Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga
EXPERIENCIAS

Caminos dialógicos: intercambio y aprendizaje compartido entre dos realidades educativas

Dialogical Paths: Exchange and Shared Learning between Two Educational Realities
Higinio Francisco Arribas-Cubero y Rubén García Martín
Recibido: 11 de diciembre de 2022  Aceptado: 12 de abril de 2023  Publicado: 31 de julio de 2023
To cite this article: Arribas-Cubero, H. F. y García Martín, R. (2023). Caminos Dialógicos: intercambio y aprendizaje compartido entre dos realidades educativas. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 4(2), 127-136. https://doi.org/10.24310/mgnmar.v4i2.15809
DOI: https://doi.org/10.24310/mgnmar.v4i2.15809

copyrightEsta obra está bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0.


Higinio Francisco Arribas-Cubero 0000-0002-2759-895X
Facultad de Educación y Trabajo Social
Universidad de Valladolid
higiniofrancisco.arribas@uva.es

Rubén García Martín 0000-0003-4536-6535
CEIP Antonio Allúe Morer
Valladolid
rubengm13@gmail.com

RESUMEN:
En este texto os mostramos un relato en movimiento, una forma de construir historias entre un maestro y un profesor universitario que caminan por la naturaleza. Partimos de la necesidad de encuentro en espacios amables en los que dialogar sobre lo que nos ocupa y preocupa. Durante nuestro caminar, entrecruzamos temáticas como la escuela pública, el respeto al alumnado y la resistencia al cambio, tratando de desenmarañar los espacios y las fronteras escolares. Las temáticas son la excusa para encontrarnos y mostrar nuevas formas de tomar la palabra mientras creamos narrativas compartidas.

PALABRAS CLAVE: aprendizaje dialógico; narrativa; escuela; cambio educativo

ABSTRACT:
In this text we show you a story in motion, a way of building stories between a school teacher and a university professor who walk through nature. We start from the need to meet in friendly spaces in which to discuss what concerns us and worry us. During our walk we intertwine themes such as the public school, respect for students, resistance to change, trying to unravel the spaces and school borders. The themes are the excuse to meet and show new ways of speaking while we create shared narratives.

KEYWORDS: dialogic learning; narrative; school; educational change

1. INTRODUCCIÓN

El paseo es una actividad relajante donde reflexionar y ubicarnos en el mundo en movimiento. Si el camino se hace en compañía, entrelazando los pasos y las palabras, logramos sumar estímulos y cruzar pensamientos en una actividad muy enriquecedora. En este texto nos encontramos, en tránsito, dos personas apasionadas por la educación desde todos sus recodos, con ánimo de compartir lo que nos ocupa y preocupa en nuestras (distintas) realidades profesionales y en nuestro apasionado ejercicio de ciudadanía. Nos enfrentamos a un diálogo a cielo abierto que nos hace conocernos a nosotros mismos, (re)descubrir lo que pensamos y (re)conocer nuestra posición en el mundo.

En educación hemos de ir hacia espacios de encuentro más pausados, variados, diversos e internivelares; en ese lugar es donde nos encontramos un maestro de escuela y un profesor universitario, deseosos de compartir ideas, rabia, esperanza, miedos y anhelos, tratando de buscar nuestro sitio a través de coordenadas propias y ajenas.

En este punto surge el camino dialógico, como un espacio terapéutico, sanador y utópico en el que caminando, a ser posible por la naturaleza, conversamos y construimos encuentros formativos. Y es en la frontera donde nos disponemos a derribar linderos, mezclar las aguas de la formación inicial y permanente, romper barreras y facilitar el diálogo entre la universidad y la escuela. Y qué mejor forma que hacerlo a pie de sendero, donde nos comunicamos y entablamos un diálogo con otras personas, dando significado a nuestra realidad en interacción con otros y con el medio natural.

Ambos coincidimos en lo que la naturaleza ofrece al ser humano y cómo sufrimos con una “escuela castillo” de espaldas del entorno, construida, a veces, con muros inquebrantables. En ese contexto apostamos por una escuela permeable, que borra sus contornos apostando por la relación dialéctica con el medio, y extendida, que reconoce multiplicidad de espacios de acción, entre ellos el aula naturaleza. Así apostamos por el paseo a cielo abierto como un espacio de reflexión, (re)construcción y aprendizaje mutuo en peregrinaje.

Pero no estamos inventando nada, somos deudores de otras experiencias, como la de Miguel Delibes, amante de contemplar al tiempo que andaba el mundo que habitaba; o Le Breton (2015), afirmando que la facultad propiamente humana de dar sentido al mundo, de moverse en él comprendiéndolo y compartiéndolo con los otros, nació cuando el animal humano, hace millones de años, se puso en pie. Thoreau creía también, como muchos de los grandes pensadores de la historia, que las ideas surgen mejor en un espacio abierto que en uno cerrado. La filosofía también parece haberse relacionado con el paseo casi desde sus orígenes. La escuela filosófica fundada por Aristóteles pronto se conoció como peripatética (Clares, 2021). En sus enseñanzas, huía de las aulas cerradas y el aprendizaje esencial se llevaba a cabo durante paseos. Lo fundamental era la observación y se creía que caminar activaba la mente y facilitaba que las ideas fluyesen.

Hemos saboreado el trabajo de García Farrero (2014), fruto de su tesis doctoral, que muestra, entre otras cuestiones, el acto de caminar como práctica compartida que alberga múltiples dimensiones, en la que se repasa la afiliación de seis pensadores europeos de la modernidad que plantean respuestas muy singulares de lo que significa ir a pie. Nos referimos a Rousseau, Goethe, Humboldt, Baudelaire, Nietzsche y Rimbaud, para los que estar-en-camino es un acontecimiento formativo.

En tiempos de pandemia, frecuentemente utilizábamos el aire libre como espacio seguro, como lugar de encuentro con menos ataduras, como entorno propicio para el movimiento y todo lo que ello conlleva; incluso realizamos lo que denominamos “tutorías en movimiento”. De estas ideas surgió el camino dialógico que practicamos para construir la narrativa que os ofrecemos, donde los dos protagonistas de este relato comenzamos a caminar compartiendo aquellas cosas que nos preocupan, dibujando un camino nómada en busca del cambio, en un lugar allá, quien sabe dónde. Este relato se construye caminando, pero también en el papel. Idas y venidas, con reflexiones conjuntas, tachones y añadidos que van derivando en un discurso colaborativo y sentido. Donde en ocasiones las palabras se funden y confunden y a veces divergen.

2. PASO TRAS PASO: NARRATIVAS EN CAMINO

2.1. Escuela pública: anhelo o utopía

Quico: ¿De dónde nos viene esto? ¿Por qué la escuela pública? Lo mismo lo tenemos asumido acríticamente.

Rubén: Es difícil de entender, lo mismo viene en nuestro ADN, es como cuando te preguntan: ¿Desde cuándo somos amigos?

Quico: Yo creo que hay una cuestión de base, una ideología concreta en cuanto a la conciencia del ser humano y su protección, la importancia de lo colectivo. Otra cosa es que lo público se pervierta y se abandone, pero creo que en educación es una posibilidad de igualdad real. Hay que armonizar y discernir lo que implica educar e instruir, apostar por entender el universo educativo y el concepto comunitario de educación. Hay que partir de lo local y expandirse. Compatibilizando el compromiso con nuestro contexto más cercano y con un ojo en el resto del mundo.

Rubén: Yo creo que la escuela pública es una necesidad para transformar nuestra sociedad, de esta manera podremos mejorar la forma de relacionarnos, de sentirnos útiles, de contribuir y pertenecer a un grupo más humano. En un mundo individualista en donde cada vez hay más distanciamiento social, tenemos que intentar volver a inocular la vacuna colectiva, la manera de enseñar de una forma más democrática y respetuosa. El estado tiene que salvaguardar los derechos comunes de la ciudadanía.

Quico: Aquí el papel del docente es clave como un militante de lo público, un enamorado de su trabajo que impulsa la escuela desde dentro para crear un mundo mejor. Atento a lo que nos debe importar: trabajar por la equidad. Me gusta el concepto de que “nadie se quede atrás”, para ello se necesita un esfuerzo titánico, colectivo y contextualizado, en ocasiones desequilibrado, pero si eres docente de la pública has de defenderla y ser coherente. Me sorprende cómo las familias meten codos para elegir el mejor centro para sus hijos o hijas, sabiendo que otros van a quedarse atrás. Apuesto y sueño que lo que yo quiero para mi familia, lo he de querer para todos los niños y niñas. Claro que hay mucho que mejorar, pero desde dentro, como familia, docente, agente social, no hacer la espantada y buscar mejores modelos para los míos. Si hay una metodología buena, por qué no lucharla para todo el mundo. Algunas “familias élite” huyen de la educación popular, para educar a sus hijos e hijas en modelos elitistas, ya sea en un colegio internacional o en una Escuela Montessori. Élite, en definitiva. Yo por lo que apostaría seria por los “buenos métodos” para toda la escuela pública. La huida de las familias hacia modelos más respetuosos hacia las niñas y los niños, dejando “abandonada” la escuela pública, se asemeja a modelos neoliberales camuflados. Sálvese quien pueda. Más bien, que se salve mi hija o hijo de las miserias de la escuela pública, ya que puedo.

Rubén: Estoy de acuerdo, pero además tenemos que abrir las mentes y superar un problema actual, entender las escuelas como fábricas de almacenamiento. Tenemos que ser más ambiciosos y transformarlas en lugares de debate, que quieran transformar la sociedad. Creo que ambos tenemos claro que la escuela pública es la única herramienta para transformar y luego dentro de cada aula la transformación tiene que venir respetando.

2.2. Esa es la clave: ¿Educar en el respeto?

Rubén: Sí, educar en el respeto es uno de los grandes retos del sistema educativo y de nuestra sociedad; es la llave para ser más justos, más humanos, en donde la paz y el dialogo están presentes. Las personas educadas en el respeto son más sensibles a las necesidades de los demás, no menosprecian la diferencia. Se fomenta el espíritu crítico donde son capaces de decidir por sí mismos, sin dejar que la opinión de los demás les condicione en sus acciones. Cuando educamos en el respeto fomentamos la autoestima, la diversidad, la empatía, somos más capaces de ponernos en el lugar de los demás y de escuchar y procesar las opiniones diferentes. Es como cuando pedimos silencio gritando. Tendremos que pedirlo de otra manera, quizás haciendo una acción llamativa que les haga un silencio respetuoso y no lleno de temor.

Quico: Mucho se habla de respetar al docente. ¡Pues claro! Desde luego que es necesario y urgente. Pero tendríamos que explorar más el camino del respeto mutuo real, sentirlo, vivirlo, practicarlo, hacerlo explícito. Equilibrio en el que yo tengo unas necesidades y tú otras. Hemos de buscar una armonía entre la tendencia docente y la tendencia discente. ¿Crees que el respeto al alumnado se reivindica, se explicita, se tiene en cuenta? ¿Cómo y con qué nos guiamos para ver si verdaderamente respetamos o no, en todas sus dimensiones, al alumnado?

Rubén: Respecto a tu pregunta, creo que se da por hecho, pero no se reflexiona qué pasa y qué implica esto. Respetar es muy amplio. Es pensar qué es lo mejor para nuestro alumnado, empatizar con sus necesidades y emociones y realizar una educación que les haga mejorar como agentes transformadores de la sociedad. Respetar es una clave para todo: para convivir, para aprender, para formarse como ciudadano, para ayudar a formarse. Yo siempre pienso lo mismo, antes de reñir es dejarles hacer para saber lo que hacen. En clase muchas veces se mueven y los reñimos. Observemos y aprendamos, todas sus acciones tienen un sentido y a veces les interrumpimos sin darles la oportunidad de expresarse.

Quico: Cierto. Educar es respetar, pensar qué es lo mejor para nuestro alumnado en su conjunto, empatizar con sus necesidades y emociones y darles la oportunidad de ser también elementos transformadores de la sociedad. Una clave para todo ello es (re)conocernos todos como co-aprendices, en un tándem equilibrado en el dar y el recibir.

Rubén: Educar en el respeto fomenta la sociabilidad, enseñamos a ser educados, a querer conocer a más gente, respetando sus opiniones, fomentamos a seres más sensibles con una mente abierta en donde se genera más confianza con los/as demás. Aprendemos a resolver conflictos, a pensar realmente en una solución más que centrarnos en los problemas. De esta forma tendremos una mejora en el bienestar emocional y conseguiremos ser más felices. Concienciarse plenamente en el proceso respetuoso es lo que más necesita nuestra gente; atención, cariño, comprensión, empatía… Y esto sólo puede salir haciendo una mirada al interior, una conexión con nuestro cuerpo, hacia las personas que compartimos procesos educativos. Y cuando se consigue conectar es como encender ese interruptor que ilumina la habitación. Es como cuando vuelves a conectar con la naturaleza y reconectas contigo mismo.

Quico: Una vez más la música nos da buenas pistas. Para ello me permito la licencia de rescatar y poner sonido a una de las claves educativas: el respeto.

Ya ha llegado el sol a lo más alto
¿Qué puedo yo hacer?
No puedo mirarlo, ni vivir sin él
Todavía tengo mucho que aprender
Dices que la noche se hace larga
Más largo es el día
Regaré tus flores, si tú riegas las mías
Cada bicho va buscando su armonía
Está muy bien eso del cariño
Yo me comprometo
Pero no me des un dulce como a un niño
Te estoy hablando de respeto
(Veneno, 1995).

2.3. ¿Cortinas de humo? ¿Cambio metodológico?

Quico: ¿Por dónde crees que hemos de comenzar el cambio? ¿Estamos preparados para cambiar o estamos sometidos a procesos inerciales, donde el cambio es exógeno y superficial?

Rubén: Podemos observar la tendencia creciente del sistema educativo a estar más centrado en realizar acciones de marketing para atraer al potencial alumnado que en mejorar realmente su metodología. Vender imagen y atraer “clientes” es toda una guerra mercantilista sin importar el cambio real. Estamos inmersos en un sistema de postureo, de modas que hacen que las redes sociales sean un escaparate muy suculento para la gente que quiere ser como los demás.

Quico: En este sentido me gustan las palabras de Jaume Martínez Bonafé en las que sitúa la innovación como el deseo y la acción que mueven a un docente que intenta realizar mejoras en su práctica profesional, con la finalidad de conseguir la mejor y más amplia educación para su alumnado. Pero eso ¿quién lo promueve?, ¿qué profundidad y significado tiene y hasta qué punto se sostiene en el tiempo?

Rubén: El cambio no tiene por qué ser (solo) estar a la última en lo digital, disponer de material novísimo y sofisticado y gamificar todo lo que nos encontramos por el camino. No es (solo) poner nombres nuevos, rimbombantes y en inglés a lo que hacemos. Tampoco lo es ser fieles a «Edu-influencers» (influencers de la educación) que proporcionan contenidos a sus seguidores a través de las redes. Muchos de ellos trabajan fuera de las instituciones educativas y encumbran a las multinacionales por un interés partidista.

Quico: Yo creo que la innovación no puede ser una actividad puntual, ha de ser más bien un proceso, una tendencia, un continuo en nuestras prácticas que buscan implicaciones y cambios concretos. Si no se toma conciencia de este ciclo en espiral, se corre el riesgo de innovar por innovar. El camino ha de ser largo y compartido, observando nuestra realidad y sus necesidades. Para ello es necesario un docente reflexivo, que analice su práctica de forma abierta y sin miedos. La innovación es más bien creer en la necesidad de cambio permanente, que nos ayude a contextualizar y adaptar a la realidad de los tiempos, de tu aula, de cada niña o niño…

Mientras pienso en ello, encuentro en una red social unas palabras del compañero José Antonio Julián en las que dice que «en un tiempo no muy lejano de la formación del profesorado (de Educación Física), se construían las actividades formativas a partir de las propuestas que los seminarios, grupos de trabajo, equipos docentes, etc., hacían durante el año, pero ahora “la innovación” va por otro lado, perdidos entre otros en “la anécdota formativa”, “el disfraz pedagógico”, “entretener al personal” y otros términos que me voy a ahorrar comentar». ¿Qué opinas de los vaivenes, las modas y el postureo de los métodos en educación, sin profundizar en ellos, en su por qué y para qué?

Rubén: Aquí viene otra problemática, innovar por innovar, sin llevarlo dentro, sin significado, como un escaparate a pie de moda, de curso, con afán de estar a la última o con la intención de recopilar credenciales y etiquetas que te avalen. Se lleva.

Quico: A mi cada vez me rechinan más los modelos ortodoxos, sea de lo que sea, despersonalizan al docente, llevándole hacia un discurso creado por otros. Claro, lo que yo propongo es difícil e implica un modelo de formación inicial y permanente muy distinto, en colaboración, con tiempo, pasión y con todo lo que conlleva. Entonces, nos resistimos al cambio y cuando lo hacemos es de forma puntual, acrítica y episódica. ¿Qué influencia tiene “el sistema” en todo ello?

Rubén: Invertimos energía, fuerzas, ganas, tiempo… todo ello para cambiar un sistema que está preparado para resistir los cambios. Desde mi punto de vista, hay dos fuerzas para que los cambios no venzan. La primera es la administración, que llena de trabas burocráticas nuestro tiempo educativo; y, por otro lado, los docentes que se centran principalmente en la impartición de conocimientos, sin ganas de situar al alumnado en el eje central del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esos docentes que piensan más en la homogeneidad que en la heterogeneidad, en el resultado más que en el proceso, en la rigidez y el individualismo en lugar de la flexibilidad, en un sistema jerarquizado en lugar de un rol de acompañante. Demos la vuelta y pensemos en espíritu crítico, empatía, creatividad, igualdad, ritmos de aprendizajes, metodologías activas, colaboración, naturaleza, que es mejor que salir fuera y que reflexionen sobre lo que encuentran en su entorno, que hablar de esto en el aula. Comprender las estaciones mediante la observación de los árboles que tienen a su alrededor y no en un libro de texto.

Quico: Además, la acción de educar no puede ser una cuestión aislada, el cambio tiene que generar “movimiento” en nuestro alumnado para que repercuta en su propio beneficio y en el de su sociedad. Estos cambios tienen que ser identificados, definidos, consensuados y proyectados hacia una mejora de algo más concreto y tangible, que nos reconozcamos en los cambios y seamos conscientes de su necesidad y porqués.

Rubén: Claro, es aquí donde el docente se siente libre, se siente con ganas de seguir aprendiendo junto con su alumnado. Es por eso que enseñar significa crecer, aprender, conocer, fijarse bien en el proceso. Permanentemente estamos cambiando, y a eso es muy reticente mucha gente. Se prefiere trabajar al calor de un libro de texto.

Quico: El problema es que no estamos preparados para navegar en la incertidumbre, aquello que nos enseña la naturaleza cuando caminamos por ella, donde cada día es distinto y nos supone enfrentarnos a un nuevo desafío. Es importante anticiparte, pero no todo tiene que predecirse. Planifica para improvisar, adáptate a lo que pasa con una visión reflexiva, compleja y entregada. Como padre, más que como formador de educadores, me he dado cuenta que los niños y niñas no necesitan que les programemos y guiemos en exceso, solamente necesitan presencia y poder interactuar en situaciones de seguridad física y emocional. Sólo hay una excepción: mediar en algún conflicto, también en su justa medida.

Volviendo a lo que nos ocupaba. ¿Cómo se te ocurre “mover el árbol” para que todo esto ocurra?

Rubén: Es importante agitar el avispero de la inconformidad frente a las trabas burocráticas de la administración y el inmovilismo de algunos de nuestros compañeros y compañeras. Mostrar que otra forma es posible, que podemos enseñar más, mejor y por más tiempo sin tener que seguir las reglas del juego de los libros de texto. Para esto resulta necesario en primer lugar pararse y (re)conocer a nuestro alumnado, invertir tiempo en entender sus características y necesidades y estar dispuestos a ayudarles en todo lo que podamos. Fomentar el desarrollo de un espíritu crítico que les hará reflexionar sobre todo lo que les afecta y extraer las líneas maestras para sacar el mayor de los beneficios; así como conseguir un alto grado de empatía que favorezca y facilite trabajar en equipo, proponiendo e incentivando diversas formas de trabajo cooperativo.

Quico: Qué difícil es a veces el trabajo en horizontalidad real, ¿no crees? ¿A qué se debe? ¿Al miedo a romper esas barreras? ¿Te acuerdas cuando fui a tu colegio y me presentaste como profesor universitario y una compañera dijo: «¿Qué nos vienes a enseñar?»?

Rubén: Está claro, sigue existiendo una jerarquía muy marcada entre los diferentes niveles educativos. Parece que tenemos un rol aislado y compartimentado, pero creo que el camino es largo y es mejor hacerlo en compañía, aprendiendo en conjunto, observando y preguntado nuestra realidad, su realidad. Es necesario un docente reflexivo, que analiza su práctica, que la quiere transformar y que investigue en su aula, de forma abierta y sin miedos. Un docente que quiera ser alumno o alumna de su propia práctica educativa. En mi caso, mi alumnado propone y hacemos todo lo que nos motiva aprender, son los motores del aprendizaje donde todas y todos somos importantes. Por ejemplo, si alguno de mis estudiantes propone aprender a tirar con arco no ponemos límites. En conjunto nos ponemos a pensar en la mejor forma de aprender y todo lo que tiene que ver con este tema. Aprendemos técnicas, partes del arco y flecha, distancias, formas, historia, incluso los familiares se envuelven de tal manera que nos proponen un club para que probemos un día. En todo este proceso, aprendemos todos y todas.

Quico: ¡¡Lo tengo!! Es necesario cambiar para transformar, ser conscientes de que cualquier cambio traerá otros cambios, que incluso un error es una oportunidad para aprender y que ese cambio o ese error es un hecho inherente en la vida, ¡en la naturaleza! Así que es importante que recordemos que todo cambia.

2.4. Somos sentimientos y tenemos seres humanos

Quico: ¿Cómo nos ha quedado el título con una frase de M.? Pero en vez de gazapo, le quiero dar la vuelta. ¿Hasta qué punto se tiene la sensibilidad de explorar en los sentimientos del profesorado y de qué manera somos conscientes de la responsabilidad que supone, sin bloquearnos, la acción de educar?

Rubén: Por mi experiencia, cuando se intenta educar de una forma respetuosa en un centro educativo son muchos los compañeros y compañeras que cuestionan lo que estás haciendo ¿Por qué no haces exámenes? ¿Para qué les preguntas tanto? ¿No sabes que se están riendo de ti? ¿No crees que eso no es trabajar, llevarlos al parque y dejarles juego libre? ¿Los padres están contentos contigo? Y es que la soledad del docente comienza cuando dejas el libro y te sientas a interesarte por cómo se encuentran, qué necesidades tienen, qué motivaciones les mueve. En mi caso, como ya sabes, trabajo por proyectos y ellos son los que proponen los temas a trabajar, creando su forma de aprender. En muchas ocasiones damos las clases al aire libre, en un parque, en un pinar o en un jardín botánico; y, muchas veces, les dejo tiempo libre para potenciar sus habilidades sociales y cooperativas, para que estimulen su imaginación, curiosidad y creatividad, para que les ayude a reforzar su autoestima… que sean dueños de su tiempo, que aumente su conciencia del espacio, que observen, que interioricen lo que sienten, lo que viven…

Quico: Entonces, como el corredor de fondo de Allan Sillitoe, ¿sientes soledad en tu práctica educativa?

Rubén: Pues sí, pero la soledad del docente respetuoso es inspirar valores e interés a nuestro alumnado para favorecer a la sociedad, dejando a un lado, a veces, las cuestiones académicas. Es aquí donde existe un sentimiento de desolación, de incomprensión, de no encajar en este sistema y te preguntas infinidad de veces: ¿Me estaré equivocando? ¿Tendrán razón? ¿Lo estaré haciendo bien? Siempre hay dudas, pero necesitas parar, pensar, recapacitar y visualizar lo que está pasando a tu alrededor. Tus niños y niñas no salen corriendo de tu clase, salen hablando tranquilamente, cuando están jugando en el parque en su tiempo libre cooperan, resuelven sus conflictos, hacen matemáticas con elementos naturales, se preocupan por ti, te cuentan lo que les sucede fuera de la escuela, en definitiva, se crea un ambiente de confianza en donde no hay miedo a fallar, ni miedo a que una nota sea su etiqueta.

Quico: Francesco Tonucci en una entrevista habla sobre la diferencia que hay en los docentes que impactan, se les reconoce porque las familias los adoran, su alumnado espera con ansia que llegue el lunes y ellos no enferman, no pierden un día de escuela.

Rubén: Es ahí donde podemos verlo, sienten la escuela como su hogar, a su maestro y maestra como una persona amable que les respeta y quieren pasar tiempo con él o ella y con sus compañeros y compañeras. Para mantener la ilusión es importante que confíes en ti, que confíes en tus estudiantes, en sus familias. Es necesario que les cuentes lo que haces y por qué lo haces, que entiendan que el respeto y la confianza son dos ejes fundamentales para crear conocimiento, para forjar un espíritu crítico con el que crear herramientas para poder hacer cambios.

Quico: Te he oído decir muchas veces que es esencial, en educación, situar al alumnado en el centro. Me gusta mucho cuando dices que hay dos palabras que son fundamentales en educación: pertenencia y contribución.

Rubén: Claro, es sencillo, si ellos sienten que pertenecen a un grupo contribuyen. Mi alumnado tiene esto muy asimilado, que su cole es su segunda casa y en el caso de algunos su primera.

Quico: ¿Y es fácil llegar a ello?

Rubén: A veces esto se logra con propuestas sencillas pero muy sensibles, realizando actividades con sentido, cariño y pensando en los estudiantes. Salir al exterior les da la posibilidad de vivir experiencias, sentir para que después puedan contar lo que vieron, qué hicieron, qué aprendieron. Es todo un reto porque saber contar una experiencia y saber cómo te sentiste es muy importante. Sentir que formas parte de algo y tienes tu misión, es bonito.

Quico: Claro que sí, al final todo puede ser mucho más sencillo, olvidemos los mantras que aseguran que la educación actual es tener un gran conocimiento de las TIC. Pues no, la educación es creer en la necesidad de encontrarnos más pausadamente, con cercanía, piel con piel, cuerpo con cuerpo, abrirnos a lo natural, dejarnos seducir por el intercambio, la mezcla. Permitirnos estimular nuestra curiosidad, contextualizar, adaptar y transformar la realidad de los tiempos y a las circunstancias que vivimos. Y tú, Rubén, ¿qué añadirías?

Rubén: Poner al alumnado en el epicentro real del sistema educativo, donde proponga, se motive y sea capaz de observar con todos los sentidos; capaz de sentir a su colegio, a su clase, sus compañeros y compañeras, ser parte de su tribu que le cuidará y ayudará a vivir una vida más amable proporcionándole muchas más herramientas con las que desenvolverse en una sociedad que pueda transformar. Es querer cambiar el sistema comenzando por tu clase, sentir la necesidad (y permitirse) reflexionar y redescubrir el deseo de seguir creciendo como docente, son esos momentos de bajón que preceden al entusiasmo de recapacitar y darse cuenta que esta forma de enseñanza-aprendizaje es la que te sale. Es una forma de aprender, de estar en contacto con todo lo que tienes a tu alrededor y poder aprovechar cada momento. Es aquí donde pienso que el cambiar de espacios, el tránsito, la propia necesidad de no estar siempre con las mismas rutinas o en el mismo lugar es esencial. El entorno genera fluidez en las relaciones, posibilita abrirse, tener otras curiosidades, sentirse de forma diferente (el descubrir otros entornos, como ir en bici, andar, caminar por el campo…). También a escucharse a sí mismo, en sus miedos e inseguridades. ¿Qué opinas tú sobre las salidas y la educación en el entorno?

Quico: Freire decía que hay que “leer el texto y leer el contexto”. Es importante que todos los días sean diferentes. Que se encuentre la motivación para volver a clase. Con las salidas, percibo que son más felices, más observadores, interiorizan sensaciones. Son capaces de valorarlo y apreciar de una forma más detallada. Tienen alegría y experimentan libertad. No tienen ese miedo a salirse de las normas estipuladas por la sociedad en la que vivimos. Darles la posibilidad de jugar con los elementos, que puedan jugar con la tierra, el agua, el barro, las ramas, etc. Que se vea como un espacio donde todavía se puede despertar la curiosidad del niño y la niña. No es sólo cuestión de planificar de forma cerrada, sino dejarles hacer y observar cómo se agrupan por centros de interés. Es expresividad, creatividad, conocimiento. (Re)conocerse inter e intrapersonalmente.

Rubén: ¡Qué maravilloso! Para terminar con esta charla dialógica ¿cómo te sientes como docente? ¿Cómo se puede seguir creciendo y no desinflarse sin perder las ganas de mejorar? ¿Es lo mismo la soledad de corredor de fondo que la soledad del docente?

Quico: Yo no me he sentido sólo porque siempre me he sentido acompañado por mi alumnado. Soy el de “gimnasia” que encima les saca fuera. En ocasiones me etiquetan por ello. Y es que ser corredor de fondo y educador es todo un lujo ahí, sólo ante el mundo, sin un alma que te ponga de mal humor o te diga lo que tienes que hacer o cómo lo tienes que hacer. Sólo tú con tu clase (con tus kilómetros) aprendiendo, disfrutando, creciendo. A veces, pienso que nunca soy tan libre como durante ese tiempo en la que estoy en mi clase (o corriendo en el monte). Sin lugar a dudas lo importante es relativizar, a veces esa compañía que necesitamos es cuestión de buscarla en otros lugares sin miedo a pasear en libertad en un campo lleno de posibilidades.

3. A MODO DE CONCLUSIÓN

En este relato, hemos tratado de dibujar posibilidades, dudas y deseos abiertos a espacios y contextos diversos, dialogados y escritos por dos personas que “se encuentran” en movimiento, mostrando nuevas formas de tomar la palabra mientras crean narrativas compartidas.

Estos diálogos caminando deben ser más que una mera reflexión en el aire, han de compartirse como un andamiaje que nos ayude a sustentar y poner en valor aspectos esenciales de la educación; que colaboren a vislumbrar cómo podemos orientar el cambio para centrarnos esencialmente en el alumnado y su bienestar personal en pro de reconocer nuestras aulas como entornos diversos, plurales, y a la vez singulares, de experiencias colectivas. Nuestras palabras en movimiento, han tratado de (re)pensar, reflexionar y sobre todo argumentar cómo vemos y sentimos la educación y a su vez cómo nos gustaría que se transformase.

REFERENCIAS

Clares, D. (2021) El paseo como método filosófico. Enrahonar. An International Journal of Theoretical and Practical Reason, 67, 9-21. https://doi.org/10.5565/rev/enrahonar.1258

García Farrero, J (2014). Caminar: experiencias y prácticas formativas. Editorial UOC.

Le Breton, D. (2015). Elogio del caminar. Siruela.

Veneno, K. (1995). Respeto [Canción]. Está muy bien eso del cariño. RCA BMG.


Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga