La declaración de pandemia del covid-19 por parte de la OMS el 11 de marzo de 2020 1 puso en jaque la estabilidad de casi la totalidad de todos los países en el mundo. A China e Italia, pioneras en decretar confinamientos domiciliarios en algunas zonas del país y el cierre de las actividades no esenciales, se le fueron sumando en cascada otras zonas en Europa y del resto de países del mundo.
Para luchar contra este virus relativamente desconocido, los gobiernos y las autoridades sanitarias de todo el mundo pidieron a las poblaciones que asumieran medidas radicales que forzaron grandes cambios en la forma de vivir, de relacionarse y de trabajar. Estas medidas de prevención, que incluían la prohibición de salir a la calle —excepto para realizar actividades esenciales—, la limitación de las reuniones, cierres perimetrales, el cierre de centros escolares y universitarios, entre otras, exigían una gran colaboración ciudadana. Por tanto, la confianza o desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones, los gobiernos, los políticos, los científicos, entre otros agentes sociales, jugaron un papel esencial.
En este escenario de gran incertidumbre, se puso a prueba la capacidad de las instituciones internacionales, nacionales y locales para decretar y hacer cumplir medidas de prevención incómodas para la sociedad. Para algunos autores, es precisamente la confianza de la sociedad en sus gobernantes el requisito previo y necesario que permite a las personas asumir toma de decisiones estrictas durante períodos de incertidumbre como lo fueron los primeros meses de pandemia (Zinn, 2008; Harring et al., 2021; Jennings et al., 2021). No solo eso, una investigación realizada en Alemania mostró que, aunque el índice de satisfacción general de vida descendió bruscamente tras la pandemia, este descenso fue menos radical en aquellas personas con un mayor índice de confianza en las instituciones políticas y los medios de comunicación previos a la pandemia (Bittmann, 2021).
Desde mediados de los años cincuenta, los estudios sobre la confianza interpersonal han ido diversificándose (Ji y Long, 2022) no solo desde la perspectiva clásica del dilema del prisionero (Earle et al., 2007), sino desde diferentes aproximaciones y en diferentes ámbitos del campo de las ciencias sociales. El dilema del prisionero parte de la teoría de juegos formulada por el matemático John von Neumann en 1947. Esta teoría trata de explicar las estrategias de toma de decisiones óptimas de los individuos teniendo en cuenta cómo influyen en sus decisiones las estrategias de los demás individuos del juego. Lo que propuso Albert William Tucker al formular el dilema del prisionero fue una demostración sobre por qué, a pesar de que dos individuos puedan obtener mayor beneficio al cooperar, decidan no hacerlo: la incertidumbre y la confianza o desconfianza sobre qué hará el otro explica por qué en ocasiones uno de los dos —o ambos— deciden no cooperar, reduciendo sus posibles beneficios.
De alguna forma, la constatación de que la confianza en el otro es la base para lograr cooperación (Ji y Long, 2022) ha propiciado este tipo de estudios, especialmente en períodos de crisis globales y gran incertidumbre, como sucedió durante los primeros meses de la declaración de la pandemia del covid-19. La confianza ha sido incluso definida como the ultimate currency («la moneda definitiva») y ha vivido lo que se ha denominado «período de expansión de estudios desde principios del siglo XXI» (Ji y Long, 2022).
Sin embargo, muchos de estos estudios se han realizado sobre escenarios hipotéticos (Freimuth et al., 2014), por lo que la pandemia del covid-19 ha sido un escenario real que muchos equipos de investigación de todo el mundo han querido aprovechar: la muestra y el universo de población se presentaban en el mismo plano. Aunque es cierto que la pandemia de covid-19 no es la primera pandemia del siglo XXI (gripe A, gripe porcina, MERS, virus del ébola), sí es la que mayor impacto social ha tenido y la que ha modificado completamente la forma en la que nos relacionamos, trabajamos, nos movemos y consumimos.
La crisis provocada por la pandemia del covid-19 se suma a la que ya identificó justo en 2019 el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como déficit de confianza o trust deficit disorder (Guterres, 2019). Es decir, la pérdida de confianza en las instituciones políticas estaba propiciando la polarización social y el crecimiento de los populismos. El informe Edelman, que investiga desde hace veinte años la evolución de la confianza en el ámbito global, constata además que el creciente sentimiento de desigualdad está minando la confianza en las instituciones. El informe de 2021 subrayaba también cómo la infodemia había socavado más, si cabe, esta desconfianza hacia los líderes sociales (Edelman, 2021).
Es por ello, quizás, que el creciente interés por el estudio de la confianza se ha acelerado durante la pandemia. De hecho, según los datos de la base de datos de SCOPUS, los estudios que incluyen en el título, en el abstract o entre las palabras clave el término trust han aumentado considerablemente.
Gráfico 1. Elaboración propia. Fuente: base de datos SCOPUS.
TABLA 1
SCOPUS | Buscadores booleanos | Total documentos | Documentos refinados | Filtros aplicados a las búsquedas |
Primera búsqueda | trust AND COVID-19 | 368 | 59 | Idioma (inglés), tipo de documentos (artículo). Se excluyen artículos de agricultura, matemáticas, ingeniería, computación, inmunología |
Segunda búsqueda | confidence AND COVID-19 | 53 | 16 | Idioma (inglés), limitado a (artículos), palabras clave (título y palabras clave). Se excluyen ar tículos de agricultura, matemáticas, ingeniería, computación, economía y empresas |
Tercera búsqueda | Trust and mistrust AND COVID-19 | 18 | 15 | Eliminados los artículos repetidos |
Total documentos analizados | 90 |
Criterios de búsqueda para la selección de la muestra estudiada. Fuente: elaboración propia.
La creencia general apunta a que para el éxito o fracaso en la gestión de cualquier crisis de gran magnitud, especialmente aquellas en las que hay un componente de incertidumbre elevado, es esencial la confianza a fin de lograr la cooperación ciudadana. Sin embargo, la confianza en las instituciones y los gobiernos es una espada de doble filo: por un lado, la confianza en que los demás cumplirán las medidas establecidas y la confianza en que los gobiernos realizarán una gestión adecuada de las crisis puede llevar a una reducción de la percepción del riesgo y, por tanto, a reducir las medidas de protección personal (Reierse et al., 2022). Al mismo tiempo, otros estudios han mostrado que la desconfianza en la capacidad de los gobiernos para controlar la crisis puede llevar a la población a asumir medidas de autoprotección tempranas y a promover campañas de ayuda para la sociedad, tal y como mostró Chan (2021) que sucedió al inicio de la pandemia de SARS-CoV-19 en Hong Kong.
Esta revisión bibliométrica pretende, por tanto, analizar qué aspectos de la confianza han sido estudia dos durante las primeras oleadas de la pandemia, desde su declaración oficial en marzo de 2020 hasta los inicios de las campañas de vacunación masiva en los países occidentales. Asimismo, se pretende analizar qué técnicas de recogida de datos han sido utilizadas y qué poblaciones han sido objeto de estudio.
Con el objetivo de analizar cómo se han abordado los estudios internacionales sobre la confianza durante la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, se han llevado a cabo una serie de búsquedas bibliográficas usando la base SCOPUS. El motivo por el que se ha elegido esta base de datos es porque incluye más de 24.500 publicaciones y cubre las áreas de ciencias, tecnología, medicina y ciencias sociales. El objetivo de esta revisión bibliométrica fue identificar artículos publicados desde el inicio de la declaración de la pandemia en 2020 hasta principios de 2022. Este período de tiempo permite abarcar diferentes etapas de la pandemia, desde la incertidumbre inicial, cuando incluso las vías de contagio eran motivo de discusión, hasta la aplicación de diferentes medidas de contención en los distintos países, incluyendo la evolución sucesiva de las olas y el desarrollo de las vacunas, y las subsiguientes campañas de vacunación masivas en Occidente.
En inglés existen dos términos para hablar de lo que en castellano denominamos «confianza»: trust y confidence. Cada uno de ellos alude a diferentes matices. Tal y como lo definen Earle et al. (2007), trust es la «voluntad de hacerse vulnerable» a los otros en base a juicios de similitud de intenciones y valores, con la esperanza de obtener resultados beneficiosos. Por su parte, confidence se define como la «creencia», basada en la «experiencia previa», de que ciertos eventos sucederán como se espera. Para la búsqueda realizada se incluyen ambos términos, aunque, como puede observarse, trust se utiliza con mayor frecuencia.
