INMIGRACIÓN Y MUERTE EN LA OBRA DE JUAN MARTÍNEZ

 

Foto en blanco y negro de un hombre con barba y bigote

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Juan Martínez

 

Juan Martínez. 1942, Navas de San Juan (Jaén). Pintor. Estudió Arquitectura en Barcelona y Bellas Artes en Lausanne con mención de pintura y grabado. Ha expuesto en galerías de Suiza, Estados Unidos, Alemania, España, Irán, Suecia, Portugal, Bélgica, Francia, etc., y ha hecho exposiciones colectivas y personales en distintos museos. Sus ilustraciones han aparecido en las páginas del New York Times y Le Monde Diplomatique, entre otros. Actualmente su trabajo se centra en la migración y conexión. Juan Martínez se define como un pintor atípico que se rodea de libros de poesía y filosofía y que presta una atención particular a los ambientes políticamente viciados que le preocupan.

 

Cacotanasia

La cacotanasia (del griego kakos, «malo», y tánatos, «muerte»: «mala muerte») es la muerte de un ser sin hallarse, aún, enfermo. Un drama que se ofrece en las costas europeas motivado por la inmigración subsahariana. Ante este drama, con frecuencia olvidamos que los seres humanos compartimos un planeta con un destino común. En este espacio matriz sufrimos semejantes amenazas y miserias, tiranías y fanatismos, narcisismos y maniqueísmos étnicos. Al tiempo, con P. Valéry, se puede afirmar: «La humanidad nunca ha tenido tanto poder y tantas incertidumbres e inquietudes». Esta humanidad habita una Matria-Tierra común de la que se vive y que exige cuidarla, mas esta acción se altera frecuentemente, dada la existencia de la barbarie que anida en el ser humano, una perversión que se explicita de numerosos modos. A modo de ejemplo, uno de ellos anida tras la voracidad neoliberal, la economía productiva del «siempre más», así como en la degradación ecosocial devenida de la insolidaridad, la hiperburocracia, la ausencia de empatía y de compasión. Ejemplos de progreso económico legal que sustituyen al desarrollo ético y humanista.

Ante la presencia de ciertos males, se focalizan chivos expiatorios; el miedo congénito busca culpables y, con frecuencia, se centra en el extranjero. Aparecen odios y tensiones, demagogia y populismo, se pergeñan amenazas frente al extraño.

Cuantitativamente el mundo es más productivo, también insolidario. En septiembre del año 2000, por iniciativa de Kofi Annan, secretario general de la ONU, 191 países miembros se comprometen a reducir a la mitad la pobreza antes de 2015. La economía se globaliza y logra mayor productividad y competitividad, también la pobreza. Se frustra el pretendido logro, abunda la necesidad, los Estados se debilitan y se fortalecen las mafias. Resultado: una masa estadística e informe tras esclerosis burocrática crece como «residuo» lo que resta tras explotar y recoger lo aprovechable ante la indiferencia y la ausencia de fraternidad comunitaria. Y sucede en la Matria-Tierra comunal.

La abundancia de información, las imágenes cinematográficas y acríticas se ubican con indiferencia entre los umbrales de Weber y Fechner, la densidad del estímulo resulta imperceptible, invisible mientras crecen la ocultación o negación oficiales bajo pseudodiscursos sobre la tolerancia y la libertad.

Regresa el angelus novus, «el ángel de la historia», entre el sacrificio inútil y el dolor evitable, la muerte prematura y la necesidad, a la vez que se niega a vislumbrar el futuro como espacio para vivir y diseñar el propio destino. La realidad hiere y destroza sueños.

En un mundo globalizado interdependiente todo se expone, pero la interdependencia no crea solidaridad responsable. Se precisa una metamorfosis, pues el homo historicus, tras miles de años, no ahuyenta «el ángel de la muerte», subyuga la dimensión sapiens a demens. El mal existe. El Diabolus actúa. La historia del homo prosigue vinculada a la crueldad, abunda satánicamente en la malevolencia, en la voluntad de hacer y de permitir el mal desde su barbarie congénita y narcisismo egoétnico. El mal resulta visible, tangible. Se manifiesta con vida propia. A Mefistófeles W. Goethe, en Fausto, lo define como «el espíritu que siempre niega». Es la neguentropía frente a la entropía, mas en toda negación se aloja una afirmación. «Negándome, afírmome», reza el dictum escolástico. El Mal es carencia de Bien, pero no es principio; es una ausencia de un Bien deseable. Si el Mal existiera por principio, en tal lucha de fuerzas ya habría desaparecido el mundo. Divinidad y satanidad, desde el Génesis, están presentes, cuando uno domina decrece el otro; no obstante, salva la esperanza, pues cuando abunda el peligro crece lo que salva (Hölderlin), toda vez que el ser humano anhela la armonía, de ahí que se invoca la resistencia y la rebeldía antropológicas.

Los BOCETOS que Juan Martínez nos ofrece, de inicio, se manifiestan delatadores frente a tanta crueldad periódica. Esta delación pictórica y dramática de tal fratricidio exige empatía, al menos. «Es imposible que el mal desaparezca», afirma Sócrates en el Teeteto platónico, mas se ha de luchar para evitar su triunfo, para lograr más abundancia de Bien, más ausencia de Mal. Así, en la delación y en la denuncia se expresa Juan Martínez con ejemplaridad creativa que sostiene tras su largo recorrido vital pictórico. Tras la denuncia de Martínez, se habilita una ética de la esperanza que, si bien va unida a la desesperanza, ya que Satanás regresa de continuo, nos alerta de su tenacidad y demanda resistencia, pues «vivir es resistir» (M. Zambrano). Tal resistencia vital se precisa, pues somos responsables de la vida en-y-de la Matria-Tierra.

En los presentes BOCETOS, expresiones pictóricas y mortificantes de Juan Martínez, se invoca la razón cordial, habitante en todo ser humano si fluir se le permite, para que sea ajena a la indiferencia, a la vez que recuerda que el corazón del indiferente comparte la barbarie. Estos BOCETOS, pues, son un ¡¡alerta!!, ya que no ha de olvidarse que también «nuestro corazón reposa sobre un pedestal de barbarie» (W. Benjamin); pero, si nuestra mente se refleja con rostro ético, ha de bregar frente a la crueldad y explicitarse empática dejando manar las cuotas de mansedumbre, misericordia y compasión para con el débil. «Por definición no puedes ponerte al lado de los que hacen la historia, afirma A. Camus, sino al servicio de quienes la sufren»; en consecuencia, ante el clamoroso drama que se ofrece en las playas europeas, valga, también, la propuesta del novelista argelino-francés: «Llegado el momento se ha de elegir entre la complacencia y la acción». Juan Martínez, el creador, elige la acción mediante la modalidad de BOCETOS para denunciar y posicionarse y a la vez, dado que el boceto es una expresión pictórica pretendidamente incompleta, con tal elección, dado que la pintura exige «con-templación», invita al espectador a participar e implicarse ante el drama humano que percibe, a ultimar el dramático boceto presentado, a elegir.

Juan Martínez, aquí y una vez más, elige, apuesta y se compromete mediante la denuncia y la delación de esta desmesura (hybris) inhumana; frente a la ocultación, abre una ventana en un mar infinito, a sabiendas de que lo más noble del hombre se manifiesta frente a la no resignación ante cualquier esclavitud; si tras la negación habita la afirmación, refleja su apuesta por la posibilidad de habitar la Matria-Tierra y que el piélago satánico tarde en recibir lo que aún no le corresponde: vidas jóvenes anegadas por sueños de esperanza truncados.

Rogelio Blanco

 

Un dibujo de una ventana

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Una bolsa de papel

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Todas las imágenes son bocetos de 30 x 20 cm. Trabajos preparatorios sobre el tema Transparente como la muerte. (Documentos realizados por el fotógrafo François Bertin).

 

Acceso al documental Juan el intranquilo (2022), de Frédéric Gonseth y Catherine Azad: https://vimeo.com/727543958/e77d01e71b?share=copy

Sitio web

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Cómo citar este artículo: Martínez, J. y Blanco, R. (2024). Juan Martínez. TSN. Transatlantic Studies Network, (17), 133-148. https://doi.org/10.24310/tsn.17.2024.20121. Financiación: este artículo no cuenta con financiación externa.