Cuenta Luis García Montero (2022, p. 183) que “la prisa nos ha acostumbrado a decir lo que pensamos sin pensar antes lo que decimos”, añadiendo que este es “un sentimiento de libertad propio de la servidumbre, porque hablamos al dictado y asumimos lo que otros han pensado para nosotros”.
Las palabras del poeta granadino nos recuerdan a aquel pasaje de «Alicia a través del espejo» en el que Humpty Dumpty le dice a Alicia, con un tono más bien desdeñoso, que lo importante en el uso de las palabras es hacerlas decir lo que uno quiere que digan. Y pese a que Alicia se mostraba dudosa de si a estas se las podía retorcer hasta tal punto, el airado tentetieso zanjaba la conversación afirmando que lo importante, al fin y al cabo, es saber quién manda.
Las palabras están siempre inscritas en un contexto histórico atravesado de esperanzas y de sombras; existiendo hoy, lo sabemos bien, unos resortes presionados por dedos inquisitivos que pretenden hacer que acaben diciendo lo que algunos quieren que digan. Así es como la servidumbre, continúa García Montero (2022, p. 183), “empieza por nuestra relación con las palabras, por nuestra capacidad para elegir el tono y los motivos de las conversaciones”. Por eso hay que hacer como Alicia y dudar, meditando sobre el trasfondo de nuestras gramáticas.
En más ocasiones de las que quizá seamos conscientes, acabamos hablando (y escribiendo) al dictado, hasta el punto de que dudamos poco de las voces y los sintagmas con los que nos comunicamos. Y es que bajo nuestras creencias, formulaciones y presupuestos hay intereses que hacen decir a las palabras unas cosas y no otras, lo que sin duda resulta ser uno de los peligros que acecha, también, al campo educativo.
Desde Márgenes nos preguntamos por qué clase de servidumbres nos atan en relación con la investigación y el pensamiento en educación; haciéndolo también respecto de en qué medida nuestra revista puede ofrecerse como espacio de resistencia y como caja de resonancia de otros lenguajes. Nos preocupa, decimos, mantener abierta la posibilidad de discutir las palabras, no asumiendo sin más la gramática dominante.
La imagen mantener abiertas las posibilidades remite a nuestro compromiso por estar en un permanente movimiento y en un permanente estado de alerta respecto a las modas, las palabras-clave, las formas de aproximación a la experiencia educativa… y ese universo de lugares comunes que, al tiempo que nos concierne, también puede formatearnos, instalándonos en esa libertad servil sobre la que nos prevenía el poeta.
En este sentido, observamos una creciente necesidad de ir más allá del uso de ciertas palabras que tratan de englobar realidades, cerrando significados o limitando la exploración de la vida al lenguaje de la “academencia”, como lo denomina Mary Daly en su libro “Ex/Órbita” (2022). Una tendencia, dirá nuestra pensadora, que en muchas ocasiones lo que hace es responder a un habitus asumido, como el lenguaje controlado de los Tesauros. Y sin dejar de lado algunas de sus funciones más operativas, como la búsqueda eficiente de las palabras para una mejor indización y recuperación de los documentos en los entornos digitales, consideramos que para tener reconocimiento y pertenecer a una comunidad científica no necesitamos usar las palabras solo comocódigos, dejándonos arrastrar por el lenguaje dominante. Pues detrás (y delante; y al lado…) de las palabras, hay otros mundos y otros saberes.
Precisamente sobre las palabras y la generación de mundos y de saberes, reflexiona nuestro entrevistado, el profesor de la Universidad de Málaga Cristóbal Ruiz Román, cuando nos cuenta que, a su modo de ver, la investigación corre el constante peligro de definir a la otra persona y su realidad a través de los lenguajes académicos, lo que puede conllevar un ejercicio de poder y de control. Precisamente, y sobre ello se extiende en la entrevista, desde los proyectos que coordina o en los que participa, están tratando de poner el foco en los lenguajes que los jóvenes junto a quienes investigan emplean para hablar de sus experiencias vitales. Y, de manera particular, lo están haciendo a través de prestar atención a las resonancias de palabras como oportunidad (la cual usan recurrentemente los chavales). Oportunidad deriva del latín opportunitas, y remite a estar frente al puerto, iluminados por un faro que representa la esperanza de salir de la tempestad. Una evocación hermosa y profundamente significativa para pensar de forma conectada con las historias de tantos chicos migrantes, protagonistas de sus estudios.
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Así que, frente a la prisa asumida, os invitamos a pasear por este número 1, volumen 4 de Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, el décimo ya, con el que damos comienzo a 2023. Un número que reúne hasta 14 textos en sus diferentes secciones; contando, además, con la citada entrevista con la que nos acercamos a la investigación y la docencia en el campo de la Pedagogía Social.
Seguimos en ese camino sosegado, donde queremos cuidar el tiempo para mantener la resistencia de la que hablábamos. Pues, como decía Antonio Machado, hay ocasiones en las que conviene sentarse a esperar a que suba la marea. Deseamos que ese saber aguardar suponga encontrarnos en los Márgenes.
Daly, M. (2022). Ex/Órbita. Un viaje deslumbrante. Sabina Editorial.
García Montero, L. (2022). Prometeo. Alfaguara.