Arquitectura filhispana
Filhispanic Architecture
Javier Galv�n Guijo
Arquitecto y director del Instituto Cervantes en Manila (Filipinas)
Un recorrido por la arquitectura del archipi�lago filipino durante la �poca en la que perteneci� a la monarqu�a hisp�nica. Para ello revisitaremos la tesis doctoral no publicada Arquitectura y urbanismo de origen espa�ol en el Pac�fico occidental, que el autor del art�culo defendi� en la Escuela T�cnica Superior de Arquitectura de Madrid en 2004. El art�culo hace un recorrido tipol�gico (en el que destacan los ejemplos conservados de los distintos tipos funcionales: militar, religioso, civil) y geogr�fico por las distintas regiones con destacada arquitectura de la �poca espa�ola. Concluye con una bibliograf�a b�sica sobre este tema.
Palabras clave
Arquitectura, filhispana, colonial, barroco, Manila, Filipinas
A tour of the architecture of the Philippine archipelago during its time of belonging to the Hispanic monarchy. To this end, we will revisit the unpublished doctoral thesis Architecture and Urbanism of Spanish Origin in the Western Pacific, which the author of the article defended at the School of Architecture of Madrid in 2004. The article makes a typological journey, highlighting the preserved examples of the different functional types: military, religious, civil. As well as a geographical one, through the different regions with outstanding architecture from Spanish Period. To conclude with a basic bibliography of the topic.
Keywords
Architecture, colonial, baroque, Manila, Philippines
Vamos a hacer un recorrido por la arquitectura del archipi�lago filipino durante su �poca de pertenencia a la monarqu�a hisp�nica. Para ello revisitaremos la tesis doctoral no publicada Arquitectura y urbanismo de origen espa�ol en el Pac�fico occidental, que quien esto escribe defendi� en la Escuela T�cnica Superior de Arquitectura de Madrid en 2004.
Introducci�n
A la llegada de los espa�oles a Filipinas en 1521, no hab�a en el archipi�lago una sociedad evolucionada como para producir agrupaciones urbanas estructuradas o edificios con vocaci�n que no fuera la meramente utilitaria. Esto no quiere decir que no existieran construcciones aut�ctonas de gran inter�s, adaptadas a las condiciones del lugar: las bahay na cubo, levantadas sobre pies derechos de madera y construidas con materiales de inmediata obtenci�n (madera, bamb�, nipa y cog�n)[1]; de planta cuadrada, con cubierta piramidal de acusadas pendientes, se pueden ver �quiz�s no muy diferentes a las que encontraron los primeros espa�oles� en zonas del pa�s m�s o menos remotas y alejadas de los grandes n�cleos urbanos, donde la poblaci�n conserva su modo de vida ancestral.
En una primera etapa de conquista y ocupaci�n del territorio, que corresponder�a aproximadamente al �ltimo tercio del siglo XVI, se fundan y trazan las ciudades m�s importantes �seg�n el modelo de las Leyes de Indias�, que comienzan a ser edificadas con los materiales mencionados anteriormente y que acaban siendo en gran parte de los casos pasto de las llamas. Baste recordar el incendio de Manila subsiguiente a la invasi�n del pirata chino Li-Ma-Hong en fecha tan temprana como 1574 o los posteriores de 1579 y 1583, que pr�cticamente destruyeron la ciudad.
Soldados y monjes colonizan Filipinas y crean ciudades, construyendo edificios con vocaci�n de pervivencia. El jesuita Antonio Sede�o es considerado el promotor de la construcci�n en piedra, pues ense�a a los ind�genas a labrarla y asentarla. Los primeros a�os del siglo XVII ven como las ciudades comienzan a poblarse de edificios de piedra y ladrillo con cubiertas de teja, construidos a semejanza de los de Espa�a, Am�rica y habr�a que a�adir China. Resistentes al fuego, su comportamiento frente a las sacudidas del terreno �tan frecuentes en Filipinas� no era el adecuado, como qued� demostrado tras el terremoto de 1645, que destruy� casi por completo la primera Gran Manila que edificaran los espa�oles a la europea, utilizando ya la piedra, tras poner en explotaci�n canteras como las de Guadalupe, Meycauayan o Mariveles.
Siguiendo una especie de m�todo de prueba y error, a lo largo de los a�os esa arquitectura fue adapt�ndose a las exigencias de los se�smos, achaparrando sus proporciones, masificando sus muros y exagerando sus contrafuertes, as� como aligerando las estructuras en su parte superior e introduciendo refuerzos; en definitiva, tratando de recuperar la elasticidad y capacidad de respuesta de las ligeras construcciones aut�ctonas. En sinton�a con numerosas zonas de Am�rica igualmente s�smicas, en el XVII y el XVIII se va desarrollando una arquitectura mestiza, para cuya definici�n ha tenido �xito el t�rmino acu�ado por Pal Keleman en 1951: earthquake baroque.
No obstante, en el siglo XIX otros dos devastadores se�smos, en 1863 y 1880, destruir�an gran parte de Manila. La preocupaci�n por la seguridad de las edificaciones se har�a patente tras este �ltimo terremoto, y tuvo como consecuencia la redacci�n por parte de la Junta Consultiva de Obras P�blicas de las Reglas para la edificaci�n en Manila, dictadas a consecuencia de los terremotos de los d�as 18 y 20 de julio, que pudieran constituir un c�digo edificatorio pionero en su g�nero. Adem�s de incendios y terremotos, no hay que olvidarse de los tifones que estacionalmente asolan las islas ni de la enorme agresividad de su atm�sfera tropical.
En 1711 se crear�a en Espa�a el cuerpo de Ingenieros Militares. Con anterioridad, en 1705, aparece en Manila, procedente de Cuba, de donde era natural, Juan de C�scara, que, adem�s de reorganizar las defensas de Cavite, Iloilo y Manila, ser�a el autor de las trazas de la catedral de Ceb�. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XVIII no se cubre de forma permanente y continua la plaza de ingeniero militar del archipi�lago, cuyos ocupantes estar�an dedicados de manera fundamental a mejorar las fortificaciones de las plazas m�s importantes. La presencia de arquitectos �de carrera� es mucho m�s tard�a, ya muy entrado el XIX, de modo que la autor�a de algunos de los edificios m�s emblem�ticos �incluso en las postrimer�as de la �poca espa�ola� se debe a ingenieros.
En la segunda mitad del XVIII es cuando se construyen la mayor parte de las iglesias m�s importantes que han llegado hasta nosotros. Las reformas econ�micas introducidas por el esp�ritu ilustrado en las islas permitieron una actividad constructiva que se extendi� por todo el pa�s, a diferencia de �pocas anteriores, en las que tal actividad se ce��a b�sicamente a Manila[2].
A lo largo del siglo XIX va cristalizando una peculiar y depurada arquitectura civil y dom�stica, fruto del mestizaje de unos tipos coloniales que van adapt�ndose a las condiciones locales y la aparici�n de una burgues�a que se desarrolla en �poca de libertad de comercio y de mayor facilidad en las comunicaciones, en la que Filipinas pasa a depender directamente de la metr�poli �al independizarse M�xico� y en la que se acometen desde el Ministerio de Ultramar numerosas obras de infraestructura que hacen de Manila una ciudad moderna, la m�s �europea� de Asia y en la que la construcci�n se ve ya sometida a unos controles administrativos y facultativos y, en definitiva, a una administraci�n moderna.
A pesar de la penuria de �t�cnicos cualificados� durante una gran parte de la �poca de la presencia espa�ola, hay que considerar una serie de figuras, arquitectos de facto, que jugaron un papel primordial en la construcci�n de los primeros edificios filhispanos. Del jesuita padre Antonio Sede�o, ya citado, parece ser (seg�n el historiador fray Juan de la Concepci�n) la traza de la primera fortificaci�n de Manila: el fuerte de Nuestra Se�ora de Gu�a.
Fray Juan Antonio de Herrera no es personaje hist�rico, sino figura cuya aparici�n en Filipinas y muerte a pie de obra se sumerge en la bruma de la leyenda. Lego agustino, tomar�a los h�bitos y marchar�a a Filipinas al conmut�rsele la pena de muerte por haber matado a un hombre en un duelo en Espa�a, del que fuera testigo, de inc�gnito, el propio Felipe II, que le otorgar�a tal gracia al descubrirse que el reo era nada menos que hijo del arquitecto de El Escorial, el gran Juan de Herrera. Se dice de �l que fue el principal art�fice de la iglesia de San Agust�n de Manila[3], en cuya obra morir�a al enganch�rsele el rosario que portaba colgado del cuello en un andamio. Se dice que trabaj� tambi�n en otra gran obra agustina situada cerca de Manila: el monasterio de Guadalupe.
