Variación lingüística, traducción y cultura

Giovanni caprara, emilio ortega arjonilla, juan andréS villena ponsoda

Nueva York, Peter Lang, 2016, 236 págs.

Tanagua Barceló Martínez

Variación lingüística, traducción y cultura es, ante todo, una obra necesaria a la altura, no cabe duda, de sus autores, cuyas trayectorias académicas, profesionales y, especialmente, investigadoras no solo avalan, a priori, la calidad del trabajo aquí reseñado sino que, además, quedan de manifiesto sobradamente en una obra que conjuga teoría y práctica y que se sirve y parte de postulados más tradicionales para acercarse a la realidad actual de la traducción, esto es, a la óptica traductológica. En esta obra se dan cita tres especialistas de primer orden en el panorama de la investigación en España en el ámbito de que se trata; dos catedráticos y un titular de universidad que aportan experiencia, dedicación y esfuerzo a un estudio que, a buen seguro, servirá de referente a docentes, traductores e investigadores y que debería servir de precedente para la realización de estudios futuros.

La obra presenta una riqueza sintáctica y estilística en consonancia con la seriedad y la profundidad con la que se abordan los diferentes aspectos analizados, de los cuales se dará cuenta a continuación. Se trata, además, de un trabajo denso basado en conceptos lingüísticos y traductológicos clave que, cuando menos, invita a la reflexión de sus lectores.

La obra sirve, fundamentalmente, para adquirir conocimientos acerca del fenómeno de la variación lingüística en sus diferentes versiones, saber qué opinan y qué dicen los traductólogos sobre la variación, saber qué estrategias de traducción de la variación utilizan los traductores profesionales y constatar que, en según qué combinaciones lingüísticas y ámbitos especializados del saber, la variación tiene un papel más o menos relevante y requiere unas u otras actuaciones por parte del traductor. Se trata, en suma, y tal y como los propios autores mencionan, de un viaje de ida y vuelta entre dos disciplinas indisociables que a menudo se han visto, en cierto modo, confrontadas debido al empeño por disociar campos del saber estrechamente vinculados.

El concepto de variación lingüística ha sido, desde hace largo tiempo, objeto de estudio entre los profesionales de la lingüística. Han sido numerosos los intentos por establecer una definición y clasificación del concepto, que alude, no cabe duda, a uno de los fenómenos lingüísticos más relevantes. Las obras y estudios de los que disponemos se han centrado tradicionalmente, pues, en la definición del concepto y han abordado aspectos como las modalidades de variación existentes, entre otros. Durante décadas, ha sido un concepto asociado a las características de una lengua dada y a todas las diferencias que esta puede presentar en función de factores como la ubicación geográfica, la pertenencia a una determinada clase social o a un determinado gremio profesional, el sexo, la edad, etc. Sin embargo, se trata de un fenómeno que, al ser intrínseco a las lenguas, ha sido tenido en cuenta y, de algún modo, sufrido por los traductores a lo largo de la historia. Era tiempo, pues, de poner negro sobre blanco y de teorizar conjuntamente, anteponiendo las necesidades mutuas de las dos disciplinas implicadas para así mostrar la evidencia del puente entre ellas existente. Los autores han querido, incluso, ir más allá, y, además de reivindicar la importancia de la variación lingüística cuando del trasvase de una lengua a otra se trata, se han adentrado en las características de diferentes ámbitos de especialidad con el objeto de demostrar que dicho fenómeno se manifiesta en diferente grado y cuáles son los modos y las estrategias para abordarlos de forma que el producto final tenga la calidad necesaria. Así lo declaran precisamente los autores al firmar que «si la variación es tan importante, habrá que contar con ella siempre que se trata de lenguas y, por tanto, también en la traducción».

En las líneas que siguen, se detallarán más pormenorizadamente las partes y los contenidos de la obra y se tratará de ahondar en aquellos puntos más relevantes y novedosos en ella abordados.

La obra se divide en dos grandes partes claramente diferenciadas. La primera de ellas corre a cargo del catedrático Juan Andrés Villena Ponsoda y está consagrada a realizar una profunda conceptualización de los fenómenos de variación desde la óptica de la lingüística y, más concretamente, desde la sociolingüística. El autor, sin embargo, va más allá y tiende el puente a la traductología, a la vez que pone de manifiesto la necesidad mutua de ambas disciplinas, en general, y en lo relativo a los fenómenos de variación, en particular. Alude, por ejemplo, a los fenómenos de sinonimia y polisemia (claramente asociados al proceso traslativo) como fenómenos asociados a la variación, y, al referirse a la traducción de la variación, habla de problemas lingüísticos, connotativos y sociolingüísticos.

En suma, los tres grandes aspectos abordados en esta primera parte se centran en los fundamentos de la teoría de la variación del lenguaje, la exposición de la teoría general de la variación de los signos lingüísticos y el problema de la traducción de la variación, con una propuesta de teoría de la traducción de la variación que tiene en cuenta lo que Villena denomina «la traducción de la comunidad».

Esta primera parte sirve, pues, como un excelente punto de partida que permite ahondar en el concepto de variación desde un punto de vista lingüístico (y sociolingüístico), y llegado el caso, conocer de cerca en qué consiste una percepción de la variación y de la traducción de la variación desde un punto de vista semántico.

La segunda parte del trabajo reseñado, que a su vez se divide en dos bloques, está firmada por Emilio Ortega Arjonilla y Giovanni Caprara, ambos docentes, traductores y estudiosos de las dificultades traductológicas en diferentes ámbitos especializados. En esta ocasión, los autores abordan el mismo objeto de estudio analizado en la primera parte, esto es, la variación, pero desde un punto de vista traductológico, tanto teórico como práctico. El fin último es el escrutinio de la variación desde un punto de vista traductológico teórico y el estudio de las particularidades que reviste, en la práctica, la traducción de la variación, tomando para ello como referencia tres combinaciones lingüísticas concretas (francés-español, inglés-español e italiano-español) y aquellos ámbitos de especialidad claramente representativos de la práctica profesional de la traducción en la actualidad: el biosanitario, el literario y humanístico, el jurídico, jurado y judicial y la traducción intersemiótica, incluyendo aquí casos prácticos de traducción subordinada y audiovisual. Los autores, que, como no podría ser de otro modo, respetan y toman como referencia teórica los postulados de la lingüística previamente expuestos por Villena Ponsoda, aluden al giro de los estudios de traducción de las últimas décadas e introducen dos nuevas variables en la comprensión del fenómeno de variación: la dimensión cultural y el papel del traductor como «intérprete» de los fenómenos de traducción en clave de comunicación intercultural.

El resultado es, en cierto modo, un manual de instrucciones en clave lingüística y traductológica que permite identificar fenómenos de variación en la traducción, y llegado el caso, identificar estrategias aplicables a la práctica traslativa cuando en ella aparecen dichos fenómenos, que deberán reproducirse, de una forma u otra, en el texto meta.

Aunque se trate de un único fenómeno, la variación, los autores muestran la mayor o menor frecuencia de aparición en función del ámbito de que se trate, los obstáculos que ello representa en la fase de comprensión y las dificultades de cara a su traducción, para lo que proponen estrategias específicas a partir de ejemplos concretos extraídos de los ámbitos antes mencionados. Resulta, además, de vital importancia una circunstancia que Ortega Arjonilla y Caprara subrayan en varias ocasiones y que se refiere al hecho de que el fenómeno de la variación lingüística no tiene por qué afectar en el mismo grado a las lenguas con las que se trabaje, es decir, no existe una equivalencia de igual a igual entre este fenómeno, lo que puede aumentar, en ocasiones, las dificultades del proceso traslativo («la ausencia de variación en la lengua origen no siempre supone una ausencia de variación en la lengua meta»). De igual modo, la variación no tiene la misma incidencia en los textos literarios (en los que el concepto de variación se manifiesta en su estado más «puro» o «clásico»), los textos biosanitarios (con una clara tendencia a la internacionalización) o los textos jurídicos (donde se da el fenómeno opuesto). Por todo ello, parece claro que la necesidad de llevar a cabo estudios por pares de lenguas y/o por ámbitos de especialidad que incluyan ejemplos reales procedentes de la práctica profesional, por la que abogan los autores, es más que evidente.

Como conclusión, y tras lo expuesto, podemos afirmar que nos encontramos ante una obra seria y fundamentada cuya lectura se nos antoja necesaria pero, sobre todo, ante una obra integradora y atrevida por la voluntad de sus autores en aunar disciplinas que se necesitan mutuamente. De cara al futuro de la investigación, solo nos cabe esperar que, a partir de ahora, se lleven a cabo los estudios necesarios y surjan obras centradas en combinaciones lingüísticas y campos del saber concretos.