La voz de los creadores:  
entrevista a Guillermo Arriaga  
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INTRODUCCIÓN: GUILLERMO ARRIAGA, EL ESCRITOR FRONTERIZO  
Guillermo Arriaga Jordán (Ciudad de México, 1958) es, sin lugar a  
dudas, uno de los máximos exponentes contemporáneos en el arte de  
narrar historias, con la particularidad de ser uno de los pocos escritores  
que transitan de manera exitosa a través de la frontera entre el cine y la  
literatura. Es autor de los libretos de películas como Amores perros  
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Alejando González Inárritu, 2001), 21 gramos (Alejandro González  
Iñárritu, 2003) y Babel (Alejandro González iñárritu, 2006), o Los tres  
entierros de Melquiades Estrada (Tommy Lee Jones, 2005), por el que se alzó  
con el premio al mejor guion ese mismo año en el Festival de Cannes. Sus  
textos presentan un carácter tan autoral que exceden con creces el habitual  
límite del llamado «guion», e impregnan de manera indisociable el  
conjunto de las piezas cinematográficas construidas sobre su base.  
En cuanto a su labor detrás de las cámaras, cabe destacar The Burning  
Plain –escrita y dirigida por Guillermo Arriaga en 2009–, con la actuación  
de Charlize Theron, Jennifer Lawrence, Kim Basinger y Joaquim de  
Almeida, una obra donde se aprecia a la perfección la impronta literaria  
del cine del autor mexicano.  
Pasó su infancia en la Unidad Modelo, donde se desarrollan las  
historias narradas en gran parte de sus novelas. Su primer trabajo, El  
escuadrón guillotina, se publicó en 1991. Le siguieron Un dulce olor a muerte  
(
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1994), llevada al cine por Gabriel Retes en 1999, El búfalo de la noche  
1999), también adaptada al ámbito cinematográfico –en este caso a cargo  
de Jorge Hernández Aldana, en 2007–, y el libro de relatos Retorno 201  
2002).  
En 2017, Arriaga regresó a la novela con El salvaje, una historia  
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monumental a la cual dedicó cinco años, donde la estructura narrativa de  
sus libretos para cine se incorpora a su universo literario, que, a su vez,  
multiplica su impacto y ofrece al lector una aproximación más detallada  
acerca de los personajes, las tramas y, en definitiva, la naturaleza humana.  
En 2020, fue galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Salvar el  
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Esta entrevista tuvo lugar a través de videoconferencia (España-México), el 22 de  
marzo de 2020, en mitad de la crisis del coronavirus, que obligó a posponer los  
actos promocionales en España de la novela Salvar el fuego, Premio Alfaguara 2020.  
Trasvases entre la literatura y el cine, 2, 2020, págs. 337-340  
ISSN-e: 2695-639X  
DOI: 10.24310/Trasvasestlc.vi2.10014  
Gabriel Ródenas  
fuego, una obra polifónica a la que dedicó más de cuatro años, que narra la  
historia de amor entre una bailarina de danza contemporánea y un preso.  
A pesar de la influencia reconocida de Faulkner, Rulfo, Shakespeare o  
García Márquez, el trabajo del autor presenta un estilo inconfundible, con  
historias cargadas de intensidad, humanidad y esperanza, con narraciones  
temporalmente desordenadas y estructuras complejas, pero donde al final  
cada una de las piezas encaja de manera precisa y contundente.  
ENTREVISTA A GUILLERMO ARRIAGA SOBRE LA LITERATURA, EL CINE Y EL  
PROCESO CREATIVO  
Gabri Ródenas: Hablemos del proceso creativo. Has comentado en  
alguna ocasión que no sigues un esquema preconcebido y que, en cierto  
modo, dejas que la historia vaya fluyendo. Aunque es complicado dar una  
respuesta precisa a esta cuestión, ¿cómo suelen desarrollarse las historias  
dentro de ti? ¿Comienzas por una idea en particular, un personaje, una  
sensación, una acción? ¿Pasa mucho tiempo en tu interior hasta que  
decides plasmarla en forma de novela o libreto para cine?  
Guillermo Arriaga: Bueno, la noción básica la tengo desde hace  
mucho tiempo en todos los casos. Amores perros llevaba muchos años en mi  
cabeza, 21 gramos llevaba mucho en mi cabeza, Babel y Salvar el fuego  
también. Cuando digo que lleva muchos años en mi cabeza quiero decir  
que tengo una noción de lo que va a pasar. Muy vaga. Luego voy pensando  
en ella y… Yo no tomo notas. Simplemente voy pensando en ella, se va  
acumulando en mi cabeza. No tengo registros, pero imagino que mi  
inconsciente sí. Y me siento a escribirla sin ningún plan. No sé la  
estructura, no sé los personajes. En el caso de Salvar el fuego, a los dos  
personajes principales sí los tenía. Quería escribir una historia cortita, de  
unas 130 páginas, una historia de amor contada en primera persona,  
contada por cualquiera de los dos personajes y ya. Pero, quién sabe qué  
empezó a salir ahí… [Risas].  