Para llevar a cabo el análisis descriptivo, se elaboró una ficha de análisis de contenido que incluye los siguientes campos: a) técnica de recogida de datos; b) país(es) en el (los) que se ha realizado el estudio; c) aspecto(s) de la confianza estudiado(s).
Al abordar la técnica de recogida de datos, se pretendía averiguar qué técnicas se han utilizado (encuestas, entrevistas, grupos de discusión, observación), así como si se han llevado a cabo de forma online, telefónica o presencial. De esta manera, la inclusión del país o países también permite hacerse una composición de lugar acerca de si se han realizado estudios comparativos y/o si ha habido regiones que han quedado excluidas de estas investigaciones. Por último, a través del estudio de los aspectos de la confianza que se han estudiado (confianza en las instituciones, en los líderes, en las vacunas, en las relaciones interpersonales) podremos averiguar en qué aspectos de la confianza se han centrado las investigaciones y de qué manera parecen haber influido en la resolución de los conflictos inherentes a la pandemia.
En relación con los países cuyas poblaciones han sido objeto de estudio, predominan Estados Unidos, los países europeos y los de Asia oriental. En la imagen 1 aparecen destacados aquellos países que han sido objeto de estudio (no se reflejan países en los que únicamente se han realizado estudios comparativos) y cuáles han sido las poblaciones objeto de estudio en el análisis bibliométrico realizado. El gráfico 3 incluye también la cantidad de estudios que se han realizado en cada uno de estos países.
Imagen 1. Países cuya población ha sido objeto de estudios sobre la confianza. Fuente: elaboración propia
En tres de los setenta y cinco artículos analizados no se especificaba el país sobre el que se había realizado el estudio, ya que se trataba de revisiones de literatura o de aproximaciones teóricas. En otro de los estudios publicados no se especificaba el país de análisis, ya que se realizaba una encuesta online a una serie de usuarios previamente seleccionados a través de redes sociales en la que no se incluía información sobre el lugar de residencia u origen. Los otros veintiún artículos analizados realizan estudios comparativos entre más de dos países.
Gráfico 2. Estudios comparativos entre diferentes países. Fuente: elaboración propia.
Gráfico 3. Número de artículos que han estudiado diferentes aspectos de la confianza en cada país. Fuente: elaboración propia.
De estos veintiún artículos donde se comparaban los datos de diferentes países, en siete de ellos se llevaron a cabo estudios comparativos a nivel mundial a partir de encuestas globales; ocho de ellos compararon países europeos; dos realizaron una comparación entre países europeos y Estados Unidos y/o Canadá; uno de ellos comparaba países asiáticos; y otro de ellos comparaba los resultados de sendos estudios de Estados Unidos y Canadá.
En relación con los aspectos estudiados sobre la confianza, estos han sido categorizados en: a) confianza en las fuentes de información (medios de comunicación y/o redes sociales, o fuentes de información oficiales o informales); b) confianza en el gobierno y la política (confianza en líderes políticos, en gobiernos y en instituciones políticas); c) confianza en la ciencia, los científicos y las instituciones científicas; d) confianza en las instituciones (internacionales, religiosas, instituciones de salud); e) confianza interpersonal (confianza en la sociedad); f) confianza en las vacunas; y g) confianza en las soluciones digitales.
TABLA 2
Dos países | Tres países | Cuatro países | Más países | Total | |
Comparativa entre países europeos | 4 | 1 | 0 | 3 | 8 |
Comparativa entre países europeos y Estados Unidos | 1 | 0 | 1 | 0 | 2 |
Comparativa entre países australianos | 1 | 0 | 0 | 0 | 1 |
Comparativa entre países norteamericanos | 1 | 0 | 0 | 0 | 1 |
Comparativa entre Estados Unidos y países asiáticos | 1 | 1 | 0 | 0 | 2 |
Comparativas mundiales | 0 | 0 | 0 | 7 | 7 |
Total | 8 | 2 | 1 | 10 | 21 |
Regiones comparadas en los estudios sobre la confianza (siete artículos realizaron una comparación entre países que abordaban países de tres continentes o más). Fuente: elaboración propia.
TABLA 3
Aspectos de la confianza abordados | Número de artículos |
Confianza en las instituciones políticas y los gobiernos (primer ministro, políticos, gobierno, etcétera) | 40 |
Confianza en las instituciones (instituciones internacionales, instituciones religiosas, instituciones de salud) | 27 |
Confianza interpersonal | 20 |
Confianza en las fuentes de información (medios de comunicación, gobiernos, familiares y amigos) | 18 |
Confianza en la ciencia, los científicos y expertos (profesionales de la salud, organizaciones científicas y líderes de salud) | 19 |
Confianza en las vacunas de covid-19 | 15 |
Confianza en las soluciones digitales | 3 |
Total | 142 |
Fuente: elaboración propia.
Aunque podrían haberse incluido los estudios sobre la confianza en las vacunas dentro del área de la confianza en la ciencia, se ha optado por categorizarlos de forma diferente, ya que ha sido un área temática que ha resultado de algún modo polémica en el ámbito social. Además, teniendo en cuenta el declive generalizado de la confianza en la ciencia desde los años setenta (Lewandowsky et al., 2013), resulta especialmente importante observar si hay estudios que hayan centrado su interés en la confianza en la ciencia en el contexto del covid-19, ya que la retransmisión casi en directo de los avances científicos, con sus errores y aciertos, invita a pensar que quizás la percepción de la ciudadanía sobre qué es la ciencia, cómo funciona y de qué forma puede evolucionar puede haber cambiado profundamente. Quizás para algunas personas la crisis del covid-19 haya bajado a la ciencia de su pedestal 2, pero para otras puede haber sido una oportunidad para entender y aumentar su interés por la ciencia. Por otra parte, se han diferenciado aquellos artículos que abordaban la confianza en las instituciones políticas y gubernamentales de los que se fijan en otro tipo de instituciones (como organismos internacionales), ya que, desde diferentes sectores y por diferentes motivos, se han visto desacreditadas. Esta distinción nos permite analizar si las investigaciones han arrojado o no luz sobre de qué forma ha influido la pandemia en la confianza que en ellas se tiene.
La confianza en la política y los gobernantes es una de las áreas más abordadas. En este sentido, son numerosos los autores que han constatado cómo la confianza institucional es un elemento clave para la cooperación, algo aún más evidente en tiempos de crisis globales (Tyler, 2016). Además, la confianza en las instituciones y la confianza interpersonal han sido identificadas como los principales componentes del capital social (Rennó, 2001). Aunque existe una gran variedad de definiciones sobre qué es el capital social, siguiendo el análisis propuesto por Flores y Rello (2001), podríamos afirmar que son las redes y valores compartidos que permiten o facilitan la acción cooperativa. Es por ello por lo que la confianza interpersonal, es decir, la confianza en los otros, es esencial para garantizar la cooperación y, por ello, resulta fundamental para lograr que se adopten las medidas de prevención de contagio durante la pandemia. Como afirma Durand Ponte (2006), la confianza interpersonal, basada en la reciprocidad y en el carácter previsible de la conducta de los otros, es el cemento de la organización democrática. Es más, para Rennó, cuanto mayor es el nivel de confianza de una sociedad, más estable es su democracia y más participativa la ciudadanía; en este sentido, es especialmente relevante la confianza interpersonal, ya que es la que fomenta la participación social.
El escenario de covid-19 ha permitido realizar investigaciones en las que estudiar qué factores influyen en la confianza o la desconfianza hacia las instituciones públicas. ¿Qué factores influyeron en la confianza? Algunos estudios han concluido que la confianza previa en el gobierno es el elemento clave para que la ciudadanía confíe también en la información que este ofrece (Bargain y Aminjonov, 2020). Sin embargo, estudios como el realizado en Letonia durante la pandemia (Rožukalne et al., 2022) apuntan en otra dirección: a pesar de que este país tenía la tasa de confianza en sus instituciones y gobiernos más baja de la Unión Europea, durante la primera ola de la pandemia de covid-19, la confianza en las fuentes de información fue alta. Esto puede explicarse a partir del efecto rally round the flag, que, como explican Rožukalne et al., depende de una variedad de factores (no únicamente de la confianza en el gobierno y en las instituciones democráticas); entre ellos, uno de los más relevantes fue el riesgo percibido por parte de la ciudadanía de sufrir, en este caso, contagio por covid-19.
Durante las primeras semanas de confinamiento se produjo un notable aumento del tráfico de datos en las redes de telecomunicaciones, que en el caso de España llegó incluso a quintuplicarse 3. Si en cualquier momento de crisis la información precisa, clara y empática es fundamental para mantener la confianza y fomentar la cooperación, en un contexto de población confinada, pero hiperconectada, es aún más relevante. Partiendo de la premisa de que la población tiende a confiar más en los medios de comunicación durante momentos de crisis (Ball-Rokeach y DeFleur, 1976) y de la idea de que para lograr la cooperación social es necesario que exista confianza en las fuentes, cabe preguntarse si los medios de comunicación constituyeron una fuente de confianza para la ciudadanía. Es más, teniendo en cuenta el ecosistema mediático en el que las redes sociales permiten una comunicación casi directa de cualquier actor hacia cualquier sector (desde líderes políticos o expertos sanitarios hasta charlatanes), es interesante analizar si hay estudios que hayan abordado la confianza que las diferentes fuentes de información despertaron en la sociedad.
Estudios previos (Espinoza-Bianchini, 2018) ya habían mostrado cómo el consumo de medios de comunicación, tanto digitales como tradicionales, tiene un efecto sobre los niveles de confianza. De alguna forma y como señalan los autores, la confianza en las diferentes instituciones que hacen funcionar el sistema político del país depende, en parte, del nivel de consumo de medios tradicionales que tienen las personas.
Es cierto que, al menos durante la primera ola del covid-19, el consumo de medios convencionales aumentó (Vermeer et al., 2022). Pero, en este contexto, el papel de las redes sociales fue fundamental y probablemente complementario al de los medios de comunicación. De hecho, fueron numerosos los líderes políticos, científicos y líderes en el terreno de la salud que utilizaron sus perfiles en redes sociales (especialmente Twitter) para comunicarse con la ciudadanía. Este aumento del uso de las redes sociales por parte de las agencias gubernamentales y sus líderes junto al incremento de la interacción de estos con los usuarios también repercutió en una mejora de la confianza de los ciudadanos en las acciones de gobierno (Mansoor, 2021).
La exposición a información sobre covid-19 ha mostrado tener una gran influencia sobre en qué medida la población adopta o no medidas de autoprotección y prevención, incluyendo la predisposición a recibir una vacuna si esta está disponible (Zeballos-Rivas et al., 2021). Es más, algunos estudios han concluido que el grado de confianza en las fuentes de información formales de una persona es capaz de predecir en cierta medida si ese individuo se vacunará o no (Tan et al., 2022). De alguna forma, la confianza en las fuentes de información facilitó la cooperación y contribuyó a controlar la pandemia. De hecho, la falta de confianza en las fuentes gubernamentales y la difusión de mensajes que resultaban confusos o contradictorios para algunos sectores de la población podría explicar por qué ciertos sectores no siguieron las recomendaciones oficiales (Gonçalves, 2021).
Sin embargo, las fuentes de información oficiales no son las únicas que existen y, de hecho, la influencia de las fuentes de información informales (que pueden ser desde familiares hasta procedentes de líderes de opinión, celebrities o amigos o conocidos) sobre algunas temáticas pueden llegar a ser incluso más relevantes para la formación de una opinión y la adopción (o no) de medidas preventivas. Por ejemplo, en lo que respecta a la toma de decisiones sobre la dieta, la población tiende a considerar que los medios de comunicación influyen de manera limitada, mientras que son las celebridades quienes influyen de forma más notable (Moreno et al., 2021). Zeballos-Rivas et al. (2021) apuntan también el papel fundamental que juegan las fuentes de información informales (familiares y personas cercanas) y cómo una información adaptada al perfil sociológico de cada persona es clave para propiciar la confianza y aumentar la tasa de vacunación, en concreto durante la crisis de covid-19. En un entorno de gran incertidumbre como fueron las primeras oleadas de la pandemia de SARS-CoV-19, la credibilidad de las fuentes fue puesta en entredicho en numerosas ocasiones. En parte por la escasa cultura científica de la sociedad, en parte por la forma en la que cada gobierno gestionó las medidas de prevención, numerosos sectores de la población mostraron desconfianza en las fuentes de información oficiales acusándolas de contradictorias o ineficaces. Cuando las fuentes oficiales, tanto medios de comunicación como responsables de salud pública, pierden credibilidad, la población tiende a buscar fuentes de información alternativas en medios digitales, redes sociales o a través de sus redes interpersonales (Jang y Baek, 2019). Además, la escasa credibilidad de las autoridades lleva a la población a no adoptar medidas de seguridad (Cava et al., 2005; Bish y Michie, 2010).
En relación con los métodos y técnicas de obtención de datos, como se puede observar en la tabla 4, la mayor parte de las investigaciones han recurrido a encuestas de población. De estas, la gran mayoría se ha llevado a cabo de forma telemática, con muestras autoseleccionadas por parte de los usuarios. Del total de artículos analizados, tan solo en cinco de ellos se ha especificado que las encuestas han sido realizadas de forma presencial, vía postal, por teléfono o cara a cara —como alternativas a las encuestas telemáticas—, con el objetivo de llegar a públicos menos digitalizados o poblaciones a las que resulta más complicado acceder a Internet. Estas técnicas de recogida de datos han sido fundamentalmente utilizadas en Indonesia, Eslovenia, Sudáfrica, Nigeria, China, Kenia y Turquía.
TABLA 4
Técnica de recogida de datos | Número de artículos |
Cuestionarios | 51 |
Triangulación de varias técnicas | 12 |
Estudios de panel | 9 |
Análisis del discurso en redes sociales | 3 |
Diseños experimentales | 3 |
Estudios de caso | 3 |
Revisión de literatura | 3 |
Análisis de contenido (documentos políticos) | 1 |
Aproximación teórica | 1 |
Ensayo controlado aleatorizado | 1 |
Entrevista en profundidad | 2 |
Estudio transversal | 1 |
Total | 90 |
Técnicas de recogida de datos. Fuente: elaboración propia.
En línea con la revisión bibliográfica llevada a cabo por Ji y Long (2022), en este análisis también se constataba que las poblaciones de los países del primer mundo fueron objeto de investigación privilegiada. De hecho, según estos autores, el ranking de países que han contribuido históricamente al estudio sobre la confianza está encabezado por Estados Unidos y China, seguido por Gran Bretaña, Alemania, Canadá y Países Bajos. Según los resultados del presente estudio, los países en los que la confianza ha sido más estudiada han sido Estados Unidos, Gran Bretaña y Países Bajos.
Por su parte, los países latinoamericanos únicamente han sido objeto de estudio en trabajos en los que se han incluido investigaciones comparadas entre más de cinco países. En este sentido, es significativo cómo, a pesar de que los países en vías de desarrollo son más vulnerables a los efectos de la pandemia, han sido objeto de menos investigación social. En concreto en el caso de América Latina, la escasez de estudios sobre la confianza no es una novedad; en general, en esta región, existen pocos estudios sobre los niveles de confianza (Güemes, 2019). Sin embargo, los datos disponibles sí apuntan a que esta es una de las regiones del mundo con niveles de desconfianza más elevados (Latinobarómetro, 2021). Este bajo nivel de confianza generalizado en los países latinoamericanos es especialmente relevante en el caso de la confianza en las instituciones en comparación con la media de la confianza en el resto del mundo según los datos de las diferentes oleadas del World Value Survey (Estella de Noriega, 2020). Precisamente porque el mapa de la desconfianza es complejo, la búsqueda de soluciones requiere ir más allá de tópicos y precisa, por tanto, estudios en profundidad acerca de las causas y la evolución de la confianza en diferentes ámbitos. The Lancet (2020) ha llegado a calificar la pandemia del coronavirus SARS-CoV-19 de crisis humanitaria en esta región, en la que la desconfianza, por ejemplo, en el sistema público de salud llevó a muchos pacientes a rechazar ser ingresados en centros hospitalarios a pesar de su grave situación (Villarroel, 2021). Estas lagunas de confianza globalizada en áreas del planeta con escasos recursos pueden ser letales. En momentos de crisis sanitarias, la confianza (o no) en las instituciones puede incluso aumentar la tasa de mortalidad (Elgar et al., 2020; COVID-19 National Preparedness Collaborators, 2022).
