Manuel España Arjona, La recepción de la narrativa picaresca
artísticos (nuevos, si se comparan con la solemne raigambre de la literatura)
están siendo continuamente vituperados por la ideología “iconofóbica” del
alto academicismo. Por ello, celebro que se introduzca y se repita en cada
discurso y en cada análisis una merecida dosis de Robert Stam y de Sergio
Wolf, de Sánc hez Noriega y del contundente artículo de Juan Marsé «El
paladar exquisito de la cabra», hasta que todos estos tercos tabúes se
erradiquen del mundo académico y pueda por fin extraerse todo el rico
provecho posible a la relación entre los medios audiovisuales y la literatura,
que lleva casi un siglo teniendo más de colaborativa y enriquecedora que de
competitiva. Este oportuno recordatorio, además de los recogidos en otras
secciones que recapitulan algunos conceptos básicos de la crítica
cinematográfica, hacen que el libro La recepción de la narrativa picaresca… sea
muy interesante tanto para los profesionales de los estudios
cinematográficos, por el abundante material de investigación que se presenta
en él, como para los neófitos que deseen aprender los mecanismos internos
que permiten que los trasvases o adaptaciones de la literatura al cine o la
televisión generen obras nuevas y no se reduzcan a filmar “fielmente” lo
presentado en el texto, como a menudo se pretende.
Otro elemento destacable del libro es la unión entre descripción e
interpretación crítica, es decir, liberado de los prejuicios de algunos críticos
que se dedican únicamente a señalar las diferencias entre el texto literario y
el televisivo, Manuel España entiende que lo central en un análisis debe ser
encontrar la razón de ser de estos cambios y su sentido en la coherencia
interna de la serie. Para ello, también se sirve de tablas como las que
mencioné anteriormente para reflejar las transformaciones en los diálogos
de ambos textos, las distintas distribuciones de las funciones de los
personajes y los actantes y la estructuración de las acciones, por poner
algunos ejemplos. Este modelo permite al lector visualizar cómodamente
una muestra exhaustiva que luego será explicada con todo lujo de detalles y
razonamientos que exponen la compleja configuración de la serie a través
de elementos cinematográficos como el guión y la voz over, además de las ya
comentadas decisiones extraliterarias.
Aparte de tratar la serie El pícaro, el libro también presenta una faceta
poco conocida de su autor, Fernando Fernán Gómez, y de su afición a la
picaresca. De manera que, cuando LucasTrapaza, el pícaro protagonista, se
dirigió al público televisivo de una forma similar a los pícaros que le
precedieron cuando se dirigían a sus lectores, pero esta vez con la apelación
«
señores», parece que fuera el propio Fernán Gómez el que se disponía a
contarnos un trozo de su verdad. Después de la lectura del libro, queda clara
su filiación a este género novelesco tan español que parece guardar una
estrecha relación con su vida por su oficio de cómico itinerante y buscavidas,
por su carrera plagada de desencantos y derrotas, por el amargor que
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