Alfa, épsilon, pi – Algunas reflexiones sobre la toma de notas en la enseñanza de la interpretación consecutiva

Jan-Hendrik Üpdenhoff

Universidad de Granada

INTRODUCCIÓN

En el mercado laboral de hoy, donde el tiempo significa dinero y donde las posibilidades técnicas están muy desarrolladas, la interpretación consecutiva ya es un fenómeno que cada vez goza de menos importancia. A pesar de ello, los (futuros) intérpretes deben estar preparados para poder ofrecer este servicio con un alto nivel de calidad. Para ello, una buena técnica de toma de notas es una herramienta imprescindible. El hecho de que existan distintas opiniones sobre lo que es una «buena» técnica de toma de notas es prueba suficiente de que se trata de un concepto muy individual que difícilmente se puede generalizar.

Antes de entrar en una descripción de cuáles deberían ser las exigencias a un sistema de toma de notas para que este cumpla con su función, queremos presentar tres obras dedicadas a este tema. Se trata de unas obras cuya aparición no se puede calificar como reciente (habiendo pasado casi cincuenta años desde la edición de la primera), pero que a pesar de ello se pueden considerar todavía obras de referencia en su campo: La prise de notes en interprétation consécutive (1956) de J Jean-François Rozan, Langage, langues et mémoires, étude de la prise de notes en interprétation consécutive (1975) de Danica Seleskovitch y Handbuch der Notizentechnik für Dolmetscher (1989) de Heinz Matyssek. Aunque traten del mismo tema (la descripción de un sistema de toma de notas que le ayude al intérprete a recordar segmentos de discurso demasiado largos para poder almacenarlos únicamente en la memoria) el enfoque de las tres obras es distinto.

OBRAS DE REFERENCIA PARA LA TOMA DE NOTAS

La prise de notes en interprétation consécutive

El manual de Rozan es el más corto de las tres obras mencionadas, lo que corresponde al concepto que tiene el autor de la técnica de toma de notas: se trata de un sistema minimalista, que se basa en siete principios y en -ni más ni menos- veinte símbolos. Este carácter restringido del sistema, que, según Rozan, puede ser adaptado por cada individuo para que responda a sus propias necesidades, lo define el mismo autor así:

«Les sept principes et les dix symboles essentiels qui font ce cahier sont ceux qui font l'interprète consécutive. S ‘ils étaient plus nombreux, le système ne vaudrait pas grand chose.» (1956:10)

Los siete principios fundamentales son: a) La transmisión del sentido y no de la palabra: este principio básico se resume en la siguiente cita: «Ce qui compte cest de traduire lidée et non le mot» (14). Es decir, que el intérprete debe analizar el discurso y a continuación anotar de forma lógica la idea principal con sus ideas subordinadas (y no las palabras, ya que una palabra suelta muchas veces no representa la idea y puede llevar a errores). b) La abreviatura: en este apartado, el autor describe la -según él- mejor forma de abreviar palabras (p.ej.: production = Pron etc.), indicadores de género y de tiempo así como giros idiomáticos. c) El encadenamiento: según Rozan es imprescindible anotar las distintas relaciones lógicas establecidas entre las ideas o argumentos del discurso. Para ello ofrece varias palabras bisagra y símbolos (como but = pero, sin embargo, no obstante etc.; tho = aunque, a pesar de etc.). d) y e) La negación y la matización: también la negación y la matización son elementos esenciales de cada discurso que deben ser anotados (tachando o subrayando la palabra o el símbolo). f) El verticalismo: para poder agrupar las ideas del discurso de forma lógica y prescindir de gran número de elementos conectores, Rozan recomienda una toma de notas estructurada de forma vertical y no horizontal. g) El «décalage» (espaciados): este principio consiste en posicionar las notas (palabras o símbolos) en las líneas inferiores de tal forma que forman una unidad con los elementos de la línea superior a las que se refieren sin que sea necesario repetir estos elementos.

En cuanto a los símbolos, Rozan distingue entre tres grupos, que según él tienen carácter indispensable: los símbolos de expresión (4 símbolos: opinar, decir, debatir, aprobar), los símbolos de movimiento (3 símbolos: flecha de orientación o de transmisión, flecha de aumento, flecha de disminución), y los símbolos de correspondencia ( 6 símbolos: relación, igualdad, diferencia, encuadernación y los símbolos + y-). A parte de estos grupos de símbolos propone el uso de siete símbolos que corresponden a palabras clave de discursos orales, tales como País, Trabajo, Problema, etc.

La segunda parte de la obra de Rozan es de índole práctica ya que está dedicada plenamente a visualizar lo descrito en la primera parte. Aquí el lector encuentra ejemplos de notas con los discursos correspondientes así como diferentes ejercicios para practicar la toma de notas.

Langage, langue et mémoire: étude de la prise de note en interprétationconsécutive

La obra de Danica Seleskovitch persigue un enfoque más bien teórico sobre los procesos mentales que tienen lugar en el intérprete durante una interpretación consecutiva. El estudio se basa en un experimento en el que diferentes intérpretes interpretaron dos discursos para analizar, a continuación, las notas tomadas, la traducción así como los comentarios acerca del proceso de interpretación.

En la primera parte, Seleskovitch analiza el funcionamiento discursivo de distintas clases de palabras y elementos de discurso y su procesamiento mental en la tarea de análisis que realiza el intérprete. Seleskovitch analiza la diferencia entre palabras de significado único (clase de palabras a la que pertenecen las cifras, los nombres propios y las enumeraciones así como ciertas palabras aisladas del resto del discurso, que, según la autora, debe de anotar el intérprete) y palabras polisémicas. La autora distingue en este contexto entre «notes verbales» y «notes idéiques» (1975:32): mientras que las primeras son palabras que se anotan para ser transferidas como palabras a la lengua meta (sobre todo con el fin de no sobrecargar la memoria), las segundas sirven como trampolín para evocar el sentido de lo dicho.

Partiendo de la convicción de que el intérprete nunca repite palabras del orador sino que reproduce sus ideas, Seleskovitch comprueba que la toma de notas tampoco se basa en las palabras del discurso sino en las ideas principales de este. El hecho de que sólo una mínima parte de las palabras apuntadas en su experimento correspondieran a palabras del discurso, le lleva a la conclusión de que entre la audición y la toma de notas tiene lugar un complejo proceso mental (o cognitivo). Lo mismo estipula para la fase de reproducción, donde constata que el intérprete dice mucho más de lo que tiene apuntado y que muchas de las palabras apuntadas no se reflejan en esta forma en la traducción.

El hecho de que las notas constituyen sólo una ayuda en el complejo proceso de la interpretación y que el aspecto más importante sigue siendo la comprensión (y el análisis), lo demuestra con un ejemplo de dos interpretaciones en las que las notas son casi idénticas pero donde el resultado presenta grandes diferencias en la calidad, lo que, según la autora, se debe claramente a la falta de comprensión y análisis. Otra observación que hace Seleskovitch es que la cantidad de notas también influye en el resultado de la interpretación: así comprueba que la calidad de la traducción es peor en aquellos casos en los que los intérpretes han apuntado más de lo normal. Su explicación para ello es que en esta situación el intérprete corre el riesgo de «leer» sus notas y de ofrecer una traducción literal de las palabras en vez de una reproducción de las ideas.

Dentro del proceso de comprensión y análisis, Seleskovitch distingue entre dos actividades fundamentales que realiza el intérprete: la percepción verbal y la captación del sentido. Aunque se realizan las dos actividades en una interpretación, es muy difícil pasar rápidamente de una actividad mental asociativa a una actividad perceptiva (cuando p.ej. se nombran cifras o nombres propios) para después volver a la asociativa (129).

La última parte de la obra de Seleskovitch versa sobre la forma de las notas. La autora recoge los siete principios de Rozan y describe posibles formas de abreviar y utilizar símbolos. Advierte en este contexto de la utilización y la enseñanza de un conjunto artificial y demasiado amplio de símbolos, que, según ella, puede llevar a que el intérprete preste demasiada atención a la toma de notas, lo que, según ella, va en detrimento del esfuerzo de análisis. En cuanto al idioma de las notas, Seleskovitch, aunque constata en su experimento que los intérpretes suelen mezclar las lenguas, está a favor de recomendarles a los estudiantes de la interpretación que elijan la lengua meta para sus notas, para que no anoten demasiado rápido y hagan una reflexión antes.

Handbuch der Notizentechnik für Dolmetscher

Este manual de Matyssek es la más amplia de las obras reseñadas en este artículo. Consta de dos tomos. El primer tomo, a parte de una descripción de los diferentes modos de interpretación y un análisis de las fases de la interpretación consecutiva contiene un capítulo sobre los distintos aspectos de la técnica de toma de notas así como otro sobre el sistema de símbolos que propone el autor. Termina el primer tomo con un capítulo sobre los símbolos básicos y sus variaciones y otro con ejemplos de notas de exámenes realizados en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Heidelberg. El segundo tomo es concebido como una especie de diccionario, en el que el usuario puede encontrar por orden alfabético todos los símbolos que propone el autor.

Al igual que Rozan y Seleskovitch, Matyssek postula que el objeto de la transmisión en el proceso de interpretación no son ni deben ser las palabras sino el mensaje, es decir el sentido de lo que ha dicho el orador (1989:35). Por consiguiente, lo que ha de apuntarse en el bloc de notas, no es nunca la palabra, sino siempre el sentido del discurso. Coincide con Rozan en casi todos sus principios básicos que debe de seguir el intérprete (31), pero lo contradice rotundamente en cuanto a su reivindicación de no utilizar más de diez o veinte símbolos, alegando que algunos pocos intérpretes (es decir, los mejores, a los que suma también al mismo Rozan) pueden trabajar muy bien de esta forma, pero que a la gran mayoría de los estudiantes e intérpretes no les sirve este sistema restringido (32/33).

El núcleo de su teoría lo constituye la idea de que el intérprete ha de intentar liberarse de la palabra que en la fase de reproducción puede crear severos obstáculos, y servirse de una técnica de toma de notas de carácter no-verbal (38). Para ello, Matyssek desarrolla un amplio sistema de símbolos (que consta de unos símbolos básicos como la alfa griega para el campo semántico «trabajo», la pi para «política» o épsilon para «economía» así como de otros símbolos compuestos), concebido como una oferta para el lector, que este puede adaptar a sus propias necesidades y desarrollar como a él le convenga. Los tres pilares de la toma de notas son para Matyssek: palabras claves, el hilo rojo del discurso y las conexiones lógicas (48). En cualquier caso, los símbolos han de ser fáciles, económicos, claros, inconfundibles, fáciles de captar y de carácter icónico (155).

Los elementos básicos del sistema de Matyssek son: el margen a la izquierda (para anotar las conexiones lógicas o marcar cambios del sujeto o preguntas), la raya vertical entre unidades de sentido, el orden vertical de las notas, la flecha (para anotar la dirección, la relación entre elementos del discurso, la subida/bajada), los dos puntos, las relaciones preposicionales, el genitivo, el paréntesis, la negación, el énfasis o la atenuación de elementos del discurso, la abreviación, el número y el género, el tiempo verbal y el modo, los verbos modales, los pronombres personales así como los números. La lengua de las notas, en aquellos casos en los que no se utilizan símbolos, debe ser, para el autor, la lengua materna y no siempre la lengua en la que se va a reproducir el discurso.

