De la novela gráfica al
documental:
el caso de María y yo
From the
graphic novel to the documentary:
the case of María y yo
NÉSTOR
BÓRQUEZ
Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA)
borqueznestor@hotmail.com ORCID ID: 0000-0003-0795-9508
Trasvases entre la literatura y el cine, 3,
2021, págs. 81-102
ISSN-e: 2695-639X DOI: 10.24310/Trasvasestlc.vi3.12280
Resumen: El
trabajo se centrará en la relación de la novela gráfica y el documental
teniendo como eje del análisis la
obra María y yo de Miguel y María Gallardo y la transposición al campo audiovisual que efectúa el director Félix Fernández de Castro. Partiendo de hipótesis que den cuenta de las múltiples relaciones posibles entre estos medios, propondremos un estudio
comparativo de las obras, basándonos en sus diferencias al momento
de la representación artística pero, además, destacaremos la tarea complementaria que efectúan
estas producciones al momento de la
divulgación de las características del
Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Palabras clave:
Novela gráfica, documental, María y yo, Miguel Gallardo,
Félix Fernández de Castro.
Abstract: The work will be based on
the relationship between the graphic novel and the documentary having as a
main purpose the analysis of the literary work Maria y yo written by Miguel and Maria Gallardo, as well as the
change to the audiovisual field made
by the director Felix Fernandez de
Castro. Starting from the hypotheses which show the many possible relationships among them both, we propose a comparative study between the novel and the documentary,
based not only on the differences at the moment of the artistic
performance but also to highlight the complementary work these
productions make when they draw the characteristics of Autism Spectrum Disorder (ASD).
Key words: Graphic novel, documentary,
María y yo, Miguel Gallardo, Félix Fernando de Castro.
A
medio camino entre diario personal, cuaderno de anotaciones, relato de viaje y lúdico ejercicio
dialogal de un padre y su hija, María
y yo (2007) es una obra confeccionada por Miguel y María Gallardo en
la que se visualizan, de forma muy entretenida y didáctica, algunas de las características del Trastorno del
Espectro Autista (TEA). Basados en la
novela gráfica1 o directamente en la figura de
María, este trabajo disparó a su vez
la confección de nuevos productos con la evidente intención de completar o transponer la
historia, sobre todo al medio audiovisual. Nos referimos específicamente a dos obras: el cortometraje de
animación El viaje de María (2010), producido por la ONG
Fundación Orange2, escrito, dibujado y dirigido por el propio
Miguel Gallardo3 –también aporta la voz
en off– y el documental María y yo (2010) llevado a la pantalla por el
director Félix Fernández de Castro4.
Centrándonos en la relación de la
historieta y su transposición al lenguaje audiovisual,
concretamente el documental, esbozaremos una
serie de apreciaciones sobre algunas de
las múltiples relaciones que podrían
establecerse entre estos medios. Sin pretensión de exhaustividad, la intención que perseguimos es la de
proponer líneas de análisis en torno a la
vinculación de estos lenguajes teniendo en cuenta que ambas manifestaciones conllevan una
relación particular pensando en la representación artística. Al momento de
centrarnos en el efecto mimético de la historieta y del
documental, ambos productos parten de una
concepción primigenia en el uso de la imagen que es determinada por el propio medio: en un caso mediante
la utilización del dibujo como base de
su efecto de representación y, en el otro, en el empleo de la imagen en
movimiento,
potenciado en este caso por la relación distinta que plantea el documental con su
referente. Es decir, abordar comparativamente
la novela
gráfica y el documental –ambos María
y yo– no
es solo partir de la obvia construcción de productos
con lenguajes distintos, sino, antes que
nada, pensar en una concepción diferente al momento de la representación de
aquello que definimos como «lo real» con el consecuente efecto de lectura particular.
Dentro de los derroteros posibles
que surgen de este cruce intermedial,
nos abocaremos a un abordaje factible partiendo del ámbito de la historieta. Nos referimos específicamente a un corpus de obras que
presentan una relación directa con los hechos que representan, ya sea por partir de un hecho biográfico
específico o un acontecimiento histórico real
o directamente vinculado al periodismo. Analizaremos sucintamente estas vertientes
fácilmente identificables dentro del fenómeno de la novela gráfica actual
porque consideramos que mantienen un determinado efecto «documental» al momento de
presentar la historia. Así como María y
yo se centra en la historia de la hija de Miguel Gallardo, nos
encontraremos con otras obras que parten de la reconstrucción de episodios, fragmentos biográficos o sucesos periodísticos como génesis del relato5.
Partiremos
de una base: la historieta –por supuesto que dependiendo
del estilo y grado de referencialidad y aunque cuente una historia netamente ficcional– mantiene una relación
documental casi fotográfica cuando
se trata de referentes reales, ya sea una ciudad, la vestimenta de los soldados alemanes de la Segunda
Guerra Mundial o el rostro de un personaje histórico. Si
reconocemos esa pretensión «documental» del
dibujo en obras ficcionales –podríamos suponer «espontánea» ya que nada exige fidelidad a una obra fruto de la invención– la
situación se vuelve más rigurosa al tratarse de trabajos que
mantienen una relación más directa con
“lo real”. Volvemos
a remarcar que depende de la intención del autor del trabajo y el grado de minuciosidad que crea
pertinente para dar veracidad al relato. Pero es cierto que los
trabajos más novedosos referidos a
episodios históricos o relatos basados en hechos reales
persiguen un grado de detallismo fácilmente observable.
Para avanzar en esta hipótesis
utilizaremos un ejemplo que creemos pertinente por la variedad
de elementos que ofrece y por el corpus de trabajos que podríamos incluir dentro
del análisis. Nos referimos al cruce sumamente
productivo del medio –a su auge y renovación- con los
movimientos de la
memoria histórica. Proliferaron, de la mano de
la novela gráfica, un cúmulo de obras de autores que se acercan
al medio para rescatar,
testimoniar, denunciar, o solo contar algún episodio
de la Guerra Civil o la
posguerra en España. En una
entrevista a Paco Roca, uno de los
referentes paradigmáticos del movimiento de la novela gráfica en España, éste se refería a la
coincidencia de estos dos momentos. Con
respecto al mundo de
la industria del cómic, el autor valenciano
confirma la imposibilidad de tratar este tipo de temas
anteriormente, ya que las historias estaban centradas
en series, en personajes icónicos
o en aventuras. Los
formatos eran distintos
y la cuestión política estaba desterrada. Roca
marca esa diferencia con una actualidad con muchas más alternativas:
Ahora puedes hablar de cualquier cosa y de repente se abre un camino muy interesante de la memoria. Mira,
voy a contar la historia de mi padre o de mi abuelo que vivió la guerra. Ahora
se puede hacerlo. Y sobre todo porque
los autores también somos parte de la sociedad, lógicamente. Somos autores pero somos parte de una sociedad. Y
estás viendo lo que en cierta forma
hay como un interés social o hay un debate social. Y el tema de la memoria histórica, desde el gobierno
de Zapatero hasta ahora, es algo que, digamos, que es de interés.
