Bolloré, Michel-Yves - Bonnassies, Olivier (2023): Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución. Madrid: Funambulista. ISBN: 978-84-126587-9-8.

 

Recibido: 27/03/2024

Aceptado: 30/04/2024

DOI: 10.24310/nyl.18.2024.19787.

 

Michel-Yves Bolloré (1945-), es ingeniero informático y tiene un máster en Ciencias. Su dedicación principal durante muchos años no ha sido académica sino empresarial: posee un doctorado en Gestión de Empresas por la Universidad de París-Dauphine y ha sido director del Grupo Bolloré y luego fundador de otro, France-Essor. Olivier Bonnassies (1966-) recibió primero formación politécnica y luego se graduó en el Instituto HEC (Escuela de Estudios Superiores de Comercio) y en el Instituto Católico de París, donde obtuvo una licenciatura en Teología. Vinculado también al mundo empresarial, fue no creyente hasta los veinte años, pero posteriormente se convirtió en un divulgador de temas vinculados con la racionalidad de la fe. Ha escrito libros, producido vídeos, espectáculos, guiones, artículos, boletines… y es el impulsor de la web católica Aleteia.

Con el ensayo que reseñamos sus autores han tenido un extraordinario éxito editorial, vendiendo cientos de miles de copias en todo el mundo. Triunfaron primero en el país del laicismo, Francia, aunque a menudo se olvida que casi un 50% de los franceses se declara creyente. Quizá esto explique parcialmente las ventas iniciales de la obra, las conferencias sobre ella, los debates en la televisión y las portadas de prensa. Pero otra importante razón de su éxito se debe sin duda a las propias virtudes del libro, que aporta no tanto nuevos descubrimientos y pruebas, cuanto una notable sistematización, clarificación y argumentación de todo lo que el pensamiento contemporáneo, sobre todo científico, ha aportado para la defensa de la hipótesis teísta. Colaboran con los autores en esta obra una veintena de científicos y especialistas a los que se ha consultado, y se incluyen más de 500 referencias y citas de las grandes figuras de la ciencia, entre las que aparecen 60 premios Nobel, sin que en ningún caso se pretenda haber alcanzado una demostración física o matemática de la existencia de Dios. El objetivo es más modesto, aunque no mucho menos ambicioso: presentar un conjunto bien trabado de sólidos indicios científicos y filosóficos capaces de inclinar a un lector desprejuiciado y racional en favor del creacionismo. Sobre las diferencias entre demostración y prueba, y sobre sus diversas clases, la obra nos ofrece una muy completa y explicada tipología. Eso sí, presentadas las evidencias, corresponde al lector la decisión de creer. Porque una cosa es el conocimiento y otra la fe.

Lo cierto es que, después de leer la obra, queda en entredicho la aparente victoria del materialismo y del ateísmo en el mundo moderno, victoria que muchos fundamentaban en el desarrollo de las ciencias. Bolloré y Bonnassies muestran que ciencia y religión combinan mucho más estrechamente de lo que se espera en nuestros días, guiando al lector de manera paulatina, metódica y ordenada por todos los avances científicos contemporáneos en termodinámica, mecánica cuántica, relatividad, Big Bang, expansión del Universo, la extraordinaria complejidad de la biología, etc., para hacer patente que todos estos últimos hallazgos apuntan a la existencia de una inteligencia suprema manifestada en los hechos de la naturaleza y en las leyes que los determinan. En realidad, los argumentos derivados del progreso científico lo que vienen es a apoyar y a dar nuevo fundamento empírico a algunas de las pruebas seculares de la filosofía, pues, en el fondo, son estas las que nunca han dejado de estar en juego, y son las que se debaten en el ensayo: los argumentos clásicos sobre el principio, la causa y el orden del cosmos. Así se comprenderá al concluir la segunda parte del libro.

Porque la obra tiene dos partes y una introducción. En la introducción es donde se establecen las nociones de demostración y prueba, se clasifican y explican sus tipos y se adelanta que los autores no militan en favor de ninguna religión concreta; también que no se van a ocupar de los atributos de Dios, lo que no es del todo verdadero y ha de matizarse. Por un lado, hay un atributo divino que no pueden dejar de considerar, el de la inteligencia, aunque es bien cierto que en la obra no se trata sobre la naturaleza de la divinidad sino sobre su existencia. Por otro lado, en la segunda parte de la obra, se habla de la Biblia, de Jesús, del judaísmo y de otros asuntos que tienen cercana relación con la religiosidad occidental. Aunque esto no significa que el Dios del que siempre se habla en el texto deje de ser el Dios racional de los filósofos y se confunda o transforme en el Dios concreto de alguna de las religiones históricas.

En la primera parte del libro se halla el núcleo de su argumentación. Se ocupa de las pruebas de existencia vinculadas al conocimiento científico más reciente: la muerte térmica del Universo, el Big Bang, la expansión (con la discusión de sus alternativas), el principio antrópico y la complejidad de los fenómenos vitales que estudian la genética y la biología molecular. Un panorama científico que se pone en relación con las dos hipótesis alternativas sobre el origen y explicación del cosmos: el materialismo ateo y el teísmo. Se razona sobre el grado de compatibilidad que cada una de ellas tiene con los hechos, ganando claramente la partida la segunda opción. En esta parte se reúne un gran conjunto de referencias sobre el pensamiento religioso de buen número de científicos concretos, incluidas las grandes figuras, como Einstein o Gödel.

La segunda parte, porque el campo de la racionalidad es más grande que el campo de la ciencia, también nos ofrece otras pruebas al margen, fundamentalmente las pruebas filosóficas, pero también otras de historia y sociología del cristianismo y judaísmo, ocupándose de algunas de las ideas principales expuestas en el texto bíblico, de la figura de Jesús y su sabiduría, así como de la religión hebrea, única e improbable superviviente de las religiones antiguas. Hay aquí incluso un extraño capítulo sobre las visiones de Fátima (¿ilusión, engaño, milagro?), que es lo más prescindible de una obra imprescindible. Termina esta parte (y la obra) poniendo de relieve las dificultades racionales del materialismo.

En definitiva, nos encontramos delante de una brillante obra de divulgación científica, filosófica y teológica, bien escrita, mejor organizada, prudentemente razonada, que interesará a creyentes de cualquier religión, pero también a no creyentes y agnósticos, siempre que estén dispuestos unos y otros a emprender la indagación sobre lo divino, que ha de ser, como en esta obra es, una «peregrinación de la razón», dicho sea con las palabras del filósofo Antony Flew. Para el fideísmo materialista o para el fundamentalismo religioso no se ha escrito este ensayo.

 

Luis Fernández Navarro

lufenayo@gmail.com

https://orcid.org/0009-0004-6790-5952