Sueños y oráculos: las preocupaciones cotidianas de los grupos libres no privilegiados en la Roma imperial
María Teresa de Luque Morales
Universidad de Córdoba
mtdeluque@uco.es
https://orcid.org/0000-0002-6942-945X
Recibido: 28 de abril de 2025 Aceptado: 3 de noviembre de 2025
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Resumen En la Roma imperial, los libres no privilegiados –artesanos, libertos, pequeños propietarios y comerciantes– afrontaban una incertidumbre económica y jurídica que los empujaba a consultar medios suprarracionales. Mediante un análisis comparado de la Oneirocritica de Artemidoro y las Sortes Astrampsychi, este artículo identifica cinco ejes de inquietud colectiva: salud, familia, trabajo, movilidad económica y conflictos jurídicos. Lejos de ser meras expresiones populares, sueños y sortilegios funcionaron como herramientas simbólicas para evaluar riesgos y tomar decisiones, ofreciendo una ventana única a la mentalidad práctica de los estratos intermedios de esta sociedad. Palabras clave: Roma imperial, población libre no privilegiada, movilidad social, prácticas adivinatorias. |
Dreams and oracles: the everyday concerns of the unprivileged free population in Roman society
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Abstract In imperial Rome, the non-privileged free populations –artisans, freedmen, small landowners, and merchants– faced economic and legal uncertainty that drove them to consult suprarational means. Through a comparative analysis of Artemidorus’ Oneirocritica and the Sortes Astrampsychi, this article identifies five areas of collective concern: health, family, work, economic mobility, and legal conflicts. Far from being mere popular expressions, dreams and divination served as symbolic tools for assessing risks and making decisions, offering a unique window into the practical mindset of the middle strata of this society. Key Words: Imperial Rome, non-privileged free population, social mobility, divinatory practices. |
1. Introducción
En el seno de la sociedad romana imperial, los sectores libres no pertenecientes a la élite –un conjunto social amplio y heterogéneo que podríamos aproximar al concepto moderno de «clases medias» o «intermedias»1– vivían sujetos a una constante incertidumbre. Esta inestabilidad, derivada de las transformaciones económicas, las desigualdades jurídicas y las limitadas oportunidades de promoción, alimentaba una profunda inquietud sobre el futuro. En este contexto, muchos individuos buscaron comprender y anticipar los devenires personales a través de medios suprarracionales como la oniromancia y la adivinación.
Aquellos que nacían libres y formaban parte de la plebs constituían el colectivo más numeroso dentro de este grupo social, variando su condición y bienestar según su ocupación y recursos2. Así, podía encontrarse desde libertos enriquecidos con situaciones económicas envidiables hasta pequeños propietarios o trabajadores modestos3.
Los grupos de población libre no privilegiada no se identifican exclusivamente con una categoría profesional, como una burguesía urbana especializada en negocios, industria o banca, sino que incluyen también a pequeños propietarios de bienes raíces, tanto en el ámbito rural como en el urbano4. La importancia de estos sectores, frecuentemente invisibilizados en las fuentes literarias, queda confirmada por «la inmensa cantidad de bienes manufacturados que se produjeron en el mundo romano y que la arqueología pone incansablemente al día al mostrarnos sus vestigios no perecederos», tal como subraya J. P. Morel5.
Siguiendo la perspectiva de G. Alföldy, sería antihistórico concebir la sociedad romana como dividida exclusivamente entre una reducida élite y una masa de pobres, ignorando la existencia de importantes estratos intermedios. En una estructura social tan jerárquica como la romana, siempre existieron grupos «centrales» entre los extremos6. Así, no puede hablarse de un único estrato medio, sino de una variedad de sectores que compartían determinadas condiciones materiales y aspiraciones sociales.
Estos grupos compartían un sentimiento común de pertenencia: eran conscientes de su inferioridad frente a los miembros del ordo, pero también de su posición relativamente ventajosa respecto a los estratos más bajos de la plebs. La fortuna moderada que poseían les proporcionaba una estabilidad que, aunque precaria, los diferenciaba de los pobres, independientemente de su origen libre o liberto7.
Este estudio examina dos obras que permiten acceder a las principales inquietudes de estos sectores: La interpretación de los sueños de Artemidoro de Éfeso, escrita en el siglo II d.C., y las Sortes Astrampsychi, una compilación de preguntas oraculares cuya circulación está documentada entre los siglos III y VI d.C. Ambas obras, aunque redactadas en griego, deben situarse plenamente en el marco del Imperio romano: Artemidoro escribió en Éfeso, perteneciente a la provincia de Asia, y las Sortes se conservan mayoritariamente en papiros egipcios de época imperial, lo que evidencia su inserción en la vida cultural y religiosa provincial romana.
A través de estos textos, se vislumbran preocupaciones que trascienden el ámbito político o militar –casi ausente en ambas fuentes– y se centran en aspectos prácticos de la vida cotidiana: la subsistencia, la familia, la salud, los negocios, la justicia o el estatus. De esta manera, se abre una ventana privilegiada a los miedos, aspiraciones y esperanzas de quienes, aunque libres, carecían de garantías de poder o estabilidad en su día a día. Son, en definitiva, documentos fundamentales para aproximarse a las mentalidades de los sectores populares en el Imperio romano.
2. Fuentes y metodología
La investigación parte del análisis comparado de estas dos fuentes primarias, redactadas en griego y vinculadas al ámbito de las prácticas mánticas en la Roma imperial: la Oneirocritica de Artemidoro de Éfeso y las Sortes Astrampsychi. Ambas permiten acceder al imaginario colectivo de sus usuarios y ofrecen un testimonio indirecto, pero significativo, de las preocupaciones vitales por las que atravesaban los sectores libres no privilegiados del Imperio8.
