Introducción
La lectura como práctica social y cultural permite el acceso a diversos tipos de información
y conocimiento presentados en soportes tanto impresos como electrónicos. Además, permite el
desarrollo
profesional

y

personal

de

los

lectores

de

lenguas

indígenas

que

contribuyen

al
fortalecimiento social de sus comunidades.
Fijar
una

lengua

por

medio

de

la

escritura

permite

la

ampliación

de

los

parámetros
lingüísticos a un ámbito más extenso del oral (Ong, 2016). Sin embargo, es importante enfatizar
que
el

ejercicio

de

la

oralidad

no

debe

desvincularse

cuando

hablamos

del

desarrollo

de

la
escritura de una
lengua, por lo que no deberá supeditarse una a

la otra sino considerar ambas
habilidades
en

un

mismo

proceso.

La

escritura

permite

la

creación

de

formas

expresivas

y
prácticas
cognitivas

distintas

a

las

orales,

expandiendo

el

campo

de

acción

de

las

habilidades
lingüísticas. En este sentido, tomaremos el concepto de expansión como las manifestaciones del
lenguaje por medio de diversas habilidades lingüísticas vinculadas entre sí.
Producir textos escritos proporciona un desarrollo lingüístico que permite a los hablantes
de lenguas
indígenas actuar en diferentes ámbitos, tanto académicos como profesionales en su
lengua materna, lo que representa un incremento de sus capacidades comunicativas, de acceso a
la información, conocimiento y perpetuar expresiones propias de su lengua. Sin embargo, éstas
no son en detrimento u omisión de otros códigos: el pictórico, los cifrados textiles u otros, tan
propios de los pueblos indígenas como de toda cultura. Sin embargo, debemos acotar el presente
argumento al texto alfabético cuando nos referimos al leído y al escrito. Además, la posibilidad
de ampliar los campos de interacción a través del hábito y el ejercicio de la lectura y la escritura
fortalecen
la

identidad

cultural

de

las

poblaciones

indígenas,

permitiendo

una

interacción

por
medio
de

su

lengua

al

interior

y

al

exterior

de

su

comunidad

y

dan

continuidad

a

las
manifestaciones que permanecen vitales en su entorno para favorecer una nación
pluricultural
(CPEUM, 2009)
La lectura, de manera breve, implica aprender y reconocer una serie de signos, trazos y
gestos
que

constituyen

un

código,

descifrándolo,

para

comprender

un

mensaje.

Sin

embargo,
lograr competencias lectoras implica diferentes procesos en relación con programas educativos
de complejidad diversa.
Por otro
lado,

la

escritura

manuscrita,

se

caracteriza

por

desarrollar

ciertas

habilidades
motrices que permiten el trazo de signos legibles para ser interpretados por quienes conozcan el
mismo
código

y

puedan

descifrarlo.

Dichos

trazos,

en

la

actualidad,

han

sido

sometidos

a
diferentes
procesos

tecnológicos

para

ser

adaptados

a

lo

que

conocemos

como

tipografía,
centrándonos
en

los

sistemas

de

escritura

alfabéticos.

Sin

embargo,

aun

cuando

hablemos

de
diferentes aspectos tecnológicos, el proceso es el mismo: cifrar y descifrar un código presentado
con gestos, trazos y formas.
Es
importante

señalar

que

hablamos

de

dos

actividades

vinculadas

por

medio

de

la
oralidad, pero distintas, y que requieren de una atención específica porque implican habilidades,
entornos y tecnologías particulares.
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