Que cualquiera puede hablar de tal.
Entonces, una persona que vive en esa sabe que eso interesa, o porque me interesa
a mí, va a interesar a más gente. Entonces, se unen las dos cosas, ¿no? Que ahora se puede, en el mundo del cómic, hacer cosas así, y por
otro lado que hay una sociedad, digamos,
que, en cierta forma, o lo
demanda o hay un cierto interés colectivo por el tema (Rodrigues Martín, 2018: 28).
Por
supuesto que, al referirnos a este tema, se deben tener en cuenta a los autores y obras pioneras que se habían encargado del
abordaje de estos períodos históricos.
Carlos Giménez, por ejemplo, es uno de los
representantes más emblemáticos dentro del aporte que efectúa el cómic al debate sobre la memoria en España,
sobre todo con sus obras Paracuellos o Barrio. De hecho, en una entrevista realizada por el diario El
País, el autor da cuenta de esta relación entre su pasado y el presente cuando
cuenta que «un
amigo me dice que
inventé la memoria histórica solo que
no sabía que se llamaba así» (Altares, 2021). De la misma manera, podrían nombrarse más autores –como,
por ejemplo, Antonio
Hernández Palacios o el propio Miguel
Gallardo, del que hablaremos más adelante– y un conjunto más voluminoso de obras.
Igualmente, no es intención
ahondar en este corpus de trabajos, sino solo
remarcar la característica que nos interesa
en torno al abordaje o utilización de los aspectos más
documentales. De hecho, uno de los elementos clave en la confección de este tipo de relatos es la mezcla del relato ficcional con la búsqueda de
documentos, ya sean históricos,
audiovisuales o fotográficos6. Las historietas de este estilo nacen o recorren
episodios históricos reconocidos en los que se insertan las historias individuales7. Dentro de
esa base que describimos, la aparición de fotografías de fuerte iconicidad histórica
dibujadas dentro de las viñetas es
una constante que es vista como parte de los detalles que le otorgan veracidad a la historia, es decir,
como signo de rigurosidad «documental».
La utilización de este tipo de
fuentes forma parte de un fenómeno que,
si tomamos como base la historia del medio, comienza a utilizarse a fines del siglo XX. Si bien se centra en la relación
del cómic con la historia en
España –concretamente,
cómo el medio retoma o reconstruye el trasfondo
histórico–, es interesante la periodización que propone Jacobo Hernando Morejón, ya que arroja una serie de datos relevantes en la utilización de fuentes documentales. El autor divide en cuatro etapas: de 1942 a 1975,
de 1975 a 1990, de
1990 a 2009 y desde esa fecha hasta nuestros
días8. Morejón da cuenta de un tebeo de
entretenimiento estandarizado y de fácil
consumo para la primera etapa, que culmina con la muerte de Franco. El manejo de los datos históricos en ese contexto es de poca
rigurosidad, solo usado
como un trasfondo para la aventura (2018: 137). De la segunda etapa, luego de 1975, el autor reconoce una preocupación de las nuevas estructuras de
gobierno por la importancia de la historia local, con un tipo de cómic didáctico-divulgativo (2018: 137).
Recién en los últimos dos
periodos y en una etapa de madurez del
medio, surgen aquellos trabajos en donde se recupera el hecho histórico previa
investigación bibliográfica, con autores «que quieren dotar de fidelidad
histórica a sus viñetas» (2018: 138). La nueva tendencia, desde el 2009, sin desprenderse de una
preocupación por el detalle histórico documental, remite a obras más
intimistas, personales y con estilos
gráficos diversos, que no siempre apelan a una representación realista del pasado (2018: 138). Esta última
etapa, se corresponde además con obras
de una generación posterior, con trabajos más experimentales en cuanto al estilo gráfico que emplean. Igualmente
son escasos los trabajos de ese tipo
que se desprenden de una base histórica documental rigurosa, a la que agregan un toque personal en la utilización
de metáforas visuales o viñetas con
un dibujo más o menos mimético9.
Finalmente, un análisis más
detallado de la función documental que
puede ejercer el cómic lo realizan Rayco González y Marcello Serra, quienes revisan aquellos trabajos
de los últimos años –utilizan como
punto de referencia 1996, cuando se publica Palestina, de Joe Sacco10– que parten de
episodios reales del pasado o de la actualidad para usarlos como materia de la narración11 (2018: 122). De
manera exploratoria, proponen cuatro
funciones documentales
que pueden encontrarse en estos cómics. La
primera es la función referencial-veridictiva, cuando los
documentos que aparecen tienen valor de prueba o son indicios de un hecho; «son huella de la
realidad» (2018: 122). Como explican los autores, también se puede utilizar como una
nueva interpretación de documentos o datos del
pasado con
la idea de marcar contradicciones (2018: 122). La segunda es la función sistémica, es decir, la utilización de documentos
útiles para la comprensión de un
determinado sistema cultural: «son tomados como
manifestaciones especialmente significativas de un sistema de reglas o de varios»12 (2018: 123).
La tercera es la función narrativa, cuando se usa el relato como una manera de presentar el documento
histórico. Se precisa de la construcción
de una estructura narrativa para luego organizar
en ella los datos. Como apuntan los autores, es inevitable
una selección que dará relevancia al
documento a través de la narración (2018:
124). Por último,
la función
«reveladora», que aparece cuando se ejerce una técnica de montaje,
que pone en diálogo
a los documentos seleccionados y se hace evidente otro sentido. «Es entonces posible que, por
el mero hecho de estar en contacto o
en relación, se revelen elementos que, pese a estar presentes en los documentos, sin este diálogo
no podrían ser descubiertos» (2018: 124).
Como
sostuvimos al principio, lo que proponemos es
una aproximación factible
en la relación de la historieta con lo documental y pensar en este tipo de obras centradas
en un contexto histórico
–en este caso, el de la Guerra Civil o la posguerra– es apenas un ejemplo de gran utilidad –por su actualidad y
proliferación– de muchos que pueden dar
cuenta del mismo
cruce. Lo cierto es que son muchas
las novelas gráficas que parten de una historia verdadera
más allá de la representación más o menos ficticia
de los detalles o las situaciones y que, a diferencia de las vistas anteriormente, no persiguen un rescate testimonial
o histórico. Sirvan los ejemplos de obras como Historias del barrio (2011), de Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí, centrado en la
adolescencia del narrador en Palma de
Mallorca; la trilogía de Jaime Martín –Las guerras silenciosas (2014), Jamás tendré 20 años (2018) y Siempre
tendremos 20 años (2020)– en la que se repasa la crónica de España
focalizando en la historia familiar de
abuelos, padres y del propio autor; Una
posibilidad entre mil (2009), de Cristina Durán y Giner Bou, que se centra en la
experiencia de los autores como padres de una niña con parálisis cerebral; Arrugas (2007), en la que Paco
Roca se basa en la historia del padre de un amigo que sufre Alzheimer o, para ir precisando el objetivo de este trabajo,
María y yo (2007), de Miguel Gallardo, que tiene como
eje a su hija. En este caso, además de
formar parte de un corpus con estas características, la obra mantiene una relación directa con lo documental al
ser traspuesta al cine y de alguna forma,
generar un complemento entre el dibujo –cercano a la caricatura– y la imagen real del formato
audiovisual. Como veremos,
la inserción de fragmentos animados dentro del relato
documental vuelve más interesante este
cruce y se presenta como un gran acierto del
film.
2.
MARÍA Y YO, LA NOVELA GRÁFICA
La figura de Miguel Gallardo es
paradigmática en muchos sentidos. En primer lugar, porque es un
pionero del trabajo de autor junto a otros
referentes del medio
y su nombre está asociado a hitos de su historia, por ser uno de los representantes del cómic underground
español, (fundadores de la «línea
chunga» en oposición a la línea clara) y padre del emblemático personaje Makoki. Pero además, porque su constante
actualización y vigencia vienen de
la mano de una nueva forma de comunicar a través del cómic. Este viraje artístico –coincidente con el
auge de la novela gráfica– lo acercan temática y
estilísticamente a una visión más intimista y
personal, biográfica. Los ejemplos son claros y concisos: nos ofrece la
historia de su padre en Un largo silencio
(1997); la de su hija en María y yo (2007)
y en María cumple 20 años (2015); y su propia vida y trabajo, junto a
Paco Roca en Emotional World Tour (2009) (narrando la gestación y repercusión de sus respectivas novelas gráficas) o junto
a otros autores en Viñetas de vida
(2014) (sobre la campaña de cooperación «Sí me importa» que realiza España en otras regiones del mundo). Más claro aún se observa este giro biográfico e
intimista en su último
trabajo Algo extraño me pasó camino de casa (2020),
donde cuenta su lucha contra un tumor durante la pandemia. Este cambio
de estilo del que damos cuenta, lo explica el propio Gallardo en el film documental que analizaremos, cuando afirma
que tuvo que simplificar el dibujo debido a la rapidez
con la que debía hacerlos
para María, en el sitio en el que ocasionalmente se encontraran. Como bien
observa Isabelle Touton (2014: 93): «cuando Miguel retoma los lápices, es para ponerlos al servicio de su niña, con un dibujo estilizado que será el de sus obras del siglo XXI».
Teniendo presente este contexto
del autor nos centraremos en María y yo. En esta primera parte, nos
abocaremos a desglosar las particularidades de la novela gráfica, siendo esta el inicio de este diálogo, para dedicarnos luego en detalle a su trasposición fílmica. Nos detendremos inicialmente en el origen y características para posteriormente
pensar en sus diferencias y similitudes.
Como ya explicó en más de una entrevista el propio Miguel Gallardo y cuenta también en el documental, María y yo es solo una parte de una serie de cuadernos de dibujos y algunas anotaciones que el autor lleva adelante
desde el nacimiento de
María. Esta voluminosa
colección –con muchos cuadernos con tapas de variados
colores– es
presentada de manera
muy divertida en la película de Fernández de Castro, cuando Gallardo habla sobre la existencia de estos libros.
La publicación de estos «apuntes»
respeta la idea original de que estamos observando un borrador, ya que
mantiene durante toda la obra un
estilo de dibujo similar a bocetos, en algunos casos con rostros sin
terminar y los trazos a medio hacer. Prevalece esa idea de estar contemplando los apuntes hechos en
el momento, como un diario que cuenta las vivencias entre padre e hija.
Completa este sentido el manejo espacial
de estas anotaciones, que no respetan un orden prefijado en viñetas estructuradas; por el contrario, el texto juega con
la combinación de letras e imágenes
sin atenerse a cartuchos, globos de diálogo o
pensamiento. Cuando alguna de las secuencias utiliza las viñetas, estas no están construidas con una simetría
perfecta, sino por el contrario,
persiguen el efecto de dibujado a pulso, con la mano. Además, la publicación prescinde de números de
página, lo que también ayuda a
generar ese efecto de anotaciones libres sin necesidad de orden cronológico o espacial.
Sabemos que el centro de todo el
relato gira en torno a María ya desde
el título. En la publicación se complementa con el tamaño
de la letra, superior a cualquier otra de la portada. Se suma además a
esa relevancia la presencia
de su nombre como coautora del texto, como anunciamos al comienzo. El color de la remera de María –y su inscripción «I’m unique
just like everyone
else»– también persigue el mismo objetivo de resaltar su figura (de hecho, dentro del álbum, Gallardo cuenta la
historia de esa remera y el efecto
real que producía, ya que a nadie le pasaba
desapercibida). Las imágenes, posterior a la tapa y anterior a
la contratapa, siguen con el mismo
efecto y funcionan como los dos momentos de una misma acción: María jugando con
la arena y su cubo en la playa. Una imagen plena de poesía en el cómic y que,
como veremos, también retoma y
resignifica el documental.
De una manera general, podría
decirse que la obra va desarrollando dos acciones de manera paralela: por un lado, de
manera narrativa, María y yo cuenta
la historia de un viaje de Barcelona a Canarias y las vacaciones de un padre con su hija; por el otro, de
corte más didáctico, la novela gráfica se
centra en la explicación de alguna de las características del Trastorno del Espectro Autista (TEA), no solo con el
ejemplo singular de María, sino en
la confección de pequeños afiches o la simple exposición de Gallardo sobre alguna
característica peculiar. Revisaremos sucintamente cada una, teniendo presente que las dos partes están íntimamente imbricadas.
La
parte narrativa se centra en acciones simples: la espera en el aeropuerto, el check-in, el abordaje,
la llegada e ingreso al hotel, la
cotidianeidad en vacaciones –la piscina, la playa, los paseos, el buffet–, el regreso a casa de María –quien vive con su madre– y la despedida final. Por
supuesto que cada uno de estos fragmentos adquiere una connotación diferente
al estar atravesados por el TEA, ya que cualquier actividad de las que enumeramos se resignifica y transforma en algo diferente
y novedoso.
La parte didáctica, de alguna
manera ya está enunciada desde el
principio, cuando Gallardo
da la clave de lectura
de la obra. Luego de explicar
que el relato va a girar en torno a las vacaciones con su hija en Canarias, concluye: «María tiene 12
años, una sonrisa contagiosa, un sentido del humor especial y tiene autismo».
A partir de allí, cualquier actividad que se narra está tamizada por esa
información esencial y María, se
transforma en el centro del relato. Teniendo presente este marco general, la obra complementa esta
trama narrativa con información
específica sobre autismo en dos tipos de intervención: de manera complementaria para terminar de
entender una rutina de María, y de manera directa, al aportar a la obra información de corte expositivo.
De esta manera, siguiendo
la rutina de estas vacaciones que dibuja Gallardo y gracias a esta
información complementaria, comenzamos a
entender alguna de las características del TEA que se observan en María:
las frases y acciones repetitivas, el pellizco como forma de comunicación, el gran nivel de concentración, los movimientos y golpes con las manos, en la barbilla o el cuello
(Gallardo aporta el nombre científico:
estereotipias), o la importancia del dibujo en el aprendizaje y sistematización de actividades o conductas. Además de
estos datos que ayudan a comprender
las acciones de la novela gráfica, María
y yo aporta
cuatro elementos
anexos a la narración con un objetivo claramente
didáctico: en primer lugar, el texto sin dibujo de Gallardo –como un pequeño monólogo expositivo que abarca toda la
hoja–,
en el que este cuenta
en primera persona más características de María; en segundo lugar, el
dibujo de algunos de los pictogramas que usan para la planificación de actividades –son ilustraciones que se dispersan por toda la
casa y ayudan a anticipar acciones diarias, como el momento
de la comida, del baño o de acostarse–; en tercer lugar, un pequeño
afiche sobre el autismo y sus
características –que bien podría ser parte de una campaña de divulgación– y finalmente, el epílogo, a
cargo de Amaia Hervás Zúñiga, psiquiatra
infanto-juvenil y Directora de la Unidad de Pediatría
del hospital Mútua Terrassa, quien cierra la obra
focalizando también en el caso de María,
pero desde un punto de vista médico-profesional.
Toda la cuestión del didactismo
de la obra es uno de los puntos coincidentes
de quienes la han analizado, más allá de que en ocasiones no haya sido el tema central de la
investigación. Touton (2014: 87) la lee en
sintonía con Arrugas, destacando
sobre todo el propósito didáctico que persiguen estas producciones: el de visibilizar
a aquellas personas no tenidas en cuenta por el discurso de los
medios masivos o publicitarios y, sobre todo, transmitir conocimientos
concretos en torno a enfermedades como el TEA o el Alzheimer. De la misma manera, Gemma Burgos Segarra también aborda la
pertinencia de estas obras para el abordaje de
estas patologías, aunque desde el punto de vista de su inserción en las aulas de
la secundaria. Es decir, no solo como una forma de visualización, sino como aprendizaje para las nuevas generaciones13.
Precisando un poco más en
aquellas cuestiones referidas al estilo,
específicas del lenguaje del cómic, Gallardo utiliza un par de recursos para marcar o distinguir la participación
de María. Uno de ellos remite a
la rotulación
–tamaño y tipo de letra, uso de mayúsculas,
minúsculas, cursivas, subrayados, etc.–, sobre todo en la
secuencia inicial que comienza en el aeropuerto de Barcelona y culmina en la de Canarias. En esas imágenes prevalece un tipo de letra que simula ser
escrita por un niño, y en rojo, único color
utilizado en la obra. Además, para simbolizar su estridencia, espacialmente esas frases rompen
la estructura de la viñeta.
Existe un último elemento que nos
va a servir de puente con el
documental: la presencia de la fotografía. María y yo es
una novela gráfica que utiliza
dibujos en su mayoría antropomórficos
–en una escena aparece Gallardo como tortuga y en otra, los dos como
peces– en
algunos casos con más
detalles en el dibujo pero que siempre están más cercanos al trazo caricaturesco14. El único momento en que tenemos
una imagen de la María «real» es en
el final de la historieta, cuando Gallardo inserta una fotografía. En ella aparecen
él y María, en un simbólico aplauso
final. En blanco
y negro, al parecer esperando para almorzar, encontramos finalmente a los personajes de carne y hueso, certificados por la imagen
fotográfica, que plantea una relación
distinta con el referente que la que establece el dibujo de la historieta. Con el evidente propósito de presentar a
los protagonistas que dan pie a la
novela gráfica, deciden utilizar la fotografía como garante de veracidad.
Siguiendo ese sentido, el documental completará este panorama, ya que no solo mostrará a María en imágenes en movimiento,
sino que ahondará en su historia.
3. MARÍA Y YO, EL DOCUMENTAL
En
esta segunda parte, no solo abordaremos las características de esta
producción documental, sino que, además, dedicaremos una mayor atención al análisis comparativo de ambas obras. Para ello,
dividiremos el abordaje en dos partes
para una mejor profundización. En primer lugar,
nos abocaremos a los elementos distintivos del documental que aparecen en la obra como una primera gran diferenciación
con la novela gráfica. Nos referimos
a aquellos componentes típicos del lenguaje documental que son más difíciles de encontrar en el
cómic y solo por esa razón aparecen como un factor diferente. También
incluiremos aquí aquellos fragmentos que complementan la
historia original, es decir, que no aparecen en la historieta.
Si antes nos referíamos a aspectos de su lenguaje –la inserción de entrevistas, por ejemplo–, en este caso
pensamos en elementos narrativos –aquellas situaciones
nuevas que presenta el documental, que no son mencionadas en la obra original–. Por más que parezca elemental, aclaramos que este
ensanchamiento del contenido del cómic,
se debe a la propia naturaleza del documental
en su afán de profundizar en la historia,
objetivo que la novela gráfica no perseguía, al estar centrada en una cuestión más didáctica y lúdica. En segundo lugar, nos
centraremos en las escenas
que aparecen en las
dos producciones y observaremos cómo cada
uno de los lenguajes funciona como un complemento del otro.
Abordar una película
documental, ya trae aparejada una serie de nociones referidas a su
confección, circulación y consumo. Más allá de
la enorme variedad e hibridez genérica que pueda caracterizar al campo del documental, el origen y la
construcción de estas producciones mantienen
características similares. El llamado «efecto referencial» está en la base de su definición, sin olvidar que el registro que un documental
hace de eso que definimos como «real» no está divorciado del trabajo interpretativo– ideológico del director.
Por eso, el documental logra «impresiones de
realidad» alejadas de cualquier imagen transparente de la misma (Bernini, 2008: 99).
Lo cierto es que, partiendo
de esa base, la variedad de estilos y recursos para la confección de estas
películas es enorme y no remite solo a
una clasificación basada en la diferencia entre un documental clásico y un más moderno, porque aún hoy prevalecen
películas de tipo tradicional,
con una modalidad netamente expositiva. Así, producciones como El siglo
de Galdós (2020, Miguel Ángel Calvo Buttini), El agente topo (2020, Maite Alberdi)
o Rompan todo (2020, Red Creek Productions) por citar unos ejemplos, poseen diferencias
sustanciales en el manejo del relato, la
utilización de la cámara o el cruce con lo ficcional. Esta gran variedad
de productos queda manifiesta en la clasificación ya canónica de Bill Nichols, que da cuenta de seis formas
diferentes de películas
documentales15.
Igualmente, además de la relación
con los eventos que muestra, todavía
pueden establecerse algunas técnicas narrativas que ineludiblemente son asociadas al documental –siguiendo la clasificación
de Nichols, diremos que no en todos los casos aparecen estos
elementos de manera completa–: el uso de testimonios, la cámara
en mano o utilizada de manera marginal,
las fuentes de luz natural, la ausencia de decorados, los personajes hablando a la cámara, el rodaje en localizaciones reales
o el montaje discontinuo, sucio o desprolijo. Aún con sus excepciones, la creencia de que, por un lado, el relato de
ficción inventa y recrea y el documental, por
el otro, representa y muestra, sigue teniendo una fuerte impronta en el campo audiovisual. Aún aquellos autores que
más enfáticamente remarcan los
límites cada vez más difusos del género afirman que «sin veracidad no hay documental», como «no hay ficción
sin verosimilitud» (Freire, 2007: 82),
dando por sentado que el film documental trabaja a partir de hechos que han sucedido o que están
sucediendo, independientemente de que con ellos se haga o no una película con
personajes que existen antes y después del film, mientras la ficción maneja
materiales que sólo existen en el film, para el film (Beceyro,
2007: 86).
En
nuestro caso, María y yo parte de los
personajes reales que dan origen a la novela gráfica y para
ello, se vale de todas las
herramientas para profundizar y
complementar la información de la historieta. Es decir, se va a centrar en el viaje y la
rutina vacacional de Gallardo y María, al igual que
la obra original, pero va a ahondar en esa vida, en esa relación padre-hija y, además, en la divulgación del Trastorno del Espectro
Autista. Esa es la primera
diferenciación que marcamos con la historieta: el lenguaje documental
da cuenta de infinidad de recursos que lo definen y forman parte de su idiosincrasia. Nos referimos específicamente a la confección de entrevistas o a la búsqueda de material
previo –en la película aparecen
videos de viejos cumpleaños, de paseos, viajes, reuniones o álbumes de fotografías–. Fiel a su estilo, esta diferencia radica
en la necesidad del documental de ir más allá, de
indagar y completar lo que la novela gráfica refiere muy sucintamente o no cuenta16.
De esta manera, el documental
aporta mucha más información sobre la vida
de María, gracias a los recursos que utiliza. Sobre todo, las entrevistas y las grabaciones que se
efectúan en otros ámbitos, más allá de los que
aparecen en la obra original. Gracias a ellas, aparecen en la filmación protagonistas que no están en la historieta: la madre de María, la persona que la ayuda en las rutinas de la casa, su abuelo,
sus amigos del colegio, familiares. De las entrevistas, sobre todo
la de los padres, surgen datos que completan la historia sucinta del cómic: el
nacimiento de María, los primeros
bocetos de Gallardo y la génesis de sus cuadernos, el diagnóstico del TEA, la génesis de la novela gráfica y
particularidades de la vida cotidiana
de María, entre otros.
La filmación de otros lugares,
más allá del aeropuerto, hotel y playa que aparecen en el cómic, también
persigue el objetivo de completar el
panorama en torno a las rutinas de María. En este caso, sobresalen las grabaciones del colegio y sus
compañeros y, sobre todo, las imágenes dentro de la casa, ya que podemos observar
un día completo de la rutina
habitual, desde la confección de la agenda del día, el almuerzo o los preparativos para el baño hasta los pictogramas
desperdigados por la casa o los
detalles de su pieza. Otro tipo de filmación que aparece, recurso típico de
los documentales de este tipo, es la de archivo, en este caso, grabaciones caseras que muestran a María en
una plaza o en un lejano festejo de
cumpleaños.
Finalmente, otro aspecto a
remarcar como elemento distintivo refiere a la potencialidad de la imagen al momento de trasponer algunas secuencias del cómic. Este documental
utiliza estrategias típicas al momento
de la filmación, como la cámara en mano, alguna imagen fuera de foco producto del movimiento o la utilización del zoom adelante
y atrás, buscando la
sensación de realismo,
característica de la filmación
«espontánea» que quiere demostrar este tipo de películas. Un buen ejemplo aparece en la secuencia en
el aeropuerto, mirando la pizarra
informativa de vuelos y horarios, despachando el equipaje, subiendo al avión.
Así como este ejemplo, existe otro que tiene como eje el montaje
de fotografías, enriquecido por la superposición de imágenes. El recurso es sencillo y efectivo: la edición de
fotos de María en orden cronológico y
centrando siempre en su rostro,
logrando el efecto de paso del tiempo y
resumen de su
crecimiento. Por último,
dentro de la película,
aparece otro recurso cercano al cómic: la animación (en este caso
retoman el corto que nombramos al comienzo, El viaje de María, de 2010). Casi como un puente entre el cómic y el documental,
la película apela al dibujo de
Gallardo y a su voz en off para
potenciar algún efecto que la imagen filmada no puede mostrar. Un ejemplo claro lo da la escena dentro del avión, que tiene a María
divirtiéndose con el polvillo que flota cada vez que golpea el asiento.
