Juan García-Cardona
336
la influencia del arte clásico en el moderno a través de grandes directores
de cine. Por último, Pérez Bowie establece una tipología en la que se
aborda la utilización de materiales procedentes de la comedia áurea en el
cine, puedan ser consideradas adaptaciones o no. En cada sección coteja su
terminología con la de Leitch, además de analizar películas que se ajustan a
las categorías de esta taxonomía.
El núcleo de la sección práctica gira principalmente en torno a la obra
dramática de Calderón y Lope. Pucciarelli detalla el proceso de censura al
que se vio sometida la adaptación de Luis Saslavsky (1945) de La dama
duende. Se observa cómo el veto no está relacionado con la calidad artística
de la adaptación, sino que se basa en la disidencia ideológica de Rafael
Alberti y María Teresa León, guionistas del filme, con respecto al régimen
franquista. El proceso queda muy detallado con la reproducción de
informes que aclaran el funcionamiento de los gabinetes de censura. En
una línea similar, Maggi explora el interés por la obra calderoniana
durante el régimen y las adaptaciones que se llevaron a cabo, tanto
cinematográficas como televisivas, de La vida es sueño. Para ello, centra sus
esfuerzos en la recepción de El príncipe encadenado de Luis Lucia (1960) y el
episodio de Estudio 1 dirigido por Pedro Amalio López (1967). Sobre
Calderón trata también el capítulo de Kroll, que contrapone la utilización
de El alcalde de Zalamea como hipertexto para construir filmes desde
ideologías opuestas a través de las adaptaciones de Verhoeven, enmarcada
en la Alemania nacionalsocialista (1942) y de Martin Hellberg,
desarrollada en 1956 bajo la República Democrática Alemana. El
investigador sitúa el foco en la vertiente ideológica desde la que se
conciben las adaptaciones: la de Verhoeven a partir de la raza y la de
Hellberg en torno a la lucha de clases.
Los capítulos de Garrot Zambrana y Marcella Trambaioli toman ambos
como objeto de estudio la adaptación cinematográfica de El perro del
hortelano realizada por Pilar Miró (1996). El primero de ellos trata uno de
los aspectos que aún no se había tenido en cuenta en ninguno de los
capítulos hasta el momento: los espacios. Analiza las posibilidades de cada
medio y defiende los espacios escogidos por Pilar Miró como fuente de
mayor verosimilitud frente a la vertiente decorativa, a pesar de que la
acción transcurra en Nápoles y no en Lisboa, lugar elegido para la
adaptación. Por otro lado, Trambaioli dedica su capítulo a la dialéctica
alto-bajo en este mismo filme, basada en diversos aspectos como son el
lenguaje verbal, la elección de planos o la introducción del personaje del
enano, doble deforme de Diana. Por último, Simone Trecca estudia la
transposición de los monólogos teatrales al cine a través de las
adaptaciones de Fuente Ovejuna por Guerrero Zamora (1972) y de El alcalde
de Zalamea de Mario Camus (1973). Para ello comienza con la