STUDIA HEGELIANA

Revista de la Sociedad Española de Estudios sobre Hegel

Journal of the Spanish Society for Hegelian Studies

Nº 11 2025 pp.: 231-235

ISSN: 2444-0809

ISSN-e 2792-176X

DOI: 10.24310/stheg.11.2025.21866

RESEÑAS

Reseña de Giovanni Gentile, La filosofía de Marx. Estudios críticos, traducción y edición de Miguel Candioti, Madrid: Guillermo Escolar Editor, 2024, 262 pp., ISBN: 978-84-19782-10-6.

Alfonso Zúnica García

Universidad de Sevilla

Hasta ahora tan sólo dos libros de Giovanni Gentile habían sido traducidos al español: Los fundamentos de la filosofía del derecho en 1942 y el Sumario de pedagogía como ciencia filosófica en 1946. A ellos se acaba de sumar, gracias al minucioso trabajo de traducción y edición realizado por Miguel Candioti, La filosofía de Marx. Con esta publicación, por tanto, se retoma la tarea de traducir a uno de los filósofos más importantes del siglo XX europeo, una tarea que la comunidad hispanófona había desatendido durante casi ochenta años, y cuya interrupción resulta tanto más llamativa cuanto que sus principales obras fueron vertidas al francés, al inglés o al alemán desde los tempranos años veinte del siglo pasado.

En particular, la relevancia histórica de este libro queda reflejada en sus precedentes traducciones al francés en 1992, al alemán en 2015 y al inglés en 2021. Así pues, resulta llamativo que, a pesar de constituir –como señala Candioti– «una pieza clave en los primeros debates sobre el materialismo histórico, no solamente en Italia» (p. 32), no hubiera sido traducida al español hasta ahora, a diferencia de otras obras contemporáneas de sus principales interlocutores, Antonio Labriola, Benedetto Croce y Georges Sorel, cuyas primeras ediciones en nuestra lengua datan de la primera mitad del siglo XX. No parece atrevido pensar que las causas de este diverso interés sean de naturaleza ideológica. Por último, no se debe pasar por alto que esta edición llega en un momento en que el pensamiento de Gentile está despertando un renovado interés tanto dentro como fuera de Italia, justificando así aún más su conveniencia.

El volumen se abre con un estudio preliminar en el que Candioti analiza minuciosamente la interpretación gentiliana de Marx, abordando con gran claridad y orden las principales tesis de cada uno de los dos estudios que componen la obra. En cada caso discute las posibles traducciones de los términos principales y da pormenorizada razón de cada una de sus decisiones. En un tercer y último apartado, Candioti muestra la repercusión que la obra tuvo en la difusión del marxismo en Italia a través de su influencia en Gramsci y, posteriormente, en Argentina y Latinoamérica a través de su influencia en Rodolfo Mondolfo.

En cuanto al texto traducido, cabe destacar el meticuloso esfuerzo de Candioti por actualizar y completar las citas de Gentile. Además, el traductor las enriquece con un abundante aparato crítico en el que explica el contexto filosófico al que la obra hace referencia, recogiendo y comentando los pasajes de Labriola y Croce con los que Gentile dialoga. También cabe destacar el apéndice de cartas que Gentile intercambió con Croce, Labriola y Sorel en torno al pensamiento de Marx. Se trata de un total nada desdeñable de 108 fragmentos epistolares que habían sido recopilados por Vito A. Bellezza para la quinta edición de la obra en 1974. A Candioti corresponde no sólo el mérito de la traducción, sino también el de haber revisado la correspondencia con Croce en su reciente y corregida edición a cargo de la Fondazione Biblioteca Benedetto Croce y la Fondazione Giovanni Gentile per gli studi filosofici, enriqueciendo y actualizando así el aparato crítico también en esta sección. Si una cosa se puede lamentar es que la parte final del apéndice de Bellezza haya quedado excluida de la edición española. Se trata de apenas quince páginas que comprenden tres recensiones juveniles de Gentile sobre obras marxianas y una cuarta de 1918 sobre el marxismo de Croce. Con un ulterior pero pequeño esfuerzo, Candioti habría podido ofrecer al público hispanófono importantes documentos sobre la posición de Gentile respecto de Marx y Croce. Animo, por tanto, al traductor a incluir estos documentos en futuras ediciones.

Viniendo ahora al contenido filosófico de la obra, lo primero que cabe destacar es que éste puede ser considerado desde dos perspectivas distintas. Desde sus años universitarios, Gentile concibió la relación entre filosofía e historia de la filosofía como una unidad indisoluble de especulación filosófica e investigación histórica. Para él, la filosofía no puede constituirse sino como crítica, corrección y desarrollo de los sistemas precedentes; y, por otra parte, no es posible interpretación histórica del pasado en la que el historiador no filosofe junto al filósofo interpretado, o sea, no es posible reconstrucción histórica de un sistema filosófico que no se enmarque y configure según la filosofía del historiador. En consecuencia, Gentile siempre llevó a cabo sus investigaciones históricas en estrecha dependencia de su propio sistema filosófico y, al mismo tiempo, como ejercicio de especulación filosófica. Por ello, cada uno de sus trabajos históricos puede ser estudiado o según las tesis históricas que defiende, o como momento de la génesis de su pensamiento.

Ahora bien, es claro que, a pesar de ser dos perspectivas distintas y claramente diferenciadas, al optar por una de las dos, no es posible prescindir totalmente de la otra. Candioti demuestra tener plena conciencia de esta doble dimensión de la obra gentiliana. Aunque opta por estudiarla sólo según su aportación a los estudios sobre Marx, siempre lleva a cabo su análisis a la luz de las problemáticas idealistas que ya entonces ocupaban la mente del joven Gentile.

No obstante, aun respetando la inapelable libertad del estudioso para elegir el enfoque de su estudio, se echa en falta alguna observación sobre la discutida relevancia de esta obra en la formación del pensamiento gentiliano y sobre el momento personal en que Gentile la escribió. En efecto, se trata de una cuestión que ha ocupado la mayor parte de la literatura secundaria. El mismo Gentile, cuando en 1937 reedita su juvenil obra (recordemos que de los dos escritos que contiene escribió el primero con 22 años y el segundo con 23), se muestra consciente de «sus defectos» y de que «había envejecido por todos los estudios que luego vinieron a la luz sobre el tema y por los nuevos documentos del pensamiento de Marx puesto a disposición de los estudios» (Advertencia, p. 41). Sin embargo, al releerla, volvió «a oír aquí y allá voces que no se han apagado nunca en mí, y algo de fundamental en lo que todavía me reconozco y en lo que tal vez otros mejor que yo podrán divisar los primeros gérmenes de pensamientos madurados más tarde» (ibidem). Por eso accedió a la petición de sus discípulos de reeditarla, pero precisando que la publicaba como «documento que me ha hecho reencontrar la vida allí donde temía que hubiera pasado la muerte», o sea, como documento de la génesis de su pensamiento (ibidem).

Publicado en 1899, el libro tuvo gran impacto en las discusiones sobre el marxismo teórico, llegando incluso a ser elogiado por Lenin. Entre otros méritos, ofrecía la primera traducción italiana de las Tesis sobre Feuerbach, única hasta 1902 (cfr. p. 95, nota 22). No obstante, no hay duda de que los análisis de Gentile se resienten notablemente de la escasez de documentación histórica disponible en su momento, algo que Candioti señala diligentemente caso por caso a través de minuciosas y frecuentes notas a pie de página. Más concretamente, de su análisis se deduce convincentemente que el conocimiento que Gentile tiene de la obra de Marx y del materialismo histórico está irremediablemente mediado por Labriola.

Pasando al primero de los dos ensayos, podemos observar que la conclusión de Candioti resulta igualmente convincente, aunque necesitada de un leve matiz: la discusión de Gentile sobre el materialismo histórico como filosofía de la historia se resiente de lo que el traductor llama la «perspectiva hegelianizante» (p. ١٢). A su parecer, esta perspectiva ofrece «una ocasión privilegiada para intentar determinar más exactamente la relación entre el pensamiento de Hegel y el de Marx» (p. 13), pero hace a Gentile «–al igual que a Croce– completamente incapaz de comprender la profunda novedad del carácter materialista del enfoque marxiano de la historia, esto es, su partir del reconocimiento de procesos que preceden, exceden y condicionan a la conciencia» (pp. 14-15).

Efectivamente, parece innegable que Gentile no comprendió el núcleo teórico señalado por Candioti. Sin embargo, una mayor atención a la obra como momento genético del pensamiento gentiliano habría mostrado que la causa de esa incomprensión no fue su hegelianismo, sino el concepto viquiano de historia, que compartía con Croce y, sobre todo, con Labriola, que es el primero en malinterpretar a Marx. La discusión entre ellos se asemeja a una polémica de escuela, cuyo punto de partida común es el pensamiento de Spaventa. Ahora bien, éste, aunque tenía un fuerte componente hegeliano, estaba profundamente mediado por el concepto viquiano de historia, y especialmente en lo relativo al paso de la animalidad a la racionalidad humana.

Así lo reconoce explícitamente el propio Gentile cuando, en una nota a uno de los textos que acertadamente Candioti cita como decisivos, escribe: «La mente forja o hace la historia de dos modos: en los hechos, que es lo que dijo Vico, y que mutatis mutandis repiten hoy los comunistas críticos; y en el conocimiento» (p. 64, n. 40). Gentile, por tanto, proyecta en los comunistas su propia visión de la historia, heredada no de Hegel, sino de Vico. Y el motivo de esa proyección se debe a que el primero en hacerla había sido Labriola en su reformulación del materialismo histórico: «Labriola –prosigue Gentile– acepta la visión profunda de Giambattista Vico, según la cual la historia es hecha por el hombre, mucho más profunda de lo que tal vez creía Carlos Marx al tomarla de Ludovico Feuerbach. Y desdeña, en nombre de su doctrina, toda alianza con la ciencia de las transformaciones animales inconscientes y fatales de toda la naturaleza inferior. Aquí se trata de algo bien diferente: el hombre no se mueve más en la naturaleza, sino en un ambiente artificial, o sea, en un nuevo mundo que él se ha creado al distinguirse de todas las demás especies; puesto que ha modificado esencialmente las condiciones naturales, y se ha generado las propias, las cuales, como se ha visto, regularán toda la historia permaneciendo como su sustrato necesario» (p. 59). Siguiendo la interpretación de Labriola, Gentile entiende ese primer «sustrato» de la vida humana en oposición al «darwinismo político y social», y lo define como un «a priori ético, propio del hombre, que la sociología –¡tan enemiga de lo a priori!– no ha logrado desmentir» (p. 59). Ése sería, a su parecer, el «origen idealista del comunismo crítico» (p. 57).

Por tanto, el prejuicio que impidió a Gentile (así como a Labriola y a Croce) comprender «el carácter materialista» del marxismo fue no el hegelianismo, sino el concepto viquiano de historia.

Algo parecido sucede con el segundo ensayo, La filosofía de la praxis. La tesis principal que defiende es la existencia de una filosofía cuya «piedra angular es el concepto de “praxis”» (p. 102), y que atravesaría toda la historia de la filosofía desde Sócrates hasta el idealismo. Según el joven Gentile, Marx habría asumido ese mismo concepto en sus Tesis sobre Feuerbach intentando «trasladarlo desde el abstracto idealismo al concreto materialismo» (p. 106). Ahora bien, con minuciosas distinciones conceptuales, Candioti muestra que el concepto de praxis que Gentile cree encontrar en Marx es, en realidad, el que Labriola había reelaborado eliminando «la oposición entre práctica y teoría» (p. 25). Ésa es, en efecto, la tesis que Gentile esboza por primera vez en este escrito, anticipando así uno de los fundamentos del actualismo. La identificación de teoría y praxis es uno de esos «primeros gérmenes de pensamientos madurados más tarde» que en 1937 Gentile divisaría en su obra juvenil.

Ahora bien, ¿cuál es el origen del concepto gentiliano de praxis? La documentación aportada por Candioti es concluyente: se trata de un concepto ajeno al pensamiento de Marx, por lo que Gentile no pudo tomarlo de él. Una vez más, las palabras de Gentile nos dan la respuesta: «Nuestro Vico, al que se suele ensalzar únicamente como fundador de la filosofía de la historia, vio muy adentro en esta materia. Y en este concepto del conocimiento como praxis reside toda la razón de su crítica inexorable contra Descartes» (p. 103). Las páginas que siguen no son más que una paráfrasis de las páginas del De antiquissima en las que Vico desarrolla este concepto. Y la conclusión es especialmente elocuente: «Cambia en Marx el principio del obrar, y, en vez de las modificaciones de la mente, la raíz de la historia son las necesidades del individuo como ser social. Pero el concepto que invoca la praxis es el mismo» (p. 104). En suma, se trata de una noción que Gentile ya poseía antes de leer a Marx y que proyecta sobre él.

Ciertamente, una conclusión definitiva requeriría un análisis más detallado y muchas otras consideraciones, pero todo parece indicar que, también aquí, la filosofía de Giambattista Vico tuvo un papel determinante en la formación del pensamiento juvenil de Gentile, y que la discusión sobre Marx no fue más que una ocasión para presentar públicamente sus ideas.

Todos los factores señalados al principio habrían bastado por sí mismos para justificar la conveniencia y el mérito de esta magnífica edición, pero el ejemplar rigor filológico y filosófico con el que la traducción ha sido realizada constituye un motivo de sincera enhorabuena para el autor de tan esmerado trabajo. El abundante y rico aparato crítico, las pormenorizadas discusiones terminológicas, la documentada reconstrucción del contexto filosófico de la obra y su repercusión, el agudo análisis de las tesis de Gentile, todo ello unido a la alta calidad de la traducción, hacen de esta edición no sólo un excelente instrumento de estudio, sino también un modelo a seguir para la introducción de obras extranjeras en el ámbito hispanófono.