ESTUDIOS Y ENSAYOS

El método etnográfico como construcción de conocimiento: un análisis descriptivo sobre su uso y conceptualización en ciencias sociales

The ethnographical method as construction of knowledge: a descriptive analysis on its use and conceptualization in social sciences

Recibido: 23 de noviembre de 2019 Aceptado: 17 de diciembre de 2019 Publicado: 31 de enero de 2020
To cite this article: Cotán, A. (2020). El método etnográfico como construcción de conocimiento: un análisis descriptivo sobre su uso y conceptualización en ciencias sociales. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 1 (1), 83-103
DOI: http://dx.doi.org/10.24310/mgnmar.v1i1.7241

Almudena Cotán Fernández ORCID: 0000-0003-0362-4348
Universidad de Cádiz

Resumen

La investigación cualitativa centra sus intereses en el análisis de las relaciones sociales. Numerosas son las disciplinas y metodologías que derivan de ella. Un buen ejemplo, es el caso del método etnográfico interesado en analizar, describir y comprender el funcionamiento de las culturas y lo que a ellas acontecen. Desde un punto de vista educativo, este enfoque va a permitir analizar e interpretar la realidad social a través las relaciones humanas y su contexto atribuyéndole significados. Motivado por este contexto, el presente trabajo tiene como objetivo principal realizar una revisión bibliográfica sobre el método etnográfico. Con una metodología descriptiva, se realizará una reseña sobre el origen de este método, así como a su conceptualización y caracterización. En segundo lugar, se abordará su importancia desde un punto de vista educativo y se realizarán algunas propuestas de orientación para su puesta en práctica. Se finalizará con un apartado de conclusiones entre las que se destaca las múltiples ventajas que el uso de este método ofrece, destacando su carácter pro-activo hacia la búsqueda de mejoras y su carácter descriptivo, naturalista, holístico e inductivo.

Palabras Clave:

etnografía; ciencias sociales; investigación; método; educación

Abstract

Qualitative research focuses its interests on the analysis of social relations. Numerous are the disciplines and methodologies that derive from it. A good example is the case of the ethnographic method interested in analyzing, describing and understanding the functioning of cultures and what happens to them. From an educational point of view, this approach will allow analyzing and interpreting social reality through human relationships and their context by attributing meanings. Motivated by this context, the present work has as aim objective to carry out a bibliographic review on the ethnographic method. With a descriptive methodology, a review will be made about the origin of this method, as well as its conceptualization and characterization. Secondly, its importance will be approached from an educational point of view and some guidance proposals will be made for its implementation. Finally, it will focus on making a proposal for guidance for its implementation. It will conclude with a section of conclusions among which the multiple advantages that the use of this method offers, highlighting its pro-active nature towards the search for improvements and its descriptive, naturalistic, holistic and inductive character.

Keywords:

ethnography; social sciences; investigation; method; education

1. Introducción

Numerosas son las perspectivas de investigación alternativas que han surgido a los métodos positivistas en los últimos tiempos (Álvarez, 2008). Derivado de este hecho, son diversos los enfoques que han aparecido en el campo de la investigación en las ciencias sociales. La investigación-acción, los estudios de casos o la etnografía, son un buen ejemplo de ello (Páramo y Otálvaro, 2006). En este último caso, la etnografía como objeto de estudio en el presente artículo, con tradición anglosajona, ubicada en la antropología cultural y técnica de investigación social, se centra en el estudio de las sociedades y las culturas (Axpe, 2004; Sequera, 2014). Surgida a principios del siglo XX, el método etnográfico es un enfoque que adquiere muchos matices y riquezas debido al análisis cultural que hace de las sociedades y comunidades.

En el ámbito educativo, este enfoque permite analizar la dinámica escolar así como conocer las diversas perspectivas y culturas de la comunidad escolar, siendo su fin principal la mejora de las prácticas escolares (Álvarez, 2008; Maturana y Garzón, 2015). Caracterizada por el trabajo de campo, los procesos de investigación etnográfica han de estar enfocados a la descripción de la cultura, acompañado de la interpretación de sus significados y del análisis de la estructura social de la comunidad estudiada (Barrio, 1995). En este sentido, tenemos que remontarnos tres décadas con la afirmación de Torres (1988) cuando indicaba que “las etnografías no deben quedarse exclusivamente en su dimensión descriptiva, sino que, como modalidad de investigación educativa que son, deben coadyuvar, también, a sugerir alternativas teóricas y prácticas, que conlleven una intervención pedagógica mejor” (p.17).

Desde un punto de vista histórico, la etnografía ha evolucionado hasta la forma en la que actualmente la conocemos. Vinculada fuertemente a la antropología social y cultural, en un primer momento, se centró en investigar, describir y explicar los patrones culturales de las sociedades elementales que no se habían integrado en las civilizaciones, entendidas éstas desde un punto de vista occidental (Pérez, 2011; Sandoval, 1996). Años más tarde, este enfoque evolucionó a lo que se entiende por etnografía de las sociedades complejas, centrándose en contextos específicos como los ancianos, las aulas escolares y las instituciones, entre otros. En la actualidad, la etnografía se centra en el estudio de objetos más específicos de la cultura, interpretando sus significados, valores, reglas, etc.

Figura 1. Evolución en el estudio de la etnografía (Fuente: elaboración propia).

Marcada por la diversidad de concepciones y uso de la misma, no existe un consenso unánime sobre su conceptualización (Axpe, 2004; Wilcox, 1993). Diversos autores han contribuido a este hecho. Algunos asocian el centro de investigación de la etnografía al conocimiento cultural (Spradley, 1979). Otros, destacan la interacción social (Gumperz, 1981) o su capacidad para verificar y desarrollar teorías (Denzin, 1978; Glaser y Strauss, 1967). Desde este trabajo, no se pretende ofrecer una respuesta o definición unánime que solucione la pregunta “¿qué es la etnografía?”. No se basa en defender ni adoptar una posición determinada, ya que, tal y como indican Atkinson y Hammersley (1994), se reconocen diferentes posicionamientos. Por lo que, desde este documento, se ofrecerán y presentarán brevemente algunas características sobre el método etnográfico, su tipología, su clasificación y su importancia en el ámbito educativo. Se finalizará con algunas orientaciones para el desarrollo de investigaciones etnográficas. Fruto de ello, esperamos que sea el lector quien tome su propio posicionamiento en base a sus perspectivas ideológicas, teóricas y epistemológicas.

1.1. Objetivos y metodología

El presente trabajo se centra en la realización de una revisión de la literatura sobre la etnografía cómo método de investigación. Partiendo de este foco de interés, el objetivo principal de este trabajo se centra en reflexionar sobre las principales potencialidades y usos del método etnográfico en el área de Ciencias Sociales y, de forma más concreta, en la educación.

Derivado de este fin, los objetivos específicos que se pretenden alcanzar son los siguientes:

· Analizar las diversas concepciones y posturas epistemológicas de diversos autores sobre el método etnográfico.

· Identificar las principales características del método etnográfico.

· Clasificar los principales tipos de etnografía existentes.

· • Reflexionar sobre la importancia y desarrollo de prácticas de investigación etnográfica en el campo educativo.

· Establecer principios y orientaciones para desarrollar investigación etnográfica.

Para la consecución de ello, se ha optado por una metodología cualitativa de corte descriptivo. A tal fin, se realizaron diversas búsquedas en diferentes base de datos: Scopus, Google Scholar, Dialnet y ERIC. Tras la revisión del resumen, título, resultados y conclusiones, se obtuvieron un total de 39 documentos. La información recopilada ha sido analizada a través de un sistema categorial que ha sido generado siguiendo la propuesta por Miles y Huberman (1994). Seis fueron las categorías establecidas: definición, características, tipos, prácticas, orientaciones, educación. A lo largo de este proceso, se ha pretendido desarrollar un marco teórico, contrastado con diversas perspectivas y enfoques teóricos, que permitiera indagar sobre el objeto de investigación en mayor profundidad.

2. Conceptualizando la etnografía

Según el Diccionario de la Real Academia Española (2019, online) la etnografía es el “estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos”. De origen griego, Ethnos (pueblo) y Graphen (describir), se puede decir que actualmente existe un debate sobre las principales características del método etnográfico, fundamentalmente derivado, tal y como indica Axpe (2003), en la concepción de la etnografía como un método de investigación.

Por otro lado, autores como Giacomelli, Guedes, Solares y Leite (2009), indican que desde su uso en el ámbito sanitario, un estudio etnográfico se caracteriza por la comprensión del mundo de una persona por parte del etnógrafo, sabiendo que ambos poseen un sistema cultural, histórico y social diferente, construido desde sus peculiaridades (Geertz, 1997).

Según Wilcox (1993), la etnografía es una disciplina dentro del área de la Antropología que no significa observación participante, trabajo de campo o investigación cualitativa. La concibe como una metodología que abarca más que una serie de técnicas de recogida de datos que puedan describirse o usarse con facilidad. Esta definición, debería verse complementada con la realizada por Hammersley y Atkinson (1994), quienes indican que la etnografía puede ser considerada desde tres enfoques: como un registro de conocimiento cultural; como una investigación sobre patrones de interacción o, como un análisis holístico de las sociedades. Además, a esto se le debe sumar su carácter descriptivo, interpretativo y de desarrollo y verificación de teorías (Axpe, 2003).

Para autores como Pujadas, Coma y Roca (2010) o Serra (2004), la etnografía es entendida desde una doble vertiente. Por un lado, la conciben como un método de investigación que centra su objetivo en el estudio de las unidades sociales con el fin de describir, reconstruir e interpretar la realidad desde un punto de vista analítico de la cultura, formas de vida y estructura social del grupo estudiado. Y, por otro lado, es entendida como el producto que surge a través del proceso de investigación.

Desde el punto de vista de Pujadas et al., (2010), la etnografía se encuentra vinculada a un triángulo antropológico en el que confluyen tres variables: contexto, comparación y contextualización. Para estos autores, la etnografía surge a raíz de la información obtenida, realiza un planteamiento teórico comparativo que estimula y fomenta nuevos problemas e interpretaciones que deben obtener respuesta en investigaciones posteriores. Por otra parte, para poder comprender la información obtenida e interpretada dentro de su contexto, la etnografía requiere de un meticuloso trabajo de contextualización histórica, política, económica y social.

Por ello, la etnografía como “fuente primaria del conocimiento antropológico sobre los sistemas socioculturales” (Pujadas et al., 2010, p.19), abarca diferentes ciencias naturales y sociales que se relacionan con el ser humano como centro del estudio. Sin embargo, también incluye otros ámbitos como la antropología física, paleontología, arqueología, la etnología y psicología social, entre otros. No obstante, además del debate existente sobre la diversidad de definiciones en torno a dicho concepto, se debe unir la falta de consenso sobre su marco epistemológico. Muchos antropólogos se niegan a admitir trabajos procedentes de otras disciplinas como la psicología, pedagogía o sociología (Axpe, 2003).

De todas formas, se considera que no es el origen de este trabajo el debate existente en torno a la conceptualización del método etnográfico y su marco epistemológico. Para ello, se tendría que remontar a sus orígenes de la Antropología Social, la Sociología o la Escuela de Chicago, entre otros. No obstante, pese a no centrar el trabajo en la exposición de estos datos, para poder conocer mejor su evolución se remite al lector a los trabajos de origen nacional de González Monteagudo (1996) o Pujadas et al., (2010) quienes, en su primer capítulo, realizan un recorrido muy clarificador sobre su evolución desde la cultura grecorromana, pasando por la etnografía norteamericana del siglo XX, la antropología social británica hasta llegar a la época contemporánea.

2.1. Características del método etnográfico

Tal y como se ha podido apreciar en las líneas anteriores, no existe una definición unánime de etnografía si no se asocia con una perspectiva o enfoque determinado (Axpe, 2004). De hecho, no es la intención del presente trabajo ofrecer una definición o enfoque “correcto”. Lo que se pretende es mostrar al lector deferentes conceptualizaciones y consideraciones sobre su significado. Asimismo, se considera imprescindible establecer las principales características definitorias que, bajo el punto de vista de diversos autores, son idóneas. De esta forma, quizás se ofrezca una visión más completa sobre su significado y lo que éste abarca pudiendo por tanto el lector definir y establecer su propio enfoque.

Derivado de lo anteriormente indicado, autores como Atkinson y Hammersley (1994), conciben la etnografía como una forma de investigación social caracterizada por cuatro rasgos esenciales:

1. Interés por explorar la naturaleza particular del fenómeno social de estudio antes que comprobar hipótesis sobre el mismo.

2. Tendencia a trabajar con datos no estructurados que no han sido codificados antes de su recogida.

3. Investigar un pequeño número de casos, a veces solo uno, pero siempre en profundidad y en detalle.

4. Analizar la información desde la interpretación de los significados de las actuaciones de las personas, presentándolo a través de descripciones y explicaciones verbales. En ocasiones, el análisis estadístico no aparece o adquiere un segundo plano.

Autores como Wilcox (1993), indican que la principal característica definitoria de la etnografía es su carácter descriptivo sobre el discurso social y las relaciones humanas. A esta característica Geertz (1973) la denomina descripción densa. Por otro lado, Axpe (2003 y Velasco (2003) indican que la etnografía está caracterizada por la permanencia prolongada por del investigador en el grupo y por el estudio profundo que éste realiza de las relaciones humanas y sus significados. En esta misma línea, Goetz y LeCompte (1988) añaden que la mayoría de las etnografías se identifican por su carácter holista, a lo que Sandoval (1996) añade que, también es contextualizada, reflexiva y temporal.

Pujadas et al., (2010), establecen dos características esenciales: 1. la estancia prolongada en el campo parte del investigador y, 2. la capacidad para realizar estudios multisituados que permitan estudiar diferentes unidades de observación dentro de una misma unidad de análisis. Unido a toda esta clasificación, Spindler y Spindler (1992), consideran que las etnografías han de reunir diez características esenciales:

1. Observaciones contextualizadas.

2. Hipótesis originadas en el momento en el que se desarrolla el estudio.

3. Observación prolongada y reiterada en el tiempo.

4. Las narraciones y voces de los participantes han de ser recogidas a través de diversas técnicas de investigación etnográficas, como es el caso de la observación y la entrevista, entre otras.

5. Explicación del conocimiento cultural y social de los participantes.

6. Los instrumentos, esquemas, códigos, categorías, que se generen deben ser creados fruto de la observación.

7. Ha de ser transcultural y comparativa.

8. Debe clarificar lo implícito para los lectores: reglas, palabras, comportamientos, etc.

9. El investigador no debe incidir en las respuestas de los participantes ni conducir la entrevista bajo su perspectiva personal. Debe ser lo más neutral posible, y

10. Utilizar cualquier material que permita recoger más información (grabadora, cámara, etc).

Desde el punto de vista de este trabajo, la principal característica de la etnografía es su carácter cultural. En ella, el investigador ha de reflejar y describir la información de forma fiel interpretando el discurso social de las personas. Para ello, tal y como indican Velasco y Díaz de Rada (1997), el investigador debe tener la capacidad de ser intersubjetivo y no inferir en las narraciones con su propia perspectiva. Además, a estas características debemos de añadir su carácter naturalista, fenomenológico, holístico e inductivo.

A todo esto, hay que sumarle el carácter simultáneo del proceso etnográfico, ya que tanto la recogida como el análisis se realiza de forma paralela, de ello el carácter inductivo. Sin embargo, este método de origen cualitativo, obtiene una característica común con el método cuantitativo: ambos buscan la triangulación en sus datos a través de diferentes técnicas, aunque la gran diferencia entre ambos radica en éstas y en el carácter dialógico propio de las técnicas etnográficas.

A este fin, desde esta líneas, se podría indicar que la etnografía tiene como fin principal describir, comprender e interpretar la realidad social a través las relaciones humanas y su contexto atribuyéndole significados e interpretaciones a sus normas, valores y patrones de conducta (Restrepo, 2016). Para ello, el investigador debe de involucrarse en el contexto pero siempre desde un punto de vista intersubjetivo. Todo ello, concretándolo en un marco espacial y temporal específico para la recogida de información, donde el investigador emplee diferentes técnicas de recogida de información, siendo la principal de ella la observación participante.

2.2. Tipos de etnografías

Muchos han sido los autores que han definido y caracterizado la investigación etnográfica y, por supuesto, los que han establecido su propia clasificación. Este apartado se limitará a mencionar, de forma concisa (puesto que existen trabajos más extenso en este ámbito, como los de Axpe (2003)), algunas de los principales tipos de etnografías.

Autores como Reeves (1979) y Sanday (1983), destacan tres estilos de estudios etnográficos centrados en el ámbito de la antropología (ver figura 2): a. Estilo Holístico; b. Estilo Semiótico, y c. Estilo Conductista. Esta clasificación se debe a la diferenciación que se realiza sobre el paradigma etnográfico, ya que en ocasiones el foco de atención se encuentra en el conjunto (estilo holístico); en otras en el significado (estilo semiótico) y en otras, en el comportamiento (estilo conductista).

Figura 2. Clasificación etnográfica (Fuente: elaboración propia a partir de Sanday, 1983)

Desde un punto de vista educativo, Goetz y LeCompte (1988), establecen una clasificación de los métodos etnográficos en función del enfoque, alcance y métodos que deseen utilizarse. De esta forma indican que son cuatro categorías:

  1. Etnografías tradicionales: centradas en describir y explicar la cultura y forma de vida de un grupo concreto. El investigador permanece períodos prolongados en el campo delimitado geográficamente.
  2. Microetnografías de aulas individuales: se caracteriza por usar una única técnica de recogida de información, centrándose en pequeños subsistemas culturales.
  3. Cuasi-etnografías: interpreta, conceptualiza y teoriza basándose en la antropología cultural aunque puede adoptar algún método de la etnografía clásica.
  4. Etnografía relámpago o blitzkrieg etnography: se caracteriza por la corta estancia que realiza el investigador en el contexto de estudio.

Por su parte, Cajide (1992) basándose en la propuesta de clasificación realizada por Jacob (1987), Tesch (1990) y Wolcott (1992), entre otros, indica que la etnografía se estructura en siete modalidades diferentes:

1. Holística: interpreta y explica los fenómenos sociales.

2. Interpretativa: describe cómo investigar a las personas fijando su atención en los fenómenos sociales.

3. Artística/crítica: describe cómo investigar los fenómenos educativos unificando el arte de la apreciación y el consenso.

4. Crítica: busca el empoderamiento y emancipación de las personas oprimidas ayudándoles a conocer las fuentes psicológicas y sociales que le generan sus estados, persiguiendo encontrar acciones para emprender y cambiar su estado.

5. Constructivo-deliberativo: ofrece a los grupos un espacio para la reflexión y creación de nuevos temas y perspectivas. Ayuda a sintetizar puntos de vista.

6. Postmodernista: examina el mundo social desde múltiples perspectivas.

7. Etnometodología: investiga el modo de actuar de las personas en actividades concretas.

Desde un punto de vista de contenido, Spradley (1980) la clasifica en tres modalidades:

1. Etnografía comprensiva: estudia e interpreta la cultura global y estilo de vida completo de un grupo o comunidad. Es sistemática.

2. Etnografía con una orientación temática: centra la investigación en un aspecto de la cultura. Su propósito es contrastar o comparar.

3. Etnografía guiada por hipótesis: el inicio del estudio y la recolección de la información se encuentra condicionada por las hipótesis establecidas con anterioridad. Las conclusiones son obtenidas a través de la comprobación de la hipótesis.

En este orden de ideas, Boyle (1994), centra su clasificación en cuatro categorías: 1. Etnografías clásicas u holísticas; 2. Etnografías particulares o focalizadas; 3. Etnografías transversales, y 4. Etnografías etnohistóricas.

Pujadas et al., (2010), identifica “la etnografía como descripción de las sociedades humanas”, como la más adecuada. Siguiendo a estos autores, son cuatro las modalidades existentes de escritura etnográfica: 1. Los estudios de caso en profundidad; 2. Los estudios de comunidad; 3. Trayectorias sociales e historias de vida, y 4. La etnografía de orientación temática. Desde este posicionamiento, el método etnográfico aborda un amplio espectro de la cultura humana permitiendo investigar y analizar el funcionamiento y lógica de las sociedades a través de las diferentes variables culturales y sociales a nivel macro y micro. Todo ello, desde las y narraciones y testimonios subjetivos de los actores principales.

De esta forma, a lo largo del presente apartado, se ha podido apreciar la perspectiva y enfoques existentes, sin embargo, hay una que llama poderosamente la atención en estas líneas, el enfoque conductista propio de categorización establecida por Sanday (1983) o Reeves (1979). Derivado de ello, son varios los interrogantes que han surgido: ¿sería posible una perspectiva conductista en investigación etnográfica? ¿serían compatibles los principios epistemológicos, axiológicos y ontológicos de la etnografía con la perspectiva conductista? Desde este punto de vista, merecería que se hiciera un breve receso debido a la dualidad existente entre los métodos o técnicas cuantitativas y la cualitativas. Y, se indica esto, ya que los enfoques conductitas son más propios del enfoque cuantitativo. Sin embargo, desde la perspectiva etnográfica, el investigador profundiza en el campo de las conductas dejando en un segundo plano el de los significados. Se proceden a seleccionar categorías relevantes sobre las que posteriormente observar. Además, las hipótesis son puestas a pruebas. Este último hecho, podría suponer la gestación, tal y como afirma Reeves (1979), de un nuevo paradigma de investigación que, sin duda alguna, supondría una revolución en la investigación etnográfica (Serra, 2004). Dicha revolución podría ir enfocada a una investigación en multi-método (Anguera, Blanco-Villaseñor, Losada, Sánchez-Algarra y Onwuegbuzie Mertens, 2015; Mertens, Bazeley, Bowleg, Fielding, Maxwell, Molina-Azorin y Niglas, 2016), conceptualizada también como multi-estrategia o metodología mixta (Núñez, 2017). Y es que, la etnografía se ubica en métodos cualitativos porque pone su foco de atención en la calidad, sin embargo, esto no excluye a los datos cuantitativos. Por ejemplo, desde el enfoque conductista, se recomienda realizar técnicas cuantitativas para la identificar tendencias en las conductas como, por ejemplo, censos, cuestionarios, encuestas o registros. A este hecho, la Asociación Internacional de Investigación de Métodos Mixtos (MMIRA),

da importancia a la aparición de nuevos instrumentos tecnológicos en los modelos mixtos, que implican la intersección entre el análisis de datos cualitativos basados en códigos y el análisis de contenido; la convergencia de técnicas de visualización de datos cuantitativos y cualitativos; y el análisis espacial y social (Sánchez-Gómez, Rodrigues y Costa, 2018, p.5).

En este orden de ideas, Páramo y Otálvaro (2006, p.2) indican que “las técnicas de recolección de información no están necesariamente ligadas a un tipo de suposiciones sobre la filosofía de la ciencia, por lo tanto, carece de sentido recurrir a ellos para distinguir entre las diversas posturas epistemológicas”. Estos mismos autores (opus cit.) establecen que, el paradigma adoptado en la investigación, debe guiarse más por sus supuestos epistemológicos y por la interpretación que se realice de la información recogida y no por las técnicas de recolección o análisis propio del contenido. Opinión compartida por Mertens (2015) y Núñez (2017) quien, a su vez, establece que, pese a la diferencia ontológica de ambos métodos genere críticas respecto a su uso, han sido numerosos los avances que se han hecho por su consolidación: la Conferencia Internacional de Métodos Mixtos, la Asociación Internacional de Investigación de Métodos Mixtos (MMIRA), manuales (Creswell y Plano Clark, 2011) y la revista “Journal of Mixed Methods Research”. Sin embargo, tal y cómo indica Núñez (2017, p.639):

La llamada crítica ontológica solo prospera en la medida que se tiende a simplificar los métodos cualitativos y cuantitativos oponiéndolos como dos elementos irreconciliables, antagónicos, en lugar de centrarse en la descripción complementaria que puede resultar de una construcción dialógica que respeta, a nuestro juicio, la naturaleza de los fenómenos.

Y, aunque se haya realizado un breve inciso en la importancia y uso de los métodos mixtos en investigación, no es el objeto de debate del presente texto la dualidad entre ambos enfoques y perspectivas de investigación. Por ello se recomienda la lectura de Anguera et al., (2018), Mertens (2015), Mertens et al., (2016), Núñez (2017) o Sánchez-Gómez, Rodrigues y Costa (2018) para ampliar la información. Asimismo, y para finalizar con esta idea, desde estas líneas se hace hincapié en la importancia de la utilización de los métodos mixtos en investigación por la denominada “eficiencia teórica” (Sánchez-Gómez, Rodrigues y Costa, 2018, p.5). Es decir, se propone mejorar la comprensión del objeto de investigación ofreciendo la posibilidad de desarrollar un análisis holístico, multidimensional y sólido de los fenómenos sociales.

3. Etnografía escolar

El origen de la Antropología de la Educación y la Etnografía Escolar puede situarse en la I Conferencia de Antropólogos y Educadores en 1954. A partir de este suceso, se establecieron cuatro líneas de investigación en la etnografía escolar (Barrio, 1995):

1. Cultura y Personalidad centrada en el estudio de lo que sucede fuera de la escuela y los principales sistemas de socialización y transmisión cultural.

2. Etnografías escolares centrada en el análisis en la relación entre escuela y entorno social inmediato del alumno. La escuela es concebida como un sistema de reproducción cultural de normas, valores y modos de enfrentamientos con otros sistemas de transmisión cultural.

3. Microetnografías centradas en las relaciones entre los agentes dentro del marco escolar.

4. Etnografías centradas en las estructuras temporales y espaciales de la organización escolar.

Alejados de las concepciones antropológicas, la etnografía escolar desde un enfoque puramente pedagógico se concibe como el estudio de la institución escolar y las prácticas que acontecen dentro de ella (Álvarez, 2011). Tal y como indica Serra (2004, p.166), “la educación es una actividad cultural que, como cualquier otro aspecto de la cultura, podemos describir teniendo en cuenta: el parentesco, la organización de la política o las formas de intercambio económico”. En este sentido, la etnografía escolar estaría cumpliendo el fin principal del método en sí: realizar un estudio, análisis y descripción de la cultura. Velasco y Díaz de Rada (1997) establecen que la etnografía escolar se distingue del resto de las etnografías por los sujetos de investigación pero no por el objeto en sí, la cultura. Estos autores (opus cit.) afirman que “la etnografía de la escuela no es más que el resultado de aplicar una práctica etnográfica y una reflexión antropológica al estudio de la institución escolar” (p.10). Dos aspectos deberían destacarse en esta definición: por un lado, la práctica etnográfica centrada en el campo escolar y, por otro lado, la reflexión antropológica atendiendo a la reflexión y construcción de la cultura.

Por ello, se puede indicar que la etnografía escolar no difiere mucho de los estudios etnográficos de los pueblos africanos (Serra, 2004), en lo referente al fin y proceso metodológico. Evidentemente, el campo y objeto de estudio son diferentes. En alusión a este último, el objeto de estudio, son numerosas las temáticas abordadas desde un punto de vista educativo: transmisión y reproducción cultural, procesos cognitivos, diversidad cultural, discapacidad, procesos formales e informales de aprendizaje, conflictos culturales, tipos de currículums, contenidos del currículum, diseño de políticas, procesos de enseñanza-aprendizaje, cauces de comunicación entre la comunidad escolar, discriminación, etc.

Así, el contexto en este enfoque investigador ha de abarcar más allá de un enfoque micro. Es decir, no ha de centrarse sólo en las aulas y en los sucesos que dentro de ellas acontecen: pautas de interacción entre el alumnado, la relación entre el docente y el alumnado, las pautas establecidas para establecer grupos, etc. También es importante centrar el análisis en los estilos y formas de expresión verbal, estructuras familiares, valores sociales de la comunidad, diferencias económicas, etc. Sin embargo, tal y como indica Serra (2004, p.171)

en las ciencias sociales, el decidir qué corresponde al nivel macro y qué al nivel micro es una cuestión difícil, y seguramente tendríamos que partir del convencimiento de que ambos conceptos son relativos, no absolutos, y la dificultad real radica en establecer modelos de conexión entre ambos, ya que estos se proponen pocas veces y casi nunca de forma clara y precisa.

Aún siendo conscientes de esta dificultad, desde este trabajo se propone delimitar estos niveles en lo que a la escuela compete, asociando el nivel micro a los sucesos que se desarrollan en las aulas y todo lo vinculado a la misma y, nivel macro, a todo lo que acontece a nivel institucional: matrículas, personal de administración y servicios, etc. Asimismo, se asumen los presupuestos de Barrio (1995) cuando afirmaba que los estudios de campo en el ámbito educativo deben prescindir de los cuestionarios elaborados a priori así como de las hipótesis previa de partida. Lo que se pretende es que, desde una perspectiva hermenéutico-holística, se comprenda el contexto y se pueda analizar el cambio-continuidad cultural desarrollando concepciones teóricas a posteriori, y dar cuenta de los fenómenos acontecidos en base a la observación de los sucesos primarios. De esta forma, sólo cuando se alcanza un correcto análisis entre ambas perspectivas, micro y macro, se puede conseguir una descripción profunda y minuciosa de la realidad.

De esta forma, la etnografía escolar está llamada al estudio de los sucesos que acontecen en el contexto escolar y todo lo relacionado con la misma. Supone una posición empírico-positivista a la búsqueda de soluciones de las problemáticas planteadas en este contexto (Olmos, 2016). El investigador podrá adentrarse en los límites de esta institución para analizar y comprender y, por supuesto, solventar posibles incidencias que puedan ocurrir dentro de ella propias de la diversidad cultural, social, racial, académica, curricular y competencial existente, entre otros. Así, la contribución más importante de la etnografía al campo de estudio de la educación es “ayudar a los educadores a entender mejor las pequeñas tradiciones de la escuela y las grandes tradiciones de la sociedad más amplia” (Barrio, 1995, p.164).

4. Orientaciones en el diseño de la investigación etnográfica

En anteriores apartados se ha recogido algunos rasgos definitorios del método etnográfico así como su tipología. Como se ha podido dilucidar, son numerosos los estilos de investigación y métodos en este campo. Aunque si bien es cierto que la observación y las entrevistas son las principales técnicas de recogida de información por excelencia (Axpe, 2004; Sequera, 2014), también ésta puede combinarse con otras tantas como es el caso de documentos personales, notas de campo, fotografías, etc. Así, pese a que el proceso etnográfico se define por su carácter circular y emergente huyendo de la linealidad que pueden ofrecer otros métodos, no existe un patrón establecido para el desarrollo de la investigación. Además, la constante interacción que se mantiene con los participantes durante la recogida, análisis e interpretación de la información, facilita la escasa clarificación de las etapas en las investigaciones etnográficas fomentando el modelo cíclico en forma de espiral (Del Rincón, 2000). A este aspecto, en este apartado se pretende ofrecer algunas orientaciones para el investigador que opte por este enfoque. En la figura 3, se recoge el proceso de investigación etnográfica según el modelo en espiral propuesto por Del Rincón (2000). En ella, el diseño del proyecto etnográfico se considera el primer paso a realizar seguido por la clarificación de objetivos y la recogida de información. Sin embargo, en este último proceso, el acceso al campo y el análisis de los datos recopilados, van a permitir que el investigador verifique y contraste el alcance de los objetivos establecidos o, por el contrario, los vuelva a reformular. Este paso, se podrá repetir hasta que se consiga obtener un informe final que dé respuesta a los objetivos formulados y establecidos.

Figura 3. Proceso etnográfico según el modelo en espiral Del Rincón (2000, p.16).

Siguiendo con la perspectiva cíclica, García Jiménez (1994) establece que el diseño en investigación etnográfica no presenta ninguna secuencia lineal ni etapas con un orden pre-establecido. Estas características dota al proceso de flexibilidad, adaptación y apertura a los acontecimientos que puedan surgir en el campo de estudio (Ameigeiras, 2006; Cortés, 2013; Taylor y Bodgan, 2010). Es por ello, por lo que no se puede definir ni fijar con antelación un diseño etnográfico de forma específica, sino que se debe comenzar con rasgos muy generales para que, de forma posterior, se pueda construir y reformular a lo largo del proceso investigador.

Para otros autores, como Goetz y LeCompte (1988), el diseño de una investigación etnográfica gira en torno a dos planteamientos con cuatro fases en el proceso de investigación. El primero de los planteamientos se relaciona con los fines de la investigación y, el segundo, se centra en aclarar el planteamiento teórico en el proceso investigador. Respecto a sus fases, estas autores (opus cit.) indican que la primera de ella radica en el trabajo previo al acceso al campo estableciendo las cuestiones de la investigación, el marco teórico y la selección del grupo de estudio. En la segunda fase, el investigador plantea cómo acceder al campo de estudio, selecciona a los estudiantes y establece las estrategias y técnicas de recogida de información. La tercera fase se basa en el trabajo de campo y, para finalizar, la cuarta fase, se centra en el análisis de la información obtenida y emisión de informe.

Para Sandín (2003), al igual que para las autoras anteriores, cuatro son las fases que han de encontrarse en las investigaciones etnográficas: 1. Demarcación del campo; 2. Preparación y documentación; 3. Investigación, y 4. Conclusión.

Tabla 1. Fases de la investigación etnográfica (Sandín, 2003, p. 27-28).

FASES

ACCIONES

Demarcación del campo

Ø Elección de la comunidad, delimitada y observable.

Ø Redacción de un proyecto definido: objeto, lugar, tiempo, etc.

Ø Redacción de un presupuesto y búsqueda de financiación.

Ø Aprobación del proyecto.

Preparación y documentación

Ø Documentación bibliográfica y de archivo.

Ø Fuentes orales.

Ø Preparación física y mental.

Ø Mentalización.

Investigación

Ø Llegada.

Ø Informantes.

Ø Registro de datos.

Ø Observación participante.

Conclusión

Ø Elaboración de la ruptura.

Ø Abandono del campo.

Para Axpe (2003), siguiendo la propuesta establecida por García Jiménez (1994), profundiza un poco más sobre las fases de investigación etnográfica estableciendo ocho pasos esenciales:

1. Elección o determinación del propósito o metas del estudio y las preguntas que se van a responder.

2. Elección del diseño sobre el que se construye el plan de acción.

3. Acceso al campo.

4. Definir los roles que el investigador y el etnógrafo van a tener durante el proceso.

5. Selección de los informantes.

6. Establecer el o los procedimientos tanto para la recogida como para el análisis de la información.

7. Extraer la información y devolvérsela a los informantes para asegurarnos que se ven reflejados en ellos y fidelizan con su cultura.

8. Escribir la etnografía o informe final.

Partiendo de las fases establecidas, y asumiendo todas las etapas y fases anteriores como eficaces y válidas, desde este documento se pretende contribuir al campo científico realizando su propia aportación. De esta forma, entiende que son nueve las fases que debe por las que debería pasar todo investigador para el diseño de una investigación etnográfica:

1. Selección de la temática y comunidad a investigar: se deberá especificar el objeto central de la investigación.

2. Información y formación del investigador: se deberá informar desde una perspectiva teórica y práctica (comunidad) del tema central de la investigación.

3. Clarificación de los objetivos: se establecerán de forma clara y concisa qué es lo que se pretende analizar.

4. Selección y diseño de las técnicas e instrumentos de recogida de información: se seleccionarán y diseñarán los instrumentos principales que se van a emplear. Estos podrán verse modificados, suprimidos o ampliados durante el acceso al campo.

5. Contacto y selección los participantes: previo acceso al campo de estudio, se contactará con la comunidad de referencia y se seleccionarán los participantes en base a unos criterios y/o técnicas.

6. Trabajo de campo: se procederá a recoger la información.

7. Transcripción de la información: la información grabada a través de medios audivisionales deberá ser transcrita en formato textual. Se recomienda que sea facilitada a los informantes para que puedan añadir, modificar o suprimir la información que consideren oportuna.

8. Análisis de la información recogida: se analizará la información siguiendo el tipo, sistema y categorías establecidas.

9. Elaboración de las conclusiones e informe: si se ha dado respuesta y se han cubierto los objetivos de partida, se procederá a la elaboración del informe final.

Así, estas fases recogidas en la figura 4, entiende que toda investigación etnográfica se caracteriza por presentar un diseño cíclico y en espiral. Éstas, no son comprendidas de forma secuenciadas ni lineales, sino que se permite retornar y volver atrás atendiendo a las necesidades de la investigación. De esta forma, todo este proceso se encuentra claramente marcado por un profundo proceso de reflexión y flexibilización por parte del investigador al aceptar cualquier conocimiento, acción o eventualidad en el campo que permita reformular los fines y objetivos de la investigación que, no finaliza, hasta que se han dado por cubierto los objetivos establecidos. Aquí, no se opta por saturación de la información, que también sería una técnica igualmente válida, sino que se propone analizar si los objetivos propuestos han sido alcanzados o no. Si es así, se procederá al abandono del campo y a la elaboración del correspondiente informa de investigación. Si por el contrario, no se han dado respuesta, se volverá a retomar este punto de la investigación para volver a diseñar, recoger y analizar.

