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Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
Tendencia o interés comunicativo de la verdad.
Algunos aspectos del pensamiento de Antonio
Millán-Puelles
Trend or communicative interest in truth. Some aspects of the
thought of Antonio Millán-Puelles

1
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yamilajuri@gmail.com

El presente artículo busca desarrollar la inclinación natural que existe en el hombre
-
-

También se desarrolla la naturaleza de la mentira y los deberes éticos que entraña la co-
municación de verdades en distintos ámbitos.
Palabras clave: interés comunicativo, realismo, verdad, veracidad, Millán-Puelles

This article seeks to develop the natural inclination that exists in man to commu-
nicate the truth known by the intellect, from the thinking of the Spanish philosopher




Keywords: communicative interest, realism, truth, truthfulness, Millán-Puelles
1



Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
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Introducción
         
que han desarrollado con tanta profundidad como Antonio Millán-Puelles
(1921-2005)
2
el auténtico eros
la cual se deja decir de muchas maneras y ningún ángulo visual humano la
agota por entero. El compromiso por buscar la verdad realmente y querer

Por otro lado, pocos asuntos pueden considerarse tan invulnerables a las
-

la señal de identidad que ha caracterizado su ethos a lo largo de su historia
milenaria
3
. En este sentido, buscamos considerar la importancia que le ha
dado a este tema Antonio Millán-Puelles, quien ha dedicado parte de su in-

la verdad, como un replanteamiento de los grandes problemas de todos los
tiempos concentrados principalmente en la metafísica y la moral, columnas

4
. La principal fuente utilizada es El interés por
la verdad,
5
donde el autor se plantea esta problemática. En una entrevista
-
2
Millán-Puelles nació en Alcalá de los Gazules, un pueblo cercano a Cádiz, en el año 1921.
-

tesis doctoral en la Universidad de Madrid, el trabajo trató sobre El problema del ente ideal. Un
examen a través de Husserl y Hartmann. En 1951 ganó la plaza de catedrático de Fundamentos
-
dad Complutense de Madrid, cargo que desempeñó hasta 1969. Entre 1953 y 1954 viajó con

la naturaleza en la Universidad Nacional de Cuyo. Por esa época, también, había iniciado la
redacción de su libro Fundamentos de la Filosofía, obra por la que es más conocido en el mundo.
El regreso a España se adelantó, en cuanto comprobó que la situación política se hacía difícil;
en el año 1961 fue nombrado miembro honorario de la Real Academia de Ciencias Morales
y Políticas, con lo que alcanzó el máximo rango académico posible en España. Recibió nu-
merosos premios y escribió gran cantidad de obras. Murió en el año 2005 dejando un legado
invaluable. Para más datos de su vida recomiendo: 
Pensamiento y Cultura, vol. 10, Colombia, 2007, pp.
13-38.
3
Cf. 
, J.
A. (Coord.), Realidad e irrealidad. Estudios en homenaje al Profesor Millán-Puelles, Madrid: Rialp,
2001, p.48.
4
Cf. Nueva Revista, núm. 57, 1998, p. 31.
5

‘cierta actitud anímica’. Su carácter mental es cosa bien comprensible si se tiene presente su
índole intelectiva y volitiva. Cf. , El interés por la verdad, Rialp, 1997, p. 23.
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Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
resa consiste en la de cómo es posible que el hombre llegue a traicionarse a sí

6
El obrar humano tiene su inicio en el conocer, lo cual es una actividad vital
del hombre. El conocimiento suscita una afección en la persona y en conse-
cuencia una respuesta tendencial que antecede a la acción. Apoyado por su
parte en la gnoseología realista y, por otra, en el análisis fenomenológico de
la subjetividad humana y su capacidad perceptiva del mundo, Millán-Puelles
fundamenta el proceso cognoscitivo humano tanto en lo formal cuanto en lo
material, es decir: en el contenido transobjetual que la inteligencia aprehen-
de.
7
Suponiendo este interés especulativo que todo hombre tiene por conocer
la verdad, nos centramos en esta ocasión en otra de las inclinaciones naturales,
que consiste en la comunicación de las verdades conocidas por la inteligencia.
1. Las verdades que se pueden comunicar
Si bien inicialmente se presenta la verdad como un interrogante, en la
búsqueda racional los interrogantes no son lo decisivo, más bien lo que im-
porta son las respuestas a los mismos; conocer en sentido estricto no es otra
cosa que conocer la realidad –la verdad– del ser de las cosas, si bien ello no

cognoscente imperfecto no puede tener un conocimiento perfecto de nada
8
.


-
sentación de la verdadera realidad de lo representado, entendiendo que lo


9
Millán-Puelles sostiene que la comunicación de la verdad a otros sujetos

se demuestra esa tesis? Porque el hombre es naturalmente social y la convi-
vencia es imposible sobre la base de la mentira o de la simple ocultación de
la verdad. El hombre solo se perfecciona conviviendo con otros, buscando
en una comunidad política el bien común; sin sociedad el hombre no podría
lograr su plenitud, esa inclinación natural a vivir en comunidad conlleva la
6
Razón española, núm. 61, 1993, p. 213.
7
Cf. , M., La persona humana y su formación en Antonio Millán-Puelles, Pamplona: Eunsa,
2011, p. 176.
8
Cf. 
9

Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
120
comunicación entre los hombres, que no puede lograr ningún bien si no fuese
porque lo que se comunica es lo verdadero. Como un apéndice a esta idea y
frente a ciertos relativismos, la verdad es transmisible, aunque no lo sea siem-
pre de modo plenario, sin esta experiencia de transmisibilidad no viviríamos
-

ha de ser humanamente cognoscible, ¿pero es cierto, a su vez, que toda ver-
      
10
Para poder dar a esta pregunta una respuesta se ha de advertir que caben
respecto de ella dos enfoques, el primero de ellos está centrado en la verdad
humanamente cognoscible, y el segundo en el hombre que la puede conocer.
De acuerdo con el primero, la pregunta sería: ¿puede alguna verdad huma-
namente cognoscible estar determinada de tal modo que esto le impida el
ser humanamente transmisible? Y de acuerdo con el segundo enfoque: ¿pue-
de algún hombre estar determinado de tal forma que ello le haga imposible
transmitir a otro hombre la verdad por él mismo conocida?
Cualquiera sea la verdad que esté al alcance de un hombre, nada hay en

que si la transmisión no se efectúa, no es por culpa de la verdad, sino por
algún impedimento en quien hubiera de ser el sujeto emisor, o tal vez en el

11
La comunicación de una verdad no tie-
ne por qué ser siempre informativa, ya que la transmisión de una verdad por
ejemplo de carácter tautológico, actualiza un conocimiento que ya el sujeto
receptor poseía.
2. Los modos de comunicar la verdad
El medio a través del cual una verdad puede ser comunicada humana-
mente lo constituye, en todas las ocasiones, el efectivo uso del lenguaje. En
una amplia acepción se considera lenguaje cualquier fenómeno de expresión
y no sólo la palabra articulada. Pero ciertamente que entre todos los modos
de comunicar las verdades el más humano es el que se sirve de palabras. La
explicación de este hecho se encuentra en la conjugación de tres razones: en
primer lugar, que las sedes mentales de las verdades (los juicios) tienen la
propiedad de incluir un predicado universal, aunque sea singular el respec-
10
, A., El interés por la verdad, p. 176.
11
, A., El interés por la verdad, p. 179.
121
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
tivo sujeto;
12
segundo, porque habitualmente las únicas expresiones que se
        
se las emplee no pocas veces para designar lo singular; y por último el único
animal que usa palabras es el hombre.
A ello cabe añadir que únicamente haciendo uso de palabras logra el hom-
bre comunicar los razonamientos que efectúa en el ejercicio de su interés por
-
mitir en calidad de conclusiones lógicas las verdades que para ser expresadas
de este modo exigen que juntamente con ellas queden también expresados

13
El lenguaje y el pensamiento no pueden disociarse, ya que pensamos con
palabras. La palabra es, de alguna manera, una expresión de nuestra relación
con el mundo. En referencia al cuerpo humano, no sería lícito decir que en
la comunicación de la verdad interviene como un puro instrumento. Lo que
en la transmisión humana de la verdad se comporta exclusivamente como
un instrumento es la palabra, o cualquier otro signo que la sustituya, aunque
siempre en inmediata dependencia respecto del cuerpo humano. La inten-

cuerpo, y sólo en este sentido podría decirse que el cuerpo interviene como
un cierto instrumento del espíritu.
14
Por último, la comunicación de la verdad moral consigna la plenitud de
-
mentan mutuamente. Las buenas obras dan credibilidad a quienes transmiten
con palabras la doctrina, y ésta hace posible la mejor comprensión del sentido
y valor de aquéllas.
15
En cuanto al silencio,puede ser una forma humana de
comunicar la verdad en muy concretas y determinadas circunstancias. Por
silencio se entiende aquí la inexistencia no sólo de palabras, sino también de
señas y de gestos, en las ocasiones en que cabe hacer uso de estas modalida-
des de la comunicación entre los hombres. Como abstención de toda clase de
expresiones, el silencio no puede ser directamente expresivo de ninguna ver-
dad. Sólo de un modo indirecto, a la vez que circunstancial, puede el silencio
valer para comunicar ciertas verdades.
16
12
Salvo cuando se trata de tautologías donde algo singular uno y lo mismo se comporta a la vez
como sujeto y como predicado.
13
, A., El interés por la verdad, p. 198.
14
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 204.
15
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 213.
16
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 216.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
122
3. Los supuestos fundamentales del interés comunicativo
a. El plural del yo
Conforme lo explica Millán-Puelles, la comunicación de la verdad no

en cambio, el conocimiento de la verdad no implica esta distinción como
algo esencial e imprescindible. Que el autor comience por el plural del
yo, muestra la oposición a la tesis principal del solipsismo
17
, tal afirma-
ción como única verdadera realidad que niega la realidad de cualquier
otro objeto, sea o no sea pensado como un yo no es decisiva.
18
Sin em-
bargo, como cada yo es uno y único, no resulta contradictorio un cier-
to solipsismo lógico y necesarioque implica el reconocerse a sí mismo
como el único yo que él mismo es, la exclusividad como individuo (no
dividido en sí), pero distinto de los demás seres.
19
Lo que se descalifica es
el estricto solipsismo, ya que la irreductible vigencia de valores morales
como la justicia, la amistad, el perdón, etc., sin la existencia del prójimo
no podrían ser llevados a la práctica ni siquiera ser entendidos. Inclusive
agrega el autor:
Frente al solipsismo incompatible con el plural del yo es indispensable
filosóficamente hablando acudir a la consideración de la evidencia con
que en su propia vida encuentra el ego ante sí al alter ego precisamente
en su calidad misma de otro yo. La consideración de esta evidencia no
es algo antifilosófico, de la misma manera en que tampoco lo es la de
cualquier otro caso de evidencia.
20
La seguridad de que ante mí está otro yo es absolutamente indispensable

plantearme la posibilidad de un yo distinto del que yo soy. La cuestión de
cómo es posible que un yo que es objeto mío (en cuanto término de mi propia
actividad de conocer) haga, a su vez, de mí un objeto suyo toma sentido sólo
por la evidencia de que otro me hace realmente tan alter ego suyo como a él
yo le hago un alter ego mío.
17

18
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 219.
19
Cf. , Suma Teológica, Madrid: BAC, 1961, I, q. 29, a. 4.
20
, A., El interés por la verdad, p. 224.
123
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
b. La innata tendencia humana a comunicar la verdad
En cuanto al interés comunicativo, el plural del yo es fundamental pero in-

que por completo careciese de toda posibilidad de abrirse a otro, su situación
resultaría equivalente a la de un único ego sin posible alter ego. Esa situación
exigiría que ningún yo contase ni tan siquiera con la posibilidad de concebir
otro yo. En semejante caso ningún yo humano podría querer abrirse a otro,
ni tener algún interés por comunicarle una verdad. Pero ningún yo humano
está efectivamente desprovisto de tal capacidad:
La experiencia del alter ego, posible y existente en todo hombre, ya implica la

empieza con la noticia sensorial de un cuerpo ajeno, desemboca en la intelec-
ción (cointelección) de la subjetividad correspondiente.
21
Ahora bien, en la realidad del ser humano el interés comunicativo no sola-
mente supone la capacidad de convivir con otros seres de su misma especie,
sino también algo distinto del hecho de la convivencia misma en cuanto tal, y
ese algo consiste en la natural inclinación de todo hombre a vivir socialmen-
te. Que esta inclinación es previa al hecho de la convivencia y, por ende,
también a toda comunicación de una verdad
una efectiva prioridad cronológica. No se trata de que haya habido un tiem-
po en el que no existiese sociedad humana, a pesar de la existencia de unos
hombres naturalmente inclinados a convivir. Hay una transposición del va-
lor social del lenguaje en el uso que solitariamente se hace de él, tanto cuando
se vive en sociedad como cuando se vive físicamente aislado de ella:
Hablando consigo mismo, el solitario no se limita a servirse de un instru-
mento adquirido en su vida social y en virtud de ella, sino que a su modo la

un alter ego, él mismo se hace un para sí mismo.
22
En su radical carácter de instrumento para la convivencia, el lenguaje es un
claro testimonio de la natural inclinación del ser humano a la vida social, como

es la ayuda que mutuamente pueden prestarse los hombres. Tal es, por tanto,

acepciones, la cual se extiende a la totalidad de los fenómenos expresivos. Entre
los varios modos en que el lenguaje sirve a la mutua ayuda de los hombres se
21
, A., El interés por la verdad, p. 232.
22
, A., El interés por la verdad, p. 234.
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encuentra, como especialmente relevante, la comunicación de la verdad. Tam-
bién respecto de ella ha de admitirse una innata o natural tendencia humana.
Hablando con entera propiedad hay que decir que esta tendencia es realmente
una sub-tendencia, por derivarse de la natural inclinación del hombre a vivir
socialmente. Si no hubiese en el hombre una innata inclinación a convivir, tam-
poco se daría en él una natural inclinación a comunicar la verdad.
-
darla o rebajarla, sino que es destacar su humanidad, su efectivo enraiza-

verdad, toda la verdad y nada más que la verdad es un camello lógico, que

23
-
ciente el reconocimiento de la imposibilidad de convivir sobre la base de la
mentira o de la simple ocultación de la verdad. Ambas cosas son compatibles
con la convivencia, pero a título siempre de limitaciones y excepciones, por
muy frecuentes que llegaran a ser:
-
die creería a nadie, dado que cada uno atribuiría a los otros la misma falta
de intención comunicativa que él vería en sí mismo como humanamente
natural.
24
No es la comunicación de la verdad, sino su ocultación, lo que sólo per
accidens puede resultar positivo para la convivencia de los hombres. De ahí la
imposibilidad de la existencia de una natural inclinación del hombre a ocul-
per se es con-

la comunicación de la verdad sea objeto de una tendencia innatamente dada
en el ser humano por virtud de la natural ordenación de éste a la vida social.
c. La transmisibilidad de la verdad

veces somos los sujetos activos o emisores de la comunicación, y otras veces,
en cambio, los receptores o sujetos pasivos. La transmisibilidad de la verdad
se basa en la apertura de un yo a otro yo sin que ello implique negar su duali-

23
, J. L., Philosophical Papers
24
, A., El interés por la verdad, p. 236.
125
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
inconmovible de que se está en lo cierto al mantener que la verdad puede

25
Reiteramos que la más humana de las mediaciones sensibles que inter-
vienen en la comunicación de la verdad es la palabra, primordialmente la
palabra oral y, en calidad de signo suyo, la escrita; se suele objetar que las pa-
labras son imperfectas
26
pero en realidad este hecho no excluye radicalmente
la transmisibilidad de la verdad, por el contrario, la supone en principio, sin
dejar de ponerle algunos impedimentos. Las discrepancias, muy frecuentes
-
cación en los juicios que hacemos sobre situaciones y actuaciones humanas
enteramente concretas.
27
4. El interés por comunicar la verdad
La pura y simple experiencia que antecede al acto que objetiva lo experi-
mentado es posible no sólo respecto de la comunicación de la verdad, sino
también respecto del interés por tal comunicación. Este interés es algo sobre
-
nicación de una verdad es experiencia en el emisor correspondiente de su
interés por darla a conocer:
En el diálogo propiamente dicho, el emisor y el receptor intercambian sus
funciones respectivas, lo cual no puede querer decir que las confundan. El
emisor puede convertirse en receptor, y viceversa, actualizándose ambas po-
sibilidades en la realidad del diálogo; pero la emisión no puede convertir-
se en recepción, ni la recepción en emisión. Ello no obstante, la simbiosis o
sintonía intersubjetiva, que en el diálogo se mantiene, hace que el receptor,
cuando ejerce su función propia, tenga, además de la conciencia íntima de
ella, también una cierta experiencia sui generis del interés.
28
El interés por comunicar la verdad es necesariamente conocido en una
experiencia íntima que de un modo exclusivo pertenece al sujeto emisor y
quien recibe la comunicación puede conocer aperceptivamente el interés de
dicho sujeto por manifestar la verdad. Es importante insistir en que el interés
por comunicar la verdad no es teórico sino práctico, por ser práctica y no
25
, A., El interés por la verdad, p. 244.
26
Millán-Puelles hace referencia explícita a las tesis de , J., Ensayo sobre el entendimiento
humano, México: FCE, 1994.
27
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 255.
28
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 265.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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puramente cognoscitiva la actividad de manifestar la verdad.
29
En su faceta
subjetiva la del nis operantis, no la del nis operis–, la comunicación de la

según la forma en la que toda actividad vocacionalmente ejercida es un cierto


como un medio a una actividad que él ejecuta, del mismo modo en que tam-
-
ma que hagas uso de la humanidad, tanto en tu persona como en la persona


30
El hombre no puede alcanzar su perfección sin el concurso de otros, lo
cual resulta ser el fundamento (habida cuenta de que la perfección humana
es, en tanto que bien objetivo, algo debido por el hombre) de la obligación de
-


31

bien es común por ser de suyo comunicable a todas esas personas; de suer-
te que, aunque de hecho no lo esté, no por eso deja de ser en sí mismo un


32
Millán-Puelles desenmascara una forma de activismo intelectual consis-
tente en un deseo de buscar la verdad (que) prevalece sobre el deseo de co-
nocerla. Así descrita, sin ningún rodeo ni aditamento, esta extraña forma de
activismo no parece posible, como quiera que la búsqueda es un medio para
encontrar lo buscado, de tal manera que el querer buscar no puede tener sen-
tido alguno sin el querer encontrar que es su razón de ser.
33
5. La naturaleza de la mentira
-

asegura, y esta falsedad es justamente la disconformidad o discordancia de
29
, A., El interés por la verdad, p. 289.
30
, A., El interés por la verdad, p. 291.
31
, A., La función social de los saberes liberales, Madrid: Rialp, 1961, p. 107.
32
, A., La función social de los saberes liberales, p. 112.
33
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 131.
127
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
ello con su objeto. Distinguimos entre falsedad formal (voluntad o intención
de enunciar algo como falso) y falsedad material (en donde se enuncia algo
falso creyendo que es verdadero). La mentira se perfecciona con la voluntad
o deseo de engeñar. Respecto a esto último, resulta interesante la tesis parti-
cular mantenida por Millán-Puelles, en donde vemos una discrepancia con
Tomás de Aquino, pues este último reconoce que la naturaleza de la mentira
se deduce de la falsedad formal, es decir, del hecho de que alguien tiene vo-
luntad de declarar en falso:
Si alguien enuncia lo falso creyendo que es verdadero, eso falso lo es mate-
rialmente, pero no formalmente, porque la falsedad está fuera de la intención
del dicente. (...) Pero aunque lo que se dice sea verdad, quien lo diga como
algo falso formalmente, por querer decir algo falso, realiza un acto que, en
tanto que voluntario y pertinente al ámbito de la moralidad, tiene falsedad
en sí mismo y verdad solamente de una manera accesoria.
34
Ahora bien, la mentira es mala por su género, por ser un acto que cae so-
bre materia indebida. Pues como quiera que las palabras son, por su propia
naturaleza, signos de los pensamientos, es antinatural e indebido que alguien

35

voluntas fallendi, que sería solo un signo, un efecto necesario para perfeccionar


no está satisfecho con esta posición, principalmente por el papel secundario
al cual el Aquinate parece relegar e incluso excluir a la voluntasfallendi, cuan-
-

36
Para Santo
Tomás la mentira se perfecciona con el deseo de engañar, pero este deseo no

no pertenece ninguno de sus efectos. Por el contrario, para Millán-Puelles,
la voluntas fallendi
34
Sum. Theol. -
dem falsummaterialiter, sed non formaliter, quia falsitas est praeter intentionem dicentis
 
id quod dicitur, inquantum tamen huiusmodi actus est voluntarius et moralis, habet per se

35
Sum. Theol
potest esse bonum et licitum, quia ad hoc quod aliquid sit bonum requiritur quod omnia

indebitammateriam. Cum enim voces naturaliter sint signa intellectuum, innaturale est et

36


Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
128


(no exclusivamente verbal).

llega a la conclusión de que, aunque no puede haber mentira sin engaño en
la comunicación, serían lícitas las comunicaciones engañosas cuyos últimos

ninguna de las circunstancias concurrentes en ellas. Si, de hecho, frente a un
agresor que quiere quitarme la vida, con un engaño puedo salvarme, es per-
fectamente permisible, en función del derecho a la legítima defensa.
37
El engaño efectivo, como cumplimiento de un deseo de que alguien piense
erróneamente, puede ser consecuencia de una mentira, pero no cabe que sea
el resultado de esa misma mentira la pretensión de engañar. Tal pretensión
tiene más el aspecto propio de una causa que el peculiar de un efecto, según
el autor. Esto lleva a Millán-Puelles a realizar la precisa distinción entre men-
tira y comunicación engañosa. Engaña quien expresa como algo cierto lo que
él juzga dudoso y quien enuncia en calidad de dudoso lo que él considera
cierto. Respecto de la mentira sostiene que es la comunicación cuyo último

ya para algún otro hombre. Es decir, hay engaños que tienen la índole de
mentiras y engaños que no la tienen, mientras que las mentiras son siempre
moralmente reprobables, las comunicaciones engañosas pero no mentirosas,
sólo son moralmente ilícitas en determinadas ocasiones, para lo cual hemos
de contar con un criterio que nos dé a conocer, en términos generales, cuándo
las comunicaciones engañosas, pero no mentirosas, son moralmente ilícitas y
cuándo son admisibles moralmente.
6. Decir la verdad, ¿un deber?
Antes de dar respuesta a esta esencial pregunta conviene hacer algunas
  

Más bien ha de decirse que el hombre tiene derecho a su propia veracidad
(veracitas), es decir, a la verdad subjetiva en su persona. Porque tener objeti-
vamente un derecho a una verdad sería tanto como decir que, según ocurre
37
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 311.
129
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
en general con lo mío y lo tuyo, depende de la voluntad que una proposición
dada deba ser verdadera o falsa, lo cual ocasionaría una extraña lógica.
38



39
La

interpretada tal como lo haría un partidario del subjetivismo gnoseológico.
Está fuera de duda que no es ese el caso de Kant, pero también es cierto que,
cuando se habla del derecho a la verdad, normalmente es entendido este de-
recho como el de recibir una comunicación veraz, no como el de emitirla,
siendo el segundo, aquello en lo cual habría de consistir lo que Kant llama un
derecho a la veracidad propia.
El concepto del deber es inseparable del concepto del derecho. Un deber es
lo que en un ser corresponde a los derechos de otro. Donde no hay derechos
no hay deberes. Decir la verdad es, por tanto, un deber, pero solamente res-
pecto de quien tiene un derecho a la verdad. Ningún hombre tiene derecho a
una verdad que dañe a otros. Tengamos en cuenta por otro lado que ninguna
comunicación de la verdad es intrínsecamente buena, siempre permanece su-
bordinada a las circunstancias y consecuencias que nos marcan las virtudes
de orden dispositivo y regulativo del interés. En primer lugar, debemos tener
en cuenta la prudencia, que hace que sea natural no revelar algo a los demás,
que podría ser malinterpretado o no entendido por el destinatario, o bien no
apropiado para revelar en un momento determinado (incluso nunca); luego
la justicia, que se desvanece, por ejemplo, cuando el secreto profesional de su
empresa está roto. Finalmente, la caridad que nos lleva a silenciar, por ejem-
plo, un aspecto negativo de una persona, para evitar que otros, basados en
ese defecto, se formen una idea equivocada; así como intervenir en privado,
para manifestar un defecto del que tal vez ni siquiera es consciente, pero que
podría llevar a otros a juzgarlo y, en cualquier caso, dañarlo.
El derecho a la intimidad hace posible, entre otras cosas, que no quiera dar-
se a conocer las verdades que tienen por objeto la más personal vida priva-
da. Con un nombre o con otro, este derecho es una facultad moral que lleva a
abstenernos de manifestar cualquier verdad pertinente a nuestro más íntimo
vivir, aunque no nos prohíba que la demos a conocer. El deber moral corres-
pondiente a ese mero derecho es la exigencia de no forzar a nadie a manifestar
las verdades de su vida privada sensu stricto, y afecta, por consiguiente, a quien
pretenda ser un receptor de cualquiera de las verdades de ese género.
38
, I., Kant‘s gesammelte Schriften, Akademie der Wissenschaften, VI, Berlín, Walter de Gruy-
ter, 1900, VI: 459.
39
, A., El interés por la verdad, p. 326.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
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Ni la justicia ni la prudencia exigen la manifestación de las verdades cuyo
objeto pertenece a la vida privada, si el darlas a conocer no es necesario para
el bien común o para el cumplimiento de un contrato lícito entre ciudada-
nos. En otro orden, la justicia exige que la verdad no sea comunicada cuan-
do el manifestarla dañe al bien común o haga algún infundado perjuicio a
un lícito bien privado.
40
En cierto modo lo segundo ya está contenido en lo
primero, pues el bien común, aunque distinto, y no sólo cuantitativamente
del lícito bien privado, no es efectivo si se perjudica a este bien de una ma-
nera infundada (en la cual entra la falta de la debida compensación). Y por
ello, la referencia que se hace al bien privado debe tener lugar también de un
modo expreso para evitar que pase inadvertida o que venga a quedar en la
penumbra de lo que apenas se nota. Pertenece a ese mismo plano la tesis de
que la prudencia obliga a que no se comunique la verdad cuya manifesta-
ción, estando permitida in abstracto por la justicia, no lo esté, sin embargo, in
concreto por la virtud de alguna circunstancia éticamente relevante. Así, por
ejemplo, aunque abstractamente considerada no es injusta la comunicación
que un médico hace a un paciente diciéndole la verdad acerca de su salud o
de la falta de ésta, acontece, no obstante, que semejante comunicación no es
in concreto justa si ocasiona un innecesario daño a quien la recibe y si el sujeto
emisor es consciente de la posibilidad de ese daño.
-


ejercicio de esta forma de libertad civil no existe un derecho auténtico –en
su sentido más propiamente moral— si con tal ejercicio se hace una lesión al
bien común o se perjudica injustamente —y, por tanto, también imprudente-

y aunque el expresarlo no esté efectivamente prohibido por ninguna de las

Por ello siempre hay que determinar la condición necesaria para que la
justicia, la prudencia, o ambas conjuntamente, exijan que la verdad sea co-
municada en el caso concreto. Aquí entendemos por verdad lo que por tal es
tenido, aunque sea erróneamente o de suyo pueda tal vez ser falso. Pues bien,
la condición no se puede expresar in universali nada más que de un modo
negativo, es decir que estas virtudes exijan comunicar la verdad, cuando el
no hacerlo ocasione una lesión al bien común o algún ilícito daño a un lícito
bien privado. El deber ético, no meramente jurídico-positivo, de comunicar la
verdad para no hacer lesión al bien común es una exigencia propia de la justi-
40
Cf. , A., El interés por la verdad, p. 320.
131
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles
cia cuyo objeto directo consiste precisamente en este bien de modo directo.
41
Esta justicia además de ejercerla quienes tienen a su cargo el poder público o
participan en él, pueden ejercerla, aunque de distinto modo, los ciudadanos
particulares. De ahí la necesidad de contar con ambas posibilidades si se ha
de hacer un tratamiento del deber de enunciar la verdad en tanto que este
deber viene impuesto por la justicia directamente referida al bien común.
La relatividad a las circunstancias no se opone en manera alguna a la ver-
dad de lo manifestado a través de las declaraciones públicas necesarias por su
provecho para el bien común. Lo válido para unas determinadas circunstan-
cias tiene un contenido verdadero en función cabalmente de ellas, y siempre
será verdad que lo realmente indicado como lo procedente en esas determina-
das circunstancias es lo que en ellas debía manifestar el Estado en su calidad
de gestor del bien común. Y este poder, además de cumplir entonces lo exigi-
do objetivamente por la justicia directamente referida al bien común, también
ejerce la virtud de la prudencia política al aplicar las normas generales según
el modo que en verdad conviene a las peculiares circunstancias de cada efecti-
va situación. La justicia del poder estatal obliga a manifestar públicamente las
verdades que los ciudadanos deben conocer en esas peculiares circunstancias,
pero es la prudencia la que reconoce, o mejor dicho, descubre las verdades que
en tales circunstancias deben comunicarse a todos los ciudadanos.
42
Por lo que concierne a los ciudadanos particulares, la justicia directamente
-
mente competente, de toda verdad cuyo conocimiento sea necesario o útil
para la protección del bien común y de la cual piensen que el poder público
la desconoce. Así, todo ciudadano particular tiene el deber moral de poner
en conocimiento del Estado las verdades expresables en avisos de concretos
peligros públicos, o comunicables en informes que permitan localizar a unos
presuntos criminales buscados por la Justicia, salvo en el caso de que los pre-
suntos criminales sean próximos parientes de quien puede dar los informes
(basándose esta excepción en el hecho de que todo hombre es, por natura-
leza, más familiar que civil). Si se tratase de un delito ya cometido, quien lo
conoce tiene la obligación de comunicarlo al juez (acusación), dando así cum-
plimiento al deber moral de manifestar al Estado la verdad cuya ocultación

41
La justicia que tiene por objeto el bien privado (ha de sobreentenderse el que es moralmente
lícito) también tiene por objeto el bien común, aunque no de un modo directo, sino en una
forma indirecta por cuanto el verdadero bien común es imposible sin el respeto debido al
lícito bien privado.
42
Lógicamente, se trata de una prudencia ayudada por las técnicas requeridas en los casos y
asuntos donde no basta el dictamen del sentido común.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 15, Núm. 29, Enero-Junio, 2023, ISSN: 2007-9699
132
una doble condición: la primera es que el delito perjudique a la sociedad y la

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
hay deber de acusarlo, porque no hay obligación de hacer lo que no puede
llevarse a cabo según el modo debido.
43
-
rada en su peculiaridad, va dirigida por quien la lleva a cabo. No es el úl-

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
y se pretenda con la misma acción. Aquí pueden encontrarse interesantes
sugerencias para el enjuiciamiento de la comunicación periodística y unas
originalísimas consideraciones sobre la moralidad de la mentira que no te-
nemos oportunidad de desarrollar aquí.
44
Conclusiones
-
mente metafísica de todo ser inteligente, a la par que sobre la auténtica vo-
       
sugiere que los supuestos fundamentales del interés comunicativo contienen
observaciones de relieve antropológico acerca de la intersubjetividad (el plu-
ral del yo), ya que la verdad es el primer bien de la inteligencia (especulativa
y prácticamente) y por ende el mayor de los bienes humanos posibles. La
importancia de esta cuestión resulta del hecho que todo el que comunica au-
ténticos valores cumple realmente una función social:
La única manera de que efectivamente sea social un valor, es que la sociedad
participe de él, que lo conozca y lo viva. Y si realmente logra esto, el escritor

43
S. Th.,-
-

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44
Cf. , J., La unidad fundamental de la obra mayor de Antonio Millán-Puelles, Espí-
ritu LXIII, nº 147, 2014, p. 90.
133
Tendencia o interés comunicativo de la verdad. Algunos
aspectos del pensamiento de Antonio Millán-Puelles

cumplido, a su modo, la función social que le compete.
45
El interés por la verdad en cuanto veracidad es formalmente comunicati-
vo. Lo que en él importa es difundir la verdad, hacerla inter-subjetiva, justo
lo opuesto al interés por ocultarla, el cual no es siempre mentir, pero coincide
con él en tener un carácter formalmente intra-subjetivo en tanto que la ver-
dad permanece entonces clausurada en el sujeto que la conoce y no la dice.
Cada uno de nosotros poseemos ciertos saberes cuyas verdades no nos dejan
indiferentes. Rechazamos lo falso y nos satisface la obtención de certezas, es
la lección de san Agustín cuando escribe: ‘He encontrado muchos que que-
rían engañar, pero ninguno que quisiera dejarse engañar’.
46
El inmanentismo
y el representacionismo –la idea de que no podemos conocer la realidad sino
únicamente nuestras representaciones de ella– han llevado a que la Metafísi-
ca y la Gnoseología pierdan la referencia al concepto de verdad como bien de
la inteligencia.
47
En este sentido, volver a repensar la doctrina de Millán-Pue-
lles, nos puede brindar luces sobre la auténtica inclinación a ser comunicado-
res de la verdad en los diversos ámbitos de la vida social.
Referencias bibliográcas
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-
habilitación del concepto de verdad en el pensamiento de Antonio Millán-
Realidad e irrealidad. Estudios en ho-
menaje al Profesor Millán-Puelles, Madrid: Rialp, 2001.
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Nueva Revista, núm. 57, 1998,
pp.13-31.
, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, México, FCE, 1994.
, A., La función social de los saberes liberales, Madrid: Rialp, 1961.
, A., El interés por la verdad, Madrid, Rialp, 1997.
45
, A., La función social de los saberes liberales, p. 35.
46
, Confesiones, Gredos, 2010, L. X, 23, 33.
47
Cf. 
      Razón española, núm. 61,
1993, pp. 210-213.
, Suma Teológica, Madrid: BAC, 1961.
, M., La persona humana y su formación en Antonio Millán-Puelles, Pamplo-
na: Eunsa, 2011.
, I., Kant’s gesammelte Schriften, Akademie der Wissenschaften, VI, Berlín, Wal-
ter de Gruyter, 1900.