D FIGALLO, BEATRIZ (ED.), DESARROLLISMO,
FRANQUISMO Y NEOHISPANIDAD: HISTORIAS
CONECTADAS ENTRE ESPAÑA, AMÉRICA LATINA Y
ARGENTINA, 2018, TESEO, ISBN 9789877231564
La organización de esta obra se halla conformada por una presentación a cargo de la editora, dos partes generales, quince capítulos y un apartado final con información curricular sobre los autores. Cabe poner de relieve que quienes escriben proceden de universidades y organismos de investigación de la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y España.
No es posible en pocos párrafos hacer justicia a la variedad y riqueza de los artículos que componen este volumen. Lejos de limitarse a ofrecer un examen circunscripto al título de la obra, las distintas miradas proporcionan una aproximación a escala transatlántica —anunciada desde el subtítulo—, que se proyecta en un prisma de trayectorias vitales, estrategias institucionales, planes de gobierno, programas prácticos, retóricas ideológicas y elaboraciones doctrinarias. La descripción de los aspectos tratados puede dar una noción de los alcances que posee su encuadre historiográfico-intelectual. Dada su amplitud, se justifica al menos su enumeración.
La primera parte, titulada «El espejo de las dos Españas: entre la resistencia y la complacencia», presenta los siguientes artículos: «Aproximación a las estrategias de persecución franquista hacia los disidentes en Chile y Argentina (1939-1945)», de Elena Romero Pérez; «El exilio catalán y la denuncia del “genocidio cultural” en las Naciones Unidas (1946-1964)», de Silvia Jensen; «El peligro rojo. El anticomunismo como factor de acercamiento entre Brasil y España en la década de 1950», de Ismara Izepe de Souza; «La construcción del enemigo interno. Desarrollismo, hispanidad y discurso para el análisis de dos casos de archivo en la relación España/Argentina», de Adriana Minardi; «Redes franquistas e hispanismos modernizantes. Biografías intelectuales en el cruce entre universalidad y política en los sesenta», de María Celina Fares; «Universidad y medios de comunicación. Santa Fe, Rosario, la Universidad Nacional de Litoral y el antifranquismo», de Miguel Ángel de Marco h.; «Ideas y normas jurídicas. De España a Argentina (1936-1975)», de Luis María Caterina; y «Julián Marías, entre la España de Franco y la Argentina. El desarrollo como vinculación del espacio hispanoamericano», de María Victoria Carsen.
La segunda parte, titulada «Desarrollismos y tecnocracia: Modelos políticos y económicos», reúne los siguientes artículos: «Tecnocracia y desarrollismo en la península ibérica (1959-1974)», de Ángeles González-Fernández; «Desarrollismo cepalino en la provincia de Buenos Aires. La gobernación de Oscar Alende (1958-1962)», de Horacio García Bossio; «Políticas desarrollistas en España y Argentina. Una visión comparativa desde la perspectiva de la Historia de las Ideas», de Ángel Cerra; «Creencias, negocios e influencia. Los empresarios católicos españoles y argentinos: redes sociales, institucionales y políticas (1958-1975)», de Gustavo Motta; «La diplomacia franquista ante la política argentina», de Carolina Cerrano; «Desarrollo y Estado de derecho administrativo. El modelo del nuevo hispanismo en la Argentina posperonista», de Beatriz Figallo; y «Política exterior, desarrollismo y neoliberalismo. España como espacio de sustitución para Chile, 1964-1989», de María José Henríquez Uzal.
Como revelan los temas abordados en los capítulos-artículos, nos encontramos ante un libro de itinerarios múltiples. Todos los aportes exhiben una erudición notable, incluidos la exposición de fuentes primarias y el recurso a cuadros sinópticos. Es bueno destacar entonces que el valor de esta contribución colectiva no reside solo en su cuerpo argumentativo, sino también en su aparato de paratextos, nutrido de apoyos documentales y diagramas didácticos. Estrategia pertinente en abordajes que confieren un puesto central a la reconstrucción de datos biográficos y a la revisión del contexto de época (1950-1970), siempre en el cruce intercontinental iberoamericano. Se trata pues de abordajes rigurosos, estimulantes y originales, capaces de interpelar al lector en sus posibles prejuicios y desconocimientos no solo en lo que respecta a una comprensión más matizada del último tramo de Franco en el poder, sino, básicamente, porque relativiza y complejiza cierta imagen cristalizada del hispanismo español y latinoamericano, habitualmente fijado en sus manifestaciones más tradicionalistas y reaccionarias. El estudio del impacto de las ideas desarrollistas y su proyecto de modernización capitalista en la redefinición de la herencia intelectual del hispanismo, de un lado, y en la reconfiguración de la legitimación interna y la política exterior de la dictadura franquista en los planos económico, cultural y académico, del otro, es sin duda un logro encomiable de las investigaciones que congrega este volumen.
Como es imposible siquiera pasar rápida revista por los diferentes problemas confrontados en esta obra, solo nos detendremos en algunos ejes lo suficientemente demostrativos. Comencemos por mencionar que la editora Beatriz Figallo, en la presentación, explica que el tema convocante de la obra estriba en interrogar las posibilidades, proyectos, manifestaciones y límites del despliegue protagonizado por la España del desarrollismo en América Latina. Es posible que en estos rasgos resida, justamente, la especificidad de este relevante libro. Algunas decisiones narrativas y metodológicas hacen posible, pese a su demarcación dentro del campo de estudios sobre los nuevos hispanismos, detectar un hilo conductor compartido, que gira en torno a los debates por las vías de modernización social y política en Iberoamérica, en general, y al estatuto problemático que en este marco asume la cuestión de la representación democrática, en particular. Los artículos participan de dicha preocupación, pero, al mismo tiempo, comparten —explícita o implícitamente— la premisa según la cual existió, en el período que lleva de los años cincuenta a los años setenta, una serie de impulsos e iniciativas que hacían atractiva, al decir de Beatriz Figallo, una modernización impulsada y conducida por regímenes de orden, tanto en la península como en el subcontinente.
En esta línea que conjuga el rastreo de la categoría de «desarrollo» conforme a su adopción en América Latina como un instrumento válido para lograr el crecimiento alternativo al modelo provisto por el socialismo, queda puesta de manifiesto la opción dilemática a la que se enfrentaban las políticas públicas en España y América Latina, fundamentalmente a partir de la Revolución cubana y su radicalización marxista a inicios de los años sesenta. Esto es, o el pacífico despegue reformista para salir del subdesarrollo y la llegada a la fase de plena industrialización o la revolución político-social mediante la violencia. De ello surge que la idea de «neohispanidad» fuera acuñada, precisamente, a guisa de tercera posición, con el objeto de salir del círculo de la bipolaridad imperial de un signo y otro. Este desvelo político común —no incidental o coyuntural, sino arraigado en profundas convicciones— está en la base de la reveladora homología entre el discurso desarrollista hispano y el latinoamericano.
A su vez, Beatriz Figallo, en su propio artículo sobre las relaciones entre el Estado y el nuevo hispanismo en la Argentina posperonista, muestra el surgimiento, dentro del franquismo, de un nuevo perfil de gestión gubernamental, desarrollista en el plano económico y autoritario a nivel político, que se mostraría, por conveniencia tanto como por necesidad, como un modelo exportable a una América Latina que se debatía entre democracias y dictaduras. A la política exterior franquista le preocupaba particularmente sumar a América Latina al modelo desarrollista, pues procuraban así afrontar la cuestión de la conflictividad social y del influjo del comunismo. Este interés repercutió, en el caso argentino que analiza la autora, en la promoción de una política de intercambio educativo bajo la modalidad de ofrecer becas especiales a obreros y dirigentes sociales, así como convocatorias para realizar estudios e investigaciones sobre sindicalismo. Ello nos ayuda a comprender un hecho clave que Beatriz Figallo elucida detalladamente. A saber, que, aun bajo las estructuras autoritarias del franquismo, España podía aspirar a asumir el papel de una nación moderna capaz de ayudar al desarrollo de la Argentina y la región, basada en la cooperación técnica, los vínculos financieros y en una colaboración que aceptase las decisiones de los pueblos de elegir el régimen de gobierno que decidan las propias ciudadanías.
