El nombre de Zoila Aurora Cáceres Moreno (Lima, 1877-Madrid, 1958) se ha rescatado en los últimos años gracias a la publicación de algunos trabajos aproximativos de su vida y de su labor literaria 1, surgidos a raíz de un creciente interés por la escritora. Por desgracia, los datos biográficos sobre Cáceres son, hasta hoy día, limitados y ello se debe, en gran medida, a que su labor literaria y periodística se vio eclipsada por las figuras de su padre, Andrés Avelino Cáceres (Pachas Maceda, 2009, pp. 23-24), dos veces presidente de la República de Lima, y por quien fuera su marido, el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (Vázquez, 2017, pp. 83-97).
El camino por recorrer es largo, pero poco a poco vamos desenterrando todos los nombres de aquellas mujeres a las que la historia y una sociedad patriarcal condenaron al olvido y al silencio. Espero que este artículo sirva de homenaje a Aurora Cáceres, una mujer polifacética que cosechó grandes éxitos gracias a sus facetas de escritora y periodista, comprometida con las causas sociales de su época y que intentó hacer de este mundo un lugar más igualitario.
No sabemos con total precisión el número de veces que Aurora Cáceres viajó a España, pero gracias a los artículos publicados en la prensa nacional podemos hacernos una idea aproximada no solo de estos viajes, sino también de los motivos que la llevaron a emprenderlos.
El 10 de marzo de 1909, Aurora Cáceres llegó por primera vez a España para recabar algunos datos sobre la vida española. Lo hizo acompañada de la escritora francesa Juliette Adam (Baylen et al., 1967, pp. 176-182) directamente desde París. Para llevar a cabo esta labor y conocer la cultura y las costumbres nacionales, pasaron una temporada en Madrid y visitaron Toledo, El Escorial, Ávila y Granada.
Grabado de Aurora Cáceres publicado en El Álbum Iberoamericano, 30 de mayo de 1909. Madrid, p. 3 (imagen procedente de los fondos de la Biblioteca Nacional de España) http://hemerotecadigital. bne.es/issue.vm?id=0003213596&page=3&search=aurora+ caceres&lang=es
Cáceres aprovechó este viaje a Madrid para organizar la Unión Literaria, sociedad encargada de relacionar a escritores y artistas de América, Francia y España para dar a conocer en los países europeos la producción literaria sudamericana. Lo que se buscaba, sobre todo, era que los escritores americanos pudieran cobrar, como los europeos, los derechos de reproducción.
A su paso por Madrid ha organizado una Sociedad para estrechar relaciones intelectuales entre España y América. Esta Sociedad, denominada Unión Literaria, dará conferencias, abrirá una sección de informaciones útiles, organizará viajes anuales en condiciones ventajosas para los socios y establecerá estrecha liga entre Francia, América y España 2.
El segundo viaje que Cáceres realizó a España se dató a principios de octubre de 1912. Llegó a Madrid para representar a su país en el centenario de las Cortes de Cádiz de 1812 3. Unos días más tarde, el 10 de octubre, Evangelina, acompañada de su padre, ofreció una conferencia en el Ateneo de Madrid titulada «España en la poesía del Perú». En ella habló sobre la poesía peruana desde sus orígenes hasta la actualidad de ese momento, mencionando a algunos de los autores más importantes y cómo «en casi todos ellos palpita el amor a España» (Ezama Gil, 2017, pp. 35-39). La conferencia fue un éxito total y Cáceres consiguió el aplauso del público y de los medios periodísticos.
En julio de 1927, la autora peruana regresó a España para asistir al V Congreso de Prensa Latina. En el banquete que se celebró en el hotel Palace de Madrid, ofrecido por la Asociación de la Prensa, Cáceres leyó unas cuartillas elogiando al presente periodista Maurice Walleffe 4. Al acto acudieron ministros, embajadores y congresistas de distintas partes del mundo, que consiguieron entablar y estrechar las relaciones diplomáticas. El 4 de julio, muchos de los periodistas que acudieron a ese banquete, y posteriormente a la sesión de esa misma tarde en el salón de actos del Senado, hicieron una pequeña excursión a Toledo 5.
A finales de 1934, Cáceres volvió a España, aunque no conocemos si hubo algún motivo concreto que la hiciera venir.
También ha regresado a Madrid, después de una larga temporada en el extranjero, la distinguida escritora doña Aurora Cáceres, que en breve publicará, bajo los auspicios de una editorial española, un nuevo libro de mucho interés 6.
Un año después abandonó muestro país para dirigirse a París, pero antes reunió a un selecto grupo de amigos para tomar el té en el hotel Ritz y así poder despedirse de todos ellos. Entre ellos se encontraban la duquesa de Ahumada, la marquesa de Esquilache, el ministro de Uruguay y el señor Rada, secretario primero de la legación del Perú, entre otros 7.
Su nombre no volvió a aparecer en la prensa nacional hasta 1958, cuando Aurora Cáceres falleció a edad avanzada en la capital española y su muerte fue recogida en diarios como el Abc de Madrid 8.
En cuanto a la labor periodística de Aurora Cáceres, el primer contacto que tuvo con la prensa coincidió con los años en los que su familia se encontraba exiliada en Argentina debido al golpe de Estado de Nicolás de Piérola en su país natal. Allí colaboró con la revista Búcaro Americano, donde, bajo el seudónimo de Evangelina, publicó una serie de artículos que trataban temas feministas. Los más destacados fueron «La familia proletaria», donde se reflejaba una postura conservadora de la autora que se modificó paulatinamente con los años, y «La emancipación de la mujer», un artículo que criticaba fuertemente el lugar al que había sido renegada la mujer latinoamericana y la incomprensión del hombre ante esta situación. En 1903, trabajó como colaboradora en la revista Actualidades (Lima, Perú) y escribió una crónica, «La mujer argentina» 9, para la revista Prisma (Lima, Perú) en 1906, donde reivindicó la labor femenina en la sociedad. Igualmente, demostró su pasión por el arte en revistas como La Ilustración Sud Americana (Argentina), la Revista Arte y Literatura (Bolivia), La Alborada (Uruguay), El Pensamiento Latino (Chile) y El Grito del Pueblo (Ecuador), con publicaciones como «Exposición de S. M. Franciscovich. Crítica artística por Evangelina» (1916) o «Boceto corpóreo de Santa Rosa de Lima» (1917). Asimismo, publicó con la Revista Universitaria de Lima un artículo en 1919 titulado «Ignacio Merino».
Todas estas colaboraciones le otorgaron cierto renombre en la prensa internacional. Tanto es así que años más tarde, en España, trabajó como corresponsal en los periódicos El Liberal (1902), El Globo (1904) y la revista Blanco y Negro (1906-1912).
En 1902, Aurora Cáceres publicó dos artículos, inéditos hasta hoy, en el diario El Liberal de Barcelona en la columna denominada «España en París». Estos fueron sus primeros textos en nuestro país y en ellos hablaba sobre el ambiente social, artístico y literario español del momento y cómo era recibido en la capital francesa.
En el primero de estos artículos, publicado el 12 de mayo de 1902, se hacía una breve presentación de «la admirable escritora» 10 Evangelina, la «nueva y valiosa firma» 11 que se unía a este medio barcelonés. Tras esta introducción de apenas unos párrafos, se daba paso al artículo de Cáceres, donde señalaba la importancia y el mérito de la literatura española en Francia en el último año, enumerando la labor propagandística literaria de distintas instituciones francesas, como el College de France, la Escuela de Altos Estudios Sociales o la Sorbone.
En las siguientes líneas, Evangelina hablaba sobre el panorama artístico español del momento. La autora afirmaba: «Los artistas españoles pueden competir con los franceses, pues los Villegas, Pradillas, Rosales, Goyas, etcétera, tienen universal reputación». Por aquel entonces, se estaba organizando una exposición de pintura, grabado y escultura en la Galerie des Artistes Modernes, donde participaba un selecto grupo de artistas españoles residentes en París. A continuación, Aurora Cáceres hacía una breve reseña de las obras expuestas, incluyendo las esculturas de Miguel Blay y Mariano Benlliure (Zarzosa, 2017, pp. 995-1010). Del primero de ellos destaca «la delicadeza de las líneas, la corrección, la belleza pura, la perfección en la expresión del sentimiento» que recorren su obra «Desencanto», un medio cuerpo de mujer esculpida en mármol. Por otro lado, Evangelina subraya de Benlliure «el capricho, la fantasía extraña, la gracia de su genio artístico».
El segundo artículo 12 que Aurora Cáceres escribió en El Liberal de Barcelona se publicó el 21 de julio de 1902. En él presentaba a M. Friedel, «uno de los más inteligentes profesores» de periodismo, que había estado impartiendo algunas conferencias en la Ecole des Hautes Etudes Sociales. En palabras de la propia autora, «a pesar de ser joven, ya pertenece a esa pléyade de hombres ilustres, cuyos corazones vencen el egoísmo del vulgo al consagrar sus inteligencias […] a la enseñanza».
A continuación, Cáceres señalaba que las conferencias de M. Friedel eran de gran interés, especialmente aquellas que trataban sobre la decadencia y la posible regeneración de España, «por la amplitud que abarcan, pues su ilustración traspasa los límites de las fronteras […] expresa sus ideas con una claridad convincente […] fruto de una inteligencia pródiga y de un juicio analítico». En el artículo, Evangelina hablaba sobre el «ocaso» de España, que por aquel entonces se encontraba en mitad de una fuerte crisis política debido, en palabras del propio Friedel, al «atraso, en el progreso modernos [sic], la intervención de la Iglesia en la política, desde la época de Felipe II […] la actual unificación y la excesiva centralización están tan marcadas como en la época de los antiguos Reyes Católicos». Asimismo, M. Friedel criticaba a las «dinastías reinantes» y su centralización como otro de los factores de la decadencia del país. La difícil situación en España acabó desembocando en «formidables huelgas» en Cataluña, Zaragoza y Valencia.
Para Friedel, la única forma de resolver estos problemas que padecía España era «la descentralización y la reforma de la instrucción». En relación con esto último, Friedel ponía de manifiesto el siguiente ejemplo para basar su opinión:
Basta comparar a un niño de cuatro años [español], con otro de nacionalidad inglesa de la misma edad, para notar la superioridad con que la Naturaleza ha dotado al español; pero que no se puede negar la supremacía del inglés cuando ha llegado a la edad madura, lo cual prueba la influencia que la instrucción ejerce en la mente del individuo y el grado de desarrollo a que la conduce, pues en Inglaterra la instrucción pública ha progresado notablemente, mientras que en España ha quedado relegada a la rutina tradicional.
Para finalizar el artículo, Evangelina citaba a Friedel, que explicaba cómo llevar a cabo las reformas necesarias para que España se restaurase a sí misma, pues «aún no se había escrito la última página de su historia».
En 1904, Evangelina publicó diez artículos en el periódico El Globo de Madrid, recogidos bajo el título «Crónicas feministas» 13. En ellos denunció el papel de la mujer en una sociedad estructuralmente patriarcal, hecha por y para hombres. La figura femenina había estado siempre relegada al ámbito privado, al ámbito doméstico, al cuidado del hogar y de los hijos. No se la había instruido para formar parte de la vida pública en la que los hombres se desenvolvían diariamente, por lo que su función como trabajadora no era apta para la sociedad. La discriminación de la mujer en el ámbito laboral surgía aquí como uno de los principales temas a tratar por Evangelina, que, desde su posición privilegiada, reivindicó el derecho de las mujeres a acceder no solo a estudios superiores, sino también a un trabajo libre del abuso de poder y de la explotación. Cáceres publicó en uno de sus artículos el caso de las cigarreras de Londres, que iniciaron una huelga por el abuso y la desigualdad que sufrían frente a los hombres trabajadores de la misma fábrica 14. Asimismo, otro de los temas que ocuparon las líneas de sus artículos fue el de la indumentaria femenina y cómo esta influía en la percepción social de la mujer según el color que llevase o el tipo de prenda que usaba con mayor frecuencia.
Más tarde, entre 1906 y 1912, Aurora Cáceres colaboró con la revista Blanco y Negro, donde firmó como Evangelina y como A. de G. Carrillo. En este medio publicó un corpus de veinte artículos, donde realizó semblanzas de diferentes artistas e intelectuales francesas, mientras trataba, al mismo tiempo, temas de gran interés, como el matrimonio de conveniencia o los roles de género que seguían perpetuándose en la sociedad 15. A través de estos artículos, Cáceres destacó la labor de numerosas mujeres, como la poeta Jeane Mendès (1867-1955), la duquesa de Rohan (1600-1679), la bailarina Isadora Duncan (1878-1927), Avril de Sainte-Croix (1855-1939), Lucie Félix Faure Goyau (1866-1913), Jeanne Dieulafoy (1851-1916), la escritora Ellen Key (1849-1926) y la infanta doña Eulalia de Borbón (1864-1958). Gracias a esta serie de publicaciones podemos acercarnos a sus ideales religiosos y feministas, así como a su narración sobre distintos puntos de interés de Europa.
Gracias a los círculos literarios en los que se movió desde joven y a la relación con Gómez Carrillo, Cáceres pudo entablar amistad con distintos intelectuales del momento. Este es el caso del poeta modernista Rubén Darío, del escritor español Miguel de Unamuno, de la periodista española Carmen de Burgos —más conocida con el seudónimo Colombine—, de la baronesa de Wilson o los hermanos Benlliure, figuras muy importantes en el ámbito artístico nacional e internacional.
En cuanto a Rubén Darío, es difícil saber qué tipo de relación tuvieron y si trascendió más allá de que el poeta modernista fuera el padrino de su boda (Ruiz Barrionuevo, 2018, pp. 175-196). Lo que sí está claro es que fue gracias a Gómez Carrillo que Cáceres y Darío pudieran intercambiar una escasa correspondencia. La primera misiva que encontramos se trata de una breve nota, fechada el 1 de abril de 1911, en la que la autora, que se encontraba en París por aquel entonces, le decía:
Como aún me quedaré hasta el 10 en París, espero tener el gusto de verle, de poder hablarle respecto a las revistas que V. dirige. Si V. pudiese venir a casa, tenga la bondad de decirme el día y la hora para esperarle; y en caso contrario yo podría ir a casa de V. siempre que me dijese V. cuándo puedo encontrarle 16.
Las revistas a las que hace referencia Aurora Cáceres son Mundial, revista que el nicaragüense aceptó dirigir en 1911 tras la propuesta de los hermanos Guido, y Elegancias, dirigida a un público femenino. La autora consiguió difundir estas publicaciones para ayudar económicamente a Darío, tal y como se lo hizo saber en la segunda nota que le envió, donde llevaba adjuntas las direcciones de dos damas parisinas que se habían suscrito a ellas.
Última carta de Aurora Cáceres a Rubén Darío, en http://alfama.
sim.ucm.es/greco/rd-digital.php?search=aurora+caceres
En la tercera carta que Aurora Cáceres envió al poeta, una muy breve, le comentaba: «Por Bonafoux he sabido que deseaba V. hablar conmigo a propósito de Elegancias lo que me procurará el placer de verle» 17. Por aquel entonces, ella se encontraba pasando unos días en París, aunque en la misiva informaba a Darío de que pronto marcharía a Berlín junto a su padre, que acababa de ser nombrado ministro. En la siguiente carta, Cáceres le proponía quedar para tomar el té en su casa antes de volver a Alemania y así poder presentarle a un escritor peruano. En su última carta, la autora peruana le escribía desde la capital alemana para mostrar su interés en colaborar con la revista Mundial: «Solo hoy me es posible enviar a V. una correspondencia, para Mundial, conforme le ofrecí en París. ¡Ojalá sea de su agrado!» 18. En esta misma carta, Cáceres le preguntaba por el prólogo de Oasis de arte, que le había prometido hacer. Parece ser que conseguir un prólogo del poeta exigía, en numerosas ocasiones, el esfuerzo por parte del autor prologado (Cozad, 1974, pp. 457-488).
En todo caso, como ya hemos dicho, es imposible saber si ambos autores intercambiaron más cartas aparte de las ya mencionadas o el tipo de relación que en realidad tuvieron. Asimismo, el hecho de que las cartas no estuvieran datadas hace aún más difícil la tarea de establecer una cronología exacta y solo puede hacerse una aproximada por el contenido de estas.
La relación epistolar con Miguel de Unamuno surgió a raíz de que Cáceres encontrara una de las cartas que el escritor español y Enrique Gómez Carrillo se intercambiaron —datada el 2 de octubre de 1906—, mientras el guatemalteco se encontraba de viaje en Berlín. A partir de ese momento, y tras entablar ambos una amistad, Unamuno realizó alguna que otra crítica a la producción literaria de la escritora peruana. Este fue el caso de un breve comentario que hizo sobre Oasis de arte y que más tarde, en 1927, Cáceres introdujo en su obra La ciudad del sol:
Tanto como en general me fastidian las escritoras, gusto de las mujeres que escriben como usted, amiga mía. El desarrollar la distinción sería larga cosa; Madame Sevigné era una mujer que escribía; Madame Staël, una escritora y pocas cosas gusto más sus breves y repetidos relatos de viaje y es lo que mejor cuadra a una mujer, la impresión rápida del detalle, el sentido de lo real. (Cáceres, 1927, pp. 179-180).
Las palabras que le dedicó Unamuno no distaron mucho de las que le había dedicado Rubén Darío en el prólogo de Oasis de arte. Es más, el escritor español lo llega a mencionar unas líneas más abajo: «Tiene razón Rubén: el párrafo que le reproduce es lo mejor del libro…». En las palabras de Darío y Unamuno vemos reflejada la dominación masculina en el ámbito literario, además de la concepción que se tenía en aquella época de la mujer que se atrevía a escribir y a publicar.
De la amistad que Unamuno y Aurora Cáceres se profesaron conservamos tres cartas que corresponden al 8 de abril y 2 de junio de 1909, y al 21 de abril de 1928 19. En la primera carta que la escritora le envió a su «muy querido maestro», le habló de la fundación de su proyecto Unión Literaria, prometiendo enviarle los estatutos. En aquel momento, su obra Mujeres de ayer y hoy se encontraba en la imprenta, por lo que Cáceres le informó de que le enviaría una copia en cuanto estuviese listo. En su segunda carta, le enviaba adjuntas unas publicaciones que había hecho sobre Unión Literaria y mostraba su preocupación por las relaciones literarias y culturales entre España y América, y su afán por «mantener vivo el espíritu» entre ambas naciones. Finalmente, en la tercera carta que Cáceres envió a Unamuno, le comentaba que el invierno anterior había asistido a una conferencia sobre su filosofía en Niza.
En las líneas siguientes, Cáceres le informaba de que había acabado su libro Mi vida con Enrique Gómez Carrillo y quería publicar una carta que Unamuno le había escrito a Gómez Carrillo, en la que hablaba sobre la obra del guatemalteco De Marsella a Tokio. Asimismo, le enviaba un ejemplar de La ciudad del sol y deseaba que «fuese de su agrado», pues su opinión era muy importante para la escritora peruana.
A principios de 1902, la baronesa de Wilson (Charques Gámez, 2008, pp. 105-118) incluyó en su columna «Inmortales americanas» de la revista Álbum Salón el nombre de Aurora Cáceres 20 junto al de otras ocho mujeres del panorama literario americano. El artículo presentaba a Cáceres como una joven hermosa cuyo intelecto se había desarrollado al ritmo increíblemente rápido de la vida moderna y cuyos escritos en distintas publicaciones periodísticas sobre temas como el arte o la psicología habían ganado muchos admiradores, gracias a su «espíritu observador y el sentimiento más exquisito y más puro». Pero Wilson fue más allá y elogió la personalidad curiosa de Evangelina y su perspicacia a la hora de tratar y abordar los «problemas sociales y sensacionales».
Foto de Aurora Cáceres publicada en «Inmortales americanas. Zoila Aurora Cáceres (“Evangelina”)», en Álbum Salón, 1 de enero de 1902. Barcelona, p. 259 (imagen procedente de los fondos de la Biblioteca Nacional de España) http://hemerotecadigital.bne. es/issue.vm?id=0001464380&
En cuanto a la relación epistolar que mantuvieron, apenas conservamos ninguna misiva. El 21 de enero de 1902, Wilson le escribió una carta a Cáceres para pedirle un retrato y alguno de sus trabajos para publicar en su Galería. Además, le transmitía el cariño que sentía hacia ella y su padre:
Cuánto habría de ser mi júbilo si viera a Ud. en París y dedicáramos algunos ratos a sabrosas conversaciones literarias y a recordar aquel Perú tan hermoso como infortunado. Huelga decir a Ud. que me recuerde con el general y le manifieste que soy su amiga de siempre. (Cáceres, s. a., pp. 28-29).
El 13 de mayo de 1902, la baronesa de Wilson escribió desde Barcelona a Aurora Cáceres, que por aquel entonces se encontraba en París (Cáceres, s. a., p. 219). En la carta la informaba de que habían publicado en El Liberal de ese mismo día uno de los artículos de Cáceres: «Tengo el placer de noticiarle que, en El Liberal de hoy 13, se ha publicado su lindo artículo, y supongo lo recibirá usted pues he dado sus señas para que lo remitan» 21.
Gracias a los artículos que la baronesa de Wilson dedicó a la labor literaria y social de Aurora Cáceres y a las cartas que aquí hemos reflejado, podemos decir que ambas mantuvieron una buena amistad profesional más que personal.
Colombine, en un artículo publicado en 1910 sobre la obra de Cáceres Mujeres de ayer y hoy, alababa el espíritu de observación y el estudio que la autora peruana había llevado a cabo:
La mujer de ayer y de hoy es un interesante estudio del espíritu femenil en su evolución histórica, que demuestra profundos conocimientos y atinadas lecturas en la autora. Aurora Cáceres ha sabido recoger, en figuras de mujeres célebres, el espíritu de las épocas, y su libro […] presenta las glorias alcanzadas por las mujeres de todos los tiempos y de todos los países 22.
En 1912 y con motivo de la conferencia que Cáceres ofreció en el Ateneo de Madrid, «España en la poesía del Perú», Colombine le dedicó un artículo en su columna «Femeninas». Hizo una pequeña introducción del panorama internacional de las conferencias femeninas para después centrarse en la que había dado la peruana:
La conferencia de la señora Cáceres nos trajo la visión del Perú, con su naturaleza exuberante, sus tradiciones pintorescas, su romanticismo español, y nos conmovió profundamente con el testimonio del amor de los hijos de aquellas tierras lejanas […]. El triunfo de la señora Cáceres es un nuevo timbre de la causa femenina, que nos complacemos en señalar 23.
Un año más tarde, en 1913, Colombine publicó una columna de «Femeninas» sobre Loïe Fuller (Bardet, 2018, pp. 79-105), donde mencionaba el encuentro de la bailarina con las dos escritoras en la capital francesa:
Cuando nos recibe [Loïe Fuller], expansiva y afectuosa, en su cuarto del suntuoso hotel de los Campos Elíseos a la notable escritora peruana Aurora Cáceres y a mí, hay en sus movimientos, en su sonrisa, en el encanto de la mirada, viva e inteligente, de sus ojos grises, con más luz que color… 24
Colombine era una gran conocedora de la cultura francesa y de los éxitos de las escritoras, por lo que reseñar a Aurora Cáceres demostraba cierta relación y admiración entre ambas.
