La hora de renacer
noche, Marco Bellocchio, 2003), sino también dentro de la idiosincrasia
política del país («Cosa Nostra»).
Y de Italia viajamos hasta Estados Unidos, donde en 1956 se pudo leer
«
El informe de la minoría», aparecido en la revista Fantastic Universe. Casi
medio siglo después, Steven Spielberg lo llevaría a la pantalla en Minority
Report (2002). Tania Padilla Aguilera (Universidad de Córdoba) («Philip
K. Dick bajo la mirada de Spielberg: Minority Report, una idea, dos
narraciones») examina la metamorfosis fílmica de esta historia. Atendiendo
tanto a los perfiles autoriales de los responsables de ambas versiones como
a sus implicaciones genéricas, explica cómo las decisiones del maestro
estadounidense acaban subvirtiendo el sentido del texto base.
Solo un año después del relato de Philip K. Dick, Playboy publicó La
mosca, ficción escrita por George Langelaan en la que se centra el trabajo
de Antonio Míguez Santa Cruz (Universidad de Córdoba): «Alteraciones
desde el antimundo. La mosca de George Langelaan y David Cronenberg».
Como el título deja entrever, se sondea aquí el trasvase del relato al
celuloide de la mano de David Cronenberg (La mosca, 1986), acudiendo a
los estilemas del cineasta para analizar las transformaciones operadas sobre
el cuento.
El monográfico se cierra con «Rehacer cuerpos, construir identidades.
La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011) y Tarántula (Thierry Jonquet,
1984)», artículo que aúna transescritura, transhumanidad
y
transexualidad. Carmen Peña Ardid (Universidad de Zaragoza) firma un
análisis comparativo de la novela de Thierry Jonquet que inspiró a
Almodóvar en 2011. Pone el acento sobre el uso del arte plástico en la
cinta, subrayando que el director manchego supo diferenciar entre género
y sexo, en su afán por «comprender la cárcel que representa para algunos
seres habitar un cuerpo no deseado».
En definitiva, este conjunto de ensayos tantea distintas formas de
transhumanismo (de los replicantes y los precogs de Dick al binomio
Vicente/Vera de Almodóvar) y transmedialidad (de la transposición
comercial de Spielberg, a la relectura de Cronenberg y a la estela
cinematográfica de Frankenstein). Con ello, se contemplan distintas
perspectivas desde las que el arte reflexiona sobre el devenir del hombre y
sus posibilidades, haciéndose eco, claro está, de los avances tecnológicos
del siglo XX. Conviene preguntarse, no obstante, hasta qué punto posturas
como las de Huxley y otros transhumanistas no se vieron influidas por la
ciencia ficción, género que se fraguó por las mismas fechas. Sin duda, los
títulos aquí glosados invitan a transgredir nuestros propios límites en el
marco de una realidad que muta día a día. Y si a Roy Batty, como
replicante, le había llegado la hora de morir, puede que, en nuestro caso,
sea la hora de renacer.
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