Rafael de García Pavón (2018). Filosofía cinemática como ética del porvenir: recuperar y recomenzar el tiempo perdido. Roma (Italia): IF PRESS, 191 pp. Reseña de Obed González.

Con una magnífica introducción, Rafael García Pavón nos guía hacia el tema que desea exponer. Recuperar y recomenzar el tiempo perdido a través de la filosofía cinemática como ética del porvenir es el punto de engranaje que el autor relaciona con otros temas filosóficos y que el cine es capaz de develar.

El tiempo es un factor de importancia dentro de la complejidad humana, la temporalidad que, en el caso de este compendio, posee como eje primordial la filosofía kiekergardiana, como el mismo autor lo expone: “Si bien el tiempo engloba la existencia entera, sólo se convierte en un problema sobre sí mismo para la realidad espiritual de los seres humanos, como cognitivos, efectivos, sujetos y personas singulares (11, 2018)”.

Dentro de esta premisa se incluye la eternidad como factor, más que ontológico, de representación religiosa, donde esta eternidad no puede ser posible sin el concepto de la poética como una fuerza superior —llamémosle Dios o ser superior— que posee el destino y el telos de la misma eternidad. Realizando una analogía paradójica con el visionario científico Kurz Weil, quien propone una paradoja futurista en relación a la eternidad llamada singularidad, en la cual pronostica que en pocos años el humano podrá introducir en su cuerpo y cerebro nanotecnología para ser más perfecto y en el cual hombre y máquina serán uno sólo que les ofrecerá esa singularidad que lo lleve a la inmortalidad. Estructura en la cual la tecnología comenzará a ser cada vez más indispensable —semejante a Metrópolis de Fritz Lang—, tanto que, como un juego de aspas, logrará que el humano vaya perdiendo paulatinamente su condición biológica hasta extraviarla para alcanzar la inmortalidad a través de esa angustia por conquistarla como una prueba de su propia negación humana y ausencia de lo divino. En el caso de la premisa de García Pavón, es lo contrario, es regresar al pasado para lograr una ética del porvenir —uno como el que vaticina Weil— y no conseguir perder esa relación con la otredad divina que a la vez nos define como humanos y usa como vehículo al cine, ese movimiento con imágenes que logra visionar la inmortalidad y, por lo menos visionar, la eternidad. La diferencia entre eternidad e inmortalidad es que la inmortalidad perdura mientras exista el humano y el planeta, la eternidad no tiene límites.

Para Rafael, en analogía con Kierkegaard, el cine es como la fe, porque es la lucha por la presencia de lo posible, es como darle aire al espíritu. En el cine todo es posible. El mito del eterno retorno del que escribe Mircea Eliade es otro de los conceptos a reflexionar por el autor porque el cine nos habla de un pasado que es un presente y de un futuro también posible. Terminar en un punto donde se va a comenzar y comenzar donde se concluyó. Este regreso al mito donde la antigüedad es un futuro que nos puede alcanzar, similar a la cinta Soylent Green (1973), protagonizada por Charlton Heston. Pasado del cual debemos de aprender y donde la ética es parte de la filosofía cinemática como lo propone el autor.

El libro está compuesto por cinco capítulos, los cuales van ofreciendo una visión personal sobre el tiempo, el cine y la filosofía, tomando como referencia a distintos autores para argumentar la tesis propuesta donde Kierkegaard, Deleuze y Bazin, entre otros son parte importante del objeto de estudio, sin dejar fuera las visiones de cineastas como Tarkovski, Wanders e Iñarritu, sujetos con trabajos que son objetos de estudio. Personajes que, desde su interpretación personal, tratan el tiempo y el movimiento dentro de su trabajo y que así mismos ellos son tiempo y movimiento, ideas de la temporalidad que también poseen sus propios lapsos a través de la acción y que pretenden desentrañar el tiempo a través del movimiento de las imágenes pero no sólo en su visión externa sino también en la interna, donde el suceso asume otro tiempo, uno en el cual el instante contiene muchos lapsos o uno sólo con distinta duración, paradoja del tiempo que traspasa la frontera de la realidad y que permite, en el ojo del espectador, visionar esa concepción de lo eterno donde lo ontológico está intrínseco en ese instante sin tiempo definido donde también se acciona la intuición –la noesis—, que es adelantarse al suceso, a un porvenir que puede ser posible en el cual también despierta lo ético: “El instante es cuando se da la elección de ser libertad y esta elección pone la situación de lo que se llama la presencia del espíritu, es decir de una infinidad de posibilidades en las que uno se elige ser. Sólo ahí el pasado adquiere su sentido de haber pasado, porque es, por un lado, lo que ya no tiene posibilidades, pero a la vez es presencia de posibilidades que lo hicieron posible, por eso el instante es el futuro que regresa como un pasado (García Pavón, 112, 2018)”.

Filosofía cinemática como ética del porvenir: Recuperar y recomenzar el tiempo perdido, es un libro que recomiendo ampliamente para todos aquellos que estudian el fenómeno cinematográfico. Es un trabajo con una prosa directa y reflexiva muy bien argumentado y profundo que nos muestra que el cine no sólo es un elemento de divertimento o entretenimiento, sino algo más complejo que, al igual que la filosofía, intenta, de manera transversal, contestar las arquetípicas preguntas humanas sobre nuestro origen, el origen del universo y la infinitud del espíritu y de Dios y su existencia o inexistencia. Preguntas que no tienen respuesta o poseen miles y que Rafael García Pavón se plantea desde la mirada del cine, la filosofía y su presencia en el mundo.