RESUMEN:
El barrio de El Cabanyal en la ciudad de Valencia es el contexto en el
que se desarrolla una investigación transformadora con dos objetivos
precisos: crear una comunidad de coinvestigadoras que planifican,
implementan, evalúan y difunden los resultados, y crear las
condiciones para reconstruir el tejido social superando el conflicto
entre grupos y los prejuicios que dificultan el encuentro. La
investigación-acción participativa permite el dialogo entre las
personas, las disciplinas y las culturas. Como resultado destacamos el
desarrollo de redes de cogeneración de conocimientos útiles para la
sociedad en su conjunto, basados en el pensamiento inductivo, la
implicación de la ciudadanía con la ciencia y la acción para la
transformación.
PALABRAS CLAVE: cambio social, coparticipación, minorías, superación
ABSTRACT:
The neighbourhood of El Cabanyal in the city of Valencia is the
context in which this transformative research is being carried out
with two precise objectives: to create a community of co-researchers
who plan, implement, evaluate and disseminate the results, and to
create the conditions for rebuilding the social fabric by overcoming
the conflict between groups and the prejudices that make it difficult
to meet. Participatory action research allows dialogue between people,
disciplines and cultures. As a result, we highlight the development of
networks for the cogeneration of knowledge useful to society, based on
inductive thinking, the involvement of citizens with science and
action for transformation.
KEYWORDS: social change; co-participation; minorities; self-improvement
Frente a los desafíos climáticos, energéticos y sociales de la situación actual, es necesario emprender un camino de conversión y transformación, a partir de un nuevo paradigma científico, coherente con la perspectiva de la ciencia compartida con la comunidad. El paradigma basado en el mecanicismo y el determinismo ha llevado a la concepción de la tecnología como capaz de resolver cualquier problema, social, ecológico o de salud, en un entorno en el que las materias primas se consideran prácticamente infinitas. Desde esta ideología los recursos naturales se conciben como simple mercancía. A esta visión mercantil de la ciencia y de la naturaleza debe contraponerse otra nueva con la que el ser humano tiene el deber de interactuar con su entorno, respetando sus reglas y criterios. Esta perspectiva es una premisa necesaria para una sociedad sostenible, en la que las actividades humanas son capaces de encajar en los complejos y delicados equilibrios dinámicos (Nowotny, Scott y Gibbons, 2003).
En las ciencias sociales el nuevo paradigma debe ser capaz de profundizar en la complejidad de los sistemas y de las conexiones entre los diferentes niveles, actuando con las personas de acuerdo con las necesidades sociales de las comunidades, respetando el medio ambiente, sin destruirlo, sin transformar los recursos en residuos, sin destruir la biodiversidad. Los conocimientos que surgen de esas investigaciones constituyen un bien común que debe poder ponerse a disposición de toda la comunidad humana, sin barreras y sin procesos de mercantilización (Santos, 2015).
En la sociedad del conocimiento la relación rediseñada entre la investigación y la sociedad civil requiere una reflexión continua, tanto sobre su naturaleza como sobre la posibilidad de abrir nuevos espacios para la ciudadanía, activando mecanismos de colaboración para elaborar conjuntamente las respuestas a las nuevas necesidades. Repensar la reorganización de la ciencia en este sentido implica una reubicación de las personas que participan en el proceso científico en todas sus fases, desde la definición del problema, hasta el diseño de la investigación, desde la elección de los instrumentos y estrategias de acción, hasta la recogida y el análisis de los datos, a la evaluación y la difusión de los resultados (Park, 2001). El conocimiento pertenece a todas las personas aún más cuando se cogenera, desarrollando teorías prácticas y, por tanto, conocimiento local.
Para fomentar una práctica dialógica auténtica es necesario reconocer la especificidad mutua, de cada persona que trae consigo historias vividas, conocimientos desarrollados en las luchas y la experiencia diaria. Este reconocimiento se concreta en una compenetración entre diferentes universos, como premisa esencial de la investigación social. Estas herramientas teóricas y metodológicas son la base de un paradigma basado en aportaciones multiuniversales. Lo micro y lo macro, lo universal y lo singular están indisolublemente conectados en los caminos que experimentamos. Y este es el punto de partida de una investigación participativa, socialmente orientada y por lo tanto transformadora. Una investigación basada en la integración de tres dimensiones: de investigación, de implicación basada en la reasignación compartida del significado y la transformación de las realidades (Fals-Borda, 1991). El conocimiento profundo del entorno, desde diferentes puntos de vista, facilitar la participación en el proceso de investigación de las personas que viven en un contexto especifico, está conectado a la práctica, y el mismo contenido depende de la acción dirigida a transformar. La especificidad del campo social requiere una participación en la construcción conceptual y en la gestión organizativa del proceso de investigación, que crea conexiones, para desarrollar no sólo una ciencia sino una conciencia participativa y profundamente democrática.
La ciencia no puede ser considerada una verdad que ignore la existencia de otras visiones, encontrará una manera de enriquecerse a través de las personas, sus habilidades ancladas a las prácticas, sus historias, sus conocimientos, sus experiencias. La entrada de la comunidad en el proceso científico sin duda perturba, pluraliza los idiomas, obliga a la necesidad de traducciones de lenguajes (Benjamin y Echeverría, 2004), y por lo tanto lo convierte en un proceso profundamente democrático. La aceptación de la pluralidad de miradas para entender y cambiar el mundo es una fuente de riqueza. La ciencia se nutre del desarrollo humano en todas sus formas, una ciencia basada en la expresión del conocimiento creativo, especialmente de los sujetos más débiles (Orefice, 2006). La idea de cambio inherente a la acción implica una concepción diferente de lo social como un contexto producido por la actividad humana que puede ser construido o reconstruido.
En la articulación de los procesos de comprensión e intervención, la investigación dirigida a la práctica, vinculada a lo particular, a lo situacional, es en sí misma un proceso dialéctico, participativo, dirigido a la creación de habilidades para la creación de nuevos saberes. Los dos principios de este tipo de investigación, la participación y el acceso al conocimiento popular, se articulan en relación con el diálogo, la recuperación de algunas tradiciones, la diversificación y el reconocimiento de los diferentes actores y prácticas sociales.
Es una forma de hacer ciencia que establece lazos cada vez más fuertes de interacción, a varios niveles, entre la sociedad civil y la comunidad científica. Esto permite ampliar la esfera de valores, crear espacios de deliberación y reflexión sobre posibles escenarios alternativos, comunicar la complejidad y en general educar mediante las preguntas (Freire y Faúndez, 1986). Es una oportunidad para adquirir la capacidad de reformular el pensamiento, en un proceso continuo que se abre a otras voces. Descubriendo una función pedagógica de la ciencia que transmite el valor del deseo de conocimiento, encendiendo la pasión por el saber, la búsqueda de la sabiduría de las cosas humanas, que permite habitar el mundo, pensar con él y transformarlo.
La participación ciudadana ha comenzado a configurarse como un requisito fundamental en la planificación y el diseño de las políticas locales comunitarias, y uno de los principios sobre los que debe desarrollarse la acción política. Sin embargo, estas nuevas oportunidades han dado lugar, al mismo tiempo, a la necesidad de hacer frente a las dificultades que supone la incorporación de aquellos grupos sociales que tienen más dificultades para intervenir formalmente en la vida social. Y desde aquí planteamos algunas preguntas: ¿Cómo se debe abordar la cuestión de aquella parte de la ciudadanía que no está comprometida con la participación social? En otras palabras, ¿Deberían establecerse diferentes fórmulas de participación para impulsar un mayor grado de compromiso social? Y si así fuera, ¿En qué medida se puede afirmar que esto es representativo de un cambio a la hora de abarcar los problemas de inclusión social? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas, ni son aplicables en todos los ámbitos y territorios, es esencial que se conozcan las diversas formas en que se han llevado a cabo los proyectos de investigación participativa y analizar cómo esta puede ser una herramienta predominantemente transformadora para impulsar la justicia y el compromiso social de todas las personas.
La investigación participativa es un marco conceptual y metodológico que intenta abordar estas necesidades y limitaciones y situar el análisis de la participación ciudadana en un contexto de justicia social más amplio, generando una comprensión profunda de las experiencias de las personas. Todo ello orientado a comprender los factores que perpetúan la exclusión social y responder mediante la promoción de la acción colectiva y el cambio social (Sierra y Parrilla, 2019).
Las personas que participan en cada fase de la investigación adquieren técnicas epistémicas y un nuevo conocimiento, premisas para una modificación de su forma de ser en el contexto que va en dirección de una presencia más activa y, por tanto, políticamente significativa (Maguire, 2001). En la investigación participativa, las personas que participan en ella lo hacen desde su perspectiva particular, sus procesos de aprendizaje y su posicionamiento individual y colectivo. Por lo tanto, la investigación participativa no es un mero ejercicio académico, si no siempre un proyecto conjunto con diferentes actores sociales (Bergold y Thomas, 2012).
En este sentido, la participación aparece estrictamente conectada con los procesos para el logro de la justicia social entendida como la posibilidad de que las personas sean protagonistas de los procesos socioculturales y, por lo tanto, gocen de cierto reconocimiento en la comunidad en la que viven, pues incide en la relación con el contexto social ejerciendo habilidades proactivas y de gestión.
Los miembros de la comunidad son agentes activos en la transformación de su realidad social, el dialogo entre personas es de tipo co-generativo en cuanto se orienta a la construcción de una teoría vinculada a la situación local. Podríamos hablar de habilidades prácticas adquiridas en relación con un entorno específico, conocimiento práctico vinculado al territorio, arraigado en la experiencia local y a las características particulares de un ecosistema específico (Martinez, 2017).
La investigación participativa no es un procedimiento único y uniforme, sino que un "estilo de investigación" (Bergold y Thomas 2012), caracterizado por su flexibilidad. El dialogo entre la especulación teórica y la inteligencia práctica, permite restituir una imagen más compleja de la situación en el barrio así como de la vida cotidiana implicando aspectos como: las temáticas de la relación entre las comunidades, del espacio colectivo, de la proyección y de las políticas de recualificación. A partir de este momento la idea es activar una reflexión sobre la periferia social en su complejidad y de las maneras de intervenir y actuar en el barrio. La participación activa de los grupos marginales permitiría a las personas salir de contextos interactivos restringidos, acceder a decisiones y proyectos que pueden ser relevantes para la sociedad, que se configuran como una experiencia democrática de participación en la construcción de significados compartidos sobre la realidad. Lo cual fomenta la capacidad de autoexpresión, planificación y toma de decisiones, dimensiones fundamentales del compromiso a cualquier nivel.
Este artículo presenta las principales conclusiones de un estudio, inspirado en la investigación-acción participativa, realizado en un barrio de la ciudad de Valencia. El territorio de desarrollo ha sido seleccionado por su heterogeneidad sociocultural, y por las condiciones económicas de las diferentes comunidades que lo habitan, como para detectar la posible influencia de estas diferencias en el comportamiento y las intensidades de participación social a nivel local.
El objetivo principal es presentar información que facilite la comprensión de las características de la cultura participativa. La investigación (Donato, 2019) se ha realizado entre el 2015 y el 2019 con tres objetivos: primero, informar sobre las dinámicas de las prácticas participativas en el barrio de El Cabanyal, segundo, profundizar en el estudio de las diferencias en la participación por las diferentes situaciones sociales, económicas, culturales; y tercero, demostrar de forma práctica que es posible realizar estudios participativos con todos los grupos sociales, cuando por participación se entiende la transformación real de las personas que pasan de objeto de observación a sujetos activos en la realización de la investigación. Con este objetivo, se diseñó un programa en seis fases, al final de las cuales se esperaba que las entidades locales y las personas directamente interesadas hubieran adquirido suficiente experiencia y conocimientos para asumir por sí mismas el papel de organizadoras de futuras actividades participativas para el desarrollo comunitario.
La primera fase del estudio fue exploración, su objetivo era recoger toda la información sobre la situación actual y continuó en la segunda fase de diagnóstico, con entrevistas a los residentes pertenecientes a los diferentes grupos sociales y agentes locales. Las entrevistas permitieron examinar con más detalle algunos de las cuestiones que afectan la vida en el vecindario, en particular las relacionadas con el conflicto social entre diferentes comunidades. También se entrevistó a los titulares de cargos técnicos o políticos del Ayuntamiento que expresaron preocupaciones similares y representantes de la comunidad escolar. Finalmente se redactó un informe inicial que contenía los resultados provisionales de las entrevistas y que constituyó el material para el debate en las sucesivas fases.
En la tercera fase, que fue la de prescripción, se realizaron reuniones públicas con todas las entidades participantes. Las reuniones se celebraron en un aula puesta a disposición por el centro escolar, cuya comunidad se implicó activamente en el proyecto de investigación. Los temas tratados incluyeron, la relación entre diferentes colectivos, la situación de conflicto social entre la comunidad de cultura gitana y de cultura paya, las políticas del Ayuntamiento en materia de inclusión, etc. El segundo objetivo consistía en formar un grupo de trabajo constituido por mujeres de diferentes culturas vecinas del barrio que, por primera vez a través de propuestas, organización de eventos, la misma participación al estudio, pudieran conocerse y apoyarse recíprocamente.
En la cuarta fase, la de implementación, se trató de promover y fomentar prácticas de solidaridad y proximidad para reactivar los lazos sociales. Impulsando el apoyo recíproco, la construcción de respuestas comunes, con la finalidad de crear bienestar social, dinamizar la atención a las personas más vulnerables, el mutualismo más allá del paternalismo y el bienestar, superando el atomismo y el aislamiento. El objetivo era cogenerar un proceso de Empoderamiento de un grupo de mujeres pertenecientes a un colectivo minoritario, y estimular paralelamente un proceso de Emancipación de los estereotipos y de los prejuicios del grupo mayoritario. Reflexionar sobre las condiciones de desigualdad y las múltiples formas de injusticia. Empezar un camino de coparticipación para superar la condición de segregación. El grupo de trabajo formado por un total de 30 mujeres era constituido por 21 mujeres de cultura paya y 9 mujeres de cultura gitana, conocido con el nombre de Las Ganchilleras Luchadoras y L’Anticor.
En la fase de evaluación a través de un enfoque interpretativo y cualitativo se quería examinar el proceso en sí y la implementación de las estrategias más eficaces, favoreciendo una mirada consciente, crítica y proactiva. A medida que el proyecto de investigación avanzaba, se hizo evidente que la participación de los diferentes colectivos estaba muy condicionada por tres factores: en primer lugar, el propio marco de participación, que requería un nivel muy elevado de compromiso; en segundo lugar, las características de los colectivos, lo que nos permitió proponer algunas conclusiones iniciales sobre las diferencias en los comportamientos de los grupos; y en tercer lugar, la importancia de una alfabetización y formación a la participación.
En la última fase del estudio dedicado a la difusión de los resultados, se ha organizado un atlas ecléctico, una documentación detallada de tipo narrativo, fotográfico y audiovisual, para compartir con la sociedad los resultados de nuestra investigación. Los relatos de las historias de vida y la documentación fotográfica han ayudado a estructurar mucha de la información recogida, fomentar la discusión crítica, y sistematizar todo el proceso de co-construcción del conocimiento. Se han organizado seminarios, exposiciones, eventos públicos, entrevistas, reportajes y se ha empezado a publicar en coautoría la experiencia vivida con la investigación haciendo experiencia de la experiencia. Un ejemplo de ello es este mismo trabajo que ha sido escrito conjuntamente entre vecinas del barrio y académicos.
El cambio en la relación entre el conocimiento y la sociedad viene determinado por una difusión en los diferentes lugares donde se produce el conocimiento, así como por nuevos actores generadores y las pautas de producción de cada persona. Hablamos de una Producción de Conocimientos del Modo 2 y de un modelo en el cual los límites entre la ciencia y la sociedad se desplazan y disuelven, las fronteras se vuelven más permeables y la comunicación también fluye en la dirección opuesta: la sociedad habla a la ciencia, a través contenidos que reflejan las vivencias de las personas cuyos imaginarios interactúan con lo cotidiano y lo profundamente humano. Ello exige que la ciencia tenga más en cuenta el contexto de producción puesto que es generada desde la perspectiva de su proyección al ámbito de la aplicación (Nowotny, Scott y Gibbons, 2003; 2013).
Ilustración 1: Reunión vecinal (elaboración propia)
Los resultados obtenidos permiten mantener la posibilidad de realizar estudios y proyectos participativos relacionados con la dinamización comunitaria local, involucrando a las personas en todas las fases de la investigación. Se trata de una actividad plenamente integrada en la que investigadores/as profesionales y no profesionales participan en la decisión de los problemas que se plantean, respondiendo a las necesidades de los protocolos científicos mediante la combinación de las motivaciones e intereses de las personas, las cuales pueden elegir su nivel de responsabilidad en el análisis, la publicación o la utilización de los resultados.
Podemos concluir que las características y la intensidad de la participación dependen, en gran parte, del grado de implicación y tipo de diálogo establecido en el contexto del estudio. Circunstancia que destapa muchos aspectos para estudiar, si bien aquí hemos podido analizar con bastante profundidad la cuestión de las diferencias en las formas que ha tomado este compromiso y las aportaciones de los distintos sectores de la sociedad. Se ha comprobado que la confianza mutua es una condición indispensable para establecer un clima propicio a la participación, esto requiere que los/las científicos/as actúen como facilitadores para discutir conjuntamente las estrategias puestas en marcha y experimentar nuevas direcciones de investigación. Además, la coherencia con todo el proceso implica una profunda atención a los aspectos éticos que están relacionados principalmente con el respeto y el reconocimiento del valor de las aportaciones de todas las personas participantes y con una comunicación que tiene que ser siempre detallada, exhaustiva y continuada.
Las diferencias en los niveles de participación están relacionadas con las características del entorno sociocultural, las personas que ya han tenido experiencia de compromiso ciudadano han registrado mayores posibilidades de participación. Por el contrario, las personas que sufren la condición de discriminación y marginación registraron los niveles más bajos. Cuando se empezaron a organizar eventos públicos en el barrio, en la Universidad, en el colegio, los niveles de participación de las personas de los grupos en riesgo de exclusión social aumentaron, pues se ofrecían para intervenir en los talleres dados en otros centros escolares, por citar un ejemplo. Esto ha tenido su impacto no sólo en la forma de hacer ciencia, cada vez más abierta e inclusiva, sino también en la forma en que se redefinen los criterios para establecer el rigor de la investigación de manera que sea compatible con el principio de relevancia. Tal como se pone de manifiesto en la siguiente consideración de una de las participantes:
Haber tomado parte en esta investigación me ha permitido conocer y conocerme, pero me ha permitido también que me conozcan, como mujer gitana, que puedo y quiero dar ejemplo de superación fuera de las etiquetas que se imponen. Creo en la equidad de oportunidad entre todas las personas, porque así me criaron en mi familia y creo que todas las personas tengan que haber la oportunidad para exprimir lo que sienten, lo que son, las necesidades y las aspiraciones, independientemente del barrio donde viven o de la cultura. Todo esto lo estoy trasmitiendo a mis hijos, que tomen fuerza en la participación en la vida social, que se comprometen, que sientan de poder dar a la sociedad, superándose cada día.
Realizar investigaciones socialmente pertinentes significa tratar de producir una teoría útil en la práctica, la cual se valida empíricamente en el mismo contexto que la genera. La colaboración tiene como objetivo cogenerar una teoría local que será validada conjuntamente mediante la aplicación de una acción transformadora, avanzando hacia un modelo cada vez más orientado a la participación en el que los contextos del conocimiento y el público se encuentran e influyen mutuamente.
Todavía se requieren más estudios, en virtud de las experiencias desde diferentes campos y disciplinas se abre la posibilidad de generar un contexto real de participación para sus habitantes. De este modo la investigación científica inicia un nuevo camino desarrollando un conocimiento social en el que los investigadores trabajemos sobre nosotros mismos. Es la única manera de convertirse en instrumento de diálogo, de un modelo basado en una nueva relación cooperativa y emancipadora con la sociedad en su conjunto. Y en esta dirección se desarrolla el proyecto de trabajo emprendido en el barrio citado.
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