A la luz de este diagnóstico, adquiere su verdadero espesor significativo un fenómeno concomitante: el surgimiento, tanto en España como en América Latina, de un hispanismo modernizante. María Celina Fares analiza esta noción centrándose en dos figuras protagónicas de la vida intelectual de la provincia de Mendoza —la capital era, desde fines de los años cuarenta, la sede argentina del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid—, quienes desplegaron el grueso de sus actividades en la Universidad Nacional de Cuyo. Una premisa del referido instituto a partir de los años cincuenta es que debía despojarse de cualquier connotación fascista-imperialista que pudiera justificar la continuidad del aislamiento al que fue sometido el régimen franquista en la posguerra, sin por ello dejar de ser un aglutinante cultural de las naciones hispanoamericanas. Dentro de este criterio general hallaron cobijo dos exponentes del nacionalismo católico dentro del ámbito cuyano, que sobresalieron entre un numeroso grupo: Dardo Pérez Guilhou y Enrique Zuleta Álvarez. El primero de ellos estudió en la Universidad de Sevilla, fue nombrado por el Gobierno de Onganía rector de la Universidad Nacional de Cuyo entre septiembre de 1967 y junio de 1969, y a continuación, durante un año, se desempeñó como ministro de Cultura y Educación de la nación. Su pensamiento, señala la autora, pretendía reforzar una idea de la hispanidad justificada en el pasado indiano, pero proyectada a futuro a través de un nacionalismo de carácter supraestatal, dotado de un orden jerárquico, corporativo y católico. Esta concepción resultaba muy atractiva para los sectores tradicionalistas de la universidad cuyana. Acaso más compleja en la faz ideológica resulta la trayectoria de Enrique Zuleta Álvarez. Discípulo del historiador revisionista Julio Irazusta y con estudios en la Universidad de Madrid, se desempeñó en el Consulado de España y luego asumió cargos administrativos y directivos en la Universidad Nacional de Cuyo, de la que llegó a ser rector entre 1981 y 1983. Poseedor de una formidale biblioteca privada, cultivaba la filosofía y la teología católicas como cosmovisión universal, en la que veía la función de un componente nacionalizador. Esto le permitía mostrarse crítico a la vez del liberalismo y el marxismo. Ante el avance de las izquierdas, asimismo, tendía a justificar el autoritarismo y la represión de la dictadura de Onganía. Pese a ello, muestra la autora, Enrique Zuleta Álvarez procuraría, a partir de la segunda mitad de los sesenta, adaptar el tradicionalismo cultural a los imperativos del desarrollo y la autonomía nacional. Al igual que el hispanismo modernizante de Dardo Pérez Guilhou, Enrique Zuleta Álvarez suministraba argumentos historiográficos para cuestionar las experiencias democráticas, ya sean de cuño liberal o de orientación populista. Más allá de los matices que separan a ambos intelectuales, sus coincidencias de fondo dejan expuesto el potencial simbólico que constituyó el hispanismo como sostén cultural del autoritarismo, tanto en su versión reaccionaria de los años cuarenta como en su tentativa modernizadora en los sesenta.
En la otra orilla del atlántico, descuella un agente cultural de gran relevancia en la época: Julián Marías. En el capítulo que dedica María Victoria Carsen al filósofo español, se indaga sin complacencias, pero con ecuanimidad, su alineamiento con las relaciones diplomáticas oficiales en cuanto a la afirmación de los vínculos de España con la región hispanoamericana en un contexto de políticas favorables al desarrollo, y en su caso puntual, desde una mirada más atenta al escenario argentino. Baste aquí consignar cómo María Victoria Carsen nos brinda una imagen nítida del neohispanismo de Julián Marías, por el cual promueve la imagen de «las Españas», entendida conforme a una suma de partes articuladas idiomáticamente. Según esta hipótesis sociológica, la comunidad lingüística transatlántica exigiría la «política del arbotante»; si España era el primer arbotante a buscar porque era hispana, Estados Unidos —por sus dimensiones— era el segundo en su condición de país americano, donde ocuparía un lugar destacado, asimismo, la Argentina. Según este diseño geopolítico, el sur y el norte de las Américas debían comportarse como ejes complementarios, fraternos y rivales a la vez. Como aclara la autora, semejante triangulación solo era posible porque Julián Marías no estaba apegado ni a un sentimiento antinorteamericano ni a un hispanismo de raigambre étnica que favoreciera una relación excluyente de Argentina con España. La «política del arbotante», así, representaba una alternativa liberal para el desarrollo, en donde se proponía reducir la intervención estatal en políticas de acercamiento internacional capaces de propiciar la iniciativa individual y privada.
Cercana a esta problemática, pero desde una inflexión ideológica distinta, Ángeles González-Fernández plantea en su trabajo que, frente a la influencia del modelo de la CEPAL de industrialización por sustitución de importaciones en América Latina, y posteriormente, como efecto del avance neomarxista de la teoría de la dependencia, tanto en España como algo más tarde en Portugal, la teoría de la modernización experimentó una entusiasta acogida. Esto fue posible en la medida en que parecía ofrecer una solución científica a la vieja dicotomía entre tradición y modernidad, tal como había atravesado las sociedades peninsulares desde finales del ochocientos. El nuevo marco de referencia, surgido en América Latina, podía ser utilizado como medio de conciliación de dos representaciones opuestas de la identidad nacional peninsular. La primera postulaba la excepcionalidad de las sociedades ibéricas en el conjunto de las naciones europeas, y la consiguiente necesidad, en el caso de España, de asegurar la preservación de sus principios definitorios —monarquía y catolicismo— en tanto que salvaguardia de su continuidad como nación. La segunda abogaba por la aplicación de profundas reformas conducentes a su transformación en un país plenamente civilizado y moderno, y en consecuencia impulsor de su rol inclusivo en el concierto europeo. Imbuidos de una visión superadora que se empeñaba en retener lo mejor de una y otra concepción de la nación, los tecnócratas españoles y portugueses elaboraron una suerte de fórmula híbrida, respetuosa del marco institucional autoritario vigente y acorde con unos objetivos políticos bien definidos, encaminados a preservar sus fundamentos sustantivos. Esta síntesis conciliadora entre conservadurismo y modernización los condujo a afirmar que la consecución del desarrollo —equiparado esencialmente al disfrute de bienes materiales— se halla en función de la despolitización y del rechazo de las discrepancias, desde la certeza de que no cabe argumentación ni disidencia posible contra la autoridad de la ciencia. Así se generó la convicción elitista de que solo una minoría rectora, cooptada por su inteligencia y méritos, debía regir el destino de la colectividad.
Este sucinto y acotado repaso de un material cuya fecundidad y extensión nos ha forzado a cortar demasiado camino, con todo, permite señalar que el libro editado por Beatriz Figallo constituye una aportación extraordinaria no solo al estudio de la tradición del hispanismo en sus diversas manifestaciones ideológicas, autorales y teóricas, sino a la historia conceptual del desarrollismo en su despliegue intercontinental. Resultado que conlleva nuevos y valiosos puntos de mira sobre el desenvolvimiento de la filosofía política, las ciencias sociales y la teología al interior del espacio cultural iberoamericano. Conviene destacar, por último, que esta obra está destinada a erigirse en un hito ineludible en el estado de la discusión bibliográfica en las mencionadas áreas de estudio. Por todo esto y más, la publicación de un texto de la calidad de Desarrollismo, franquismo y neohispanidad merece ser calurosamente celebrada.
Gerardo Oviedo
Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Lanús, CONICET (Argentina)
Cómo citar este artículo: Oviedo, G. (2024). Figallo, Beatriz (ed.), Desarrollismo, franquismo y neohispanidad. Historias conectadas entre España, América Latina y Argentina, 2018, Teseo, ISBN 9789877231564. TSN. Revista de Estudios Internacionales, (17), 209-212. https://doi.org/10.24310/tsn.17.2024.18915. Financiación: este artículo no cuenta con financiación externa.