EDITORIAL

Un lugar concreto desde el que vivir, mirar y pensar el mundo (educativo)

A concrete place from which to live, look at and think about the (educational) world

Ester Caparrós Martín, J. Eduardo Sierra Nieto, Mayka García García, Manuel Fernández Navas, Noelia Alcaraz Salarirche, Laura Pérez Granados, Diego Martín Alonso, Ana Yara Postigo Fuentes, Álvaro Pérez García, Javier Montero González

Equipo editorial* 

Recibido: 25 de enero de 2021  Aceptado: 26 de enero de 2021  Publicado: 31 de enero de 2021

To cite this article: Caparrós, E., Sierra, J. E., García, M., Fernández, M., Salarirche, N., Pérez, L., Martín, D., Postigo, A. Y., Pérez, A. y Montero, J. (2021). Un lugar concreto desde el que vivir, mirar y pensar el mundo (educativo). Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 2 (1), 2-3

DOI: https://doi.org/10.24310/mgnmar.v2i1.11671


* margenes.revista.uma@gmail.com 




Desde que iniciamos el proyecto editorial de Márgenes, hemos tenido claro que este sería un espacio dedicado a poder experienciar la educación de otros modos. Unos modos que podemos encontrar en distintos relatos, investigaciones, experiencias, entrevistas, etc., compuestos por autoras y autores que expresan una fehaciente convicción acerca de que lo verdaderamente educativo reside y se sostiene fuera de los marcos hegemónicos. Es por ello, que Márgenes se presenta como lugar de acogida de esas otras formas de investigar y de vivir lo educativo, para mostrarlas y compartirlas. En cierto modo, como lo expresa la profesora Ángeles Parrilla en la entrevista que nos ha brindado, una revista que se sostiene desde principios inclusivos.

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Hace tiempo que percibimos que la educación está adquiriendo connotaciones que invitan a sentirla contradictoriamente. Junto a la extendida (y controvertida) máxima manriqueña de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sobrevuela la sensación de que la educación no está a la altura de lo que hoy se espera de ella; creciendo un sentido común sobre lo educativo (su situación, su análisis y su mejora) fuertemente impregnado por la lógica neoliberal.

En torno a esto parece haber montado un estudiado modus operandi en el que los sistemas educativos tratan de presentarnos una educación solo desde las claves de innovación, motivación y creatividad. En este sentido, podemos observar cómo nos venden —a través de grandes espacios publicitarios—, por ejemplo, una imagen de docente actual que anhela ser premiado para ser reconocido así socialmente; así como, la necesidad de construir grandes proyectos educativos basados en determinadas metodologías didácticas —muchas de ellas fundadas en propósitos empresariales— que parecen ser requisito para toda buena práctica docente del siglo veintiuno. 

Y no es que no sea importante ser exigentes para avanzar en la educación e ir más allá del academicismo; como tampoco hay nada malo en conocer qué hay de bueno en lo que nos ofrece actualmente la modalidad de enseñanza virtual; o incluso aquellas planificaciones didácticas que innovan primordialmente a través de las TICs, para romper con los espacios de enseñanza y aprendizaje, con el libro de texto y la explicación magistral. 

A nuestro modo de ver, es importante considerar que la educación —aunque así es como se presenta de manera más extendida en nuestra sociedad— debe colocarse en otro lugar: más allá de los premios, de la creatividad que se exige a los proyectos de innovación, o de la puesta en marcha de metodologías centradas en alentar cada vez más los (inevitables) espacios virtuales. Debe exigir la creación de escenarios educativos donde se mantenga una posición activa reflexiva (fuera de toda reproducción); lo que significa que, a la vez que ofrece la posibilidad de pensar el mundo que vivimos, ha de posibilitar a las personas —que educamos y a las que educamos— ser capaces de pensar lo que acontece en nuestra sociedad y posicionarse ante ella de forma crítica y comprometida.

Hacemos alusión a esto, porque nos preocupa cómo esa imagen de educación contradictoria de la que hablamos lleva aparejada las ideas de “excelencia” y “eficiencia” como consustanciales a su mejora; y ambos conceptos, como bien sabemos, no brillan precisamente por su naturaleza educativa, pues son propios de la empresa. Del mismo modo, esa lógica de mejora de la educación al servicio de la productividad y de la hegemonía no hacen mas que limitar otras prácticas educativas que se salen de lo entendido en los términos que hemos nombrado más arriba, truncando que se visibilicen. Prácticas que están al cuidado de esos otros sentidos, más pegados a la experiencia de quien, precisamente, enseña y aprende en una relación educativa respetuosa con las subjetividades. 

A lo que nos referimos con esto es a que la educación también se da en otros lugares y de otros modos quizás, menos ruidosos. Se da en los cambios que son silenciosos y que cuidan el sentido con el que se piensa, se hace y se mejora la practica educativa. Y tenemos multitud de ejemplos de diversa naturaleza y que podemos leer en las páginas de este y de los anteriores números de Márgenes: experiencias de maestras que narran sus aulas, aulas donde priman las relaciones desde un sentido del cuidado por las criaturas y su bienestar, y que no solo se circunscriben a la enseñanza de contenidos; historias mínimas que relatan cómo son los espacios de infantil, ofreciendo singulares perspectivas desde los que volver a pensarlos; entrevistas a catedráticas y catedráticos de educación que comparten lo que sus años de experiencia en la profesión les ha dado que pensar sobre lo educativo; trabajos de profesionales de la educación que nos abren los escenarios educativos, formales y no formales, y que apuestan por la importancia de cuidar los procesos y no tanto los resultados. Ensayos sobre temas que parecen estar obsoletos y que abren a pensar, por ejemplo, la secundaria desde las relaciones intergeneracionales; o investigaciones que apuestan por modos de indagación que entienden lo educativo como una posibilidad de comprensión del mundo y de su complejidad. 

Después de este resumido contenido del que se nutre cada número, no podemos sino expresar cómo Márgenes debe su responsabilidad editorial a todas aquellas y a todos aquellos que tratan de dar sentido a su hacer en educación. Por ello, la apuesta de Márgenes de situarse en los lugares que avanzan desde el borde del camino, no es baladí. Es una apuesta política por reconocer el valor de lo educativo en esos senderos de pensamiento y acción práctica, silenciosos pero fecundos. Por eso, muchos de los textos que aparecen son precisamente eso, una apuesta política desde la que pensar el mundo, nuestro mundo educativo.

Bajo estas reflexiones es que pretendemos presentar el editorial de este Volumen 2, Número 1 que ve la luz en enero de 2021. Reflexiones que no tratan solo de dar cuenta del contenido del número, sino que representan un posicionamiento educativo y pedagógico claro desde el que, como equipo, nos movemos en esta profesión. Por ello, no queremos dejar de recordar cómo, desde sus inicios, Márgenes no pretende sumarse a la reproducción y el reconocimiento de los escenarios que, bajo nuestro punto de vista, reflejan un sentido “tecnificado” de las relaciones educativas y del propio oficio de enseñar. Y aún siendo conscientes de la dificultad que entraña nadar a contracorriente, nos consideramos unos letraheridos —aquellas o aquellos que sienten un entusiasmo extremo por la literatura—, para expresar la pasión con la que vivimos la educación y que tratamos de reflejar aquí. Sobre todo, porque consideramos que este espacio editorial complementa la labor que, como profesionales de la educación, tratamos de cuidar; posibilitando el compartir esas otras formas de vivir, mirar y pensar la educación, y que encuentra vinculaciones y ecos en la realidad y el posicionamiento de tantas y tantos colegas.

Para cerrar este editorial, no queremos más que reiterar el agradecimiento que sentimos a quienes consideran Márgenes un medio a través del que compartir la educación desde sentidos no coincidentes con el hegemónico.

Compañeras y compañeros de viaje… ¡Nos vemos en los márgenes!