El 24 de septiembre de 1895, Juan Antonio Benlliure (Bonet Solves, 1992, pp. 465-471) escribió una carta a Cáceres desde Roma (Cáceres, s. a., pp. 44-48). En ella mostraba el cariño que sentía por la autora peruana al encabezar la carta con un «mi buenísima amiguita Zoyla» y decía de ella que era «una personita tan amable y cariñosa». Sin embargo, le reprochaba a Cáceres que no le hubiese escrito antes: «¿Por qué me escribió Hortensia y usted no?». Precisamente Hortensia, la hermana de la escritora, le había escrito para comunicarle que se casaba, aunque de forma tan ambigua que Juan Antonio no sabía cuál de las dos hermanas iba contraer matrimonio:
Hortensia me dijo que se casaba una de las dos, me lo dijo de un modo que me hizo dudar si sería la rubia o la morena. No le contesté enseguida por no saber dónde dirigir mi carta. Además, le hubiera ofrecido un cuadrito como regalo de bodas […] dele mi enhorabuena, dígale que le deseo la felicidad más completa y que no es cierto que haya perdido el cuadrito, que se lo debo y lo cumpliré.
Al mismo tiempo que prometía enviarle un cuadro a Hortensia, le preguntaba a Aurora Cáceres cuándo podría hacerle un retrato. Para convencerla de ello, Benlliure comentaba que, a pesar de no ser una celebridad, sus cuadros le habían «dado mucho nombre» en España. En ese momento se encontraba «haciendo el de una joven rubia y delicada como usted [Aurora Cáceres], pero no tan simpática». Más adelante, hablaba de la estancia de sus padres en Valencia y de su hermano, Mariano, que estaba teniendo bastante éxito en el ámbito profesional, pero no en el personal (su mujer esperaba el fallo de un juicio, él viajaba constantemente y sus hijos estaban separados).
Para finalizar, Antonio Benlliure se despedía muy afectuosamente, haciéndole saber a la autora peruana que había ocupado su pensamiento en numerosas ocasiones:
Muchos ratos he pensado en usted después de la revolución de Lima, ahora ya estoy tranquilo […]. Creo haberle dedicado un ratito, espero que esta vez no deje usted pasar tantos años… y tenga la seguridad de que la quiere sinceramente su antiguo amigo.
En cuanto a su relación con Mariano Benlliure, Evangelina escribió un artículo en El Liberal de Barcelona, en mayo de 1902, sobre el panorama literario y artístico español del momento. En él hablaba de la apertura de una exposición de pintura, grabado y esculturas en París donde Mariano había presentado su obra y destacaba del español «el capricho, la fantasía extraña, la gracia de su genio artístico».
Carta de Antonio Benlliure de septiembre de 1895 en Álbum personal de Zoila Aurora Cáceres, https://repositorio.pucp.edu.pe/ index/handle/123456789/64206
El 18 de julio de 1902, el escultor español escribió una carta a Cáceres desde Madrid, encabezada por un «mi muy distinguida amiguita». Benlliure le agradecía «la agradable lectura de sus afectuosísimas cartas». En las líneas siguientes la informaba sobre su situación laboral:
La cartita de usted la he recibido aquí después de haberme seguido por toda Italia y por partes de España, pues aun cuando desempeño actualmente la dirección de nuestra Academia de Bellas Artes en Roma, donde permaneceré durante los meses de abril y mayo, tengo que volver a Madrid adonde he sido llamado por el gobierno para asunto de arte; no creo que podré [sic] regresar a la ciudad eterna hasta octubre. (Cáceres, s. a., pp. 64-66).
A continuación, Benlliure mencionaba el monumento del militar Francisco Bolognesi 25 en Perú, a cuyo concurso se había presentado, pero que al final, por algunas diferencias de presupuestos y por la falta de tiempo, no pudo llevar a cabo su deseo de «tener una obra mía en esa tierra hermosa lo cual me proporcionaba la inmensa satisfacción de visitarla».
Para cerrar la carta, Benlliure se despedía de Aurora Cáceres con las siguientes palabras llenas de cariño:
Rogándoles que me sigan proporcionándome [sic] el placer de recibir noticias de usted y con mis más cariñosos recuerdos a su hermanita y toda su respetable familia. PD: Juan Antonio me encarga le envíe sus recuerdos agradeciéndole muchísimo su cariño para mis seres que actualmente se encuentran en San Sebastián.
Gracias a las cartas conservadas que se intercambiaron Aurora Cáceres y los hermanos Juan Antonio y Mariano Benlliure, conocemos la amistad mantenida a lo largo de los años.
La importante labor literaria y periodística de Zoila Aurora Cáceres, sumada a su incansable activismo social, le otorgaron cierto renombre, a nivel internacional, entre los círculos intelectuales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Una muestra de ello la encontramos en la correspondencia que mantuvo con artistas y escritores del fin de siglo español, en calidad de amiga y escritora.
Con este breve trabajo he intentado examinar minuciosamente esas cartas de las que disponemos en la actualidad y analizar, al mismo tiempo, dos artículos inéditos de Evangelina, publicados en el diario El Liberal de Barcelona en 1902, sobre el panorama literario y artístico español y cómo este era concebido en Francia.
Por otro lado, este artículo pretende servir de acercamiento a la figura de Aurora Cáceres, una mujer que, con su esfuerzo, se hizo hueco en un mundo hecho a la medida de los hombres, cuya labor fue reconocida y elogiada por sus coetáneos.
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Baylen, J. O.; Strickland, W. E.; y Adam, J. (1967): «Mme. Juliette Adam and George Sand: An Unpublished Souvenir», en Romance Notes, 8 (2), pp. 176-182.
Bonet Solves, V. E. (1992): «Tradición y modernidad en los retratos de Juan Antonio Benlliure Gil (1860-1931)», en 1992. El arte español en épocas de transición, 2, pp. 465-471.
Cáceres, A. (s. a.): Álbum personal de Zoila Aurora Cáceres. Pontificia Universidad Católica del Perú.
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Carvallo, F. (2007): «Zoila Aurora Cáceres, del Sagrado Corazón a la Belle Époque», en Cuadernos Hispanoamericanos, 688, pp. 73-78.
Charques Gámez, R. (2008): «La baronesa de Wilson: colaboraciones en “La Ilustración Artística de Barcelona”», en Anales de la Literatura Española, 20, pp. 105-118.
Cozad, M. L. (1974): «Los prólogos de Rubén Darío: estudio bibliográfico», en Thesaurus: Boletín del Instituto Caro y Cuervo, 29 (3), pp. 457-488.
Ezama Gil, Á. (2017): «Mujeres hispanoamericanas en el Ateneo madrileño: ¿confraternización, autoridad o celebridad?», en Ínsula, 841-842, pp. 35-39.
«Francisco Bolognesi» (25 de junio de 2021), en Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Bolognesi#Homenajes
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Ruiz Barrionuevo, C. (2018): «Rubén Darío y las escritoras: el caso de Aurora Cáceres», en Boletín de Literatura Hispánica, 64, pp. 175-196.
Vázquez, M. Á. F. (2017): «Enrique Gómez Carrillo y el cisma poético del modernismo hispánico», en Revista Letral, 19, pp. 83-97.
Zarzosa, C. R. (2017): «Mariano Benlliure (1862-1947) y la imaginería procesional», en Religiosidad popular: cofradías de penitencia. Real Centro Universitario Escorial María Cristina, pp. 995-1010.
1 Este creciente interés por la figura de Aurora Cáceres del que hablamos lo podemos observar en la reedición de dos de sus obras: La rosa muerta en 2007 por Thomas Ward en la editorial Strockero y su autobiografía Mi vida con Enrique Gómez Carrillo en 2008. Asimismo, algunos de los estudios más significativos sobre Cáceres son «Zoila Aurora Cáceres, del Sagrado Corazón a la Belle Époque» de Fernando Carvallo, publicado en 2007 en Cuadernos Hispanoamericanos, «Aurora Cáceres, Evangelina, entre el modernismo finisecular y la reivindicación feminista» de Carmen Ruiz Barrionuevo, publicado en 2008 en Revista de Literatura Hispánica o Aurora Cáceres Evangelina. Sus escritos sobre arte peruano de Pachas Maceda, publicado en 2009 en la Universidad Nacional de Mayor San Marco.
2 Álbum Iberoamericano, 30 de mayo de 1909, Madrid, pp. 2-3.
3 La Época, 3 de octubre de 1912, Madrid, p. 3.
4 La Época, 5 de julio de 1927, Madrid, p. 4.
5 La Nación, 1 de julio de 1927, Madrid, p. 8.
6 La Nación, 24 de noviembre de 1934, Madrid, p. 6.
7 La Nación, 4 de enero de 1935, Madrid, p. 6.
8 Abc, 15 de febrero de 1958, Madrid, p. 34.
9 En esta crónica, Cáceres reivindica la labor femenina admirando su belleza y buen juicio. Por otro lado, demuestra su admiración por la mujer artista peruana. Vid. «La mujer argentina», en Prisma, Lima, 1906, pp. 11-15.
10 El Liberal, 12 de mayo de 1902, Barcelona, p. 1.
11 Ibid.
12 El Liberal, 21 de julio de 1902, Barcelona, p. 2.
13 «Crónicas feministas», 3 de marzo de 1904, p. 1; «Crónicas feministas. El tercer sexo», 27 de marzo de 1904, p. 3; «Crónicas feministas. Romanticismos. Las mujeres en los negocios», 21 de junio de 1904, p. 2; «Crónicas feministas. Libros españoles y extranjeros», 27 de julio de 1904, p. 1; «Crónicas feministas», 10 de agosto de 1904, p. 1; «Las cartas a las mujeres», 12 de agosto de 1904, p. 1; «Crónicas feministas. Una Academia y una dama portuguesa. Instituto pedagógico en Rusia. El abanico del general Ma. Guerreras búlgaras. Exceso de celo femenino», 30 de agosto de 1904, p. 5; «Crónicas feministas. Ecos de fuera», 15 de octubre de 1904, p. 1; «Crónicas feministas», 25 de octubre de 1904, p. 1; «Crónicas feministas. Importancia de los trajes», 4 de noviembre de 1904, p. 1. Vid. Pérez Pradas, D. (2016): Zoila Aurora Cáceres, «Evangelina»: cronista de «El Globo» (Madrid, 1904), trabajo de fin de grado dirigido por la doctora A. Quiles Faz, Universidad de Málaga.
14 El Globo, 15 de octubre de 1904, Madrid, p. 1.
15 «Lourdes actual», 13 de octubre de 1906, pp. 7-8; «Los sábados del Gymnase», 29 de junio de 1907, p. 18; «Sin título», 11 de enero de 1908, p. 17; «Mathilde Alanic», 25 de enero de 1908, p. 23; «La señora Avril de Sainte-Croix», 14 de marzo de 1908, p. 6; «Jeanne Dieulafoy», 25 de abril de 1908, p. 6; «Los tés poéticos», 18 de julio de 1908, p. 24; «Siguiendo las huellas de Guillermo Tell», 24 de octubre de 1908, p. 22; «Lucie Félix Faure Goyau», 21 de noviembre de 1908, p. 22; «El feminismo en Niza», 6 de febrero de 1909, p. 20; «El hospital de la Cruz Roja en Roma», 6 de marzo de 1909, p. 10; «La ninfa de pies ligeros», 7 de agosto de 1909, p. 22; «El teatro al aire libre», 11 de septiembre de 1909, p. 10; «El castillo de Chillón», 16 de octubre de 1909, p. 18; «Ellen Key», 18 de diciembre de 1909, p. 19; «Señora la infanta doña Eulalia en París», 2 de abril de 1910, pp. 19-20; «El drama de la pasión de Oberammergau», 16 de octubre de 1910, p. 18; «Las habitaciones de Goethe», 11 de septiembre de 1910, p. 35; «Una novela para señoritas», 22 de enero de 1911, p. 36; «Lobitos», 30 de abril de 1911, p. 18; «Impresiones de Nueva York», 26 de febrero de 1911, p. 17. Vid. Ledesma Martín, C. (2020): Zoila Aurora Cáceres Moreno, «Evangelina», y sus artículos en «Blanco y Negro» (1908-1912), trabajo de fin de grado dirigido por la doctora A. Quiles Faz, Universidad de Málaga.
16 La correspondencia entre Aurora Cáceres y Rubén Darío se puede encontrar en el archivo de este último en la Universidad Complutense de Madrid, http://alfama.sim.ucm.es/greco/rd-digital.php?search=aurora+caceres
17 Ibid.
18 Ibid.
19 Las tres cartas de las que hablamos y el libro Oasis de arte de Aurora Cáceres (muy difícil de hallar) se encuentran en la Casa Museo Miguel de Unamuno de Salamanca. Agradezco a la doctora Amparo Quiles Faz haberme facilitado esta información.
20 Vid. «Inmortales americanas. Zoila Aurora Cáceres (“Evangelina”)», en Álbum Salón, 1 de enero de 1902. Barcelona, p. 259.
21 Efectivamente, Cáceres publicó su artículo «España en París» en El Liberal el 13 de mayo de 1902. Vid. «España en París», en El Liberal, 13 de mayo de 1902. Barcelona, p. 1.
22 «La mujer de ayer y hoy», en Heraldo de Madrid, 4 de enero de 1910, p. 3.
23 «Femeninas. Conferencias de mujeres», en Heraldo de Madrid, 11 de octubre de 1912, p. 1.
24 «Femeninas», en Heraldo de Madrid, 6 de julio de 1913, p. 1.
25 Francisco Bolognesi (Lima, 1816-Arica, 1880) fue un militar peruano que participó en la Guerra del Pacífico. La estatua de la que Mariano Benlliure habla se inauguró tres años más tarde de la datación de esta carta, en noviembre de 1905. Está situada en la plaza Bolognesi, en Lima, y fue creada por el escultor catalán Agustín Querol. Más tarde, en 1950, el gobierno decidió reemplazarla por otra estatua, obra, esta vez, del escultor peruano Artemio Ocaña, https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Bolognesi#Homenajes