Santos Zunzunegui y Jorge Oter (Eds) (2016).  José Julián Bakedano. Sin pausa. Bilbao: Azkuna Centroa y MAC / UPV(EHU), 208 pp. Reseña de Cloe Masotta Lijtmaer (Universitat Pompeu Fabra).

 

¿Y para qué cineastas en tiempos de penuria?

José Julián Bakedano. Sin pausa,  es el título un programa de cine que se ha proyectado en el Azkuna Zentroa de Bilbao en mayo de 2016, y también el de una publicación que se edita paralelamente, que contribuyen a hacer visible la obra y la labor cultural de un creador, a reivindicarlas, para darlo a conocer fuera del País Vasco y más allá de circuitos artísticos o afines al cine experimental.

Existe una cinefilia, afirma Santos Zunzunegui en el texto que abre el libro, “capaz de cambiar una pasión en forma de conocimiento, hacer del interés por un objeto cultural no solo una forma de vida sino un lugar de encuentro con los otros.” Unas líneas más adelante define a José Julián Bakedano como "alguien que no le ha hecho ascos ni al documental , ni al film de arte (...) ni al cine de vanguardia (...) ni por supuesto al cine de ficción” (p. 13). Un cineasta que experimenta, indaga, explora todas las formas de cine posibles, esa es la configuración de su pasión.  Algo que también se hace presente en la misma estructura de la publicación, un completo recorrido por toda la filmografía del cineasta vasco, a través de diversas formas de escritura. Desde una epístola, como la que dirige Sistiaga a Bakedano, a textos de corte más ensayístico o una entrevista, realizada por Jorge Oter y Germán Rodríguez.

Las distintas intervenciones del libro se estructuran en tres secciones: “Experimentación”, “Documentales Sobre Arte” y “Ficciones”. Además, se incluyen dos textos del propio Bakedano y una extensa filmografía y bibliografía, que nos invitan a pensarlo más que como cineasta como activista cultural, elaborando guiones, escribiendo libros, programando cine y diseñando publicaciones en la Cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbao... entre otras actividades. Siempre haciendo patente un incansable afán de transmisión de conocimiento

En la entrevista citada Oter y Rodríguez prosiguen la labor de hacer visible la obra de Bakedano -ya iniciada en la Revista Pausa con la publicación de un número monográfico (Pausa. Revista temática de análisis fílmico. No. 10, 2009)- en la que el cineasta nos ofrece algunas claves para abordar su obra. Si hay un componente común en la praxis cinematográfica de Bakedano, un hilo rojo que recorre toda su filmografía es su “vocación experimental”. Desde los inicios de su andadura con The Bride of Frankenstein (1968), acerca de la que el cineasta describe: “la posibilidad desde los medios más baratos de la época me dio la opción de realizar películas. Además, por aquel entonces veía Franju, Resnais así como el cine underground de (Paul) Sharits, Warhol etc." (p. 25) Y es precisamente en la estela de este cine experimental "underground" que se sitúan las primeras exploraciones fílmicas de Bakedano. Un cine hecho con escasos medios, a través de la reapropiación de películas y recreación en The bride of Frankenstein (1968), o la experimentación con las posibilidades del soporte fílmico en filmes como Bi (1972) o Bost (1973). En todas ellas percibimos un destello en cada una de sus imágenes, el brillo del deseo de filmar del cineasta y de explorar todas las posibilidades plásticas del cine. Y se hacen presentes algunos referentes claves del cine denominado experimental como los ya citados anteriormente Sharits o Warhol, o los padres de cierta vanguardia Duchamp o Man Ray. (p. 26).

También en la siguiente etapa de su filmografía en la que indagan los entrevistadores, en que se abre otro de los rasgos de estilo de Bakedano, "su relación entre el cine y las otras artes" (p. 28), sigue siempre presente la vocación experimental del cineasta. En sus filmes sobre artistas vascos como Uzelai, Andrés Nagel o Chillida, el cineasta explora, por ejemplo, diferentes formatos como Umatic 3/4 en Uzelai (1981) o el formato high band 3/4 en Nagel (1985). Algunas de estas películas son encargos del Gobierno Vasco pero Bakedano defiende en la entrevista su absoluta libertad creativa: “Yo lo hice como creí conveniente, como he hecho con todo mi trabajo: hice lo que quise.” (p.29), algo que se respira en todos sus filmes y que los autores y autoras de los textos que componen la publicación han hecho también patente. Respecto a sus ficciones, a propósito de Oraingoz izen gabe (1986) Bakedano define otro de los rasgos que palpita en sus imágenes "la fascinación muy importante en el cine, bien por la imagen, tiempo...".  (p. 32) En cada una de sus películas  Bakedano nos contagia dicha fascinación, esa “pasión en forma de conocimiento” que tan bien describe Zunzunegui en las líneas que dedica al cineasta vasco.

En su texto ¿Y para qué poetas?  (Heidegger, M. (1996), “¿Y para qué poetas?”. En: Caminos de Bosque. Madrid: Alianza Editorial) parte de una elegía de Holderlïn, Pan y vino, para argumentar cómo en tiempos de oscuridad el poeta es aquel capaz de hacer visibles las huellas de los dioses huidos. El ciclo y la publicación que lo acompaña son sin duda necesarios para visibilizar a José Julián Bakedano, un creador que ha hecho del cine una antorcha para iluminarnos en estos tiempos de penuria política y desertificación del ámbito cultural.