Monográfico
TSN nº 13, 2022. ISSN: 2530-8521
ALFONSO REYES Y MARÍA ZAMBRANO CAMINAN, PIENSAN Y MEDITAN POR GOETHE *
Alfonso Reyes and María Zambrano Walk, Think and Meditate by Goethe
Alberto Enríquez Perea
Universidad Nacional Autónoma de México (México)

RESUMEN

María Zambrano y Alfonso Reyes son dos pensadores con características universales. Cada uno escogió su rumbo y cada uno hizo lo que más quería: pensar, reflexionar, escribir, ver publicados sus libros. Sus caminos no estuvieron exentos de dificultades. Pero cada uno tuvo su propio asidero: sus clásicos. En su relación amistosa, que se dilató veinte años, solo hubo afinidad, comprensión y apoyo. Ejemplo del trabajo intelectual y de su compromiso con el mundo.

Palabras clave: Goethe, poesía, pensamiento, filosofía, amistad

ABSTRACT

María Zambrano and Alfonso Reyes are two thinkers with universal features. Each one of them chose their course and they did what they wanted most: think, reflect, write, seeing their books being published. Their paths were not exempt from difficulties. Nevertheless, they had their own foundation: their classics. In their friendly relationship, which lasted twenty years, there was only affinity, understanding and support. It is an example of intellectual work and their commitment to the world.

Keyword: Goethe, poetry, thought, philosophy, friendship
• Contenido •

A Madeline Cámara

Rumbo a Reyes

Alfonso Reyes ya esperaba a María Zambrano a finales de febrero de 1939, como a varios de sus amigos y compañeros republicanos españoles que estaban exiliados. ¿Quién sino Alfonso Reyes, que los conocía y los entendía, que sabía sus diferencias y simpatías, para esperarlos y abrazarlos fraternalmente? Ya estaban llegando y acomodándose para vivir en esta tierra del valle del Anáhuac decenas de republicanos españoles. Él mismo buscaba en estos días trabajo seguro desde donde pudiera servir a México. Mientras tanto, hasta que llegara esa oportunidad que deseaba fuera inmediata, escribía, volvió al periodismo, estaba siempre nervioso, con «ciertos vagos miedos». Y lo que más lamentaba era que estaba «muy lejos» de sus «amistades de esta tierra» 1. Sin embargo, continuaba con los arreglos de su casa, con las visitas obligadas a sus amigos, platicando e informándose sobre los republicanos que seguían llegando a México, como Adolfo Salazar en los primeros días de marzo de 1939 2.

La primavera nacía con buenas nuevas para Alfonso Reyes. María Zambrano y Alfonso Rodríguez Aldave, su esposo, llegaban a México y a él se le ofrecía algo seguro, hacerse cargo de la Casa de España en México. Zambrano y Rodríguez llegaban a la capital el viernes 24 de marzo 3. Al día siguiente, se realizó el homenaje fúnebre al político español Marcelino Domingo, donde hablaron el escritor mexicano José Mancisidor y el político español Indalecio Prieto. Por la tarde, hubo una «tertulia española». Y seguramente fue aquí donde se encontraron por primera vez Reyes, Zambrano y su esposo. Tal parece que no fue el único día que se vieron y conversaron 4. Días después, el esposo de María le prestó a Reyes «el tomo único salvado de la edición que hicieron en Barcelona de Prim. Mi gestión en Méjico» 5. Y seguramente la pareja le dio tiempo para visitar la ciudad y a los amigos españoles y a los mexicanos que conoció en Valencia en 1937, como Octavio Paz y Elena Garro, su esposa.

Paz recordaba muchos años después a María «muy blanca y de pelo negro; ojos vivos, a veces velados por una sombra de melancolía y, en los labios, una sonrisa apenas. Ademanes corteses, la voz suave y bien templada. Una voz que venía de lejos» 6. La amistad iniciada en España en ese año del 37 se continuó aquí y en donde habitara la exiliada española. Debido a estas circunstancias, aseguraba el poeta mexicano: «Nuestra amistad fue una larga conversación. Guardo de esas pláticas no las ideas, que se disipan, sino el sonido de su voz. Un sonido de cristal, claro como agua y, como ella, fugitivo, inapresable. ¿De dónde venía su voz? De un lugar muy antiguo, un lugar que no estaba afuera sino dentro de ella misma. ¿Por qué hablo de su voz y no de sus escritos? Creo que hay dos razas de escritores: aquellos que desaparecen bajo su escritura y aquellos que consiguen que su voz se filtre a través de los desfallecimientos y opacidades del lenguaje escrito» 7.

«Esa voz que venía de lejos» llegó en los primeros días de abril a Morelia y de inmediato se incorporó a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para dar los cursos que la Casa de España en México, de acuerdo con esa universidad, había encontrado para ella 8. Por lo que la Revista de la Universidad Michoacana le dio la bienvenida: «El viento de renovación sopla en la Universidad Michoacana. Junto a los viejos maestros, nuevos maestros llegan a engrosar las filas de los educadores. Ha llegado a hacerse cargo de las clases de Filosofía la señora María Zambrano, quien en la Universidad Central de Madrid fue profesora adjunto de Filosofía, cátedra atendida por el ilustre filósofo español José Ortega y Gasset. Los estudiantes la han recibido con entusiasmo y con cariño, y la universidad ha abierto su corazón para escucharla. Por eso es que un viento de renovación ha soplado entre nosotros» 9.

Los días de abril fueron de sorpresa y angustia, de soledad y desacomodo. A Morelia llegaba como «alma del purgatorio», como una «alma en pena», solo con unos días de recogimiento, de estar con los suyos y con los que se entendía y, de repente, ese choque que la paralizaba y desencajaba. Salía de la capital del Estado mexicano y llegaba a la capital del estado de Michoacán. Y el contraste es mayor si vemos el «espíritu vanguardista madrileño» que conoció María y Morelia, «ciudad apenas, reposada e inmersa en su tradicional romanticismo, que solo algunos jóvenes desafiaban con vehemencia, guiados más por el fervor que por la solidez intelectual», apuntó Hernández Tort 10.

Sin embargo, nos indican Sánchez Díaz y Valdes Resendis que, a partir de finales de los años veinte y, sobre todo, en los treinta, en la Universidad Michoacana «surgieron diversas inquietudes estudiantiles que poco a poco fueron perfilando la formación cultural de varias generaciones. Aparecieron agrupaciones que promovieron la publicación de periódicos y revistas de corta o mediana vida en las que recogieron las expresiones literarias, políticas y culturales. Entre las revistas figuran Juventud y Letras Nicolaítas, promovidas por el Consejo Estudiantil Nicolaíta; La Esfera, Garibaldi, Diferente, El Deber Social y Voces, impulsadas por estudiantes del colegio de San Nicolás, la escuela normal y las facultades de Derecho y Medicina» 11.

Los autores citados aseguran que fue así como, por estas inquietudes juveniles y de profesores, empezaron a circular los libros de Fiódor Dostoyevski, George Orwell, James Joyce, entre otros. Así como la Revista de Occidente y la obra de Ortega y Gasset. Y la «recepción del Romancero gitano en Morelia debió ocurrir en ese contexto de renovación cultural de las generaciones universitarias». Artículos de diversas revistas y libros que versaban sobre filosofía y literatura se discutían en las «tertulias organizadas en el café de La Soledad promovidos primero por los profesionistas Luis Garrido, Francisco Arellano Belloc y Salvador Azuela y continuadas después en otros espacios, como el café de la terraza del Hotel Alameda, por los profesores de materias humanistas del colegio de San Nicolás, como Manuel Moreno Sánchez y Rubén Salazar Mallén» 12.

A esta ciudad y a esta universidad, María llegaba en días de «renovación», acaso a la que ya no estaba acostumbrada por tanta tragedia que vio en su tierra. El extremismo de las izquierdas existía aquí, como en todas partes, y tal parecía que la libertad de cátedra no existía. Pero este asunto pronto se resolvió o lo resolvió ella misma y dio sus clases con libertad 13. Asimismo, las horas para impartir sus clases las consideraba agobiantes; reclamó, le dijeron que iban a reconsiderar y, ante la falta de solución mejor, las continuó. Los libros que buscaba, si no los había en la biblioteca universitaria, se los conseguían. Sin faltar la colección completa de la Revista de Occidente ni las ediciones y traducciones de esta revista y mucho menos las obras de su maestro Ortega y Gasset. Casi todo se le facilitaba para que su estancia fuera cálida y provechosa. Y así lo entendió y dio a conocer «un plan de conferencias» que le pareció a Alfonso Reyes —ya para estas fechas presidente de la Casa de España en México— «seductor», así como que había que «publicarlas después en libro» 14.

En este mismo mes de abril de ese año de 1939 la República española cumplió ocho años de haber nacido. Y apenas unos días antes a esta República la doblaban y sus hijos empezaban, por miles, su exilio. María, la militante republicana, la que había defendido las libertades, la que estuvo al lado de esa República cuando más la necesitaba, era ahora ella misma, como su amada, un naufragio. María era «como la azucena y la yerba ruda, el escarabajo o la lechuza, la piedra que rueda o la gota de agua…» 15. Ese 14 de abril de 1931 lo recordaba muy bien, cuando en unión de sus amigos R. Santeiro, Juan Panero, Arturo Serra Plaja, Antonio Sánchez Barbudo, José Antonio Maraval y Enrique Ramos estuvieron en la Puerta del Sol 16 a arengar que por fin había nacido la República por la que tanto habían luchado para que llegara. «Fue tan hermoso como inesperado; salió el día en estado naciente; es decir, nació. Solamente por eso, aunque hubiera nacido otra cosa —hermosa, se entiende—, también ella tendría un inmenso valor […]. Creo yo que era la caridad del día. Pero si esa caridad del día se dio precisamente el 14 de abril, así lo que nació de ese día naciente fue la República, no puede ser por azar. Fue, pues, un nacimiento y no una proclamación», escribió un día la siempre republicana que tiene nombre lleno de gracia y sabiduría, María 17. O como bien escribió el maestro Eliseo Diego: «Cuando una mujer se llama María y es digna de su nombre, le asesto, uno tan solo habla de ella con reverencia y alabanza. Nuestra María era y es toda luz y fuego», María recordaba tan bien ese nacimiento como si todos los días fueran 14 de abril 18.

A María, la que siempre fue «luz y fuego», todavía le sonaba el andar de miles de españoles que iban como ella a su incierto destino al cruzar la frontera entre España y Francia. Y al poco tiempo, cuando ella daba sus clases de Filosofía, «el mismo día que cayó Madrid en manos de los autollamados salvadores, en la Universidad de Morelia, una universidad que tenía, como toda la ciudad, el color de Salamanca, dorada […]. Comencé a dar mi clase en medio de ese silencio, en ese que tiene el indito, y lo digo con todo cariño, en ese silencio del indito mexicano. Y cómo me escucharon, cómo me arroparon. Su silencio fue para mí como un encaje, como una envoltura o una mantilla de esas que les ponen a los niños que tiemblan. Porque yo temblaba por todo y me quitaron el temblar» 19.

Con su esposo, solamente con él estaba en esta ciudad de Morelia. Pues sus seres queridos se quedaron al otro lado del mar océano. Entre esa soledad y el derrumbe de ese que no fue sueño sino una realidad deseada y realizada, el día 22 20, María cumplió treinta y cinco años. En el día de su cumpleaños, en esas horas, en esos instantes acaso regresaban aquellas palabras escritas en su tierra, «¡Españoles fuera de España!», que Moreno Sanz calificó como «su más ardorosa muestra de patriotismo republicano» 21. En ese texto, señaló: «Hoy no se llega a ningún rincón del mundo que no vibre estremecido por algún puñado de verdaderos españoles que lo han asombrado con sus hazañas. Y a las hazañas pertenece como lo mejor de ellas, como lo que les da su inconfundible estilo, esta serenidad, esta humanidad, este heroísmo natural, este sentido de la justicia y esta fe inverosímil, que crece y se agiganta como una llama en la oscuridad de los calabozos, en la soledad de los desiertos, en la angustia de la lejanía; todo esto que hemos visto resplandecer en las frentes de los hombres reconcentrados, que una mañana en las costas de África nos despertaron con sus gritos de aurora: “¡Viva España republicana! ¡Viva la libertad!”» 22.

Acaso en estos primeros días mexicanos o morelianos María supo que había un diario que se llamaba El Nacional y que era el diario que informaba de cuanto acontecimiento pasaba en la España republicana. En este diario se publicaron algunos artículos suyos, como «Recuerdos de un viaje. La tierra de Arauco». Artículo, como los de esa época, que, angustiada, enferma y en su soledad, como lo que llamó la «soledad de España», reflejaba su ánimo. Pero este resplandecía ante la solidaridad de los pueblos con su patria, como lo vio en Chile, como lo supo en Cuba, como lo estaba viviendo en México. No estaba sola. Ni ella ni España. De ahí que manifestara: «Por esta responsabilidad no puede quedar perdido nuestro empeño, no puede quedar vencida nuestra causa. Hay millones de seres que dicen hoy madre España, acompañándonos con todo el corazón en nuestra lucha. Y es así que la cultura española es necesaria al mundo. Ni la técnica moderna, ni la filosofía germana, ni el pragmatismo anglosajón han podido substituirla. La cultura humana, universal, que el hombre precisa para salir del atolladero en que se encuentra metido, solo de nuestra lucha puede surgir. La cultura hispánica, el Renacimiento hispánico, que será la expresión cultural de la todavía virgen América, de la todavía inédita España; el Nuevo Mundo de la cultura hispánica que despertará al “roto” y hará hablar al campesino extremeño, al castellano, ¿podrá escamotearse?» 23.

Pues aquí en México, particularmente en esta hermosa y señorial ciudad de Morelia, María, entre esfuerzos descomunales, trabajaba ese programa y otros textos, algunos de ellos solo pensados. Pero, sin duda, esa idea germinal ahora la estaba ya elaborando, nacía aquí. Para ello se estaba haciendo de todos los recursos bibliográficos, empezaba a escribir pensando y en medio de las vicisitudes nacía la aurora mariana. En sus propias palabras, para explicar esa aurora: «Llega el alba la primera, apenas claridad que borra antes que deshace las tinieblas, silenciosa aún. La hora de la libertad, en interregno donde todo es posible, todo el amor que obedece sin sentirlo, el reino entre los dos reinos de la luz y la oscuridad. El reino que no lo es porque no hay más imperativo que el del amor que no sabe, el bienaventurado amor aún sin sombra. Amanece» 24.

Y cómo no recordar aquello, tan caro, en estos momentos fundacionales, y que señalaba con acierto, al decir que «el escritor, el verdadero escritor, es el que a solas clama a los cielos, el que se arriesga, porque de ello tiene el mandato: un mandato de expresar, y en la forma más indeleble posible, aquello que clama a los cielos. Y este es el escritor. El filósofo no clama, no se arriesga en el piélago insondable. Diógenes con su tonel estaba en una ciudad. Filosofar, pues, debe ser cosa muy esencial para la ciudad, para que la haya. El escritor es imprescindible para que aún aquello que en la ciudad ocurra, y clame al cielo, no se quede oculto bajo el silencio opaco, para que salte clamando a los cielos, y si fuera así, el escritor sería el corazón de la ciudad, su centro, el único que podría rescatar a la ciudad de haber sido desposeída de su centro, allanada en verdad» 25.

Alfonso Reyes también estaba agobiado y desesperado. No dormía. Los males se le juntaban. De la próstata a dolores de cabeza. Insomnios. Dificultades en la casa de su hijo casado. Organización de la Casa de España en México. Peticiones de sus amigos españoles que iban de ayudar a que la novia llegara a México a buscar casa donde pudieran vivir. «Buscar» era el verbo que en estos días más usaba el exdiplomático. Buscar recursos económicos para el sostenimiento y acomodo de los intelectuales españoles que estaban llegando a México. Buscar apoyo del presidente de la República para las reformas que quería hacer en la institución que fundó. Buscar apoyo para que le pagaran su sueldo. Buscar espacios para que los miembros de la Casa pudieran dar sus conferencias y cursos, y desarrollaran sus investigaciones, pues la Casa ni casa tenía.

En abril también, el lunes 17 por la tarde, Reyes escribió en su Diario: «Triste ceremonia: entrega de papeles de la embajada de la República española al embajador cubano Carbonell, y arriar bandera republicana. De noche: en casa, encuentro el acuerdo del presidente sobre el doctor Manuel Rivas Cherif para la Casa de España». Al día siguiente, día 18, estaba el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Natalio Vázquez Pallares, «para definir puntos de la Casa y viaje del biólogo Rioja» 26. Unos días más tarde, domingo 23, Alfonso Reyes estaba instalando su oficina como presidente de la Casa de España en México, en la calle de Madero, despacho número 306, «al lado del Fondo de Cultura Económica, de Daniel Cosío [Villegas], donde yo quería» 27.

En este mes de abril, apareció en la revista Futuro el artículo de Reyes intitulado «El llanto de España». Era una respuesta a todo lo que había escuchado en las calles, en las tertulias, y lo que se decía en los diarios mexicanos. Por eso, categórico, expresó: «Los defensores de la República española —derrotados por la conflagración del mundo— merecen, cuando menos, el respeto de todos los mexicanos, sin distinción alguna. Aquí también hemos visto a la patria dividida en dos bandos, y a uno de ellos acudir al auxilio extranjero, de la que resultó una funesta intervención y un imperio efímero. Y nadie puede poner seriamente en duda de qué lado estuvo el camino de la salvación nacional». Justamente un siglo antes, en el XIX, México se encontró en parecida situación a la República española. La República luchaba por su existencia combatiendo la intervención francesa y la imposición del imperio de Maximiliano. Y de esta lucha la República salió victoriosa y continuó el camino que los mexicanos decidieron en las urnas. Ah, pero había una diferencia, argumentaban algunos mexicanos. Allá intervinieron extranjeros de un lado y del otro. A lo que Reyes respondió: «¡A ver quién tapa el sol con el dedo! ¡A ver quién no distingue entre el que envía al combate algunos mendrugos de pan y el que destaca sobre unas tierras ejércitos enteros, con miras políticas definidas para instalarse en la casa ajena!» 28.

Reyes en el tiempo que tenía libre componía sus próximos libros juntando nuevos y viejos textos o corrigiendo las pruebas de sus Capítulos de literatura española. No dejaba de seguir arreglando los asuntos de la Casa de España en México y mucho menos sus libros, que tenía en su casa y que Enrique Díez-Canedo bautizó como Capilla Alfonsina. Y en medio de esos trabajos, todavía se daba tiempo de escribir en su Diario, en la «madrugada del viernes 28 de abril»: «Agotamiento. Indecisión ante el porvenir. Inmenso dolor de las renuncias y sacrificios que me impongo. Deseo sincero de morir. Todo desambientado. Se ha perdido en casa el calor de intimidad de mi vida, porque Manuela ya se cansó y es todo malhumor; y Alfonsito ya se fue a su hogar, sin duda para bien suyo. Y yo aquí, solo, sostenido únicamente por el frío deber, con la imaginación puesta en la última flor que me acercó la vida. Triste, triste, deshecho, sin voluntad de escribir ya nada. Solo, triste, deseando morir y que ella comprenda por qué. ¿Por qué este afán insano de seguir viendo la vida con la sensibilidad de un joven, que todavía tiene su historia por delante y aún puede escoger la persona que será? No me resigno a ser todo pasado. Sufro sin consuelo. Nada puede compensarme de lo que pierdo. Estoy de vuelta de todo. Yo solo quería aquello… ¡y no puede ser!» 29.

Mayo llegó y Alfonso Reyes con los miembros de la Casa de España iba rumbo a Morelia. Y desde esta capital, María Zambrano iba rumbo a Alfonso Reyes. La profesora nicolaíta no esperó más tiempo y al presidente de la Casa le escribió el 5 de mayo para decirle que sabía que estaría en las fiestas universitarias, pero prefería «escribirle de todas maneras por si acaso no pudiera venir, que nunca será cosa perdida». Carta de sumo interés, porque le enviaba el esquema de las conferencias «Pensamiento y poesía en la vida española», que bien podía impartir a partir del 5 de junio; en cuanto al número de clases que daba, no había aún una solución ni tampoco quería «tomar una determinación» por ella misma. Sus alumnos estaban muy interesados y atentos en sus clases y eran «muy inteligentes algunos». Asimismo, le decía que, al dar su clase de Ética, «la más apasionante» que daba, pensó en hacer un manual. ¿Lo podía publicar la Casa de España? «Mucho me alegraría el tener ocasión de verle por aquí», le dijo María a Alfonso. Y le pedía que saludara a Daniel Cosío Villegas en su nombre 30.

Los miembros de la institución que fundó el presidente Lázaro Cárdenas fueron invitados por el gobernador del estado, Gildardo Magaña, y por el rector de la Universidad Michoacana, Vázquez Pallares, a esa fiesta universitaria para conmemorar el 176 aniversario del nacimiento del padre de la patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, que fue rector del colegio de San Nicolás. Acto de gran simbolismo, sin la menor duda, y aún más si se le suma que en Jiquilpan (Michoacán) nació el presidente Cárdenas.

A Morelia llegaron para esa fiesta Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, Juan de la Encina, Adolfo Salazar, Jesús Bal y Gay, Agustín Millares Carlo, Enrique Díez-Canedo, Isaac Costero y Luis Recaséns Siches, y se sumó a ella María Zambrano. El día 8, aniversario del nacimiento de Hidalgo, Reyes pronunció un discurso de tesis en donde relacionó a Hidalgo y la historia de México y España. Y de esta señorial ciudad se fueron a otra hermosa ciudad michoacana, Pátzcuaro 31. Aquí la profesora universitaria fue nuevamente rumbo a Reyes. Tanto le impactó la figura del escritor y poeta mexicano que se acordó muy bien de ese encuentro en toda su larga y fructífera vida. Era una tarde, estaban en una de las orillas del lago también llamado de Pátzcuaro, «sentados un poco más arriba, dispersos un grupo de españoles salvados en su vocación y en su libertad» por la Casa de España en México. Más tarde el presidente de esa institución llegó «con discreción, casi sin ser notado». Era la época que estaba afligida, enferma, triste, lloraba su «corazón, y desde lejos, si no entre riscos, agarrándose quizá de alguna zarza o a alguna rama». Reyes la vio y le dijo estas palabras, que se quedaron tan grabadas porque la hicieron reflexionar y salir de ese ensimismamiento: «María, donde quiera que hoy esté una persona, está llorando».

María, al respecto, aceptó lo dicho por el hombre de letras mexicano y sus palabras tuvieron una respuesta: «Era la verdad, me trajo la verdad universal que me tocaba el corazón. Lo que me maravilla y no puedo callarme, es que don Alfonso, que tantos pensamientos tendría, que tan lejos de mí físicamente estaba, contemplando aquel paisaje magnífico del lago de Pascuaro [sic], sintiera que mi corazón lloraba. Y eso, ¿a quién le sucede sino a un mediador? A un gran mediador de cuerpo entero, al que es capaz de oír al mismo tiempo crecer la hierba, palpitar el corazón del buen señor, aparecer la constelación preferida, al que es capaz de escuchar el universo y de saber inmensamente. Como él dice, hay que conocerlo todo para empezar, pues bien, él lo conocía todo, por eso creo que él es el principio» 32.

Los rasgos fundamentales de la obra de Reyes y de su personalidad tampoco se le olvidaron a Zambrano. Fue tan clara su descripción que quedó para siempre en estas líneas: «En sus obras, en su misma concepción de la función de la obra literaria aparece con esplendor y rigor al mismo tiempo esta manera suya de afrontar la vida, ese aceptar plenamente todo, pero sintiéndose desde un centro invulnerable, y desde ese centro, sin descuidar la circunferencia, los resplandores últimos que desde el centro se ven, sirven al par a lo más venerable del hombre, aquello por lo cual el hombre lo es, a la razón, a lo que yo me he permitido llamar razón mediadora, que consiste en estar viendo al mismo tiempo lo inmenso y lo pequeño, lo que el hombre no puede alcanzar y lo que ya ha alcanzado: la razón del presente, la razón en el tiempo presente. Y en ese caso no puede dejar nostalgia, porque su recuerdo es su presencia, la de su razón, la de su palabra, la de su acción» 33.

No fue la última ocasión que María Zambrano fue rumbo a Reyes. En el mes de junio otra vez lo encontró, se encontraron, pero también estaban las cartas para hacerse presente, diciéndole, por ejemplo, que había «terminado un trabajito para los muchachos amigos de la revista Taller que ya me lo pidieron antes de salir yo de España» y ahora que ya estaba aquí, en Morelia, insistían «cariñosamente» que se lo entregara. Le pedía pues, cuando saliera ese trabajo, lo viera. Y toda gozosa igualmente le anunciaba que le seguían «naciendo proyectos» que ya pronto se los daría a conocer 34.

Junio fue tanto para María como para Alfonso de intensa actividad. ¿Cuándo no lo fue? Sus vidas tenían tanto en común… Sus quehaceres eran los mismos: pensar. Y a su manera cada uno iba resolviendo, si se podía, sus conflictos y se asían de sus propios dioses para liberarse de esa angustia. Así pues, María llegó a México el lunes 12 de junio de 1939, «llena de dolor para su conferencia», que iba a dictar en la Sala de Conferencias de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística a las siete de la noche. A Reyes, su mal estado de salud le impidió ir a la primera de tres conferencias sobre Pensamiento y poesía en la vida española. Aparte de su padecimiento, sufrió más por el nuevo ataque a la Casa que presidía. El día 13, efectivamente, en el diario El Universal apareció el artículo de Eduardo Pallares embistiendo contra la institución cardenista. Por lo que ese mismo día ya tenía la respuesta a esas calumnias. Un poco más relajado, ahora sí estuvo en la conferencia de Zambrano del día 14, «sobre el estoicismo español», que calificó de «excelente» y fue «mejor que la primera […] porque habla más y lee menos» y le puso «micrófono». Más tarde, fue a cenar con Enrique Díez-Canedo y señora, Rafael Sánchez de Ocaña y señora, Manuel Pedroso y el periodista mexicano Héctor Pérez Martínez, quien les contó «cosas emocionantes de la llegada a Veracruz de los 1.600 españoles y los horrores que cuentan de los campos de concentración, oprobio de Francia» 35.

Dos días de buena salud pasó Reyes en medio del «chismerío entre españoles que ya no» aguantaba; y Zambrano, el viernes 16 de junio, que iba a dar su tercera conferencia, se enfermó. Reyes siguió sano, pero continuaban los problemas incluso con sus cercanos colaboradores. Tenía la impresión de que a Cosío Villegas no le interesaba «nada de lo que no se le ocurre por propia iniciativa. Padece la limitación de ver sombras y presumir la mala intención con un instintivo antiespañolismo en el fondo» 36. Y entre las mil actividades del día 19 de junio, Reyes se puso a arreglar el asunto de Zambrano para su tercera conferencia. Por fin, el miércoles 21, «muy noche», la profesora española dio la que le faltaba, «queriendo arrepentirse, histérica, etcétera» 37.

Acaso antes de regresar a Morelia hablaron, pues el día 19 de junio Reyes le envió carta a Zambrano —a su domicilio de Morelia, Juárez, 179—, asegurándole que «dentro de sus presupuestos del año actual» se comprometía a publicar el resultado de sus conferencias y «otros de los libros breves a elección de usted, que consta en la lista de cinco proyectos que usted nos ha presentado, rogándole para ello que nos envíe el original de lo que usted prefiere». Estos proyectos eran, además de lo que resultara de las tres conferencias, Filosofía, poesía y tragedia, Don Miguel Unamuno y su obra, Breve historia de la mujer. (La mujer ante la sociedad y el Estado), El estoicismo como fenómeno de crisis histórica 38.

Rumbo a Reyes fue el original de las conferencias de María Zambrano el 2 de julio de 1939, pero no le llegó sino hasta el día 8. El 11 empezó el trabajo de edición. El 14 envió su prólogo, que no había hecho por las prisas de entregar el libro, y en este se encuentra su confesión y compromiso: «La tremenda tragedia española ha puesto al aire, ha descubierto las entrañas mismas de la vida. Esto por una parte, y por otra, que en los trances decisivos, el amor surge absorbente, intransigente, y sí, eso que se llama patria y que antes los españoles, al menos, no nos atrevíamos a nombrar, ha cobrado en su agonía todo su terrible, tiránico, poder. Imposible liberarse de su imperio; imposible, porque tampoco queremos librarnos, sino entregarnos, como todo amor ansía, más y más. Y la mente va a allí donde el amor la lleva, y así, he de confesar que tengo ante mí una larga cadena de temas hispánicos, de los cuales he entresacado los de estas conferencias que pertenecen a una serie titulada toda ella Pensamiento y poesía en la vida española» 39.

El trabajo fecundo de María estaba dando frutos luminosos. Terminó ensayos que trajo de España y empezaba a publicar los que, como profesora nicolaíta, pensó y dio a la luz. «Nietzsche o la soledad enamorada» apareció en la revista Universidad Michoacana, núm. 16, julio de 1939; en la revista bajo la responsabilidad de Octavio Paz, Rafael Solana, Efraín Huerta y Alberto Quintero Álvarez, Taller, un capítulo del libro en preparación Filosofía, poesía y tragedia: «Poesía y filosofía». Y en este mes envió a la revista Sur, de Victoria Ocampo, «San Juan de la Cruz. De la noche oscura en la más clara mística», que apareció en diciembre de este mismo año 40.

En el primer artículo publicado, Zambrano creía que un «enamorado del hombre, de los hombres, no puede convivir con ellos, porque su desmedido amor de una convivencia absoluta le disminuía cada vez más el número de seres que con tal exigente comunidad podía establecerse. Pero a más de esta exigencia amorosa, está el hecho social de que toda convivencia humana hasta ahora, se ha sostenido en algo: en una moral común, en unas normas comunes, en unos dioses que se veneran juntos o en unos demonios a quienes se repudia al mismo tiempo. El hombre ha estado tan oculto para el hombre, tan lleno de temores, tan nublada su frente y mudo su corazón que apenas se ha manifestado directamente ante otro hombre. Ha sido a través de ideas, de normas, de cultos como los hombres se han encontrado. En este sentido, toda sociedad ha sido en cierto modo y en cierta medida idealista. A medida que el hombre tomaba conciencia de su realidad, la soledad individual se hacía más incomprensible y nacían los mártires de todas las heterodoxias. De su acumulación se engendraron las revoluciones, que ya no tendrán razón de ser cuando el hombre se haya encontrado con su íntima realidad y pueda ser comunicada y serenamente contemplada por todos» 41.

El siguiente artículo de María se publicó, como queda dicho, en Taller, 4, y era el que se destacaba primero del número dedicado a la poesía 42. La portada lleva una ilustración de Miguel Prieto, uno de los diseñadores españoles más importantes que llegaron a México en 1939 y al «que le corresponde la fundación del arte y del diseño tipográfico en la segunda mitad del siglo XX mexicano» 43. Y en los interiores, dibujos y viñetas de Prieto y Juan Soriano, un pintor mexicano muy cercano y querido por la republicana española 44. Dos anuncios importantes tenía Taller. El primero, toda una página para anunciar que «la segunda obra / de la Casa de España en México / está en librerías: // Juan de la Encina, Goya. // $3.00 // Fondo de Cultura Económica. / Av. Madero, 32, / México». Y el segundo, que ocupó la mitad de la plana, sobre las Obras completas de Federico García Lorca, que lleva esta advertencia: «Toda la producción del gran poeta, comprendiendo todas sus obras famosas como varios libros inéditos, publicados por vez primera en una edición legítima, de acuerdo con los verdaderos originales del autor y conteniendo sus últimos retoques» 45. ¿Estas no eran pruebas de que a pesar de los malestares que había entre españoles y mexicanos había también felices colaboraciones en bien de la cultura mexicana y de la española que desde México renacían?

María impuso su sello, marcó rumbos, anticipaba trabajos, reflexiones y meditaciones. A pesar o por el pesar de estar en otras tierras que no la vieron nacer, la salud, los conflictos internos, su soledad, todo ello no obstante hacía decir que la «poesía humildemente no se planteó a sí misma, no se estableció a sí misma, no comenzó diciendo que todos los hombres naturalmente necesitan de ella. Pero así es, en efecto: todo hombre y todos los hombres necesitan de la poesía y todos la encuentran en la medida en que la necesitan; todos la poseen en la manera en que pueden alimentarse de ella. Y es una y es distinta para cada uno. Su unidad es tan elástica, tan coherente que puede plegarse, ensancharse y casi desaparecer; desciende a cada uno en aquello que tiene de más incomunicable y entrañable, desciende hasta su sangre y su carne, hasta su sueño» 46.

El 10 de septiembre el gran diario mexicano El Nacional le dedicó a «Poesía y filosofía» un gran espacio que anunciaba el libro de María. Era el mismo texto que apareció en la revista Taller. Era lo que su autora había dado de primicia y ahora se reproducía. Solo que en esta ocasión en un diario con alcances nacionales y dirigido a un público diverso. Pero la nota está en que en esa misma página se publicó un poema de Alfonso Reyes, «Saudade», de su libro Romances del río de enero (Maastricht, Oficinas Gráficas Halcyon, A. A. M. Stols, 1933): «¿Qué procuras, jardinero, si cada plantel deshaces / y solo siembras y arrancas / arbustos de voluntades? // ¡Qué solo vas por la vida, / amigo de cien ciudades! / En todas criabas amores, / pero todas las dejaste. // Hasta el Cerro de la Silla, / al pie de la Sierra Madre, / corre el hilo de tu cuna / como un invisible estambre. // Se enreda entre las memorias / de los años que pasaste / la Ciudad de los Palacios, / que tiene un cielo tan grande. // Si allá junto a Guadarrama / deja tu amistad señales, / junto a santa Genoveva / hay los recuerdos que sabes. // Fulva la onda del Plata / —de arcilla y no de cristales— propia urna de tus lágrimas, / tenga piedad de tus males. // Tenga cuita el Corcovado, / donde hoy tu bandera plantes, / de tus talones heridos, de tus manos implorantes» 47.

No fue la única ocasión cuyos nombres se encuentren juntos ni sus personas, preocupaciones y coincidencia. Los rumbos que cada uno tenía en algún momento impensable coincidieron. Pues así es la vida, paradójica, luminosa y trágica, pero siempre gratificante y única. Y en este mismo mes en Letras de México, cuyo director era Octavio G. Barreda, en el número 9, se anunciaban la quinta y la sexta obras de la Casa de España en México: Capítulos de literatura española. (Primera serie), por Alfonso Reyes; y Pensamiento y poesía en la vida española, por María Zambrano 48. Pero el libro no salía y María se inquietaba.

Por eso, nuevamente fue rumbo a Reyes. Varias cartas salieron de Morelia rumbo al despacho del presidente de la Casa de España en México para preguntar sobre ese libro que ya nacía, pero no lo recibía. Dos meses habían pasado desde que devolvió las «pruebas definitivas» y no sabía nada 49. Así pues, Reyes la informó el 5 de octubre de que había recibido los «primeros ejemplares» de Pensamiento y poesía en la vida española y quedó «muy agradable [la] presentación». Creía que con esta fecha ya tenía los ejemplares que esperaba 50. Pero era ya el día 10 y no le llegaban, se quejaba Zambrano. Por otra parte, le dijo que pronto le enviaría el libro que la Universidad Michoacana le publicaba y que entró a la imprenta «hará una semana». Y le mandaba otro programa más de un cursillo que, a petición de los alumnos, les estaba dando y este se llamaba «Cursillo de filosofía moderna» 51. El anterior fue «Cursillo extraordinario de psicología» 52. Y muy pronto, el 11 de octubre finalmente, ya tenía su primer libro hecho en tierras mexicanas; pero no en el número que requería. Si no se los querían regalar, que le dijeran cuánto tenía que pagar, así lo dijo 53. No pagó nada, faltaba más. Y María fue teniendo los libros que deseaba y que a nadie le faltara, como a la propia Universidad Michoacana 54.

Y nacían nuevos proyectos de investigación, posibles libros, invitaciones como la que le hizo la propia universidad para participar en los Cursos de la Universidad de Primavera Vasco de Quiroga el año próximo. El 11 de noviembre dedicó a Reyes un ejemplar de Poesía y filosofía, que lleva en la portada viñeta de Ramón Gaya 55, ejemplar que forma parte de las ediciones conmemorativas del IV Centenario de la fundación del primitivo y nacional colegio de San Nicolás Hidalgo (1540-1940): «Para Alfonso Reyes, con mi admiración, / amistad y agradecimiento. // María Zambrano. // 11 noviembre 1939. Morelia. México» 56. Pero el libro quedó reservado para próximo envío. Fue el 15 cuando la profesora universitaria escribió al presidente de la Casa de España y le dijo que con «harto retraso» le enviaba los ejemplares de su libro publicado por la Universidad Michoacana y le daba una amplia justificación sobre la edición 57. Por lo tanto, carta y libro fueron rumbo a Reyes. Casi una semana después tuvo la respuesta de su «estimado y buen amigo», quien leyó las «primeras páginas» y le sedujo «el solo planteo del problema». Y estas otras palabras alfonsinas que son un cumplido: «Es un verdadero deleite la lectura de su prosa, de tanta trasparencia y nobleza» 58.

Así como María, Alfonso Reyes también continuaba con sus variados y diversos asuntos. Estuvo en Ciudad Victoria y a su tierra, Monterrey, donde dio conferencias, leyó algunos de sus textos, vio a amigos. Y volvió a la Ciudad de México y retornaron sus males y congojas, como las que tenía por la Casa de España en México, que era su mayor preocupación. Cuando podía, cuando buscaba un tiempo libre, escribía, ordenaba sus papeles, corregía y recibía ejemplares de sus libros. A finales de octubre fue nuevamente rumbo a Goethe. Para la revista que estaban haciendo los exiliados españoles, Romance. Revista Popular Hispanoamericana 59, les entregó «Goethe y la filosofía del dibujo», que apareció en el primer número (enero de 1940) 60.

¿Qué dijo el estudioso de Goethe después de más de un lustro que no aparecía un texto suyo sobre el pensador alemán? Lo siguiente: «A veces hablamos de la primera etapa de Weimer en términos que pueden llevar a confusión. No debemos decir que tal etapa haya sido literalmente un desperdicio. Es desperdicio si solo consideramos el hecho de que pasaron días, meses y años sin que Goethe se ocupara en la producción y organización de sus obras poéticas fundamentales. Pero está organizándose a sí mismo; está dibujándose, limitándose. Y esto, al menos, bajo tres castigos, bajo tres perspectivas: servir al príncipe, servir a la dama y servir al pueblo» 61.

Como siempre, los tres puntos que señaló los analizó. Mas en el último está lo más personal de Reyes, lo íntimo, la preocupación permanente sobre lo que estaba ocurriendo en el mundo y en México, lo que él mismo estaba haciendo y la más alta responsabilidad que tenía y que se la encomendó el presidente Cárdenas, y por eso su querencia y siempre su salvación, por eso iba siempre rumbo a Goethe 62. «Servir al pueblo, administrar la cosa pública. Darse cuenta de que los sueños nunca se realizan plenamente; que de cada intento solo se logra una quinta parte; que el orden de la acción es el orden del compromiso; que toda acción es transacción. Los idealismos políticos no solo le parecen, pues, un error, sino una falta: “desdibujo” en la operación sobre la realidad de los pueblos. Hay que hacer el bien dentro del círculo que la realidad ha trazado. Más aún: hay que obrar con cierta ironía; hay que disparar como si el blanco estuviera a diez pasos, para que los elementos se encarguen de llevar el proyectil en sus alas hasta los cien pasos donde está el blanco. Obramos, para la comunidad, como el alfarero que aplica a su arcilla sustancias incoloras o de otro color que el deseado, y luego entrega el vaso al fuego para que el fuego saque la calcomanía a su manera y, creyendo irse por su lado, nos obedezca», escribió Reyes siguiendo a Müller 63.

María tampoco dejaba de enviar sus trabajos a revistas, como a esa de la que ya era una colaboradora muy querida, Taller, donde aparecieron sus palabras sobre el trabajo de «Descartes y Husserl», del filósofo argentino Francisco Romero. En esta colaboración hay varias líneas autobiográficas que bien vale la pena reproducir y que son importantes por los momentos que María vivía: «Entre las aventuras que me ha deparado la vida, una de las mayores es la de haber tenido maestros. Uno de ellos, maestro en la interrogación [don Manuel Cosío], me preguntaba un día si prefería las ideas o las personas. Mi adolescencia, idealista como todas, contestó precipitadamente: las ideas. Entonces, me dijo, no sin algo de ironía, entonces, no debe usted dedicarse jamás a enseñar. Quedé profundamente impresionada en aquel momento y nunca he olvidado la escena. Pero hoy, me permito creer que me hubiera dado la misma respuesta, envuelta en igual dosis de ironía, de haber yo dicho que prefería las personas a las ideas, pues creo que lo que seguramente me quiso sugerir el buen maestro era que solo prefiriendo a la par, las ideas y las personas, es decir, solamente estando lleno de amor por la claridad ideal y por su encarnación en la mente de cada hombre, se puede ser maestro» 64.

El mes de diciembre llegó y apareció en Taller la reseña del escritor mexicano José Alvarado sobre Pensamiento y poesía en la vida española 65. En este mismo mes, en Letras de México, una reseña más para el libro mencionado, hecha por el exiliado republicano español Francisco Giner de los Ríos. Si bien Alvarado destacaba entre otras cosas el estilo mariano, su coterráneo subrayaba el «pensar español, lleno de profunda esperanza en España, hoy fracasada, pero virgen posibilidad y promesa ante un mundo que nos abandona» 66.

En este mismo mes de diciembre María y su esposo Alfonso Aldave dejaban Morelia. Iban rumbo a La Habana, lugar donde siempre quisieron estar. Es verdad lo que Zambrano dijo de que a México llegó invitada por la Casa de España en México y fue a Morelia, cuyo camino no buscó, «sino que él mismo me llevó a ella, igual que a tantos otros españoles recién llegados al destierro» 67. Y también fue a Morelia a hacerse cargo de la cátedra que tuvo Aníbal Ponce, pero por su trágica muerte la cátedra quedó vacía. No lo supo en los primeros días de su estancia en México, pero más tarde lo sabía muy bien 68. Ahora una vez más en la Ciudad de México, donde estuvo por lo menos unos buenos días para arreglar asuntos, despedirse de amigos mexicanos y españoles, y dirigirse rumbo a Reyes.

¿De qué hablaron esos días de diciembre, entre el 19 y el 22, Reyes, Zambrano y su esposo? En su Diario, el presidente de la Casa de España en México anotó el martes 19: «Llegó María Zambrano rumbo a La Habana»; y el viernes 22: «En que voy a trabajar a gusto y suavemente resuelvo problemas de viaje a La Habana de María Zambrano y esposo» 69. Nada de despedidas definitivas. Solo hablaron de trabajo, seguramente de la difícil situación de que se quedara en la Ciudad de México a dar clases, pues dónde proponerla si cada día llegaban más profesionistas a México y las instituciones mexicanas hacían todo esfuerzo humano para tenerlos en las aulas o laboratorios. Y luego, el asunto del esposo y su trabajo, que, aunque ya lo tenía en Morelia, también quería estar en la capital de la república mexicana 70.

Lo cierto es que fueron nueve meses muy bien aprovechados por María. Aquí se gestaron dos libros fundamentales, se retomaron e iniciaron proyectos a corto o largo plazo, publicó en revistas mexicanas y envió colaboraciones a extranjeras, mantuvo y creció su amistad con mexicanos, a sus compatriotas los vio con los mismos ojos que en España. Y siempre tuvo el camino abierto rumbo a Reyes. Como bien destaca Dosil Mancilla: «Por eso me parece desacertado calificar esta etapa moreliana [de María Zambrano] de transición. En cualquier caso, resulta evidente que después de la angustia y de la incertidumbre de los últimos meses, marcados por el final de la guerra y el inicio del destierro, la filósofa se sienta plagada de ideas y con una frenética necesidad de escribir» 71.

El día primero de enero de 1940 va rumbo a Reyes carta de María, desde Varadero a la Ciudad de México, para darle las gracias por sus atenciones y apoyo para que «fuera posible el viaje» y «que le traiga lo bueno que desea y todas las aventuras que merece» para el año que iniciaba 72. A mediados de ese mes de enero Zambrano fue informando a su amigo de que las conferencias que estaba dando gustaban y se ampliaban por eso mismo. Pero en los siguientes días pasaron varias cosas que obligaron a María a no regresar a la Universidad Michoacana. Trabajo en Morelia había, pues la habían invitado a eventos como los Cursos de la Universidad de Primavera, enferma siempre estaba, problemas con algunos mexicanos y españoles sin la menor duda. La Habana le dio lo que Morelia no tenía para ella 73. Y aquí continuó su historia, aunque la aurora mariana se dio y se vio en la capital michoacana en todo su esplendor y destellos y sus alumbramientos fueron tales que permanecen eternos.

Rumbo a Reyes siempre estaba yendo Zambrano. Ahora le enviaba Isla de Puerto Rico. (Nostalgia y esperanza de un mundo mejor) y El freudismo. Testimonio del hombre actual, ambas en La Verónica, editorial de sus amigos republicanos españoles Manuel Altolaguirre y su esposa, Concha Méndez 74. Los dos trabajos, dedicados: «Para Alfonso Reyes / recuerdo de / María Zambrano / Habana at. / 1940» y «Para Alfonso Reyes / con mi mayor admiración y afecto / María Zambrano / Habana at. / The Savoy / T. y 1 / Vedado», respectivamente 75. Para Reyes, estos libros dedicados eran «las pruebas de su buen recuerdo en sus intensas y bellas páginas sobre Freud y Puerto Rico» 76. Al año siguiente se encontraron en La Habana y después, noticias cada día más escasas entre ellos.

Mientras tanto, Reyes fue nuevamente rumbo a Goethe, en medio de trabajos y problemas de la institución que dirigía, ahora se llamaba El Colegio de México, y los propios, como su salud; pero retomaba al pensador alemán, como siempre, dejando pasar varios años, mas cuánto lo citaba y enriquecía su bibliografía goetheana 77. En consecuencia, el domingo 15 de junio de 1947 volvió al texto que escribió en 1932, «Goethe y América», que publicó en Monterrey. Correo literario de Alfonso Reyes, le puso notas y pensaba buscarle lugar en alguno de los libritos que tenía en preparación 78. Pero fue en 1949 cuando al acercarse el segundo centenario del nacimiento de Goethe le ocurrió lo mismo que en 1932.

En su Diario nos encontramos con estas notas que hizo el jueves 7 de abril de 1949: «Di a Revista del Mar (Lima) “Cómo debe leerse a Eckermann” y a Realidad (Buenos Aires) “Goethe, maestro de dibujo”» 79. Pero la anotación importante fue la que hizo, en ese mismo Diario, el miércoles 13 de abril: «Feliz Semana Santa, escribiendo en casa Rumbo a Goethe, mucho trabajo para reorganizar notas que abandoné en 1932» 80. Y a partir del 13 dejó constancia en su Diario del trabajo continuo sobre Goethe. Pero ahora, a diferencia de hace diecisiete años, sus avances, sus reelaboraciones, se las leía a su hijo Alfonso 81, y su entusiasmo crecía y se dejaba ver: «Estoy con mi Goethe en Italia», «Sigo en alas de Goethe» 82. El 17 de mayo cumplió sesenta años. Y días más tarde tuvo una pesadilla que quiso narrar en su Diario: «Madrugada: desperté de una complicada pesadilla en que incomodaban importunas llamadas telefónicas que inquietaban a mi familia. Y de pronto, acompañado de mi hijo en un pasaje comercial, Alonso Sordo Noriega, que acaba de fallecer, venía por mí, con toda afabilidad y cortesía para llevarme del mundo, fingiendo al principio que andaba descaminado y olvidaba que ya no pertenecía a los vivientes. Todo apacible, nada tétrico, y yo me resignaba fácilmente, aunque pedía un plazo —que no se me otorgaba— para acabar mi libro sobre Goethe y destruir cosas que no quería dejar entre mis papeles. Durante el sueño, me importunaba mi propio ronquido, que yo interpretaba como un achaque nervioso que se había apoderado de mí por las importunidades femeninas telefónicas» 83.

Ahora, en el mes de junio, lo acompañaba el filósofo español José Gaos, a quien le leía su Goethe y lo comentaban. Qué sanación la que Reyes tenía conversando con Gaos sobre uno de sus autores que venía su querencia desde sus años de juventud 84. En julio ya estaba preparado para dar sus conferencias goethianas en el Instituto Francés de América Latina. El 20 de ese mes tenía el primer tomo de su Rumbo a Goethe «ya en limpio: 220 páginas». 85 Empero, no dejaba de escribir otros artículos, como «Las disyuntivas de Goethe», que pasó a formar parte de su libro Las burlas veras (primer ciento) (1957) 86. Para la revista bimestral Cuadernos Americanos, dio «El Goethe mínimo», que salió en julio-agosto de 1949 87; y «Religión, metafísica y metapsíquica en Goethe», noviembre y diciembre del año citado. Para Asomante, revista de la Universidad de Puerto Rico, «La ciencia de Goethe» y «El supuesto olimpismo de Goethe», que se conoció en el número 4, octubre-diciembre de 1949. Para Todo dio cuatro artículos «La ciencia de Goethe», 17 y 24 de noviembre, y 1 y 8 de diciembre de 1949 88. Y por supuesto no podía faltar la colaboración de Reyes en el homenaje que la Unesco hizo a Goethe (1749-1949): «Notas sobre Goethe. II. Su idea política. II. Individuo y comunidad» 89.

Nos acercamos finalmente a uno de los momentos importantes de Reyes en su rumbo a Goethe. Como era su costumbre, en más de una ocasión daba a la prensa nacional o internacional un articulito sobre el poeta alemán. El 20 de febrero de 1954 estaba organizando su Trayectoria a Goethe, que Fondo de Cultura Económica deseaba publicar, pero el director de esa editorial, Arnaldo Orfila Reynal, quería que le quitara notas y dejara «bibliografía final» 90.

El 21 de abril entregó texto definitivo al Fondo. Y aún le daba tiempo de enviar para el Papel Literario, suplemento del periódico El Nacional, de Caracas, «Biografía breve de Goethe», así como «El supuesto olimpismo de Goethe»; «Dos lecciones de Goethe», para Tribuna Israelita; «Los demonios de Goethe», «Goethe de cerca», a México en la Cultura, suplemento del periódico Novedades, entre otros 91.

El 24 de julio, después de tanto trabajo en correcciones a Trayectoria de Goethe, Orfila Reynal le dijo que debía esperar porque deseaba que fuera el número 100 de los Breviarios, pero aún faltaban por salir los últimos tres números 92. El jueves 2 de septiembre de 1954, el director del Fondo de Cultura Económica le llevó a su casa este libro 93. El epígrafe que puso Reyes fue bien escogido. Nos recuerda Goethe: Acuérdate de vivir. En la introducción hizo el recuento de lo que había hecho por el humanista alemán en dos fechas clave: 1932 y 1949. Otros ensayos quedaban, otro proyecto algún día lo vería, como su Rumbo a Goethe. Pero ahora, «Mientras veía crecer mi ensayo original, y crecer en libro abultado, sentí la necesidad de trazar un derrotero a fin de no perderme en el bosque. De mis apuntes fue saliendo el presente breviario: instrumento para trabajos venideros o de futura aparición, que tal vez preste por sí mismo alguna utilidad a quien no pueda despojar todos los documentos que he manejado, los libros mismos de Goethe, sus numerosas “correspondencias” y “conversaciones”, los abundantes comentarios sobre su obra y su vida, cuya referencia bibliográfica resultaría aquí embarazosa y desvirtuaría mi intención» 94.

Este fue uno de los resultados de estudio de más de medio siglo. Pero, al otro lado del océano, María quiso ir rumbo a Reyes no para comentar este libro, sino unos textos que aparecieron en el mismo suplemento en el que ella también colaboraba. Para ello le envió una carta fechada en Roma, 25 de agosto de 1954, y una copia mecanuscrita de la «Carta abierta a Alfonso Reyes sobre Goethe», que apareció en El Papel Literario el 23 de septiembre de ese año en curso 95. ¿Cuánto pensaba María en Alfonso, como ella dijo en su carta de agosto? ¿Lo tenía presente y lo leía? Evidencias de su interés por el escritor mexicano y algunos mexicanos las había. Cuando llegaban a Roma, donde ella vivía, pedía y le daban noticias que ella necesitaba saber. Y así se lo dijo en esa carta: «Aunque no necesito de nadie para recordarle, siempre estoy cerca de alguna persona que lo quiere y lo admira. En La Habana era Mariano Brull; aquí Diego de Mesa y Juan Soriano; continuamente lo recordamos» 96. ¿Se leían? En la biblioteca de Reyes solo hay cinco libros de Zambrano, los tres dedicados, el libro que publicó la Casa de España en México en 1939 y el que pronto saldría bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, El hombre y lo divino 97. Y en la biblioteca de María, ¿qué se conserva de Alfonso Reyes? Y las últimas líneas, manuscritas, de esa carta del 25 son elocuentes: «Con la honda amistad y admiración ya antigua / le envío a Ud. un saludo. Y si en algo le puedo servir. // María Zambrano» 98.

María ya lo anticipaba en su «Carta abierta», ella se sentía «aludida entre la multitud de los que se resisten ante la figura de Goethe viéndola más estatua que hombre viviente». Y esta otra pregunta que hizo es fundamental, qué «raíz tiene esta, más que aversión, resistencia a dejarme anexionar por uno de los más lúcidos espíritus del mundo a que pertenecemos». Si hizo esta «Carta abierta» era para confesarse, para encontrar una explicación de «un pecado: resistencia a una de las más luminosas figuras de la cultura europea». Y sin embargo, creyó encontrar la explicación al ver a Goethe «el que no haya sido criatura de excepción, sacrificado o raptado por los dioses de alguna forma». Y en otra parte, al referirse que de «Roma volvió tan cambiado, […] por qué no pensar que algo aprendió aquí de lo que más le importaba; una ciencia de la piedad que “es saber tratar con lo otro”». Pero ese pecado de María tenía también un origen, venía de lejos, como ella misma lo recordaba al citar el texto de Ortega «Goethe desde adentro» que Reyes, en 1932, analizó. No le gustaba cómo se refería a Goethe sin conocerlo ni estudiarlo. María en siete cuartillas escribió lo que quería confesar. Y sus últimas palabras, manuscritas, fueron: «Y me despido pidiéndole perdón / por este atrevimiento y como / siempre que he tratado con Ud., contenta y agradecida. // María Zambrano» 99.

Reyes, con su habitual cortesía, le respondió sus dos cartas, la privada y la pública, el 4 de septiembre. Lo más importante de la carta alfonsina está en la pregunta que hace cuando le dijo: «En el fondo, amiga querida, ¿no cree usted que ese diálogo está más allá de las palabras, más allá de la inteligencia y se agarra en subsuelos de la sensibilidad y el temperamento, donde las palabras pierden su oficio?». Y en el último párrafo, estas palabras: «Que sea feliz y que su viaje a Roma le dé esa libertad y esa confianza en la alegría que yo —pobre pagano retardado— tanto he admirado a Goethe. Téngame en su recuerdo como de un suave cordón de seda y siéntame siempre a su lado» 100.

María una vez más fue rumbo a Reyes para pedirle apoyo; y Reyes, como siempre lo hizo, pues, desde esos años en Morelia, siempre fue en su apoyo. Justamente el año que salió carta de Alfonso Reyes para Ruth Roettinger, director del Programa de Becas de la American Association University Woman, murió. Y María lo recordaba ahora más que nunca. Lo recordaba como un mediador.

Conclusión

Los rumbos de María Zambrano y Alfonso Reyes coinciden en el tiempo y también en sus objetivos: en el pensamiento. Un día, María lo llamó «figura universal». Ahora los dos son figuras universales. María tuvo la suerte de volver a una España democrática y con libertades. Alfonso no tuvo esa oportunidad, pero cuánto deseó que el rumbo de España fuera por el que tantas generaciones de españoles habían luchado. María empezó a ser amada y querida aún más y sus libros formaron parte del patrimonio universal. Alfonso también vio eso mismo, aunque algunos de sus proyectos, como Rumbo a Goethe, no fue posible conocerlo. Cuando en 1993 don José Luis Martínez, que se encargó de realizar el tomo XXVI de las Obras completas de Alfonso Reyes, y gracias al cuidado del propio Alfonso de dejar tantas notas goethianas, se pudo conocer. Es decir, tuvieron que pasar más de sesenta años. María siguió el camino para llegar rumbo a Reyes y siempre, siempre, lo recordó con ese afecto que venía desde 1939. Alfonso Reyes siguió también su rumbo a Goethe, aunque todo lo que hizo en casi seis décadas por el pensador alemán no lo haya visto en vida. María y Alfonso ahora tienen su propio rumbo. Se han encontrado y siguen pensado en el hombre y su destino.

Fuentes y bibliografía

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Fuentes electrónicas

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* Agradezco al poeta José Javier Villarreal, director de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y a la licenciada Leticia Garza, que forma parte de esta misma institución, todas las facilidades para tener las fuentes primarias que necesitaba para hacer este trabajo.

1 Alfonso Reyes (2018): Diario V. 1939-1945, coordinación, edición e introducción de Javier Garciadiego Dantan; notas, fichas bibliográficas, cronología y bibliografía por Israel Urióstegui Figueroa. México: Fondo de Cultura Económica, y 15 (Letras Mexicanas).

2 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 22.

3 Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959 y textos de María Zambrano sobre Alfonso Reyes 1960-1989, compilación, estudio preliminar y notas por Alberto Enríquez Perea. México: El Colegio de México/Taurus, 2006, p. 25 (Memorias y Biografías).

4 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 26 y pp. 30-32.

5 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 32.

6 Obras completas de Octavio Paz. Miscelánea II, segunda edición. México: Círculo de Lectores/Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 101 (Letras Mexicanas).

7 Obras completas de Octavio Paz. Miscelánea II, cit., p. 103.

8 Gerardo Sánchez Díaz (2004): «El exilio fecundo de María Zambrano en la Universidad Michoacana», en Antolín Sánchez Cuervo, Agustín Sánchez Andrés y Gerardo Sánchez Díaz (coords.): María Zambrano. Pensamiento y exilio. Morelia: Comunidad de Madrid/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto de Investigaciones Históricas, p. 111.

9 «Notas y comentarios», en Revista de la Universidad Michoacana, núms. 13-15, enero-marzo de 1939, p. 57. Morelia.

10 Silvia Hernández Tort (2004): «María Zambrano en Morelia», en La Jornada Semanal, suplemento cultural de La Jornada, núm. 510, 12 de diciembre, p. 6.

11 Gerardo Sánchez Díaz y Gustavo Valdes Resendis (2019): Federico García Lorca en la memoria de los universitarios nicolaítas. Morelia: Ediciones El Colibrí/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, p. 17.

12 Gerardo Sánchez Díaz y Gustavo Valdes Resendis: Federico García Lorca en la memoria de los universitarios nicolaítas, cit.

13 Entre las publicaciones de la Revista de Occidente se encuentra la conferencia de Max Scheler El saber y la cultura. A un lustro de su publicación, Scheler llamó la atención de algo que a Zambrano le preocupaba en estos primeros días de su estancia en la Universidad Michoacana: «En Alemania, cuyas universidades, institutos libres y nobles, consagrados al cultivo serio de las especialidades científicas, han mostrado hasta ahora una inflexible resistencia a los llamados “movimientos populares” y sus ideologías; en Alemania tenemos que registrar el fenómeno, por demás extraño, de una revolución que —contra la costumbre de todas las auténticas revoluciones de la Edad Moderna— ha robustecido considerablemente el poder de la Iglesia romana, hasta el punto de que esta imponga en Baviera un concordato con nuevos ligámenes para la escuela y aun para la universidad, y un amague también en Prusia con otras transacciones por el estilo. Una tendencia poco digna, a la sumisión, salvación y reclusión del alma en un bello sistema civilizado, “hermosas conchas”, como lo llama atinadamente Carlos Jaspers, se ha apoderado de importantes sectores de la juventud —juventud romantizante, que no carece de nobleza, pero que se abstiene de averiguar si este movimiento neocatólico es, además de bello, ajustado a la verdad y a la realidad—, como si en medio de un terremoto la gente quisiera ampararse bajo aquel edificio que, en Europa, ha arrostrado más veces las tempestades de los tiempos y ha demostrado la más firme resistencia a las sacudidas del suelo» (Max Scheler, 1934: El saber y la cultura, traducción del alemán por J. Gómez de la Serna y Favre, segunda edición. Madrid: Revista de Occidente, p. 11. Nuevos Hechos. Nuevas Ideas, X).

14 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano. México, 28 de abril de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959 y textos de María Zambrano sobre Alfonso Reyes 1960-1989, cit., p. 159.

15 María Zambrano (2010): Esencia y hermosura. Antología, selección y relato prologal de José María Ullán. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, p. 114.

16 Jesús Moreno Sanz (2004): «Síntesis biográfica», en María Zambrano (1904-1991). De la razón cívica a la razón poética. Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes/Fundación María Zambrano, p. 41.

17 María Zambrano (1995): Las palabras del regreso, edición y preparación de Mercedes Gómez Blesa. Salamanca: Amarú Ediciones, p. 39 (Mar Adentro).

18 Eliseo Diego (1987): «Acerca de una muchacha llamada María», en María Zambrano en Orígenes. México: Ediciones del Equilibrista, p. VIII.

19 María Zambrano: Las palabras del regreso, cit., p. 142.

20 Uno de sus estudiosos nos señala que María fue «una niña débil, un poco enfermiza, pero muy inteligente. En carta que me escribió desde Ginebra el 23 de abril de 1981 me decía: “Como nací medio muerta, hasta el punto de llegar al borde de la muerte, amortajada inclusive, se me ha reiterado, mi padre olvidó el ir a inscribirme como se corresponde. Y cuando lo hizo, había transcurrido el plazo ordenado sin que mi padre lograra el que se (hiciese) la rectificación cuando se le reveló, a causa de no recibir, como le aseguraron que recibiría, el aviso de la multa que tampoco logró pagar: “¿Y a un caballero como usted vamos nosotros a hacerle eso? La niña nació el 25 y ya está”. Esto hizo que en el registro María Zambrano figure como nacida el 25 de abril de 1904, habiendo nacido en realidad el día 22» (Juan Fernando Ortega Muñoz, 2004: «Biografía», en Juan Fernando Ortega Muñoz (coord.): María Zambrano. La aurora del pensamiento. Granada: Junta de Andalucía/Consejería de Cultura/Centro Andaluz de las Letras/Fundación María Zambrano, p. 29).

21 Jesús Moreno Sanz: «Síntesis biográfica», en María Zambrano (1904-1991). De la razón cívica a la razón poética, cit., p. 50.

22 María Zambrano (2015): Obras completas I. Libros (1930-1939). Horizonte del liberalismo. Los intelectuales en el drama de España. Pensamiento y poesía en la vida española. Filosofía y poesía, edición dirigida por Jesús Moreno Sanz, con la colaboración de Pedro Chacón Fuentes, Mercedes Gómez Blesa, Mariano Rodríguez González y Antolín Sánchez Cuervo. Documentación: Sonia Beltrán Fernández, Sebastián Fenoy Gutiérrez, Loli Gámez Bermúdez y Luis Ortega Hurtado. Barcelona: Galaxia Gutenberg, pp. 277 y 278.

23 María Zambrano (1938): «Recuerdos de un viaje. La tierra de Arauco», en El Nacional, 1 de septiembre.

24 María Zambrano (1986): De la aurora. Madrid: Ediciones Turner, p. 57.

25 María Zambrano, Las palabras del regreso, cit., p. 118.

26 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., pp. 41 y 42.

27 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 43.

28 Alfonso Reyes, selección y prólogo de Alberto Enríquez Perea. México: Ediciones Cal y Arena, 2007, p. 131 (Los Imprescindibles). En los siguientes párrafos el diplomático mexicano explicaba la situación que vivió la República española en lo que se ha llamado guerra civil. Primero, sirvió de ensayo para «nuevos armamentos y nuevas estrategias»; se limitó su defensa al dominar «ciertas regiones» y también caminos; y para «hacer una demostración de fuerza ante las incautas potencias “democráticas” y agobiarlas con el argumento del miedo». Ante este panorama, América no fue solidaria. Y lo decía porque lo vivió en Argentina (1936-1937) y se enteró de cuantas cosas hacían los gobiernos americanos contra esa República. Solo México acompañó a la República española desde su nacimiento hasta su sacrificio por esas fuerzas contrarias a las libertades y a la democracia. Por eso mismo, Reyes terminó su artículo: «Frente a sus ojos, en la devastación de aquel vergel que era España, se extienden las llanuras “encanecidas de huesos”, como en la llorosa palabra de Quevedo; y se oyen venir, a la espalda, las botas implacables. ¡Oh, vencedores de siniestros agüeros, devolvednos, devolvednos a España!» (Alfonso Reyes, cit., p. 134).

29 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 44.

30 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 5 de mayo de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 161.

31 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., pp. 46 y 47; Alberto Enríquez Perea (2018): Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana. Hacia la universalidad de la ciencia y la cultura mexicanas (1909-1959). México: Instituto de Investigaciones Históricas/Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo/Cámara de Diputados/LXIII Legislatura, p. 165.

32 María Zambrano: Las palabras del regreso, cit., p. 143. Las cursivas son de la autora.

33 Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 269.

34 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 17 de mayo de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 167.

35 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 62.

36 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 63.

37 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 67.

38 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano. México D. F., 19 de junio de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., pp. 179 y 180.

39 Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 192.

40 Beatriz Morán Gortari y Agustín Sánchez Andrés: «El exilio de María Zambrano y sus primeras colaboraciones en revistas mexicanas», en Antolín Sánchez Cuervo, Agustín Sánchez Andrés y Gerardo Sánchez Díaz (coords.): María Zambrano. Pensamiento y exilio, cit., pp. 90 y 91; Gerardo Sánchez Díaz (2020): La presencia del exilio republicano español en la Universidad Michoacana, 1938-1966. Madrid: Marcial Pons/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pp. 76 y 77.

41 María Zambrano: «Nietzsche o la soledad enamorada», texto que se reprodujo en Beatriz Morán Gortari y Agustín Sánchez Andrés: «El exilio de María Zambrano y sus primeras colaboraciones en revistas mexicanas», en Antolín Sánchez Cuervo, Agustín Sánchez Andrés y Gerardo Sánchez Díaz (coords.): María Zambrano. Pensamiento y exilio, pp. 97 y 98.

42 El número lo encabeza María Zambrano. La seguían las colaboraciones de republicanos españoles y mexicanos: Xavier Villaurrutia, «Amor condussenoi ad una norte»; José Bergamín, «Siete sonetos impuntuales»; Emilio Prados, «Cuerpo perseguido»; Alberto Quintero Álvarez, «Enrique González Rojo»; Enrique González Rojo, «Elegías romanas»; Octavio Paz, «Oda al sueño»; Rafael Solana, «Dos poemas»; Efraín Huerta, «Tramontar»; Emmanuel Palacios, «Paisajes y confesiones»; y las secciones «Notas» y «Tarjetas». «En texto aparte: Temporada de infierno, por Rimbaud, traducción de José Ferrel, con una nota de Luis Cardoza y Aragón». Hay que advertir que Cardoza nació en la Antigua (Guatemala), pero ya llevaba muchos años viviendo en México y colaboraba en revistas y, sobre todo, en el periódico El Nacional.

43 Jorge de la Luz: «Miguel Prieto, artista hispanomexicano», en Homenaje a Miguel Prieto. Galería Metropolitana. Embajada de España/Universidad Autónoma Metropolitana/Trama Visual A. C. Desde el 25 de noviembre de 1999, en https://www.uam.mx/difusion/plasticas/prieto.html (consultado el 30 de enero de 2022). Cf. sobre la actividad realizada en México: Miguel Prieto. Diseño gráfico. México: Ediciones Era/UAM/Coordinación de Difusión Cultural/UNAM/UDLAP/CONACULTA-INBA/Trama Visual/Revista de Comunicación Visual, 2000.

44 Soriano recuerda que a María Zambrano la conoció en 1939; anécdotas y opiniones en Adolfo Castañón: «María Zambrano en el recuerdo de Juan Soriano», en https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/8a59e93b-e39e-414e-9f94-c140d77859d1/maria-zambrano-en-el-recuerdo-de-juan-soriano (consultado el 31 de enero de 2022).

45 Taller, 4, julio de 1939, en Taller. I/VI. Diciembre de 1938-noviembre de 1939, primera edición facsimilar. México: Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 257 y 258 (Revistas Literarias Mexicanas Modernas).

46 María Zambrano: «Poesía y filosofía», en Taller. I/VI. Diciembre de 1938-noviembre de 1939, cit., pp. 270 y 271.

47 Alfonso Reyes: «Saudades», en El Nacional, 10 de septiembre de 1939.

48 Letras de México, vol. II, núm. 9, 15 de septiembre de 1939. México D. F., p. 3.

49 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 2 de octubre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 207.

50 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano, México D. F., 5 de octubre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 209.

51 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 10 de octubre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., pp. 207 y 208. En anexo a esta carta viene el «Cursillo de filosofía moderna», que consta de diez partes.

52 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 5 de octubre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., pp. 210 y 211. En anexo a esta carta viene el «Cursillo extraordinario de psicología», en seis lecciones.

53 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 11 de octubre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 214.

54 Cf. la siguiente edición y, sobre todo, el estudio, en María Zambrano (2004): Pensamiento y poesía en la vida española, edición e introducción de Mercedes Gómez Blesa. Madrid: Biblioteca Nueva (Clásicos del Pensamiento).

55 Entre otros compatriotas con los que se reencontró Zambrano en México, destaca, sin duda, su reencuentro con Gaya. Sobre su relación, cf. María Zambrano/Ramón Gaya. Y así nos entendimos. (Correspondencia 1949-1990), edición a cargo de Isabel Verdejo y Pedro Chacón, epílogo de Laura Mariateresa Durante. Valencia: Pre-Textos, 2018. Asimismo, véanse estos interesantes artículos: Pedro Chacón: «Ramón Gaya y María Zambrano: afinidades electivas», en https://revistas.ucm.es/index.php/ESIM/article/view/37774 (consultado el 1 de febrero de 2022); y Beatriz Caballero Rodríguez: «María Zambrano y Ramón Gaya: el papel del arte en la razón poética», en https://strathprints.strath.ac.uk/74731/ (consultado el 1 de febrero de 2022).

56 El libro dedicado se encuentra en la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria. Universidad Autónoma de Nuevo León.

57 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Morelia, 15 de noviembre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 226.

58 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano. México D. F., 21 de noviembre de 1939, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 227.

59 Un gran estudio de la revista Romance en Teresa Ferriz Roure (2003): Romance, una revista del exilio español. A Coruña: Ediciones Do Castro (Ensaio/Filoloxia).

60 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., pp. 102 y 103.

61 Obras completas de Alfonso Reyes. XXVI. Vida de Goethe. Rumbo a Goethe. Trayectoria de Goethe. Escolios goethianos. Teoría de la sanción, cit., p. 214.

62 Actualmente estoy investigando sobre el proyecto Rumbo a Goethe, que Alfonso Reyes tuvo a la largo de su vida. De esta investigación, un breve estudio, los antecedentes del libro, en una próxima publicación.

63 Obras completas de Alfonso Reyes. XXVI. Vida de Goethe. Rumbo a Goethe. Trayectoria de Goethe. Escolios goethianos. Teoría de la sanción, cit., pp. 215 y 216.

64 María Zambrano: «Descartes y Husserl», en Taller. I/VI. Diciembre de 1938-noviembre de 1939, p. 518.

65 Alvarado hizo la siguiente observación del primer libro de Zambrano publicado en México: en este vemos el «desarrollo de una preocupación que encuentra en su camino motivos que la detienen, la aprisionan por un momento y la liberan luego devolviéndole su inicial impulso. Es como una corriente que fuera hallando en su cauce accidentes, islas cuyos contornos rompen los hilos de su fluidez; pero que recobra su ondulación para volver a perderla y recuperarla de nuevo, y así una y otra vez. Acaso sea mejor decir que es una misma palabra que dispersa y recoge alternativa su resonancia al chocar los temas inevitables que encuentra en el ambiente. Esta circunstancia hace que tal vez queden sin el trazo exacto muchas de las líneas que forman la obra, que tenga esta una primera apariencia —apariencia solo— de reflexiones disueltas en un anhelo inconcreto; pero es también la que da a sus ideas una repentina luz al tropezar con los motivos accidentales. Es por ello que, a pesar de su estilo que huye de todo fulgor y de toda ambiciosa plástica, las palabras se incendian en muchas de sus páginas y algunas frases dibujan con tanta exactitud la forma de un dolor o de una esperanza. Y es esto al cabo, lo que hace de Pensamiento y poesía en la vida española el libro leal de una escritora española y lo que proporciona a la obra un dramático centro de gravedad» (José Alvarado: «Pensamiento y poesía», en Taller. VII/XII. Diciembre de 1939-enero/febrero de 1941, primera edición facsimilar. México: Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 60 y 61, Revistas Literarias Mexicanas Modernas).

66 Francisco Giner los Ríos (1939): «María Zambrano. Pensamiento y poesía en la vida española. La Casa de España en México, noviembre de 1939», en Letras de México, vol. II, núm. 12, 15 de diciembre, p. 5. Imaz, también exiliado español, comentó los dos libros de María Zambrano que se publicaron en México, pero ya nos los vio aquí, en este país donde estuvo nueve meses, porque se fue a La Habana. Acaso le enviaron ejemplares de la nueva revista del exilio español, España Peregrina. Cf. Eugenio Imaz (1940): «Dos libros de María Zambrano», en España Peregrina. México, año primero, núm. 1, febrero de 1940, pp. 38 y 39.

67 «Discurso María Zambrano, Premio Cervantes 1988», en https://www.rtve.es/rtve/20141021/discurso-maria-zambranoremio-cervantes-1988/1033544.shtml (consultado el 2 de febrero de 2022).

68 Cf. las siguientes páginas del trabajo cuidadoso y bien documentado Gerardo Sánchez Díaz: La presencia del exilio español republicano español en la Universidad Michoacana, 1938-1960, cit., pp. 87-97.

69 Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., pp. 118 y 120. Cursivas de AEP.

70 Alfonso Rangel Guerra (2004): «En el centenario de María Zambrano», en Cathedra. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuarta época, año IV, núm. 8, primer semestre, pp. 35-48.

71 Francisco Javier Dosil Mancilla: «La sombra de un destino. El exilio de María Zambrano en Morelia», en María Zambrano (1904-1991). De la razón cívica a la razón poética, cit., p. 127.

72 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Varadero (Cuba), 1 de enero de 1940, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 230.

73 Francisco Javier Dosil Mancilla (2010): La soledad enamorada. María Zambrano y los poetas del exilio. Morelia: Gobierno del Estado de Michoacán/Secretaría de Cultura, pp. 69 y ss. (Premio de Ensayo María Zambrano).

74 En el prólogo que María hizo para el libro de Concha Méndez El solitario. Misterio en un acto, escribió: «Tremendo sentido del tiempo este de Concha Méndez, que nos trae a la memoria un soneto de don Miguel de Unamuno que, tal vez por su heterodoxia profunda, por lo serio de su confesión, ha quedado sin comentario alguno. Es el que comienza: “Día de ayer, que en procesión de olvido / lleváis a las estrellas mi tesoro”, para concluir con una declaración que quizás nunca haya salido tan firmemente de labios humanos: “Es revivir lo que viví, mi anhelo / y no vivir de nuevo, nueva vida / hacia un eterno ayer haz que mi vuelo / emprenda, sin temor a la partida / porque, Señor, no tienes otro cielo / que mi dicha colme la medida”. Terrible y herética confesión de este hereje que tanto subrayó su condición. Pero sus más comentadas herejías están, en verdad, dentro de la más pura tradición española poética y hasta mística: el hombre de inmortalidad. Esta, en cambio, revela un hambre, un anhelo de un alma que no va dirigida a la eternidad, que no quiere más eternidad que la del tiempo. Imposible amor, contradictorio afán de perpetuarse en lo huidizo y perecedero» (Concha Méndez, 1941: El solitario. Misterio en un acto, prólogo de María Zambrano. La Habana: La Verónica, pp. 13 y 14).

75 Los libros de Zambrano dedicados, en Capilla Alfonsina. Biblioteca Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

76 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano. México D. F., 25 de octubre de 1940, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 240.

77 En su visita a México, Emil Ludwig estuvo con Reyes el 6 de enero de 1941, en su domicilio particular. Aquí platicaron e intercambiaron libros. El escritor alemán pidió al escritor mexicano que le firmara Visión de Anáhuac y Reyes además le obsequió su Minuta. Por su parte, Ludwig le dejó Goethe: historia de un hombre, con su respectiva dedicatoria, le entregó «un folleto de guerra», le ofreció «una antología goethiana ya en español» y le «ofreció» editarle su Goethe (Alfonso Reyes: Diario V. 1939-1945, cit., p. 229).

78 Alfonso Reyes (2013): Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, edición crítica, introducción, notas, fichas biobibliográficas, cronología e índice de Víctor Díaz Arciniega. México: Fondo de Cultura Económica, p. 80 (Letras Mexicanas).

79 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 284.

80 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 285.

81 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 286.

82 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., pp. 288 y 289.

83 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 295. Cursivas de AEP.

84 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., pp. 296, 297, 300.

85 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 306.

86 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 310 y nota 718.

87 En su artículo «El Goethe mínimo», Reyes escribió: «Pero la historia tiene que ceñirse, al juzgar la obra de Goethe, a consideraciones puramente artísticas. Deberá, sin embargo, tomar en cuenta los elementos de aquella personalidad, para averiguar cómo su desenvolvimiento provoca o estorba el desarrollo de sus fases. En este desarrollo hay un hecho de capital importancia: el paso del Goethe titánico (Werther, Goetz, Fausto, Prometeo, Mahoma) al Goethe armonioso y definitivo, el que llaman “divino”. En la tormenta ideológica de su juventud, Goethe procura escapar a la frigidez de lo abstracto y buscar la plena simpatía de la vida. Pero Goethe nunca estaba afuera de sí: el Werther no es una enfermedad, sino una curación; en el Fausto hay mucho de ironía y de crítica, y el Goetz abunda en sano sentido moral, para no hablar de aquel Egmont tan justo en su concepción de la vida política y afectiva. De una a otra etapa no hay, pues, una negación de sí mismo, sino una maduración lenta y única» (Alfonso Reyes: «El Goethe mínimo», en Cuadernos Americanos, julio-agosto de 1949, p. 260).

88 Alfonso Reyes: Diario VI. 27 de septiembre de 1945-3 de agosto de 1951, cit., p. 321 y nota 24; Índices de Cuadernos Americanos. Materias y autores. 1942-1971. México: Cuadernos Americanos, 1973, p. 372.

89 Alfonso Reyes (1949): «Notas sobre Goethe», en Goethe. Textos de homenaje. 1749-1949. México: Gráfica Panamericana, pp. 125-137.

90 Alfonso Reyes: Diario VII. 1951-1959, introducción de Fernando Curiel Defossé, edición crítica, notas y fichas bibliográficas de Fernando Curiel Defossé, Belem Clark de Lara y Luz América Viveros Anaya, cronología de Dulce María Adame González. México: Fondo de Cultura Económica, pp. 218, 225 (Letras Mexicanas).

91 Alfonso Reyes: Diario VII. 1951-1959, cit., pp. 227 y ss.

92 Alfonso Reyes: Diario VII. 1951-1959, cit., p. 255.

93 Alfonso Reyes: Diario VII. 1951-1959, cit., p. 265.

94 Obras completas de Alfonso Reyes. XXVI. Vida de Goethe. Rumbo a Goethe. Trayectoria de Goethe. Escolios goethianos. Teoría de la sanción, cit., p. 251.

95 A Ricardo Tejada le quiero dar las gracias, tardíamente, y le pido mil disculpas, por sus finas atenciones al citarme en su trabajo e incluir esa Carta abierta a Alfonso Reyes sobre Goethe, como se puede ver en María Zambrano (2011): Escritos sobre Ortega, edición, introducción y notas de Ricardo Tejada. Madrid: Editorial Trotta (Colección Estructura y Procesos. Serie Filosofía).

96 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Roma, 25 de agosto de 1954, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 257.

97 Carolina Olguín García y Jorge Saucedo (eds.): Capilla Alfonsina. La biblioteca de Alfonso Reyes. Catálogo bibliográfico, cit., pp. 991 y 992.

98 Carta de María Zambrano a Alfonso Reyes. Roma, 25 de agosto de 1954, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes. 1939-1959, cit., p. 257. Cursivas de AEP.

99 «Carta abierta de María Zambrano a Alfonso Reyes sobre Goethe». Roma, 20 de agosto de 1954, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., pp. 250-256. Cursivas de AEP.

100 Carta de Alfonso Reyes a María Zambrano. México D. F., 4 de septiembre de 1954, en Días de exilio. Correspondencia entre María Zambrano y Alfonso Reyes 1939-1959, cit., p. 258.

TSN nº13, 2022. ISSN: 2530-8521