Los diversos estudios sobre la confianza en aspectos que han sido cruciales para el control de la pandemia del covid-19, como la confianza en la eficacia de las vacunas o la confianza en la ciencia, los científicos y su capacidad para resolver el problema, han puesto de manifiesto que es fundamental dirigirse a cada sector de la población respetando su cosmovisión del mundo a través de líderes cercanos y locales. Para ello es necesario, por tanto, incluir en los estudios a poblaciones vulnerables o minorías étnicas, que a veces es difícil de identificar; es un gran reto. Por ejemplo, el acceso a las minorías permitiría detectar la reticencia y la desconfianza hacia la vacuna del covid-19, latente entre la población afroamericana debido al racismo institucional percibido y a la escasa confianza institucional de la ciudadanía (Latkin et al., 2021). En este sentido, la desconfianza hacia las vacunas del covid-19 necesitaría ser abordada de forma adaptada, dando respuesta a los motivos concretos que suscitan esa desconfianza entre la población.
Con respecto a las técnicas de investigación utilizadas, los cuestionarios han sido el recurso más utilizado, seguido por la triangulación de varias técnicas. Tan solo siete de estas encuestas se han realizado de forma no digital (a través de correo postal, llamadas telefónicas o presenciales). A pesar de que una gran mayoría de la población tiene acceso a Internet (en torno a 4.900 millones de personas) 4, lo que supone un 60 % de la población mundial, su distribución desigual a lo largo y ancho del globo —está constatado que las regiones con menos recursos y con población en situación de mayor vulnerabilidad tienen menor acceso a Internet— invita a pensar que es necesario implementar medidas que permitan incluir en los estudios sobre la confianza a poblaciones sin facilidad de acceso a Internet.
En línea con otras revisiones, se constata cómo la confianza en las instituciones políticas es uno de los aspectos más estudiados de la confianza, seguido del estudio de la confianza en las instituciones internacionales que se ocupan de la salud de la población y, finalmente, de las religiosas. La confianza interpersonal, la tercera de las áreas abordadas, ha mostrado su objeto de estudio en el interés por la gestión de la pandemia. De hecho, los estudios han constatado la relevancia que tienen los líderes locales y referentes dentro de las comunidades minoritarias, así como su capacidad para promocionar actitudes de prevención del contagio. En cualquier caso, los estudios realizados durante la pandemia en relación con la confianza muestran que el grado de confianza en las sociedades es crucial, hasta el punto de que las sociedades con mayores niveles de confianza experimentan índices de mortalidad más bajos (Zaki et al., 2022). Por ello, es preciso continuar ahondando en las causas que provocan la desconfianza generalizada en la población de Latinoamérica, así como estudiar de forma comparativa los países de la región y analizar en qué instituciones, ámbitos o líderes los niveles de desconfianza son más elevados, para trazar así mecanismos que permitan gestionar las situaciones de crisis con un mayor grado de cooperación ciudadana.
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1 WHO (2020): Director-General’s Opening Remarks at the Media Briefing on COVID-19 — 11 March 2020.
2 «El coronavirus baja a la ciencia de su pedestal, ¿habrá una crisis de confianza?», https://www.agenciasinc.es/Reportajes/El-coronavirus-baja-a-la-ciencia-de-su-pedestal-habra-una-crisis-de-confianza
3 Los operadores aconsejan un uso racional y responsable de las redes de telecomunicaciones para afrontar los incrementos de tráfico, https://www.telefonica.com/es/sala-comunicacion/los-operadores-aconsejan-un-uso-racional-y-responsable-de-las-redes-de-telecomunicaciones-para-afrontar-los-incrementos-de-trafico/
4 Según datos de Statista: https://es.statista.com/estadisticas/ 541434/numero-mundial-de-usuarios-de-internet/