G.R.: Además creo que acabaste quitándole casi ochocientas páginas a  
la novela…  
G.A.: La versión inicial tenía un total de 1.440 páginas, 856.000  
palabras.  
G.R.: La versión publicada tiene 660 páginas. Debió de ser dificilísima  
la decisión. ¿Qué quitas, no?  
G.A.: Me planteé hacer varios tomos, pero… En la novela hay varios  
cuentos de presos. Quité la mitad. Había empezado a escribir una novela  
dentro de la novela. Una novela completa. Ahí se fueron como 40 páginas.  
Solo en quitar palabras se fueron 300 páginas.  
G.R.: ¿Qué te lleva a elegir entre cine y novela? ¿Qué opinas de la  
adaptación de un medio a otro?  
G.A.: La persona narrativa. La novela, aunque la cuentes en tercera  
persona, siempre es en primera persona. Cuando necesitas entrar en lo  
que está sucediendo en los personajes, tienes que ir a la novela. Cuando es  
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La voz de los creadores: entrevista a Guillermo Arriaga  
solamente una tercera persona, donde las acciones de los personajes, los  
espacios, los paisajes y demás, ya no es posible describirlos en palabras, vas  
al cine, que es una tercera persona. Aunque haya una voz fuera de campo,  
no termina por contarse en primera persona. Tanto con El salvaje como  
con Salvar el fuego me pregunté si podrían ser películas. Pero no. Su  
mundo era demasiado expansivo, demasiado interior como para que  
pudieran ser películas.  
G.R.: Aprecio que en tu obra hay un juego con el lenguaje…  
G.A.: No procuro jugar con el lenguaje. Procuro supeditar todo a  
contar una historia. Hay autores que quieren explorar el lenguaje. Yo  
quiero encontrar el lenguaje correcto para cada voz. En Salvar el fuego, la  
primera persona está narrada en la voz de una mujer, educada, de clase  
alta, y su lenguaje es cotidiano pero pulido, porque es una mujer que  
siente amor por el buen decir. La segunda está contada por el hermano del  
protagonista, que está hablándole al padre en el cementerio, y es muy  
pomposo. La tercera está contada en jerga criminal, podría decirse. Jerga  
de todo tipo, en realidad.  
G.R.: Lo que sí has afirmado en alguna ocasión es que sueles reescribir  
(
literalmente) cada obra terminada una y otra vez.  
G.A.: Salvar el fuego la reescribí seis veces (recuerda que tenía 1.440  
páginas). Pues desde la primera palabra. Voy transcribiendo y voy  
quitando. La redacción me llevó dos años, la primera reescritura siete  
meses, y así. Después la corregí diez veces. ¿Qué significa corregir? La leo  
completa, no la reescribo; voy tachando y voy corrigiendo.  
G.R.: En tu caso, los personajes y la trama resultan difícilmente  
separables, y conforman un todo compacto, pero ¿hay algún elemento o  
aspecto al que dediques más atención o dedicación?  
G.A.: No. Ni siquiera pienso en trama y en personaje. Yo me siento a  
escribir y… como decía Faulkner, «¿cómo yo, que soy un campesino,  
escribo estas novelas? Alguien me las dicta». Yo igual: ¿por qué este  
muchacho de barrio escribe esto? [Risas] No sé si te pasará a ti, pero yo me  
siento a escribir y ya.  
G.R.: En realidad, me sucede algo muy parecido. Recientemente has  
sido galardonado con el Premio Alfaguara por tu novela Salvar el fuego, de  
la que ya hemos hablado a lo largo de esta conversación. ¿Qué más puedes  
decirnos de este trabajo? ¿Presenta alguna conexión con alguna de tus  
obras anteriores?  
G.A.: Lo que yo quise fue elevar la apuesta. Si El salvaje ya fue una  
apuesta grande, quise que esta novela también se caracterizase por la  
apuesta. Hasta que cada vez la apuesta sea mayor y la posibilidad de fracaso  
sea mayor [Risas].  
G.R.: De momento, no parece que eso vaya a suceder… Finalmente,  
¿
qué consejo darías a quienes quieran convertirse en escritores o cineastas,  
en autores, en contadores de historias?  
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Gabriel Ródenas  
G.A.: Pues el mismo que tú les darías: ¡que lo hagan! Y que terminen  
lo que empiecen a escribir.  
GABRIEL RÓDENAS  
Universidad de Murcia  
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