Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga
HISTORIAS MÍNIMAS

Gracias, Ángel

Ángel Pérez Gómez
Miguel López Castro, Toñi Corpas y Manolo Alcalá*
Recibido: 2 de septiembre de 2022  Aceptado: 9 de septiembre de 2022  Publicado: 30 de septiembre de 2022
To cite this article: López Castro, M., Corpas, T. y Alcalá, M. (2022). Gracias, Ángel. Márgenes. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 3(3), 253-256. https://doi.org/10.24310/mgnmar.v3i3.15314
DOI: https://doi.org/10.24310/mgnmar.v3i3.15314

*Docentes jubilados. CEIP Virgen del Rosario (España). chiline9@hotmail.com


RESUMEN:

En este texto los autores relatan las experiencias de cambios e innovaciones vividas en su escuela, en Totalán, desde finales de los años 70 y como un grupo de docentes universitarios, entre los que se encontraba Ángel Pérez Gómez, les acompañó en su proceso de renovación pedagógica. 

PALABRAS CLAVE: renovación pedagógica; escuela rural; relación universidad-escuela

ABSTRACT:
In this paper, the authors narrate the experiences of changes and innovations lived in their school, in Totalán, since the end of the 1970s and how a group of university teachers, including Ángel Pérez Gómez, accompanied them in their pedagogical renewal process.

KEYWORDS: pedagogical renewal; rural school; university-school relationship

Carta

Eran los últimos años setenta y primeros ochenta cuando en Málaga, como en el resto de España, se estaban fraguando colectivos de maestros y maestras deseosos de promover cambios en la escuela por entonces existente y que denominábamos “escuela tradicional”. Estábamos saliendo de una dictadura y cabía la posibilidad de construir una sociedad democrática, más justa, libre e igualitaria que la que veníamos soportando. Pensábamos que la educación podía ser una herramienta transformadora de aquella sociedad formando futuros ciudadanos que se implicaran en la mejora social de su entorno. La escuela podría promover el desarrollo de personas libres que caminaran por el sendero de la solidaridad, la tolerancia, el respeto mutuo, la conciencia igualitaria… En fin, una escuela democrática en la que se vivenciara la cultura creativa y libre, y, por supuesto, la educación en valores democráticos.

El (MCEP) Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, de sello freinetiano e implantación estatal, el CREA (Colectivo para la Renovación Educativa de Andalucía) de ámbito malagueño y el Colectivo Pedagógico de la Axarquía, de ámbito comarcal, nucleaban los anhelos de una escuela mejor. Estos colectivos, también llamados movimientos de renovación pedagógica organizábamos actividades internas, grupos de trabajo diversos y escuelas de verano para promover sus opciones. Lógicamente, solíamos acudir a ponentes solventes, maestros con experiencias innovadoras y valiosas y, también, a profesores universitarios que sintonizaran con la orientación pedagógica que preconizábamos. Profesores universitarios como Miguel A. Santos Guerra, Miguel López Melero, etc. a los que la escuela pública les estará siempre agradecida.

Pues bien, uno de ellos era Ángel Pérez. Para nosotros, maestros de base, Ángel Pérez era un joven catedrático que había venido a la universidad de Málaga, que conocía las tendencias pedagógicas occidentales del momento y que tenía prestigio entre los estudiantes universitarios. Así pues, año tras año, Ángel era requerido por alguno de los colectivos para que nos impartiera alguna charla sobre este o aquel tema. Ángel nunca se negó a ello; siempre que sus obligaciones en la universidad se lo permitían, Ángel gustosamente participaba.

En sus exposiciones notábamos una general coincidencia con nuestros planteamientos, a los que añadía ideas nuevas o más reflexionadas que las nuestras. Pero había más, a decir verdad, Ángel nos encandilaba. ¿Por qué? Pues porque aunaba dos rasgos definitorios de su personalidad que valorábamos muchísimo. Uno: la coherencia lógica de su discurso y su oratoria. Asistir a cualquiera de sus ponencias o intervenciones era una gozada porque Ángel desarrollaba su intervención siguiendo un esquema lógico y expresaba el contenido en lenguaje pulcro y certero, con vocabulario asequible y con una orientación ideológica clara y, generalmente, coincidente con la nuestra. No solo entendíamos lo que Ángel nos comunicaba, sino que además era como si él verbalizara con claridad y precisión aquello que nosotros estábamos pensando, pero que, en realidad, teníamos dificultades en expresar.

Y dos: era una persona llana, sencilla, de trato amable, que no alardeaba de su posición académica, colaborador. Esto es, parecía uno de nosotros.

A finales de los ochenta ya iba tomando cuerpo un proyecto de escuela, democrático y atractivo, que estábamos trabajando en Totalán. Un grupo de docentes que, con dedicación y modestia, trataban de hacer una escuela válida para la localidad, participativa, cooperativa. Maestros y maestras que dedicaban sus esfuerzos a construir una escuela realmente popular. Pues bien, no recordamos exactamente cómo fue el contacto, pero el caso es que Ángel nos ofreció su ayuda.

La aportación de Ángel y otros profesores de su departamento, como Javier Barquín, fue crucial para nosotros. De la mano de ellos comenzó la alfabetización informática de escolares de Totalán y de algunos miembros del claustro. No es muy común ver a un prestigioso catedrático de universidad en una escuelita de pueblo echando una mano a niños y maestros.

Hay que decir, además, que Ángel se convirtió en referencia teórica para la práctica de quienes estábamos en la escuela y nos acercábamos a sus escritos. Lo que él escribía sobre metodologías investigativas, competencias básicas, cultura experiencial y/o académica, etc. nos resultaba fácil trasladarlo a nuestra práctica.

Ángel es y ha sido así. Un estudioso de mente privilegiada preocupado por temas esenciales de su ámbito universitario (la epistemología, la construcción del conocimiento, las funciones sociales de la escuela, los procesos de enseñanza-aprendizaje, la investigación educativa, etc.) y que ha colaborado y apoyado a grupos de docentes implicados en la transformación de la enseñanza desde una perspectiva social y renovadora.

Pero por encima de todo eso, lo que más estimamos de Ángel es su calidad humana, pues ser respetuoso y generoso con los demás es un don que adorna su personalidad. Quienes hemos tenido la fortuna de compartir experiencias, tiempo e ilusiones con él nos sentimos orgullosos de haber podido vivirlo.

Ángel, a estas alturas del camino, con la mochila ya cargada de años y vivencias, te deseamos lo mejor, es decir, felicidad. Y al mismo tiempo queremos hacerte llegar nuestro agradecimiento por todo lo que nos aportaste.


Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga