Título: Estudios críticos del currículo. Educación, toma de conciencia y políticas del conocimiento
Autor: Wayne Au
Páginas: 176
Editorial: Miño y Dávila
ISBN: 978-84-18095-27-6
Han pasado más de 50 años desde que Schwab (1969) diagnosticara el estado moribundo del campo del currículo. Unos años más tarde, Huebner (1976) llegaría a afirmar que, para todos los propósitos prácticos, el campo del currículo había muerto. Sin embargo, para Wayne Au, profesor en la Escuela de Estudios Educativos de la Universidad de Washington, el campo del currículo aún tiene mucho que decir. Así lo demuestra el trabajo que nos ocupa, “Estudios críticos del currículo. Educación, toma de conciencia y políticas del conocimiento”, en el que el autor plantea una respuesta curricular comprometida con el punto de vista de aquellas personas que más lo necesitan. Un punto de vista que suele quedar relegado a los márgenes de lo que se considera “normal”, a las zonas oscuras o invisibilizadas de la sociedad oficial, de las normas oficiales, de las relaciones oficiales, de las prácticas oficiales y, por tanto, del conocimiento oficial.
El autor, a lo largo de la obra, nos advierte sobre la necesidad imperiosa de retomar las cuestiones fundamentales que atañen a la educación ante los grandes desafíos de la agenda neoliberal y conservadora (la privatización, la competencia, el currículo basado en pruebas, etc.), donde las preguntas fundamentales acerca del valor del conocimiento, de su selección, de su relación con el tipo de sociedad que queremos, entre otras cuestiones, no están siendo abordadas por la investigación educativa. A lo largo de los seis capítulos de los que consta el libro, el autor realiza un análisis conceptual crítico del campo curricular además de exponer una serie de casos que ilustran con claridad lo que supone adoptar una perspectiva crítica en la praxis curricular.
Como punto de partida para el análisis de esta praxis curricular, el autor sitúa su experiencia como profesor en el “Middle Collegue”, una pequeña escuela secundaria pública alternativa de Seattle para exalumnos de 16 a 21 años procedentes de familias diversas de clase trabajadora del sur de la ciudad. Una escuela para “desertores” donde fueron construyendo un “currículo de los oprimidos” que evitara el rechazo de los estudiantes a todo lo relativo a la escuela, a partir de una posición de resistencia curricular. Este enfoque, como se defiende a lo largo del libro, implicaba necesariamente asumir el “punto de vista de los oprimidos” para la construcción de “un currículo que reconociera las realidades materiales sociales, culturales y económicas de nuestros estudiantes, un currículo que validara sus experiencias con las relaciones de poder en sus vidas.” (p.21). Es a partir de esta experiencia práctica donde el autor sitúa las líneas maestras de su análisis, no sin antes, en un ejercicio de coherencia poco común en los estudios académicos, situar su propia ubicación social y parte de su biografía con la intención de hacer comprender a académicos, profesionales y otras personas interesadas en temas educativos la posición desde la que escribe este libro.
Wayne Au adopta una postura crítica acerca del debate en los estudios curriculares entre “pragmatismo” y “subjetividad”, abogando por una revitalización del campo que combine las críticas a la subjetividad posmodernista, por su tendencia a la desconexión material, así como al pragmatismo positivista, con su aparente pretensión de neutralidad y objetividad. El resultado de su análisis da lugar a una síntesis rigurosa y coherente que sirve para sostener la principal pretensión del libro: proporcionar “una poderosa herramienta conceptual para justificar el privilegio de grupos marginados u oprimidos en estudios curriculares como parte de un llamado a comprender la realidad material y social tal como existe en formas que son más sinceras y objetivas que aquellas que las perspectivas hegemónicas nos proporcionan” (p.154). Quizás la aportación más sorprendente resulta de la aparente sencillez con la que logra articular, curricularmente, el reconocimiento de la subjetividad personal para conocer el mundo de un modo más objetivo y la necesidad de redistribución de las oportunidades educativas para posibilitar la transformación de la realidad material. El problema del currículo, afirmará Wayne Au, reside en su capacidad para diseñar ambientes complejos que propicien la construcción de una conciencia crítica en los estudiantes.
Como si de un puzle se tratara Wayne Au, a medida que desarrolla su análisis, va armando un cuerpo conceptual con potencialidad práctica, donde todos los elementos se relacionan entre sí y a los que el lector no puede más que sentirse agradecido por su facilidad a la hora de articular una realidad tan compleja. De hecho, podría decirse, que su originalidad reside en su capacidad de incorporar en un todo con sentido el conjunto de principios en los que se fundamenta la praxis curricular que se propone. Cabe señalar la original síntesis que construye, entre la importancia de las herramientas culturales para el aprendizaje y el desarrollo humano (Vygotski, 1979), la propuesta curricular de Huebner (1976), y las categorías de “clasificación” (forma que toma el conocimiento curricular) y “encuadre” (cómo se comunica dicho conocimiento) de Bernstein (2001); definiendo el currículo como “la herramienta que estructura la accesibilidad al conocimiento en forma ambiental, donde el encuadre y la clasificación, respectivamente, comunican la accesibilidad y la estructura del conocimiento integrado en el ambiente” (p.77).
Otro de los aspectos más valiosos del cuerpo conceptual que aplica Wayne Au para su análisis crítico del currículo, y que emplea para articular su propuesta práctica, es que permite el análisis crítico de cualquier tipo de currículo. Como ejemplo paradigmático, nos presenta cómo los “exámenes de alto nivel” que se implementaron en el sistema educativo estadounidense a partir de la entrada en vigor de la ley “No Child Left Behind” (2002-2015) durante la presidencia de George, W. Bush, condicionaron los curricula a nivel mundial y, especialmente, las prácticas pedagógicas en las escuelas de los EE. UU. Pues bien, estos exámenes estandarizados, como denuncia el autor, han condicionado aquello qué se enseña en las escuelas y la forma en cómo es comunicado. Es decir, ha trasformado las políticas y prácticas educativas para hacerlas análogas a lo que se exige en tales pruebas. En un sentido muy básico, pero no por ello menos acertado, Wayne Au llega a afirmar que “los exámenes de alto nivel se han convertido en el currículo” (p.78).
Por otra parte, Wayne Au aplica “la teoría del punto de vista” presentada por Lukács (1969) y por teóricas feministas como Harding (2004) y Hartsock (1998), no solo como una labor ética de visibilización de las historias de los oprimidos, sino porque epistemológicamente es la mejor forma de comprender el mundo. Es por ello por lo que el autor articula la subjetividad de las historias personales, que implica la teoría del punto de vista, con la objetividad material a la hora de conocer y comprender el mundo. La teoría del punto de vista aplicada a los estudios críticos del currículo implica adoptar el punto de vista de los oprimidos a la hora de lidiar con las cuestiones de poder, al señalar cómo el conocimiento depende en gran medida de las ubicaciones sociales de las personas. Para ilustrarlo, desde el ámbito de la práctica, el autor nos ofrece una serie de casos históricos y contemporáneos donde toma cuerpo la teoría del punto de vista en el desarrollo curricular.
En definitiva, nos encontramos ante un libro que nos ofrece la posibilidad de acceder a formas más sinceras y objetivas de conocimiento en torno a la problemática del currículo escolar como campo de estudio. Una lectura comprometida con las emergencias y necesidades educativas que enfrenta la escolaridad en la actualidad, con la profundidad suficiente para servir de apoyo a la construcción de currículos más humanos, comprometidos con la justicia social y la concientización crítica de los estudiantes porque, como nos recordaba José Saramago, “la alternativa al neoliberalismo se llama conciencia”. Sin duda, “Estudios críticos del currículo. Educación, toma de conciencia y políticas del conocimiento” se nos presenta como una oportunidad para construir esta alternativa.
Bernstein, B. (2001). La estructura del discurso pedagógico. Morata.
Harding, S. (2004). “Rethinking standpoint epistemology: What is “strong objectivity”?” En S. Harding (Ed.), The feminist standpoint reader (pp. 127-40). Routledge.
Hartsock, N. (1998). The feminist standpoint revisited other essays. Westview Press.
Huebner, D. (1976). The moribund curriculum field: it’s wake and our work. Currículo Inquiry, 6(2), 153-167. https://doi.org/10.2307/1179760
Lukács, G. (1969). Historia y Conciencia de Clase. Grijalbo.
Schwab, J. J. (1969). The Practical: A Language for Curriculum. School Review, 78(1), 1-23. https://doi.org/10.1086/442881
Vygotski, L. S. (1979). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica.