Huellas transatlánticas
TSN nº 14, 2022. ISSN: 2530-8521
LA ISLA Y EL ECLIPSE DE LA CIVILIZACIÓN: UNA CONVERSACIÓN ENTRE MARÍA ZAMBRANO Y EL POLÍTICO PUERTORRIQUEÑO LUIS MUÑOZ MARÍN EN 1940
The Island and the Eclipse of Civilization: A Conversation between María Zambrano and the Puerto Rican Politician Luis Muñoz Marín in 1940
Silvia Álvarez Curbelo
Universidad de Puerto Rico y Academia Puertorriqueña de la Historia (Puerto Rico)

RESUMEN

El artículo revisita la relación entrañable de María Zambrano con Puerto Rico, una «isla-perfume» donde traba amistad con el político Luis Muñoz Marín y su esposa, Inés Mendoza. Era 1940 y el fascismo arrasaba triunfante. La isla caribeña recibió a cientos de exiliados españoles de la guerra civil. Muñoz Marín y Zambrano sostienen conversaciones preñadas de urgencia sobre la libertad, la democracia y el futuro de los valores de la cultura occidental. En Puerto Rico, Zambrano encuentra la «soledad» que necesita para transitar el exilio y poder escribir en esta «hora del eclipse» para la humanidad. Para el político puertorriqueño se trata también de un momento de inflexión desde el cual despega un proyecto de modernización y democratización de la isla, en medio de las vicisitudes de la guerra y una relación deficitaria con Estados Unidos. La amistad entre María Zambrano y el matrimonio puertorriqueño se extendería por muchos años, en los que se da el relevo a otro momento de tinieblas con la nuclearización del mundo.

Palabras clave: Libertad, democracia, exilio, fascismo, cultura occidental, soledad

ABSTRACT

This essay revisits the endearing relation of María Zambrano with Puerto Rico —“an island that resembles a perfume”— where she establishes a long lasting with politician Luis Muñoz Marín and his wife, Inés María Mendoza. In Puerto Rico, Zambrano finds the “solitude” that she needs in order to bear a cruel exile from war-torn Europe and to renew her writing in that “time of eclipse” for humanity. For the Puerto Rican leader, it is also a crucial moment in which he launches a modernizing and democratic reform for the island, a poor and neglected colonial possession of the United States. The friendship between Zambrano and the Puerto Rican couple would last for many years after the war, until another moment of darkness prompted by the nuclearization of the world appears in the horizon.

Keyword: Freedom, democracy, exile, fascism, western civilization, solitude
• Contenido •
Hay que dar la palabra adecuada a la hora, el grito no basta. La palabra que nace en la libertad de una fe sometida a la prueba de atravesar algo imposible, al pie de la montaña que al fin se mueve.
María Zambrano (1987): Hora de España, XXIII
¿Quién es desigual ante el dolor que aniquila y ante el no saber que ciega?
Luis Muñoz Marín (1940): Discurso pronunciado en el Ateneo

Inicio esta reflexión sobre María Zambrano y Puerto Rico de la mano del pensador italiano Enzo Traverso, a quien debemos páginas muy lúcidas sobre el siglo XX. En dos de sus libros —A sangre y fuego: De la guerra civil europea (1914-1945), con edición española de 2009, y Left Wing Melancholia: Marxism, History and Memory (edición original en inglés 2016)—, Traverso dibuja con rigurosidad de historiador y mirada estética, apegada a las sinuosidades de la forma, un horizonte de significación para un siglo hendido por dos guerras mundiales y una larvada y continua guerra civil que escinde los campos de la cultura, de las ideologías, los mapas sociales y las visiones de mundo. La lectura de los textos de Traverso aporta dos propuestas metadiscursivas a una investigación que inicié allá por 2005 con ocasión de un simposio sobre María Zambrano celebrado en la Universidad de Puerto Rico. A esta revisitación de la relación entre Zambrano y nuestra pequeña isla, también se incorpora una investigación más reciente en la que examino el discurso de Luis Muñoz Marín durante la Guerra Fría y que se incluye en el libro Tiempos binarios: la Guerra Fría desde Puerto Rico y el Caribe, que edito junto al también historiador Manuel R. Rodríguez 1.

Del primer libro de Traverso acojo la idea de que el antifascismo —vinculación profunda entre Zambrano y Muñoz Marín— constituyó el corpus de pensamiento progresista y utópico que le dio contorno a la primera mitad del siglo XX; del segundo libro, su propuesta de que el relevo del antifascismo por el anticomunismo al terminar la Segunda Guerra Mundial inició el declive del discurso de la utopía liberadora hasta llegar a su consumación en 1989, fecha en que también se cancela la Guerra Fría por un neoliberalismo triunfante.

La visita

La filósofa española María Zambrano visitó Puerto Rico por primera vez en 1940 y mantuvo una relación laboral y de afectos con el país hasta los primeros años de la década de 1950. Luis Muñoz Marín encabezó una valiente gestión de modernización del país en medio de la guerra y su gobierno se extendió por un cuarto de siglo. Esta ponencia describe el momento trágico de eclipse que representa el rapto de Europa por el fascismo, pero del cual se extrae luz para la utopía del futuro que compartieron María Zambrano y Luis Muñoz Marín.

Publicado en 1945 pero escrito cinco años antes, La agonía de Europa 2 es descrito por su autora, María Zambrano, como un «fragmento» en la acepción que le da Kierkegaard: una obra póstuma, «aquello que se dice después de muerto» 3. Hay situaciones —como las de aquel verano de 1940, cuando la guerra mundial y el fin de la guerra civil española cumplían aún su primer año— «que se aproximan cuanto es posible en la vida, a la muerte» 4. Son momentos en que se habla «con más valor y decisión porque nada se espera de lo inmediato, porque la inmediatez ha desaparecido» 5. Se habla casi a gritos —dice Zambrano—, por lo que la palabra tiene que apresurarse para poder transcribir esas visiones que asaltan al alma suspendida entre lo que brota y lo que se extingue.

La guerra es también una presencia insistente en los escritos de Luis Muñoz Marín generados en ese año de 1940, mientras se acercaban las elecciones generales en Puerto Rico, en las que participaría por vez primera el Partido Popular Democrático que dirigía. Fundada tres meses después de la invasión de Checoslovaquia en 1938, la nueva colectividad estaba aspectada irremediablemente por la guerra que ya para entonces se infiltraba en el horizonte 6. El conflicto le suplió al líder político puertorriqueño imágenes poderosas de confrontaciones épicas y de cruzadas por la libertad que fortalecieron los reclamos mesiánicos y justicieros de las campañas iniciales del Partido Popular Democrático 7. Como en Zambrano, la palabra de Muñoz Marín por esos días alude a situaciones límite en que se debaten vida y muerte en la geografía del mundo y en la geografía adolorida de Puerto Rico. Momentos de eclipse, de profunda tiniebla, pero también de fulgurante luminosidad.

Desastre y revelación

Mecida por aguas caribeñas, la escritura de Zambrano produjo en ese mismo año de 1940 otro texto, Isla de Puerto Rico. Nostalgia y esperanza de un mundo mejor. Reparo en su reflexión sobre la naturaleza dual de la isla a la que ha llegado y que articula y redime su punzante dolor de exiliada. Si el totalitarismo que avasalla Europa cancela la posibilidad de la soledad, en la isla-promesa la soledad es posible. Si se azuza su nostalgia por el «todo» arrebatado, Zambrano la sacia en la pequeñez de la isla. Porque, al ser de todo, el deseo abreva en un rastro, en una cierta luz a la caída de la tarde o en una canción a medio recordar. Se concentra en un perfume. Se reconoce en una isla. La isla caribeña le revela dos ejes de ese todo perdido: la libertad y la democracia. Más que una forma de gobierno, la democracia para Zambrano es un «total estilo de vida», por ello la incurable nostalgia que le produce la experiencia europea que deja atrás 8.

Inés Mendoza y Luis Muñoz Marín le abren las puertas de su casa entre palmares, entonces cuando el asentamiento costero de Isla Verde era el margen playero de una ciudad en expansión, lleno de cocotales y escasamente poblado. Era una casa para la conversación dilatada. Tema inevitable era la democracia, también para Muñoz Marín «una variación dramática en la manera de ver las cosas» 9. En tanto forma de vivir la vida y esperar la muerte, la democracia es cultura, había planteado en el importante foro celebrado en junio de 1940 que reunió en el Ateneo Puertorriqueño a intelectuales y políticos en torno a ese binomio la mayor de las veces desencontrado 10.

María Zambrano escribe en 1940, cuando en Europa se impone el fascismo, este texto en el que encuentra la esperanza en la isla de Puerto Rico.

María Zambrano escribe en 1940, cuando en Europa se impone el fascismo, este texto en el que encuentra la esperanza en la isla de Puerto Rico.

¿Por qué su eclipse, se preguntaron ambos, cuando se encuentran? En La agonía de Europa, Zambrano propone que el liberalismo se abandonó a los dos polos de la confianza y el terror cuando adivinó la Primera Guerra Mundial en 1914. No supo librarse de sus impurezas ni de sus máscaras. No supo cómo enfrentar a las masas, esa segunda naturaleza que produce aún más pavor que la primera 11. También para Muñoz Marín, la democracia liberal se había perdido a sí misma en el mundo: «El grave riesgo que está corriendo la democracia frente a la amenaza nazi-fascista proviene en parte de los defectos, adjetivos pero serios, que la democracia misma ha desarrollado en sí» 12. Han sido sus actitudes las que la han perdido: la actitud de invocarla para fines ajenos o contrarios a ella, su desconfianza en la bondad creadora del hombre, su creencia en «que es casi seguro que el poder se usará mal» y que, por consiguiente, es necesario anular el poder en el mismo momento en que se otorga 13. Por otro lado, el tema del terror aparece de manera prominente en su «Discurso de la victoria» pronunciado el 16 de noviembre de 1940, tras la contienda electoral que otorgó a su partido una bancada política con la cual dominaría la legislatura insular. Muñoz recitó entonces una estrofa de su poema preferido, que incluso había traducido del inglés: The Man with the Hoe («El hombre de la azada»), de Edwin Markham 14.

Oh, reyes y opresores de la tierra,
¿qué ha de ser el futuro de este hombre?
¿Cómo ha de responder a su brutal pregunta?
Cuando el viento de las grandes rebeliones
azote costas y derroque muros,
¡qué será de los reyes y sus reinos,
de los culpables que le han dado forma,
cuando este terror mudo lance su grito al cielo
después del silencio de los siglos!

Frente al terror amenazante del orden del universo que ha consumido Europa, Muñoz Marín ve en el triunfo de 1940 la mutación del terror: «El Partido Popular Democrático —proclama— ha hecho que este terror mudo, en Puerto Rico, ya no sea mudo y nunca llegue a ser terror, ni para otros ni para su propio porvenir […], se ha convertido en fuerza creadora» 15.

Puerto Rico tiene el alto privilegio de que en este momento en que la democracia se ve asediada en el mundo, en que la dictadura la acecha y la desconfianza la corroe, Puerto Rico tiene el alto privilegio de ser muestra y símbolo de la vitalidad inmortal de la democracia, surgiendo más potente que nunca en un pueblo que nunca en realidad la experimentó antes […]. ¡Con la ayuda de Dios y de nuestra fe en nosotros mismos hemos también de servirle a la democracia, a la democracia de América, lo mismo que a la democracia de Puerto Rico! 16

Puerto Rico, había dicho ya en el Ateneo, se semeja a un monasterio medieval en donde se preservan las verdades profundas de la democracia y la cultura frente a las hordas bárbaras que cruzan la frontera del Rin.

María Zambrano también reconoce una misión en su isla-perfume: con su leve masa, dice, Puerto Rico pone en juego toda su generosidad y su amor para trascender lo inmediato y llegar a la comprensión de algo más trascendente y decisivo. No empece su «delicado cuerpo», Puerto Rico está destinado a una empresa de alcance universal 17. Es la fecundidad de la crisis; el fulgor en medio del eclipse.

Desesperación y esperanza

Eterno movimiento, la cultura humana es un sistema de esperanzas y desesperaciones para Zambrano. Ha vivido siempre Europa en una «infatigable tensión de tender a un mundo, a una ciudad siempre en el horizonte, inalcanzable» 18. Es la paradoja de la ciudad de Dios de san Agustín por lo que «el saber más peculiar del hombre europeo es vivir en el fracaso» 19. «Es —nos dice— el fondo utópico, esencialmente utópico de la historia europea, la substancia de su sueño que ha sido primero como el horizonte que enmarcaba su realidad y que, a medida que ha transcurrido el tiempo, ha ganado la voluntad europea para ser llevado a la reali dad» 20.

El fracaso del hombre agustiniano es, sin embargo, su mayor humanidad. Porque es el encuentro con su soledad, con su interioridad, donde habita el corazón. Corazón transparente, cavidad de amor. En la noche obscura de lo humano —que Zambrano audazmente anticipa de alguna manera en el arte enmascarado de los vitalismos, «frutos de ceniza mordidos por la nada»— el totalitarismo le niega al hombre su propia soledad. Sin ella, sin la quietud del corazón solo, el futuro no es posible. La soledad del corazón le abre paso a la esperanza, permite el encuentro del hombre con el mundo. «El porvenir se ha abierto de pronto», dice María Zambrano, en Puerto Rico 21.

A lo largo de las arduas jornadas de convocatoria y convencimiento que realizó Luis Muñoz Marín en los dos años previos a las elecciones de 1940, quedó cuajada también una arrebatada retórica de la desesperación y la esperanza. La prédica del líder puertorriqueño descansó en dos fuentes narrativas que redundaban en las almas y cuerpos despojados de los campesinos y que resonaban en los caminos poblados de miseria de la isla. El ciclo fatal de la caña con su tiempo breve de zafra y con su interminable tiempo muerto y el relato del Cristo redentor con su tiempo de la resurrección.

Hablando por radio sobre la importancia de los comicios, proclama con la voz simultáneamente autoritaria y amante del profeta: «Ustedes van a decidir con sus votos entre las dos mitades de sus vidas» 22. Atrás quedarían los tiempos del miedo, tiempos antihumanos y anticristianos 23. Las elecciones quedaban significadas desde la promesa fundamental del cristianismo. En vísperas de las elecciones, trocado el micrófono radial en monte sacro, clamaba: «¡Crean en la dignidad de ustedes mismos! […]. ¡Esa es la enseñanza del cristianismo, la enseñanza de la democracia, la enseñanza de este Partido Popular Democrático!» 24.

Hubo populares antes de que adviniera el Partido Popular Democrático, recordaría Muñoz Marín tiempo después. Porque «la desesperación, si no se da al suicidio, se hace fuerza incontrastable de la esperanza» 25. En poderosa alquimia, el dolor viejo del pueblo trocaba en 1940 en la voluntad nueva del pueblo 26. Evocando otra vez al poeta Markham, Muñoz condensa el profundo drama de los condenados de la tierra: «El hombre olvidado casi se había olvidado de sí mismo y ahora volvía a acordarse de su propia alma» 27. Era el reencuentro anhelado por Zambrano, la vuelta a la soledad.

Dignidad y democracia

Ya en Isla de Puerto Rico, imbricaba Zambrano el talante democrático con la dignidad irreductible del humano. La democracia emergía como «la conciencia que tiene el Estado para detenerse frente a la integridad de la persona humana» 28. Es esa persona humana, la víctima, la sentenciada a muerte en los días aciagos que circundan su llegada a la isla. Violentada, debe responder con una violencia vital: el afán de existir, hacerse un mundo desde su nada 29.

Ante la terrible tragedia de los seres —causada por el jinete nihilista de la guerra—, hay que establecer la superioridad del alma humana desde el concepto más hondo de su dignidad, proclamaba por su parte Muñoz Marín en su discurso en el Ateneo Puertorriqueño. La democracia es ni más ni menos que la «igualdad de la dignidad humana ante el dolor de la vida y ante el misterio de la muerte; es igualdad de la dignidad humana ante el tiempo y el espacio, ante el infinito y ante la eternidad» 30. Es la persona humana la que se recobra, según Muñoz, con la victoria de 1940. El pueblo entra en el escenario ya no como coro, sino como héroe de su propia epopeya 31. En ella se despliega «la igualdad profunda entre los hombres más allá de todas las desigualdades superficiales, el respeto debido al individuo, la estructuración consciente de la vida colectiva […]. Mientras queden estos principios incólumes, quedará incólume la democracia» 32.

Con el título puesto a lápiz por el propio Muñoz Marín, aparece en los archivos de la fundación que lleva su nombre un breve texto de 1950 de María Zambrano: «Pensando en la democracia» 33. Anota Muñoz en una esquina de la página a manera de una propuesta resumen: «Sobre P. R.— de que no es posible instalarse en la inercia». Una década antes, en conmemoración del natalicio del presidente Franklin Delano Roosevelt, un victorioso Muñoz había insistido en que «la democracia no es una estructura estática: es fuerza que se mueve, aspira, crece. La democracia es lo que es en cada sitio donde sus principios se reconocen. Pero, además, en cada sitio, es el sueño —que en los espíritus fuertes es propósito— de lo que el pueblo quiere que sea» 34. En Pensando en la democracia, distingue Zambrano aún otra diferencia radical entre el totalitarismo y la democracia: «La democracia es el régimen capaz de renovarse a sí mismo, de ser la continuación de sí mismo, es decir: de superar su propia crisis» 35.

Lo que no puede hacerse es confundir las crisis ocurridas dentro de la Democracia como fracasos definitivos: «La crisis no es sino la señal, el signo de que la vida, la historia, son movimiento, proceso» 36. Por ser la democracia el régimen más apegado a lo humano, precisa ser creadora, «inventar su propia acción y descubrir su propio ser» 37. En ello no ha de haber miedo a lo imprevisible, la democracia ha de abrir paso siempre al futuro.

Francisco Rodón (1974-1977): Luis Muñoz Marín. (Foto: Fundación Luis Muñoz Marín, San Juan, Puerto Rico).

Francisco Rodón (1974-1977): Luis Muñoz Marín. (Foto: Fundación Luis Muñoz Marín, San Juan, Puerto Rico).

Persona y democracia. La historia sacrificial, de María Zambrano, se publicó por primera vez en Puerto Rico en 1958, en una edición del Departamento de Instrucción Pública. Con la democracia —señala— se completa la humanización de la historia y del hombre. Porque «si se hubiere de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no solo es permitido sino exigido ser persona» 38. Hay una transacción esencial: que la sociedad sea el espacio adecuado para la persona humana y no su lugar de tortura.

Tortura

La figura de la tortura tan ligada a las circunstancias que la trajeron a esta isla es quizás presagio. Más o menos hacia el tiempo en que Zambrano entregó su manuscrito, Muñoz Marín percibía, con horror y soberbia, que la persona humana puertorriqueña no había encontrado aún ese espacio adecuado en la sociedad democrática, prefigurada en 1940. Buscaría con afán la serenidad para su pueblo, la soledad indispensable para gestar nuevas esperanzas en un mundo imperial, tecnologizado y nuclearizado. En las Conferencias Godkin que pronunció en la Universidad de Harvard en 1959, el filósofo Carlos Gil advierte en Muñoz «una melancolía, una aflicción por algo dejado afuera, algo dejado, algo abandonado» 39. Gil cree que a través de un ejercicio de confesión, a la manera como lo ve Zambrano, Muñoz nuevamente encuentra ese objeto perdido —en una casa con ventanas abiertas donde está el Otro, el pueblo— y ocurre la esperada reconciliación. Yo no creo estar tan segura. Sobre todo cuando veo el cuadro de Francisco Rodón de un Muñoz Marín profundamente melancólico.

Cerca de treinta años después, María Zambrano rubricó un nuevo prefacio a Persona y democracia. Acota en él que cuando escribió el libro «parecía entonces abierto el camino de la democracia» 40. Quizás podía hablarse de cierta crisis, concepto siempre de fecundidad en María Zambrano, pues se entrelazaba la idea de la democracia con la idea del progreso, concepto, en su opinión, muy opaco. En los momentos en que entrega el nuevo prefacio, siente que ya no hay crisis, «lo que hay más es orfandad» 41. Se pregunta entonces por qué publicar otra vez este libro, a lo que contesta: «Muy simplemente lo diré: como un testimonio, uno más, de lo que ha podido ser la historia, de lo que pudo ser, un signo de dolor porque no haya sucedido que no desvanece la gloria del ser vivo, de la acción creadora de la vida, aun así, en este pequeño planeta» 42. Pudo haber dicho, sin titubeos, como la historia de la luz en medio del eclipse, en una isla-perfume del Caribe.


1  Silvia Álvarez Curbelo (2017): «Un mundo perplejo: la discursiva del gobernador Luis Muñoz Marín en tiempos nucleares, Puerto Rico, 1946-1964», en Manuel Rodríguez Vázquez y Silvia Álvarez Curbelo (eds.): Tiempos binarios: la Guerra Fría desde Puerto Rico y el Caribe. San Juan: Ediciones Callejón, pp. 21-72.

2  María Zambrano (1945): La agonía de Europa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

3 Ibid., p. 9.

4 Ibid., p. 10.

5 Ibid.

6  Muñoz Marín se refiere a este punto en La historia del Partido Popular Democrático, obra inconclusa escrita en 1942, p. 72. Utilizo en este trabajo la segunda edición, publicada en San Juan por la Fundación Luis Muñoz Marín en 2003.

7  Véase «El discurso populista de Luis Muñoz Marín: condiciones de posibilidad y mitos fundacionales en el período 1932-1936», en Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro (1993): Del nacionalismo al populismo. Cultura y política en Puerto Rico (Río Piedras: Ediciones Huracán).

8  María Zambrano (1940): Isla de Puerto Rico. Nostalgia y espe ranza de un mundo mejor. Buenos Aires: La Verónica, p. 19.

9  Luis Muñoz Marín, Historia, p. 121.

10 «Discurso pronunciado en el Ateneo», en Fernando Picó (ed.), 1999: Luis Muñoz Marín. Discursos 1934-1948, vol. I (San Juan: Fundación Luis Muñoz Marín). El Foro es objeto de un excelente estudio de María Elena Rodríguez Castro (1993): «Foro de 1940: Las pasiones y los intereses se dan la mano», en Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro (eds.): Del nacionalismo al populismo. Cultura y política en Puerto Rico (San Juan: Ediciones Huracán, pp. 61-105).

11  Zambrano: La agonía, pp. 24-25.

12  Muñoz Marín: Historia, p. 151.

13Ibid., p. 152.

14  Desde su publicación en 1899, el poema fue muy popular y el texto más vendido, junto a la Biblia, en Estados Unidos.

15  «Discurso de la victoria», en Discursos, p. 105.

16El Mundo, 18 de noviembre de 1940.

17  Zambrano: Isla de Puerto Rico, p. 34.

18  Zambrano: La agonía, p. 123.

19 Ibid., p. 126.

20 Ibid., p. 124.

21 Ibid.

22  Luis Muñoz Marín: «Discurso por radio sobre las elecciones», en Picó: Discursos, p. 73.

23 Ibid., p. 78.

24  Luis Muñoz Marín: «Discurso pronunciado por radio en la noche víspera de las elecciones», en Picó: Discursos, p. 87.

25  Muñoz Marín: Historia, p. 23.

26Ibid., p. 80.

27 Ibid., p. 103.

28  María Zambrano: Isla, pp. 20-21.

29  María Zambrano: La agonía, p. 82.

30  Luis Muñoz Marín: «Discurso pronunciado en el Ateneo», en Picó: Discursos, p. 65.

31  Luis Muñoz Marín: Historia, p. 15.

32 Ibid., p. 151.

33  Agradezco a Julio Quirós, Archivero de la Fundación Luis Muñoz Marín, el hacerme llegar este texto.

34  Luis Muñoz Marín: «Discurso en conmemoración del día de Roosevelt», en Picó: Discursos, p. 118.

35  María Zambrano (1950): Pensando en la democracia, texto mecanografiado. Archivo Luis Muñoz Marín.

36 Ibid.

37 Ibid.

38  María Zambrano (1996): Persona y democracia. La historia sacrificial. Madrid: Ediciones Siruela, p. 169.

39  Carlos Gil (2005): «La brecha del terror: Luis Muñoz Marín y las Conferencias Godkin», en Pedro Ángel Reina Pérez: Cavilando el fin del mundo (San Juan: Alamo West Caribbean Publishing).

40  Zambrano: Persona, p. 11.

41 Ibid., p. 12.

42Ibid., p. 13.

TSN nº14, 2022. ISSN: 2530-8521