La parte más productiva de este análisis,
remite a aquellas
escenas o fragmentos
que aparecen en las dos obras, ya que permite apreciar mejor las potencialidades de cada lenguaje o, como ya anunciamos, el complemento de los dos discursos. Para
ello partiremos de una primera apreciación: la película decide
tomar como columna vertebral de su
producción la temática del viaje y vacaciones de Gallardo y su hija, al igual que el cómic, que lo tiene como
elemento central. A pesar de contar con
mucha más información que la obra original –como vimos en el apartado anterior–, el documental respeta los
núcleos originales del cómic que
aparecen dosificados a lo largo del film. Así, más allá de la aparición de una entrevista o filmación anterior,
la película siempre vuelve a las imágenes del padre y su hija de
vacaciones. Haremos una división básica en torno a las
escenas que se muestran en las dos obras: aquellas que aparecen filmadas con gran fidelidad a la obra original y aquellas que, siguiendo la idea del cómic, agregan o cambian algún detalle o recurso.
De
los primeros, ya el comienzo del documental en cierta forma parafrasea la tapa de la historieta: padre e hija, de espaldas a cámara dirigiéndose a algún lugar. Las
diferencias son evidentes, ya que la película
precisa un lugar: el aeropuerto, además de sumarle a los protagonistas las valijas que deben acarrear.
De una manera más
clara, los fragmentos idénticos entre la obra original y la
película se observan cuando aparece la voz en off de Gallardo
leyendo su propio texto. En varios pasajes del
documental, los comentarios que escuchamos son los que aparecen en el cómic. Por supuesto que, por la amplitud del film, se
debieron agregar más participaciones
originales en off. Pero justamente se plantea un sugerente juego en el que el autor de la novela
gráfica se vuelca
como protagonista del relato y esas palabras que en el texto fuente servían en varias
ocasiones como enlace
de las imágenes, o en otros, simplemente como una pausa explicativa, se resignifican en el film apoyadas
por las nuevas
imágenes a las que acompaña y la propia voz en off de Gallardo –en algunos casos con su propia figura en primer plano– completando la escena.
Existen otros dos
momentos sacados de forma casi textual del cómic
que, tamizados por el lenguaje del documental, adquieren un efecto diferente.
Uno es el apartado titulado «Caras», en el que
Gallardo contrapone la mirada sonriente de María con las de la gente que la mira
cuando en algún lugar público ella empieza a quejarse y a llamar la atención. Esas situaciones graficadas
en la historieta por el dibujo
caricaturesco de rostros diferentes o multiplicidad de ojos escrutadores mientras ellos pasan, aparecen en la filmación demostradas con las imágenes
de personas reales. El efecto es impactante, ya que con la excusa de
la filmación que sigue la trayectoria de María, el compilado de imágenes
de este tipo de situaciones es recurrente. Es decir, las imágenes del documental
funcionan como garantes del dibujo metaforizado del cómic, le dan entidad al dibujo de un ojo o al boceto de un rostro17.
El segundo momento que marcamos
también es idéntico en cuanto a la
composición
original, pero nuevamente los lenguajes son los que otorgan un efecto distinto. En una serie de dibujos bajo el título de «Dorado Beach», Gallardo parodia el discurso
típico de los documentales expositivos sobre el mundo animal.
Frases como «El Dorado Beach es una
reserva natural de alemanes protegidos por la pulserita…» o «su hábitat natural es la piscina del hotel…»
forman parte del texto que acompaña a
los dibujos a medio hacer de ancianos en malla, recostados al sol o leyendo un diario. La película mantiene
las mismas líneas leídas por Gallardo en off, pero tratándose efectivamente
de un documental que ilustra con
imágenes ese discurso, generan un efecto similar a estas películas clásicas
de corte expositivo. Por supuesto que aún se mantiene el resultado cómico fruto de la parodia.
Existe una escena central
–tanto de una como otra obra– y es la de María en la playa con su cubo
rojo. La escena completa del cómic está
conformada por el dibujo de María reconcentrada jugando con la arena
que cae de sus dedos y se deposita en el cubo, con la explicación de Gallardo, quien primero reconoce
que cuando ve esa escena le recuerda una canción de Kevin Johansen,
«Everything is falling into place» y luego
–ante el boceto de un
rostro en primer plano de María y el gráfico de una formula química al lado–, concluye: «En mis fantasías (soy
una persona muy imaginativa) tiendo
a pensar que María puede ver la composición de los átomos de la arena, o quizás ve
mundos enteros o estrellas o solo arena
cayendo». En el documental, gracias al juego audiovisual que lo define, la escena adquiere la consistencia de un
videoclip, ya que a las imágenes que
filmaron de María
en la playa, ensimismada con la arena y la voz en off de Gallardo repitiendo el texto del
cómic, efectivamente la ilustran
musicalmente con el tema del cantautor argentino.
Además, al igual que
en el dibujo, le agregan
digitalmente formulas químicas a la imagen. Más adelante, cercano al final de la película,
volverán a utilizar
la playa y a
María con su cubo como una idea metafórica de la felicidad plena, ajena a cualquier preocupación. Finalmente, de
este primer grupo que delimitamos,
y similar al anterior en cuanto a lo audiovisual que funciona como complemento del dibujo –un boceto con su explicación en la historieta se transforma en un pequeño
videoclip en el documental–,
aparecen los dibujos a modo de afiches explicativos sobre el TEA. Estos pasajes del cómic, gracias a las herramientas de la imagen en movimiento, transforman esos dibujos en
una propaganda, con una intención netamente divulgativa.
En
un segundo grupo apartamos aquellos momentos en que el documental decide contar escenas similares al cómic, pero de una forma diferente,
en muchos casos apoyado en la potencialidad del recurso audiovisual o su estilo particular. El contexto general nos presenta una película que aprovecha y ensancha
los momentos narrativos, muy breves y fragmentarios, de acuerdo al objetivo de
la novela
gráfica. Así, el documental
se vale de la expansión de esas escenas que muestran el paso del tiempo: el amanecer, el desayuno,
la caminata diaria, las horas en la pileta. Más allá del montaje
necesario que otorga un
ritmo intermedio al relato, podría formularse que la película amplifica la representación temporal, que en algunos casos es nula en la obra original –en muchos casos
una escena cuenta solo con uno o dos dibujos y un par de textos explicativos–.
Teniendo este marco como
referencia, una de las primeras ideas originales del cómic reconvertidas por el
documental es la de las rutinas, que Gallardo representa en «Caminos».
Originalmente el autor presenta parte
de las acciones cotidianas que realizan durante sus vacaciones con dibujos unidos con flechas mostrando el
orden cronológico de las mismas en
una sola hoja. Así, aparecen entre otros, el rostro sonriente de María al despertarse, un
café con leche,
una piscina con breves
explicaciones:
«desayuno», «regreso al hotel» o «descanso». En la película, estas secuencias son presentadas con un
certero efecto de edición: la filmación
de la misma rutina, por los mismos
lugares, usando el mismo encuadre cada
día, pero obviamente, con los
protagonistas vestidos de manera
diferente. El montaje genera el éxito del efecto: María llegando a un banco en el que descansan todos los días
durante el paseo vestida con una remera,
sentándose con una blusa y levantándose con un
pullover.
Otro de los grandes momentos del
cómic traspuesto al documental, con toda la potencialidad de la imagen, es
el de los nombres, trascendental en
la vida de María. Como explica Gallardo en las diversas entrevistas para la película, la memoria de María es excepcional y cualquier persona que
forma parte de su rutina entra para siempre en su mundo.
En la novela gráfica, Gallardo usa el recurso que es habitual con su
hija: dibujarles a parientes, conocidos, amigos. Por eso, en el final de la obra aparecen los apartados «Castings en Canarias 1 y 2»,
«Castings en Barcelona», «¿Quién vino a la fiesta de final de verano?»,
«¿Quién estaba en la cena de fin de
año?» y «¿Quiénes no pudieron
venir a la cena, pero vinieron después?». Estas cinco páginas están
dibujadas por un sinnúmero de personas con sus
nombres. En la película, los recursos se diversifican y enriquecen. Para demostrar la enorme cantidad de
nombres propios del mundo de María, el
director utiliza dos herramientas: un enorme Scrabble animado, que se va
llenando de a poco y, mucho más sofisticado, un enorme árbol genealógico formado de diminutas
filmaciones de cada uno de los integrantes de
este mundo de María.
Por último, otro elemento que
aporta el documental de forma diferente al cómic es justamente el
final. Fiel a la idea de estar presenciando la filmación de un
fragmento de la vida de María, desde las vacaciones con su padre hasta las rutinas más habituales, la película elige culminar
el relato evitando cualquier gesto grandilocuente o mensaje metafórico –la
escena del cubo en la arena mientras padre e hija se alejan, por ejemplo, que aparece en los tramos finales del film podría haber funcionado-; por el contrario, Fernández de
Castro opta por un final simple y
rutinario, una escena más que da cuenta de los detalles mínimos de una vida: luego de hablar por teléfono con el padre,
la madre de María cuelga y la prepara para el final
del día, bañarse, cenar y dormir. La última
escena antes del fundido a negro muestra el sillón vacío y las voces de María y su madre que se apagan
lentamente mientras se dirigen al baño.
CONCLUSIONES
La posibilidad de cómics en diálogo con otras manifestaciones artísticas en torno a grandes temáticas
sociales es una realidad fácilmente observable
en estos últimos tiempos. Tanto temática como formalmente,
el medio comparte un mismo horizonte
cultural con otras
manifestaciones artísticas y,
a su vez, forma
parte de aquellos debates que ponen en discusión los mecanismos de
representación al momento de la confrontación o armonía entre medios diferentes. Como vimos, la relación de la historieta con el documental, plantea varios puntos en común si
tenemos presente la utilización de materiales que parten del
campo de lo real por parte de los cómics, sean solo detalles –el
dibujo de una ciudad o un personaje histórico, por ejemplo– o el origen de todo
el relato.
Al momento de
centrarnos en la novela gráfica María y
yo y la película documental del
mismo nombre, estamos ante un caso que efectivamente parte de una historia real, simple y
concreta, que es la columna vertebral
de los dos relatos: el viaje de vacaciones de
Barcelona a Canarias, que efectúa un padre y su hija que padece
Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Las dos producciones se encargan de focalizar los mismos puntos y las diferencias van a estar marcadas por
los recursos típicos de cada
lenguaje, que se valen de herramientas distintas para trasmitir el mensaje. Teniendo
en cuenta la existencia de fragmentos didácticos (en torno al TEA) y momentos
narrativos (centrados en el viaje
y las vacaciones), la mayor
diferenciación entre estas manifestaciones artísticas se produce con respecto a estos últimos,
ya que la idiosincrasia del documental exige un
estudio más detenido.
Además, en el
momento de pensar en los aspectos distintivos de cada una de las obras, se establece una diferencia que Touton
(2014: 89-90) marca certeramente:
La imagen grabada revela al espectador algo que los dibujos amables y el trazado icónico de Miguel Gallardo,
que tienden a infantilizar a su hija,
ocultan: la visibilidad de la diferencia en el imponente
cuerpo de María (tiene quince años en el momento de
la grabación), su presencia intensa, y
la estridencia de sus gritos que las onomatopeyas del cómic no traducen
con la misma intensidad.
La novela gráfica
aparece como una obra intimista, lúdica, sentimental,
un diálogo de un padre con su hija que tiene al
dibujo como elemento central. Esa preponderancia del dibujo no solo es vital pensando
en un cómic, sino en la comunicación
cotidiana de Miguel y María. El
documental, si bien respeta y focaliza en los puntos centrales de esa unión filial, pierde parte de ese intimismo e
ingenuidad, al abrir el juego que su
propia idiosincrasia exige e incluir en esta comunicación a otros actores y momentos, recuerdos y entrevistas. No deja de ser tierno y emotivo, pero al profundizar en la vida de María y
en las características del TEA, el film
se vuelve netamente expositivo, el caso individual de María se generaliza.
La ecuación
se invierte cuando nos centramos
en el otro aspecto que estas dos obras comparten, referido a
la cuestión más didáctica y divulgativa,
porque la diferencia fundamental radica en la potencialidad del documental que completa con mayor cantidad de recursos la información más acotada que ofrece el
cómic. Ahí sí, la aparición de entrevistas,
viejas filmaciones, recursos audiovisuales –como inserción de pequeños videoclips
o animación digital– hacen de este producto un complemento perfecto al momento de potenciar el mensaje. Ese
cuaderno de anotaciones
y bocetos, similar a un diario personal que nos presenta Gallardo en el cómic, se transforma gracias al lenguaje del documental, en una
obra que plantea la visualización de esta enfermedad a partir de la
profundización de la vida de María.
La figura de
Miguel Gallardo se presenta como un ejemplo acabado de esta relación que
proponemos entre el cómic y los datos que parten de un asidero «real», documental. Como vimos, su viraje estético
y temático queda evidenciado
en las obras que marcamos anteriormente, que tienen a Un largo silencio, escrito con su padre, como antecedente central. Si bien cuando se publica en 1997 no tiene
mucho éxito en cuanto a su recepción, marca un antecedente en la
utilización de las memorias de su padre -y en
la combinación con sus viñetas- y en la influencia que marcó para el ámbito español. Fernández de Arriba (2015:
10) lo puntualiza: «Ni el público ni el
mercado se mostraron preparados
para la recepción
de una obra así».
Asimismo, la
reedición del 2012 tuvo un mayor éxito de ventas
(alcanzando incluso una segunda edición), hecho que ejemplificaría, además, la gran evolución del mercado del cómic
español en las primeras décadas del
siglo XXI (2015: 11).
Lo cierto es que
diez años después,
con María y yo –marcado en
ese tiempo junto a Arrugas como
ejemplos representativos de la novela
gráfica, Gallardo
continúa con un trabajo que sigue la misma línea
temática y estilística, ya sea centrado en su hija, en sus aportes a la difusión del TEA que ya
marcamos, en su trabajo individual y colectivo, o en la divulgación
de su propia enfermedad. Pensando en las obras sobre María y todas sus derivaciones artísticas,
incluido el documental que analizamos,
han generado un efecto de recepción con aplicaciones prácticas. Ya sea pensado para la enseñanza del TEA en
las aulas o como manual de difusión
en ámbitos médicos, es evidente que el trazo simple y certero de Gallardo ha generado un efecto de
comunicación de gran efectividad. Aspectos que
vuelven a marcar la potencialidad de la historieta como vehículo de comunicación de gran versatilidad.
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________________________________________________________________
1 En este trabajo utilizaremos indistintamente las palabras
historieta y cómic,
por considerar que se pueden entender como sinónimos, si bien se han
consolidado en distintos momentos
clave de la historia del género. Con respecto al tebeo (nacido de la generalización del nombre de la
revista TBO en 1917), si bien solo la utilizaremos para el caso español y focalizado al caso infantil,
lo cierto es que son varios los autores que la utilizan como sinónimos
de historieta y cómic, sin restringirlo a ese uso. Creemos que distinta es la utilización
de la noción de novela gráfica, ya que es
un fenómeno más actual con nuevas reglas de producción, distribución y consumo. A fines prácticos, partimos
de la base de que María y yo es una novela gráfica
y utilizaremos historieta y cómic como sinónimos al momento de
referirnos a ella. Compartimos la expresión
de Santiago García al afirmar que son innecesarias las
2 La Fundación Orange fue creada en
Francia en 1987 y coordina actividades sociales
3 Gallardo
también
ha
trabajado
con
esta
fundación
en
la
elaboración
del
4 El film completo puede encontrarse en la página de RTVE: https://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-maria- yo/2060907
5 La idea de sucesos periodísticos como origen de un relato
remite directamente a la
6 Con
diferentes técnicas gráficas, autores de distintas edades van a acercarse al tema y más allá de las diferencias
estilísticas o generacionales de las obras que
produzcan, se evidencian características similares que las ubicarían
dentro de lo que llamamos el
«boom» de la historieta de la memoria, y que definimos como una corriente específica dentro del campo, con un corpus
de trabajos que comparten determinados rasgos
– o alguno de ellos- en su acercamiento al conflicto. Al
momento de definir los elementos de
una historieta de la memoria, cuesta
separar estas características, ya que están íntimamente relacionadas. Igualmente,
cada una permite un estudio
individualizado que ayuda a la profundización de un tema complejo. Entre las características estudiadas mencionamos
las más relevantes: el relato testimonial, lo
biográfico y autobiográfico, la trama generacional (Bórquez, 2016).
7 Reconocemos en este
caso, que la
relación entre el
episodio individual y el
8 Entendemos que el autor justifica esta periodización teniendo en cuenta la utilización de fuentes históricas, o, dicho de otro modo, cuáles son los elementos documentales que utilizan estas obras para la elaboración de sus historias. De igual manera, si abordamos la historia del medio en España, existen otras formas de periodizarla. Sobresalen en ese sentido los trabajos de Antonio Martín en Apuntes para una historia de los tebeos (2000), si bien su recorte abarca hasta el año 1963; La España del tebeo (2001), de Antonio Altarriba (abarca hasta el año 2000) o el número monográfico de la revista Arbor, coordinada por el mismo autor, que incluye hasta el año 2010.
9 El
caso de El arte de volar de Altarriba
y dibujos de Kim es ideal en ese sentido.
El
10 La figura de Joe Sacco se presenta como emblemática de un fenómeno que une trabajo periodístico, pero utilizando el lenguaje del cómic. A este tipo de obras se las ha denominado como «cómic-periodismo», «periodismo de cómic» o «historieta periodística». Son famosas sus obras Notas al pie de Gaza (2010), Reportajes (2012) y Srebrenica (2013, un cómic digital o webcómic). Para la profundización de este tipo de trabajos y específicamente la obra de Sacco, recomendamos Periodismo Cómic. Una historia del género desde los pioneros a Joe Sacco (2017), de Diego Matos Agudo.
11 El corpus
de obras de
este estilo es
abundante. Solo a modo de ejemplo
12 Los autores dan el
ejemplo de Cuadernos ucranianos. Memorias de los tiempos de la
13 No es el objetivo de este trabajo abordar la utilización del cómic como una herramienta didáctica dentro del aula, pero es preciso destacar que son varios los estudios o propuestas que han aparecido en estos últimos años, desde los propios autores o equipos universitarios que apuntan a la divulgación, a las diversas editoriales. Lo que queremos remarcar es la enorme potencialidad del medio como recurso en el proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula.
14 En
su análisis de los aspectos físicos de los personajes de historieta, Rubén Varillas
15 Nichols
plantea una clasificación que fue ajustando a lo largo de sus publicaciones y que finalmente divide en seis modalidades: expositiva, poética, reflexiva, observacional, participativa y
performativa (Véase Nichols, 2013).
16 También
debemos aclarar, teniendo en cuenta
el estudio comparativo entre cómic y film documental, que aquellas
narraciones gráficas de carácter testimonial
también utilizan diferentes recursos para otorgar veracidad al relato. Como ya dijimos anteriormente, la utilización
de fotografías es un caso muy usual, como así
también la inclusión de recortes de diarios u otro tipo de documentación (cartas, comunicaciones
oficiales, etc.).
17 De
manera inversa, en otro momento existe un juego con el dibujo que el documental representa de manera
diferente. Sucede cuando Gallardo cuenta que jugar en la pileta es uno de los grandes
divertimentos que tiene con María. En ese momento el dibujo de la novela gráfica los muestra a los dos como peces o en otra
imagen, al padre como una enorme tortuga marina galopada por la hija. En el documental se reproducen las mismas
palabras, pero la imagen los muestra a ellos en la pileta, sin recurrir a
ningún truco de edición, como en otro momento hizo con la inserción de los fragmentos animados.
Fecha de
recepción: 01/04/21.
Fecha de
aceptación: 15/04/21.