La Oneirocritica, compuesta por Artemidoro a mediados del siglo II d.C., es el tratado de oniromancia más extenso conservado de la Antigüedad. La obra, estructurada en cinco libros (los tres primeros dirigidos a Casio Máximo y los dos últimos a su hijo), combina teoría y práctica. Artemidoro ofrece una clasificación detallada de los sueños en función de su contenido (teoremáticos y alegóricos)9, del estado del soñante y del contexto vital10. La selección de ejemplos –basada, según el propio autor, en una experiencia de más de tres mil sueños recopilados11– ofrece un valioso corpus para el análisis de aspiraciones, temores y valores12. La mayoría remiten a preocupaciones vitales: enfermedades, negocios, juicios, viajes, herencias o matrimonios13. El enfoque de Artemidoro es pragmático: los sueños, según su método, no son mensajes cifrados de los dioses, sino reflejos del estado psicológico y social del soñante, y su valor predictivo depende de múltiples factores, incluido el estatus de quien sueña. Este enfoque contextualizado hace del texto un reflejo nítido de las preocupaciones de la vida cotidiana, pues «la gente sin preocupaciones no necesita un vidente»14. Se ha utilizado la traducción española de M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, que ha servido de base para las citas y referencias textuales15.
Las Sortes Astrampsychi, por su parte, constituyen un oráculo escrito difundido ampliamente entre los siglos III y VI d.C., sobre todo en Egipto, como muestran los papiros hallados. Está estructurado en 92 preguntas numeradas. El consultante seleccionaba la pregunta que se correspondía con su inquietud y añadía un número del 1 al 10, ya fuera elegido al azar o de forma intencionada. La suma de ambos valores remitía a una divinidad concreta, asociada a un bloque de diez posibles respuestas. Dentro de ese bloque, la posición del número elegido inicialmente determinaba la respuesta final que debía interpretarse16. La simplicidad del mecanismo, como reconstruye F. Naether17, hacía posible un uso cotidiano, sin necesidad de intérprete, lo que refuerza su carácter de práctica religiosa18.
Desde el punto de vista social, F. Naether ha demostrado que las Sortes recogen problemas prácticos (Problemlösungsstrategien) de sus usuarios –deudas, litigios, herencias, matrimonios19–, y que su público principal pertenecía a la «clase media» romana: varones de mediana edad, que podían tener cierta posición, casados y a menudo viajeros20.
Metodológicamente, este estudio se sitúa en el cruce entre la historia de las mentalidades y la historia social del Imperio romano. No se parte de una atribución directa entre texto y clase social, sino de una lectura contextualizada que examina las preocupaciones expresadas y su valor como indicadores de las preocupaciones colectivas. El enfoque pragmático de Artemidoro –más atento al status, al officium y al contexto vital que a categorías morales– apunta a una sensibilidad empírica muy distante del discurso filosófico o elitista, sino más cercana a la plebs.
El análisis se organiza en cinco bloques temáticos –salud, familia, trabajo, justicia y vida cotidiana– en los que se comparan pasajes significativos de la Oneirocritica y de las Sortes Astrampsychi, con el objetivo de trazar un perfil coherente del imaginario popular ante la incertidumbre.
3. Dimensiones de la preocupación popular en la sociedad romana
La lectura combinada de la Oneirocritica y de las Sortes Astrampsychi permite reconstruir cinco ámbitos que condicionaban las decisiones de los grupos libres no privilegiados. Cada uno de ellos repercutía directamente en la capacidad de estos individuos para mantener su frágil independencia económica y su honra social. Las páginas que siguen profundizan en el trasfondo de cada preocupación y explican por qué afectaba con especial intensidad a estos estratos.
3.1. Salud y enfermedad
En una sociedad donde los servicios médicos eran de difícil acceso para la mayoría y las enfermedades suponían una amenaza constante para la estabilidad económica y emocional21, no es de extrañar que la salud fuese uno de los temas recurrentes tanto en los sueños como en las consultas oraculares.
En la Oneirocritica, Artemidoro dedica varias secciones a la interpretación de dolencias físicas, enfermedades y afecciones somáticas. Distingue entre sueños de origen corporal (σωματικά), anímico (ψυχικά) o mixto22, lo que revela una concepción integral de la enfermedad como fenómeno físico y social. Señala, por ejemplo, que soñar con estar enfermo no siempre implica un pronóstico negativo, aunque para la mayoría es desfavorable:
Estar enfermo es una buena señal solo para los que están prisioneros y para los que se encuentran en una grave dificultad porque la enfermedad aligera el peso. A los demás, les predice una larga inactividad, puesto que los enfermos permanecen desocupados, y privación de lo indispensable, porque los que tienen una dolencia están carentes de lo que es más necesario para el cuerpo. Este sueño también resulta un obstáculo para los viajes, pues los enfermos se mueven con lentitud. No permiten que los deseos se cumplan, porque los médicos no consienten al paciente que satisfaga sus apetitos debido al riesgo que conlleva23.
La enfermedad puede ser un alivio en situaciones extremas, pero en general anuncia inactividad, privación de lo indispensable y dificultades para viajar o satisfacer deseos24. Del mismo modo, soñar con un médico (ἰατρός) podía significar tanto la curación como la ruina económica, ya que la atención médica era costosa. Artemidoro asocia incluso la figura del médico con la del abogado, mostrando que en ambos casos el soñante se enfrenta a contextos «críticos» (κρίσιμα) que implican dependencia de terceros y riesgo de abandono25:
En cuanto a los médicos, ya hemos dicho en el libro segundo que tienen el mismo significado que los bienhechores y defensores, si bien ahora te lo voy a confirmar a través del resultado de un sueño. Un individuo que tenía un juicio soñó que estaba enfermo y que no encontraba médicos. Sucedió que sus abogados le abandonaron, pues la enfermedad significaba el juicio, ya que se encuentran en una situación «crítica» tanto los enfermos como los que comparecen ante un juicio. Además, los médicos simbolizan a los abogados26.
Los sueños relativos a mutilaciones, pérdida de miembros27 o ceguera28 refuerzan esta percepción al remitir al miedo a la incapacidad laboral y a la dependencia de otros.
Las Sortes Astrampsychi recogen de forma paralela esta inquietud vital. Se conservan varias preguntas directamente relacionadas con la salud y la longevidad: (44) «¿Tendré una larga vida?»29, (54) «¿Sobrevivirá el que está enfermo?»30. La simple formulación de estas consultas nos transmite el temor constante a la muerte prematura, así como el interés por conocer el desenlace de enfermedades ya declaradas. Como observa F. Naether, el peso de la salud en el corpus revela la fragilidad de la existencia y el temor a la enfermedad como amenaza inmediata para la supervivencia familiar31.
M.A. Vinagre Lobo ha recordado que incluso existía un subgénero de interpretaciones centrado en recetas y curaciones oníricas (συνταγαὶ καὶ θεραπείαι), vinculadas a Serapis, que pretendían ofrecer soluciones mágicas a males concretos32. Estos testimonios refuerzan la idea de que los sueños y los oráculos no se concebían como simples curiosidades, sino como auténticos recursos prácticos para afrontar la enfermedad y sus consecuencias sociales, en un marco donde la dolencia no era solo un fenómeno biológico, sino también un espacio de precariedad que podía implicar endeudamiento, pérdida del sustento y marginación.
3.2. Familia, descendencia y herencia
La familia constituía el núcleo más estable y cercano en la vida de los grupos libres no privilegiados, entendidos aquí como los estratos medios de la sociedad romana. La posibilidad de contraer matrimonio, tener descendencia y asegurar la transmisión de bienes era un elemento central en sus aspiraciones y fuente recurrente de preocupaciones33.
En la Oneirocritica, Artemidoro aborda de manera explícita los sueños relativos a hijos, cónyuges y hermanos. Soñar con tener o ver niños recién nacidos, lejos de ser un presagio favorable, se interpreta como anuncio de sufrimiento y preocupaciones inevitables:
Soñar con tener o ver niños recién nacidos, si son los de uno mismo, es algo desfavorable para el hombre y la mujer, dado que anuncia preocupaciones, sufrimiento y cuidados por causas de fuerza mayor, pues no se puede criar a los niños sin este tipo de padecimientos34.
En otro pasaje se vincula la salud física de los hijos con la de toda la familia: «Uno vio en sueños a su hija encorvada, y lógicamente la hermana del que tuvo ese sueño murió, ya que su familia no tenía buena salud»35. Incluso los hermanos aparecen como símbolos ambiguos, pues al representar a los enemigos evocan también rivalidades patrimoniales:
De acuerdo con los resultados de los sueños, los hermanos simbolizan lo mismo que los enemigos [y los enemigos lo mismo que los hermanos]. Al igual que estos últimos, los hermanos no producen ningún beneficio, sino perjuicios, ya que la herencia que iba a tener uno solo ha de dividirla en dos o tres partes con ellos. Timócrates soñó que llevaba a enterrar a uno de sus hermanos muertos, y no mucho tiempo después supo que uno de sus enemigos había fallecido. La muerte de los hermanos no solo significa la destrucción de los rivales, sino también la eliminación de un castigo esperado. Por ejemplo, el gramático Diocles, que por haber cometido una injuria temía pagar una multa, soñó que su hermano había muerto y, en consecuencia, fue absuelto de la pena36.
El trasfondo de estas interpretaciones es claro: la descendencia y la parentela, aunque esenciales para la continuidad social, implicaban también cargas económicas y riesgos de división del patrimonio.
Las Sortes Astrampsychi reflejan de forma paralela estas preocupaciones mediante preguntas directas sobre matrimonio y procreación: (21) «¿Me casaré y será ventajoso para mí?» 37, (47) «¿Engendraré hijos?»38, (97) «¿Se quedará mi mujer conmigo?» 39. La formulación revela aspiraciones concretas en un entorno marcado por la inestabilidad afectiva y la alta mortalidad. El matrimonio aparece, así, no solo como vínculo afectivo, sino como estrategia social y económica: garantizar estabilidad, asegurar descendencia y reforzar alianzas40.
Por otro lado, la preocupación por la herencia es igualmente manifiesta. Las preguntas (48) «¿Heredaré de mis padres?»41, (52) «¿Heredaré de mi mujer?»42 o (38) «¿Heredaré de un amigo?»43 evidencian que la transmisión de bienes constituía una expectativa vital, capaz de marcar la diferencia entre la pobreza y la estabilidad económica. Como ha mostrado F. Naether, las consultas sobre herencias y posesiones representan casi el 20% del corpus de las Sortes44. La insistencia en herencias improbables, como las de un amigo, revela hasta qué punto se buscaba seguridad material incluso fuera del círculo familiar.
En conjunto, sueños y oráculos confirman que la familia era percibida como el principal mecanismo de previsión social en un contexto carente de seguros o instituciones públicas de asistencia. Sin embargo, lejos de ser un ámbito de certeza, la vida familiar estaba atravesada por ambivalencias: los hijos podían traer cargas, los hermanos rivalidades, y las herencias, aunque deseadas, estaban rodeadas de incertidumbre. Precisamente esa tensión explica la centralidad de la familia en las prácticas mánticas de los grupos libres no privilegiados.
3.3. Trabajo, movilidad y prosperidad económica
En una sociedad profundamente jerarquizada, la posibilidad de ascenso social era limitada, pero no inexistente. Los grupos de población libre no privilegiada aspiraban a mejorar su condición mediante el trabajo, el comercio o la fortuna, y temían perder lo poco conseguido45. Tanto Artemidoro como las Sortes Astrampsychi reflejan con claridad este horizonte de movilidad y precariedad.
En la Oneirocritica, Artemidoro insiste en que el sentido de un sueño depende del oficio del soñante: un mismo símbolo se interpreta de modo distinto para un campesino, un marinero o un comerciante46. Este enfoque muestra el grado en que el estatus ocupacional condicionaba la experiencia onírica y, con ella, las expectativas de futuro. No es casual, por ello, que Artemidoro ofrezca numerosos ejemplos en los que los sueños reflejan el deseo de enriquecerse o de alcanzar una posición más elevada47. Uno de los más sugerentes es el del hombre que sueña en convertirse en un gran árbol de doble aspecto (álamo y pino), símbolo de una doble prosperidad familiar:
Un individuo soñó que sufría una metamorfosis y que se convertía en un árbol muy grande y de doble aspecto, una parte era un álamo blanco y la otra un pino. Más tarde se posaron en el álamo todo tipo de pájaros, y en el pino gaviotas, somorgujos y todas las demás aves marinas. Esta persona tuvo dos hijos, uno de los cuales fue atleta a causa del álamo blanco48, viajó por muchos lugares y soportó a hombres de todo tipo y raza, y el otro, aunque era hijo de un campesino, fue un capitán de barco distinguido por sus navegaciones49. El que tuvo esta visión onírica llevó una vida larga y brillante50.
La interpretación de los sueños relativos a profesiones ocupa un lugar relevante en Artemidoro, quien distingue entre practicar en sueños un oficio conocido o uno desconocido. Ejercer el oficio aprendido anuncia éxito y cumplimiento de deseos, mientras que dedicarse a una profesión ajena puede ser un signo desfavorable, incluso si se logra en ella un aparente éxito:
Lo que se expone a continuación es algo general y eficaz en todos los casos para los fundamentos teóricos relativos a las artes, los trabajos y las profesiones. Es de buen augurio para todos soñar que uno realiza, practica y consigue lo que se ha propuesto en todas las artes y actividades que ha aprendido, en las que se ha instruido, que ha ejercido y que aun ahora sigue desempeñando. Así, todos sus propósitos se cumplirán y se realizarán de acuerdo con sus deseos. En cambio, no alcanzar el objetivo previsto es algo funesto, pues significa lo contrario de lo que se quiere. Cuando uno en sueños desarrolla una profesión que no ha aprendido ni practicado, resulta desfavorable, si en ella se tiene éxito, aunque se lleve a cabo de una forma dura y difícil. En cambio, si se fracasa, aparte de la inutilidad del trabajo previsto, dará lugar al ridículo51.
Otros pasajes confirman la ambivalencia de los símbolos: el rayo «destruirá la miseria del pobre y la opulencia del rico»52, pudiendo anunciar tanto ascensos como caídas sociales. Incluso los esclavos podían interpretar como positivo ser heridos por un rayo, ya que este sueño predecía libertad y reconocimiento público: «era un buen presagio para los siervos ser heridos por un rayo, porque los fulminados no volvían a tener dueños ni a trabajar, sino que se les ceñían mantos relucientes como a los manumitidos»53.
De manera semejante, soñar con tener una cabeza grande se entiende como signo de ascenso económico o magistraturas futuras:
Es un signo favorable soñar que se tiene la cabeza grande para un hombre rico que todavía no ha desempeñado un cargo, para un pobre, para un atleta, un prestamista, un banquero y un recaudador de suscripciones monetarias. Al primero le anuncia que va a ocupar una magistratura donde le hará falta llevar en la cabeza una corona, una banda o una diadema. Para el pobre es señal de una buena situación económica y de la posesión de riquezas, por lo que su cabeza tendrá más fuerza. Al atleta le pronostica una clara victoria, pues así será más grande esta parte de su cuerpo. En el caso de los otros tres tipos de gente este sueño predice que van a recibir gran cantidad de dinero, pues éste también recibe el nombre de «capital»54.
En cambio, la embriaguez y la locura, connotaciones negativas en apariencia, podían ser favorables en determinados contextos: la primera como alivio para los temerosos55, la segunda como estímulo para quienes deseaban emprender proyectos, dedicarse a la enseñanza o alcanzar influencia política56.
Las Sortes Astrampsychi refuerzan esta imagen de aspiraciones y temores ligados al trabajo y al ascenso social. Algunas preguntas reflejan directamente ambiciones de promoción y reconocimiento: (16) «¿Avanzaré en el cargo?»57; (18) «¿Tendré éxito?»58; «¿Llegaré a ser miembro del consejo de la ciudad?» (88). Esta última resulta especialmente reveladora, pues en el Egipto romano del siglo III d.C., con la institucionalización de los senados locales, ciertos sectores ciudadanos aspiraban a convertirse en βουλευταί, como también reflejan varias de las respuestas del oráculo: «serás senador, pero no aún», «serás senador y te beneficiarás tanto como para ser rico».
Otras consultas se centran en la economía doméstica y profesional: (22) «¿Pueden perjudicarme los negocios?»59; (43) «¿Abriré un taller?»60; (99) «¿Compraré un terreno o una casa?»61. También hay diversas preguntas relacionadas con el dinero: (25) «¿Podré pedir dinero prestado?»62; (26) «¿Devolveré lo que debo?»63; (79) «¿Recibiré el dinero?»64. Como ha subrayado F. Naether, estas cuestiones constituyen ejemplos claros de «estrategias para la resolución de problemas» y revelan la precariedad de pequeños comerciantes y artesanos, siempre dependientes del buen funcionamiento del negocio65. Al mismo tiempo, muestran una preocupación constante por el emprendimiento, la propiedad y la solvencia, lo que confirma que estos sectores sociales no se limitaban a aspirar a la mera subsistencia, sino también al ascenso y al reconocimiento dentro de su comunidad.
En conjunto, los sueños y las Sortes muestran que, para los grupos libres no privilegiados, el trabajo no se percibía como un camino lineal de progreso, sino como un terreno dominado por el azar, donde ciertas circunstancias podían mejorar o empeorar su futuro. En este contexto, un sueño favorable o una respuesta oracular positiva podía constituir el único margen de seguridad y de esperanza frente a la incertidumbre cotidiana.
3.4. Inseguridad jurídica y miedo al conflicto
Una de las constantes que subyace en las prácticas adivinatorias es la desconfianza hacia las instituciones judiciales y la percepción de la justicia como un espacio hostil, reservado a quienes disponían de poder, dinero o influencias. Para los grupos libres no privilegiados, enfrentarse a un pleito podía significar una carga insostenible, una exposición pública no deseada o incluso una amenaza vital66. Esta percepción queda claramente reflejada en las interpretaciones de Artemidoro.
El autor dedica una sección específica a tribunales, jueces y abogados, cuya presencia en sueños rara vez augura seguridad: «Los tribunales, los jueces, los abogados y los jurisconsultos predicen perturbaciones, preocupaciones para todos y gastos inoportunos; también desvelan las cosas ocultas»67. Esta asociación entre justicia y ruina es significativa: en un entorno donde las desigualdades jurídicas eran profundas, soñar con el sistema judicial simbolizaba el temor a quedar atrapado en procesos que resultaban difíciles de controlar. Artemidoro añade que a los enfermos estos sueños les anuncian días críticos: si ganan el proceso onírico, mejorarán, pero si lo pierden, morirán. Y si quien sueña con un juicio se ve sentado en el puesto del juez, no perderá la causa, pues «el juez no se condena a sí mismo»68. En estos ejemplos se evidencia que el miedo a perder un juicio se traslada incluso a los sueños como símbolo de derrota vital. La posibilidad de ser juzgado implica no solo un conflicto legal, sino la exposición de aspectos íntimos, económicos o familiares.
Las Sortes Astrampsychi complementan esta visión de inseguridad. Preguntas como (22) «¿Pueden perjudicarme los negocios?»69, o (26) «¿Devolveré lo que debo?»70 muestran la ansiedad por los litigios, los impagos y las deudas que podían desembocar en problemas judiciales. Como observa F. Naether, el miedo a los procesos y a la condena forma parte de las preocupaciones estructurales de los consultantes71.
Si bien F. Naether caracteriza al cliente típico de las Sortes como un ciudadano acomodado, miembro del «estrato medio»72, la insistencia en pleitos, deudas y condenas indica que este material refleja también la experiencia de sectores particularmente vulnerables dentro de esos grupos libres no privilegiados, expuestos a la arbitrariedad de la justicia y a los costes de un proceso. De esta manera, la coincidencia entre Artemidoro y las Sortes en este ámbito confirma que los pleitos eran percibidos no como garantía de derecho, sino como una amenaza permanente para la estabilidad económica y social de quienes carecían de poder o influencia.
3.5. La vida cotidiana: viajes, relaciones sociales y miedo al fracaso
Las fuentes analizadas revelan no solo aspiraciones de prosperidad o preocupaciones por la salud, sino también una inquietud constante por los riesgos cotidianos: desplazamientos inciertos, conflictos sociales, decisiones equivocadas o el simple temor al fracaso.
Así, Artemidoro dedica interpretaciones especificas a soñar con viajes o medios de transporte, los cuales se cargan de ambigüedad. De esta forma, puede ser augurio de nuevas oportunidades, pero también de peligros:
Los vehículos considerados habituales, como los caballos, los asnos y los mulos, para unos son de buen augurio y para otros de malo. Esto lo trataremos cuando lleguemos al capítulo de los animales73. En cambio, los medios de transporte que no son habituales, como los lobos, las panteras, las hienas y otras fieras, son beneficiosos solo para aquellos que temen a enemigos poderosos, a causa de que están sometidos al conductor. Ser llevado por hombres resulta provechoso solamente para los que quieren gobernar, para los sabios, los maestros, los profesores de educación física y para los comerciantes de esclavos, mientras que para las demás personas significa difamación y muerte74.
Artemidoro también atribuye un significado negativo a los sueños en los que las acciones quedan inacabadas, interpretándolos como presagio de fracaso o interrupción de los proyectos emprendidos. Ilustra esta idea mediante el siguiente caso:
Las obras a medio hacer indican un fracaso total y no dan lugar ni siquiera al inicio de los hechos. Una persona de Cilicia, que pedía al emperador la herencia de su hermano, soñó que esquilaba una oveja hasta la mitad y se despertó sin haber podido cortar el resto de la lana. El esperaba recibir la mitad de la herencia, sin embargo, no obtuvo nada75.
En las Sortes Astrampsychi la preocupación por lo cotidiano aparece tanto en preguntas explícitas como implícitas. Se conservan consultas directas sobre seguridad personal y doméstica – (27) «¿Volverá el viajero?»76, (99) «¿Compraré un terreno o una casa?»77, (82) ¿Se van a vender mis pertenencias en una subasta?78–, las cuales reflejan el temor al desarraigo, a la movilidad forzada y a la posible pérdida de estabilidad en el ámbito patrimonial79. Otras, como (43) «¿Abriré un taller?»80; (97) «¿Se quedará mi mujer conmigo?»81, muestran la ansiedad por mantener relaciones estables y por controlar el entorno social inmediato. El peligro no procedía únicamente de enemigos humanos, sino también de la magia o de rituales mal ejecutados, pues un sacrificio deficiente podía presagiar desgracias, o según el dios que apareciese en sueños, sería un buen o mal augurio82.
Incluso la religiosidad cotidiana aparece jerarquizada según el estatus social: «los olímpicos […] para los hombres ricos; los celestes, para los de clase media; y los ctónicos, para los necesitados y campesinos» 83. Esta clasificación revela que hasta las expectativas religiosas se proyectaban de manera diferenciada en función del grupo social.
Como observa F. Naether, este tipo de consultas y temores confirma la búsqueda de cierta seguridad en una realidad cotidiana marcada por la incertidumbre84. La vida diaria, con sus viajes, viviendas y relaciones sociales, se convertía así en objeto de inquietud constante: un espacio donde lo cotidiano podía transformarse en riesgo y donde sueños y oráculos funcionaban como herramientas de anticipación y control simbólico del futuro.
4. Comparación entre ambas obras
Las obras de Artemidoro de Éfeso y las Sortes Astrampsychi difieren notablemente en su estructura, propósito y forma de uso, pero convergen en cuanto al tipo de preocupaciones que reflejan y al público al que interpelan.
La Interpretaciones de los sueños se inscribe dentro del género de la onirocrítica y presenta un enfoque literario, narrativo y analítico. Artemidoro ofrece interpretaciones detalladas y contextualizadas, basadas tanto en su experiencia como en la observación empírica de cientos de casos. Su obra requiere de cierta mediación: el lector debía comprender las analogías, reconocer los elementos simbólicos y adaptar las interpretaciones a su propia condición social. Como han señalado M.ª R. Fernández y M.A. Vinagre Lobo, la terminología empleada por Artemidoro (ὄνειρος / ἐνύπνιον, θεωρηματικοί / ἀλληγορικοί) responde a una sistematización técnica que lo sitúa en un plano de reflexión empírica y pragmática85. Por tanto, aunque su audiencia era potencialmente amplia, el acceso a la obra exigía un cierto nivel de alfabetización o la consulta de intérpretes expertos.
En cambio, las Sortes Astrampsychi presentan un sistema de adivinación mucho más accesible, basado en preguntas cerradas y respuestas breves. Este formato, numérico y mecánico, permitía una consulta directa y anónima, sin necesidad de conocimiento especializado. La claridad de las preguntas –(18) «¿Tendré éxito?»86, (21) «¿Me casaré y será ventajoso para mí?»87, (48) «¿Heredaré de mis padres?»88 –, y la brevedad de las respuestas apuntan a un uso más cotidiano e inmediato, orientado a resolver dudas concretas sobre el porvenir. Como subraya F. Naether, se trata de un ejemplo paradigmático de estrategias de resolución de problemas cotidianos que interpelaban sobre todo a miembros del mittelstand romano, es decir, los estratos medios de la sociedad89.
A pesar de estas diferencias formales, ambas obras revelan una notable coincidencia en los temas que preocupaban a los grupos libres no privilegiados de la sociedad romana: la salud, la familia, el matrimonio, la descendencia, la herencia, el éxito profesional, los negocios, la justicia o el temor al fracaso aparecen de forma reiterada, ya sea en forma de sueños o de consultas oraculares. Ni Artemidoro ni las Sortes recogen apenas referencias a guerras, política imperial o asuntos de Estado, lo que subraya el carácter profundamente pragmático de estas inquietudes. Los usuarios de estas prácticas no buscaban interpretar el destino del Imperio, sino comprender y orientar sus propias vidas dentro de un marco de incertidumbre cotidiana.
En definitiva, ambas fuentes constituyen una vía de acceso privilegiada al imaginario de quienes vivían fuera de la élite, pero no al margen de la cultura romana. Artemidoro y Astrampsico dan voz, cada uno a su manera, a las aspiraciones, miedos y esperanzas de aquellos sectores intermedios que se esforzaban por subsistir en una sociedad marcada por la desigualdad y la movilidad.
5. Conclusiones
El análisis comparado de la Oneirocritica de Artemidoro de Éfeso y las Sortes Astrampsychi permite acceder a una mentalidad poco representad en las fuentes tradicionales: la de los grupos libres no privilegiados de la sociedad romana, que vivían lejos de la élite, pero no al margen de la cultura urbana. Frente a las preocupaciones políticas o militares propias de los círculos dominantes, estas obras revelan un horizonte vital marcado por la incertidumbre y articulado en torno a necesidades inmediatas y aspiraciones concretas.
Los sueños recopilados por Artemidoro y las preguntas de las Sortes convergen en una misma gama de inquietudes: la enfermedad, la familia y la herencia, el trabajo, los pleitos y la seguridad cotidiana. Ni los sueños ni las consultas oraculares aluden apenas a la gran política o al destino del Imperio: se concentran en el ámbito doméstico y personal, confirmando el carácter profundamente pragmático de estas prácticas.
En definitiva, sueños y oráculos actuaban como verdaderos mecanismos de orientación para gestionar la incertidumbre, lejos de simples supersticiones, proporcionando orientación y consuelo ante decisiones difíciles, enfermedades, carencias o conflictos. La Oneirocritica y las Sortes Astrampsychi se revelan, de esta manera, como documentos de primer orden para la historia de las mentalidades, al permitir reconstruir las aspiraciones, temores y esperanzas de quienes, aunque libres, carecían de poder y prestigio, pero buscaban en lo suprarracional un modo de ejercer cierto control sobre su destino.
En este sentido, el presente estudio no solo confirma la centralidad de preocupaciones universales como la salud, la herencia o la justicia, sino que muestra cómo estas se articulan en fuentes producidas y utilizadas fuera de los círculos de poder. La Oneirocritica y las Sortes Astrampsychi permiten, así, reorientar el análisis hacia los grupos libres no privilegiados e integrar a los estratos intermedios en la historia de las mentalidades del Imperio. De este modo, se contribuye a matizar la imagen tradicional de una cultura dominada exclusivamente por las voces de la élite, donde los sueños y oráculos se entienden como ventanas privilegiadas para el conocimiento de la religiosidad práctica y de la experiencia de la incertidumbre en la vida romana dentro de estos grupos sociales.
Bibliografía
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Notas
1 Entre el empleo del término plebs media o «clase media», el primer término serviría mejor para definir a este grupo. Como opinan tanto G. Alföldy como E. Mayer, el término «clase» sería menos apropiado, dado que deriva de las relaciones compartidas entre sus integrantes en términos de producción económica, como la posesión o ausencia de los medios de producción, la división del trabajo y la distribución de los bienes generados (G. Alföldy, 2012, 217; E. Mayer, 2012, 2-3).
2 M.G. Arrigoni Bertini, 2002, 119; J. Toner, 2012, 10-11.
3 S. Roda, 2002, 28. Asimismo, resultaba común encontrarse con comerciantes que acumulasen más riqueza que los funcionarios públicos (L. Friedländer, 1982, 166).
4 M. G. Angeli Bertinelli, 2002, 131-132. Esta opinión es compartida por S. Roda, quien cree en la existencia de una gran cantidad de estratos medios (S. Roda, 2002, 35).
5 Efectivamente, estos objetos manufacturados eran, en su mayor parte, utilizados por personas distintas de las que los fabricaban y, por lo tanto, pasaban por las manos de los comerciantes. Su propia fabricación implica la existencia de un estrato privilegiado de empresarios, a menudo urbanos; ahora bien, estos empresarios y sus trabajadores no habrían podido existir si los cultivadores no hubieran tenido una productividad lo bastante elevada como para librar un excedente que les permitiera alimentar, además de a sí mismos y a sus familias, a los trabajadores y empresarios urbanos. Otra parte del mismo excedente era acaparada como renta en beneficio de un estrato de propietarios rurales. En una palabra, la existencia de productos manufacturados demuestra ya un elevado nivel de civilización material, inseparable de la existencia de un estrato medio demasiado numeroso como para reducirse al grupo políticamente dirigente. (J. P. Morel, 1985, 267).
6 G. Alföldy, 2012, 219-220. Los intelectuales o comerciantes y pequeños empresarios, que en una sociedad moderna serían el estrato intermedio, en el mundo romano estaban dentro de la plebs y en caso de que pudieran amasar cierta fortuna, se integraban en los seviri augustales o en el ordo decurionum de su ciudad.
7 S. Roda, 2002, 28.
8 La elección de estas dos fuentes no es casual: tanto Artemidoro como el compilador de las Sortes Astrampsychi no se dirigen principalmente a la élite, cuyos intereses políticos y militares apenas aparecen reflejados, sino a los estratos intermedios de la sociedad romana. Como ha señalado R. Knapp, la vida cotidiana de artesanos, pequeños comerciantes y libertos estuvo marcada por la vulnerabilidad económica y jurídica. En este sentido, analizar sus preocupaciones a través de sueños y oráculos permite aproximarse al imaginario de los estratos medios del Imperio (R. Knapp, 2011, 27-31; J. Toner, 2012, 10-13).
9 Artem., 4.1.
10 Como han mostrado M.ª R. Fernández y M.A. Vinagre Lobo, la clasificación terminológica se articula en torno a la oposición entre ὄνειρος (sueño predictivo) y ἐνύπνιον (no predictivo). Dentro del ὄνειρος se incluyen los sueños directos (θεωρηματικοί), alegóricos (ἀλληγορικοί) y oraculares (χρηματισμοί) (M.ª R. Fernández y M.A. Vinagre Lobo, 2003, 97-99). Conviene subrayar que Artemidoro se presenta como un onirocrita ortodoxo, consciente de diferenciar su disciplina tanto de la astrología como de la magia. La magia de los papiros imperiales se limitaba a inducir o transmitir sueños, sin pretender interpretarlos, lo que muestra que esa tarea era competencia exclusiva del intérprete autorizado (M.A. Vinagre Lobo, 2002, 73-78). Artemidoro construye así un espacio propio para la oniromancia, con una orientación eminentemente pragmática, centrada en los problemas vitales de sus consultantes.
11 Artem., 1. pr.
12 Aunque escrita en griego y con referencias culturales helenísticas, la obra de Artemidoro debe entenderse dentro del marco del Imperio romano. Éfeso, su lugar de origen, pertenecía a la provincia romana de Asia, y sus escritos se inscriben plenamente en un contexto provincial romano. Este dato resulta clave para interpretar las prácticas oníricas como expresiones comunes dentro de la experiencia cultural romana, más allá de la división entre Oriente y Occidente o entre lo griego y lo latino.
13 Artem., 1.15-16 sobre los hijos y la crianza y 4.29 sobre la familia; Artem., 2.49-54 sobre la muerte, Artem., 3.22. sobre enfermedad; Artem., 4.13. sobre medios de transporte.
14 Artem., 3.20. Sobre soñar con la consulta a un adivino; R. Knapp, 2011, 27-28.
15 Estos autores, en la introducción de su obra, contextualizan la figura de Artemidoro y explican cómo concebía la estructura social: en primer lugar, una élite dirigente y acaudalada; en segundo término, una clase trabajadora de condición modesta, dentro de la cual distingue entre quienes, aun trabajando para vivir, apenas alcanzaban lo suficiente y aquellos que vivían en la indigencia; y, finalmente, una clase servil, caracterizada por su situación de dependencia y consiguiente descontento (M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 39).
16 Para este estudio hemos manejado la traducción al inglés de Hansen, 1998.
17 F. Naether, 2010, 193-194.
18 A pesar de su origen en el Egipto helenístico, las Sortes Astrampsychi fueron utilizadas en un momento en el que Egipto era una provincia del Imperio romano (desde el año 30 a.C.). Su difusión en papiros griegos de época imperial tardía y su estructura de uso popular indican que estas prácticas formaban parte de la religiosidad y mentalidad cotidiana de los habitantes del Imperio romano, especialmente en contextos provinciales. Lejos de ser una rareza egipcia o helenizante, las Sortes constituyen un ejemplo claro de sincretismo cultural dentro de una realidad imperial compartida.
19 F. Naether, 2010, 62.
20 F. Naether, 2010, 276. Aunque F. Naether mantenga que estos podrían tener cierta posición, preguntas como (74) «¿Seré vendido?» muestran que no todos aquellos que buscaban respuestas en las Sortes estarían realmente acomodados.
21 T. Parkin, 1992, 111.
22 Artem., 1.1-2.
23 Artem., 3.22. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 280-281).
24 Artem., 1.47 y 54.
25 La asociación entre médicos y abogados subraya que, en ambos casos, el acceso a estos servicios implicaba costes elevados y dependía de recursos externos. Para los grupos libres no privilegiados, enfermar no solo suponía un riesgo vital, sino también la posibilidad de endeudarse y perder la autosuficiencia del hogar (R. Knapp 2011, 11-16). Mientras que para las élites un médico podía ser un recurso ordinario, en los estratos libres no privilegiados se convertía en un factor de precariedad estructural, lo que explica la frecuencia con la que la salud aparece en sueños y oráculos como uno de los principales motivos de consulta.
26 Artem., 4.45. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 346).
27 Artem., 1.35-43.
28 Artem., 1.26.
29 «No tendrá una vida larga» (62.1); «Tendrá una vida larga y muy buena» (74.10).
30 «El enfermo se recuperará con riesgo» (52.8); «El enfermo se recuperará después de estar mucho tiempo enfermo» (61.6).
31 F. Naether, 2010, 157-158.
32 M.A. Vinagre Lobo, 1991, 300.
33 P. Garnsey y R. Saller, 1991, 151; R. Knapp, 2011, 19.
34 Artem., 1.15. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 88).
35 Artem., 4.29. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 337).
36 Artem., 4.70. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 366).
37 «Te casarás de repente con una mujer que conoces y quieres» (27.3); «Te casarás y luego te arrepentirás porque no habrás ganado nada» (24.2).
38 «Engendrarás hijos, los criarás y los enterrarás» (10.8); «Serás bendecido con hijos, pero estarás angustiado por ellos» (11.6).
39 «Tu mujer no se quedará contigo. Comete adulterio» (16.5); «Tu mujer se quedará contigo hasta la vejez» (20.8).
40 P. Garnsey y R. Saller, 1991, 155; R. Knapp, 2011, 18-19.
41 «Solo tú heredarás de tus padres» (39.4); «No heredarás de tus padres, morirás primero» (41.3).
42 «Solo tú heredarás de tu mujer» (74.2); «No heredarás de tu mujer como único heredero» (75.9).
43 «No heredarás de tu amigo. No lo esperes» (23.4); «Heredarás de tu amigo con un juicio» (21.3).
44 F. Naether, 2010, 108-115.
45 R. Knapp, 2011, 30.
46 Artem., 1.2.
47 Artem., 2.58-59. Dedicado a soñar con «las monedas» y «los tesoros»; 4.17., donde se habla de soñar con «incrementar el propio patrimonio».
48 En el capítulo dedicado a los árboles (2.25), se expresa que esta modalidad de álamo constituye una buena señal para los atletas.
49 En el mismo capítulo 2.25 se recoge la correspondencia del pino con las naves y los armadores.
50 Artem., 5.74. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 395).
51 Artem., 1.51. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 121).
52 Artem., 2.9. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 178).
53 Artem., 2.9. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 178).
54 Artem., 1.17 (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 90).
55 Estar embriagado no es positivo, ni para el hombre ni para la mujer, pues indica una gran insensatez y obstáculos en sus empresas; ciertamente, la embriaguez es la causa de estas significaciones. Sin embargo, el emborracharse es un buen síntoma para los temerosos, pues los ebrios son indiferentes a todo y no tienen miedo (Artem., 3.42. Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 291-292).
56 Estar loco resulta favorable para los que inician un proyecto, pues en cualquier asunto que emprendan los locos no se les puede detener. Sobre todo, es propicio este sueño para los que quieren ser demagogos, gobernar a las masas y para los que aparecen ante el pueblo, pues obtienen una mayor acogida. También es beneficioso para los que quieren dedicarse a la enseñanza, puesto que los jóvenes siguen a los que están dementes. Señala también que los pobres estarán mejor provistos de bienes, porque el loco recibe de parte de todos. Anuncia salud para el enfermo, porque la locura empuja a moverse, ir de un lado a otro y a no estar postrado como en el caso del enfermo Artem., 3.42. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 292)
57 «Avanzarás después de un tiempo como deseas» (8.5); «avanzarás para tu bien y te distinguirás» (18.10).
58 «Llegarás rápidamente a un acuerdo y obtendrás grandes beneficios» (27.6); «No llegarás a un acuerdo. No lo hagas» (46.4).
59 «Saldrás perjudicado en este asunto, pero en el otro saldrás beneficiado» (71.3); «Puedes salir un poco perjudicado, pero no angustiado» (56.22).
60 «Abrirás un taller y serás rico» (41.8); «No abrirás un taller. No se te concederá» (45.6).
61 «Comprarás el campo o la casa que quieras» (16.3); «Ahora no comprarás tierras» (20.6).
62 «No podrás pedir dinero prestado» (18.1); «Nadie te prestará dinero ahora. Espera» (38.6).
63 «Ahora devolverás lo que debes y te alegrarás» (38.5); «No devolverás lo que debes» (34.6).
64 «No te devolverán el dinero todavía» (30.1); «Te devolverán el dinero pasado un tiempo» (58.3).
65 F. Naether, 2010, 62.
66 R. Knapp, 2011, 45 y 105.
67 Artem., 2.29. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 215).
68 Artem., 2.29. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 215).
69 «Saldrás perjudicado en este asunto, pero en el otro saldrás beneficiado» (71.3); «Puedes salir un poco perjudicado, pero no angustiado» (56.22).
70 «Ahora devolverás lo que debes y te alegrarás» (38.5); «No devolverás lo que debes» (34.6).
71 F. Naether, 2010, 194.
72 F. Naether, 2010, 276.
73 Artem., 4.56.
74 Artem., 4.13. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 324).
75 Artem., 4.51. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 351).
76 «El viajero, tras haber sufrido un retraso, regresará. Sé feliz» (68.7); «El viajero no volverá. Está ocupado» (76.8).
77 «Comprarás un terreno y una casa» (28.6); «No comprarás un terreno ni una casa» (32.2).
78 «Tus pertenencias no se venderán en una subasta. No tengas miedo» (9.6); «Sus pertenencias se venderán en subasta y usted adquirirá otras» (66.4).
79 Igualmente, el robo constituía una preocupación recurrente en un contexto marcado por el desempleo, el subempleo y la extendida pobreza urbana. La ausencia de un cuerpo policial estable que garantizara la seguridad cotidiana dejaba a los ciudadanos prácticamente indefensos. En algunas ciudades existía la figura del vigilante nocturno, encargado de realizar detenciones puntuales, pero su presencia resultaba insuficiente y apenas ejercía un verdadero efecto disuasorio. Así también lo transmite Artemidoro: Artem., 2.36; R. Knapp, 2011, 47.
80 «Abrirás un taller y serás rico» (41.8); «No abrirás un taller. No se te concederá» (45.6).
81 «Tu mujer no se quedará contigo. Comete adulterio» (16.5); «Tu mujer se quedará contigo hasta la vejez» (20.8).
82 Artemidoro expone diferentes casos según con qué dios terrestre se sueñe: Artem., 2.37.
83 Artem., 2.34. (Trad. M.C. Barrigón Fuentes y J.M. Nieto Ibáñez, 1999, 222-224).
84 F. Naether, 2010, 194.
85 M.ª R. Fernández y M.A. Vinagre Lobo, 2003, 97-99.
86 «Llegarás rápidamente a un acuerdo y obtendrás grandes beneficios» (27.6); «No llegarás a un acuerdo. No lo hagas» (46.4).
87 «Te casarás de repente con una mujer que conoces y quieres» (27.3); «Te casarás y luego te arrepentirás porque no habrás ganado nada» (24.2).
88 «Solo tú heredarás de tus padres» (39.4); «No heredarás de tus padres, morirás primero» (41.3).
89 F. Naether, 2010, 276.