Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga
HISTORIAS MÍNIMAS

Somos espejos

We are mirrors
Cristóbal Gómez Mayorga*
Recibido: 19 de abril de 2022  Aceptado: 6 de mayo de 2022  Publicado: 31 de julio de 2022
To cite this article: Gómez Mayorga, C. (2022). Somos espejos. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 3(2), 158-160. http://dx.doi.org/10.24310/mgnmar.v3i2.14616
DOI: http://dx.doi.org/10.24310/mgnmar.v3i2.14616

*Maestro jubilado
cgomezmayorga@hotmail.com
Cristóbal Gómez Mayorga

Cristóbal Gómez Mayorga

RESUMEN:
Quienes ejercemos la labor docente somos, irremediablemente, espejos para los educandos. Siempre somos modelos a imitar. Tenemos, por tanto, la gran responsabilidad de ser buenas personas. Solo así educaremos. Para ello, debemos mirarnos por dentro. Porque siempre educamos con lo que somos.

PALABRAS CLAVE: educación; docentes; espejos; reflejo

ABSTRACT:
Those of us who are teachers are, inevitably, mirrors for our students. We are always role models. We therefore have a great responsibility to be good people. This is the only way to educate. To do so, we must look inside ourselves. Because we always educate with what we are.

KEYWORDS: education; teachers; mirrors; reflection

Los cuentos clásicos son mitos que interrogan lo más profundo de nuestra alma. Siempre me inquietó el relato de Blancanieves y, con el tiempo, comprendí el porqué de mi desazón. La clave estaba en el concepto de espejo. La madrastra buscaba reconocimiento preguntando quién era la más bella del reino. Creo que todas las personas nos hacemos la misma pregunta. Siempre andamos buscando nuestra identidad; queremos saber quiénes somos. Desde pequeños deseamos ser únicos, importantes, especiales; necesitamos ser, al menos, alguien. Y, para ello, como la madrastra del cuento, solemos mirarnos en las personas cercanas, que hacen de espejos.

Vivimos en una interacción de vínculos entrecruzados, en una maraña de conexiones, en un juego de espejos reflejados. Vemos en las demás personas lo que no nos gusta de lo que somos y, allí fuera, en la imagen reflejada, intentamos mejorar. Cuando criticamos a los demás estamos proyectando algo de lo que somos. Es por eso que rechazamos y criticamos a los demás o valoramos la imagen del espejo, sin percatarnos de que, en la figura reflejada, hay mucho de nuestra esencia como ser humano. Por consiguiente, cada vez que enjuiciamos a las demás personas, deberíamos mirarnos por dentro: nuestras heridas, nuestros prejuicios, nuestras limitaciones o nuestros valores. Miramos con nuestra forma de ver. No hay otra posibilidad: vemos con lo que somos.

Pero no debemos asumir toda la responsabilidad. También la sociedad y la cultura en que vivimos entran en juego. Hoy día, las pantallas son los más influyentes espejos. La publicidad y las redes sociales nos muestran una realidad distorsionada. Nos devuelven la imagen que proyectan nuestros deseos de ser especiales, y recibimos miles de reflejos irreales que completan nuestras imperfecciones y nos quieren agradar. El mercado nos ofrece modelos estereotipados que nos embaucan pero, al no parecernos a ellos, nos frustramos. Así que andamos entre depresivos y soliviantados en este mundo virtual. Estamos construyendo personalidades bipolares, esquizoides, enfermas: mitad realidad, mitad deseo. Estamos partidos por la mitad.

Para la construcción de una adecuada identidad, individualidad, autoimagen, son necesarias personas queridas que hagan de espejos fieles y sinceros. Somos en función de alguien que nos diga sinceramente quiénes somos. Así nos construimos como personas. De ahí la importancia de que las educadoras y educadores seamos buenos espejos, que muestren una imagen adecuada para construir seres humanos equilibrados. Pero ¡cuidado! No podemos dar una imagen demasiado fea ni demasiado bella a nuestro alumnado. Hay que decir lo adecuado, ofrecer un modelo fiel a quienes se miran en nuestro espejo educador. Ahí radica la dificultad de la educación. Un exceso de elogios crea personas con excesiva autoestima, egocéntricas, soberbias, egoístas, empoderadas, sin empatía, carentes de solidaridad. Una excesiva crítica construye a seres inertes, miedosos, sin deseos, sumisos, carentes de identidad. La clave está en ser un buen modelo, que dé una imagen verdadera, que no distorsione demasiado la realidad.

Asun

Debemos tomar conciencia del mundo que nos ha tocado vivir, que ha generado, con las redes sociales, una imagen distorsionada de lo que vemos. Debemos mirarnos en los demás sabiendo que la imagen reflejada es mucho de lo que somos, y nos brinda la posibilidad de mejorar lo que nos disgusta de lo que somos; así seremos mejores educando y, quizás también, cambiaremos el mundo que vemos. Pero, sobre todo, hay que tomar conciencia de que el profesorado, aunque no tengamos conciencia de ello, somos modelos y referentes para las niñas y niños que educamos. Por eso es necesario asumir nuestra responsabilidad de ser buenos espejos.


Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga