Emeterio Díez Puertas (2019). Cine español y geopolítica fascista. España y sus relaciones cinematográficas con la Argentina (1939-1943). Madrid: Editorial Síntesis, 243 pp. Reseña de Andoni Iturbe Tolosa (Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea)

Sólidos objetivos y concluyentes resultados germinan en esta reveladora investigación que profundiza en las relaciones históricas y cinematográficas entre España y Argentina en el periodo 1939-1943. Una nutrida conexión de la que se extrae un cine intercambiado en la que el libro establece dos premisas: por un lado, el papel que juega el cine en el aparato ideológico del Estado franquista y, por otro lado, los agentes que hacen posible la compraventa de películas. El libro tiene, por tanto, dos partes: el nuevo orden fascista (1939-1941) y el éxito y repliegue del fascismo (1942-1943). En el primero aborda los siguientes apartados: la política del trato preferente; una economía de autosuficiencia y el cine de la Hispanidad: patriarcado, femineidad, milicia y sacrificio. En la segunda parte secunda los siguientes capítulos: la política de los acuerdos; nuevos emprendedores: exiliados, emigrados y aliados y El Cine de la Hispanidad: corporativismo, forja, cruzada, interclasismo, tinieblas del pasado.

El libro va más allá del previsible éxito del cine argentino en una España en la que reina la política autárquica, por lo que pronto tuvo que desdoblarse para ampliar mercados y crear alianzas más allá de Alemania e Italia. Mucho se podría especular sobre lo que pudo haber sido del cine español si la república hubiera prosperado: desde películas de corte costumbrista o sainetesco hasta la producción de Buñuel, Berlanga o Fernán Gómez. Difícil también obviar las reminiscencias de otro libro: La edad de plata, de José Carlos Mainer. Especulaciones, en todo caso, pero difícil no preguntarse qué pudo haber sido. La realidad fue muy distinta: las listas negras de actores y profesionales españoles circularon entre los despachos del régimen franquista, por ejemplo.

La gran virtud y aportación de esta investigación es su capacidad para sembrar orden y certidumbre, documentarse y crear una cartografía precisa y milimétrica del trato comercial y cultural que se establece con un socio preferente, Argentina, que también sabe interpretar la coyuntura española de la época: con la Iglesia, el Ejército, el Partido y la Patronal, en permanente (des)unión.

Ante la vasta bibliografía sobre las políticas de Estados Unidos y sus aliados, este libro no pierde la perspectiva de la geopolítica, que pone en el tablero tanto la doctrina nazi como el papel del régimen franquista con la Argentina, una gran potencia exportadora durante aquella época. Por aportar un detalle poco conocido: el cine argentino fue bastante prolífico en cuanto a las películas sobre la educación.

El libro detalla, argumenta y pone el foco tanto en los errores censores, en la recepción y en la vinculación de las películas con sus formas de producción. En esa época se hacían desde películas de corte informativo (en otro orden, se aprobó un acuerdo entre el NO-DO y Sucesos Argentinos) hasta documentales y ficción. La Argentina también llegó a prohibir varias películas extranjeras por presiones diplomáticas de los combatientes y por la guerra.

El autor recurre a los cronotopos para clasificar y poner en valor las propuestas fílmicas y añade una perspectiva actual y contemporánea, como las bondades del patriarcado. Se agradece la incursión en el análisis fílmico y la búsqueda de formas y metáforas visuales para testimoniar, por ejemplo, la representación canónica de la familia extensa y católica (Así es la vida, 1939).

El profesor Díez Puertas también analiza la débil estructura económica del cine español. Por tanto, en un periodo marcado por el fin de la Guerra Civil, la propaganda franquista enalteció a los barcos que venían cargados de alimento y de sobre todo trigo. El cine oficialista también supo encontrar otros subterfugios, como los estrenos de Raza (1942) y Sin novedad en el Alcázar (1940), que se proyectaron al margen de los canales comerciales en Argentina.

Ninguna crítica señala, según Díez Puertas (2019:125), que la victoria de Franco en 1939 y el cambio de régimen supusiera un cambio de las políticas de cine. Según los datos facilitados, se consideraban viejas y pasadas las películas (La marquesona, 1940; La Gitanilla, 1940, por poner un ejemplo), las llamadas españoladas o las comedias, que llegaban a la Argentina. Cabe destacar que, en todo caso, la historiografía ha puesto orden ya sobre el cine español de los 40.

Es bien sabido lo que pasó después con la manifiesta musculatura de Estados Unidos, que limitó la posición tanto del aparato cinematográfico español como argentino. Eso es otra historia, pero el relato narrado en estas 234 páginas es riguroso, consistente y lleno de detalles, datos, comentarios y experiencias amargas.

 

Referencias bibliográficas

Mainer Baque, J. C. (1968). La Edad de Plata (1902-1939): ensayo de interpretación de un proceso cultural. Madrid: Editorial Cátedra.