Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga
HISTORIAS MÍNIMAS

Un bicho cambia la escuela

A bug changes the school
Cristóbal Gómez Mayorga**
Recibido: 24 de mayo de 2021  Aceptado: 2 de junio de 2021   Publicado: 27 de julio de 2021
To cite this article: Gómez Mayorga, C. (2021). Un bicho cambia la escuela. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 2 (2), 136-138
DOI: http://dx.doi.org/10.24310/mgnmar.v2i2.12767

* C.E.I.P. El Romeral, Vélez-Málaga (España), http://xtobal-educacioninfantil.blogspot.com, cgomezmayorga@hotmail.com
Cristóbal Gómez Mayorga

Cristóbal Gómez Mayorga

RESUMEN:
Asumiendo la premisa de que “una crisis es una oportunidad para mejorar”, el autor reflexiona sobre distintas situaciones vividas en la escuela durante el último curso, proponiendo que aprovechemos la oportunidad para cambiarla.

PALABRAS CLAVE: pandemia; infancia; innovación educativa; crisis

ABSTRACT:
By accepting the premise that “a crisis is an opportunity to improve”, the author reflects on different situations experienced at school during the pandemic, proposing that we take the opportunity to change it.

KEYWORDS: pandemic; childhood; educational innovation; crisis

Una niña de cuatro años dice a la maestra: ¿por qué los muñecos no llevan mascarillas? Esta pregunta evidencia una de las consecuencias que está generando la pandemia: ver como natural lo que no lo es.

Mi colegio, como todos los colegios, se está llenando de flechas para ir y venir a cualquier lado. Hay cintas limitando espacios, las entradas escalonadas, gel en las manos, los distintos cursos no pueden mezclarse en el recreo para jugar… El alumnado, después del confinamiento, está dispuesto a aceptar cualquier restricción que se les imponga. Lo aguantan todo, están sometidos por el miedo. Y es que esta pandemia está dejando rituales que, seguro, tendrán consecuencias en el futuro.

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Aunque la infancia siempre es imaginativa (menos mal).

Han puesto cintas en el patio de Infantil para separar los distintos cursos (quienes idearon la propuesta no saben que a las niñas y los niños de la primera infancia les encantan las fronteras). Y están los de una clase con los de la otra, juntos, agarrados a la cinta limitadora, jugando a mil historias.

Hemos transitado de una época líquida, donde el poder se había diluido, en la que los hijos se enfrentaban a sus padres y las familias al profesorado, en la que los problemas de disciplina en los centros estaban a la orden del día… a un tiempo demasiado sólido, en el que las normas se han impuesto de forma excesiva. Hemos pasado de un periodo sin autoridad, sin normas claras, sin referentes, sin control, sin poder aparente… de pronto, a una época de normas excesivas.

También el profesorado ha sufrido cambios en esta pandemia. Muchos años intentando aprender las posibilidades de internet en educación y en dos meses de confinamiento hemos aprendido a hacer videoconferencias, a manejar Classroom, Facebook, Instagram o TikTok.

Entra una niña en el aula, sorprende a su maestra sin mascarilla y le dice: ¿pero tú quién eres? (No había reconocido a su tutora). Su referente educativo era una persona desconocida para ella. Las niñas y niños se están acostumbrando a que alguien dirija la clase sin verles la boca, sin mirarles a la cara. ¡Miedo me da!

Menos mal que también se han producido consecuencias positivas en esta pandemia: la ciencia y el conocimiento ha alcanzado las más altas consideraciones de la sociedad. Esperemos que perdure.

Ha tenido que venir esta crisis para poner patas arriba la enseñanza. Los aprendizajes solo son relevantes si sirven para la vida, si tienen sentido y son funcionales.

Una crisis es una oportunidad para mejorar. Por eso propongo cambiar metodologías en los colegios: dar sentido a lo que estudian.

Lo primero que debemos plantear en cualquier nivel educativo es afrontar la angustia que genera el coronavirus y hablar de ello: redacciones, poemas, preguntas, dibujos, debates, investigaciones… todo tipo de tareas que sirvan para mitigar la angustia. En todas ellas se aprenden las competencias claves, no nos preocupemos.

Deberíamos trabajar por proyectos, aprovechar las circunstancias actuales para dar coherencia a la educación, trabajar partiendo de situaciones problemáticas de la vida. Es una oportunidad para tratar temas complejos sobre los que pasamos de puntillas en los centros educativos: ¿quién toma las decisiones cuando hay un problema? ¿La ONU?, ¿el Parlamento Europeo?, ¿la OMS?, ¿los gobiernos nacionales?, ¿los autonómicos?... ¿En qué gastamos los recursos?, ¿qué cosas son importantes?

También podemos aprender sobre las epidemias y enfermedades, porque ésta no es la primera. Y debemos tirar de la Historia para investigar sobre la peste en la Edad Media. O indagar en la Geografía Humana y aprender que en África hay muchas enfermedades que matan a miles de personas. Podemos enseñar funciones matemáticas que estudian la curva de evolución de los contagios del virus actual. En este sentido, los periódicos están llenos de estadísticas que podemos aprovechar para aprender Matemáticas que sirven para la vida. Del mismo modo, podemos analizar el tratamiento sobre el tema desde distintas fuentes de información: periódicos, páginas web o las tan traídas fakes news. O centrarnos en cuestiones bioquímicas sobre cómo funciona el virus. Y no debemos obviar el tratamiento psicológico o filosófico: el miedo, la angustia, lo individual o lo social, el abordaje político, etc.

Por último y más importante, con las iniciativas comunitarias que se han producido en la sociedad en esta pandemia, podemos aprender solidaridad: que no estamos solos en el universo, que formamos parte de un todo, que cuidar el medio ambiente es imprescindible, que solo juntos podemos ganar a cualquier contrariedad.

Toda crisis nos invita a pensar y cambiar. No perdamos esta oportunidad de romper los muros de la escuela y llevar la educación a la vida real.

En el patio de infantil vi a unos niños con las mascarillas en los ojos jugando a la gallinita ciega. La infancia fantaseando, como siempre. ¡Menos mal!

Ciegos estamos en esta pandemia si no aprovechamos para cambiar la escuela.

 


Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga