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Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
Vocation, ethos and education in Ortega y Gasset
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UPAEP, Universidad
ruben.sanchez.munoz@upaep.mx
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UPAEP, Universidad
cintiacandelaria.robles@upaep.mx
Yo soy una tarea o programa vital.
Ortega y Gasset, VIII, p. 440
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En este trabajo veremos las relaciones que hay entre los conceptos de vocación y ethos
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cuenta de su vocación o llamada interior por medio de la función estimativa: la persona
siente ese llamado y que los conceptos de ethos y vocación coinciden, que ambos apuntan
al mismo fondo insobornable de la persona. Para mostrar que es así, primero hablaremos
del carácter problemático de la vida; en segundo lugar, expondremos las notas más impor-
tantes de la vocación; en tercer lugar, diremos algo sobre la relación entre vocación, ethos y
estimativa y, en la última parte discutiremos sobre las relaciones entre vocación, educación
y circunstancia a partir de las carreras y la vida profesional.
Palabras clave: vocación, ethos, vida, circunstancia, estimativa, educación.

In this work we will see the relationship between the concepts of vocation and ethos
from the philosophy of Ortega y Gasset. The thesis that we are going to sustain is that the
person becomes aware of his vocation or interior call by means of the estimating function:
the person feels that call and that the concepts of ethos and vocation coincide, that both
point to the same unbribable background of the person. To show that this is so, we will
1
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2
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Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
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
notes of vocation; thirdly, we will say something about of relationship between vocation,
ethos and estimative and, in the last part, we will discuss the relationship between voca-
tion, education and circumstance based on careers and professional life.
Keywords: vocation, ethos, life, circumstance, estimative, education.
Introducción
Ortega nunca escribió un libro dedicado a la ética, a pesar de haber anun-
ciado en sus lecciones sobre ¿Qué es filosofía? que lo haría. No cabe duda de
que ese tema ocupa un lugar especial dentro de su obra y que éste sería uno
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En este trabajo nos proponemos explorar las relaciones que hay o puede
haber entre vocación, ethos y educación. No es una tarea fácil responder o
abordar estos temas, menos aún si no se tiene claro qué es el ethos y qué es la
vocación y de qué modo la educación y las profesiones contribuyen o no a su
realización. No es un tema nuevo, porque ha sido abordado desde un enfo-
que orteguiano por otros autores, pero se trata, pese a ello, de un tema actual
sobre el cual merece la pena seguir pensando.
En lo que sigue, trataremos de responder a las siguientes interrogantes,
-
ción con el ethosethos
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vocación? Primero hablaremos del carácter problemático de la vida; en segun-
do lugar, expondremos las notas más importantes de la vocación; en tercer
lugar, diremos algo sobre la relación entre vocación, ethos y estimativa y, en
la última parte discutiremos sobre las relaciones entre vocación, educación y
circunstancia a partir de las carreras y la vida profesional. La tesis que vamos
a sostener es que la persona se da cuenta de su vocación o llamada interior
por medio de la función estimativa: la persona siente ese llamado. Inclusive,
si renunciara a ese llamado o no pudiera cumplir con él, también lo viviría
de manera afectiva o estimativa; del mismo modo, queremos mostrar que los
conceptos de ethos y vocación coinciden, que ambos apuntan al mismo fondo
insobornable de la persona.
Como podrá apreciarse en las páginas siguientes, se trata de un tema de
actualidad, en especial si lo enfocamos desde la perspectiva de las carreras pro-
fesionales. En ese caso puede preguntarse si las profesiones responden a las
vocaciones. Si la respuesta llega a ser que no, que vocación y profesión no coin-
ciden, habrá que pensarse en las consecuencias que ello tiene para la persona,
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Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
y derivado de ella, qué implicaciones tiene para la vida social en la que dicha
persona se desenvuelve. Pero, del mismo modo, no podrían dejarse de lado los
aspectos positivos y las aportaciones de las carreras profesionales para la vida
en sociedad, por ejemplo, en lo que respecta a la organización del trabajo y la
contribución de la persona a su comunidad, etc. En este caso lo que saldrá a
relucir es el carácter relacional del ser humano, su ser social y, de la mano de
ello, las exigencias éticas que le impone el ejercicio de una profesión.
1. La vida como problema
A pesar de que este apartado puede aportar muy poco para la compren-
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ni original, no menos importante es decir que con ello se busca sentar las ba-

partida, de indicaciones preliminares que serán entretejidas posteriormente
con los problemas de la vocación, el ethos y la educación.

es la que sostiene que la vida es un problema que exige de la persona decisión
y libertad. Claro está que no es la única tesis de Ortega sobre la vida, sino uno
de sus atributos junto al cual se hallan el encontrarse en el mundo, la fatali-
dad, el carácter futurista y el saberse y comprenderse a sí misma. Nosotros
queremos destacar entre ellos el que la vida sea un problema personal para
después avanzar hacia el tema de la vocación y la educación. 

que darle a la “vida”?
En su curso de 1929, ¿Qué es filosofía?, Ortega sostiene que la vida es la reali-
dad radical, el dato primero del Universo. En la central lección IX de la edición
de las Obras completas dice: “lo primario que hay en el Universo es ‘mi vivir’ y
todo lo demás lo hay, o no lo hay, en mi vida, dentro de ella”, y allí mismo se-
ñala: “ ‘mi vida’ no soy yo solo, yo sujeto, sino que vivir es… también mundo”.
3
A esta coexistencia del yo, de mi yo, con el mundo, Ortega la llama “verdad
radical”. Existo yo, existe el mundo, pero no de modo independiente. Yo y
mundo coexisten. “Existir es primordialmente coexistir –es ver yo algo que no
soy yo, amar yo a otro ser, sufrir yo de las cosas”.
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La vida, en efecto, “es un
todo que contiene en su interior dos ingredientes: el yo que vive y el mundo
3
, J., Obras completas
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4
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 349.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
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o circunstancia en que esa vida tiene lugar”.
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qué
llama a la vida verdad o realidad radical?
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hacemos… Vivir es lo que hacemos y nos pasa”.
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Describe la vida como una
“realidad extraña”, la única que “tiene el privilegio de existir para sí mis-
ma”.
7
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que lo hacemos, es –en suma– encontrarse a sí mismo en el mundo y ocupa-
do con las cosas y seres del mundo”.
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Pero resulta que la vida, simplemente
nos es dada, nos encontramos en ella, nos descubrimos existiendo sin que lo
hayamos elegido y, además, nos descubrimos en un mundo, esto es, en una
circunstancia que no elegimos tampoco y a la que no podemos renunciar. No
hay yo sin mundo, no hay vida que no sea vida de un yo en una circunstan-
cia. “La vida nos es dada –mejor dicho, nos es arrojada o somos arrojados
a ella–, pero eso que nos es dado, la vida, es un problema que necesitamos
resolver nosotros”.
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“es un problema que necesitamos resolver nosotros”? La vida personal, la
-
tor arguye que la vida es problemática siempre, en todo momento y no sólo


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La vida es un problema porque no nos la dan hecha, sino que es una ta-

quiere decir, siguiendo las indicaciones de Aranguren, que en nuestra vida
hay que preferir unas posibilidades y postergar otras y que hay que apostar

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10
Y a ello
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11
esto es, en
palabras de San Martín, “el hecho de que la moral pertenece a la esencia de la

es decir, la teoría de la vida humana”.
12
5
, J., Ortega y Gasset (1883-1955), Madrid: Ediciones del Orto, 1997, p. 39.
6
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 353.
7
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 501.
8
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 41.
9
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 356.
10
, J. L., Ética, p. 188.
11
, J. L., Ética, p. 188.
12
., “Vocación y profesión”, pp. 95 y ss.
99
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
Pedro Cerezo, por su parte, habla de “la estructura pato-eto-lógica de la
vida” en su artículo “Páthos, éthos, lógos (en homenaje a Antonio Rodríguez
Huéscar)”. Partiendo de la siguiente cita de Ortega, Cerezo sostiene que el
hombre tiene que hacérselo “todo”, “incluso su sí mismo, incluso su razón,
que no es una dote natural sino una conquista histórica”.
13
Las palabras de
Ortega son las siguientes: “Nada que sea sustantivo ha sido regalado al hom-
bre. Todo tiene que hacérselo él”.
14
De esta manera, el hombre queda ex-
puesto como un ser indigente y menesteroso. Ortega argumenta, entonces,
siguiendo a Goethe, que el hombre sabe de sí mismo “cuando goza y cuando
sufre” y que “sólo sus sufrimientos y sus goces le instruyen sobre sí mismo,
le enseñan lo que ha de buscar y lo que ha de evitar”.
15
-
damentar la tesis que hemos propuesto en este ensayo, a saber, que hay una
relación estrecha entre vocación y estimativa.
Pues bien, dado que la vida aparece como problema, lo que hay que hacer

decirse que la vida se resuelve viviéndola, haciéndola. Pero esa respuesta no

la vida de cualquier forma o, dicho de otro modo: cualquier forma de vida

importar el modo de vivir?
No se trata de un asunto sencillo, sino de un problema vital, de un problema
en el que ya se puede anticipar que está en juego el ser mismo de la persona.
Para la persona, su vida es su ser, pero no es un ser que le haya sido dado
de modo ya hecho, sino que ella misma tiene que hacerla, la persona tiene en
cierto modo que fabricar su ser, o sea, su vida. “Somos lo que ella sea y nada
más –pero ese ser no está predeterminado, resuelto de antemano, sino que ne-
cesitamos decidirlo nosotros, tenemos que decidir lo que vamos a ser”.
16
Y este
tener que decidir lo que vamos a ser exhibe, a juicio de Ortega, la paradoja de
la vida: que su ser consiste en decidir lo que va a ser, por tanto, lo que aún no
es.
17
La conclusión a la que llega Ortega en este capítulo IX del curso ¿Qué es
filosofía?, y con la que cierra, es ésta: “No es el presente o el pasado lo primero
que vivimos, no: la vida es una actividad que [se] ejecuta hacia adelante, y el
presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro”.
18
13
P., “Páthos, éthos, lógos (en homenaje a Antonio Rodríguez Huéscar)”, en Revista de
Estudios Orteguianos, núm. 24, 2012, p. 86.
14
, J., Obras completas, vol. V, p. 537.
15
, J., Obras completas, vol. V, pp. 130 y ss.
16
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 357.
17
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 358.
18
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 358.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
100
La persona, o sea el yo, se encuentra en el mundo, y se encuentra ocupado
con las cosas, dejándose afectar de muchas maneras por el mundo; es más,
Ortega sostiene que en todo momento nos encontramos afectados por las
cosas, afectados de un modo o de otro por lo que nos ocurre.
Mundo es sensu stricto lo que nos afecta. Y vivir es hallarse cada cual a sí mis-
mo en un ámbito de temas, de asuntos que le afectan. Así, sin saber cómo, la
vida se encuentra a sí misma a la vez que descubre el mundo. No hay vivir si
no es en un orbe lleno de otras cosas, sean objetos o criaturas; es ver cosas y
escenas, amarlas u odiarlas, desearlas o temerlas. Todo vivir es ocuparse con
lo otro que no es uno mismo, todo vivir es convivir con una circunstancia.
19
En este mundo vital, como lo llama Ortega, la persona tiene que antici-
parse a sí misma, tiene que decidir qué hacer con su vida, tiene que decidir
quién quiere llegar a ser. La circunstancia, que es una más de las categorías
de la vida, le ofrece a la persona posibilidades sobre las cuales se tiene que
decidir. Pero tiene que decidirse dentro de posibilidades que le ofrece su
mundo, el mundo en que vive y el cual no eligió. Para ello es necesario que
entienda o comprenda, esto es que interprete el mundo en el que está. En
consecuencia, la “razón hermenéutica” de Ortega consiste en la “necesidad
de interpretar lo que hay”.
20
La vida es libertad, pero, paradójicamente, es libertad dentro de la fa-
talidad. “Vida es, a la vez, fatalidad y libertad, es ser libre dentro de una
fatalidad dada”.
21
En consecuencia, vivir es tener que decidir constante-
mente lo que vamos a hacer y lo que vamos a ser. Vivir es estar arrojados
al futuro y, por ello mismo:
vida es preocupación, y lo es no sólo en los momentos difíciles, sino que lo
es siempre y en esencia no es más que eso: preocuparse. En cada instante
tenemos que decidir lo que vamos a hacer en el siguiente, lo que va a ocupar
nuestra vida. Es pues ocuparse por anticipado, es pre-ocuparse.
22
En el ensayo de 1932 “Pidiendo un Goethe desde dentro”, la vida queda
entendida como “la inexorable forzosidad de realizar el proyecto de exis-
tencia que cada cual es”.
23
Porque la vida es lo que hace un yo en una cir-
cunstancia: “una vida es una unicidad irrepetible, articulada en un yo y el
mundo que habita”.
24
19
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 355.
20
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 103.
21
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 368.
22
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 372.
23
, J., Obras completas, vol. V, p. 125.
24
 , J., Obras completas, vol. IX, p. 511. Ver , J., “Circunstancia contra
vocación: el diálogo de Gaos con Ortega”, en Metafísica y persona, núm. 21, 2019, p. 27.
101
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
Veamos ahora en qué sentido la vocación se relaciona con nuestro ser
personal y cómo llega a convertirse en una parte fundamental del problema
vital, más aún, veamos qué pasa desde el punto de vista de la estimativa si
acertamos o si erramos en la vocación.
2. ¿Qué es la vocación?
Anteriormente hemos preguntado si la vida debe vivirse del modo que
sea, si da igual vivir de un modo o de otro, dedicarse a una cosa u otra. De
manera intuitiva podríamos responder que no. Sencillamente nos imagina-
mos viviendo de un modo o de otro y vemos en este ejercicio imaginativo
que hay modos de vivir y modos de ser que son acordes a nuestra persona, y
otros que no lo son. Aquellos que no lo son son modos de vida ajenos, son las
vidas de otros, en este caso, de otras personas, pero no mías. En consecuencia,
un modo de ser corresponde a lo que somos, y los demás no. Ahora intente-

Vivir es encontarse ocupado con las cosas, preocuparse con lo que se va a
hacer, por quien se quiere llegar a ser. Pero se quiere llegar a ser, porque no


-
cemos y lo que nos pasa; y lo que hacemos lo hacemos nosotros de manera
personal en el mundo que nos rodea; en este mundo nos pasa todo lo que nos
pasa, muchas de esas cosas ocurren porque nosotros las elegimos, y pasan
como queremos que pasen, y otras ocurren sin que nosotros tengamos nada
que ver, y nos afectan sin que nosotros hayamos intervenido. Tanto las cosas
que planeamos, como las que no, nos afectan. En este mundo que le es dado,
la persona debe elegir qué quiere hacer con su vida, tiene que elegir qué quie-
re llegar a ser. Vida es, por ello, quehacer.
Dentro de los modos posibles que hay para elegir el estilo de vida per-

título “Misión del bibliotecario” habla Ortega de la “Misión personal”.
Allí dice que:
el hombre es la única y casi inconcebible realidad que existe sin tener un ser

-
sentará en su fantasía muchos tipos de vida posibles, y al tenerlos delante,
notará que alguno de ellos le atrae más, tira de él, le reclama o le llama. Esta
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
102
llamada que hacia un tipo de vida sentimos, esta voz o grito imperativo que as-
ciende de nuestro más radical fondo, es la vocación.
25
De acuerdo con ello, el hombre elige su propio ser, pero lo hace aten-

vocación llega a convertirse para la persona en un imperativo, digamos tam-
bien en un deber. El deber ser que la persona tiene que ser. La vocación se

palabras de Pedro Cerezo: “más interno y propio del carácter, así entendido,
lo más personal, es para Ortega la vocación”.
26
Así, Ortega habla de “la voz de la vocación” y argumenta que “el vivir
va constituido esencialmente por un imperativo”.
27
A juicio de Ortega, la
vocación es el destino del hombre y éste no puede tener más que un destino.
-
re decir que el hombre hace su ser a su modo, que el hombre puede llegar a
ser lo que él quiere? La persona tiene que determinarse a sí misma, pero no
de manera arbitraria. No se elige el destino o la vocación en el sentido de que
uno llega a ser lo que sea que uno quiere, sino que se elige en tanto que se
acepta, se elige la vocación en tanto que la persona se decide a cumplir con
ella y llegar a ser el que tiene que ser.
En este sentido, Pedro Cerezo habla de una “ontopraxeología”, y con ello
quiere decir que “la determinación del sentido del entitativo depende de una
praxis vital”;
28

-

yo, que es también, por lo mismo, la clave arquitectónica de su mundo. Y el

regula morum previa, ni siquiera un imperativo incondicionado, que le pres-
criba abstracta y formalmente su deber, sino el imperativo vital de aceptar
el destino concreto, que es su vida, y tratar de descubrir, fundido con ella, el
sentido de su vocación”.
29
En consecuencia, el ser de la persona no es un ser
abstracto, a priori o formal, sino un “concreto e individual tener-que-ser”.
30
Así pues, la vocación es un imperativo formal de autorrealización en la ver-
25
, J., Obras completas, vol. V, p. 350. Ver también vol. V, p. 298 y vol. IX, p. 66.
El subrayado es nuestro.
26
, P., José Ortega y Gasset y la razón práctica

27
, J., Obras completas, vol. V, p. 138.
28
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 100.
29
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 100.
30
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 101.
103
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
dad de sí mismo, pero, a su vez, envuelve un núcleo material de valor o una
personalidad moral”.
31
Es lo que Ortega sostiene en su artículo de 1932, “Pidiendo un Goethe
desde dentro”:
Porque vivir es precisamente la inexorable forzosidad de determinarse, de
encajar en su destino exclusivo, de aceptarlo, es decir, resolverse a serlo. Te-
nemos, queramos o no, que realizar nuestro “personaje”, nuestra vocación,
nuestro programa vital, nuestra “entelequia”.
32
Aquí puede verse, en efecto, la relación de identidad que hay entre a)
nuestro personaje, b) nuestra vocación, c) nuestro programa vital y d) nues-
tra entelequia. En ese sentido, la persona es un programa vital y su vida está
orientada en función de una trayectoria vital. “Este personaje ideal que cada
uno de nosotros es, se llama ‘vocación’ ”.
33
Y por ello, la vocación responde
a la pregunta “quién soy yo”.
34
A juicio de Ortega, la vocación responde a la vida auténtica de la perso-
na y, en consecuencia, fuera o lejos de la vocación la persona tendría como
resultado una vida inauténtica. Consecuentemente, “el hombre no puede
tener más que una vida auténtica, la reclamada por su vocación”.
35
A su
-
mente, nuestra vida más o menos auténtica”.
36
Por ello, la vocación se im-
pone a la persona como un imperativo, como el deber ser que debe realizar.
Porque la vida del yo es una vida individual, que justo está por hacer, vivir
es quehacer, decidirse, determinarse cada yo en un mundo. Al elegir el tipo
de vida que quiere vivir, la persona se está eligiendo a sí misma y, con ello,
elige la “la carrera de su existencia”.
37
            
-
cultad, a saber, que no siempre es posible cumplir la vocación y, por tanto,
que por diversas razones a veces no es posible dar cumplimiento a nuestro
programa vital o personaje. Ortega creía que lo más importante no era tan-
to el modo como el hombre luchaba con el mundo o circunstancia que es
su “destino exterior”, sino que lo más importante era “la lucha del hombre
31
 P., “Páthos, éthos, lógos”, pp. 101 y ss.
32
, J., Obras completas, vol. V, p. 138.
33
, J., Obras completas, vol. VI, p. 636.
34
, P., José Ortega y Gasset y la razón práctica, p. 127.
35
, J., Obras completas, vol. V, p. 137.
36
, J., Obras completas, vol. V, p. 126.
37
, J., Obras completas, vol. V, p. 298.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
104

adscribe radicalmente a ella, o, por el contrario, es un desertor de ella y llena
su existencia con sustitutivos de lo que hubiera sido su auténtica vida?”.
38
A
juicio de Aranguren la dimensión trágica de la vida para Ortega consiste en
que “a lo mejor, no podemos en ella ser el que inexorablemente somos”.
39
En efecto, dentro de las posibles formas que tiene el hombre de realizar
su vida, encuentra una que responde a su ser auténtico. En su libro En torno
a Galileo, Ortega dice que “sólo se vive a sí mismo, sólo vive, de verdad, el
que vive su vocación, el que coincide con su verdadero ‘sí mismo’ ”.
40
Pero
advierte que la mayoría de las personas se dedican a “acallar y desoír esa voz
de la vocación”, hacen “ruido dentro de sí” para “ensordecerse”, “distraerse
para no oírla y estafarse a sí mismo sustituyendo su auténtico ser por una
falsa trayectoria vital”.
41


a su vida auténtica para vivir una vida inauténtica?
La vocación, como destino personal, implica que la persona no debe hacer
cualquier cosa de sí, sino que está llamado a hacer de sí mismo “algo muy de-
terminado”.
42
Y esta idea, dicha así, ya tiene dentro o detrás de sí un sentido
ético. Javier San Martín la llama “norma moral fundamental”, y consiste en

43
A eso está llamada la persona,
ese es su imperativo.
Soy en el más radical ser de mí mismo “vocación”, es decir, soy el llamado a

A una cierta trayectoria vital; por tanto, a un cierto comportamiento en el


con las cosas.
44
Pero, como hemos visto ya, el ser de la persona es un ser arrojado al futu-
ro, es proyecto. Es el yo personal el que debe realizar su vida para llegar a ser
el yo personal de mañana, porque nuestro yo “es siempre futuro, un porvenir
inmediato y remoto que hay que lograr y asegurar”.
45
Es la conciencia la que
le dice a cada cual qué tiene que ser.
38
, J., Obras completas, vol. V, p. 126.
39
, J. L., Ética, p. 291.
40
, J., Obras completas, vol. VI, p. 483.
41
, J., Obras completas, vol. VI, p. 483.
42
, J., Obras completas, vol. V, p. 144.
43
“Vocación y profesión”, p. 109.
44
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 438.
45
, J., Obras completas, vol. IX, p. 445.
105
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
Esa íntima conciencia constantemente nos dice quién es ése que tenemos que
ser, esa persona o personaje que tenemos que esforzarnos en realizar, y nos
lo dice con una misteriosa voz interior que habla y no suena, una voz silente
que no necesita palabras, que es, por rara condición, a un tiempo monólogo
y diálogo, voz que, como un hilo de agua, asciende en nosotros de un hon-
tanar profundo, que nos susurra el mandamiento de Píndaro: γένοι᾽ οἷος ἐσσὶ
“Llega a ser el que eres”; una voz que es llamada hacia nuestro más auténtico
destino; en suma, la voz de la vocación, de la personal vocación. El yo autén-
tico de cada hombre es su vocación. A veces –advertencia muy importante
para la biografía–, ese yo, esa vocación, aun siéndolo auténticamente, no son
claros, son equívocos, vacilantes, confusos.
46
La persona, entonces, puede cumplir con su vocación o no y vivir su vida
personal de manera auténtica o inauténtica. Está en sus manos la posibilidad de


de la persona es aquella realidad en la que se vive la vocación; fuera de ella, el
proyecto vital de la persona queda escindida, “el hombre se dilacera”, dice Orte-
ga: “se escinde en dos: el que tenía que ser y el que resulta siendo”.
47
Lo que podemos anticipar es que el cumplimiento de la vocación man-

ética y la estimativa?
3. Ethos, vocación y estimativa
Meditaciones del
Quijote de 1914; los especialistas de la obra de Ortega están de acuerdo en que
en ella están anunciados, si no todos, sí la mayoría de los temas y problemas
que Ortega va a desplegar en sus obras posteriores.
48
El propio Ortega reco-
noció que en su frase “Yo soy yo y mis circunstancia y si no la salvo a ella no
me salvo yo”
49
están contenidas las líneas rectoras de su pensamiento. En
especial podemos destacar de esta obra lo que Ortega llama allí “moral del
héroe”, de una “moral abierta, no dogmática”, como dice Díaz Álvarez.
50
Pero
46
, J., Obras completas, vol. IX, p. 445. El lema de Píndaro, dice Cerezo Galán, es
el lema de la ética de Ortega. Ver  P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 101.
47
, J., Obras completas, vol. V, p. 131.
48
Ver , J. M., “EL héroe realista como modelo moral. Algunas consideraciones
sobre la ética de Ortega y Gasset”, en , J. y , J., Ortega en circunstancia. Una
losofía del siglo XX para el siglo XXI, Madrid: Biblioteca Nueva, 2005, p. 148.
49
, J., Obras completas, vol. I, p. 757.
50
, J., Obras completas, vol. I, p. 757.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
106
llama la atención que el tema de la ética sea inseparable de la vocación y que
éstos, en última instancia, ocupen un lugar importante para pensar la edu-
cación y el lugar que ocupan las profesiones en la vida social. En el capítulo
que Javier San Martín publicó en 2007 sobre “Vocación y profesión: bases
orteguianas para una ética del futuro”, en el libro Ortega en perspectiva, edi-
tado por Pedro Cerezo, llama la atención respecto de que el tema de la ética,
que es tan importante para entender la política y la vida social, Ortega apa-
rentemente haya escrito menos, que no haya entrado de lleno y que incluso

51
En consecuencia, lo que propone San Martín en este ensayo es ampliar los
estudios sobre la ética de Ortega, porque en ésta encuentra bases sólidas para
pensar una ética del futuro.
Quizás han sido los alumnos de Ortega quienes desarrollaron aspectos im-
portantes de la ética tomando como punto de referencia las indicaciones del
maestro. En ese sentido, ocupa un lugar especial la Ética de Ortega de José
Luis Aranguren, publicada en 1958 por la editorial Taurus. Del mismo modo,
en la Ética publicada ese mismo año, pero en la Editorial Revista de Occidente,
la ética de Ortega es, podríamos decirlo así, uno de los hilos conductores de la
meditación sobre la vida ética y la moralidad, pues, siguiendo a Ortega, Aran-
guren sostenía que “el hombre es constitutivamente moral” y que, por esa ra-
zón, no tenían sentido expresiones como “inmoral” o “amoral” para referirse
al ser humano,
52
o que la vida, “antes de ser honesta o inhonesta, es moral”.
53
Así pues, más que una relación ética entre la persona y la vocación, lo que
tenemos que resaltar aquí es la importancia que Ortega da al ethos personal.
Con ello quiere decirse que toma distancia de la ética, si por ética se entiende

aleja también de la moral, entendiendo por ella “el conjunto de las normas
ideales que tal vez aceptamos con la mente, pero que a menudo no cumpli-
mos”. En lugar de ética o moral, Ortega habla en esta misma obra, a saber Me-
ditaciones del Quijote, del ethos. “Entiendo por ethos, sencillamente, el sistema
de reacciones morales que actúan en la espontaneidad de cada individuo, cla-
se, pueblo, época…El ethos… vendría a ser como la moral auténtica, efectiva
y espontánea que de hecho informa cada vida”.
54
Ahora bien, si es el ethos el

tiene con la vocación?
51
., “Vocación y profesión”, p. 95.
52
, J. L., Ética, Barcelona: Ediciones Altaya, 1998, p. 49.
53
, J. L., Ética, Barcelona: Ediciones Altaya, 1998, p. 49.
54
, J., Obras completas, vol. II, p. 616.
107
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
No se trata, entonces, de pensar la moral, o sea, lo que Ortega entiende por
ethos, como una especie de receta o manual que nos dice cómo comportarnos,

siempre que se trata del hombre individual, puesto que, como bien ha visto
Aranguren, “el ethos es estrictamente individual”.
55
Pero, por otro lado, de
acuerdo con San Martín, en la propuesta ética de Ortega nos encontramos
con un programa de salvación, pero, dicho sea de paso, no de una salvación

que anuncia en las Meditaciones del Quijote y la cual consiste en “llevar las co-
sas, léase la sociedad, la vida de cada uno y la vida de los otros, en la medida
de nuestras posibilidades, a la plenitud de su signicado”.
56
Ya hemos visto que la persona está llamada a cumplir con su destino. Este
destino es personal, por tanto, es el destino de cada yo individual. “Yo soy
[…] el que tiene que ser tal o cual; yo soy la vocación de mi existencia, o
dicho de otro modo, estoy constituido radicalmente por la necesidad de rea-
lizar en el mundo un cierto programa o proyecto vital”.
57
Tambien dice que
“la vocación no es nada genérico sino singularísimo, ultraconcreto, como la
persona”.
58
En consecuencia, la vocación es individual, como la vida, y así
como la vida es intransferible, la vocación también lo es. Nadie puede vivir
y cumplir la vocación en lugar de otro. Pero, por las mismas razones, sólo la
persona individual puede hacer frente a su llamada interior y sólo ella puede
responder a esa llamada o bien darle la espalda y acallarla o desoírla. “La
vocación es, pues, sentirse llamado a ser el ente individualísimo y único que,
en efecto, se es. Toda vocación es, hablando con rigor, vocación para ser yo
mismísimo, me ipsimum”.
59
Siguiendo las indicaciones de Ortega, Aranguren sostuvo que “Nos hace-
mos éticamente a nosotros mismosagere– haciendo –facere– las cosas de nuestra
vocación mundana y ayudando a hacerse éticamente a los demás”.
60
por ello,
la vocación personal pasa a ser vocación externa o social, porque es en la entrega

La vocación no es un polo vacío o un concepto o ideal abstracto o meramente
formal, sino un quehacer que para ser efectivo debe realizarse y materializarse
en un quehacer concreto y efectivo. Una vocación forjada de espaldas a la rea-
55
, J. L., Ética, p. 173.
56
., “Vocación y profesión”, p. 95.
57
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 440.
58
, J., Obras completas, vol. IX, p. 726.
59
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 439. Ver , S., “El doble reto de la ética
orteguiana. Primeros apuntes sobre las dimensiones de la moral en Ortega”, en , J. M. y
, J., La razón y la vida. Escritos en homenaje a Javier San Martín
60
, J. L., Ética, p. 173.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
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lidad no sería una auténtica vocación, sería vana y no estaría a la altura de los
tiempos, ya que el paisaje o circunstancia forman parte de la vida. No nos pa-
rece que las palabras de Aranguren contradigan o desdigan las tesis de Ortega
al sostener: “La vocación se va forjando en la realidad, en la praxis con ella”.
61
Cabe decir aún el lugar importante que Ortega atribuye a la estimativa de
la persona y el vínculo que encuentra entre la estimativa, el ethos y la voca-

de valoraciones, un preferir ciertas cosas y posponer otras, un amar esto y
odiar aquello”.
62
Lo que Ortega llama “función estimativa” en su Sistema de
psicología es “la raíz de la persona y de ella depende la función intelectiva y
la volitiva y cuantas pueda distinguir la psicología en nuestra vida mental”.
63
Pero merece la pena resaltar que a este carácter estimativo de la persona la
llama Ortega ethos.
64

que se piensa o intuye, que el saber de este llamado es emotivo o sentimental?
La estimativa ocupa un lugar especial dentro de las meditaciones actuales
sobre el pensamiento de Ortega. En este trabajo, no podemos hacer un balan-
ce general de estas discusiones ni anunciar los problemas que están implica-
dos en el tratamiento de la estimativa, tales como su relación con la fenome-
nología y el lugar especial que ocupa en ello la teoría de los valores de Ortega.
Este sería en todo caso un tema a desarrollar en otro trabajo. Basta señalar

son los valores?”,
65
por tratarse de un texto que Ortega mismo publicó, pero
habría que tener en cuenta también aquellos textos de los cuales no se tenía
noticia hasta hace relativamente poco, por ejemplo, su Sistema de Psicología
de 1916 y la conferencia de Ortega de 1918: “Discurso para la Real Academia
para las Ciencias Morales”, texto que Ortega preparó, pero no leyó. En este
tenor, no podrían dejar de mencionarse las “Notas de trabajo sobre estima-
tiva”, tanto la primera como la segunda partes, publicadas en la Revista de
Estudios Orteguianos
66
y cuya publicación y enfoque ha llamado la atención de
algunos estudiosos de la estimativa en Ortega.
67
61
, J. L., Ética, p. 282.
62
, J., Obras completas, vol. VII, p. 755.
63
, J., Obras completas, vol. VII, p. 755.
64
, J., Obras completas, vol. VII, p. 755.
65
, J., Obras completas
Gregorio Marañón, 2008, pp. 531-549.
66
, J., “Notas de trabajo sobre estimativa. Primera parte”, edición de J. Echeve-
rría y D. Sánchez, Revista de Estudios Orteguianos, núm. 32, 2016, pp. 5-54 y ,
J., “Notas de trabajo sobre estimativa. Segunda parte”, edición de J. Echeverría y D. Sánchez,
Revista de Estudios Orteguianos, núm. 33, 2016, pp. 7-25.
67
Ver la discusión en , J. , S., “La estimativa de Ortega y sus circunstancias”,
en Revista de Estudios Orteguianos, núm. 34, 2017, pp. 81-115 y el comentario crítico de -
109
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
Por nuestra parte, todo parece indicar que sí, que en relación a la vocación
la vida afectiva es la que le dice a la persona lo que debe ser y desde donde se
orienta para actuar. En efecto, Ortega habla de “ ‘vocación’, es decir, un ‘sen-
tirse llamado’ por las más misteriosas, latentes y sugestivas voces interiores.
Esas voces son el ethos”.
68
Dentro de ese sistema de valoraciones en las que
la persona se encuentra dispuesta en el mundo, también se encuentra valo-
rando su propia vida, valorando su propia persona, su proyecto vital, su sí
mismo. “Este ser-ya-en, arrojado al mundo, o mejor, a la nuda circunstancia y
en diálogo dramático con ella, es sentido y padecido como indigencia de ser”.
69
Hacemos énfasis en que este ser arrojado al mundo es “sentido y padeci-
do”, por la relación que tiene con la estimativa y por la importancia que ello
tendrá a su vez para la vocación, ya que ésta, al ser una dimensión de la vida
y además una dimensión personalísima e individual, también se siente y se
padece, se vive de manera estimativa y su cumplimiento o falta de cumpli-
miento tiene consecuencias páticas. El ser humano padece esas consecuencias
por medio de sus estados de ánimo –como lo exhibe Ortega al hablar de Goe-

En el Sistema de psicología, Ortega dice que: “Frente a Kant sostendremos,
pues, que si hay una ‘razón práctica’ ésta no será una razón intelectual sino
una... raison du coeur, como vagamente suponía Pascal. Scheler en su Formalis-
mus in der Ethik, alude ya a esto. Y, en efecto, lo que yo entiendo por Estimativa
sería un sistema de la ‘razón’ cordial”.
70
De acuerdo con ello, las cosas –y ello
quiere decir los objetos, las personas, el mundo entorno– exhibe para nosotros
cualidades de valor que llegamos a estimar y que, por ello mismo, nos afectan.
Difícil es que ante cosa alguna nos limitemos [a] aprehender su constitución
real, sus cualidades estimativas, sus causas, sus efectos. Junto a todo esto,
junto a lo que una cosa es o no es, fue o puede ser, hallamos en ella un raro,
sutil carácter en vista del cual nos parece valiosa o despreciable.
71
En las cosas aparecen cualidades de valor que las hacen, para nosotros,
buenas o malas, bellas o feas, útiles o inútiles, etc., y que por ello las quere-
mos o las rechazamos. Ortega llama “conciencia de valor” a esta conciencia
en la cual tenemos noticia de los valores, esto es, las “cualidades ideales de los
objetos
72
Del mismo modo, habla de
, N., “La estimativa de Ortega: de sus circunstancias a sus bases fenomenológicas”, en
Revista de Estudios Orteguianos núm. 39, 2019, pp. 187-218.
68
, J., Obras completas, vol. VII, p. 755.
69
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 100. Subrayado nuestro.
70
, J., Obras completas, vol. VII, p. 709, nota.
71
, J., Obras completas, vol. VII, p. 710 y ss.
72
, J., Obras completas, vol. VII, p. 729.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
110
la “conciencia estimativa” para referirse a la “percepción de valores positi-
vos y negativos”.
73
Lo propio del sentir, que es donde hay que posicionar la estimativa, es
que aparece “como reacción subjetiva ante una realidad sintiéndonos a
nosotros mismos, lo que no ocurre con el conocimiento; esa reacción es el

74
Así, lo que juzgo y
-
do un sistema de valoraciones. Este sistema de valoraciones se presenta en
nuestra vida a través de la estimativa. Estimar es estimar valores, sentirlos,
y al sentirlos, sentirse a sí mismo. El ser humano siente su vocación en el
sentido de algo particular que valora por encima de otras cosas y siente
también cuando está cumpliendo con ella o no; siente si está realizando su

los casos, parece ser que no se puede separar la vida de su dimensión pática,
ya que tanto lo que se va haciendo como lo que se deja de hacer, afecta la
vida de la persona y tiene implicaciones en ella: la alegría, el gozo, la tris-
teza o el mal humor, serían respuestas afectivas o estimativas que estarían
anunciando la relación de cumplimiento o falta de cumplimiento del yo con
su ser más íntimo, esto es, con su vocación.
En palabras de Pedro Cerezo, “los sentimientos de satisfacción interna o
de desagrado ofrecen pautas orientativas acerca del valor interno de nuestro
querer vital” y siendo verdad que el tema de la vocación no podría compren-
derse sin otras dimensiones de la vida humana, tales como “el conocimiento
del medio social, del nivel histórico de la vida, y de la propia dotación psí-
quica e inclinación […] las dimensiones valorativas son, con todo, determi-
nantes”.
75
Por estas razones , Ortega llegó a decir que: “Un hombre es antes y
más hondamente que otra cosa cualquiera un régimen de estimaciones y desesti-
maciones: el resto de sus actividades se modela y mueve dentro del marco de
su carácter estimativo”.
76
La vocación, en consecuencia, no puede separarse de un sistema de valo-
raciones. “Incluye siempre relaciones de valor desde un determinado escorzo

77
Por ende, la estimativa juega un lugar importante res-
pecto de la relación que tiene el hombre consigo mismo y con el mundo que
le rodea.
78
En efecto, las personas, las cosas, los objetos…
73
, J., Obras completas, vol. VII, p. 731, nota.
74
., “Vocación y profesión”, p. 94.
75
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 105.
76
, J., Obras completas, vol. VII, p. 731, nota.
77
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 105.
78
, R. y , C., “El problema de la estimativa en Ortega y Gasset”, en Revista del
Centro de Investigación de la Universidad La Salle, núm. 51, 2019, pp. 21-40.
111
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
los hallamos organizados en una estructura universal distinta, para lo cual
no es lo decisivo, qué sea o qué no sea cada cosa, sino qué valga o qué no
valga, qué valga más o qué valga menos [… las cosas] las estimamos o des-
estimamos, las preferimos o las postergamos –en suma, las valoramos. Y […]
en cuanto valoradas aparecen acomodadas en una amplísima jerarquía cons-
tituida por una perspectiva de rangos valorativos.
79
La persona se siente a sí misma, y como parte de este sentirse está el sentir-
se llamada a ser de tal o cual manera, llamada a ser quien tiene que ser, a va-
lorar más un modo de vida que otros y, por tanto, a preferir un estilo y dejar
de lado otros. Actúa acorde a un sistema de valoraciones y una jerarquía de

postergar, está el de sentirse llamado a ser mejor, a ser mejor del que se es. Es
un imperativo que se convierte al mismo tiempo en una exigencia.
-
tiende, de ser siempre mejor de lo que ya son, de no vivir jamás en abandono
y a la deriva de los usos en torno y de los propios hábitos sino, por el contra-
rio, exigirse a sí mismos y de sí mismos siempre más. Es, por excelencia, el
imperativo de la nobleza de alma –noblesse oblige
auténtica calidad de nobleza es sentirse a sí mismo no tanto como sujeto de

mismo. Porque es indudable que no hay cosa –ni la más sencilla y cotidiana–
que no se pueda hacer de dos maneras: una mejor y otra peor, y los que tienen
esta vocación de propio mejoramiento, ante todo acto, se hacen cuestión de
cuál es su manera mejor.
80
Que esto sea así apunta en una dirección: la persona está llamada a ser
la mejor versión de sí misma, de ser su mejor yo o, como sostiene Lasaga, la
vocación como imperativo ético exige “el deber de ser uno mismo, el deber
de dar a la propia vida su plenitud y perfección”.
81
A ello apunta el ethos. A
través del sistema de preferencias, del preferir y el postergar, se puede anti-
cipar, dice Ortega, cuáles son “los resortes del preferir que ponen en tensión
su existencia”. La existencia es “lo primario en el hombre”,
es la realidad en él más suya, profunda y constitutiva –previa a la interven-
ción de lo extraño y ajeno, aunque logre o no realizarse, a su deformación por
los azares de la vida. Es, en suma, nuestra “vocación” –palabra estupenda
que describe exactamente esa vocecita insonora que en el fondo de nuestra
persona nos llama en todo instante a ser de un cierto modo. La vocación es el
79
, J., Obras completas, vol. VII, p. 711.
80
, J., Obras completas, vol. IX, p. 902.
81
, J., Figuras de la vida buena, Madrid: Enigma Editores, 2006, p. 212.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
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imperativo de lo que cada cual siente que tiene que ser, por tanto, que tiene
que hacer para ser su auténtico yo.
82
El ethos al que apunta la vocación, como consecuencia de lo anterior, queda
reservado para las minorías. Ello es consistente con lo expuesto en las Medita-
ciones del Quijote
al héroe como aquel que lleva su vida como una “perpetua resistencia a lo
habitual y cosueto”, como aquel que intenta en cada movimiento “vencer a
la costumbre e inventar una nueva manera de gesto”.
83
Y vuelve a aparecer
en La rebelión de las masas de 1930, cuando Ortega distingue entre vida vulgar
y vida noble. La nobleza de la que habla no tiene nada que ver con la sangre
o la posición social, sino con el esfuerzo. La vida noble es la vida como disci-

derechos”.
84
Por ello, como ha visto Díaz Álvarez en “El héroe realista como
modelo moral”, la rebelión de las masas de la que habla Ortega “es en el fondo
una rebelión moral”. El problema que Ortega estaría subrayando, a su juicio,
sería que el hombre masa “ha tocado el orden de valores y se ha vuelto ciego,
ha perdido su sensibilidad a la hora de distinguir lo noble, lo excelente; ha […]
obliterado su alma de cara a aquellos ideales que son dignos de tal nombre”.
85

sea que no le es permitido a la persona vivir su vida de cualquier forma, no
por lo menos si lo que quiere es llevar una vida auténtica. Así, “la categoría

autenticidad, ya que ésta se encuentra siempre expuesta a no llegar a ser o a

86
Así, como apunta Lasaga, la elegancia
es la forma orteguiana da la prudencia aristotélica, porque elegante es el que

la persona ante sí misma. Elegancia y ética, en este sentido coinciden, son
sinónimos.
87
Es más, Ortega cree que en lugar de ética debería hablarse de
elegancia, entendiendo por tal “el arte de elegir la mejor de las conductas, la
ciencia del quehacer”
88
y también “el arte de elegir bien nuestras acciones”.
89
El hombre es elegante, entonces, cuando sabe elegir
90
y cuando hace lo que
tiene que hacer.
91
Cumplir con la vocación o por lo menos el vivir en el es-
82
, J., Obras completas, vol. IX, pp. 901 y ss. Subrayado nuestro.
83
, J., Obras completas, vol. I, p. 816.
84
, J., Obras completas, vol. IV, pp. 411 y ss.
85
 J. M., “El héroe realista como modelo moral”, p. 166.
86
, J., Figuras de la vida buena, p. 213.
87
, J., Obras completas, vol. IX, p. 1174.
88
, J., Obras completas, vol. IX, p. 583.
89
, J., Obras completas, vol. IX, p. 1174.
90
, J., Obras completas, vol. IX, p. 340.
91
, J., Obras completas, vol. IX, p. 583 y ss.
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Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
fuerzo por cumplir con ella, es lo propio del hombre elegante. En este sentido
ethos y vocación coinciden.
Pues bien, Pedro Cerezo nos recuerda que en su libro Figuras de la vida bue-
na-
cidad de la vida moral ‘no se fía’ a un sentimiento, sino a la entera experiencia
de la vida, lo cual –sostiene Cerezo – es indudablemente cierto”.
92
Lo que sos-
tiene entonces, y con lo cual estamos de acuerdo, es que “conviene no pasar por
alto la primaria función del sentimiento como percatación del valor”.
93

lugar ocupa el sentimiento o, en términos de Ortega, la estimativa, en la vida
humana? Nos parece que ocupa un lugar central, porque es a través de la es-
timativa, aunque no sólo de ella, que tenemos relación con el mundo y con los
otros. El mundo no es mundo sin más, sino un mundo en el que las cosas que
hay y pasan están coloreadas por la estimativa. Las cosas nos importan, unas
más, otras menos, pero no pasan desapercibidas y, por ello, nos afectan de un
modo o de otro. Recordemos una vez más estas palabras de Ortega: “sólo sus
sufrimientos y sus goces le instruyen sobre sí mismo, le enseñan lo que ha de
buscar y lo que ha de evitar”.
94
Dice Pedro Cerezo:
El sentimiento es la forma de nuestra apertura estimativa a la circunstancia,
al mundo en derredor, el modo primario de estar-en realidad y de experi-
mentar cómo nos va en ella. Sentir-se es conjuntamente sentir lo otro, esto es,
padecer la realidad circundante en un determinado temple o disposición aní-
mica (Stimmung
95
La indigencia, ciertamente, es una condición o modo de ser del ser hu-
mano; es un ser necesitado que padece, que se deja afectar por el mundo o
circunstancia donde se despliega su vida. Es razonable sostener que este lle-
gar a ser del ser humano depende en buena medida del modo como valore e
interprete su propia vida y cómo valore e interprete la circunstancia en la que
debe realizar su vocación.
4. Educación, vocación y circunstancia
La persona se encuentra en el mundo teniendo que hacer algo con su vida,
y lo que hace en esa tarea es su ser propio. En algunos casos, los menos qui-
zás, la persona cumple con su vocación, llega a ser el que tiene que ser y vive
92
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 88.
93
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 88.
94
, J., Obras completas, vol. V, pp. 130 y ss.
95
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 88.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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su vida de manera auténtica y feliz; pero en otros casos, en la mayoría, termi-
na renunciando o alejándose de su llamado, se impone sobre sí un modo de
ser que no es el propio de su persona, termina viviendo como si se tratase
de otra persona, vive su vida, por ende, de manera inauténtica y triste, pues
sigue una trayectoria vital distinta de la propia.
-
-
brimiento y desarrollo de la vocación? En sentido estricto, la educación debería
encargarse, en el plano en que se mire, de contribuir al desarrollo del proyecto
vital de la persona, a que la persona cumpla con el imperativo de llegar a ser

persona descubra y realice su ser personal más íntimo, esto es su vocación?
La diferencia entre vocación y profesión, a juicio de Ortega, radica en que,
mientras la vocación responde a un llamado singular, algo concreto e indivi-
dual, las profesiones pertenecen a la vida colectiva, a las multitudes; las pro-
fesiones son genéricas, típicas y estereotipadas y tienen una función social.
 
en nuestro contorno social. Podemos ejercerlas sin vocación para ellas, y en-
tonces nos limitamos a repetir en nuestro comportamiento el repertorio de

96
De ello se sigue que las profesiones no necesariamente responden a las
vocaciones, excepcionalmente llegan a hacerlo, pero sería en casos limitados
y no terminaría de dar cumplimiento como tal a la vocación. La razón de ello
es que “la auténtica vocación no coincide nunca con la profesión, sino que
consiste en una interpretación original de ésta”.
97
Las carreras o profesiones no coinciden plenamente con lo que tiene que
ser la vida de una persona, con su llamada interior; prueba de ello es que la
persona no termine de sentirse feliz en ellas, que sienta que una parte de su
ser más íntimo se ha extraviado.
La carrera, pues, no coincide nunca exactamente con lo que tiene que ser
nuestra vida: incluye cosas que no nos interesan y deja fuera muchas que
nos importan. Al alojar en ella nuestra vida notamos que su molde estandar-
dizado nos obliga tal vez a amputar algo de lo que debía ser nuestra vida;
es decir, nos impone sin más y a priori una dosis de fracaso vital. Al crecer
la diferenciación de las carreras aumentan, por un lado, las probabilidades
96
, J., Obras completas, vol. IX, p. 726.
97
, J., Obras completas, vol. IX, p. 727.
115
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
de coincidencia entre el individuo y el molde social de su vida, es decir, su
profesión; tendrá que cargar con menos haceres que no le interesan.
98
En este sentido, todo parece apuntar a la idea de que mediante las carre-
ras o profesiones lo que tenemos como resultado es un yo convencional, un
yo hecho a partir de un “molde estandarizado”. Ortega habla de una edad
“en que dejamos de ser lo que nos han enseñado, lo que hemos recibido en
la familia, en la escuela, en el lugar común de nuestra sociedad” y “empeza-
mos a querer ser nosotros mismos, a veces con plena conciencia de nuestros
radicales defectos”. Pero este cambio supone la ruptura con lo heredado, lo
consabido o transmitido por los otros. Solo así, buscando la verdad de nues-
tro ser, “interpelamos a cierto fondo insobornable que hay en nosotros”.
99
Se
trata de un “balance vital” necesario, porque es un ajuste de cuentas del yo
consigo mismo. De ese fondo insobornable que hay en nosotros Ortega dice
que es el “núcleo último e individualísimo de la personalidad”
100
y por ser así
coincide con la vocación.
Así, ante el yo convencional Ortega contrapone al yo profundo. El primero
suele envolver al segundo. Y así como la persona puede vivir su vida de modo
auténtico o inauténtico, del mismo modo la realidad externa de la persona (su
vida social por ejemplo) puede o no coincidir con su realidad interna. En el
mejor de los casos, la realidad externa de la persona exhibe o es “expresión
-
mente pueden conseguirlo las profesiones. Una de las razones para ello es que
las instituciones, en tanto que organismos creados en la cultura, terminan sien-
do “creaciones instrumentales” que “pierden, a veces, su conexión con la vida
elemental”.
101
Se corre el riesgo de que las carreras y las profesiones terminen
siendo “estériles lugares comunes”, “esquemas sociales de vida, donde, en el
mejor caso, por vocación y libre elección el individuo aloja la suya”.
102
En consecuencia, “la verdad del hombre estriba en la correspondencia
exacta entre el gesto y el espíritu, en la perfecta adecuación entre lo externo y
lo íntimo”.
103
Cuando no hay adecuación entre ellas con lo que nos encontra-
mos es con que el hombre llega a vivir una existencia que no es propiamente


siente. En todo caso, lo que no puede pasar es que la persona viva sin dar a
98
, J., Obras completas, vol. V, p. 301.
99
, J., Obras completas, vol. II, p. 216.
100
, J., Obras completas, vol. II, p. 224.
101
, J., Obras completas, vol. II, p. 226.
102
, J., Obras completas, vol. V, p. 300.
103
, J., Obras completas, vol. II, p. 226.
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
116


vida, no puede ni dar un paso”.
104


impreciso del término vocación, porque en la mayoría de los casos no encaja
el uno en el otro. “El yo de un hombre es su vocación, que coincide unas veces

105
El problema
está no sólo en el hecho de que la vida por sí misma es un problema, sino
también en que frente a la vida dada a un yo se encuentra la circunstancia

No hay persona sin vocación, pero tampoco hay persona sin circunstancia,
sin mundo en torno, sin cultura.
Cada cual, pues, es su determinado programa vital, el cual se realiza o no,

ver qué proporción de él puede realizarse. Pues bien, los dos fundamentos

con claridad las circunstancias que nos rodean, que vivimos en circunstan-
cias imaginarias, mentidas, o que el programa vital con el cual oprimimos el
destino no sea sincero, no sea el auténtico nuestro, no sea nuestra vocación.
106
-
grarse a sí misma; en cambio, el programa de una vida que se logra, Ortega la
describe como una vida “como delicia y felicidad”.
107
En otro lugar dice que
“en las ocupaciones felicitarias […] se revela la vocación del hombre”.
108
De
lo que se trata es de intentar salvar la vida y para ello hay que salvar al yo y

intenta salvar al yo y a las circunstancias, quiere salvarse en el mundo y sal-
varse en las cosas y, con ello, quiere salvar la vida. “Es menester conseguir
que en días mejores para la humanidad todo hombre tenga su vocación, es
decir, su quehacer neto, y que todo hombre pueda seguir su vocación, porque
esto es salvar su vida”.
109
Esto es así porque la vocación se converte en un pro-
yecto de vida y en guía de la existencia que conduce nuestra vida “a su máxi-
ma realización, a su plenitud”. En este sentido, De Mingo lleva razón al decir
104
, J., Obras completas, vol. V, p. 137.
105
, J., Obras completas, vol. IX, pp. 810 y ss.
106
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 510.
107
, J., Obras completas, vol. VI, p. 273.
108
, J., Obras completas, vol. VI, p. 274.
109
, J., Obras completas, vol. VIII, p. 496.
117
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
que la vocación tiene algo de quijotesco: “llegan a un punto en que se revelan
como ideales, ilusorias, y con una cierta tendencia a la desmesura…”.
110
Pero si, como hemos visto, vocación y profesión no coindicen, entonces
-
te nos hemos creado la idea de que las carreras profesionales son modos
de realización de las personas, modos a partir de los cuales la persona puede
cumplir con su proyecto de vida. Y ello en parte es así, y este sería el aspecto
positivo de las profesiones. Ellas darían a la persona la posibilidad de realizar
su mejor yo en un sentido determinado. No se puede pasar por alto que las
profesiones tiene una función y sentido social. Pero lo mismo puede decirse
de la vocación. Por ello, Aranguren decía que “la vocación personal pasa a
ser vocación externa o social”. Esto podría ser así, es decir, que por medio
de las profesiones la persona realice su proyecto de vida. Aunque, por otro
lado, si la vocación tiene la necesidad de exteriorizarse y, por decirlo así,
hacerse pública, las profesiones son modos para que la vocación se realice y
que, al hacerlo, la persona encuentre su lugar en la sociedad, esto es el modo
de contribuir a la sociedad y ofrecer un bien a los demás. Lo que no puede
pasarse por alto es que la persona llega a ser en circunstancia, en un paisaje.
Parte fundamental de ese paisaje es la sociedad en la que vive y, por ende, las
posibilidades que esa sociedad le ofrece para realizar su existencia.
Por otro lado, el problema es mayor si pensamos que cada persona es un
ser individual que está llamado a cumplir con un programa vital particular,
que no se parece ni es el mismo al de ningún otro. La consecuencia de ello
es que las profesiones o carreras, al ser genéricas, no pueden satisfacer el
llamado individual de cada vida humana en sentido pleno. Por ello quizás la
carrera profesional siempre deja aspectos sin llenar de la vocación. La profe-
sión no exige el desafío y compromiso existencial que demanda la vocación
y por ello el mayor problema no es encontrar la vocación, sino cumplirla.
La vocación, como hemos visto hasta ahora, va ligada a un sistema de
valoraciones y, aunque sea en un sentido restringido, podría decirse lo mis-
mo de las profesiones, aunque ciertamente no con la misma fuerza y funda-
mento. Las profesiones se dan de una u otra manera en la forma de bienes, o
sea, como valores, y estos valores pueden estar en distintos niveles, pero lo
importante es que están como valores y no como otra cosa. Las profesiones
son necesarias para la sociedad y son valoradas y exigidas como tal. Por
eso, puede decirse que hay una relación estrecha entre la ética y la vocación,
del mismo modo, toda profesión vendría a exigir un determinado compor-
110
., “Una vocación evidente”, en , J. M. y , J., La razón y la vida.
Escritos en homenaje a Javier San Martín
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 13, Núm. 26, Julio-Diciembre, 2021, ISSN: 2007-9699
118
tamiento, un modo de ser ético. En consecuencia, recurriendo a un ejemplo
del mismo Ortega, no podría darse la vocación de ladrón, puesto que, como
señala Cerezo, “es claro que ser ladrón no responde a ninguna necesidad
social ni a ninguna forma de humanidad”; por ende, “no puede haber vo-
caciones perversas, pues resulta inconcebible una instancia con necesidad
social que demanda para su remedio de actos negativos o destructivos y,
por ende, inmorales”.
111
En todo caso, como apuntó Javier San Martín, el tema de la ética de las
profesiones es fundamental para la ética actual
112
y, como hemos explorado
aquí, en Ortega se encuentran herramientas conceptuales de un alto valor
para trabajar en esta dirección.
Reexión nal
Una de las consecuencias del análisis que llevamos a cabo sobre la vo-
ethos. De modo que, así
como la vocación es individual, del mismo modo lo es el ethos. Pues bien, de
ahí se sigue que, desde el punto de vista material, la ética en sentido estricto
es personal. Así como Husserl criticó la posición ética de Brentano, Ortega
se opuso al formalismo kantiano del imperativo categórico, como bien lo
ha visto Expósito Ropero.
113
Aquí no podemos profundizar en este parale-
lismo que se da entre la ética individual de Husserl y la de Ortega. Basta
con señalar que no se trata, a nuestro juicio, de una mera coincidencia, sino
más bien de la recepción que Ortega tuvo de la fenomenología, cabe decir
que no sólo de Husserl, sino de otros fenomenólogos, tales como Scheler,
Pfänder, Geiger, entre otros.
Nos parece razonable, entonces, sostener que en la ética, tanto como en
la estimativa, la axiología y la teoría de los valores, puede apreciarse la im-
portancia de la fenomenología en la propuesta de Ortega, pero esta línea la
desarrollaremos en otro trabajo.
111
 P., “Páthos, éthos, lógos”, p. 105.
112
., “Vocación y profesión”, p. 111.
113
, N., “La estimativa de Ortega: de sus circunstancias a sus bases fenomenológicas”,
pp. 195 y ss.
119
Vocación, ethos y educación en Ortega y Gasset
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
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