Ana Pascual Gutiérrez
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apoyándose en las investigaciones de vanguardia de personalidades como
José Antonio Pérez Bowie, se produce una reflexión en torno a problemas
taxonómicos en la terminología empleada en los estudios intermediales,
donde nociones como canon, teatralidad, adaptación, apropiación o medio son
replanteados desde una acertada óptica que sirve de preludio al estudio del
corpus posterior.
Tras el preludio, el autor se sumerge en el análisis de las reescrituras de
los clásicos mencionados en tres capítulos titulados «Fortunas y
adversidades intermediales de Lázaro de Tormes», «Peregrinaciones de
Don Quijote sobre tablas y pantallas» y «La difícil modernidad teatral de
Valle-Inclán en la pantalla. Estética esperpéntica y audiovisual».
En el primero de ellos, el destinado a las adaptaciones cinematográficas
de La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, Trecca
realiza un minucioso repaso documental por algunas de las reescrituras que
se hicieron a partir del texto fuente, como el filme mudo El Lazarillo de
Tormes (1925) de Florián Rey, el homónimo de César Fernández Ardavín
cargado de propaganda nacionalcatólica (1959) o la georgiana Lazares
Tavgadasavali (1973), entre otras. Destaca entre todas, sin embargo, por la
extensión y minuciosidad de su análisis, la propuesta de Fernando Fernán
Gómez y José Luis García Sánchez, Lázaro de Tormes, que se estrena en
2001 a partir de su antecedente televisivo (1973) y cuyo narrador-
protagonista revaloriza la adaptación por sus brillantes dotes fabulatorias y
oratorias, cargando de humorismo y profundidad la recreación de las
clásicas aventuras del célebre pícaro español.
Seguidamente, el autor nos invita a conocer el extenso universo
ficcional de Don Quijote y Sancho Panza, quienes abandonan la página
impresa para adentrarse en un periplo audiovisual que ofrece tantas
fortunas como adversidades en cuanto a sus posibilidades interpretativas,
debido precisamente a su «proceso de diseminación intermedial súbito y
prácticamente ininterrumpido a lo largo de los más de cuatro siglos que
nos separan de la aparición de las dos partes de la novela» (pág. 70). Como
ejemplos excepcionales en un crisol de reescrituras nacionales e
internacionales que parecen quedarse a medio camino por sus
cuestionables resultados estéticos, Trecca propone los casos de Orson
Welles (inacabado a causa de su fallecimiento) y Maurizio Scaparro (Don
Chisciotte,1984) por sus notorios esfuerzos en el trabajo de apropiación —
entendido el término desde su acepción menos subversiva— del clásico
cervantino y los valiosos cruces entre teatralidad y filmicidad que emergen
en el proceso de diseminación. Finalmente, tras presentar asimismo las
adaptaciones de Pabst (Don Quichotte, 1933) y Kozintsev (Don Kikhot,
1957), Trecca presenta una sobresaliente comparativa del mítico episodio
de los molinos de viento en las cuatro adaptaciones analizadas.