analizarse,  
algo que conecta directamente con el carácter colectivo del cine:  
productores, actores, directores, críticos y el público receptor. Es muy  
acertada, por lo tanto, la inclusión de un apartado de críticas de páginas web  
junto con la bibliografía académica.  
Por otra parte, en el mismo bloque de narrativa y cine, José Manuel  
Herrera, investigador de la Universidad de Málaga, estudia la recepción  
entre público y crítica de La pasión turca (Vicente Aranda, 1994), adaptación  
de la novela de Antonio Gala. Sus planteamientos son reveladores:  
«
Podríamos interrogarnos acerca de si la crítica popular no carga las tintas  
contra el aspecto más llamativo de la película debido a un conflicto con su  
horizonte de expectativas», en vez de considerar cuestiones técnicas de la  
narración fílmica, lo que impide mostrar «una pasión al límite en la  
búsqueda de la libertad sexual de la protagonista» (pág. 89). En conclusión,  
nuestra sociedad no está aún preparada del todo para aceptar la libertad  
sexual de la mujer, tema controvertido que se remonta a textos antiguos  
como Gilgamesh, y que se refleja en la recepción de una película como esta  
y sus críticas negativas –extrapolables a la novela–, que contrastan con las  
cifras de espectadores y venta millonaria de ejemplares. José Manuel  
Herrera, además, de manera acertada, deja abierto el estudio a nuevos  
ejemplos literarios y cinematográficos sobre erotismo, sexualidad y su  
recepción, donde también incluye con acierto un apartado de críticas de  
páginas web, que contrastan con su reconocida bibliografía, no solo en  
relación con la literatura y el cine, también con la filosofía.  
En el tercer apartado del bloque sobre narrativa y cine, Carlos A.  
Cuéllar, profesor de la Universidad de Valencia, profundiza en la relación  
entre literatura y cine, pero a la inversa: la adaptación de una película a  
novela. Es decir, se trata de una simbiosis interdisciplinar, y la ejemplifica  
223  
Carlos G. Pranger  
en la figura de un artista de culto, Jacinto Molina, conocido como Paul  
Naschy. El multifacético Molina, productor, actor, guionista y escritor de  
la novela Alaric de Marnac (2009), se convirtió en un referente en los círculos  
underground, sobre todo entre los aficionados al cine de terror, lo que  
contrasta con su nula presencia en la historiografía oficial, y que le permitió  
adaptar su película a novela con toda la libertad, «un ejemplo de continuidad  
en el capítulo final de una carrera creativa caracterizada por el crossover desde  
el punto de vista genérico» (pág. 99). Se trata de una muestra clara de la  
complementariedad de ambas disciplinas artísticas, y que con obras  
rigurosas y de calidad podría fomentar el consumo interdisciplinar: el cine  
como fomento de la lectura y al contrario.  
El siguiente género que se estudia en el libro es el teatro. Destaca el  
extenso capítulo dedicado al teatro español y el cine en una época histórica  
crucial, la llamada Transición. Pablo Pérez Rubio, profesor del IES San José  
de Cuenca, cuya aportación de datos y argumentos en relación con el  
contexto histórico es brillante, alcanza una conclusión demoledora: se  
concibe aquella época como de apertura, luminosa, esperanzadora, pero esa  
concepción popular choca con la evolución disímil entre teatro y cine. El  
teatro es el receptáculo de los valores tradicionales en contraposición con el  
cine, que estaba abierto a todo tipo de propuestas. Según el autor, «se  
dieron la espalda» (pág. 136), parecieron encarnar valores opuestos, y aún  
hoy parece ser una tendencia, pero con excepciones.  
Una de esas salvedades, y que enlaza con la idea de fomento de unas artes  
mediante otras, es el análisis de Manuel España Arjona, profesor de la  
Bergische Universität Wuppertal, de El perro del hortelano, la obra teatral de  
Lope de Vega que adaptó al cine Pilar Miró. La aportación del autor es  
esencial para comprender, por ejemplo, cómo funciona el canon y su  
construcción. En el caso de Lope de Vega, es llamativo que sus obras apenas  
se representaran durante el Siglo de Oro, y que su encumbramiento fuese  
posterior, gracias a la labor de críticos como Menéndez Pelayo. Una  
canonización a la que contribuyó, asimismo, años después, de manera  
inesperada, la película de Pilar Miró, que granjeó una gran atención editorial  
a Lope tras la proyección de El perro del hortelano y una «popularización» de  
todas las obras del autor. Éxito fílmico que se ha convertido en pieza esencial  
de la formación académica de muchos alumnos por encima del texto  
literario, provocando su «capitalización cultural», entre otras cuestiones.  