Arquitectos en sentido estricto o no, los nombres de estos frailes, a los que habr�a que a�adir el del jesuita padre Campi�n �arquitecto de la segunda iglesia de San Ignacio, en la tercera d�cada del siglo XVII, magn�fica a juzgar por los testimonios gr�ficos y escritos que nos han llegado�, podr�an figurar junto al de insignes religiosos �quiz�s sin sus profundos conocimientos estil�sticos y depurada t�cnica� en la historia de la arquitectura espa�ola, como los jesuitas hermano Bautista, Francisco Cabezas, fray Lorenzo de San Nicol�s o el carmelita fray Alberto de la Madre de Dios.
En el XVIII encontramos un buen grupo de frailes arquitectos cuyos nombres tambi�n han trascendido por la brillantez de sus empresas, como los dominicos Forto y Lobato; al primero se le atribuye la autor�a de la iglesia de Tumauini y al segundo la de Tuguegarao, ambas en el valle del Cagay�n. Este �ltimo adem�s fabric� los hornos para hacer los ladrillos y otras piezas cer�micas de la iglesia de esa ciudad y probablemente de otras muchas en el valle. De los agustinos cabe destacar al padre Bermejo, autor de la espl�ndida iglesia de Boljoon y de todo el sistema defensivo del sur de Ceb�. Tambi�n a fray Albarr�n, autor de un tratado de arquitectura aplicado a Filipinas que se conserva en el Archivo de los Agustinos en Valladolid. Destacable asimismo es el jesuita Uguccioni, a quien se debe la intervenci�n que dar�a lugar a la quinta catedral de Manila. De todos ellos hablaremos a lo largo del presente trabajo.
San Agust�n (Manila). Comp�s y fachada de la iglesia. (Foto: Javier Galv�n Guijo).
Junto a frailes y soldados, hay que considerar como art�fices de gran parte de esta arquitectura a los llamados maestrillos o alarifes, personajes autodidactas en la mayor�a de los casos filipinos o chinos, como Juan de Mazo. Quiz�s hasta 1880, cuando se impone una normativa de control en la edificaci�n, estos constructores ejercieron como arquitectos e ingenieros, y en muchos casos sin que sus obras desmerecieran frente a las de aquellos.
Como era muy escasa la poblaci�n espa�ola en las islas, hay que pensar que la mano de obra estaba constituida en su pr�ctica totalidad por nativos, sangleyes �poblaci�n de origen chino� y tambi�n, probablemente en los primeros a�os, por japoneses. Ellos aportaron su peculiar forma de entender las directrices dadas por unos �directores de obra� que a su vez interpretaban o recordaban �rdenes, formas y proporciones basadas en la tradici�n cl�sica. Ello da lugar a un peculiar mestizaje o indigenismo que dota de particular frescura y encanto na�f a esta arquitectura que, por sus m�ltiples influencias, se ha considerado una arquitectura de s�ntesis.
Aunque el patrimonio arquitect�nico filhispano se ha perdido en gran medida, la sensaci�n inicial que se puede tener de que son pocos los ejemplos conservados es altamente enga�osa. Ciertamente, la arquitectura de las ciudades, Manila y Ceb� sobre todo, se perdi� de forma irremisible en un alt�simo porcentaje, pero por todas las islas, en lugares f�cilmente accesibles y tambi�n en otros enormemente remotos, es todav�a posible encontrar varios cientos de estructuras arquitect�nicas que se remontan a la �poca espa�ola, muchas de ellas en peligro inminente de desaparici�n, pero que todav�a constituyen un corpus significativo, testimonio de un per�odo crucial de la historia de Filipinas. No existe todav�a un cat�logo o inventario general de bienes arquitect�nicos en Filipinas, si bien la gran mayor�a de estructuras hist�ricas est�n ya, de una u otra forma, identificadas. Lo precario del sector p�blico, y la falta de cultura de conservaci�n y restauraci�n en el pa�s, hacen que esa posible �y necesario� catalogaci�n de �mbito nacional se vea ahora factible, m�s como suma de iniciativas privadas de tipo acad�mico que como proyecto de las administraciones p�blicas.
Vamos a hacer ahora un breve y condensado recorrido por la arquitectura filipina, siguiendo la cl�sica divisi�n funcional: arquitectura militar, religiosa, civil, dom�stica� Una mera pincelada que d� una idea general y aproximada de la riqueza y complejidad de un patrimonio del que, cual iceberg, solo se ha abordado con rigor el estudio de una peque�a parte.
1. Arquitectura militar
La necesidad de construir fortificaciones en Filipinas, dada su precaria situaci�n defensiva tan lejos de la metr�poli, tan lejos de Am�rica, resultaba obvia casi desde un primer momento. Las amenazas que supon�an las invasiones, posibles y reales, de chinos, holandeses o ingleses �estos �ltimos llegaron a apoderarse de Manila en 1762 y permanecieron all� hasta 1764, en que Espa�a retomar�a su posesi�n a cambio de ceder territorios de Norteam�rica como la Florida� hac�an evidentemente necesaria la construcci�n de fortificaciones para protegerse de ellas. El gobernador G�mez P�rez Dasmari�as, a comienzos de la d�cada de 1590, amuralla Manila, quiz�s seg�n los dibujos de Leonardo Turriano, ingeniero militar que fortificara las Canarias, dando lugar a un recinto amurallado, la m�tica Intramuros, coraz�n de la Manila espa�ola. La morfolog�a urbana de Manila va a venir marcada por su fortificaci�n, de modo que la forma irregular del pol�gono abaluartado de Intramuros ser� una constante en el plano de Manila desde finales del XVI hasta la actualidad.
La traza de la ciudad es a semejanza de la de las ciudades de Am�rica, en damero, con calles trazadas a cordel. El abstracto modelo de tablero de ajedrez se adapta a las condiciones de borde del emplazamiento, siguiendo el modelo urban�stico de colonizaci�n hispana. La topograf�a de Antonio Fern�ndez de Rojas, delineada de 1714 a 1721, que se encuentra en la secci�n cartogr�fica del Museo Brit�nico de Londres, es quiz�s el documento m�s emblem�tico, que no el m�s antiguo que se conserva �que es el de fray Ignacio Mu�oz, conocido como mapa del Centenario�, de la antigua Manila.
La fortificaci�n de Manila cabe considerarla como un sistema abaluartado bastante pionero, a pesar de las enormes dificultades que planteaba su ejecuci�n. Pi�nsese en Veracruz o Cartagena de Indias, cuyas murallas se construyen entrado el XVII.
A lo largo del siglo XVII se realizan continuamente obras de reparaci�n y mejora, que cada gobernador efect�a seg�n su propio criterio, lo que da lugar a una gran heterogeneidad en la fortificaci�n. T�ngase en cuenta que no habr�a ingeniero alguno en Manila hasta la llegada de Juan de C�scara en 1705. Las mayores obras que se acometen en el siglo las lleva a cabo el gobernador Sabiniano Manrique de Lara (1653-1663). Del continuado proceso de construcci�n y renovaci�n de las murallas de Manila hay abundante informaci�n en los archivos espa�oles, que ha estudiado y publicado la profesora D�az Trechuelo.
Tras la ocupaci�n inglesa (1762-1764), se acometen nuevos proyectos de fortificaci�n. Se suceden los ingenieros Juan Mart�n Cerme�o, Miguel Antonio G�mez, Feliciano M�rquez y Dionisio O�Kelly, siendo continuas sus quejas sobre la idoneidad del sistema de defensa, cuyas deficiencias hab�an resultado patentes en el asedio ingl�s. Bajo el mandato del gobernador Basco y Vargas (1778-1787), el ingeniero Tom�s Sanz construye la Nueva Puerta Real (1781), la del Postigo (1783) y la de Santa Luc�a (1784), cuyos proyectos se conservan en el Archivo General de Indias de Sevilla.
En el sistema defensivo de Manila, la llave del archipi�lago, jugaba un papel fundamental Cavite, el aut�ntico puerto de la bah�a de Manila, ya que la barra formada por el r�o Pasig en su desembocadura hac�a inviable la entrada de buques de cierto calado en la ciudad. Era Cavite tambi�n el astillero de construcci�n de gran parte de los galeones de la ruta de Acapulco. Tan estrat�gica localizaci�n fue defendida desde temprano momento por el desaparecido castillo de San Felipe.
Intramuros, el centro hist�rico de Manila, fue literalmente arrasado en la Segunda Guerra Mundial. Si el casco se perdi� para siempre, salvo la iglesia de San Agust�n y poco m�s, el contenedor de ese recinto hist�rico, obviamente da�ado, sobrevivi� al desastre y, en muchos puntos restaurado, podemos admirarlo en la actualidad. El per�metro de Intramuros, de casi cuatro kil�metros de extensi�n, se conserva �ntegro, salvo en un tramo de unos quinientos metros de longitud. Constituye, por tanto, uno de los ejemplos mejor conservados y de mayor extensi�n del sistema abaluartado que ejemplifica el ideal renacentista de ciudad fortificada, solo superado quiz�s por Cartagena de Indias.
Pero Intramuros no es el �nico testimonio de ciudad fortificada en Filipinas que ha llegado hasta nosotros. Aunque con mucha menor entidad, es muy notorio el caso de Daang Lungsod �que fuera ciudad fortificada en el sur de Ceb�, cerca de la actual Oslob�, de la que se conservan las murallas y cinco torreones.
Tambi�n en Manila, algo alejado de Intramuros, engullido por la meg�polis, se levanta el fuerte de San Antonio Abad, cuyo origen data de 1584, que fue capturado por los ingleses en 1762, donde se hicieron fuertes y desde donde lanzaron la toma de Intramuros.
En otros lugares de Filipinas se conservan magn�ficas piezas de este tipo de fortificaciones, como el fuerte de San Pedro, de planta triangular, en la ciudad de Ceb� o el de Nuestra Se�ora del Pilar, en Zamboanga, que junto al desaparecido fuerte de San Pedro en Iloilo �solo quedan algunos vestigios� constitu�an ejemplos del sistema de fortificaci�n abaluartada, tan extendido desde tiempos de Felipe II por todos los territorios de la corona. La piedra volc�nica[4] con la que est�n construidas muchas de estas fortificaciones nos hace recordar otras no solo americanas, sino tambi�n de las costas canarias, como el castillo de San Gabriel en Arrecife de Lanzarote o los de la Luz y San Roque en Las Palmas.
Por toda la geograf�a filipina podemos encontrar construcciones de car�cter militar. Caben destacar los ejemplos de torres vig�a que se levantan en puntos de la costa �sobre todo en Visayas� y no pocas torres de iglesias que cumpl�an esa misi�n defensiva. Tambi�n aut�nticas iglesias fortaleza y recintos amurallados con iglesia en su interior. El jesuita Ren� Javellana ha acometido el estudio de las fortificaciones filipinas en su obra Fortress of Empire. Entre los ejemplos m�s interesantes de torres costeras destacar�amos las siguientes: Sulvec y San Esteban (Ilocos Sur), Guimbal (Panay), Luna (La Uni�n), todas ellas de planta circular, la de Maribojoc (Bohol), de planta triangular, y la ataludada de Gumaca (Quezon), de planta cuadrangular.
Muchas de las iglesias de Filipinas serv�an tambi�n como refugio para la poblaci�n ante los ataques de los piratas musulmanes procedentes de Mindanao y de Jol�. Una de las que m�s acusan en su fisonom�a ese car�cter militar es la de Mia-gao, en la isla de Panay, incluida en la lista de Patrimonio Mundial. Muy interesante y particular es el caso de Capul (S�mar), cuya iglesia est� �inscrita� en un fuerte. Otro ejemplo de iglesia imbricada en un fuerte es el de la isla de Cuyo, al norte de Palaw�n.
De forma an�loga, los campanarios de no pocas iglesias no solo serv�an como tales, sino tambi�n, aislados y en situaci�n topogr�ficamente prominente, como atalayas desde las que se pod�a otear el horizonte y prevenir posibles ataques. Dicha funci�n parece bastante clara en casos como los de Bantay (Ilocos Sur), Panglao y Dauis (Bohol), Boljoon (Ceb�), Siquijor (Siquijor), Dumaguete (Negros) o Samboan (Ceb�).
2. Arquitectura religiosa
La evangelizaci�n de las Filipinas fue llevada a cabo, al igual que ocurriera en M�xico, por las �rdenes religiosas de los agustinos, dominicos, franciscanos y jesuitas fundamentalmente, reemplazados estos �ltimos, tras su expulsi�n, por los recoletos. Adem�s de los grandes templos y conventos que las �rdenes edifican en Manila �que acog�an a las remesas de misioneros llevados a Manila por el Gale�n de Acapulco antes de ser distribuidos en su misi�n evangelizadora por todo el archipi�lago�, sembrar�an las islas de un gran n�mero de conventos e iglesias, algunas de ellas imponentes, incluso en peque�os pueblos, muchos de los cuales han resistido el paso del tiempo, de guerras, de terremotos y de tifones y han llegado hasta nosotros, a veces muy mutilados y deteriorados. El poder de penetraci�n de los misioneros fue asombroso, pues llegaron a las m�s remotas islas y confines. Desde el punto de vista de la ordenaci�n del territorio, su misi�n fue fundamental, pues crearon una red de pueblos, germen del tejido urbano de todo un pa�s.
������������ San Agust�n (Manila). Fachada posterior del monasterio. (Foto: Javier Galv�n Guijo).
El germen, a su vez, de cada uno de los pueblos lo constitu�a la iglesia o, mejor dicho, el complejo eclesial, constituido por la iglesia propiamente dicha, el convento �o casa del cura, rara vez de m�s de uno� y el atrio, cercado a modo de plaza. El esquema es muy similar al de la evangelizaci�n mexicana, lo que Gloria Espinosa llama �arquitectura de la conversi�n�[5]. En Filipinas no se dan las capillas abiertas mexicanas y en contadas ocasiones las capillas posas[6]; s� los cruceros en el centro de los atrios, al menos en origen. Elemento caracter�stico de la arquitectura religiosa filipina que no se encuentra de forma tan generalizada en otras latitudes del mundo hisp�nico es el campanario, que aparece con identidad propia �aunque no siempre� separado de la iglesia.
Es, sin duda, la iglesia filipina de los siglos XVII y XVIII el elemento m�s emblem�tico de su patrimonio arquitect�nico. Llama la atenci�n la homogeneidad de los complejos eclesiales filipinos. Bien es cierto que cada regi�n tiene sus peculiaridades, debidas m�s al hecho de repetir en cada caso el modelo m�s pr�ximo que al de pertenecer a una orden determinada. La tesis de que cada orden religiosa pudiera tener su propia arquitectura no resulta s�lida. Edificios de la misma orden en diversas localizaciones geogr�ficas son tan diferentes como los de distintas �rdenes. En cualquier caso, las diferencias no son muy acusadas. Podr�amos definir incluso un arquetipo de complejo eclesial, con la iglesia, de planta sencilla rectangular o de cruz latina, flanqueada por la torre campanario exenta �o casi� a un lado y el convento al otro, sin soluci�n de continuidad entre la fachada de este y la de la iglesia. Si recorremos la geograf�a filipina, comprobaremos c�mo se repite este esquema con algunas variaciones. Conseguida la forma que se adecuaba a la funci�n, �por qu� cambiarla?
Hagamos ahora un somero recorrido por algunas zonas filipinas que conservan original arquitectura religiosa[7].
En Metro Manila
Pocos ejemplos de arquitectura religiosa podemos a�adir al de San Agust�n, en Manila. Fuera de la muralla encontramos algunas iglesias, pertenecientes a los barrios o pueblos que rodeaban la capital, englobados hoy en Metro Manila, que se compone de dieciocho municipios. Dentro del municipio manilense destacan la iglesia de Malate, la de Binondo �el barrio chino extramuros, fundado en 1596�, la de Santa Ana de Sapa o la iglesia de Santa Cruz, con su interesante torre de apariencia china. Otros templos en otros municipios son el de San Pedro en Makati, con su fachada curva; la iglesia de Guadalupe, en el mismo municipio que la anterior; las de Tondo, Malab�n y Las Pi�as, esta �ltima con su famoso �rgano de bamb�; y las de Pateros y Taguig. En este �ltimo municipio, escondida entre la jungla urbana, encontramos, en el barrio de Tipas, una peque�a iglesia, la de San Juan Bautista, que constitu�a probablemente una visita de la parroquia de Taguig[8]. Tambi�n deben mencionarse las iglesias de San Juan del Monte (dominicos) y San Francisco del Monte (franciscanos); junto a esta �ltima se levanta un convento con interesant�simo claustro.
San Agust�n
La orden agustina ocupar�a desde un primer momento una posici�n de privilegio en la traza de Manila gracias a la presencia de Urdaneta y otros cuatro agustinos en la expedici�n de Legazpi. La iglesia de San Agust�n es el �nico edificio de Intramuros que no ha sucumbido a los estragos de invasiones, fuegos y terremotos. Es un mito, el buque insignia de toda esta arquitectura. Tras tres templos erigidos con anterioridad �destruidos por sendos incendios�, el actual, ya en piedra, se comienza en 1591 y se termina en 1604.
Para algunos la pervivencia de San Agust�n es cuesti�n puramente milagrosa; otros la atribuyen a una hipot�tica cimentaci�n en forma de b�veda invertida, que har�a que el edificio se comportara como un barco durante los se�smos. Para el autor de este trabajo, el milagro quiz�s est� en su planta vignolesca: San Agust�n es como una gran caja, en la que masas y rigideces est�n distribuidas con simetr�a y en la que la nave queda arriostrada por las capillas laterales. Planta, secci�n y volumetr�a podr�an tomarse como ejemplos para un manual de normas constructivas frente a se�smos: la planta y las torres se parecen mucho a las de San Isidro de Madrid, que es posterior. Las plantas siguen ambas el modelo jesu�tico por excelencia, la iglesia del Ges� de Roma, obra del arquitecto Vignola. En las torres, inexistentes en el Ges�, se sigue el modelo herreriano de la iglesia del monasterio de El Escorial o de la catedral de Valladolid. Las torres, evidentemente, no son aconsejables en zonas s�smicas y San Agust�n, en efecto, ya perdi� una de las suyas.
������������ Iglesia de San Agust�n en Paoay (Ilocos Norte). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
No parece descabellado hablar de influencia jesu�tica en esta iglesia agustina; de hecho, la primera iglesia en piedra de los jesuitas en Manila, Santa Ana, se termina en 1596 �a traza de la que tiene la casa de Roma�, seg�n nos dice el cronista padre Diego S�nchez, que afirma que es la mejor iglesia que tiene la Compa��a en estas islas y en toda la Nueva Espa�a. Con seguridad intervendr�a en ella el padre Sede�o. �No influir�a esta magn�fica iglesia, as� como el omnipresente padre Sede�o, en San Agust�n?[9] �No aprender�an los art�fices de San Agust�n la lecci�n de la b�veda de Santa Ana, que se hundi� con el terremoto de 1599, y dispondr�an en su lugar una mucho m�s rebajada para su iglesia?
San Agust�n es un templo del Barroco, pero del Barroco severo de los Austrias �t�rmino acu�ado por Fernando Chueca�, que sigue el modelo de El Escorial. Con sotocoro, n�rtex y torres herrerianos en planta vignolesca[10]. Su imafronte pentagonal, que da frente al caracter�stico atrio en rinconada de la trama de Intramuros, se puede relacionar con el del Patio de los Reyes en El Escorial (Herrera) y con el de las iglesias carmelitanas en general.
������������ Iglesia de San Vicente Ferrer en San Vicente (Ilocos Sur). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
Al interior, la decoraci�n de la b�veda con pinturas trompe l�oeil de artistas italianos del siglo XIX enmascara la decoraci�n original, de mayor potencia e inter�s. Adem�s de su arquitectura propiamente dicha, cabe destacar sus puertas de madera tallada con motivos agustinianos, como la figura de un san Agust�n orientalizado; el hermoso p�lpito octogonal, prototipo tal vez de muchos otros p�lpitos filipinos; la espl�ndida siller�a del coro; el �rgano; y el facistol. Pero San Agust�n no es solo la iglesia: el complejo monacal agustiniano comprend�a una serie de edificaciones agrupadas en torno a dos patios interiores. De sus cruj�as centenarias han pervivido las que junto a la propia iglesia conforman el claustro �de dos plantas� construido con piedra volc�nica �como las murallas�, b�vedas de medio punto y una magn�fica escalera de granito[11].
Binondo
La iglesia de este pueblo de poblaci�n china, fundado en 1596,[12] ha llegado hasta nuestros d�as al menos con sus muros y torre en muy buen estado. Su imagen ha sido repetida algo cambiante en numerosos grabados; uno del siglo XIX nos revela que la torre ten�a un cuerpo m�s y cubierta piramidal. Diego Aduarte, en 1640, lo califica de hermos�simo templo. Constitu�a un padrastro formidable cuya demolici�n es repetidas veces solicitada por las autoridades encargadas de la defensa de Manila, incluso antes de terminarse[13]. T�pica fachada manile�a, como la de la desaparecida iglesia del convento de San Francisco, caracterizada por las torrecillas laterales, el pi��n trapecial coronado por hornacina, �culos octogonales y columnas pareadas. La torre, de planta octogonal, coronada por c�pula, con ventanas tabern�culo y balaustradas en cada uno de sus cinco pisos, hecha de ladrillo, nos recuerda a la que tuvo la catedral de Manila y a la que sigue teniendo la catedral de Vigan. La cubierta de la nave asoma por detr�s de la fachada, extra�o efecto producido al aumentar la altura del templo.
Malate
Como siempre ocurre en Manila, la primitiva iglesia �que al estar situada extramuros constitu�a un padrastro importante y lleg� a servir de base a los ingleses en su asedio a Manila� fue destruida y reconstruida en repetidas ocasiones. Sencilla, de una sola nave, Marco Dorta ve en ella influencias mexicanas en claraboyas y columnas helicoidales, y la relaciona con la catedral de Aguascalientes. Encontramos huecos ochavados similares a los de Malate en no pocas iglesias mexicanas, de las que quiz�s las m�s conocidas sean las de Tepotzotlan y la Profesa, en M�xico D. F.
San Sebasti�n
Esta iglesia de los Agustinos Recoletos, levantada en Quiapo tras la destrucci�n de las dos anteriores en los terremotos de 1863 y 1880, supuso un avance tecnol�gico que, dadas las circunstancias de espacio y tiempo, hay que considerar muy espectacular. No solo su estructura, sino sus paredes y hasta la plementer�a de sus b�vedas est�n realizadas con piezas met�licas. El dise�o, obra del ingeniero Genaro Palacios, fue aprobado en 1883 y presentado en la �Exposici�n de las islas Filipinas�, celebrada en Madrid en 1887, y su ejecuci�n fue adjudicada a la empresa belga Societ� Anonyme d�Enterprises de Travaux Publics en 1886. Es tal vez la �nica iglesia, en todo el mundo, realizada enteramente con piezas met�licas.
Fue �prefabricada� completamente en B�lgica, y sus piezas se trasladaron en barco hasta Manila, donde fue montada por operarios belgas y personal local. Es, en palabras del agustino recoleto Jos� Mar�a Mart�nez, hija del neog�tico y la Revoluci�n Industrial. Su planta es rectangular, de tres naves sin crucero, y caracterizan su volumen las torres rematadas por flechas y el cimborrio octogonal. El interior es asombroso, gracias en parte al efecto espectacular de las pinturas que imitan m�rmol y jaspe, obra del artista Lorenzo Rocha, y al de las vidrieras, de la firma alemana Henri Oidtmann. Su implantaci�n en la irregular trama urbana, con su fachada lateral que da frente a la plaza del Carmen, cerrando la perspectiva de la calle Hidalgo pero sin ser centro focal de eje alguno, acrecienta el inter�s de su percepci�n, lo que hace m�s cre�ble su vocaci�n medievalista.
Santa Ana
La ciudad de Santa Ana de Sapa fue fundada en 1578 y fue el primer lugar fuera de Intramuros en el que se estableci� una misi�n (de los franciscanos). La iglesia actual data de 1720, y su construcci�n se atribuye �al igual que la del convento anexo� al superior de los franciscanos padre Vicente Ingl�s, el cual habr�a llevado desde Valencia una r�plica de la imagen de Nuestra Se�ora de los Desamparados, a quien est� dedicado el templo. Dicha imagen �una de las m�s antiguas y veneradas en Filipinas� preside la iglesia desde un excelente retablo barroco, uno de los mejores de Filipinas. Muy interesante es la sacrist�a, situada detr�s del altar.
Excavaciones realizadas en los a�os sesenta del siglo pasado han demostrado que el lugar en el que se levanta la iglesia ya era utilizado para enterramientos unos cuatro siglos antes de la llegada de los espa�oles. Como otras muchas fundaciones franciscanas, Santa Ana tiene un hermoso claustro, muy filipino con ventanas de capiz, al que se abren las distintas dependencias del convento.
Guadalupe
La iglesia de Guadalupe, en San Pedro de Makati, formaba parte de un imponente complejo monacal de planta cuadrada en torno a un gran patio interior fundado en 1599. Fue en sus comienzos una domus formata de la orden agustiniana, bajo la advocaci�n de Nuestra Se�ora de Gracia. En 1604 una imagen de la Virgen de Guadalupe fue llevada desde Extremadura. Se dice que fue construida por Juan Antonio de Herrera �antes de intervenir en San Agust�n�, aunque para algunos este no es un personaje hist�rico y atribuyen su autor�a a Juan Mac�as. La iglesia fue concluida en 1629, y soport� los terremotos de 1645, 1658, 1754 y 1863, si bien en 1880 perder�a algunos contrafuertes y la b�veda. En 1762 fue objeto del vandalismo de la ocupaci�n inglesa. En 1899, durante la guerra entre filipinos y norteamericanos, estos incendiaron iglesia y monasterio, y desde entonces esta estructura fue conocida como la Queen of Ruins. Durante la Segunda Guerra Mundial se convirti� en campamento de los japoneses. En 1950 las ruinas del monasterio fueron demolidas para dejar paso a la construcci�n de un seminario, y sus piedras fueron utilizadas en la en�sima reconstrucci�n de la catedral de Manila. Por tanto, solo quedaron las paredes �bien conservadas� de la antigua iglesia, de la que se volvieron a hacer cargo los agustinos en 1970, que acometieron su restauraci�n.
En Ilocos
El trabajo de Benito Legarda[14] fue el primer intento �todav�a no superado� de dar a conocer las iglesias de Ilocos, una de las regiones que presentan una mayor densidad de edificios hist�ricos de inter�s. Son en general de planta muy sencilla, rectangular de una sola nave, de gran longitud y sin transepto. Disponen de escaleras exteriores, talladas en contrafuertes, que permit�an el acceso a la cubierta. Elementos decorativos t�picos son los escudos agustinianos y motivos de origen chino como los fu dogs[15]. En no pocos casos hay cabeceras planas con contrafuertes, presentes siempre en los laterales, que llegan a alcanzar enormes dimensiones en algunas ocasiones, como en Paoay.
Lo m�s caracter�stico de estas iglesias probablemente sea la torre campanario, que frecuentemente aparece aislada, como un campanile italiano. Se suele decir que la torre se separa de la iglesia para evitar que, en caso de colapso en un terremoto, caiga encima de la cubierta de la nave. Esta medida ser�a efectiva siempre que la torre se desmoronase sobre su pie, pero, si la torre cayera toda ella en direcci�n a la nave, la alcanzar�a, pues la distancia entre iglesia y torre suele ser inferior a la altura de esta. �Por qu� no se emplea esta soluci�n con m�s profusi�n en otras regiones igualmente s�smicas? El origen del car�cter exento de estas torres hay que buscarlo m�s en las pagodas chinas; sin olvidar su funci�n de atalaya, bastante obvia, dada su situaci�n topogr�fica, en torres como las de Bantay y Santa Mar�a.
Iglesia de Santo Tom�s de Villanueva en Miagao (Iloilo). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
Las torres suelen ser de tres cuerpos separados por impostas, de planta cuadrada el inferior, que se ochava y retranquea en los dos superiores, resultando as� torres de fuste octogonal, rematadas por c�pula; se abren huecos, con arcos de medio punto, en lados alternos de su per�metro. Se realizan normalmente en ladrillo, para ser revocadas. El tipo descrito se encuentra, con ligeras variaciones, en Vigan, Bantay o Santa Mar�a, si bien en esta �ltima el cuerpo bajo es tambi�n ochavado. En Paoay y Laoag los tres cuerpos son de planta cuadrada, cada uno retranqueado por los cuatro lados respecto al inferior, conforme los muros van disminuyendo de espesor. La de Magsingal tiene cuatro cuerpos, todos de planta octogonal, de tama�os decrecientes y rematados por cubierta piramidal, realizada en piedra de coral al igual que la de Paoay.
La iglesia ilocana est� formada por elementos que se van yuxtaponiendo: la nave; la fachada frontal, que sobrepasa en anchura y altura a la nave que tiene detr�s; los contrafuertes, que cobran vida propia; la torre campanario; y en algunos casos capillas bautismales a modo de capillas posas, cubos casi perfectos rematados por c�pulas que se adosan lateralmente a los pies de la nave, como en Magsingal o Bacarra. Aunque todav�a sea considerable el n�mero de edificios que quedan en pie, algunos son ya ruina, ruskiniana e imponente �como Dingras�, que exhiben magn�ficas f�bricas de ladrillo �material que dej� de utilizarse tras la marcha de los espa�oles� concebidas para ser cubiertas por revocos protectores. Las torres de Bantay y Bacarra constituyen magn�ficos ejemplos de campaniles y tambi�n de ruinas �en buen estado�. Esta �ltima perdi� el remate superior en forma de stupa, similar al de la desaparecida iglesia de los recoletos de Intramuros. En esta �ltima iglesia existe un curios�simo pasadizo subterr�neo que la conecta con el patio del convento adyacente.
En no pocos casos, el estado de conservaci�n de estos edificios es bueno gracias a que en ellos se ha venido celebrando ininterrumpidamente el culto, aunque se hayan producido en no pocos casos alteraciones no deseables. La torre de Magsingal �en piedra de coral� es una de las m�s hermosas y mejor conservadas. La de Laoag, de enorme robustez, muy alejada de la iglesia, es quiz�s la m�s �china�; la de Vigan, la m�s depurada y �espa�ola�.
Adem�s de las ya citadas, no debemos olvidar las iglesias de Sinait, San Vicente �quiz�s la m�s barroca estricto sensu con su fachada curva�, Badoc �con importantes contrafuertes�, Sarrat �con interesantes b�vedas de ladrillo en las ruinas de su convento�, San Nicol�s �con su potente front�n curvo�, Piddig, todas ellas en Ilocos Norte; y Tagudin, Santa Luc�a �con fachada neorrom�nica y potente cimborrio�, Candon, San Esteban, San Juan, Cabugao y Narvacan en Ilocos Sur. Menci�n especial merece en esta provincia la iglesia de Santa Mar�a, declarada �como la de Paoay en Ilocos Norte� patrimonio de la humanidad. Santa Mar�a se levanta sobre una colina y presenta un acceso muy dram�tico por medio de una potente escalinata. A cierta distancia de la iglesia, que ofrece r�tmicos contrafuertes trapeciales de ladrillo laterales y dos circulares en la fachada frontal �todo ello tambi�n en ladrillo�, se levanta un airoso campanario que presenta una acusada inclinaci�n debida al parecer a la inestabilidad de la colina en la que se levanta el templo. Frente a la iglesia, conectado por un corredor elevado a esta, se levanta el convento en una posici�n totalmente inusual. Su depurada arquitectura recuerda a la del vecino palacio episcopal de Vigan, de excelente factura. Completan el peculiar complejo arquitect�nico de Santa Mar�a las ruinas magn�ficas del cementerio, al que se baja por una escalinata situada sim�tricamente con respecto a la que da acceso a la iglesia desde la ciudad.
������������� Iglesias del Patrocinio de Mar�a Sant�sima en Boljoon (Ceb�). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
Al sur de Ilocos, en zona ling��stica ilocana, se encuentra la provincia de La Uni�n, tambi�n evangelizada por los agustinos. En ella quedan templos interesantes, como los de Bauang, San Fernando, San Juan, Bacnotan, Luna, Balaoan �cuya fachada presenta cuatro ejes de columnas pareadas� y Bangar �cuya b�veda est� decorada con pinturas de inter�s�. Cerca de la capital, San Fernando, se encuentran las interesantes ruinas de Pindangan que corresponden a la primera iglesia que tuvo la ciudad.
En el valle del Cagay�n
El r�o Cagay�n discurre por el valle que se abre entre Sierra Madre y la Cordillera Central, en el noreste de la isla de Luz�n, y riega las provincias de Cagay�n, Isabela y Nueva Vizcaya. A lo largo del valle, con el r�o siempre presente, se van sucediendo poblaciones que conservan en mayor o menor medida imponentes iglesias. La arquitectura del valle del Cagay�n es una manifestaci�n bastante elocuente de la manera hispana de colonizar: una colonizaci�n civilizadora, a la romana.
Ser� a los dominicos, llegados a Filipinas en 1587, a quienes incumba la evangelizaci�n de Cagay�n. De la importancia inicial de esta regi�n en el proyecto evangelizador da prueba el hecho de que Lal-lo, en el norte del valle, sea una de las cuatro sedes episcopales con que contaba el archipi�lago, la de Nueva Segovia.
Para el estudio de la interesante arquitectura de esta zona, es obligado remitirse a un trabajo de Benito Legarda[16] en el que propugna la existencia en la arquitectura de las iglesias del valle de un estilo propio bien diferenciado del de otras regiones del archipi�lago, el estilo Cagay�n; esa unidad de estilo ser�a consecuencia de la unidad geogr�fica del territorio y de la concentraci�n de la actividad constructiva en un per�odo relativamente corto de tiempo, el �ltimo tercio del siglo XVIII, en el que se levantan la mayor parte de las estructuras que han llegado hasta nosotros. Es en este per�odo en el que los dominicos, que se hab�an centrado con anterioridad en la colonizaci�n de Pangasin�n, van a dar prioridad a la de Cagay�n, donde tendr� lugar un cierto florecimiento econ�mico consecuencia del cultivo de las riberas del r�o y de sus afluentes, que traer� consigo la creaci�n de nuevos pueblos.
En Filipinas resulta aventurado hacer clasificaciones cronol�gicas y estil�sticas de los edificios, ya que las adiciones, renovaciones y reconstrucciones son constantes. Parece sin embargo bastante l�gica, siguiendo la t�nica marcada por Legarda, la siguiente agrupaci�n cronol�gica de los edificios que total o parcialmente han llegado hasta nosotros. Podemos distinguir un primer grupo de iglesias, construidas en el XVII, como Malahueg, Nassiping y Lal-lo, al que habr�a que a�adir Buguey y las ruinas de Pata. Un segundo grupo, el de las construidas en la primera parte del XVIII: Pamplona, la ermita de San Jacinto en Tuguegarao, Cabagan Viejo (hoy San Pablo) y Gam�. El tercer grupo corresponde a las iglesias edificadas en el �ltimo tercio del XVIII, las que tienen caracter�sticas comunes definidas, las representantes del estilo Cagay�n: Tuguegarao, Iguig, Gattaran, Bayombong, Dupax, Bagabag, Bambang, Tumauini, Ilagan y Camalaniugan.
Las caracter�sticas de ese estilo Cagay�n ser�an: 1) El empleo sistem�tico del ladrillo en muros y casi con seguridad el de teja en cubiertas. 2) La inclusi�n de elementos cer�micos decorativos incrustados en fachadas, puertas y ventanas. 3) El empleo de arbotantes. 4) La disposici�n de �rdenes cambiantes de grupos de columnas salom�nicas. 5) Los frontones ondulados o, mejor, lobulados con pin�culos.
Si bien el empleo de arbotantes, en vez de contrafuertes, es muy poco frecuente en el archipi�lago (por ejemplo, en la catedral de Vigan), no es sistem�tico tampoco en Cagay�n y se reduce a casos puntuales: Tuguegarao, Iguig, Malahueg. Aun as�, alguno de los ejemplos que da Legarda no son arbotantes, aunque lo puedan parecer, sino m�s bien contrafuertes de perfil escalonado en los que se ha practicado un hueco.
Finalmente tendr�amos un reducido cuarto grupo, el de las iglesias edificadas en el siglo XIX: Cauayan, Alicia, Enrile, Aparri �hoy totalmente modificada� y Alcal�. Las torres campanario, como suele ocurrir en todo el archipi�lago, se separan de las naves, aunque curiosamente en Cagay�n, a diferencia de otros lugares, esa separaci�n sea m�nima. Son de planta cuadrada u ochavada, con la curiosa excepci�n de Tumauini, que es de planta circular; no es que sea la �nica del archipi�lago con esta forma, ya que al menos hemos visto o tenemos noticia de otras tres: en M�xico (Pampanga), Itbayat (Batanes) y Borongan (S�mar). Con campanarios tan magn�ficos, es l�gico que sean escasas las espada�as en Filipinas. Dos al menos, o mejor tres, encontramos en Cagay�n: la de la ermita de San Jacinto, en Tuguegarao, la enorme de la iglesia de Buguey y la de las ruinas de Pata.
Las torres de Cagay�n son masivas, casi macizas en su interior, al contrario de lo que ocurre en otros lugares. Aunque la torre est� separada de la nave, se accede desde el interior de la iglesia, a la altura del coro. Suelen tener cuatro cuerpos: el bajo es generalmente macizo, sin acceso posible, desprovisto de cualquier otra funci�n que no sea la de servir de base. Los cuerpos intermedios est�n constituidos por cuatro grandes macizos entre los que discurren, de lado a lado, dos estrechos corredores ortogonales, que forman una cruz de brazos iguales. Finalmente, el cuerpo de campanas, desprovisto ya de la masividad de los muros de los cuerpos inferiores, se remata con c�pula de ladrillo, a veces visible desde el exterior, a veces trasdosada por cubierta piramidal. La comunicaci�n entre los diversos niveles es por medio de escalera de caracol, horadada en uno de los macizos, que desemboca en el espacio abierto de la planta superior. El mayor n�mero tiene planta de cruz latina, con los brazos del crucero generalmente muy cortos. La cabecera, siempre cuadrada o rectangular, nunca ochavada, y curiosamente de ancho diferente al de la nave. Carecen de transepto las iglesias de Enrile, Iguig, Malahueg, Pata, Alicia, Gattaran y Alcal�, si bien esta tard�a iglesia es la �nica en todo el valle con tres naves.
Se conservan en Cagay�n magn�ficos ejemplos de conventos, aunque casi siempre muy transformados y en la mayor�a de los casos convertidos en escuelas. Cabe destacar el de Malahueg. Sacrist�as y baptisterios se yuxtaponen a la nave, cobrando independencia volum�trica. No es extra�o que la sacrist�a constituya la conexi�n con el convento. Es frecuente que en Filipinas los baptisterios se sit�en en el cuerpo bajo de las torres campanario. Sin embargo, esto no ocurre en Cagay�n, donde ya hemos visto que las torres son macizas en su nivel inferior.
En Cagay�n encontramos atrios poco o nada alterados, lo que no es tan frecuente en otros lugares del archipi�lago. Tumauini, Cabagan Viejo (San Pablo) e incluso Malahueg son magn�ficos ejemplos de este tipo de espacios, que conservan, con deterioro, sus vallas de ondulantes formas y rica decoraci�n y un monumento a la cruz que ocupa su centro geom�trico. La orientaci�n de las iglesias no sigue un patr�n determinado, pues las tenemos orientadas a los cuatro puntos cardinales. Unas se disponen perpendicularmente al curso del r�o, como la de Lal-lo, mientras otras lo hacen en paralelo (Iguig o Camalaniugan).
Aunque la mayor parte de estos edificios est�n construidos en ��poca barroca� y puedan presentar elementos decorativos o incluso, si se quiere, fachadas barrocas, distan mucho de lo que se puede entender por barroco en otras latitudes; quiz�s solo Tumauini se puede considerar ejemplo barroco en sentido estricto. Al margen de clasificaciones estil�sticas, es obligado reconocer la ruptura que se produce en la segunda mitad del XIX, cuando las iglesias se dise�an siguiendo modelos occidentales m�s o menos preconcebidos: iglesias modernas, planificadas, dise�adas por ingenieros o arquitectos, iglesias neoalgo que pierden el encanto de sus antecesoras.
En Iloilo
La iglesia fortaleza de Miagao, dedicada a santo Tom�s de Villanueva, se construy� entre 1786 y 1797, tras la destrucci�n de las dos anteriores, quemadas por piratas musulmanes. Fue incendiada por los revolucionarios en 1898 y tambi�n por los insurgentes durante la guerra filipino-americana, y fue restaurada en 1948 y en 1959. De una sola nave, con contrafuertes, cubierta por b�veda rebajada y dos torres asim�tricas, es una de las cuatro iglesias declaradas patrimonio de la humanidad. En su fachada de arenisca ocre, profusamente decorada, se hace patente el mestizaje de la cultura filipina. Ah� radica su peculiar encanto, en la manera heterodoxa de entender unos �rdenes y proporciones importados de otro mundo.
En el sur de la isla de Panay �evangelizada por los agustinos�, en la provincia de Iloilo, encontramos, adem�s de Miagao, una serie de iglesias de gran inter�s, como la de San Joaqu�n, con un espl�ndido bajorrelieve en su fachada que representa la rendici�n de Tetu�n a las tropas espa�olas, o la de Guimbal, de una sola nave extraordinariamente alargada �rasgo caracter�stico de estas iglesias� con n�rtex y sotocoro, que presenta contrafuertes de secci�n semicircular, reminiscencia de una probable funci�n defensiva, solo en uno de sus lados; en sus muros, adem�s de caliza blanca, se han utilizado otras clases de piedra: arenisca ocre y piedra de coral, fruto probablemente de distintas actuaciones. Las calizas de Panay presentan una f�cil labra, lo que propicia interesantes decoraciones que nos recuerdan a las del plateresco. En Guimbal la decoraci�n se reduce a las portadas �rasgo del Barroco espa�ol�, profusamente decorada la de la fachada principal, en la que destacan los motivos agustinianos. En la portada de la fachada sur, la de los contrafuertes circulares, encontramos capiteles de primorosa talla. De gran inter�s tambi�n es la iglesia de Tigbauan, aunque su interior haya sido desvirtuado. En Iloilo, capital de la provincia del mismo nombre, encontramos junto a interesantes ejemplos de arquitectura dom�stica, tres templos de notable inter�s: las decimon�nicas iglesias de Mol� y San Jos�, representantes del eclecticismo, y la catedral de Jaro, cuyo aislado campanile �de planta cuadrada� presenta un magn�fico basamento, lo �nico que se conserva del original.
��������������������������� Iglesia de Nuestra Se�ora de la Porter�a en Daraga (Albay). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
La tard�a iglesia de Le�n, que se comenz� a construir en la d�cada de los setenta del siglo XIX y nunca se finaliz�, de grandes proporciones, es una de las pocas iglesias filipinas con tres naves y transepto. El cuerpo central de la fachada, flanqueado por inacabadas torres, tiene reminiscencias carmelitanas. Aunque mantiene el cl�sico esquema filipino 3x3, su esbeltez y las tres puertas con arco de medio punto hacen que su apariencia sea �poco filipina�.
La provincia de Iloilo es rica en monumentales iglesias decimon�nicas, como la de Santa B�rbara, de fachada muy filipina, 3x3, con pares de pilastras marcando rotundamente los ejes verticales, proporci�n cuadrada, front�n mixtil�neo y cl�sico convento de magn�fica ejecuci�n, con volada alineada con la fachada de la iglesia. Excelente tambi�n es la fachada de Cabatuan, con cuerpo central de apariencia muy cl�sica, aunque con marcadas caracter�sticas filipinas, flanqueada por dos masivas torres de ladrillo de planta cuadrada y tres cuerpos, poco esbeltas, rematadas por c�pula esf�rica. Muy interesantes tambi�n son las iglesias de Dingle y Due�as, cuyas fachadas en su parte superior tienen alerones �madernianos�[17]. Especialmente monumental es esta �ltima, que presenta un cuerpo bajo horizontal de doble altura sobre el que a los lados se levantan dos torres monumentales octogonales que flanquean un elegante �tico en el centro, con front�n triangular y alerones laterales que nos recuerdan a la iglesia francesa de Val de Gr�ce.
En otros muchos lugares�
Dada la enorme fragmentaci�n de la geograf�a filipina y la extraordinaria difusi�n del mensaje evang�lico por las islas, resulta dif�cil abarcar un patrimonio tan disperso. Sin espacio para m�s, mencionamos al menos algunos ejemplos destacados, como los de la bas�lica del Santo Ni�o y la catedral en Ceb�, primera ciudad fundada por los espa�oles; en la isla del mismo nombre, las iglesias de Carcar, Argao y Boljoon; en la vecina Bohol, las de Baclayon, Loay, Loboc y Maribojoc; Guiuan en la de S�mar; Boac en la de Marinduque; Lazi en la de Siquijor; Basco y Mahatao en las remotas islas Batanes. En la gran isla de Luz�n, Taal en Batangas, Morong, Pakil, Paete, Nagcarlan y Majayjay en Laguna, Betis, Minalin y San Luis en Pampanga, Daraga, Camalig, Naga y Lagonoy en Bicol, Calasiao, Binmaley, Lingayen, Aguilar y Bolinao en Pangasin�n, Balanga, Oran� y Abucal en Bataan, Tayabas y Lucban en Quezon, Silang en Cavite. El nomencl�tor completo ocupar�a varias p�ginas.
3. Arquitectura dom�stica
Vigan �la capital de la provincia de Ilocos Sur, en el noroeste de la isla de Luz�n� conserva el trazado y los edificios del pasado y es el �nico ejemplo de ciudad �espa�ola� que ha perdurado tras la Segunda Guerra Mundial.� La historia moderna de Vigan comienza con la expedici�n de Juan de Salcedo �nieto de Legazpi�, al que en 1572 le encarga Guido de Lavezares �segundo gobernador de Filipinas, tras el propio Legazpi� encontrar un paso hacia la Nueva Espa�a m�s directo que los conocidos hasta entonces. En 1572 llegar�a Salcedo a Vigan, si bien prosigui� su camino hacia el norte. Dos a�os m�s tarde regresa, al conced�rsele la encomienda de toda la regi�n de Ilocos, siendo probablemente entonces, en 1574, cuando funda la que se llam� en principio Villa Fernandina en honor al segundo hijo var�n de Felipe II. Poco sabemos de Vigan hasta 1758, a�o en el que la sede episcopal de Nueva Segovia es trasladada desde Lal-lo �en la provincia de Cagay�n� a esta villa ilocana. Nueva Segovia era una de las cuatro sedes episcopales que hab�a entonces en el archipi�lago, adem�s de Manila, Ceb� y Nueva C�ceres �actual Naga.
������������� Baluarte de San Diego en Intramuros (Manila). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
El art�culo del padre Frederick Scharpf[18] en The Ilocos Review sobre la construcci�n de la catedral de Vigan constata las afirmaciones anteriores, probando que el traslado de la silla episcopal es el hecho que determina la construcci�n de los dos principales y m�s antiguos edificios: la catedral y el palacio arzobispal. La catedral se construye entre 1790 y 1800; sus proporciones, la correcci�n en los �rdenes superpuestos de su fachada, as� como la inclusi�n de elementos �cultos�, como triglifos y dent�culos, o la disposici�n de arbotantes en lugar de contrafuertes apuntan la posibilidad de que un arquitecto o maestro instruido dirigiera las obras. Compositivamente, la fachada se articula mediante columnas dobles, lo que es caracter�stico de las fachadas de las iglesias filipinas en general e ilocanas en particular. A pesar de su �occidentalismo� y relativo purismo, no se renuncia a elementos decorativos orientales como los fu dogs ni a un juego de volutas un tanto naif.
La plaza mayor �plaza Salcedo� se organiza en torno a la catedral y al palacio arzobispal, conformando la t�pica estructura urbana colonial espa�ola. Es la catedral el primer edificio en cubrirse con teja, inexistente all� hasta entonces, pero que se emplear�a de forma generalizada y constituir�a un elemento caracter�stico del paisaje urbano de Vigan. La segunda plaza �plaza Burgos� que confiere su particular fisonom�a al centro urbano surge para propiciar un espacio libre al costado de la catedral, protegi�ndola �por el �nico flanco que le quedaba� del riesgo de propagaci�n de cualquier incendio que pudiera producirse en la ciudad.
La Vigan que nos ha llegado �en contra de una creencia generalizada� es una ciudad del XIX, por lo que no parece muy l�gico calificarla de barroca. Lo que hace que su centro urbano sea �nico no son sus plazas ni sus edificios m�s monumentales, como los ya citados o el cementerio, con su magn�fica espada�a, sino la gran unidad de su tejido urbano de bahay na bato (�casas de piedra�), que se agrupan en manzanas alargadas y forman frentes continuos a dos calles con espacios abiertos al interior. No son casas-patio, sino m�s bien edificios adosados con una gran disciplina compositiva hacia la calle y con libertad en el uso del espacio abierto interior. Es un mismo tipo que se repite, con la planta baja �siempre de ladrillo�de uso comercial: las �bodegas� de los comerciantes chinos; y la planta alta destinada a vivienda, tambi�n en ladrillo o en madera. Las cubiertas, con m�s que generosos aleros, fueron todas de teja, elemento constructivo poco aconsejable en zonas s�smicas, pero en la actualidad solo las conservan catorce edificios de los ciento ochenta que componen el casco hist�rico, agrupados en unas cincuenta manzanas.
La arquitectura dom�stica de Vigan presenta una adecuaci�n perfecta al clima y a los terremotos. Sus proporciones son elegantes, no como las de las iglesias earthquake baroque. Las pilastras de ladrillo articulan rigidizando las fachadas y modul�ndolas con gran uniformidad, lo que genera un ritmo a la vez acogedor y majestuoso. Lo aut�ctono, lo antillano, lo asi�tico y lo hispano se mezclan con inusitada armon�a en Vigan, aut�ntico crisol de culturas, fruto de la fusi�n y el mestizaje.
Otras dos ciudades han conservado conjuntos dom�sticos de notable inter�s: Taal en Batangas y Silay en la isla de Negros. Ejemplos aislados los encontramos tambi�n con cierta profusi�n en la provincia de Bulac�n. Muy interesantes son las construcciones dom�sticas de piedra con cubiertas de paja de las islas Batanes, azotadas con frecuencia por los tifones.
Fortaleza de San Diego de Alcal� en Gumaca (Quezon). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
4. Otras arquitecturas
Si bien la religiosa y la militar son las arquitecturas filipinas m�s caracter�sticas y de las que nos han llegado un n�mero significativo de ejemplos suficiente para poder estudiarlas en conjunto sin perder la coherencia en el discurso, no hay que olvidar los notables ejemplos de arquitectura civil, en su mayor parte desaparecidos: los muy interesantes cementerios y las obras de ingenier�a, como faros, puentes, estaciones de tren, puertos, d�rsenas, etc�tera.
En Manila, la capilla del cementerio de la Loma y el cementerio de Paco en su totalidad �convertido en parque� son buenos ejemplos de arquitectura funeraria del XIX. Tambi�n en Metro Manila destaca la �arquitectura ilustrada� de la capilla del cementerio de Taguig, de planta circular con c�pula esf�rica. En la provincia de Iloilo encontramos magn�ficos ejemplos, siete en total, de los que destacan San Joaqu�n y Januay. En la provincia de Albay, la capilla del cementerio de Tabaco, de planta octogonal. La capilla del de Vigan destaca por tener una de las pocas espada�as de Filipinas[19]. En la provincia de Quezon es notorio el cementerio de Tayabas, as� como la espl�ndida capilla del de Suriaya. El cementerio de Nagcarlan (Laguna), con su magn�fica cripta y planta de cruz latina, convertido en parque, es hoy una atracci�n tur�stica conocida como el underground cemetery. Menos conocidas son las ruinas de ladrillo del de Santa Mar�a, en Ilocos Sur.
El inventario de edificios civiles que han perdurado dar�a un n�mero muy inferior al de edificios religiosos o dom�sticos. Pocas capitales de provincia conservan el edificio del gobierno provincial �casa de gobierno� de la �poca espa�ola, que en Tagbilaran (en la isla de Bohol) permanece pr�cticamente intacto. Tambi�n son pocos los pueblos o ciudades que conservan el ayuntamiento de la �poca.
Al implantarse, con Isabel II, la obligatoriedad y gratuidad de la ense�anza primaria, se construyeron en muchos pueblos filipinos escuelas para ni�os y ni�as. Encontramos proyectos para estas dotaciones en archivos de Espa�a y Filipinas; sin embargo, solo hemos podido encontrar, y en buenas condiciones, una pareja de tales edificios en la localidad de Loay, en la isla de Bohol.
A las poblaciones m�s importantes se las dotaba de tribunales, como el de Tuguegarao en la provincia de Cagay�n, del que se conserva una fotograf�a en el Museo de Antropolog�a de Madrid, y las casas reales, que albergaban diversas funciones: administraci�n de justicia, c�rcel del pueblo y alojamiento de autoridades que visitaban el lugar. Un buen ejemplo, bien conservado, restaurado y en funcionamiento, es la llamada Casa de Comunidad en Tayabas (Quezon). De la existencia de tribunales o casas reales en poblaciones filipinas, incluso de mediana o peque�a entidad, dan idea las ruinas de la casa real de la poblaci�n de San Pablo �o Cabagan Viejo�, en Isabela.
Fachada de la capilla del cementerio de La Loma (Manila). (Foto: Javier Galv�n Guijo).
Conclusi�n
La arquitectura filhispana se desarrolla en Filipinas a lo largo de m�s de tres siglos, constituyendo un corpus �nico y universal, dados sus m�ltiples influencias y componentes. Es en sus distintas manifestaciones una arquitectura de s�ntesis que ha tenido que resistir la amenaza de agentes destructivos naturales y humanos. Constituye una sabia respuesta al entorno natural en el que se desarrolla. Los ejemplos que han pervivido cobran un valor enorme y deber�an servir de lecci�n magistral para las nuevas generaciones de arquitectos y dise�adores.
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Zialcita, Fernando N., & Tinio Jr, Martin I. (1980). Philippine Ancestral Houses. GCF Books.
C�mo citar este art�culo: Galv�n Guijo, J. (2024). Arquitectura filhispana. TSN. Transatlantic Studies Network, (17), 29-43. https://doi.org/10.24310/tsn.17.2024.20098. Financiaci�n: este art�culo no cuenta con financiaci�n externa.
[1] Nipa: planta de la familia de las palmas, de unos tres metros de altura, que abunda en las islas de Asia-Pac�fico. Con sus hojas se hacen tejidos, y especialmente techumbres para cobertizos y edificaciones aut�ctonas.
Cog�n: �planta de la familia de las gram�neas, propia de los pa�ses c�lidos, que tiene las flores en panoja cil�ndrica y cuyas ca�as sirven en Filipinas para techar las casas en el campo� (diccionario de la RAE).
[2] El peso espec�fico de Manila en la realidad filipina ha sido y sigue siendo enorme. La macrocefalia filipina ven�a dada casi de forma necesaria por el modelo colonial: un desarrollado centro, foco de un nuevo patr�n de comercio intercontinental, propiciado por la Ruta del Gale�n, y un vasto y fragmentado territorio de misi�n cuya estructuraci�n ir� siempre muy por detr�s.
[3] Parece m�s veros�mil �incluso probada� la hip�tesis que estima que el principal constructor de San Agust�n fue Juan Mac�as.
[4] En Filipinas, llamada adobe.
[5] Espinosa Sp�nola, Gloria (1999). Arquitectura de la conversi�n y evangelizaci�n en la Nueva Espa�a durante el siglo XVI. Universidad de Almer�a. Servicio de Publicaciones.
[6] Quedan ejemplos de capillas posas en Filipinas al menos en los atrios de las iglesias de Minal�n en Pampanga y Argao en Ceb�, ambas construidas por los agustinos.
[7] Los agustinos, los primeros en llegar (1565), construyeron sus iglesias en la regi�n de Ilocos y tambi�n en la Pampanga y Batangas, en lo que a Luz�n se refiere; en Visayas lo hicieron en Ceb� y Panay. Los franciscanos (1578) se ocuparon de Bulac�n, de las comarcas en torno a la laguna de Bay (hoy provincias de Rizal y Laguna) y de todo el sureste de la isla de Luz�n, incluidas las provincias de Tayabas �actual Quezon�, los dos Camarines, Albay y Sorsog�n �es decir, la regi�n de Bicol�, adem�s de la provincia de Aurora; en Visayas se ocuparon de las islas orientales de S�mar y Leyte. Los dominicos (1587) evangelizaron el valle del Cagay�n, la pen�nsula de Bata�n, las septentrionales islas Batanes y Babuyanes, as� como la regi�n de Pangasin�n. Los jesuitas (1580) hicieron lo propio en Cavite, Bohol, en zonas de S�mar y Leyte, y en Mindanao. Finalmente, los recoletos (1606) en Zambales, tambi�n Bohol, Mindoro y las islas de Negros y Siquijor. Las fronteras entre las zonas de influencia entre unas �rdenes y otras no son siempre n�tidas, de modo que existen parroquias de unas en zonas principalmente atendidas por otras.
[8] Las �visitas� en Filipinas son peque�as iglesias o ermitas sin cura residente �situadas en barrios o lugares alejados del centro de la poblaci�n� que eran visitadas por los p�rrocos de esa poblaci�n para celebrar los sacramentos y oficios religiosos.
[9] Seg�n la leyenda, el art�fice de San Agust�n fue Herrera, que tom� los h�bitos y sali� de Espa�a huyendo de la justicia. Seg�n el libro de gobierno, fue Juan Mac�as.
[10] Con anterioridad a Herrera, el sotocoro aparece ya formulado en San Juan de los Reyes, en Toledo, e incluso antes en la Cartuja de Miraflores, en Burgos, iniciada en 1454.
[11] En Filipinas el granito se conoce como piedra de China. Ello es debido a que ven�a de aquel pa�s como peso muerto en los barcos que tra�an las mercanc�as chinas que alimentaban el comercio del Gale�n.
[12] Se considera el primer Chinatown de la historia.
[13] L�pez de Vallejo solicit� del gobernador Rodrigo de Vivero (1608-1609) que se derribase la obra en piedra que hac�an los dominicos en Binondo (D�az Trechuelo, 1959, p. 33).
[14] Legarda, Benito (1960). Colonial Churches of Ilocos. Philippine Studies, 8(1), 121-158.
[15] Los leones de Fu, llamados tambi�n perros de Fu, son criaturas m�ticas que se supone que protegen a sus due�os de los malos esp�ritus. Es habitual encontrar representaciones suyas de piedra o cer�mica a la entrada de casas y templos chinos.
[16] Legarda, Benito (1981). Angels in Clay: The Typical Cagayan Church Style. The Filipinas Journal of Science and Culture, 2, 68-81.
[17] A la manera de Maderno, arquitecto romano que intervino en San Pedro del Vaticano.
[18] Estudio realizado por el padre Frederick Scharpf de los documentos existentes en el Archivo de Indias sobre la ciudad, en especial de las cartas de los obispos de la di�cesis de Nueva Segovia a los monarcas espa�oles; fruto de este estudio es el art�culo �The Building of the Vigan Cathedral�, publicado en 1985 en el volumen 17 de The Ilocos Review, el cual ayuda a deshacer algunos equ�vocos hist�ricos al tiempo que nos proporciona datos valiosos para formular algunas hip�tesis sobre la morfolog�a urbana de Vigan.
[19] Dos notorias espada�as filipinas, la de las ruinas de Carangalan (en Nueva �cija) y la de la iglesia de Basco (en Batanes), han desaparecido en los �ltimos a�os.