El cierre de los diferentes campus de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), inmediatamente provocó la angustia entre los jóvenes, debido a que la principal incertidumbre fue la continuidad de las clases presenciales. A ello se sumó el estrés por el cambio de la cotidianidad al tomar sesiones de clase desde el hogar, lo cual generalmente fue complicado, pues, por un lado, había que atender cuestiones de reorganizar actividades escolares, familiares y laborales; y, por otro lado, había que resolver problemas en cuanto al equipamiento y acceso tecnológico, como contar con una conexión de internet y algún dispositivo digital para tener acceso a las sesiones. En todos esos días se involucraron emociones, situaciones e interrogantes para comprender no sólo el presente, sino incluso, imaginar el futuro (Cotino Hueso, 2020).
Es conveniente mencionar que la pandemia incrementó los elementos de exclusión y marginación entre los estudiantes (Ordorika, 2020), pues en muchas ocasiones no sólo se limitaron los accesos tecnológicos, sino que también se cancelaron las becas o apoyos adicionales como los servicios de cómputo o la alimentación a los que tenía acceso el estudiante. Por si fuera poco, la desigualdad se incorporó a la inequidad de género, pues las jóvenes estudiantes debieron atender las demandas domésticas (García Aretio, 2021).
Fue la primera vez que, para cumplir con las actividades académicas, era necesaria una computadora o, al menos, un dispositivo digital, ya sea un teléfono inteligente o tableta. También era preciso contar con conexión a internet y seguir las indicaciones en un proceso de enseñanza-aprendizaje, sin saber con certeza cómo usarlos y carecer de la asesoría suficiente que les permitiera realizar un buen uso de las herramientas para concluir con el semestre ( De Alonso Paz, 2020; Schmelkes, 2020).
Lloyd (2020) menciona que, con la brecha digital, se observó una mayor desigualdad en el acceso y continuidad de la educación universitaria, pues los impactos pueden ser más por grupos étnicos y por género, siendo las mujeres las más afectadas, dada la demanda o necesidades respecto de la familia. Ello es un riesgo que debe impulsar la reflexión en cuanto a que la brecha digital, que ahora se vive, por el acceso a la tecnología, puede derivar en una brecha educativa que afectaría a diferentes grupos socioculturales, no sólo de México, sino también de otros países.
El objetivo de este trabajo es analizar los desfases educativos que se dieron con la implementación de la educación a distancia dado el periodo de confinamiento en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, como resultado de la pandemia del virus Sars-Cov-2. En ese sentido, es relevante conocer el sentir de los estudiantes en situaciones donde el estrés, la angustia, el miedo y la desesperanza pueden ser el detonante para abandonar los estudios o dudar de la calidad de la enseñanza, de la institución e incluso de los propios profesores, pues es la primera ocasión donde se modificaron los procesos de interacción con sus compañeros, docentes y, perder de vista la asistencia regular a la universidad, como espacio y lugar de interacción entre sus iguales. ( González Velázquez, 2020; IISUE, 2020).
Hoy es claro que se han modificado las actividades que eran consideradas cotidianas y, por tanto, habrá de preguntarse ¿qué situaciones límite se presentaron en este periodo de pandemia?, ¿cuáles son las percepciones que los estudiantes tuvieron de la educación a distancia?, y ¿qué vínculos deberán reestablecerse entre profesores y estudiantes en un contexto de educación a distancia?
Por ello, se eligió el concepto de Situaciones límites que sugiere el filósofo Karl Jaspers (1984), quien explica que estas son parte de situaciones desconocidas a las que pueden ser sometidos los seres humanos y que deberán ser atendidas y resueltas de manera individual, aunque de forma consciente. Mientras que Boris Cyrulnik (2002), hace la propuesta de resiliencia para atender esos momentos dolorosos e incluso traumáticos que pueden mantenerse en nuestra memoria, como es el caso de la pérdida de personas o cotidianidades, pero que a través de resignificaciones positivas se pueden alcanzar nuevos niveles de comprensión de la realidad.
Por ello, este trabajo se ordena con una exposición de la problemática que se tiene en la División Multidisciplinaria de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en Nuevo Casas Grandes (DMNCG) y la metodología que se aplicó para la obtención de los datos y la discusión de resultados. Se continuará con la exposición de conceptos y las evidencias empíricas observadas, a partir de las variables de experiencias en la educación a distancia, habilidades digitales, percepción de aislamiento, percepción de acompañamiento e incertidumbre en el aprendizaje en el modelo de enseñanza con los sujetos de estudio.
Esta investigación es de tipo exploratorio y de corte cuantitativo, realizándose en el momento en que se vivió la suspensión de actividades escolares en todas las áreas universitarias. Por ello, se consideró la obtención de datos a partir de la aplicación de un instrumento de 40 preguntas cerradas, diseñadas ad hoc para este estudio. Se trabajó a partir de la aplicación de una batería de 40 preguntas cerradas entre las que se incluyó una batería con base en la escala de Likert (MD= muy en desacuerdo, D=en desacuerdo; N= ni de acuerdo ni en desacuerdo; A= de acuerdo; y MA= muy de acuerdo) y 2 preguntas abiertas, que fueron codificadas para garantizar el anonimato.
Se consideraron las variables de uso y acceso de herramientas digitales, asistencia a clases, evaluación de asignaturas, interacción con docentes y compresión de contenidos. Sólo se dejaron dos preguntas abiertas para comentarios sobre su experiencia en el periodo escolar. El instrumento se diseñó en la aplicación Forms (cuestionario digital de Microsoft) y se distribuyó a los estudiantes por Whatsapp. Se eligió un muestreo probabilístico sistemático (López, 2004), con base en la población estudiantil y una elección aleatoria de 20 grupos de los cinco programas académicos (Administración, Agronegocios, Educación, Mercadotecnia y Psicología). Los coordinadores de los programas fueron los responsables de distribuirlos entre los profesores de los grupos seleccionados. Para un nivel de confianza del 99 % (Z= 2.58), se obtuvo un N= 414.93. Sin embargo, se alcanzaron 455 participaciones, de los cuales 32.3 % fueron hombres y 67.7 %, fueron mujeres. Cabe indicar que, debido al sistema de departamentalización en la universidad, los grupos son multidisciplinarios y en ellos existen estudiantes de diferentes programas académicos, por lo que se obtuvieron las siguientes proporciones: Licenciaturas de Educación (39 %), Psicología (23 %), Mercadotecnia (15 %), Administración (12 %), pues pertenecen a las áreas económico-administrativas del Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA) mientras que la Ingeniería en Agronegocios (11 %), está adscrita al Instituto de Ingeniería y Tecnología (IIT). El cuestionario se aplicó del 18 al 21 de mayo de 2020, que fue la última semana del ciclo escolar. Para la sistematización de la información se utilizó el programa estadístico para ciencias sociales, SPSS en su edición 19. La medida de adecuación muestral de KMO fue de .807.
La experiencia de suspender clases presenciales, sin detener las actividades del ciclo escolar, fue un reto para el sistema educativo. En el caso de los profesores debe reconocerse que muchos de ellos no estaban del todo familiarizados con herramientas y plataformas digitales. En un primer momento, los catedráticos usaron una amplia variedad de plataformas digitales entre las que se mencionaron Teams, Aula Virtual (Moodle), Classroom, Zoom, Facebook, Whatsapp, por mencionar algunas; además fue evidente que pocos comprendieron que habían de modificar técnicas, materiales y tiempos en el formato a distancia.
Todo ello fue un desafío para los jóvenes y generó descontento (Figura 1), pues un estudiante debía usar al menos tres plataformas digitales y atender las indicaciones de cada profesor, a veces sin entender con claridad la forma de evaluación.
FIGURA 1. Porcentaje de uso de plataformas digitales utilizadas por los docentes para continuar las sesiones a distancia
En ese sentido, los estudiantes indicaron que los principales problemas que tuvieron fue contar con el equipo mínimo básico, de cómputo y de conectividad, aunque no de complementos como impresora, escáner, micrófono y audífonos. Como se observa en la Tabla 1, los discentes mencionaron la calidad en la conexión de Wifi, ya sea porque era muy lenta o bien no tenían en casa (34.6 %); mientras que el exceso de tarea fue otro problema (22.6 %), eso fue resultado de que los mismos profesores tampoco sabían identificar cómo organizar las dinámicas, ejercicios y tareas en esta nueva modalidad de enseñanza. El tercero en mención fue la falta de comprensión en las actividades con base en la educación a distancia (13.6 %).
Además, el 75 % de los participantes en la encuesta consideró estar cansado(a), al final de curso con Totalmente y Algo de acuerdo, ya que sólo el 20 %, seleccionó estar Totalmente y Algo desacuerdo, pues el 5 % respondió Ni de acuerdo ni desacuerdo. Ello fue proporcional a otra pregunta en la que se indicó si se sentía tranquilo al final del ciclo escolar, donde el 80 % indicó estar Totalmente y algo desacuerdo, mientras que Totalmente o algo de acuerdo, apenas alcanzó el 17 % y el tres por ciento restantes indicó estar ni de acuerdo ni desacuerdo.
TABLA 1. Principales problemas indicados por los estudiantes durante el primer periodo de pandemia en la DM NCG, de marzo a mayo
Dichas expresiones pueden correlacionarse con la autopercepción sobre el aprendizaje obtenido en este periodo de educación a distancia, donde el 32.7 % señaló estar algo de acuerdo con el enunciado “Me agradó aprender con el modelo de educación a distancia”, mientras que el 18 % indicó estar Totalmente de acuerdo. Finalmente, con la suma de Algo y Totalmente desacuerdo se obtuvo el 40.9 % (Figura 2).
A ese malestar y cansancio académico se sumaron cuestiones personales que implican a las relaciones que se mantienen con la figura de autoridad en clase, muy propia de las sesiones presenciales (Figura 3). En ese sentido, los estudiantes básicamente se refieren a dos puntos importantes que tienen relación directamente con ellos. El primero en cuanto a la relación docente-estudiante, pues propiamente se solicitó mayor amabilidad en el trato y flexibilidad al momento de organizar las actividades y evaluar los trabajos académicos solicitados (20 %); mientras que, por otro lado, se indicó una mejor organización del curso, la creación de material didáctico pertinente para la clase, proporcionar asesorías y respeto a las actividades de otras asignaturas para evitar altos volumen de trabajos simultáneos. Todo ello implica una ejecución más acorde a los lineamientos de la educación a distancia, a fin de que puedan ser alcanzados los objetivos de enseñanza-aprendizaje. Resulta interesante que no se hicieron menciones a aspectos tecnológicos o a la existencia de brecha digital.
FIGURA 2. Porcentaje de Autopercepción del aprendizaje en estudiantes durante las sesiones a distancia
FIGURA 3. Porcentaje en cuanto a recomendaciones de estudiantes a profesores en su experiencia con la educación a distancia
Es relevante observar cómo los universitarios tienen mayor necesidad de un contacto directo y cara a cara con los profesores(as), para mantener un sentido amable y de acompañamiento que les ayude a solventar, de la mejor manera posible, el periodo de confinamiento, que, a diferencia de otros procesos de suspensión, éste parece no tener una fecha final.
Con motivo de la pandemia, los análisis sobre educación online vienen a señalar que los estudiantes desfavorecidos aprenden menos (Harris, 2020). Ello se refleja incluso cuando instituciones y docentes tienen experiencia y capacitación, una realidad que no ha sido la habitual (Casanova Cardiel, 2020). Los estudiantes han tenido que reorganizar su vida cotidiana para ajustarse a una situación de confinamiento. Es el caso de la mayor parte de los estudiantes desplazados de sus familias, quienes para continuar con los estudios universitarios, han vuelto a casa.
Inevitablemente, la pérdida de contacto social y de las rutinas de socialización que forman parte de la experiencia cotidiana de un estudiante de educación superior tendrá un costo. El aislamiento que va inevitablemente asociado al confinamiento tendrá efectos en términos de equilibrio socioemocional que dejarán huella, en particular, en aquellos estudiantes con problemáticas preexistentes en este dominio. A los estudiantes más vulnerables que participan en programas de nivelación y apoyo, el aislamiento les golpea aún más fuerte. Indicativamente, una encuesta realizada la última semana de marzo entre estudiantes de educación superior en Estados Unidos ha revelado que un 75 % afirma haber experimentado ansiedad y depresión como resultado de la crisis. (ONU-IESALC, 2020, p. 16)
De un día para otro se tuvo que afrontar el aislamiento social de los jóvenes y desafortunadamente no se ofreció asistencia psicológica para algunos que seguramente la necesitaron. En el caso de la DM-NCG, se cerraron las instalaciones y se careció de los medios suficientes para informar a la comunidad universitaria. En esas semanas se debieron ajustar circunstancias, lugares, tiempos, actividades y materiales de trabajo, situaciones que generaron estrés y enojo en el alumnado.
Uno de los principales retos que enfrenta la educación en el país hoy en día y de cual emanan y subyacen los demás, es el de las desigualdades sociales-educativas que imperan en el país. Una situación que pareciera en su momento no fuera del todo considerada por los altos mandos de la educación. Tan sólo en 2018, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (CONEVAL) afirmaba que en México existían 52.4 millones de personas que se encontraban en situación de pobreza y otros 8.6 millones en pobreza extrema. (Mendoza Cardozo, 2020. p. 2)
Ahí es fundamental la aportación de las estrategias didácticas para que los estudiantes cuenten también con una red de apoyo de los profesores, de sus propios compañeros y autoridades universitarias (IISUE, 2020), tanto en la compresión de las situaciones tan inestables que presenta la conectividad y/o el acceso tecnológico al equipo necesario y suficiente para realizar las actividades en el modelo a distancia, como de las habilidades para tener un uso eficiente y provechoso en la formación profesional. Si bien es importante la cuestión tecnológica, es más relevante poner atención al ser humano, el estudiante en contraparte al docente. Un binomio colaborador que requiere, como punto de partida, el diálogo y el intercambio constante en este proceso educativo (Cotino Hueso, 2020).
Sin duda, a las conocidas fuentes de estrés académico, los nuevos acontecimientos han agregado otras, propias de las situaciones de guerra o peligro grave, como el miedo irracional al contagio, el distanciamiento social que lleva al aislamiento y la desconfianza, la incertidumbre y disminución del esfuerzo, constancia, alegría y seguridad. Tal vez por eso también el regreso al seno de la familia tiene varias lecturas en los jóvenes, por un lado, la percepción de recibir alto apoyo social, pero, por otra, pérdida de independencia y de los espacios propios de la interacción universitaria con los amigos, compañeros de clase y docentes. (González Velázquez, 2020, p. 167).
En ese sentido, De Alonso Paz (2020) ha recordado que el Coronavirus en el ámbito de la educación puede sacar a relucir el panorama lleno de desigualdades que tenemos en la sociedad, y abrir aún más el profundo abismo de desventajas. Por ello, es importante revisar estas situaciones educativas desde la perspectiva filosófica. En este caso, el concepto de Situaciones límite ayuda a comprender más sobre las desigualdades a las que se enfrentan los jóvenes. Son situaciones límite porque la persona no las puede evitar y, en la mayoría de los casos, están fuera de su control.
De acuerdo con Karl Jaspers (1984), la muerte y el sufrimiento son elementos no controlados ni definidos, lo que implica que en ocasiones se enfrenten de manera pasiva; mientras que la culpa y la lucha, sí se revisten de la acción del individuo e implica una actividad, ya que pueden hacerse conscientes incluso de su propia existencia. Las Situaciones límite incluyen cuatro elementos: la muerte, el destino, la culpa, y la lucha, manifestándose en cada uno de ellos el sufrimiento, aunque se expresan de diferentes formas.
Para efectos de este documento sólo se consideraron la lucha y la culpa, pues implican más propiamente al individuo, mientras que la muerte y la angustia son dos situaciones límites que existen para el ser humano sin su colaboración activa, lo único que puede hacer es percibirlas. En cambio, con la lucha y la culpa, los seres humanos participan activamente, ya que de hecho, las producen ellos mismos.
Las situaciones en la existencia empírica se presentan como situaciones generales, típicas o únicas, pero están determinadas por la historia. En ese sentido, el ser humano deberá desenvolverse en ese tiempo de acuerdo con sus valores y aceptar sus consecuencias derivadas de sus acciones, así como sus posibilidades y de nueva cuenta sus decisiones y acciones ante las situaciones a las que se enfrentan.
Estas situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límite. Quiere decirse que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límite es después del asombro y de la duda el origen, más profundo aún de la filosofía. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si no existieran… A las situaciones límites reaccionamos, en cambio, ya velándolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la desesperación y con la reconstitución: Llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de la conciencia de nuestro ser (Jaspers,1984, p. 17).
En cuanto a “límite”, el filósofo alemán explica que es el punto donde comienza algo que es desconocido o no experimentado por el ser humano en general, siendo el mismo ser humano quien deberá decidir sobre su actuar. Las situaciones límite se ubican en circunstancias insoportables, dolorosas, angustiantes donde se requerirán las experiencias particulares que podrán ser el apoyo para tratar de entenderla (Pinedo Cantillo, 2014). Dichos apoyos pueden ser valores y experiencias acumuladas que logren dar significado e incluso crear resignificaciones a los sucesos y evitar el desplome ante la desesperación provocada por la situación límite. Así es como se encuentra el sentido de la vida. Este tipo de situaciones límite no se pueden racionalizar o planificar, sino que deben hacerse conscientes y estar siempre atentos a los sucesos “con los ojos abiertos”.
Por su parte, Cyrulnik (2002), explica que “el proceso de resiliencia permite transformar su magulladura en un organizador del yo, a condición de que a su alrededor haya una relación que le permita realizar una metamorfosis” (p. 205). Ello implica que se pueda expresar el dolor que aún se guarda en la memoria, ya sea a través de las palabras, las imágenes, los colores o cualquier forma que permita descentrarse del sufrimiento y “adaptar sus recuerdos” a expresiones más alegres o hermosas para hacerlos aceptables.
A manera de conclusión se puede afirmar que, si bien buena parte de los estudiantes pueden estar viviendo situaciones límite, debido a que deben lidiar con varios factores a la vez, como es la inestabilidad laboral, el acceso a la tecnología y la conectividad a una red de internet, a ello se suma, la relación familiar, las actividades docentes y la propia enfermedad de la COVID-19. Sin embargo, lo que más le estresa es la distancia con todo aquello que en un momento le fue familiar y cotidiano.
Ahora, debe aprender a usar los medios de comunicación y herramientas digitales para trascender a un nuevo espacio de interacción mediada para mantenerse al lado de sus compañeros; aprender desde la distancia y con las herramientas que tenga a la mano; y continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje para concluir con sus estudios, lo cual es una meta no sólo individual, sino incluso familiar, dadas las expectativas para concluir los estudios superiores. Este es un reto que debe tomarse con la debida atención.
Además, esto es también motivante para que, como institución educativa, se promueva con mayor atención programas de apoyo y seguimiento a los estudiantes, pues para ellos es relevante el acompañamiento de los docentes en su trayectoria educativa; el que se prepare material especial para las sesiones de clase, que se les brinde apoyo y comprensión, dado que geográficamente en la región noroeste de Chihuahua la señal telefónica, en general, tiende a ser mala y regular, lo que en ocasiones hace que los estudiantes se pueden ver presionados para la realización y/o entrega de trabajos, tareas, o actividades durante el semestre, a fin de evitar reprobación y deserción.
Estas situaciones límites son una oportunidad para estimular más la parte creativa e innovadora en los estudiantes de cara a hacer frente al sufrimiento y angustia que pareciera ser incomprensible. Junto a ello, requieren del compromiso de los docentes para aprender del nuevo periodo escolar, donde es posible desarrollar nuevas prácticas docentes, creando materiales más propios a las situaciones educativas, así como promover estrategias de apoyo con personal capacitado para estimular acciones de resiliencia. De este modo, tanto los jóvenes como los profesores podrían comprender que en esta situación de pandemia todos estamos aprendiendo y, bien vale la pena, mantener la comprensión y empatía en situaciones estresantes, de donde todos podremos ser más resilientes
El presente artículo forma parte de una línea de investigación promovida por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, desde 2013, que tiene como objetivo analizar las trayectorias académicas de los estudiantes universitarios, con énfasis en los jóvenes de primer ingreso al nivel superior, además de que han promovido acciones para reforzar las actividades de tutorías con los estudiantes de las licenciaturas en el campus de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.
Casanova Cardiel, H. (2020). Educación y pandemia: el futuro que vendrá. Observatorio de las ciencias sociales. https://www.comecso.com/las-ciencias-sociales-y-el-coronavirus/educacion-y-pandemia-el-futuro-que-vendra
Cirulnik, B. (2002). Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Gedisa.
Cotino Hueso. L. (2020). La enseñanza digital en serio y el derecho a la educación en tiempos del coronavirus. Universidad de Barcelona. Revista de educación y derecho educativo, (21). https://doi.org/10.1344/REYD2020.21.31283
De Alonso Paz. A. (2020). Consecuencias del Cierre de Escuelas por el Covid-19 en las Desigualdades Educativas. Revista Internacional de educación para la Justicia social , 9(3). https://doi.org/10.15366/riejs2020.9.3
García Aretio, L. (2021). COVID-19 y educación a distancia digital: preconfinamiento, confinamiento y posconfinamiento RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 24 (1), 9-32. https://doi.org/10.5944/ried.24.1.28080
González Velázquez, L. (2020). Estrés académico en estudiantes universitarios asociado a la pandemia por covid-19. Espacio I+D: Innovación más Desarrollo, 9 (25), 158-179. https://doi.org/10.31644/IMASD.25.2020.a10
Harris, D. N. (2020). Using federal stimulus to get schools through the coronavirus crisis: The case for summer school and summer teacher pay. https://www.brookings.edu/blog/brown-center-chalkboard/2020/03/11/using-federal-stimulus-to-get-schools-through-the-coronavirus-crisis-the-case-for-summer-school-and-summer-teacher-pay/
IISUE. Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación. (2020). Educación y pandemia. Una visión académica. UNAM. http://www.iisue.unam.mx/nosotros/covid/educacion-y-pandemia
Jaspers, K. (1984). La filosofía desde el punto de vista de la existencia. Fondo de Cultura Económica.
López, P. L. (2004). Población muestra y muestreo. Punto Cero, 09 (08), 69-74.
Lloyd, M. (2020). Desigualdades educativas en tiempos de la pandemia (II). Campus, suplemento de educación superior. https://suplementocampus.com/marion-lloyd-850/
Mendoza Cardozo. L. G. (2020). La educación en México en tiempos de COVID-19. IISUE. UNAM.. https://www.iisue.unam.mx/iisue/medios/educacion-futura-mencion-del-articulo-de-marion-lloyd-en-el-libro-educacion-y-pandemia-894.pdf
Ordorika, I. (2020). Pandemia y educación superior. Revista de la Educación Superior, 49 (194), 1-8. https://doi.org/10.36857/resu.2020.194.1120
Pinedo Cantillo, I. (2014). Apropiación del sufrimiento y búsqueda de sentido. Tesis Psicológica, 9 (1), 36-49.
ONU-IESALC. (2020). COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones. http://www.iesalc.unesco.org/wp-content/uploads/2020/05/COVID-19-ES-130520.pdf
Schmelkes, S. (2020). La educación superior ante la pandemia de la Covid-19: el caso de México. Universidades, 71 (86), 73-87. https://doi.org/10.36888/udual.universidades.2020.86.407