Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga
HISTORIAS MÍNIMAS

Cuidar de las palabras (II)

Take care of words (II)
J. Eduardo Sierra Nieto
Recibido: 7 de enero de 2024  Aceptado: 11 de enero de 2024  Publicado: 31 de enero de 2024
To cite this article: Sierra, J. E. (2024). Cuidar de las palabras (II). Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 5(1), 134-137. http://dx.doi.org/10.24310/mar.5.1.2024.18542
DOI: http://dx.doi.org/10.24310/mar.5.1.2024.18542

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J. Eduardo Sierra 0000-0002-9925-1656
Departamento de Teoría e Historia de la Educación y MIDE, Facultad de Educación, Universidad de Málaga (España)
Twitter: @edukrator
esierra@uma.es
Fernando Sánchez Lanz

J. Eduardo Sierra Nieto

RESUMEN:
Como continuación del ejercicio de cuidar de las palabras, iniciado con su Historia Mínima inmediatamente anterior, el autor nos invita esta vez a considerar el decisivo gesto pedagógico de “estar lo más cerca posible de lo más preciso” al hablar y pensar.

PALABRAS CLAVE: hablar; pensar; palabras; precisar; distinguir; especificar

ABSTRACT:
As a continuation of the exercise of taking care of words, begun with his immediately preceding Minimal History, the author invites us this time to consider the decisive pedagogical gesture of “being as close as possible to the most precise” in speaking and thinking.

KEYWORDS: talk; think; words; particularize; distinguish; specify


Los viajes por carretera suelen resultar momentos propicios para el encuentro, para el diálogo. Es como si una misma conversación, al transcurrir encerrada entre cuatro paredes, resultase inquisitiva; mientras que al suceder sobre las cuatro ruedas de un vehículo, se viera liberada de focos, rutinas y hasta de reproches.

En la película Captain Fantastic (Matt Rose, 2016), durante un viaje en furgoneta, Ben (Vigo Mortensen), padre de esta particular familia, mira por el retrovisor en un momento dado y se interesa por la lectura que tiene entre manos su hija mayor, Kielyr (Samantha Isler). La chica está leyendo Lolita, adelantándose al programa de lecturas que Ben propone a sus hijos.

Con un escueto “¿y?”, el padre parece pedirle algún tipo de valoración, a lo que la hija responde con un sucinto “interesante”. Esta respuesta dará lugar a una cómica escena en la que sus hermanas y hermanos nos hacen ver que se trata de una palabra ilegal dentro de la singular educación que están recibiendo. “Interesante es una palabra sin sentido. Debéis evitarla”, asevera el padre, invitándola a continuación a que especifique más. “Es inquietante”, dice ella, ante lo que Ben responde pidiéndole que sea aún más específica, y que componga un análisis de la obra. Con gesto contrariado, Kielyr trata de comunicar el tema de la novela; sin embargo, recibe una tercera corrección: “Ese es el argumento”.

Las repetidas solicitudes de precisión llevan a la joven a meditar en silencio su respuesta durante ocho largos segundos. Durante ese tiempo, la cámara nos ofrece un primer plano en el que vemos cómo va construyendo mentalmente una respuesta. Finalmente toma aire y, ahora sí, pone en juego una lectura personal de la obra, dedicando más de medio minuto a exponerla.

“Le odio. Y a la vez creo que siento lástima por él”, concluye, refiriéndose al personaje de Humbert. Y es entonces cuando la cámara vuelve sobre Ben quien, asintiendo, dice: “Bien hecho”.

Ventana

Las palabras y las cosas

He querido comenzar esta segunda Historia Mínima dedicada a cuidar de las palabras recuperando esta escena, ya que en la insistente petición del padre identifico un decisivo gesto pedagógico: el de procurar estar lo más cerca posible de lo más preciso (Meirieu, 2010, p. 184). Pero dejemos por el momento a un lado la escena para componer una situación cotidiana que quizá nos ayude a avanzar.

Una madre pasea con su hijo pequeño, de unos dos o tres años, quien va nombrando con su medialengua aquello cuanto observa: pazque, toche, nue… El paseo transcurre sonorizado por el eco de la madre, que repite amorosamente cada palabra, remarcando t-o-d-a-s l-a-s l-e-t-r-a-s: parque, coche, nube.

En todas las culturas, cuenta Michèle Petit (2010, p. 80), “se aprende primero la música de la lengua, su prosodia, que no se enseña, pero que se trasmite”. Y en todas las culturas, continúa, el aprendizaje de lo simbólico va desde el dedo que señala a personas y objetos, a las palabras que vienen de la boca de quien brinda los debidos cuidados. Se trata de decir para que el otro o la otra diga; y así se van consolidando las relaciones entre las palabras y las cosas, representando y segmentando el mundo.

Y si al principio son palabras, poco a poco se entrelazarán formando historias que vendrán acompañadas de nuestras solicitudes de aclaración: “¿Qué quieres decir? A ver, explícame, que no te entiendo. ¿Cómo es eso?”. Distintas fórmulas que tienen en su corazón la misma petición que ya veíamos redoblada en la escena de la película: especifica más. En este sentido es que dirá Philippe Meirieu (2010, p. 179) que “educar siempre consiste, de uno u otro modo, en adelantarse a la evolución del otro, en suponerle capaz de hacer lo que todavía no sabe para enseñarle a hacerlo”.

Hablar (pensar) con precisión

Hay tres palabras que despuntan y se trenzan como parte del ejercicio de afinar con las ideas: especificar, precisar y distinguir1. La primera quiere decir fijar o determinar de modo preciso (2ª acepción); por su parte, preciso quiere decir —según nuestro contexto— abstraer o separar por medio del entendimiento (8ª acepción). Finalmente, y por añadidura a esa de idea de separar, tenemos distinguir, que quiere decir conocer las diferencias (1ª acepción) para discernir. El ejercicio de hablar (pensar) con precisión podría pasar entonces por las variaciones de estas acciones, considerándolo como la labor de diferenciar de entre el abanico de las palabras y sus combinaciones, los sintagmas más adecuados para explicar-nos.

Cuando Ben le pide a su hija que vaya más allá del adjetivo fácil (interesante, inquietante), o que no se limite a presentar el argumento del libro, está dando recorrido al gesto pedagógico del que venimos hablando. Le pide que se exija ir un poco más allá en el empleo de las palabras, pues no se trata ni de resumir la obra ni de expresar sus gustos. Lo que le demanda (lo que confía en que ocurra) es que medite sobre la forma más adecuada de armonizar las palabras para dar(se) cuenta de su lectura; y esto implica tanto haber captado las intenciones del autor y sus “trucos” (como dice la propia Kielyr), como haberse percatado de lo que está ocasionándole sentimentalmente la lectura (la paradójica mezcla de repugnancia y conmiseración que experimenta). Expresado de otra manera, se trata de componer de modo preciso lo que dice y lo que nos dice un texto (la realidad) para desambiguar las palabras (las ideas).

***

Si primero se trataba de atinar al diferenciar un perro de un gato, o el color verde del azul, nuestra andadura por el mundo, el desarrollo de la persona que somos y de nuestra capacidad para discernir, nos pide (nos exige), especificar cada vez más. Una labor que jamás se agotará del todo ya que, como nos dice nuevamente Meirieu (2010, p. 186), “la distinción es la actividad fundamental de la inteligencia”.

Así, diremos que la capacidad humana de trascender lo presente y crear mundos y sentidos, se anuda, según lo estamos contando, al cultivo diario de la distinción… si no queremos vernos desfallecer a orillas del mar de los convencionalismos, agrisándonos. A lo que podríamos añadir que la expresión de nuestra humanidad se liga, desde aquel prematuro ingreso en el mundo que es el nacimiento, a la afinación del habla y del pensamiento.

Puede entonces que no esté de más recordar que, frente a un mundo atiborrado de imágenes en movimiento y salpicado de atajos lingüísticos, nuestra libertad para decir, pensar y ser, se disputa diariamente en la arena de las palabras.

Habrá que seguir cuidándolas.

REFERENCIAS

Meirieu, Ph. (2010). Una llamada de atención. Carta a los mayores sobre los niños de hoy. Ariel.

Petit, M. (2010). Leer el mundo. Experiencias actuales de trasmi-sión cultural. FCE.

Rose, M. (Director) (2016). Captain Fantastic [película]. Electric City Entertainment, ShivHans Pictures.


1 Todas las definiciones están tomadas del DRAE (edición electrónica).


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