:: TRANS 27. RESEÑAS. Págs. 307-310 ::

Manual de traducción y adaptación de canciones para doblaje y teatro musical

Iñaki Torre Fica y Nicholas Saunders

Sevilla, Universo de Letras, 2022, 200 pp.

Daniel Ricardo Soto Bueno

Universidad de Málaga

ORCID: 0000-0003-4177-3299

Ilan Stavans, traductor

Si bien los estudios descriptivos sobre la traducción musical son todavía escasos y muy heterogéneos, se está creando, en los últimos años, una bibliografía didáctica que puede ser útil a investigadores y, por supuesto, a docentes y estudiantes: los manuales de traducción cantable. Tras las obras de Ronnie Apter y Mark Herman (2016) y de Peter Low (2017), ambas con el inglés como lengua meta, los hispanohablantes estamos de enhorabuena con este manual.

Los filólogos Iñaki Torre Fica y Nicholas Saunders, sus autores, comparten un marcado interés por la traducción de canciones para el teatro y el doblaje que los ha llevado, en las últimas décadas, a cultivarla, a establecer contacto con profesionales del sector (en especial con el reconocido Guillermo Ramos, a cuya memoria dedican el libro) y a visibilizarla y formar en ella desde 2017 a través de la Escuela de Doblaje de Canciones, creada por Saunders, que también es músico.

Sirvan los párrafos anteriores para situar el libro de Torre Fica y Saunders en una intersección entre la práctica profesional, la filología y la traductología aplicada. Este encuentro constituye, a mi modo de ver, lo más característico e interesante de esta obra, aunque genera cierta confusión desde la perspectiva traductológica, como podré exponer en esta reseña.

En el capítulo I los autores sientan las bases teóricas de su manual. Primero indican a qué tipo de traducción se refieren: traducir para que la canción meta cumpla una función muy similar a la de la canción original (pp. 15 y 20), de ahí la coletilla “para doblaje y teatro musical”. A continuación, sin embargo, se asimila la traducción a la “versión literal” que, posteriormente, “se adapta” (musicalmente) para que se pueda cantar de acuerdo con la composición original y los códigos audiovisuales que puedan acompañarla (pp. 17-20 y 70). En realidad, lo que en esta obra se llama “adaptación” no deja de ser una traducción cuyo propósito es tratar de conservar al máximo la función textual original, donde forma y fondo crean sinergias, o sea, una traducción-recreación (Etkind, 1982). En traductología, la adaptación, como método de traducción, se refiere o bien a pasar a otro género o medio (Bastin, 1998: 118-119; Kaindl, 2013) o bien, precisamente, a alejarnos significativamente del sentido del texto origen, en una suerte de analogía con respecto a la canción original (Low, 2013: 236-238; 2017: 114-127). En este sentido, echo en falta que se mencione esta importante divergencia entre la terminología del sector audiovisual o teatral y la de la traductología. Así, otras denominaciones como “traducción-recreación de canciones”, “transcreación de canciones” o “traducción cantable” habrían permitido evitar transmitir una idea reductora de la traducción, aunque entiendo la necesidad del desdoblamiento “traducción y adaptación” en los delicados casos en los que el traductor (uso el masculino como genérico) no se encargue de proponer directamente una traducción cantable y el adaptador musical no domine la lengua origen.

Tras las definiciones básicas, los autores presentan su enfoque “traductológico-filológico”. Este se inspira en el ya famoso principio del pentatlón (trasladar pertinentemente cantabilidad, ritmo, rima, sentido y naturalidad al traducir) de Low (2005) —aunque, más recientemente, Low plantea un hexatlón (Low 2017: 110-111), explicitando como criterio la efectividad escénica— y consiste en analizar las canciones y su potencial traducción de acuerdo con tres niveles semióticos: el fonético-musical, el léxico-semántico y el sintáctico. En el nivel fonético-musical, los conceptos que se explican e ilustran a través de ejemplos son la rima, la métrica, el ritmo y la cantabilidad. En el nivel léxico-semántico y sintáctico, Torre y Saunders explican y ejemplifican una serie de técnicas de traducción utilizadas para lograr una traducción cantable natural y fiel al sentido. Esta estructuración del capítulo i resulta un tanto extraña, pues mezcla la presentación de un marco teórico-didáctico bastante escueto —se podría haber aclarado el uso del término “adaptación”, desarrollado qué entienden por “enfoque traductológico-filológico” y presentado y justificado la estructura del manual— con la explicación y la ejemplificación de los conceptos fonético-musicales y semántico-sintácticos clave. Este desarrollo de los mencionados conceptos tal vez debería separarse de un primer capítulo (cuyo objetivo debería ser entrar en materia sin profundizar), como sucede, de hecho, con los capítulos dedicados a la sincronía audiovisual y al título de la canción.

En cuanto a la rima, aquí, como en el resto del manual, queda patente la influencia de Stephen Sondheim, en particular, y del musical áureo, en general, en Torre y Saunders. Para maestros como Sondheim o Cole Porter, la rima juega un papel fundamental, por lo que será importante tenerla muy en cuenta a la hora de traducir sus obras y las de otros autores que compartan esta poética (pp. 22-23). Los autores ofrecen a continuación reflexiones metalingüísticas y poéticomusicales muy pertinentes con respecto a la rima (pp. 25-32), como que el español se presta menos que el inglés a la rima aguda, así como ejemplos para conseguir rimas interesantes (y no ripios) tanto agudas como llanas. El tratamiento de la rima ilustra muy bien cierta tensión entre la perspectiva filológica y, por ende, orientada al autor y su cultura, y la traductológica, más orientada a la cultura meta y a la autoría de la obra derivada. Así, cuando hablamos de la función poética del lenguaje, no solo tenemos el genio de un autor, sino también el genio del idioma o sus posibilidades metalingüísticas, y esto quizá se podría explotar algo más en este manual. Sobre los esquemas métricos originales, Torre y Saunders inciden en que lo más aconsejable es respetarlos en la canción meta, pues “generalmente responde[n] a una decisión consciente del letrista original” (p. 33). Advierten también de la necesidad de identificar las rimas internas de la canción y ofrecen varios ejemplos, entre ellos, el del excelente trabajo de María Ovelar en Hércules (1997).

Otras dificultades de la traducción cantable son el ritmo, el cómputo silábico y la cantabilidad. Sorprende, en cuanto al ritmo, la falta de una introducción más extensa (p. 39), con algunos conceptos sobre los tipos de acento, la transcripción acentual, la localización del acento en la partitura y ejemplos sobre distintos patrones rítmicos: yambo (oó), troqueo (óo), anapesto (ooó) y dáctilo (óoo) son los más comunes. En relación con la cantidad de sílabas, Torre y Saunders distinguen entre sílabas fónicas y sílabas métricas, las cuales vienen dadas por la realización en el eje sintagmático (una sinalefa, por ejemplo, hace que “he avisado” conste de cuatro sílabas), y recuerdan la problemática de trasladar al español el mayor monosilabismo del inglés (p. 41). Asimismo, señalan algunos ejemplos de traducciones en las que hay más o menos sílabas que en la canción origen (según su relación con las notas de la composición original), pero preconizan respetar la cantidad de sílabas y el esquema acentual originales (pp. 41-46). Los autores advierten también de que es necesario que la traducción cantable sea eso, cantable, evitando, por ejemplo, vocales cerradas en finales agudos o grupos consonánticos difíciles de pronunciar (a no ser, evidentemente, que el propósito de la canción original sea dificultar el canto al intérprete).

Ya en el plano léxico-semántico y sintáctico, Torre y Saunders insisten en la dificultad de separar estos dos niveles, por las sinergias entre forma y fondo, y presentan una serie de “estrategias de traducción” con ejemplos de traducción cantable exitosa de aspectos semánticos o sintácticos (pp. 48-70). Se echan en falta a veces las referencias traductológicas: con “transferencia” se refieren, por ejemplo, al préstamo y también al calco estructural (Hurtado Albir, 2001). Salvando este detalle, es de valorar muy positivamente el exquisito catálogo de ejemplos de técnicas de traducción aplicadas a la traducción cantable: transposición, modulación, equivalencia, sinonimia, compensación, reducción, expansión, paráfrasis, generalización y creación discursiva. Profesores y estudiantes pueden apreciar el ingenio de traductores-recreadores de la talla de Nacho Artime, Roser Batalla, Roger Peña, Albert Mas-Griera, Ángel Fernández Sebastián o la mencionada María Ovelar. El prolijo capítulo i cierra con una valoración metodológica que resumiría con este pasaje: “consideramos fundamental analizar la letra de una canción como un artefacto literario en su conjunto, que persigue un efecto concreto en un momento determinado de la trama” (p. 70).

