La traducción y la conformación de la identidad latinoamericana

Georges L. Bastin

Universidad de Montreal

El Encuentro de 1492 y los siglos de colonización que siguieron impidieron al americano seguir siendo el mismo. Desde el momento mismo en que los americanos descubrieron a Colón, late en las mentes y los corazones un «proyecto» emancipador. Emancipación de la «madre patria» pero también emancipación de un conflicto íntimo por la circunstancia del mestizaje racial, intelectual y afectivo del hombre americano. En efecto, la idiosincracia latinoamericana se caracteriza en numerosos aspectos de la vida por un conflicto permanente entre etnocentrismo y apertura al extranjero.

Innumerables contactos entre españoles y americanos así como entre americanos y el resto del mundo tuvieron lugar a través de la traducción. Traducciones políticas, filosóficas, económicas, jurídicas, educativas y literarias. Ahora bien, la traducción, como afirman Bassnett y Trivedi (1999: 2), «…lejos de ser una actividad inocente y transparente, […] está cargada de significación en todos los niveles; raramente, a lo mejor nunca, involucra una relación de igualdad entre textos, autores o sistemas». Por lo tanto, la traducción (e interpretación) desempeñó un papel significativo en el «desarrollo» sociopolítico y sociocultural de los hombres americanos así como en la conformación de su identidad. Este papel se ha empezado a escudriñar pero necesita estudios más profundos y completos.

Se destaca, en este dossier, la contribución de la traducción a la conformación de la identidad americana, a la construcción de un hombre nuevo y a la constitución de sociedades nuevas, desde los más diversos ángulos: sociocultural, lingüístico, literario, educativo y político, en diversos entornos nacionales o locales y en distintas etapas de la historia.

Se abre el dossier con el estudio de un fenómeno que podría parecer anecdótico si no perdurara más de un siglo: la reforma de la ortografía en Chile o, como la llama Gertrudis Payàs, la «rrebelión ortográfika». Este movimiento, sugiere Payàs, es de emancipación lingüística y corre paralelo al de emancipación política. Forma parte de los esfuerzos de alfabetización y formación ciudadana de la misma manera que las traducciones de obras ya no provenientes de España sino de otras naciones y otras lenguas para fines educativos. Cita en el trabajo solemnes declaraciones de varios traductores chilenos de la época en el sentido de «hacer nuestro el trabajo de todo el mundo», de familiarizarse con los idiomas extranjeros y aclimatarlos al nuestro, o de «traducir con una ortografía racional».

Patricia Willson, por su parte, establece un paralelo elocuente entre la presencia mayoritaria de traducciones en la colección literaria «La Biblioteca de la Nación» en los albores del siglo xx y las políticas de corte nacionalizador del Estado argentino desde fines del siglo xix. «Liberales en lo económico y conservadores en lo político» los gobiernos de entonces buscan dar a las masas inmigratorias un «fundamento simbólico». Encuentran en la literatura unos modelos y en la traducción una herramienta. Willson estudia las características de esta colección literaria para revelar una identidad entre cultura popular y traducción. También rescata la labor de insignes traductores como José Martí, Lucio V. Mansilla, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre y Don Carlos Aldao. Traductores letrados todos con injerencia en la política.

La poesía no escapa a la labor traductora apropiadora. Andrea Pagni lo demuestra con brío analizando las versiones del poema Les Djinns de Víctor Hugo por la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda y el venezolano Andrés Bello. Estas traducciones, ambas «imitaciones», le dan un trato sui generis al orientalismo del poema original. Pagni al examinar el locus traductionis subraya algunas estrategias de ambos traductores. Bello efectúa una «operación transculturadora» que «borra definitivamente la isotopía orientalista». En cuanto a Avellaneda, «articula una poética femenina ocultándose tras la máscara del poeta francés». El hecho es que con esas recreaciones conscientes desaparece el orientalismo; en su lugar, por una parte, se incorpora el poema al proceso de producción de una literatura propia y, por la otra, se construye un lugar de enunciación para la mujer.

Lydia Fossa nos brinda un análisis del léxico de traductores andinos, en particular Juan de Betanzos. Su base de datos revela la presencia, en las traducciones y escritos en lengua castellana de estos traductores y autores, de arabismos, antillanismos e indoamericanismos. Fossa luego nos explica los procedimientos o mejor dicho las «manipulaciones» de las que fueron objeto la tradución oral y la lengua quechuas. Apoya su análisis en Venuti (1993) para afirmar que en la traducción colonial la lengua colonizada queda explicada y asimilada a la lengua colonizadora. Sucede entonces lo que Fossa llama «saturaciones de significados»; así, se llegó a tildar a las mujeres indias nobles de ¡«matronas romanas»! El análisis no puede desembocar en ninguna conclusión clara en cuanto a estrategias de traducción dominantes en Betanzos (a veces extranjerizantes, otras domesticadoras) debido a su ignorancia de las culturas y lenguas indígenas. En pocas palabras, una «estafa» a éstas.

Colonia es colonia, en Asia y en América, en Perú y en Brasil. Paulo Edson Alves Filho y John Milton constatan, en la traducción de textos religiosos del Brasil del siglo xvi, una situación similar a la descrita por Vicente Rafael (1988) en Filipinas y por Lydia Fossa en Perú. Primero una jerarquización de lenguas según su cercanía a Dios: latín - español - tupí; luego manipulaciones lingüísticas y culturales con el fin de brindar a los indígenas una identidad católica. Alves Filho y Milton buscan identificar las estrategias seguidas por el padre José de Anchieta en sus traducciones. Para ello, hacen uso del concepto de «equivalencia dinámica» de Eugene Nida y del binomio «naturalización» y «extranjerización» definido por Lawrence Venuti. Terminan su trabajo ahondando en la identidad católica híbrida predicada por los jesuitas.

Se cierra el dossier con dos trabajos referidos al papel de la traducción en la prensa independentista de Venezuela (1808-1822). En el primero, Georges L. Bastin y Ma Gabriela Iturriza presentan el marco general de un proyecto de investigación referido a este tema. Desde una visón descriptiva y transcultural, se estudian seis periódicos (unos 450 números en total), todos dirigidos por traductores-redactores, con el fin de comprobar el papel de la traducción en la consolidación del movimiento independentista, en la creación de una identidad nacional y en la constitución de una cultura propia en la región. Tras describir el contexto histórico necesario para entender la complejidad de las ideas patrióticas e independentistas en la elite de la época, se presentan las propuestas teóricas y pautas metodológicas, y finalmente los resultados preliminares del examen de tan complejo corpus. En el segundo trabajo que cierra el dossier, Ma Gabriela Iturriza efectúa un análisis pormenorizado de los textos traducidos o alusivos a fuentes extranjeras en las páginas de la Gaceta de Caracas en los ocho meses que precedieron la independencia. Estudia las redes de sentido que se crean por la interpretación intra e interlingüística y su influjo en la consolidación de valores e imaginarios sociales. Los traductores-redactores de la Gaceta contrarrestan la censura y adecuan los referentes de las metrópolis a una identidad incipiente en un contexto socio-político intelectual.

La emancipación suramericana apeló a la valoración del ser americano frente a la metrópoli española y los demás centros de poder. Una valoración que derivó hacia un activismo sociopolítico y sociocultural sui generis con un denominador común: la traducción como herramienta de conformación de la identidad. Hoy son los investigadores quienes a través del rescate y estudio de los agentes de las traducciones, sus productos y sus modus operandi contribuyen a la toma de conciencia de la riqueza del patrimonio común a Latinoamérica.

montreal, enero 2008