Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
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al inferior. Es un hecho, pues, que deseamos un valor ante su no existencia,
ante su desvalor y ante valores inferiores; por ejemplo, valoramos la libertad
frente a su pérdida, valoramos la belleza frente a la fealdad y valoramos la
seguridad frente a la comodidad. Sin embargo, es difícil decidir sobre qué
valor iría primero en determinadas situaciones, por lo que el problema de la
jerarquía de valores se vuelve uno fundamental en la axiología.
Después, Frondizi pregunta: ¿cuál es el método más apropiado para des-
cubrir la naturaleza del valor? He aquí el problema metodológico, a partir del
“una es empírica, la otra a priori”.
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No se piense que esta dicotomía desig-
que Frondizi critica a lo largo de su obra son contemporáneas más bien que
modernas; no obstante, es claro que estas teorías contemporáneas deben su
adhesión a la experiencia o a la razón por la tradición en la que están inscri-
en la intuición emocional –como quiere Scheler– capaz de trasladarnos a la
intimidad de las esencias y asegurarnos un saber indubitable?”.
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Frondizi con-
cluye que, por un lado, el camino de la experiencia es improcedente, pues “de
la observación de que la gente valora de un modo determinado no podemos
extraer la conclusión de que así se debe valorar”.
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Y, por otro lado, el cami-
no de la intuición infalible tampoco puede ser de ayuda, pues “con soberbia
con sus teorías”.
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En suma, la cuestión oscila entre las teorías de corte empiris-
ta, que ostentan un subjetivismo, y las teorías de corte racionalista o apriorista,
que ostentan un objetivismo, lo que devuelve a la primera pregunta.
Frondizi hila esta problemática a la cuarta cuestión: ¿cómo captamos los
valores? Aquí trae a colación algo que en la introducción distinguió, a saber,
el valor de las cosas valiosas. Además, existe en Frondizi una distinción más,
esto es, las cosas de las cosas valiosas. Así, una cosa es el “ente parasitario”
llamado valor, otra cosa es el receptáculo capaz de adquirir tal valor llamado
depositario, y una última cosa es la conjunción de ambos llamada bien. Ahora
bien, mientras que en un bien al depositario de su valor lo captamos con los
sentidos e incluso con el intelecto, aún resta por saber el modo en que se cap-
ta el valor mismo. Dos manzanas, por ejemplo, se perciben con los ojos, y su
semejanza con el intelecto, pero, ¿cómo captar su utilidad para la nutrición?
5
, R., ¿Qué son los valores?, p. 38.
6
, R., ¿Qué son los valores?, p. 38.
7
, R., ¿Qué son los valores?, p. 38.
8
, R., ¿Qué son los valores?, p. 39.