El capítulo II se dedica a la traducción cantable para el doblaje, que implica tener en cuenta la articulación labial y lo visual. En cuanto a la sincronía labial, “lo habitual es que se combinen primeros planos con otros en los que la boca no se percibe tanto o incluso con aquellos en los que el personaje está en off, de manera que un adaptador versátil deberá aprovechar estas circunstancias para recuperar aquellos conceptos que haya tenido que omitir en otros pasajes” (p. 73). Torre y Saunders abordan también la subordinación a la imagen y comentan nuevamente una rica selección de ejemplos de traducciones cuidadosas con estos dos condicionantes audiovisuales (pp. 76-100).

El capítulo III gira en torno a la traducción de los títulos de las canciones. El título resume, muy a menudo, el tema o el mensaje de una canción, de ahí su importancia. Aunque a veces los títulos no vienen explicitados en alguna estrofa o en el estribillo de la canción, es muy habitual que sí lo hagan. Torre y Saunders presentan en este capítulo una serie de ejemplos en los que los títulos (y las correspondencias que suelen implicar con otros puntos de la canción) se trasladaron al castellano mediante transferencia (manteniendo categorías gramaticales), transposición (cambiando categorías gramaticales), modulación (relativizando lo semántico), creación discursiva (proponiendo otra imagen o correspondencia pragmática) o incluso la compensación (desplazando cierta información relacionada con el título a otro punto de la canción).

Por último, el capítulo IV refleja precisamente esta necesidad de ir más allá de los ejemplos microtextuales (que no dejan de ser importantes en términos didácticos) y lo hace mediante el análisis de una selección de canciones-traducciones. Así, “La bella y la bestia” sirve para ilustrar cómo abordar canciones líricas y conceptuales, en las que a veces mantener el leitmotiv nos hace alejarnos de la semanticidad y buscar otras formulaciones. Es interesante, al leer los casos de redoblaje que analizan Torre y Saunders, no solo la necesidad de identificar los mecanismos literario-musicales de la canción origen para tratar de reproducirlos, sino también la importancia de las consignas del encargo de traducción (si nos dan más o menos libertad para alejarnos de la primera traducción cantable). La traducción de “One Day More” (Les Misérables) de Mas-Griera sirve de ejemplo sobre cómo plasmar la recurrencia de algún motivo musical (el mismo título, en este caso) manteniendo solo algunas repeticiones y obviando otras en pos de la naturalidad o de la narración. El capítulo termina con un par de ejemplos de virtuosismo por parte de Marc Gómez y del tándem Peña-Batalla a la hora de verter las canciones del igualmente virtuoso Sondheim al castellano.

Al final de su manual, los autores retoman el principio del pentatlón de Low (2005) para concluir animando al lector a prestar mucha atención a la cantabilidad, a los esquemas métricos y la melodía (nótese la errata “ritma” de la página 172) —que, insisten, “no debería alterarse bajo ningún concepto”—, y al sentido y la naturalidad, que deben alcanzarse en un complicadísimo juego de equilibrios entre fondo y forma donde lo relevante no es la literalidad, sino trasladar la intención y el efecto del texto origen. También incluyen un glosario que facilita la comprensión del manual.

En suma, a pesar de las pequeñas lagunas traductológicas y de organización de los contenidos señaladas y de la mayor rigidez formal del enfoque de Torre y Saunders con respecto a Apter y Herman (2016) y a Low (2017), que a veces puede llevarnos por los derroteros de la adaptación (en su sentido traductológico), como sucede en la página 143 (baste comparar “The dream that you wish will come true” con “Podrás encontrar el amor”), el manual de Torre y Saunders constituye un hito y será de gran utilidad a quienes deseen iniciar o iniciarse en la traducción cantable.

REFERENCIAS

Apter, R. y Herman, M. (2016). Translating for Singing. Bloomsbury.

Bastin, G. L. (1998). ¿Traducir o adaptar? Estudio de la adaptación puntual y global de obras didácticas. Universidad Central de Venezuela.

Etkind, E. (1982). Un art en crise : essai de poétique de la traduction poétique. L’Âge d’Homme.

Hurtado Albir, A. (2007). Traducción y Traductología. Introducción a la Traductología (3.ª ed.). Cátedra. (Trabajo original publicado en 2001).

Kaindl, K. (2013). Multimodality and translation. En C. Millán y F. Bartrina (Eds.), The Routledge Handbook of Translation Studies (pp. 257-269). Routledge.

Low, P. (2005). The pentathlon approach to translating songs. En D. L. Gorlée (Ed.), Song and signicance: Virtues and vices of vocal translation (pp. 185-212). Rodopi.

Low, P. (2013). When songs cross language borders. The Translator, 19(2), pp. 229-244.

Low, P. (2017). Translating Song: Lyrics and Texts. Routledge.