El último bloque supone una inmersión en las relaciones entre la poesía  
y el cine, que no son meras adaptaciones, y muestra lo fértiles que llegan a  
ser los intercambios, no solo la mera transposición. Es una relación  
absolutamente artística, dinámica y abierta. Luis Bagué, profesor de la  
Universidad de Murcia, analiza la parte más rebelde del canon, aquella en  
que relaciona Arrebato (Iván Zulueta, 1979) con las obras poéticas de Aníbal  
224  
Rafael Malpartida Tirado, Recepción y canon  
Núñez y Javier Egea. Establece una relación mediante tres metáforas  
esenciales: la adicción, la casa tomada y el tránsito al otro lado del espejo.  
Sus conclusiones son la existencia del llamado «canon adicto», aquel en el  
que confluyen un cine y una poesía de fuertes tintes ideológicos y con  
ramificaciones en la experimentación con sustancias a lo Charles Baudelaire.  
Canon, por otra parte, formado en las periferias críticas y sociales, y cuya  
leyenda se ha visto acrecentada por las muertes prematuras de los tres  
protagonistas.  
Si existe una familia con ciertos aires míticos en la literatura española es  
la de los Panero. Antonio J. Quesada, profesor de la Universidad de Málaga,  
disecciona la influencia que ha ejercido el cine sobre la imagen popular de  
Felicidad Blanch y sus hijos Leopoldo María, Juan Luis y Michi, con la  
presencia fantasmal del fallecido padre Leopoldo Panero, conocido como el  
poeta oficial del franquismo. Con minuciosidad y precisión en los datos y  
argumentos, Quesada analiza la influencia de las películas El desencanto  
(
Jaime Chávarri, 1976) y Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994), que  
supusieron un antes y un después para los Panero, que son más conocidos  
por la película que por sus obras. Toda una declaración acerca de la  
importancia, del impacto del cine, que se convierte, al mismo tiempo,  
en herramienta de interpretación de las obras literarias de los Panero. Es  
decir, los Panero no serían los que son sin las películas, un imaginario  
popular que se construyó con cine, exposición mediática y literatura. Una  
literatura que, a su vez, influye de manera decisiva en la construcción de la  
imagen. Sin ella no existirían los Panero como figuras del universo popular,  
como iconos pop.  
Si aplicamos una mirada de conjunto, uno de los grandes aciertos de este  
libro es su disposición ordenada en bloques temáticos, además de su enfoque  
colectivo, su rigor bibliográfico y la apertura a novedosas fuentes de  
investigación como las críticas en páginas web. Partiendo así de unos sólidos  
postulados teóricos y metodológicos, se establecen los fundamentos para el  
estudio académico de un canon de adaptaciones literarias al cine, que será  
extenso y de acervo enriquecedor. Así, podrían dejarse atrás las trilladas  
listas de obras maestras que son adaptaciones de obras literarias para  
centrarse en un criterio sencillo, pero que muchas veces se olvida: el cine y  
la literatura se deben a los aciertos y errores respectivos a la hora de narrar  
una historia nueva, y no a supuestos débitos trazados de antemano. Es tarea  
de los investigadores –en este libro son ejemplares– romper con esos  
prejuicios, con cuestiones abstractas y formuladas a priori. En lugar de  
indagarse en lo que el cine podría o debería hacer con la literatura, convendría  
analizarse lo que aporta de facto cada película, sin obviar, por supuesto, los  
nuevos elementos que surjan en el proceso, como indica el coordinador del  
libro en el primer bloque. El objetivo es alcanzar un juicio acerca de la  
225  
Carlos G. Pranger  
creación final en sí misma. Así, analizar una adaptación, como afirma el  
profesor Malpartida, consiste en preguntarse si se notan «las costuras» (pág.  
50) cuando se importan elementos de otro medio.  
A este libro colectivo no se le ven las costuras. Es más, el enfoque y las  
conclusiones vaticinan una continuación de esta brillante línea de  
investigación, a la que habría de añadírsele otros géneros como el cuento, el  
ensayo e incluso el microrrelato. Claudio Guillén, uno de los grandes  
comparatistas españoles, en su aclamado libro Entre lo uno y lo diverso citaba  
a José Ferrater Mora, quien pensaba «que las realidades consideradas por  
ciertas filosofías como absolutas son en rigor términos finales de ciertas  
tendencias, nunca alcanzadas de manera total o definitiva» (Barcelona,  
Tusquets, 2015, pág. 27). Es indudable que Recepción y canon de la literatura  
española en el cine es solo el comienzo de un hipotexto que seguirá ofreciendo  
jugosos hipertextos en el futuro.  
CARLOS G. PRANGER  
Universidad de Almería  
226