Entreculturas. Revista de Traducción y Comunicación Intercultural
Entreculturas 12 (2022) pp. 174-176 — ISSN: 1989-5097

RESEÑA

Jump, James R. (2021):

THE FIGHTER FELL IN LOVE.
A SPANISH CIVIL WAR MEMOIR
Entreculturas. Revista de Traducción y Comunicación Intercultural
Review
Jesús Baigorri Jalón
Universidad de Salamanca
Recibido: 5 de noviembre de 2021
Aceptado: 11 de noviembre de 2021
Publicado: 27 de febrero de 2022
THE FIGHTER FELL IN LOVE.
A SPANISH CIVIL WAR MEMOIR
Editorial: Clapton Press (Londres)
Número de páginas: 213 páginas 
ISBN: 978-1-913696-05-3

Sir Paul Preston dice en uno de los dos prólogos del libro —el otro, más breve, está escrito por un exbrigadista internacional ya fallecido— que estas son unas memorias atípicas, entre otras razones por su estilo, por su contenido y por su apoyo en notas que tomó in situ durante la participación del autor británico como brigadista en la Guerra. Aquellas notas le servirían para redactar por etapas, a partir de los años 1960, los textos que ha compilado y editado su hijo, llamado también James Jump, que preside el International Brigade Memorial en Londres.

El profesor Antonio Rodríguez Celada me había hablado de la existencia de una versión manuscrita de estos textos, de modo que me puse en contacto con James diciéndole que yo andaba buscando las reflexiones de su padre sobre su actividad como intérprete dentro de las Brigadas Internacionales (BBII) para el libro en el que estaba trabajando1. En nuestra correspondencia compartió generosamente conmigo algunos párrafos significativos de aquella actividad lingüística del brigadista y alguna fotografía, lo que le agradezco profundamente. Al leer las memorias ya publicadas, he podido espigar en ellas otras muchas referencias sueltas a su actuación como intérprete, que me han servido para entender mejor el alcance de sus variadas funciones.

El título del libro describe a las mil maravillas lo que contiene: enamoramiento por un lado y recuerdo de la Guerra Civil española, con algún componente de nostalgia, por otro. El enamoramiento lo fue en el sentido más exacto del término, porque de aquella guerra derivó indirectamente su matrimonio. Además, las memorias reflejan cómo el autor se enamoró de España, hasta el punto de incorporarse a la defensa del gobierno legítimo desde su militancia antifascista, y también del idioma español, cuyo conocimiento mejoró durante la guerra y cuyo aprendizaje contribuyó a difundir como enseñante mediante las obras de consulta y de didáctica que escribió a lo largo de su vida.

Las memorias de Jump (1916-1990) nos ayudan a entender muy bien las motivaciones de aquel joven, que había empezado a estudiar español en su escuela en Wallasey, junto a Liverpool, y que conocería a la que sería su mujer, Cayetana Lozano Díaz, en el entorno de una de las instituciones británicas que acogió a niños españoles enviados por sus padres al extranjero para librarlos de los sufrimientos de la guerra, los llamados «niños de la guerra». Cayetana había llegado a Southampton en mayo de 1937 —el bombardeo de Guernica había sido el 26 de abril— junto con otras señoritas destinadas a cuidar a los 4000 niños evacuados desde el País Vasco. James y Cayetana se enamoraron en el verano de 1937, siendo él voluntario en las casas de acogida de los niños en Sussex. Aunque pensaron en casarse al poco tiempo, tuvieron que aplazar su enlace hasta 1940, una vez que James había regresado al Reino Unido, después de haberse alistado en las BBII y combatido en la guerra.

El libro de James R. Jump constituye un relato muy original, en el que se mezclan pormenores de sucesos vividos, anotados con precisión notarial de periodista –su oficio cuando se incorporó a la guerra– con poemas intercalados, que el autor escribió desde la distancia como piezas reflexivas en las que se plasman las emociones del pasado en el recuerdo, es decir, tamizadas por los años y la memoria. Toda persona vive la historia desde su experiencia personal —encuadrada en sus vivencias y también en sus expectativas e ilusiones— pero son pocos los que superan la función de agentes para asumir también la tarea de buenos narradores. En el caso de Jump esa «agencia», que a mí me interesaba en lo relativo a sus tareas de interpretar, hace de él un verdadero actor, por la cantidad de personajes que hubo de encarnar en función de las necesidades del servicio. Son papeles que pudo representar gracias a su preparación cultural y en particular al conocimiento del español, el idioma clave para entenderse con la mayoría de los participantes, activos o pasivos, en la Guerra Civil. Por aquella versatilidad que el propio Jump menciona en su libro cabe equiparar a su persona con una herramienta multiusos. Ser intérprete significaba hacer muchas tareas auxiliares —enseñar español, recaudar fondos para el Socorro Rojo, traducir cartas de «novias españolas» para sus camaradas, ¡y escribir las respuestas!, preparar murales para la compañía, etc.— (p. 59). Jump anota con frecuencia cómo aquellas labores, que desempeñó en numerosos entornos y situaciones, así como otros contactos que progresivamente fue teniendo con soldados y también con civiles españoles le permitieron mejorar su español. Si las palabras y las lenguas son un arma para la guerra, la guerra también es una escuela de aprendizaje de idiomas, incluido el propio.

La obra proporciona una descripción serena en orden cronológico de las experiencias de un joven antifascista, idealista y sensato —desde la racionalidad más que desde sus entrañas, p. 133— que, como tantos miles de brigadistas, sintió la llamada del deber en el contexto ideológico altamente politizado de los convulsos años 1930. Aquellos brigadistas fueron testigos que no se quedaron impávidos al margen de los acontecimientos, sino que quisieron participar en la historia —o más bien la Historia, con hache mayúscula— de la forma más comprometida posible: haciéndola desde abajo. Fueron conscientes del ascenso inexorable del fascismo, al calor de una crisis económica global, unida, según la percepción de los vencidos, a supuestos desafueros del Tratado de Versalles, cuyos textos habían tratado de sellar las heridas de una guerra de una magnitud inusitada hasta entonces, que había asolado poblaciones y territorios enormes hacía menos de veinte años.

Por la generación a la que pertenezco, conocí a través de testimonios familiares directos muchos detalles de la vida diaria durante la Guerra Civil. Este libro me ha servido adicionalmente para entender mejor el choque cultural que supuso para los extranjeros que vinieron a combatir a España toparse con la realidad española de la época. Lo cierto es que el choque lo experimentaron también muchos combatientes españoles, que, por ejemplo, no habían visto nunca el mar ni estado en una ciudad del tamaño de Madrid, Barcelona o Valencia, que no sabían leer ni escribir, que no habían montado nunca en un tren o en un vehículo de motor o que no habían tenido contacto directo con ningún extranjero. Jump había pasado por aquellas experiencias «mundanas», pero desconocía otras, que consigue describir con unas dotes que abarcan el espectro disciplinar que va desde el periodismo hasta la etnografía.

Puesto que esta reseña va dirigida a la revista Entreculturas, me parece oportuno señalar algunos ejemplos de sus observaciones «culturales», cuando describe la orografía del terreno (más montañosa de lo esperado cuando nunca se acaban de cruzar los Pirineos), los cultivos, la comida y bebida (el almuerzo en Figueras a la llegada, sería paradigmático del «rancho» habitual con guiso de algo de carne con distintos tipos de legumbres, p. 44), el tabaco que se fumaba («más fino el inglés» según los propios camaradas españoles, p. 41, porque los «Ideales» eran «mataquintos» p. 60) —cuando había tabaco porque también se liaban cigarrillos con hojas de parra y agujas de pino, p. 61)—, las casas (que imaginaba encaladas y con tejados rojos, p. 41), así como determinados objetos desconocidos en la Inglaterra de la que procedía, que poseían una carga cultural considerable en los entornos militares y civiles en los que se movió. Por eso los describe para quien pueda necesitar aclaración: las alpargatas (p. 39), un calzado común en España en la época —eso para quienes no iban descalzos porque no tenían ni para alpargatas, añado yo— el porrón (p. 70), el brasero (p. 69). ¿Acaso no se pueden considerar como propias de un etnógrafo atento sus descripciones de aquella España de alpargatas y garbanzos? ¿U otras como la identificación las norias para el de riego cuando se acercaba a Valencia en su viaje de Albacete a Barcelona, que vincula con lecturas literarias (Blasco Ibáñez) y con la cuestión de si fueron los romanos o los musulmanes quienes habían ideado el regadío (p. 90)?

No cabe en una reseña de este tipo recorrer los numerosos aspectos que hacen de este libro un objeto precioso de lectura para quien quiera saber más de la vida cotidiana de un combatiente en la Guerra Civil española —en realidad, por extensión, de todas las guerras— a partir de la fricción lingüística y cultural que todos experimentamos cuando nos tropezamos con congéneres que ven el mundo con ojos distintos y lo explican y conjugan en idiomas que no entendemos. El autor de estas memorias sirvió en aquel conflicto, entre otras cosas, para limar aquellas fricciones, para permitir la comunicación y para superar las barreras lingüísticas y culturales entre el inglés y el español (también sabía francés). Por eso merece que los lectores de esta revista, encuadrada en las disciplinas de la traducción, la interpretación y la comunicación, lo lean desde una visión que atienda no solo al valor histórico que posee, sino también al interés que suscita en el ámbito de las emociones y a los valores éticos inherentes al proceso de interpretar entre lenguas y culturas.

1 Jesús Baigorri Jalón. Lenguas entre dos fuegos. Intérpretes en la Guerra Civil española (1936-1939). Prólogo de Enrique Moradiellos. Comares, Granada 2019. Se acaba de publicar la traducción al inglés: Languages in the Crossfire. Interpreters in the Spanish Civil War. (1936-1939). Traducido por Holly Mikkelson. Routledge, Londres y Nueva York, 2021.

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