Figura 4. Fases en la investigación etnográfica (Fuente: elaboración propia).

Así, el método etnográfico, identificado por estas características tan peculiares, permite el diseño y planificación de las fases y etapas de un modo más flexible. No obstante, con ello no se indica que el investigador carezca de un diseño etnográfico, todo lo contrario, sino que éste debe considerarse como un proceso reflexivo en el desarrollo de las etapas de la investigación (Hammersley y Atkinson, 1994), donde no se puede predeterminar el trabajo a realizar así como tampoco constituirse un esquema cerrado de la realidad (Ameigeiras, 2006). Más bien, se trata de realizar una planificación abierta, ya que, como indican Taylor y Bodgan (2010), no se puede entrar en el campo con preguntas cerradas ni planteadas, evadiendo cualquier imagen preconcebida del sujeto que se pretende estudiar y que no corresponda a la realidad. En este sentido se podría afirmar que la gran parte de los etnógrafos suelen entrar en el campo de estudio sin ninguna hipótesis o preconcepto inicial (Köhler, 2008; Taylor y Bodgan, 2010).

De igual forma, se aconseja que los investigadores no estudien contextos donde tengan una participación directa, puesto que la información observada pueden ser subjetivas e inferir en la representación de los mismos (Douglas, 1976; Taylor y Bodgan, 2010). Aunque, lo cierto es, tal y como indican autores como Taylor y Bodgan (2010), que la investigación no se encuentra libre de valores y siempre se tiende a desarrollar algún tipo de simpatía hacia las personas que se estudian.

5. conclusiones

Por todo lo expuesto en líneas anteriores, se afirma que la etnografía es una modalidad de investigación cualitativa, propia de las Ciencias Sociales y con origen en la antropología cultural y social. Con el carácter propio de sus raíces, ésta se centra en el estudio de las sociedades y sus culturas: qué hacen, cómo lo hace, cómo se organizan, cómo interactúan, qué creencias, valores y motivaciones tienen, etc. Es decir, se centran en analizar, describir y comprender las diferentes formas de vida de las personas.

A este aspecto, se ha centrado el análisis del presente documento en definir sus características, destacando su carácter interpretativo, descriptivo, intersubjetivo, naturalista, fenomenológico, holístico e inductivo. Asimismo, se ha hecho un recorrido por los principales tipos o modalidades de hacer etnografía, difiriendo éstos en base a los métodos empleados o temas centrales de investigación.

Desde un punto de vista educativo, la etnografía supone un cuerpo y procedimiento de estudio para los contextos educativos y sociales propios de este contexto (Olmos, 2016). A través de un proceso de investigación de la cultura y vida social de la escuela, se ofrece un enfoque investigador que nace para conocer los fenómenos educativos que acontecen en dicho contexto así como su interpretación y narración desde los diversos actores y protagonistas: docentes, alumnos y familias. Sin embargo, las etnografías no deben reducirse a su dimensión descriptiva, deben ir más allá como modalidad de investigación educativa: debe ayudar y proponer alternativas y teorías con el fin de conseguir mejorar las prácticas educativas (Maturana y Garzón, 2015). Así, Torres (1988, p.18) indica que la “etnografía ha de servir a la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje y al perfeccionamiento del profesorado implicado”.

Sin embargo, el carácter circular del diseño etnográfico y la constante interacción en los procesos de recogida y análisis de los datos (Sandín, 2003), tornan difícil la tarea de establecer pasos y fases predeterminadas en su diseño e implementación. Y es ahí, donde radica el principal aporte de este trabajo, no sólo en la revisión literaria y descriptiva de los principales aportes de la etnografía como campo de estudio general y, en educación en particular, sino en las orientaciones ofrecidas para desarrollar investigaciones etnográficas. Tal y como indica Serra (2004, p.175), la elaboración de “un diseño de campo para la contrastación tiene garantías de pertinencia y exige un planteamiento metodológico que se adecue a lo que entendemos como científico”. Es decir, es cierto como se ha establecido anteriormente, que se recomienda que el investigador no vaya con una hipótesis pre-establecidas ni que estipule de antemano un modelo fuertemente estructurado ni lineal. Pero esto no quiere decir que el investigador deba ir al contexto sin ningún presupuesto metodológico ni objetivo a perseguir, de ser así, la investigación estaría vacía y carente de sentido. Se recomienda que se establezcan a priori unas líneas generales de investigación, definiendo el principal campo de estudio, objeto, grupo a investigar y técnicas principales. Y, a medida que se vayan desarrollando y produciendo la investigación, ésta se irá construyendo y reformulando durante todo el proceso (Sandín, 2003). A este aspecto, se recomienda seguir el modelo cíclico Del Rincón (2000) combinado con las fases establecidas por Sandín (2003). De esta forma, establecer el campo de estudio, preparar la documentación y técnicas principales, realizar la estancia en el campo entendida como inmersión y observación participante en el contexto y, elaborar las conclusiones o informes, serían las principales fases y pasos a realizar asumiendo siempre, su carácter cíclico, naturalista, holístico e inductivo.

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