Arturo Colorado Castellary (2019). La mirada múltiple. Imagen y tecnología en el arte moderno. Madrid: Ediciones Complutense, 290 pp. Reseña de Alberto García Alberti.

Pocos periodos en la historia del arte han experimentado procesos de transformación tan profundos en un reducido espacio de tiempo como el denominado arte moderno. Desde las vanguardias históricas hasta la actual revolución digital, los distintos movimientos han sufrido cambios radicales tanto en las temáticas representadas como en el estilo formal e iconografías empleadas en las obras. En su libro, Arturo Colorado Castellary expone cómo la llegada de las tecnologías de la imagen (fotografía, cine, TV e imagen digital) afectan al arte visual convencional, prestando especial atención a la pintura.

La mirada múltiple plantea una visión panorámica de cómo la tecnología de la imagen ha modificado los procesos creativos del artista moderno. El libro nos plantea este interesante debate a lo largo de un recorrido cronológico que arranca en la Revolución Industrial y llega hasta nuestra actualidad, marcada por el arte digital y la irrupción de internet. Frente a la innovación tecnológica, el artista moderno adopta dos actitudes aparentemente opuestas pero que sin embargo convergen en un punto común: la transformación de su mirada, ya sea por la adopción del nuevo lenguaje dentro de su obra o por su oposición y búsqueda de nuevas formas de expresión. En ambos casos encontramos que la tecnología de la imagen actúa como factor fundamental de cambio en el arte moderno, un aspecto tratado a lo largo de toda la perspectiva propuesta por este título.

El libro se compone de cinco partes. Una primera dedicada a los orígenes de las tecnologías de la imagen, en la que el autor expone cómo la Revolución Industrial promueve un furor por el maquinismo y la experimentación tecnológica que deviene en la depuración del grabado como técnica de multiplicación de imágenes y los primeros hallazgos con los que se obtenía la ilusión del movimiento. Esta primera parte nos sitúa en la importancia de la imagen multiplicada como medio de transmisión de un contenido crítico y subjetivo de la realidad social de la época. Para ello, el autor sitúa la serie de los Caprichos de Goya como ejemplo paradigmático.

La segunda parte nos adentra en la segunda mitad del siglo XIX, momento en que la llegada de la fotografía polariza el panorama artístico en dos vertientes: los que ven en esta innovación tecnológica una forma de expresión integrable en la pintura y los que reaccionan contra ella. Como consecuencia de la primera corriente de pensamiento el libro analiza estilos como el Realismo, aportando valiosas claves de entendimiento en las que detalla cómo diferentes recursos propios del lenguaje fotográfico son utilizados en pintura. Asimismo, la obra aborda la influencia de la imagen tecnológica en el Impresionismo, sometiendo a estudio la creciente popularidad de la fotografía y el perfeccionamiento de su técnica a la par que los impresionistas trasladaban a su obra la fugacidad de la luz y la sensación de movimiento presentes en la instantánea fotográfica. En este punto, el autor ahonda nuevamente en el debate que surge en este tiempo sobre la consideración de la fotografía dentro del panorama artístico y las reticencias a reconocer su uso por parte del artista tradicional. Y es que, como apunta el autor “para un pintor reconocer públicamente que utilizaba la fotografía era motivo de descrédito”.

Como reacción opuesta a las estéticas del Realismo y el Impresionismo el libro indaga en la inestabilidad social a escala internacional existente a finales del siglo XIX e inicios del XX y sus consecuencias en el arte. Fruto de este periodo de crecientes cambios nace una visión menos optimista de la realidad, cuya forma de traslado al arte será el rechazo al reflejo objetivo influenciado por la fotografía que proponían los estilos anteriores. Es en este contexto en el que se produce lo que Arturo Colorado llama “la reacción antinaturalista y antifotográfica”, marcada por una visión subjetiva del artista a través de nuevas propuestas formales en la construcción de la imagen y el simbolismo como fórmula de expresión comunicativa.

Con la llegada del cine, situados en el siglo XX, La mirada múltiple analiza a través de su tercera parte el recorrido que continúa el arte moderno en relación a la tecnología de la imagen. En este caso centra su estudio en la búsqueda del artista por plasmar en su obra la cuarta dimensión, además de profundizar en la transformación social que las tecnologías de la imagen comenzaban a generar dando como resultado la emergente sociedad de masas. En este proceso de grandes cambios, el arte encuentra su correlato con la tecnología por medio de movimientos afines a la indagación científica: el Cubismo y el Futurismo; y nuevamente por oposición, como es el caso de los expresionistas y fauvistas. En este sentido, lo que el autor nos vuelve a proponer es el estudio ejemplificado de esta incesante pugna entre la integración o rechazo de la tecnología de la imagen que no obstante motiva una evolución creativa apasionante.

La impronta del cine en la pintura también será objeto de análisis en los periodos en los que acontecen el Dadaísmo y el Constructivismo y Suprematismo soviéticos, movimientos fundamentalmente influidos por el montaje cinematográfico y una idea a la que Arturo Colorado acude como definitoria del arte moderno, la de “cortar y pegar”. Ya sea a través del collage o en los ready made y fotomontajes de los dadaístas y constructivistas, el artista de este tiempo tiende a integrar en su creación la idea de realizar la obra por medio de una sucesión de imágenes contrapuestas que encuentran una nueva significación reunidas en el mismo marco. El libro vincula esta idea con las teorías del montaje propugnadas por los cineastas soviéticos, encontrando el paralelismo en las grandes obras de Eisensetein o Kuleshov.

Ya en los años veinte y treinta del siglo XX, el estudio se detiene en la llamada “Nueva Objetividad”, caracterizada por la aceptación masiva del cine y la fotografía y la aparición en escena de la televisión. Esta “vuelta al orden” propone que la figuración sea de nuevo la protagonista en el arte, un cambio de perspectiva que Arturo Colorado relaciona con esta expansión masiva de los medios de comunicación para detenerse en ejemplos representativos como el del norteamericano Edward Hopper y sus pinturas de marcada tendencia cinematográfica.

También bajo esta corriente de aceptación tecnológica emerge el Surrealismo, el último movimiento de las vanguardias históricas que no tiene reparos en exaltar el maquinismo, la radio, la fotografía, el cine y, en resumen, la innovación tecnológica como fuente de inspiración e instrumento con el que obtener imágenes. Sobre este movimiento, el libro analiza la importancia que para los surrealistas tenía la fotografía como medio de creación idóneo para encontrar imágenes azarosas que elevaban a la categoría de verdadero arte. También valora lo que la nueva sociedad de consumo tiene de relación con los objetos surrealistas, en muchos casos vinculados con la publicidad.

Las partes cuarta y quinta concluyen este valioso título ahondando en las relaciones que la imagen televisiva y la era digital mantienen con el arte. En su análisis, el autor alude a los “principios de instantaneidad y ubicuidad” característicos de la televisión, un medio “que invita al espectador a vivir dentro de la imagen”, conceptos que vincula con el Action Painting por el dinamismo inherente a la praxis de esta técnica, en la que el autor habita la obra recorriéndola durante su proceso de creación. El Pop Art y su estética íntimamente ligada a los mass media es de igual modo objeto de estudio para reflexionar sobre la influencia del poder de la televisión en el espectador y la capacidad del artista para encontrar nuevas vías creativas que motivaran una actitud crítica respecto al letargo que este medio producía. Partiendo de esta premisa, Arturo Colorado profundiza en cómo el arte evoluciona paralelo a la generalización imparable de la tecnología de la imagen en un proceso que acaba implicando al espectador en la propia obra con el objetivo de ponerle frente a un espejo que lo sacara de su pasividad. Para este propósito, el autor sitúa la performance y el happening como las manifestaciones que proponen la inclusión activa del espectador a la vez que producen una desmaterialización en el arte cuya única huella será el registro tecnológico. Avanzado el tiempo, la obra nos sitúa en los años 60, momento de eclosión del videoarte y sus diversas formas de experimentación, ligadas una vez más bajo la idea de incentivar una reacción crítica respecto al papel social de la tecnología.

Ya en la época actual, La mirada múltiple nos invita a recorrer el ecléctico mundo digital, en el que debido a la rapidez que promueve la aparición de internet resulta difícil acotar el ámbito de estudio por movimientos o corrientes diferenciadas. Sobre esta etapa el autor explora los nuevos medios de creación surgidos al amparo de la computación, de los que nacen obras netamente digitales cuya fórmula de representación es la pantalla. La idea de un arte participativo que viaja y se expone mediante las nuevas autopistas de la información concluye esta cronológica con la mirada puesta en el mundo que la realidad virtual propone al arte, y que no es otro que hacer de la obra un verdadero espacio inmersivo e interactivo transitable por el espectador.

Cabe destacar en este título que a través de su recorrido en el tiempo acompaña a cada capítulo una cronología de sucesos relevantes en el panorama artístico, vinculando a cada fecha qué acontecimientos sociales y tecnológicos acontecían paralelamente. Gracias a estas referencias, el lector obtiene una visión de conjunto de cada periodo que facilita la comprensión de los factores que motivaron la evolución del panorama artístico moderno en relación a su contexto y a las innovaciones tecnológicas de la imagen de su tiempo. Este aspecto clarificador del libro recalca la minuciosa y precisa investigación que subyace de una obra cuyas conclusiones arrojan datos esenciales para facilitar la comprensión de tan complejo panorama como es el arte moderno.

La mirada múltiple es una obra cuya claridad expositiva y el orden y rigor con los que el autor aborda los conceptos tratados, favorecen la correcta asimilación de las motivaciones que acontecieron en un, a priori, tan complicado periodo del arte. Tras la revisión de este título, el lector obtiene una sensación de armonía sobre el aparente caos que en un primer momento parece reinar sobre el arte moderno y sus continuos cambios y evoluciones. Los múltiples ejemplos gráficos con los que Arturo Colorado acompaña su exposición, y los estudios de estética comparada entre obras procedentes de distintos medios de comunicación, completan de manera extraordinaria cada periodo, tanto en su base teórica como práctica. De igual modo, es un título cuya lectura invita a la indagación sobre esta fundamental línea investigadora que plantea, siendo de especial interés para el ámbito de la Comunicación Audiovisual y la Publicidad. La constatación de que en la imagen contemporánea la imagen tecnológica es determinante para la comunicación, e incluso para el arte plástico, hacen de La mirada múltiple una recomendación obligatoria para estos estudios, así como para todo aquel interesado en obtener respuestas a los múltiples interrogantes que plantea la cultura contemporánea.