Martínez, Mario-Paul y Herrero Herrero, Miguel (Eds.). (2018).  Arte y Cine. Movimientos artísticos y cinematográficos tras 1945. Sax, Alicante: Cinestesia. 136 pp. Reseña de Jorge Daza Llorens.

 

Parece ser, y no soy yo quién para llevarle la contraria a nadie, que no se ha abordado lo suficiente en la bibliografía reciente las relaciones entre los movimientos artísticos de post-vanguardia, y su influencia, en este caso, en el medio cinematográfico. Si esto es así, y confiamos en el planteamiento de sus editores, con el libro Arte y Cine. Movimientos artísticos y cinematográficos tras 1945, tendrá el lector en sus manos un manuscrito con el que tomarle el pulso al panorama que nos han dejado las Bellas Artes contemporáneas en las salas de cine.

Se trata de una edición coordinada por el doctor Mario-Paul Martínez y el profesor y editor Miguel Herrero Herrero; dividida en 11 capítulos escritos por diferentes autoras y autores, tales como José Vicente Martín, Sergio Luna, Damià Jordà, Johanna Caplliure, Fran Mateu, Begoña Ivars, Vicente Javier Pérez Valero o Javi Moreno, entre otros. Todo ello con la presentación propedéutica del propio Mario-Paul Martínez, que nos pone en situación sobre el contenido variado del libro, en su introducción: Arte y cine más allá de la navaja; de donde podemos entender que, durante todo el período posterior a 1945, el cine y el arte han mantenido una relación tan recíproca, y tan conectada con la sociedad,  que se hace necesario aportar nuevos ejemplos de su imbricación, para no tener que recurrir constantemente a las huellas más conocidas que nos dejaron, entre otros, Dalí y Buñuel, con su obra Un Perro Andaluz (Un chien andalou, 1929).

Un collage expositivo y narrativo inteligentemente estructurado, y con abundante información, presentado en ensayos de diferente extensión (6, 8, 11 o 12 páginas) donde encontraremos temáticas de estudio sobre el cine de corte clásico como Zombie Cinema (José Vicente Martín), un ensayo que ahonda en la arqueología de los medios audiovisuales, con la utilización de dispositivos de creación obsoletos (por ejemplo, la linterna mágica); o Rostro mutante, donde se trata el uso del retrato compuesto fotográfico en el cine. Ensayos también que abordan la abstracción y el expresionismo en la imagen fílmica y el cine experimental no figurativo, como el que tratan Damià Jordà o Begoña Ivars y Paco Martínez, desde la animación tradicional y el arte por ordenador (Computer Art). O capítulos que analizan movimientos artísticos más conocidos como la Nouvelle Vague, y su transformación temática y estética después de 1968 (por ejemplo, en la obra de la artista Georgina Starr); el Pop Art y sus referencias y estéticas popularizadas por los mass media; o el Op Art, y sus atractivos geométricos capaces de influenciar a autores tan dispares como Alejandro Jodorowsky o Tim Burton. El libro también se adentra en el estudio de las técnicas visuales del arte que han aterrizado en el cine, como el matte painting o la postfotografía. Ambas partiendo de unas bases analógicas (o, si se prefiere, “pre-digitales”), abocadas hoy, al espectáculo audiovisual digital al que nos tiene acostumbrado el cine mainstream.

 Se recomienda, en este trayecto, tomarse la lectura con calma. Porque, frente a la aparente delgadez del libro (136 páginas), su contenido aloja una sucesión de textos, densos y ampliamente documentados, que pueden no siempre ser amigos del lector, cuando nos referimos a los criterios estilísticos de cada autor. En algunos capítulos, y debido a ello, llega a frenarse la lectura, pero, en su conjunto, la buena disposición cronológica de los mismos, le aporta el ritmo necesario para terminar satisfactoriamente esta propuesta divulgativa. Lo preferible es, por tanto, hacerlo linealmente y según se ordenaron los capítulos, ya que descubrimos una conexión sutilmente hilvanada entre cada texto, desde la introducción hasta el desenlace, que no disfrutaríamos de otra forma. Una vez terminada esa primera aproximación a la obra, el lector o lectora podrá recurrir a ella siempre que lo necesite a modo de consulta puntual, ya que cada capítulo se sustenta perfectamente por sí solo.

Se podría indicar también que, como primer acercamiento a los temas tratados entre arte y cine, el libro es un perfecto aporte para los iniciados, o para los estudiantes de bellas artes, y audiovisuales interesados en el tema. Pero que, una vez leído, si se buscaba una reflexión más profunda sobre los temas, quizás algunos de sus capítulos se hacen algo breves. No estaría de más que, al tratar el Pop Art o el Op Art, por ejemplo, se indagara más en las referencias cinematográficas relacionadas con estos temas, aumentando el número de profesionales que han utilizado esas técnicas en el cine. Cabría igualmente preguntarse si, en el caso de las técnicas visuales como el matte painting o la postfotografía, citar a Tim Burton, como ejemplo en el uso de herramientas típicas de la animación sobre imágenes reales, no debería ir acompañado de otras citas a autores como los directores franceses Jean Pierre Jeunet y Marc Caró, provenientes de la animación, y que trabajaron juntos en las películas Delicatessen (1991) y La ciudad de los niños perdidos (La Cité des enfants perdus, 1995), o el caso del también director de cine y efectos especiales francés Pitof y su película Vidocq (2001).

Con todo, enfrentarse al libro Arte y Cine. Movimientos artísticos y cinematográficos tras 1945, supone una buena oportunidad para descubrir, o bien para profundizar, en las tendencias artísticas surgidas tras la II Guerra Mundial y cómo éstas han servido a diferentes artistas para aplicarlas a sus diferentes medios de expresión, y en particular al medio cinematográfico, dotando a este último de diferentes nutrientes con los que evolucionar constantemente.

 

Referencias bibliográficas

Martínez, Mario-Paul y Herrero Herrero, Miguel (Eds.). (2018).  Arte y Cine. Movimientos artísticos y cinematográficos tras 1945. Sax, Alicante: Cinestesia.