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Introducción
1
En
general,

los

estudiantes

de

Educación

Secundaria

Obligatoria

(ESO)

están
acostumbrados
a

leer

textos

expositivos

con

el

objetivo

de

dar

respuesta

a

una

tarea
determinada (i.e., subrayar, resumir, auto-explicar, contestar preguntas). El procesamiento
de un texto y su aprendizaje varían en función del propósito de lectura, el cual influye en
la
atención

de

los

estudiantes,

su

recuerdo

y

su

comprensión

(Matthew,

McCrudden,
Schraw,
2007;

McCrudden,

Magliano

y

Schraw,

2011;

van

den

Broek

et

al.,

20011;
Wilson
y

Sperber,

2004).

Este

enfoque

es

conocido

como

lectura-orientada-

a-tareas
(OECD, 2009; Snow, 2002; Vidal-Abarca, Mañá y Gil, 2010).
Las tareas realizadas durante la lectura pueden convertirse en importantes técnicas
de aprendizaje autónomo a partir de textos; sin embargo, los estudiantes no conocen la
eficacia de
las

mismas ni

han sido entrenados para su desempeño (Dunlosky, Rawson,
Marsh, Nathan y Willingham, 2013). Por ello, el presente estudio analiza la efectividad
de las auto-explicaciones (AE) y de responder preguntas abiertas (RPA) como técnicas
para
el

aprendizaje

de

conocimiento

científico,

siendo

conceptualizado

este

tipo

de
conocimiento
como

declarativo

complejo

principalmente

por

su

nivel

de

abstracción.
Ambas técnicas llevan implícitas la realización de tareas que no se corresponden con los
modelos
de

comprensión

general

descritos

por

Graesser,

Singer

y

Trabasso

(1994)

o
Kintsch (1998), ya que su lectura no es lineal (Cerdán, Vidal-Abarca, Martínez, Gilabert
y Gil, 2009; Chi, De Leeuw, Chiu y Lavancher,1994) y el texto está disponible durante la
práctica de la técnica.
Las AE se entienden como una actividad inferencial y de construcción del propio
aprendizaje
(Chi

et

al.,

1994;

Best,

Ozuru

y

McNamara,

2004;

Ozuru,

Briner,

Best

y
McNamara, 2010), es decir, son explicaciones de la información textual generadas por el
estudiante y para el estudiante a medida que va leyendo (McNamara, 2004; McNamara y
Magliano,
2009;

Rittle-Johnson,

2006).

La

responsabilidad

del

aprendizaje

recae

en

el
propio lector, pues es quien orienta su comprensión
y realiza

las

inferencias oportunas
hasta
alcanzar

una

representación

mental

coherente

(McNamara,

2004).

Numerosas
investigaciones
han

constatado

que

los

lectores

que

usan

espontáneamente

buenas

AE
construyen
modelos

mentales

más precisos (Magliano, Trabasso y Graesser, 1999); sin
embargo, otros estudios realizados con textos expositivos de ciencias han demostrado que
es
más

eficaz

motivar

el

uso

de

AE

(Chi

et

al.,

1994;

Rittle-Johnson

y

Loehr,

2016;
Schworm y Renkl, 2007).
Pese a que la AE puede promover estrategias de procesamiento de alto nivel, como
por ejemplo las elaboraciones (integración de la nueva información con el conocimiento
previo), estudios recientes han considerado que la utilidad de la AE es
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Investigación apoyada por el Proyecto EDU2017-86650-R financiado por el Ministerio de Ciencia,
Innovación y Universidades.