En el capítulo sobre los símbolos, Matyssek describe de forma detallada las posibilidades de aprovechar los distintos sistemas semióticos para crear un conjunto de símbolos y demuestra su sistema de símbolos básicos así como las posibilidades de ampliar estos símbolos para cubrir todo un campo léxico. Estas formas de ampliación son válidas para todos los símbolos, lo que fomenta el carácter económico del sistema.

UTILIDAD DE LOS SISTEMAS PRESENTADOS

Las tres obras reseñadas aportan aspectos muy valiosos para la práctica y la enseñanza de la técnica de toma de notas, aunque sigan un enfoque distinto. Mientras que el estudio de Seleskovitch es un estudio teórico-descriptivo (que no obstante transmite unas ideas generales de la toma de notas que son muy útiles para todo intérprete y también para el profesor de la interpretación consecutiva), los manuales de Rozan y Matyssek son (como ya indica el término manual) más bien de índole instructiva, ya que ambos autores explican al lector sus modelos de toma de notas de tal forma que este los pueda adaptar a sus propias necesidades (los modelos no se presentan como la única forma viable sino como una posibilidad a seguir). Con toda la razón, los tres autores subrayan la necesidad del carácter personal de la toma de notas para que esta funcione (prueba de ello es que dos grandes intérpretes como Rozan y Matyssek utilizan sistemas diferentes y que aún así los resultados de ambos son excelentes). Esto, sin embargo, no significa que sea imposible adaptar un sistema existente a sus propias necesidades y desarrollarlo sobre la base de sus propias capacidades y estructuras mentales. En este sentido, las distintas propuestas presentadas parecen válidas para que cada intérprete saque los elementos que a él personalmente le convengan para ejercer su trabajo.

CONCLUSIONES PARA LA ENSEÑANZA DE LA TÉCNICA DE TOMA DE NOTAS

La necesidad de enseñar algún sistema de toma de notas en el marco de las carreras de Traducción e Interpretación parece ser incontestable, pero cabe preguntarse cómo se debería enseñar y cuál debería ser el método a aplicar en este contexto.

Como ya se ha visto antes, ambos métodos, el de Rozan y el de Matyssek comparten los conceptos básicos de la toma de notas y contienen elementos muy valiosos para ser transmitidos a los alumnos. La diferencia principal consiste en el uso de los símbolos (mientras que Rozan se limita a unos cuantos símbolos, Matyssek, en el segundo tomo de su obra, propone toda una «armada» de símbolos, ordenados según campos semánticos). En este sentido, al método de Matyssek se le suele criticar tres puntos:

- la necesidad de aprender de memoria miles de símbolos,

- un mayor esfuerzo requerido al intérprete a la hora de tomar y «descifrar» los símbolos ( en detrimento del esfuerzo de comprensión y análisis) y

- el peligro de adoptar las estructuras sin - tácticas del discurso original.

En cuanto a la primera crítica, esta parece justificada solamente si no se estudia a fondo este sistema y si no se parte de la idea de que se trata de una propuesta a desarrollar por cada (futuro) intérprete y de que nadie está obligado a aprenderse de memoria todos los símbolos (en vez de escoger sólo cuantos y aquellos símbolos que le sirvan personalmente). Es evidente que el conjunto de símbolos de Matyssek es demasiado amplio y que no pocos de sus símbolos son superfluos (muchos campos semánticos pertenecen a campos temáticos que tienen poca o ninguna importancia en la vida profesional de los intérpretes de hoy en día). Sin embargo, el método de ampliar los símbolos básicos sigue unos rasgos muy lógicos que además se pueden aplicar a todos los símbolos (también a aquellos que pueda inventar cualquier intérprete). En este sentido, el sistema de Matyssek es un sistema muy racional.

En lo que se refiere al esfuerzo que conlleva el método de Matyssek, es evidente, que este es más complejo que el de Rozan. Por tanto, requiere más tiempo y empeño a la hora de aprenderlo. No obstante, cuando el intérprete domina una vez el sistema, no requiere ni mayores ni menores esfuerzos en el proceso de comprensión-análisis-toma de notas que el de Rozan. En la fase de reproducción incluso requiere menos esfuerzos ya que la finalidad de los símbolos (si el intérprete sabe dominarlos) consiste precisamente en que haya una representación simbólica-icónica que tiene de por sí una fuerza expresiva sin que sea necesario descifrar nada ( un sistema que no cumpla con esta condición es un sistema que poco apoyo ofrece en la tarea de la interpretación consecutiva).

El último déficit achacado al sistema de Matyssek, el peligro de interferencias en lo que se refiere a las estructuras sintácticas, no se puede delimitar tan sólo a este método en concreto. No se puede sostener la opinión de que el sistema de Matyssek lleve al intérprete a atenerse demasiado a las estructuras del discurso original sólo por incluir algunos elementos taquigráficos (véase por ejemplo Abril/Collados, 2001:109). Este peligro lo corre el intérprete de igual forma con los dos métodos, en caso de no aplicarlos bien. El método de Rozan incluso incita más a realizar una traducción literal, por lo menos en lo que se refiere a las estructuras léxicas, siendo las abreviaciones de Rozan más propensas para ello que los símbolos no-verbales de Matyssek.

Para la enseñanza de la técnica de toma de notas, especialmente en las facultades españolas, hay que considerar unas ideas generales. Como la toma de notas es una técnica que requiere considerables esfuerzos por parte de los estudiantes (que se suman a los esfuerzos que les exigen los primeros pasos de la transferencia lingüística), es recomendable enseñarla aparte, por lo menos en una primera fase del aprendizaje. De este modo se separa la enseñanza de la toma de notas del proceso de transferencia lingüística porque se centra en un solo idioma (en el caso de las facultades españolas, el castellano o el catalán). Las técnicas de interpretación consecutiva también se pueden iniciar sin que los estudiantes tomen notas.

Independientemente del método que se elija, parece imprescindible transmitir en primer lugar las ideas básicas de la toma de notas: la función principal de las notas consiste en activar la memoria del intérprete. La gran parte del esfuerzo de memorización tiene lugar en la cabeza del intérprete, mientras que las notas «sólo» constituyen una ayuda para que este no se olvide de segmentos importantes del discurso. En este sentido, la toma de notas debe hacerse después de analizar el discurso y no a la vez, siendo el análisis cognitivo la parte más importante del proceso. Sólo el conjunto entre notas y memoria puede llevar a buenos resultados.

En lo que se refiere a la elección entre un sistema que se basa más y otro que se basa menos en la utilización de símbolos, es deseable dejar a los estudiantes la mayor libertad posible, teniendo siempre en cuenta que se trata de un malabarismo: por un lado está el uso excesivo de demasiados símbolos que puede ir en detrimento de la comprensión y del análisis (si no se dominan los símbolos); por el otro está el uso excesivo de notas verbales, cuyo riesgo consiste en que se traducen palabras y no - como reivindican todos los autores - el sentido. Un método didáctico viable puede ser el de empezar con los principios básicos de Rozan para pasar a continuación al sistema de símbolos de Matyssek, dejando elegir a los propios alumnos si este les conviene o no. Un problema que tiene este último sistema en el marco de la enseñanza en universidades españolas, es que algunos elementos de la creación de símbolos se basan en la lengua alemana, aunque aquí también debería resultar relativamente fácil adaptar el sistema a la realidad española. En cualquier caso es imprescindible insistir en el hecho de que los símbolos sólo se dan como una propuesta y que los mismos estudiantes deben elegir aquellos que les sean útiles y desechar aquellos que no funcionan para su propio uso. A la vez, se les debería incitar a crear sus propios símbolos ya que estos son los que mejor funcionan y que llevan al mejor resultado. Para que estos símbolos cumplan con su finalidad, deberían responder a unas exigencias fundamentales, formuladas por Matyssek (véase arriba): deben de ser fáciles, claros, de carácter icónico, económicos e inconfundibles.

FUENTES PRIMARIAS

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